AÑO 2112 - Capítulo XX
Después de un tiempo de descanso preparando más material, vuelvo con más capítulos.
CAPITULO XX
Aquella mañana, Diana había mandado llamar a toda la plana mayor para una reunión urgente. En la sala de juntas estaban ella misma, Carlota, Brian, León y los jefes de proyectos y fabricación. Solo faltaba una persona. Cuando la puerta se abrió, Eduard Person hizo acto de presencia.
P- Buenos días a todos.
B- Sr. Person, que sorpresa, usted por aquí.
D- Le he mandado llamar yo. Este proyecto es suyo y he decidido que nadie mejor que él para que se ocupe de su presentación y distribución en los mercados.
B- Claro Sra. Jordan, es una decisión acertada.
D- Bien, necesito que la nueva BAR esté lo antes posible en el mercado, así que debemos trabajar rápido y de forma coordinada. A ti Brian y a Carlota os necesito aquí, a mi lado, por lo que no podéis ocuparos de este trabajo, así que Eduard se ocupará de todo. He contratado los servicios de una replicante que hará las veces de su secretaria. Dada la confidencialidad con que tenemos que llevar este asunto, Carlota se ocupara de insertarle la información que necesite para cumplir fielmente con su trabajo. También contará con el apoyo del jefe de proyectos. Los tres formarán un equipo para su presentación. Esta se llevará a cabo en Asia para su mayor difusión.
Asia resultó ser el continente menos devastado por el cambio climático y por esa razón las principales empresas mundiales se establecieron allí, dándole a esa zona del planeta una preponderancia económica de primer orden.
Carlota intervino
C- Como ya sabes Diana, no considero necesario semejante despliegue promocional. El producto es en si mismo un hito tecnológico y de cualquier forma nos lo quitarán de las manos.
D- Precisamente por eso requiere una presentación acorde con su trascendencia y los gastos que esto nos genere van a ser de sobra compensados con los beneficios que obtengamos. Así que ya lo tengo decidido.
Antes de levantar la reunión, Diana quiso puntualizar un asunto.
D- Espero que posibles desacuerdos del pasado no dificulten el importante trabajo de equipo que entre todos debemos realizar. Confío en todos vosotros y en vuestra cordura.
Y añadió
D- Eduard, y no olvides que ahora eres tú quien tiene que rendir cuentas a Brian. Él es ahora el director de la empresa. No lo olvides.
P- Lo tendré presente en todo momento. Para mi es un placer que volvamos a trabajar juntos.
B- Y para mí, Sr. Person -respondió Brian-
P- Creo que dadas las circunstancias podrías llamare Eduard. ¿No le parece señor García?
B- Si, si, por supuesto, es que se me hace tan extraño…
Al levantar la reunión, Eduard se acercó para hablar con Brian
P- ¿Qué tal Marie?
B- Bien, gracias. Ella es ahora muy feliz.
P- Espero que no me guarde rencor y confío en que tu tampoco.
B- Mire Sr. Pers… quiero decir Eduard, las cosas sucedieron como sucedieron y no tiene sentido mirar atrás. Por paradójico que parezca, gracias a lo que pasó pude conocerla y convertirla en mi esposa, así que mejor no darle vueltas y aceptar la realidad. Lo que siento de verdad es que todo ese asunto le costase el divorcio y el trabajo.
P- Bueno, Diana es así, si lo sabré yo. Tiene carácter y hay cosas que no perdona. Espero que esta nueva situación reconduzca de alguna manera nuestra relación y la de todos.
B- Eso espero yo también.
Antes de despedirse, Brian añadió
B- Si quiere saludar a Marie tiene que estar esperando a Diana por alguna parte. Son carne y uña, van juntas a todas partes.
P- Me alegro por Marie. Ya le darás un beso de mi parte.
El resto del día transcurrió con los preparativos para la presentación del BAR. Al regresar a casa, Marie ya se encontraba allí. Tal y como le había pedido le esperaba vestida con el vestido de recepcionista y sin ropa interior.
B- Hola cariño, veo que me has hecho caso.
M- Hola cielo, ¿no era esto lo que deseabas?, pues ya me tienes a tu entera disposición.
B- Tentadora oferta. Déjame que piense como servirme.
Con una pícara sonrisa, Marie se dio media vuelta en dirección a la cocina. Aquella faldita plisada se movía al compás de su caminar ocultando por muy por poco su hermosos culo. Cuando volvió, trajo sendas copas de ginebra con hielo. Le entregó una a Brian y se sentó en el sofá, a su lado, en esa postura tan suya de niña traviesa colocando un pie bajo su culo y dejando visible bajo la falda su depilado sexo.
B- ¿Has visto hoy a Eduard?, me ha preguntado por ti.
