Anna III: El ano de Claudia
Anna se cuestiona su relación con su hija Claudia pero al ver la como una puta termina por dilatar el culo adolescente
Anna III: El ano de Claudia
Entre las sabanas yacía dormida Claudia, era temprano; aunque la noche anterior fue placentera y cambio mi vida para siempre, ahora me cuestionaba esa aventura nocturna. Me deslicé sigilosa fuera de la cama para no despertar a la niña y con ese propósito fui al baño del final del pasillo mientras me ajustaba el cinto del albornoz, el frio de la mañana hacia titiritar mi desnudez.
Mientras me dirigía al lavabo, entre abrí la puerta de la habitación de Amanda, ella dormía plácidamente; Amanda otro asunto que resolver; nuestra relación siempre fue tirante; ella había decidido que yo era su enemigo desde los quince años, me considero buena madre con respecto a ellas; claro está dejando de lado que anoche casi viole a Claudia.
¡Oh! Por Dios, ese solo pensamiento hizo que se me aguaran los ojos un escalofrió me recorrió por el cuerpo, anoche no tuvo que haber pasado, ¡Oh! Por qué me sentía tan sucia y sola en este momento.
Sin darme cuenta llegue a l baño y me encerré en el y llore; llore por la culpa, llore por sabía que en el fondo la noche anterior la había deseado. Llore porque sabía que se repetiría, aun así, llore amargamente, viendo el reflejo de mí en el espejo; una mujer vieja y depravada que ahora se lamentaba de haber cometido un acto ¿vil? Que ese mismo reflejo de decía una y otra vez que se repetiría y no solo con su hija menor, que engatusaría a su hija mayor también en ese espiral de perversión.
Dejando de momento tales pensamientos depresivos me di una ducha con abundante agua fría, debía afrontar la realidad y desear que Claudia encontrase alguien de su edad que la quisiese. El baño fue breve el día comenzaba a despuntar el trabajo de una madre le aguardaba. En ese baño en un closet siempre tenía prendas íntimas de las chicas y mías desgraciadamente eran bastantes sugerentes. Escogiendo lo más conservador unas bragas y sujetador y con el albornoz, fui a la cocina, preparé el desayuno las faldas del albornoz eran mecidas por la brisa matutina que se colaba por el ventanal, la brisa acariciaba mis muslos desnudos: avena y fruta para Amanda, emparedados con zumo de naranja para Claudia, para mí un café al que le agregué una copa de whisky.
Escuche el ruido de pasos en la escalera y Claudia entro en la cocina, solo con su visión mis pensamientos de madre responsable fueron transformado en lujuria ansiedad; aunque Claudia había dormido desnuda en mis brazos estaba con un pequeño short que apenas si contenían los labios de su sexo que eran marcados en la pequeña prenda y una diminuta blusa que mostraba más de lo que debía; sus medianos y alegres senos presionaban la diminuta prenda. Claudia corrió hacia mi lanzándose a mis brazos.
- Mami, buenos días. –Me dijo mientras buscaba mi boca para besarla. - ¡Oh! Mami fue tan maravilloso. – Me llenaba de besos. Tuve que apartarla.
– ¡Ya, basta! – dije. – Debes contenerte mi mascota, aun debemos comportarnos.
– Si Señora. – dijo ella retrocediendo y agachando la cabeza. Claudia siempre fue disciplinada. – Tu hermana aun no es parte del Harem, esa será tu tarea; aún no claro está, aun debemos trabajar en ti zorrilla, ve a asearte y nada de toqueteos. – Termine imperativa.
Después de preparar en Desayuno, fui a vestirme enfatizándome en mi atuendo: falda a cuatro de dos arriba de la rodilla, sujetador de encaje rojo y tanga roja, medias negras a juego con la falda, blusa blanca, destacando el sujetador rojo, con dos tres desabrochado de escote, siempre me gustaron mis tetas: su movimiento al caminar las miradas lujuriosas de los tíos y las de las tías con desaprobación. El maquillaje suave solo que resaltase mis ojos, los zapatos siempre ejecutivos con tacón; mirándome en el espejo aprobé mi reflejo.
