Anna

El inicio de una nueva relación Mujer-Mujer.

Hola me llamo Marta y tengo 36 años, y este es mi quinto relato. Como bien sabréis, os explique lo que me pasó hace aproximadamente 1 año cuando mi pareja me dejó y posteriormente caí en brazos de un matrimonio, el cual me ayudó muchísimo a olvidar el mal trago de mi rotura amorosa.

Como os comenté, yo trabajo en una empresa como Agente de Bolsa en Barcelona (España), y como os imaginareis la mayoría de compañeros son hombres. Mi tendencia sexual asimismo es inapreciable para ellos, y mis relaciones con ellos son únicamente laborales. Tengo más contacto personal con las chicas de administración, a las cuales les tengo un gran aprecio, sobre todo por su duro trabajo, pero a la vez poco reconocido.

Pero de quien os quiero hablar de mi superior, Anna. Una mujer madura, tiene 46 años, pero muy bien llevados y separada. Es lo que se dice una gran señora, vive en la zona alta de Barcelona, y viene de una familia de dinero. Es delgada, atractiva, viste muy elegante y es distante en el trato aunque siempre muy correcta.

He de reconocer que desde que entré en esta empresa, siempre me había fijado en ella, pero nunca pensé en poder tener una aventura, ya que por su forma de ser nunca habíamos intimado.

Toda esta perspectiva cambió una noche, cuando salí un sábado con 2 amigas a tomar unas copas a la Sala Diana, un bar musical de ambiente gay. He de reconocer que no suelo frecuentar estos sitios pero ese día decidimos ir allí. Cual fue mi sorpresa al encontrar en la barra del local a Anna, que se encontraba sola, tomando un refrigerio. Ella no me vio, pero yo me quedé observándola para ver que hacía.

La notaba con la mirada perdida, mirando todo lo que ocurría en su alrededor. Al cabo del rato se levantó, cogió su bolso y se dirigió a los servicios. Les dije a mis amigas que había visto a mi jefa en el local, que la iba a saludar y que cuando se las presentase le dijéramos que estábamos ahí por casualidad y que no conocíamos el ambiente gay del lugar. Quería saber que hacía ahí, y no levantar sospecha hacia ella. Me dirigí a los lavabos para encontrarme con ella. Los nervios me atenazaban, entré y la vi lavándose las manos. Ella me vio reflejada en el espejo, y de pronto noté que se ruborizaba.

  • ¿Qué tal Anna, que haces por aquí? - le pregunté.

  • Pues ya ves, he venido ha tomar una copa, pero creo que me he equivocado de local - dijo como queriendo dar una explicación por su presencia en un local gay.

  • ¿Has venido sola? - Como si no lo supiese.

  • Pues sí, he estado con unas amigas cenando aquí al lado y al salir me apetecía tomar algo, y como ellas estaban cansadas pues he entrado sola, la sorpresa ha sido encontrarme en un local de este tipo. Por cierto y tu que haces aquí.-

  • Pues más o menos como tu, unas amigas mías me han traído aquí y nos hemos sorprendido bastante del ambiente, pero por cotillear nos hemos quedado. Si quieres puedes sentarte con nosotras. - Mi explicación le pareció razonable y aceptó venir a sentarse con nosotras.

Al llegar a la mesa presente a Anna a mis amigas a Nuria y Rosa. Empezamos a hablar de lo curioso del local. Nos hacíamos las locas y actuábamos como sorprendidas de ver a dos mujeres besándose y toqueteándose en la mesa de al lado. Al cabo del rato, mis amigas dijeron que estaban cansadas y se iban a casa, así me quedé a solas con ella. La conversación fue cogiendo unos derroteros cada vez más picantes, nos centramos en la pareja que habíamos visto. La mano de una de ellas se estaba introduciendo, bajo la falda de la otra.

Con la excusa de hablar con un tono de voz más bajo, me acerqué a ella. Nos susurramos en el oído, comentando como se lo montaban. Esa situación me estaba excitando, y creo que a Anna también ya que me fijé en como sus pezones se estaban poniendo duros, y se le marcaban por debajo de la blusa.

Reíamos de nuestros comentarios, y yo acerqué mi pierna a la suya; íbamos con falda y sin medias y pude comprobar la suavidad de su piel. Mi excitación iba en aumento. Le pregunté si quería tomar otra copa, pero ella me contestó que ya era tarde y que a pesar de que se lo estaba pasando muy bien se quería retirar para su casa. Ante su negativa no tuve más remedio que retirar velas y aceptar su decisión diciendo que yo también estaba cansada. A la salida del local le pregunté si quería que le acercase a su casa con mi coche, por si ella no lo había traído, pero para mi desgracia también había venido ella con su vehículo. Nos despedimos con 2 besos en las mejillas y enfilamos cada una para nuestra casa.