M- Si, lo vi llegando a la empresa.
B- ¿Hablaste con él?
M- No, procuré que no me viera.
B- Está preocupado porque le puedas guardar rencor.
M- Y que espera, ¿qué vaya a buscarle para que me siga follando a su antojo?
B- No, mujer, pero ahora me temo que lo vas a ver más a menudo. Es el responsable de la campaña de promoción del nuevo BAR
M- ¿Quién, Eduard? No me había dicho nada Diana
B- Supongo que para no te molestases, no lo sé. El caso es que desde hoy vuelve a formar parte de la empresa y tienes que llevarte bien con él.
M- ¿Y tú, que va a pasar contigo?
B- ¿Conmigo?, nada, ahora soy su jefe, lo ha dejado bien claro Diana.
M- Me preocupa que vuelva a rondarle a Diana. Tú por si acaso procura estar atento no te vaya a jugar una mala pasada
B- ¡Qué no, mujer! esto no cambia nada, además va a estar fuera casi todo el tiempo. La presentación quieren hacerla en Asia.
La visón del sexo de Marie enseguida hizo que Brian cambiase de pensamientos.
B- Me gusta verte vestida así. Estás adorable.
Y acto seguido metió la mano en su entrepierna por debajo de la falda
B- Me encanta así como lo llevas, todo depiladito, está mucho más suave.
Sus dedos hurgaron en la húmeda rajita de Marie jugando a encontrar el camino de sus íntimas profundidades. Ella se dejaba hacer, inmóvil, impasible, como si no fuese con ella, aunque las caricias no tardaron en hacer efecto y su rostro era incapaz de disimular el placer que le proporcionaban. Cuando más excitada y caliente estaba, Brian tomó uno de los hielos de la ginebra y se lo introduzco en su sexo. El contraste del frío hielo estremeció todo su cuerpo. Brian continuó con las caricias manteniéndole dentro el gélido témpano mientras éste se derretía poco a poco y se escurría gota a gota humedeciéndole los muslos. Cuando se hubo derretido completamente, Marie tomo otro hielo de su copa y se lo introdujo ella misma, pero esta vez no lo mantuvo dentro y lo dejó caer inmediatamente sobre su mano. Acto seguido depositó el hielo en la copa de Brian y con un gesto le invitó a que tomase un trago. Brian bebió un trago largo y profundo aromatizado por los atrayentes perfumes sexuales de su esposa. Acto seguido su mano volvió a perderse en la entrepierna de Marie, acariciándola y penetrándola con sus dedos. Marie continuaba inmóvil, dejándose hacer, fijando en Brian su mirada lasciva, quien excitado intensificaba el ritmo de la masturbación con la que estaba obsequiando a su amada. Casi a punto de correrse, Marie tomo la mano de su esposo repleta de sus flujos y se la llevó a la boca, lamiendo uno a uno todos sus dedos mientras con su propia mano ocupaba el lugar dejado por la de Brian para darse placer hasta alcanzar el límite del clímax.
B- Si, mi amor, córrete para mi, obséquiame con tu orgasmo
Y Marie se corrió intensamente, sin parar de tocarse y sin dejar de chupar los dedos de Brian, hasta que su cuerpo ya no pudo sostenerla y se venció sobre el sofá.
Brian contemplaba excitado el húmedo brillo que los flujos vaginales habían dejado en el sexo de su amada. Se veía perfecto, totalmente lubricado y absolutamente dispuesto para ser penetrado. Pero su sexo ya había disfrutado y era el momento de buscar una alternativa.
Con sumo cuidado pasó la yema de sus dedos por la rajita de Marie, de delante a atrás, hasta llegar a su orificio anal. Procuraba con cada movimiento impregnarle el ano con sus propios flujos vaginales. Marie se incorporó y le hizo un gesto para que esperase. Fue al dormitorio y trajo un tubito de gel lubricante, casi vacío del repetido uso que le habían dado tras la experiencia anal con el replicante en casa de Carlota. Marie se volvió a sentar en el sofá dejando que su culo sobresaliese del asiento y ofreciéndole a Brian el gel para que él se lo extendiese. Mientras tanto, ella se ocupaba de liberar de los pantalones el excitado pene de su esposo.
Marie estaba semirecostada sobre el sofá, con el culo fuera del asiento y los pies apoyados en el suelo. Brian estaba colocado frente a ella, de rodillas entre sus piernas, con su pene erecto y dispuesto a penetrar el lubricado ano de Marie. Brian se la metió despacito, con cuidado, observando los indefinibles gestos que Marie hacía mientras la penetraba. Sabía que siempre al principio le molestaba un poco hasta que conseguía dilatar lo suficiente y disfrutar a su manera de la penetración anal. Sabía, sobre todo, que lo hacía porque a él le gustaba y eso precisamente era lo que más le excitaba, pensar en la entrega incondicional de Marie con el único afán de intentar satisfacerle en todo. Como hizo en su día con el Sr. Person. Esa idea le excitaba sobremanera.
