AÑO 2112 - Capítulo XIII
Marie se encuentra con una antigua compañera de barracones
CAPITULO XIII
Las cosas parecían irle un poco mejor en casa, pero eso no evitaba que en el trabajo todo se complicase casa día más.
B- ¡¡Estoy hasta los mismos cojones de tanto inútil!! Llevo dos días diciendo que si algo no funciona adecuadamente en el proceso se me informe, pero no, nadie dice nada y hoy que empezamos la línea, a las primeras de cambio salta un fallo. ¿Y ahora quien es el responsable?, los replicantes no se equivocan, el encargado de línea no tenía ni idea de que algo fuese mal y al final todo recae sobre mi, ¡joder! Y yo no puedo controlarlo todo.
C- Tranquilo Brian, sabemos que tú haces todo lo que está en tu mano. He hablado con Diana y está buscándote a alguien para que delegues parte de tu trabajo. Lo que pasa es que encontrar a alguien preparado para el cometido es complicado, a no ser que quieras a un replicante, pero para este nivel de responsabilidad es arriesgado, ya sabes que no recomiendan poner replicantes en puestos de mando y por otra parte sería muy caro contratarle. Necesitamos tiempo para encontrar a la persona adecuada.
B- Gracias Carlota por preocuparte por mí.
C- Yo siempre me preocupo por ti, lo que pasa es que no me dejas que te ayude.
Aquella mujer tenía algo que volvía loco a Brian. Sobretodo desde que había cambiado su imagen seria y formal por una más sexy y femenina. ¡Le costaba tanto decirle que no!
B- Carlota, sabes que eres una mujer encantadora, una mujer por la que cualquier hombre se jugaría la vida, pero yo estoy casado con Marie y quiero seguir estando casado con ella. No puedo llevar una doble vida, mira en lo que terminó la doble vida del Sr. Person.
C- Marie es una buena chica, me cae bien y no le deseo nada malo. Es una lástima que estés con ella porque podrías descubrir conmigo muchas cosas que ni te imaginas.
Brian temía estas conversaciones con Carlota porque sabía que acababa poniéndose a cien y necesitaba de mucha fuerza de voluntad para no sucumbir a sus encantos.
C- Sabes, quizá sería posible quedar un día los tres juntos, tú, yo y Marie. ¿Crees que a ella le gustaría?
B- Pero que cosas dices Carlota, ¿cómo voy a proponerle eso a Marie?, es una idea descabellada.
Descabellada o no, Brian recordó las palabras que Marie le dijo y que le parecieron sinceras, “me tienes a tu entera disposición” , si bien solo se referían a una relación entre ellos dos sin la inclusión de una tercera persona.
Diana y Marie habían vuelto un día más a la zona comercial. No es que todos los días comprasen cosas, pero como disponían de tiempo para perderlo, que mejor que yendo de tiendas.
A Marie le gustaba mucho acompañar a Diana porque descubría un mundo de artículos que jamás se imaginó pudiesen existir, además en ocasiones Diana le hacía pequeños regalos si veía a Marie muy interesada en algo concreto, lo que le obligaba a ser más discreta para evitar comprometer a su jefa.
Diana se detuvo en un establecimiento de alto lujo en que vendían ropa íntima de mujer. Marie no pudo evitar fijarse en todas esa prendas tan sexys y caras, pensando en si algún día podría permitirse vestir alguna para encandilar a su marido. Pero aquello no estaba a su alcance.
De repente una voz que le sonó familiar pronunció su nombre.
K- ¿Marie?
M- Si, ¿nos conocemos?
K- ¿Ya te has olvidado de mi?... en los barracones…
M- ¡Karen!, que alegría verte, veo que al final pudiste encontrar un trabajo en la residencial.
K- ¿Y tu?, ¿se puede saber que haces visitando estas tiendas de lujo?, ¡pareces toda una señora!
M- Bueno, solo soy la asistenta de mi jefa. La acompaño a todos los sitios.
K- Bonito trabajo, pero ¿no ibas destinada a una fábrica?, ¿como es que ahora estas con esa señora?
M- Es una larga historia y además no quiero ser indiscreta. Pero no sabes lo mejor…
K- ¿Y que puede haber mejor que el trabajo que tienes?
M- Estoy casada
K- ¿Casada?, ¡pero si no hace un año que entraste aquí!, ¿de donde has sacado un marido en tan poco tiempo?