Durante el domingo no podía dejar de pensar en ella, por mi cabeza habían pasado diferentes escenas sexuales con Anna, asimismo no dejaba de pensar el por qué de su presencia en la Sala Diana. ¿Querría buscar un escarceo amoroso con otra mujer?, o bien ¿Era una simple mirona que le gustaba excitarse viendo escenas homosexuales?. Eran unas preguntas que en estos momentos no sabía la respuesta.

El lunes en la oficina se me hacía interminable el momento de volver a verla, no sabía cual sería su reacción al verme; al final a media mañana ella apareció por el despacho. Al verme una ligera sonrisa y un "buenos días" y se encerró en su despacho, es decir, como todos los días. La semana fue pasando e interiormente fui pensando que posiblemente la explicación de Anna era la verdadera, cuantas veces no nos hemos equivocado de lugar para ir a cenar, a tomar una copa, etc.

El viernes de esa semana nos reunimos Anna y yo para comentar el caso de un cliente muy importante que ella llevaba, y que necesitaba una ayuda para la presentación de la oferta definitiva. Estuvimos todo el día encerradas en su despacho, haciendo números, PowerPoint y redactando el documento definitivo. Cuando el trabajo ya estaba finalizado y preparado para presentárselo al cliente el próximo lunes, eran ya las 9,30 de la noche.

  • Ostras Marta, que tarde se ha hecho, no me pensaba que fuera tan tarde, perdona si has tenido que cancelar algún plan.

  • O no tranquila Anna, hoy no tenía nada previsto, en casita y a descansar para el fin de semana.

  • Pues yo tampoco tenia nada previsto, si quieres te invito a cenar, que paga la empresa y creo que nos lo merecemos, después de todo el trabajo que hemos realizado.

Lógicamente acepté, no pensaba que hubiese segundas intenciones con la invitación, sólo era una forma de agradecerme el trabajo realizado durante el día, pero en el fondo me gustó que tuviese ese detalle; ya que nunca había tenido esos parabienes conmigo o con alguien de la empresa.

Fuimos a cenar a Casa Amalia, un restaurante cerca del trabajo y en pleno Ensanche de Barcelona, la velada fue muy amena y después de hablar de temas laborales, entramos en temas más personales. Me comentó cosas de su matrimonio, de los motivos de su fracaso, de las infidelidades de su marido, del proceso del divorcio que duró más de un año, y que para ella afortunadamente ya hacía 6 años que había pasado hoja y que estos últimos se había centrado en su trabajo y que era sumamente feliz. Cuando me tocó a mí el turno, le expliqué todas mis vicisitudes, excluyendo mi lesbianismo, y comentado que como ella yo tampoco tenía pareja estable.

El tiempo pasó muy rápido, eran más de la 1 de la madrugada y éramos las últimas clientas del restaurante, le comenté de ir a tomar algo y que si quería podíamos ir a la Sala Diana, ya que queda muy cerca de ahí, para reírnos un poco como la semana pasada, pero me dijo que no que estaba cansada, pero que si yo no tenía ningún plan podríamos quedar al día siguiente. Cómo negarme, le dije que me parecía una idea genial y que podíamos quedar para mañana por la tarde para ir de compras, ir al cine o lo que nos apeteciese. Quedamos en llamarnos a primera hora de la tarde y decidir la ruta a seguir. Nos despedimos y de regreso a mi casa no sabía exactamente que pensar, pero por mi cabeza pasaban mil ideas a cual más loca y descabellada.

El sábado a las cuatro de la tarde sonó mi móvil, era Anna.

  • ¿Qué tal Marta? ¿Quieres que quedemos o te ha salido un compromiso mejor? – me preguntó directamente.

  • Hola Anna. No, no me ha salido ningún compromiso y además esta tarde ya la tenía reservada para nosotras. – le contesté pícaramente.

  • Bien, pues si te parece bien podríamos ir a L’Illa a ver unas tiendas y luego ir a tomar algo antes de cenar; que por cierto, si quieres podemos venir a mi casa; ya que Virginia (su asistenta como me dijo después) preparará unas cocochas para nosotras; bueno siempre y cuando te apetezca.

  • Por supuesto que si, es un orgullo para mi que me invites a tu casa, oye pues si te parece bien quedamos a las 6 en la entrada de esquina de Diagonal/Numancia. ¿De acuerdo?