En la cocina las chicas; Amanda siempre con pantalones ajustados a su cadera, blusa que realzaba sus senos generosos como los míos y su cabellera rubia en una coleta, Claudia con una blusa recatada de color rosa, una falda a la rodilla muy rara vez vestía de pantalón, con unas medias de nylon, ella no era consciente de su sensualidad, pronto cambiaria eso en ella.
Las despedí, aún tenía que meter la colada en la lavadora antes de irme. Entrando en la habitación de Amanda, ella es menos ordenada que su hermana menor tuve que inspeccionar toda su alcoba para encontrar sus ropas estaban esparcidas por toda a la alcoba, para llevarlas al cuarto lavandería, esta es una habitación detrás de la cocina da al jardín posterior donde yacía en desuso de mi difunto esposo. Al escoger la ropa de Amanda, pensé en ella, ella era la diva, ella era como como yo a su edad entre sus ropas sus bragas y tangas las primeras que saque estaban húmedas sentir su humedad me calentó intensamente. Sin poder evitarlo olí sus bragas; ella fue la que siempre me sacó de quicio, ahora estaba oliendo sus bragas, pensando ¿Cómo sería su coño? ¿Cómo sabría sus jugos?, su olor era fuerte afrutado exótico.
Mi coño hormigueó mis jugos empaparon mi tanga pensando que pronto tendría a mi rebelde hija comiendo de mi sexo.
Al terminar con la ropa de Amanda fui a la habitación de Claudia, todas sus ropas en el cesto, Claudia tenía ropas más recatadas, aunque casi nunca usaba pantalones; sus faldas y medias eran más bien sosas, sus blusas eran conservadoras. Era increíble saber que detrás de esas ropas tan puritanas se escondiese una niña tan cachonda, tendría que sacarla de esas ropas de monja y volverla mas sexy.
Al batirse la colada fui a mi habitación tenía que cambiarme la tanga, al entrar encontré la bolsa de la compra sexual de ayer, todo lo adquirido en esa tienda sexual en las bolsas, comencé a vaciar sus contenidos sobre la cama; la fusta se encontraba ya en mi armario, el strap-on yacía en el suelo claro esta; un juego de dildos anales y las bolas chinas en una de las bolsas, el lubricante y los vibradores en la otra; las medias y los ligueros, así como las falditas y las blusitas cachondas.
Yo Anna sabía que jugaba con fuego la relación con su hija menor no sería igual esta mañana lo había comprobado, su hija menor parecía estar enamorándose de ella y aunque el sexo complico la relación un sentimiento empeoraría las cosas. Pero la deseaba, la deseaba insanamente.
Mi sexo fue lo que actuó por mí al escribir la nota que, junto a un par de medias, la faldita y la blusita cachondas puse en su cama con la nota que ponía:
“Zorrilla nada de bragas usa este conjunto de ropas nada más llegues a casa. Recuerda sin bragas ni sujetador, ya trataremos tus atuendos de ahora en adelante. Mis zorras son eso zorras cachondas. Domina Anna”
Estaba muy cachonda tan cachonda que volví a mi alcoba tome el vibrador y fui al baño me masturbe lentamente recordando cómo la noche anterior me había follado a Claudia, sus gemidos su beso su lengua inexperta en mi coño mojado. Recordando como su coñito era tan apretadito, saber que fui yo quien rompiera eso tan preciado para una jovencilla fue cachondo.
Imagine lo apretadito que podría tener la cerecilla rosada trasera, mis embestidas con el vibrador en el coño cobraron fuerza y velocidad mi respiración se acelero estaba en una estasis, pensar en follarme el culo de mi pequeña y con ello quitarle su inocencia, provoco en mí un orgasmo demoledor. Me descompuse por unos minutos después del orgasmo.
