Anna ii

ZAZ ZAZ. – ¡Ay, ay! Mami duele. Gimió Claudia y volvía a azotarle el culo. ZAZ . – Primero modales, es Señora mami. Y Segundo los azotes son para que te deje de restregar, ya me tienes la falda perdida con los jugos de tu coño; ahora, ¿Desde cuándo te tocas en mi cama y oliendo mis bragas? – le pregunte acariciando su culito rojito por los azotes y dándole una suave palmaditas.

I

Los días transcurrieron, las cosas en la casa siguieron su curso las chicas si estaban un poco raras; aunque nunca habían sido muy unidas ahora solo se hablaban con monosílabos bastante fríos.

La costumbre de Claudia continuaba, se escabullía a mi habitación y se masturbaba en ella oliendo mis bragas. También yo había tomado la costumbre dejar el computador encendido y mis bragas húmedas al alcance para que Claudia las usara en sus secciones masturbatorias.

Además, me empecé a vestir más sexy, quería que Claudia realmente me deseara para convertirla en mi mascota, no me excedía con la ropa de trabajo, pero con la ropa de estar en casa y de dormir si me vestía como puta pantaloncillos cortitos y micro faldas blusas pequeñas y semitransparentes. Por supuesto al vestirme así siempre me ponía muy cachonda y en las noches tenía que desahogarme con pajas cada más sucias; recuerdo una vez que estaba tan cachonda ya me había dedeado antes de dormir, pero me desperté, los ruidos venían de la habitación de Claudia su gemidos y frases sucias me taladraban la cabeza y me mojaba el coño.

La puerta de la habitación de Claudia estaba medio abierta podía verla en la cama la luz de la lampara bañaba su cuerpecito joven sus tetas subían y bajaban, mano izquierda pellizcaban sus pezones, mientras que la derecha masajeaba su coño y sus palabras flotaban en el aire junto con sus gemidos:

  • Que puta, la muy zorra me pone tan cachonda, ¿mami por qué eres tan mala? – decía la zorrilla en su cama. Esa vez decidí irme a la cama buscarme un consolador y masturbarme como nunca lo había hecho. También gemía y decía frases sucias y lascivas:

  • ¿Claudia quieres ser la puta de mama? – decía esto y me metía los dedos en mi culo, me encanta tener algo en el culo me follaba el culo con los dedos y el coño con el consolador arengándome con palabras soeces y lascivas dirigidas a mi hija menor: - ¡puta cómele el coño a tu madre! ¿quieres que tu madre te folle? ¿sí? Entonces cómele el culo a tu madre mientras la follas con los dedos puta. –

Las palabras sucias y la imagen aun en mi mente de mi hija masturbándose hicieron que un intenso y largo orgasmo sacudiera todo mi cuerpo tanto que me quede dormida con el consolador en el coño.

II

Ya en la mañana tuve tiempo de reflexión en algo tiene ya un mes viendo a Claudia masturbarse en mi cama y después en su habitación, pero nunca la había visto follarse con los dedos siquiera. Eso me ponías muy curiosilla; preguntándome por qué.

Esta tarde sería la tarde de convertir a mi hija pequeña en mi mascota, el solo pensar me mojaba las bragas. Esa tarde había salido del despacho a las dos de la tarde, de camino a la casa pase por una sex shop debía comprar algunas cosas para poder someter a la putilla, pensaba que debía dar a mi hija un particular correctivo por lasciva. La sex shop estaba en el centro de la ciudad cerca del despacho por ello al salir me conduje hasta allí, al entrar me saluda una jovencita no mucho mayor que Amanda, su cara aun tenia los restos de la adolescencia, pero bonita, su cabello teñido de rubio, con ojos vivaces oscuros al sonreír mostraban unos bracket de ortodoncia que le acentuaban más la juventud casi la niñez que hacía poco hacia dejado atrás, ella era menudita pero con curvas sus pechos se mostraban grandes y unas voluptuosas caderas lo que la desentonaba un poco era su abdomen un poco abultado pero todo en ella era atractivo, sus ropas aumentaban su atractivo para mis ojos; una minifalda a medio muslo lo que le dejaba percibir sus muslos altos con ligero y tacones a juego con el local que atendía, como dije su pecho era prominente, la jovencilla se ruborizo al notar que la observaba (vamos que me la comí con la mirada) y jugueteando con su cabello pregunto:

  • ¿Le puedo servir en algo? – con una voz gruesa pero delicada que me dio a entender que ha ensayado sus líneas. Volviendo a repasarla con la mirada le dije con voz seductora que hacía ya tiempo no me escuchaba:

  • Querida, niña busco un arnés con polla pequeña, unos lubricantes y una fusta para un correctivo para una de mis mascotas se ha portado muy mal y amerita un castigo. – Mi voz era seductora dominante y la jovencita se sorprendió un poco, pero recuperándose me guio hasta la sección de los arneses indicándome:

  • Señora, estos son los strap- on que tenemos hoy. – decía la niña mientras me enseñaba una gran variedad de juguetes de todo los tamaños y colores. Decidí por un de color natural y de unas 7 pulgadas de largo era grueso, pero no en exceso, y pensando que sería perfecto para mi cometido ya que especulaba y con seguridad la pequeña Claudia era aún virgen.

Enseguida me encamino hacia el lugar de lubricante diciéndome:

  • Si su esclavo se aportado mal creo que una fusta no sería la adecuado, sino más bien un azote tenemos una variedad muy extensa y surtida. – Decía la chica perdiendo su miedo inicial y enseñándome los lubricantes.

– Por ejemplo, ese strap-on es demasiado pequeño, yo uso grandes para follarme a mi novio mascota. Por otro lado, estos son los mejores que tenemos, este de aquí. – Dijo enseñándome un botecito pequeño de 100 cc y de color rosa.

– Es de sabor a fresa, este otro. – Dijo mientras me entregaba otro de color chocolate. -  Este es de Sabor a chocolate es muy bueno a los chicos les gusta. –

Me fue entregando de todos los sabores y colores, pero me decidí por el de chocolate, y le dije que el arnés era para desflorar a una mascota.

– A que sexy desvirgar a un debutante. – dijo la chica, con una sonrisa pícara en su boca. Vaya con la niña, pero el aclare:

  • Mi niña es una chica la que se porta mal y a la que follare por primera vez. - A la chiquilla se le salieron los ojos al escucharme:

  • Discúlpeme mi Señora, sucede que es la primera domina lesbiana que conozco de su edad, siempre habían venido solo dominas jóvenes, las dominas de su edad solo las he visto con esclavo mucho menores. – Por mi parte le insinué mientras nos dirigíamos a la caja:

  • ¿Nunca has intentado con una mujer? – La chica volvió a ruborizarse:

  • La verdad si le soy sincera es que por ahora tengo a Miguel mi novio mascota, pero si me gustaría dominar a mi novio con otra mujer. Pero como le digo tengo a Miguel y me siento bien así. Soy nueva en esto y aun no lo se todo. – Dijo la chica al llegar a la caja.

– Así que tenemos; un strap- on, un lubricante, ah si nos falta la fusta mi decía que es para una niña no. –

La joven hizo el recuento y corrió al mostrador de las fustas y látigos tuve que correr para alcanzarla, al llegar estaba tomando media docena de fusta unas largas y otras cortas y unas negras y otras marrones al ir viendo las fustas imagine las nalgas de Claudia después del tratamiento con una de ellas, quedándome con una de unos 50 cm de largo con el extremo inferior de unos cuatro cm de ancho por dos de largo de un negro azabache.

– Querida, me quedara con esta. – Dije mientras tomaba la fusta y volvía a la caja. Pero recordé también los atuendos y volviéndome casi hago caer a la chica.

– Lo olvidaba por completo, el atuendo. Mi corazón ¿tendrás ligueros, medias, falditas sexys? – pregunte. La chica con una sonrisa dijo:

  • Tengo lo que Ud. Desea mi señora. – Y tomándome de la mano me arrastro a la sección de lencería y valla que, si tenía lencería compre una docena de medias hasta el muslo con ligero, falditas escandalosas de puta y top chiquititos también bragas tangas y sujetadores a juego con las medias estas últimas no se para que se las llevaba por lo menos que Claudia iba a usar de ahora en adelante seria bragas y sujetador bueno en casa al menos.