En plena excitación, Brian era incapaz de controlar sus deseos.
B- Marie, vas a tener que follar con dos hombres a la vez.
Marie no dijo nada
B- ¿Has oído lo que te he dicho?
Esta vez Marie contestó
M- Si, te he oído
B- ¿Y que te parece?
M- Si eso es lo que tú quieres…
La visión de su sexo mientras la penetraba analmente le empujaba a desear que ambos fuesen penetrados al unísono. La idea le excitó tanto que enseguida se corrió vaciándose dentro de ella. Exhausto, se retiró lentamente y se sentó a su lado.
B- No quiero que esta vez te limpies. Esta noche te acostarás así, con mi semen dentro de tu culo.
M- No voy a poder retenerlo, voy a ensuciarme toda.
B- Es igual, déjalo que salga y que te ensucie.
Marie se levantó y sintió como el semen de su esposo se escapaba lentamente de su culo.
M- Brian ¿de verdad quieres que haga lo que me has dicho?
B- No estoy seguro, pero me resulta excitante imaginarlo, aunque solo si tú estás de acuerdo
M- Ya sabes que lo que tú quieras yo también lo quiero, pero no entiendo el porque de esta obsesión por entregarme a otras personas
B- No te entrego a nadie Marie, lo que propongo solo es por nosotros, para nuestro propio disfrute
M- ¿Y crees que yo disfruto follando con otros hombres?
B- Follando conmigo Marie, pero hace falta alguien más para realizar mi fantasía
M- No te entiendo, de verdad, pero si es lo que deseas… ¿y quien será el otro hombre?
B- No lo sé, todavía no lo sé.
M- Brian cariño, tengo miedo que todo esto acabe por hacernos daño
Brian no podía explicar el porque de su comportamiento ya que ni él mismo lo entendía, pero era algo que no podía evitar desde que vio la grabación de Marie con Eduard. Posiblemente fuese esa sensación de culpabilidad por todo lo que tuvo que sufrir Marie lo que le empujaba a actuar de esa forma, quizá un tanto masoquista, pero que al mismo tiempo le resultaba inquietamente excitante. Además el hecho de que su esposa aceptase sus devaneos con Carlota le hacía sentirse un poco más culpable.
B- ¿Conoces a alguien con quien te apetezca tener sexo?
M- Si, contigo
B- Me refiero a alguien distinto, algo así como me ocurre a mí con Carlota
M- No conozco a nadie, a mi solo me apetece estar contigo
B- Si lo hay puedes decírmelo, no tengas miedo, tú también tienes derecho a cumplir tus fantasías
M- Pero es que no hay nadie, de verdad, yo solo te quiero a ti, no necesito estar con nadie más. Si lo hago solo es porque tú me lo pides.
B- ¿Y León, que te parece León?, es de tu misma edad y es un joven atractivo
M- ¿Por qué insistes tanto cariño? León no me gusta, nunca se me ha pasado por la cabeza tener sexo con él
B- ¿Y con mi amigo Adrián?
M- ¿Con Adrián?, ¿estas seguro? Más de una vez me has dicho que es muy poco delicado con las replicantes. ¿De verdad quieres que me trate así también a mí?
B- No, por supuesto que no, solo te preguntaba si Adrián te podría gustar
M- Brian, si quieres que lo haga lo haré con quien tu elijas, pero no me hagas decidir con quien.
B- ¿Y con Eduard?
Marie palideció al instante. Se quedó sorprendida sin saber que responder. Lo último que podía imaginar es que su esposo le propusiese a quien había sido el causante de todos sus males. No lo podía entender a no ser que lo que realmente planease detrás de todo fuese su enfermiza obsesión por saber lo que Eduard le obligaba a hacer, aquello que tantas veces le había preguntado y que ella se resistía a contarle, hasta el punto de volver a entregarla a él para que pudiese verlo con sus propios ojos.
M- Creo que no eres plenamente consciente de lo que estás diciendo. Me parece que no es este el mejor momento para seguir hablando de este tema. Deberíamos irnos a dormir, necesitamos descansar, mañana seguro que vemos las cosas con más claridad.
Brian se quedó en silencio mirando las bonitas piernas de su amada
B- Tienes semen escurriendo por la pantorrilla.
Marie no se inmutó
M- Es lo que me habías pedio ¿no?, que no me limpiase. Ya sabes que yo siempre cumplo fielmente tus deseos. Te espero en la cama.
Y dándose media vuelta desapareció camino del dormitorio.