  • Muy bien pues a las 6 nos vemos.

Me puse ropa casual, cogí el coche y a la hora indicada estaba en la entrada de l’Illa. Al cabo de unos minutos, ella llegó, nos saludamos con 2 besos y entramos a dar una vuelta a ver escaparates. Entramos en la tienda de Lacoste, y ella se compró un polo de color azul celeste, ni se lo probó ya que conocía su talla. Posteriormente entramos en "Dotze de Cors", una tienda especializada en ropa interior de mujer. No se por qué motivo, empecé a estar un poco nerviosa, o quizás si, cuando Anna quiso probarse un conjunto de bragas y sujetador de encaje negro y bordado. Pidió una talla 40 de braga y una 90 de pecho, cuando la dependienta se lo entregó, ella me dice que la acompañe dentro del probador; en esos momentos empecé a estar muy nerviosa.

Se fue quitando la ropa con celeridad y yo se la iba aguantando, se sacó el sujetador y sus pechos grandes, pero un poco caídos, estuvieron enfrente de mi visión, a su vez se fue quitando, ante mi sorpresa, un minúsculo tanga. No me hubiese imaginado jamás que esa mujer altiva, llevase puesta una tanga. Se colocó las 2 piezas nuevas, y le quedaban como anillo al dedo.

  • ¿Crees que me queda bien este conjunto?, ¿No lo ves muy atrevido?.

  • Anna te queda que ni pintado, es precioso y en tu cuerpo se luce mucho más, y en cuanto si es atrevido, considero que quien lo lleva puesto es la que lo decide; pero para mi no lo es, más atrevido es lo que llevas puesto hoy..

  • Lo dices por el tanga, no seas antigua Marta; es que tu no llevas tanga o qué….

La verdad, me sorprendió como se estaba produciendo todo tan rápido, parecía que había un pique en el ambiente, en ver quien podía provocar o escandalizar más si una u otra.

  • Claro que llevo, pero el tanga, para mi, es más atrevido que el que te estas probando ahora.

  • No, yo me pensaba que lo decías por la edad que tengo, como si no pudiera llevarlos. Pero creo que a mis 46 años estoy bien conservada; incluso creo que podría poner "alegre" a algún jovencito.

Se volvió a quedar desnuda delante de mí y rápidamente se volvió a vestir. Cuando salimos del probador solicito que se lo envolvieran y lo compró. Seguimos viendo unas cuantas tiendas más cuando eran aproximadamente las 9 decidimos que ya era hora de irnos para su casa.

Como os comenté al principio, Anna vivía en la zona alta de Barcelona, concretamente en la calle Caballeros en la Bonanova. Llegamos a su piso, pero no tenía menos de 400 metros cuadrados. Me dijo que se iba a cambiar para estar más cómada, mientras Virginia su asistenta, de no menos de 60 años, me servía un refresco. Cuando apareció en el comedor, lucia un pijama de 2 piezas de lo más austero.

La mesa ya estaba preparada y Anna me invito a que nos sentásemos. Virginia nos deleitó con la cena, para empezar una ensalada de salmón, seguido de una cocochas (plato típico vasco), y después unas costillas de lechal. Realmente para ser una cena, se puede decir que era bastante copiosa. Todo ello bañado con un vino tinto Viña Pomal reserva del 95; que estaba delicioso, nos tomamos entre Anna y yo 2 botellas. No tomamos nada de postre y pasamos directamente al café. En ese momento Anna le dijo a Virginia

  • Virginia, ya puede retirarse, y por cierto, Marta me ha comentado que ha disfrutado con la cena, gracias y buenas noches; que descanse.

  • Gracias Señora, buenas noches a las dos.

Virginia se retiro a su habitación y nosotras nos acomodamos en 2 sofás de la sala. Eran aproximadamente la 1 de la madrugada y Anna me comentó si quería ver una película, ya que como no habíamos ido al cine, y que ponían muchas por diferentes canales del Satélite Digital, para mi era un buen fin de fiesta. Empezó a buscar canales pero la gran mayoría de películas ya habían empezado, pero en un canal empezaba una. De repente nos dimos cuenta que la seleccionada, y os juro que es cierto que ella no lo sabía, era una película porno.

  • Vaya peliculita que empieza, si quieres Marta la quito, porque sino nos vamos a poner malas, y sin ningún hombre a nuestro lado.- Y empezó a reír de forma muy modosita y un poco avergonzada.