Al recuperarme seguía estando cachonda y un poco perversa, decidiendo que hoy no usar tanga ya que si le ordenaba a mi zorra hija lo correcto sería predicar con el ejemplo. Partí entonces sin bragas al despacho en el coche me sentía toda una puta, no sé qué me estaba sucediendo, no había estado tan cachonda y traviesa desde que vivía José.
El día fue un subidón de emociones entre la cachondez lujuriosa y la culpa por el camino que estaba transitando. Al entrar en el edificio supe que la elección de el sujetador y la blusa fue lo mejor los hombres que me veían me comían con la mirada terminado por verme el culo, mis caderas se contoneaban para su deleite. Las mujeres me miraban con ganas de asesinarme, triste por ellas, aunque alguna también me miro con lujuria. Hoy me di cuenta que alguna siempre me saludaban veían más de lo necesario.
La mañana fue bastante aburrida después del almuerzo atendí otro aburrido caso de finanzas, lo atractivo fue la rubia hermosa con quien trabajé; alta, más que yo. Sus tetas parecían apunto de reventar la blusita que las contenían, unas piernas largas enfundadas en medias hasta el muslo con una falda negra más arriba de la rodilla, la chica no paraba de recostar su suculento cuerpo a mi mientras mostraba folios y documentos, estaba a punto de perder el control, por mis muslos podía sentir la humedad de mi coño. La rubia no hacía sino recostarme el culo a mi pubis mientras hablaba y hablaba; su fragancia me intoxicaba el tiempo encerrada con esa diosa contoneándose fue una deliciosa tortura su nombre era Carla, un nombre de putilla.
Después de laborar estaba que caminaba por las paredes, llegué a casa; estaba muy nerviosa y ansiosa no sabía si Claudia quería seguir o si yo misma quería continuar con esta locura follar con mi hija menor era algo que fue en su momento una fantasía loca que compartí con Juan hace ya muchos años y ahora hecha ya realidad ya no estaba tan segura de ello. Caminando hacía la puerta esta se abre de golpe y Amanda salió hecha una furia con su novio el pobre chico no sabía dónde meterse mientras que mi hija mayor le recriminaba:
— ¿Por qué te comías con los ojos a esa puta? — y viéndome también me increpo:
— Mamá tu hija me quiere quitar a mi novio habla con ella hoy se ha vestido como una puta sabiendo que venía con Eduardo, no voy a permitir que me quite a él, él es mío — Termino caminando, mis ojos brillaron la pobre Amanda no sabía que su hermana se vestía hoy como puta por le había ordenado eso precisamente. Sonriendo le conteste:
— Tranquila cariño, hablare con ella y de ser necesario le daré un correctivo. — Entrando a la casa escuche como le volvía a recriminar al chico que nada tenía que ver.
— Claudia, mamá esta en casa — Me anuncie Claudia que estaba en la cocina con libros y cuadernos esparcidos sobre la mesa al escucharme entrar en la cocina alzó la cabeza de los libros, viéndome saltó de la silla, viniendo hacia mi, sin percatarse del estropicio que hizo la silla a caer al suelo. Me regodee el porqué del alboroto de Amanda; la pequeña llevaba la ropa que le deje en la cama con la nota: la blusita le realzaba el alegre busto era pequeñita dejando al descubierto su sexy ombligo. La faldita corta apenas cubría su intimidad, y con las medias hasta el muslo la hacía parecer toda una putilla calienta pollas y bragas.
Sonriendo sabía que Claudia estaba decidida a continuar le dije:
— Mi mascota, tu hermana desea que te reprenda por tu vestimenta de puta. — Claudia me abrazo e intento besar la boca. Le esquive y beso mi mejilla.
— Mascota veo que te pusiste el conjunto que te di, pero tu hermana me ha dado otro punto de vista, creo que te mereces un correctivo, tu qué crees ¿Debo reprenderte por vestirte como la puta que eres? — le pregunte.
— Señora Mami, soy suya volviéndose he inclinándose y levantando su faldita; su coño y ano rosas si veían apetecibles. Le nalguee dos veces, la putilla gimió con cada azote, el coñito adolescente se humedeció.