M- Ya ves, he tenido mucha suerte
K- ¡Y tanto!, aunque yo tampoco me puedo quejar. Al principio fue muy duro, ya sabes a lo que me refiero, lo peor eran los amigos de mi jefe, todos unos cerdos. Luego tuve suerte y pude salir de esa empresa y trabajar como modelo para ropa interior.
M- ¿Cómo modelo?, si creía que para eso solo querían a replicantes creadas a medida.
K- Y así es, pero el producto lo compran las mujeres humanas, así que pensaron que una humana, aun con sus imperfecciones, convencería mejor a las consumidoras.
M- ¿Y ya no eres modelo?
K- A veces todavía me llaman, pero se ve que ya no doy el tipo. En este mundo las modas y los gustos pasan rápidamente. Ahora me tienen como dependienta en una de sus tiendas. ¡Le quité el puesto a una replicante!
M- Me alegro mucho por ti, Karen. Yo también lo pasé mal al principio y se lo que supone poder salir de ese círculo. Ser virgen hoy en día supone más un problema que una ventaja. Y como ninguna nos atrevemos a denunciar…
K- ¿Y que vas a hacer, perder la posibilidad de abrirte camino en la vida? Hay que luchar por conseguirlo, aunque sea abriéndote de piernas.
Diana interrumpió la charla
D- ¡Marie!, vamos, continuemos el recorrido.
M- Me llaman. Me alegro mucho de verte y de que te vayan bien las cosas.
K- Igualmente Marie. Toma una tarjeta de la tienda y llámame. Quedaremos un día para contarnos todas nuestras cosas, ¿vale?
M- Vale Karen, te llamaré. Ahora me voy, mi jefa me espera. Hasta pronto.
K- ¡Hasta pronto!
La inesperada coincidencia alegró mucho el ánimo de Marie. Por fin podría compartir todo lo que le había tenido que vivir con alguien que lo había sufrido igual que ella. Eso sin duda la liberaría de la carga emocional de tener que guardárselo todo para ella sola.
D- ¿Conocías a esa chica?
M- Si, coincidimos en los barracones
D- ¿Entonces era otra virgen como tú?
M- Si, lo era, al menos cuando entró
D- Entiendo. Pero no parece haberle ido muy mal, es complicado trabajar de dependienta. Ese trabajo lo tienen copado las replicantes.
M- Si, ha tenido suerte, igual que yo.
Ya en casa de Diana, la visita de Carlota permitió a Marie tomarse un poco de tiempo libre.
C- Esta mañana he estado en tu oficina. Hay que hacer algo para resolver la carga de trabajo de Brian. Está muy estresado. Se queja de que el trabajo le absorbe tanto que ya no tiene ni vida de pareja con su mujer. Está desesperado.
D- Mujer, no creo que sea para tanto. Ya le pregunté a Marie sobre lo que me contaste y me dijo que estaba muy enamorada y que por un momento complicado que pasasen no le iba a abandonar.
C- A lo mejor Marie no, pero Brian no ha tenido ningún reparo en seducirme.
D- ¿Qué Brian te ha seducido? Explícate. ¿Ha pasado algo entre vosotros?
C- Si, follamos en su despacho.
D- ¡Carlota por favor!, ¿cómo has podido hacer eso?, ¡Brian está casado con Marie!, ¡que pasará si ella se entera!, ¿por qué me tienes que meter en semejantes líos?
C- Tranquila Diana, Marie no se enterará, Brian está demasiado enamorado como para contárselo y poner en peligro su matrimonio.
D- ¡Como quieres que esté tranquila si te vas follando por ahí a mis empleados!
C- No me digas que nunca te has fijado en Brian. A mi me pone.
D- ¡Por Dios, Carlota!, ¡que es el marido de Marie!
C- Es igual, lo que importa es que tantas preocupaciones no le dejan actuar con claridad y eso no solo afecta a su vida sexual, también a los resultados productivos de su trabajo. No solo le viene bien un polvo de vez en cuando para rebajarle la tensión, también un ayuda profesional seria de mucha importancia.
D- De acuerdo, buscaré algo, pediré ayuda al sindicato, seguro que ellos pueden ponerme en contacto con alguien.
C- Vale, lo que sea pero hazlo pronto. ¿Pero seguro que nunca te has fijado en Brian?
D- ¡Carlota por favor, deja este asunto de una puñetera vez!