Anna y la roca de su iniciación 1

Las sensaciones del principio, el empezar con una nueva esclava, un fin de semana y un lugar apartado. Todo está dispuesto para el goce.

Quedar en un balneario no era precisamente la idea que tenia de una sesión de sumisión y entrega, no obstante eran las reglas que habían acordado y ella como nueva sumisa debía aprender a obedecer. Rocallaura era un pueblo perdido entre Tarragona y Lérida, aprenderlo le costó su primera falta, llegaba tarde.

Al llegar bajó del coche rápidamente, abrió el maletero, dudó un poco y cogió la bolsa de deporte, pesaba bastante, se apresuro e inmediatamente se dirigió a la recepción del Hotel. - Buenos tardes señora. - Si, hola, buenos tardes… soy Anna Torres. Tenía una habitación con pack para el balneario para este fin de semana. - Si, efectivamente, aquí tiene la llave. - ¿Sabe si ha llegado mi acompañante? - Acabo de entrar en mi turno y durante la última media hora no ha entrado nadie. En ese momento Anna se sintió aliviada. ¿Era posible que él llegara tarde? ¿Se habría perdido?

Busco el ascensor y subió hasta el segundo piso, aprovecho que había espejos para comprobar que estaba perfecta, era una chica joven de complexión deportiva, 1.75 de alto, rosto alegre adornado con una mirada viva y penetrante, pecho más bien pequeño pero bien definido y marcado por unos buenos pezones. Anna a sus 31 años se sentía dispuesta a experimentar nuevas sensaciones y esa era la razón por la qué había quedado allí con Miquel.

Justo cuando iba a salir, abrió el sobre que contenía la llave de la habitación, era una llave electrónica, con el número impreso. Emboada en sus pensamientos miró al suelo y se dio cuenta que le había caído un papel, lo recogió, abrió y leyó “Primer falta Anita”.

El corazón le palpito más fuerte. La respiración se le aceleró. En ese momento recordó lo que habían pactado la semana anterior. Después del primer encuentro habían comprobado que ambos no tenían ningún tipo de enfermedad sexual y Anna había marcado un listado con una seria de actividades, indicando las que consentía y las que no. Una vez terminado Miquel le pidió que señalara tres actividades del segundo grupo, que servirían como castigo severo si Anna cometía tres faltas o más. Las del primer grupo no es que le apasionaran todas, algunas las había marcado por curiosidad y otras por atrevimiento, pero tenía muy claro que quería evitar a toda costa las del segundo grupo. Era la manera que tenia Miquel de reforzar la confianza y asegurarse el compromiso total.

Se dirigió a la habitación y entro en ella. Lo primero que notó era el frío del aire acondicionado recorriendo toda su piel y tensándola, era evidente que Miquel había estado allí y había dejado el aire acondicionado más fuerte de lo que a ella le hubiera gustado, sus pezones se endurecieron, marcando de una forma muy sensual las dos peritas que colgaban libremente debajo de su camisa blanca.

Abrió la luz del pasillo, dejo la bolsa de deporte en la entrada, miró en el baño y se dirigió hacia la cama donde había una nota.

“Hola Anita. Esta carta es la entrada al mundo de tus fantasías, durante las próximas 24 horas llevarás a cabo tus sueños y experimentarás placeres que te ruborizarán, sofocarán y encenderán des de tu interior. Si tienes dudas o quieres echarte atrás, sencillamente dobla la carta y vete, si por el contrario estás convencida de tu decisión y quieres llevarla tu fantasía con un extraño hasta el último extremo sigue leyendo y acepta tu nueva condición de sumisa. Empezarás desnudándote, si has seguido las normas que pactamos, solo llevarás unos zapatos, una falda escocesa y una camisa blanca, te recuerdo que tampoco debería haber ningún tipo de prenda interior. Una vez hayas terminado, encontrarás unas esposas conectadas a un Ipod y un antifaz. Deja la ropa en la silla, ponte el Ipod (dale al play), sigue con el antifaz y luego ponte las esposas atándote las manos a la espalda. Ponte de pie en frente de la cama, justo entre la cama y el escritorio y… espera”.

La música iba sonando en su cabeza, no reconocía la canción pero le gustaba el ritmo que influya en ella, justo en el intervalo entre lo que debía ser la quinta y la sexta canción se sobresalté al escuchar la puerta.