— Pero, ¡Serás zorra! — Exclame al ver los jugos de la niña correr por los muslos. — ¿Estas cachonda con dos azotes? Pregunte.
— Siempre mi Señora, Mami me pone a cien — Me responde la niña mientras le acariciaba el culo, para volver a azotarle el culo Claudia volvió a gemir.
Me volví y me fui a la salita ordenándole:
— ¡Zorra a cuatro patas y sígueme! — Claudia detrás de mí solo se hinco de rodillas y poniendo las palmas de sus manos en el suelo me siguió a cuatro patas como la perrita que era. Al llegar a la salita me acomodé en un mueble confortable le ordené:
— Acércate a mi putilla. — Claudia se acercó a cuatro patas.
— Masajea mis pies, putilla de ahora en adelante me masajearas los pies al yo llegar a casa. — Claudia al estar ante mí descalzó mi pie derecho, gemí cuando sus manos comenzaron a masajear mi pie sus suaves manos tomándome del talón y acarició la planta del pie.
— ¡Chúpame el pie, zorrilla! — Exclamé y mi niña lamio la planta del pie y los dedos enfundados en seda, acariciando al tiempo mi pantorrilla, gemía con las caricias que Claudia me daba.
La muchacha cambio de pie y replico las caricias y las chupadas.
— ¡Oh siiii! — Gemí, mientras Claudia con parte de mi pie dentro de su boca aventuraba una de sus manos dentro de su falda acariciando su sexo gimiendo:
— ¡Ahhh! —
— ¡Ya tocándote, puta! — Retirando le pie de la boca de la chica abriendo las piernas le ordené:
— ¡Deja de tocarte puta, y cómeme! — Claudia se sorprendió por mi agresividad, pero se zambulló en mi entre pierna.
Mi niña amaba tanto comer mi raja, saboreaba todo mi sexo, su lengua ansiosa enviaba placer por todo mi cuerpo. Sus jugos se mesclaban con la saliva que la niña deja regada por toda su vagina escurriendo por sus muslos Gemí con cada lamida de mi joven y viciosa hija ya sus remordimientos se fueron al traste tiempo atrás cuando su hija le exhibió sus intimidades.
— ¡Si! Zorrilla así que rico — exclamé. — ¿Quién es la zorra de mamá? — pregunte reprimiendo un gemido, Claudia emergió de entre mis piernas.
— Yo señora madre — dijo la niña para de nuevo volver a mi sexo con lametones a mis labios.
— ¿Quieres que mamá te follé? — pregunté.
Claudia emergió de nuevo de entre mis piernas:
— ¡Oh! Si Señora Madre, su puta hija sol desea que la folles todo el día — Dijo la mi niña.
— Ven zorrilla vamos a la habitación — Dije levantándome del sillón y caminando escaleras arriba. Claudia gateo todo el trayecto. Viendo la en esa posición tan humillante hizo que mi coño volviera a humedecerse a lo largo del camino.
Al llegar a la habitación comencé a desnudarme, Claudia llego a cuatro patas se veía tan sexy. Lo primero que hizo fue ver mis senos, al alzar su torso vi sus senos medianos; sus pezones estaban erectos, duro erguidos desafiantes, sus jugos escurrieron por los sus muslos, esa visión de mi niña pequeñas hizo hormiguear mi propio sexo.
Me desprendí de mi falda, mostrando impúdica ante ella mi sexo brillante por los jugos:
— A cuatro patas sobre la cama mi putilla — Ordené terminando por desvestirme solo conservé las medias, yendo al armario sacando el arnés con polla y una botella de lubricante, volviendo a la cama Claudia estaba en cuatro, lubrique la polla plástica, después acaricie el coño de mi pequeña con toda la longitud del falo. Claudia estremecía y gemía con cada caricia.
Jugando con la polla plástica, Claudia se movía queriendo que la follara, sentía su excitación junto con la mía me sentía poderosa nuevamente quise llevarla al límite:
— ¿Así que quieres meterte por los ojos al noviete de tu hermana, putilla? — Pregunté Claudia desesperada volvió su cara para verme y con morritos gimió:
—No, tal vez quería robar a mi Amanda a ese tonto — gimió fuerte exigiendo — ¡Folláme ya mamá! —mientras contoneaba su culo al compás del frotamiento.