Si pude sentir que esta niñata me estaba poniendo muy cachonda con sus risitas y coquetería al llegar a la caja solo pagué las compras y al despedirnos sin querer roce con mis labios sus pequeños rojos y sexis labios:

  • Hasta otra oportunidad querida. – Dije saliendo por la puerta, ya en el carro pude percibir lo mojada que estaba allí adentro sin siquiera percatarme. Conduje a la casa en el camino iba pensando la mejor manera de enfrentarme a Claudia sin a asustarla para poder seducirla, aunque claro tenía la mitad de la partida ganada con lo cachonda que estaba volviendo Claudia.

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III

Al llegar a casa seguí mi rutina de hacía semanas; con sigilo entre en la casa, Amanda no se encontraba; Amanda era otro asunto pendiente nunca la encontraba en casa siempre llegaba a casa después de las 6 de la tarde, pero hoy me preocupación estaba en otro asunto más urgente entre mis piernas. Subí a la segunda planta, la habitación de Amanda estaba cerrada por paradójico un alivio me recorrió.

Al acercarme a mi alcoba, la habitación de Claudia estaba abierta dejado ver lo inmaculada que siempre estaba; esta niña tenía una manía por la perfección en su habitación. Ya los sonidos llegaban de mi hitación como siempre. Con mayor sigilo me acerque la puerta siempre abierta:

Claudia en mi cama con las piernas abiertas desnuda con una de sus traviesas manos jugueteaba con su coño, sus dedos brillaban a causa de sus jugos, la otra mano masajeaba sus téticas, su espalda arqueada, las obligadas bragas en su cara, sus gemidos resonaban en la habitación, su respiración entrecortada, su torso se agitaba.

El vocabulario era soez y cachondo, los ruiditos que hacia su coño taladraban mi cabeza. Mi respiración también se agitó, lleve mis manos a mi entrepierna subiendo por dentro de mi falda y dentro de mi tanga esta por momentos húmeda; mis labios vaginales estaban muy húmedos. me puse en alerta al escuchar los gemidos de mi hija:

  • ¡Oh, si, si! Mami me corro, ¿puedo correrme mami? – Decía la niña aun con mis bragas tapándole la cara, una mano acariciaba sus pechos, la otra estaba en su coño. Era a ahora o nunca; estaba excitada desinhibida:

  • Ni se te ocurra volver a correrte en mi cama. – Dije mi voz era agitada pero terminante. Me regodeé al ver la cara asustada y avergonzada de Claudia, su voz fue un susurro sobresaltado: - Mama, yo…. – Ahora yo estaba dentro de la habitación, cerrando la puerta con el pestillo, Claudia temblaba, su cara era roja, sus ojos al borde de las lágrimas. Su miedo me excito sabiendo que aún era inocente, ella volvió a escusarse: - Mamá, puedo explicarlo, yo… - Decía ella más en cambio la ataje: - Claro que lo vas a explicar zorrilla me lo explicaras. – Decía mientras me acercaba a la cama sentándome en ella y dejando la bolsa de los juguetes a mi lado derecho y le hacía señales a Claudia a que se acerara. Ella se quedó allí en su sitio como estatua, el orden casi gritando: - Claudia ven a qui ahora. – Ella se fue moviendo despacio temblando, percibía su miedo, miedo a que la golpeará. Bueno su miedo no era infundado, al llegar a mí se quedó allí de pie aun temblando.

Aun con mi ropa de trabajo esta era; falda negra a las rodillas, blusa blanca con chaquetilla de negro, medias al muslo también negras con liguero a juego, además de tanga y sujetador negros. Distraídamente le acariciaba sus muslos diciendo:

  • Ponte en mis piernas como cuando eras niña, cariño, sabes que mereces un castigo, lo que has hecho está muy mal. – Mi voz era suave y dulce. La pequeña Claudia se acomodó con el culo en pompa, poniendo las palmas contra el suelo.