  • Mira Anna por mi no hace falta que la quites, a parte ya somos 2 mujeres adultas que estamos curadas de espantos, déjala un rato si tu quieres, además estas películas más que ponerte, son de risa. Va déjala que nos reiremos.-

  • Bueno Marta porque me lo pides, la dejo puesta.- y dejó el mando a distancia en la mesilla y se sentó a mi lado.

La película en sí no tenía nada del otro mundo, trataba de un gimnasio en que todo el mundo se lo monta con el resto, escenas de tríos, de parejas, etc. Todas las escenas iban siendo comentadas entre nosotras y cada una de nosotras decía cada vez una grosería más alta. Comentábamos los tamaños excesivamente grandes de los penes, de los traseros penetrados de las chicas, de los pechos operados de estas y de las mentiras de las películas porno. En un momento dado hubo un punto de inflexión, fue en la aparición de una escena lésbica. Realmente la escena fue tratada con una carga erótica que a mi me sorprendió, e hizo que por primera vez en la noche me imaginase que las 2 protagonistas fuéramos Anna y yo. En esos momentos hubo un silencio sepulcral en el comedor, las dos no decíamos palabra. Mi lívido iba subiendo lentamente y empecé a notar como Anna se ponía tensa. En esos momentos sentí que tenía que intervenir.

  • Fíjate Anna, seguro que aquellas chicas de la semana pasada de aquella discoteca al final acabaron como éstas. No entiendo que pueden sentir entre ellas, sin la presencia de un hombre.

  • Pues no se, pero seguro que hay mujeres que no sienten nada con un hombre. Por lo que he leído el sexo entre mujeres es distinto, es más suave, femenino, más limpio.- Yo me estaba quedando helada con su explicación pero seguí actuando con una insultante inocencia.

  • ¿A que te refieres con que es más limpio?.-

  • Pues para que te hagas una idea, mi ex-marido siempre quería que le chupase su pene y que se corriese en mi cara. A mi me daba asco. No lo soportaba. O darme por el trasero, me hacía daño. A eso me refiero. El quería llegar y de mi se despreocupaba.- Ahora empezaba a entender uno de los motivos de su separación.

  • Pero no todos los hombres se comportan de la misma manera, aunque reconozco que la gran mayoría son como dices. Pero de eso a tener relaciones lésbicas hay un abismo.- En esos momentos estaba empezando a ponerme muy caliente.

  • Ay Marta como eres, no digo que me vaya a convertir al lesbianismo, sólo digo lo que creo.- Silencio absoluto, pero entonces me dejó más asombrada con su confidencia. –Si te digo un gran secreto júrame que no te reirás ni le comentarás eso a nadie.-

  • Te juró que no diré nada ni me reiré.- Aseveré.

  • Resulta que hace unos días en el despacho me conecté a Internet, y no me digas por que entre en un chat. Que pasada en unos segundos estaba llena de ventanas de mensajes de cantidad de chicos; pues bien, los iba cerrando hasta que en uno de esos había una chica.-.

  • ¿Y que pasó? Cuenta, cuenta.- Yo estaba incrédula y entre los gemidos de las chicas de la película y lo que me estaba contando, aunque quede mal decirlo me estaba poniendo muy caliente.

  • En un principio empezamos a hablar de temas banales: que de donde éramos, del tiempo que hace, de cómo éramos físicamente, de si teníamos pareja, de ropa, y de ahí pasamos a hablar de ropa interior, que qué llevábamos puesto y me envió una foto suya… pero en ropa interior.-.

Yo en esos momentos no sabia que hacer me notaba totalmente mojada y con deseos de besarla y acariciarla, pero sabía que todavía no era el momento. Las imágenes de aquellas dos mujeres en la película no cesaban, se estaban comiendo mutuamente el sexo en un espectacular 69 y Anna me seguía relatando tu experiencia en Internet.

  • Yo le dije que no tenía ninguna foto mía, y que si estaba loca; dicho esto me envió otra foto sin los sujetadores. Marta la verdad me sorprendió tanto que no pude cortar y seguí con la conversación. Me preguntaba que si la veía atractiva, le dije que claro. Era una chica que tenía unos 27 años; y dicho esto me empezó a decir que me acariciase que ella haría lo mismo. Y todo esto derivó a que me masturbase delante del ordenador.

  • Pero como es posible Anna, yo eso jamás lo he hecho.- Repliqué en un estado de calentura impresionante y haciéndome la tonta, aunque también note que a ella al relatarlo, estaba poniéndose caliente.