— Mira a la zorra está ansiosa que la follen, si es que quieres. — poniendo la cabeza del falo en la entrada se su coño la embestí can fuerza. La niña gimió cuando la longitud del falo exploraba los rincones de su coño, con una expresión de dolor gimió:
—¡Oh, oh! Se siente también. — Comencé un lento bombeo y la muy zorrita también empezó a mover las caderas y el culo con cada embestida. Le azote el culo con cada penetrada, ella gimió con cada azote en el culo.
— ¡Ahh! Exclamo Claudia recibiendo el azote en el culo.
— He de darte un correctivo por vestir como puta, aunque seas la zorra de mamá — Sentencié. Le azotaba el pequeño y prieto culo a Claudia que gemía con cada cachete en el culo, alternado las nalgas ya tenía su culo rojo.
Ella gemía y se contoneaba, acariciando su coño mojo toda mi mano, el placer y el dolor que le propinaba hacia a su cuerpo convulsionar, en su mente solo existía el placer.
— Porqué ¿Eres la zorrilla de mamá? Pregunté acariciando sus enrojecida y ardientes nalgas.
Mis embestidas eran profundas constantes el falo entraba y salía del coño de mi hija con facilidad totalmente mojado por sus jugos. Claudia moviéndose más rápido y gimiendo contesto:
— Sí, soy tu puta mami. — Su culo golpeaba con rapidez mi pubis enfundado con el arnés que la follaba, mi niña frenética me movía como una serpiente, previniendo su inminente orgasmo, saque todo el falo de su febril coño:
— Ni se te ocurra correrte — Le ordené enterrando mi cara entre los cachetes del virginal culo. Su ojete era rosa estaba muy mojado, los jugos de su coño escurrían por él. Lamí su botan trasero rosa, tenía un sabor fuerte y salado. Claudia gimió y aproveche para meter un dedo en su sexo.
— ¡Oh! Mami que rico — Exclamo mi hija al sentir mi dedo travieso en las profundidades húmedas de su intimidad.
Deje de lamer su ojote, ella se removió frustrada en la cama, saque mi dedo empapado de su coño, llevándome a la boca lo lamí.
— La zorra de mamá sabe tan bien — Dije Claudia suspiro. — Ni se te ocurra tocarte zorrilla — Sentencié. Ella que estaba a cuatro patas sobre la cama voltio a verme mientras yo iba a buscar en el armario.
— ¡Bingo! —Exclame al encontrar los dildos anales volviendo, Claudia sonrió viéndome el arnés con polla brillante de sus propios jugos a la pequeña puta le ponía cachonda verme con polla. Ella vio como en mis manos ocultaba los dildos y el lubricante.
Me arrodille delante del culo de Claudia sus nalgas conservaban ese rojo por los azotes. Abriendo sus nalgas le lamí el ojote este estaba un poquito dilatado, lubriqué generosamente el tapón anal y le decía:
— Esta noche serás mi puta completamente. Una puta de tres agujeros para mamá. —enterré de nuevo mi cara entre su culo para saborear de nuevo su delicioso ojote, seguidamente comencé a hundir uno de mis dedos en ese rosado ojote ella al sentir el dedo en su puerta trasera gimió sorprendida:
— ¡Oh! ¡Mami! — Sentir su esfínter dilatarse me excito mis juguitos volvieron a rezumar. A ella le dolió cuando su culito fue violado, el escozor perlo con lágrimas sus mejillas.
— Mami duela — gimió, yo pregunte.