Sentía el temblor de Claudia recorrerle todo su cuerpo, su respiración continuaba agitada. Ahora mi mano derecha acariciaba los cachetes del culo yo le indique:

  • Te voy preguntar sobre unas cosas y quiero que respondas con sinceridad ¿Esta claro? Quiero un Sí, Señora mami. Dije en tono imperativo pero juguetón.

– ¿Queda claro? – Termine preguntando.

– Sí, Señora mami. – Contesto Claudia con voz entrecortada.

  • ¿Desde cuándo te pajeas? – Pregunte.

– Desde los quince años, Señora mami. – Contesto ella.

– Muy bien, así me gusta mi mascota. – Dije y Claudia volteo a mirarme con sorpresiva curiosidad por el termino que he usada con su mirada me quiso cuestionar. Impertérrita continúe con el interrogatorio:

  • ¿Desde cuándo te tocas pensando en chicas? –

  • Desde los quince años, Señora mami. – Dijo Claudia esta ves su vos era clara y segura.

  • ¿Así que te gustan los coños? – Pregunte.

– Si, me gustan las vagi… - Contestaba, pero el propine un cachete en el culo.

– No, no, no, usa el vocabulario ese vocabulario sucio que usas cuando te haces pajas. – Sentencie.

Claudia se volvió a sonrojar al contestar:

  • Me gustan los coños, pero aún no me he comido ninguno, solo he probado el jugo de mi propio coñito, aún soy virgen, Señora mami. - Respondió Claudia mientras comenzaba a restregarse las piernas entre sí. No podía creerlo, tomando la fusta de la bolsa de juguetes el propine dos azotes en el culo.

ZAZ ZAZ.

– ¡Ay, ay! Mami duele. Gimió Claudia y volvía a azotarle el culo.

ZAZ

. – Primero modales, es Señora mami. Y Segundo los azotes son para que te deje de restregar, ya me tienes la falda perdida con los jugos de tu coño; ahora, ¿Desde cuándo te tocas en mi cama y oliendo mis bragas? – le pregunte acariciando su culito rojito por los azotes y dándole una suave palmaditas.

– Desde hace un año, Señora mami. Contesto Claudia.

– Ok, te he oído, dices unas guarradas, entonces; ¿Quieres ser la putilla de Mamá, comecoños, cariño? – Pregunte, metiendo entre las piernas de Claudia mi mano; su coño estaba encharcado, la muy zorrilla levanto el culo y abrió lo más que pudo las piernas mientras respondía:

  • Sí, Señora mami quiero ser tu mascota comecoños, quiero que me hagas mujer. – Esta declaración o al menos su última parte me descoloco por un momento.

Aunque había meditado el asunto que ella me lo pidiera fue muy especial.

– Que putilla, mira cómo te pones. Bueno mi mascota, ve a bañarte con agua fría nada de tocarte ese será tu castigo, sabre si te corres. Saldré a buscar algo de comer, tendré que bañarme también, mira cómo me has puesto putilla. – Dije, mientras ella se levantaba la tome y la bese no como se besa a una hija, el beso fue pasional, tampoco fue un beso de Domina a mascota, sino como una mujer besa a otra, sentí que amada a Claudia fue un amor romántico.

La niña recogió sus ropas al salir, pero la detuve:

  • Claudia, tus bragas entrégamelas. – Le ordene.

– Sí, Señora mami. – Respondió entregándome sus braguitas al darse la vuelta volví cachetearle el culo, ella gimió y salió corriendo.

– Nos vemos esta noche. – Le grite.

Al estar a solas me volvía a preguntar si el camino que he escogido era el correcto; la relación entre nosotras ya había cambiado mi tanga y la falda daban muestra de ello. Fui al tocador, pero antes guardé las braguitas de Claudia estas eran unas pantaleticas recatadas de niña; en mi cajón de bragas, ya en el lavabo me desnudé, estaba tan caliente; esa niña me había puesto a caminar por las paredes, pero no tenía que apresurar las cosas así que tome una toalla y fue por esa ducha tan necesitada….