A Miquel le gustaba jugar, es de los que piensa que todo lo bueno se hace esperar y que todo esfuerzo tiene su recompensa, lo primero que hizo fue apagar el aire acondicionado, a esas alturas el cuerpo de Anna ya estaba tocado y los minutos transcurridos habían servido para minar su moral, el frio en su cuerpo le hizo plantearse si realmente estaba preparada.

Incomoda y asustada tenso su cuerpo al sentir la mano grande y caliente de Miquel recorriendo sus hombros y bajando por su espalda, no esperaba que terminara en un cachete en su culo. - En pie esclava!

De repente las manos de Miquel se empezaron a acercar por todo su cuerpo, al estar privada de algunos de sus sentidos el tacto y el olfato se habían disparado. No llegaba a tocarla pero lo notaba. Recorría su cintura, bajaba por la parte exterior de las piernas y subía por la parte interior de sus muslos. La estaba estudiando y quería ver cómo reaccionaba.

Miquel se estaba divirtiendo, descubrir un cuerpo siempre es divertido, provocarlo, sentir como se enrojece, acercarse a su sexo y medio tocar alguno de los pelos que lo rodean, subir por la barriga, acercarse a los pechos y rodearlos por la parte superior, para luego palpar los senos con la palma de la mano y presionar levemente los pezones. Empezar suave y firme con el tacto de las manos y seguir con el tacto de la lengua en el sexo delicado, no tanto por el place de ella sino por su propio ego.

La temperatura de la habitación estaba subiendo, Anna estaba excitada, caliente y empezaba a moverse en busca de su amante, su sexo brillante delataba su estado, en su interior no le hubiera molestado seguir con una sesión de sexo tradicional, pero había venido por más.

Cuando Miquel se había cansado de jugar con su nueva esclava, se separó de ella y se sentó en una de las sillas de la habitación, cogió el mando del Ipod y cambió de canción. Pero esto no era una canción, eran órdenes directas: - Orden número 5: ponte a cuatro patas y dirígete a tu amo para hacerle una mamada. Complácelo en un tiempo razonable y serás recompensada, hazlo esperar y serás castigada.

El tema se le había complicado. Anna era una chica de recursos, pero estaba atada de manos y no sabía dónde estaba su amo. Decidió que lo mejor era empezar por ponerse de cuclillas, era evidente que no podía andar, pero con las manos atadas a la espalda ir a cuatro patas era casi imposible, no obstante no quería decepcionar a su amo y fallar en la primera prueba, con lo que decidió poner su cara en el suelo y empujar con sus piernas.

Miquel sorprendido por la actitud de Anna aplaudió, esto le dio a Anna la pista para saber donde tenía que ir. En uno de los empujones que se daba, dejo de notar el frio parquet y se encontró con uno de los pies de Miquel, seguidamente empezó a palpar con la cara el pie y la pierna, subiendo por esta hasta encontrar la entrepierna de Miquel.

  • Muy bien perrita, lo estás haciendo muy bien, ahora quiero que explores mi sexo con tu lengua y luego con toda tu boca, quiero placer.

Anna empezó su trabajo oral, solo con el tacto de la lengua y su olfato, empezó besando los huevos y recorriendo el pene des de la base hasta el capullo, jugando un rato en círculos y luego puso la boca en forma de “O” y engullo el pene hasta la garganta, para succionarlo des de la base y empezar a subir y bajar. Anna sabía cómo complacer a un hombre.

Miquel la cogió de la cabeza y le empezó a marcar el ritmo y con la otra mano le tapó la nariz, cuando parecía que se iba a correr, paró, ella respiro profundamente, y antes de que pudiera recuperar el aliento, la cogió por el cabello y se la llevó hasta el escritorio donde la tumbó boca abajo, le puso una mordaza y le separó las piernas y se las ató a los lados del escritorio.

  • Cuenta! Plaf, el golpe de una fusta resonó en toda su nalga.
  • Estás aquí para obedecer esclava, cuenta hasta diez. Plaf, ahora era la fusta le había dado en la otra, dejándole el culo rojo.
  • Mmmuno – Intentaba decir la eslava. Plaf
  • Mmmdos Plaf
  • Mmres
  • Perdona no te he oído, habla claro o volveremos a empezar.
  • Mdiees

Tenía el culo como un tomate y las piernas brillantes, Miquel le quitó la mordaza y le pregunto. - Esta es tu última oportunidad, ¿Quieres seguir? - Sí. - ¿Si, qué? - Si amo, haga conmigo lo que desee.