  • Es que Marta, fue muy sensible. Las palabras que me decía eran muy sensuales y eróticas a la vez. Y a la vez hacía tanto tiempo que no sentía eso, y desde la separación jamás me había masturbado. Pero que te estoy contando, creerás que estoy loca.- En esos momentos se dio cuenta que se había abierto emocionalmente hacia mí, y se avergonzó.

Me acerqué a ella y la abracé, le estuve acariciando el pelo durante un rato en silencio y le di un beso en sus mejillas.

  • Anna, cariño, ya se que sólo hemos intimado desde hace una semana, pero creo que desde hoy somos unas buenas amigas, no te avergüences de lo que me has explicado, lo comprendo todo lo que has pasado y esa experiencia te ha marcado mucho. ¿Es por ello que la semana pasada estabas en la Sala Diana?.- Esa pregunta fue totalmente malintencionada pero necesitaba saber que narices hacía ella ahí.

  • Después de aquel día, nos seguimos escribiendo vía mail, y decidimos quedar esa noche para conocernos. Pero no se presentó, bueno el resto ya lo sabes tu.-

  • ¿Qué buscabas en ese encuentro? Ella te dijo si era lesbiana.- Estaba en esos momentos echando toda la carne en el asador.

Ella bajo la cabeza y asintió con la cabeza. La película seguía con su escena lésbica, pero ya no eran 2 mujeres, sino 3.

  • No se Marta lo que buscaba, yo sabía por lo que me había dicho ella que era lesbiana, pero no se lo que buscaba.

  • ¿Quizás buscabas lo que estas chicas están haciendo?, ¿Querías sentir a otra mujer contigo?, acariciándote, besándote, abrazándote…- De su contestación dependían muchas cosas.

Anna miró furtivamente las imágenes del televisor,

  • Sí creo que sí, buscaba estar con una mujer.-

Después de su confidencia todo jugaba a mi favor. La tenía totalmente indefensa, con la cabeza baja mirando al suelo. Era mi momento, hacía una semana que la deseaba y ahora era mi oportunidad para poseerla. Con una mano le cogí de su mentón, le levante la cara y suavemente me acerqué a su boca. La besé en los labios con dulzura, ella no me rechazó y posteriormente nuestras lenguas se entremezclaron. Una de mis manos empezó a acariciar unos de sus senos. Tenía los pezones súper puntiagudos, era un signo inequívoco que estaba ardiente. Ella se dejaba hacer, le metí mi mano por debajo de la camiseta del pijama y empecé a estrujar esos senos grandes y ya no tan caídos. Bajé mi mano a su entrepierna y metí esta dentro del pantalón de su pijama y le acaricié por encimas de sus braguitas. Ella ya se había soltado, sólo gemía, se convulsionaba y separé su tanga para acercarme a ese clítoris que estaba hinchadísimo. Mi mano se encontró totalmente encharcada de sus flujos vaginales, estaba calentísima, sus gemidos se mezclaban con los de la película. Me agaché delante de ella y le bajé el pantalón y sus bragas. Un sexo sin depilar se abría a mi boca. Empecé a succionar su clítoris mientras 2 dedos míos perforaban su cueva.

Yo estaba empapadísima, notaba que el orgasmo de Anna no tardaría en llegar, y así fue en cuestión de segundo sus jugos desembocaron en mi boca. Ella estaba exhausta pero ahora ella me tenía que corresponder a mí. Cuando se restableció, me miró, se levantó del sofá y me cogió de la mano, para dirigirme a su dormitorio. Me desnudo rápidamente de pie y me lanzó a su cama de matrimonio, aquella misma donde su ex marido no la hacía feliz. Empezó a lamerme todo el cuerpo como si una gata en celo se tratase. Me succionó uno a uno mis pezones que estaban durísimos, y lentamente empezó a lamer y morder mi sexo. Me producía un gran placer. Mi estado calenturiento estaba en su máximo apogeo, al cabo de unos segundos yo me vine y fue uno de los mejores orgasmos que he tenido.

En la actualidad estamos como pareja, tanto en el trabajo como en nuestra vida sentimental; aunque este es nuestro secreto para la sociedad. En otro relato os contaré como la introduje en el fantástico mundo del lesbianismo; ese que es inconcebible para la mayoría de hombres y curiosamente para gran parte de mujeres.

Recordad que si me queréis escribir para comentarme cosas, si sois de Barcelona (España) para quedar, etcétera; mi dirección de mail es martavallet@hotmail.com . Por cierto, que no me escriban los chicos, por qué no les contestaré. Quiero dejar claro que soy lesbiana, y no me interesan rollos con chicos. Siento parecer grosera, pero no busco rollos.

Un beso a todas,

Marta