— ¿Quieres ser una puta de tres agujeros para mamá? — comencé una suave follada mientras le decía — Claro que duele un poco al principio mi niña, pero veras como te termina gustando un montón. — Dije mientras fui aumentando el ritmo de las penetraciones. Claudia jadeaba y contoneaba su culo con las penetraciones, mi dedo entraba y salía con más facilidad Claudia Jadeo:
— ¡Oh, mami! — La niña se movía como serpiente lo que me permitió sacar totalmente el dedo de su ano. Vertí gran cantidad de lubricante entre sus nalgas y en mis dedos, para presionar con ambos dedos el ojote de rasa de mi niña. Ella grito y abrió mucho los ojos cuando sintió no un sino dos dedos violando su capullo rosa:
— ¡Ahh! — Fui metiendo poco a poco los dedos en su estrecho culito, con una lenta follada le fui hundiendo toda la longitud de mis dedos dentro de ese agujero virginal hasta hoy. Claudia fue acostumbrándose a los intrusos que la penetraban y con la aceleración de mis penetraciones, volvió a moverse con gracia, sus caderas aumentaron por momentos sus jugos resbalaban por los muslos y llenaban su ojote.
Sabía que ahora podía hundirle el dildo anal, sacando los dedos de su culo Claudia volvió a verme, su lagrimas perlaban sus lindas mejillas vio como lubricaba generosamente el dildo de punta delgada adquiriendo mayor grosor a lo largo de su longitud, volvió a enterrar mi cara entre sus nalgas mi lengua entraba con facilidad en su ano, escupí ese ojote que ahora enrojecido por la irritación. Empecé a penetrarla con el dildo. Claudia comenzó de nuevo a moverse, el falo era engullido por ese rabito adolescente, la niña al sentir de nuevo como el grosor del dildo dilataba aún más su esfínter gimió:
— ¡Oh! Mami. — bese de nuevo sus nalgas. Mientras le decía:
— Tranquila mi mascota ya te va a entrar todo. — Mentía le folle lentamente, su respiración se aceleraba nuevamente, sus gemidos volvieran a armonizar la habitación, la folle con fuerza ya solo le quedaba solo unos dos centímetros por entrar y en la última embestida le hundí por completo.
— Mami siento mi culo roto — Dijo la niña sonreía las lágrimas en su rostro la hacía ver tan sexy. Levantándome me senté en la cama a su la de le di un morreo en todo regla mi lengua bailo en su boca enredándose en la suya. Rompiendo el beso abrí las piernas ordené:
— De rodillas y termina lo que empezaste en la sala mi zorrilla. — Claudia bajo de la cama y de rodilla enterró su linda cara en mi coño. —Mírame mientras me comes el coño, puta. — Su lengua bailaba en mi sexo todos mis pliegues estaban totalmente mojados. Me magreaba los senos mis pezones como piedras enviaban el placer unido al de mi coño mientras Claudia me lamia profusamente.
— ¡Oh, sí! Mi puta cómele el coño a tu Domina madre — Exclamé tomando la cabeza de Claudia y restregando mi coño en toda su cara me comencé a follar con su cara que solo lo sacar su lengua y yo moliendo mi coño en su rostro.
Mi orgasmo me atravesó con fuerza jadeé:
— ¡Oh me corro puta, me corro! — Exclamé mis jugos empaparon el rostro de mi niña. — Bébete todos mis jugos puta. — Mis ojos brillaron mi orgasmo golpeo una, otra y otras mis piernas convulsionaron mi espalda arqueada y todo mi cuerpo movía la colcha de la cama. Claudia recibió y bebió los chorros que salieron de mi sexo. Después de recuperarme levante a la niña señalándole:
— Ahora, zorra ni se te ocurra sacarte el dildo del culo. Ahora al baño lávate que estás perdida como puta. — Le acaricié su cuca adolescente exclamando:
— Serás Zorra estas otra vez empapada. — Dándole un último azote en el culo terminé — Nada de tocarte esta noche te correrás todo lo que quieras, pero ahora no. — Vi como la muy puta contoneaba con algo de esfuerzo el culo delante de mí.
También necesitaba un baño y cambiar el jugo de cama así que quite las sabanas y el cobertor y me dirigí a la lavandería desnuda metí la ropa en la lavadora e inicie el ciclo, volví mi cuarto y me di un profundo baño.