Anna
Esa tarde llegaría temprano; en el despacho el trabajo iba tan bien que de ahora llegaría mas temprano a casa, por el camino analizaba mi vida hasta ahora era exitosa en mi carrera, no me queja decidí continuar con mi despacho jurídico me gustaba, no necesitaba con los acuerdos matrimoniales la fortuna heredada de Juan mi esposo era suficiente para dos o tres generaciones.
Esa tarde llegaría temprano; en el despacho el trabajo iba tan bien que de ahora llegaría mas temprano a casa, por el camino analizaba mi vida hasta ahora era exitosa en mi carrera, no me queja decidí continuar con mi despacho jurídico me gustaba, no necesitaba con los acuerdos matrimoniales la fortuna heredada de Juan mi esposo era suficiente para dos o tres generaciones.
Pero Juan quería que fuera como el luchador, lo ame mucho al principio fue como un deber, pero después él se convirtió en el apoyo más importante; nuestro matrimonio fue un capricho de nuestras familias, pero debo decir que también para mí a la larga me favoreció, está bien mi vida de domina solitaria tuvo que parar, pero con Juan el ámbito sexual siempre fue espacial a él le excitaba que dominara a otras mujeres ¡AH! Tiempos que no volverán o eso suponía yo al llegar a casa.
Como era temprano no llame para avisar suponía que las niñas estaban en casa, Claudia en el comedor estudiando mates o en su dormitorio investigando cualquier cosa para la escuela, Amanda en casa o con sus amigas, la verdad Amanda es un poco rebelde por nada que yo misma no fuese en mi pasado de adolescente.
Estaba pensando en ese pasado lejano y abriendo la puerta de la casa con suavidad, fue al entrar que mi pasado se me esfumo como al explorar una pompa de jabón al escuchar gemidos de la segunda planta. Subí las escaleras con rapidez, pero al ir por la mitad pare de golpe la carrera, escuche con más atención; si eran gemidos pero rítmicos al compás de una respiración agitada. Pero esa respiración era agitada por el placer. Con mucho cuidado alcance el final de la escalera las puertas de las habitaciones de las niñas estaban cerradas. Pero de la mi estaba abierta acercándome; pude ser testigo de algo que confundió mucho.
No podía créelo; Claudia, mi pequeña niña inocente. Pero allí estaba; en mi cama, la luz de la tarde anaranjada casi sanguinolenta iluminaba su cuerpecito: tenía los ojos cerrados, su negro y hermoso cabello alborotada, sus pechos medianos se mecían con su cuerpo, mano izquierda en su entrepierna y unas bragas que con seguridad son mías estaban cara. Esta visión lasciva humedeció mi sexo.
Mi niña se masturbaba oliendo mis bragas, sus gemidos retumbaban en mis oídos taladraban mi cabeza. Mi entrepierna llameaba, fui consciente que mi mano fue a mi sexo y también comencé una la lenta paja sobre mis pantalones ajustados. Claudia decía cosas sucias que me excitaban, cosas que no me podía creer que mi niña dijera.
Su voz armónica estaba agitada por su respiración afanosa; pero, sus frases me inundaban de pensamientos lascivos, viciosos:
- ¡Oh mami si! Folláme, ¡si oh! Soy tu puta mami, folláme como a la puta que soy. -
No me lo creía, aunque lo estaba oyendo; mi hija fantaseaba conmigo. Estaba confundida, pero no podía dejar de tocarme mi orgasmo hervía en mi sexo, estimulado por las palabras sucias de mi hija:
-Tómame mi coño, mami hazme mujer. ¿Señora, mami puedo correrme? –
Mi orgasmo exploto en mi interior de manera demoledora cuando mi hija también se corrió:
-Mami me corro, me corro por ti. Soy tu putilla comecoños. – decía mi hija entrecortadamente. Mis piernas temblaban, mis bragas y pantalones estaban perdidos; aunque teniendo las fuerzas suficientes retrocedí por el pasillo y bajando las escaleras llegue a la cocina, fui al fregadero lave mis manos y tome un vaso de agua aun el orgasmo me vibraba en mis piernas. Sentada en una silla me devane los sesos. Decidiendo que con segura que solo serían las hormonas a su edad, si seria eso ella misma a esa edad se masturbaba constantemente.
Sali de la casa por la puerta de la cocina di el rodeo y volví a entrar por el frente, asegurando darle un tiempo a que, (<> ¡oh dios! Lo que estoy pensando) pudiera recomponerse a la vez que yo misma me calmara. Abriendo la puerta; llame:
-Claudia, Amanda – dije – ¿Están en casa?, mamá llego. – Dejando el bolso en uno de los muebles, subí las escaleras.
-Claudia – volví a llamar, llegando a la planta superior. Primero estaba la habitación de Amanda, seguidamente la de Claudia estas del lado derecho, del lado izquierdo la habitación principal además de otra más pequeña.
-Mamá – Decía Claudia saliendo de su habitación – Llegas temprano. – Dice esto su rostro estaba rojo tal vez a causa de que “casi” la sorprendo en mi habitación. Aunque también y ahora me estoy dando cuenta la mirada de Claudia me estaba viendo las tetas; los pezones se marcaban atreves del sujetador y la blusa vaporosa, haciéndome sonrojar también.
-Si cariño. – Dije, deseando no haberla pillado a escondidas, también sintiendo como mi coño volvía a hormiguear en mi braga. – Estoy cansada, tomare un baño, cielo. – Continúe mi camino. Dios solo al verla ahora en su ropita de casa me ponía muy cachonda. - ¿Tú hermana? – pregunte abriendo la puerta de la habitación.
-No ha llegado, ya la conoces…. – Decía Claudia lo último se perdió en la puerta, en la habitación me despoje de la blusa que lleva dejándola en el cesto; mis tetas estaban duras mis pezones como rocas desde que pille a mi hija masturbarse, saber que hace un instante Claudia me estuviera mirando me estaba matando, el roce más mínimo de mis pezones al quitarme el sujetador enviaba placer a todo mi cuerpo.
No lo entendía o más bien sí. Ahora ya entendía porque en ocasiones mis ropas de cama las encontraba húmedas; y, sintiéndome una zorra olí mi cama, ¡sí! Olía a coño, a sexo; allí estaba yo una mujer de 42 años oliendo las sabanas de su cama que olían a coño de su hija. Me explicaba ahora ya que la niña ya no era una cría sino una mujercita.
Después de saber que la niña se masturbaba en mi cama, intuí que también ha husmeado dentro de mi habitación, primero que revise terminándome de desnudar fue el computador, me mortificaba al tiempo que me excitaba el saber que mi hija pequeña había descubierto mi diario íntimo, ya que este abrí pc si estaban abiertas varias pestanas de la biblioteca la de los videos lésbicos con los que me masturbaba, y otra con el diario que llevo de mis encuentros sexuales con mis amantes.
Estaba que caminaba por las paredes el cansancio del día del trabajo hacia estragos en mi cuerpo sumado a la calentura que tenía desde que oí los gemidos de Claudia al entrar a casa, mi coño palpitaba mis tetas también hasta me dolían, sacando del closet una braga tipo tanga y un sujetador de encaje negros a juego me fui al baño necesitaba aliviarme abrí la ducha el agua estaba fría, metiéndome en ella; el agua caía en mi cuerpo mis manos acariciaron mis pechos, me encantaban mis tetas eran grandes con mis aureolas rosas y pezones paraditos y duros en estos momentos.
Me los amase, pellizques mis pezones el placer se volvía a extender en olas agradable a lo largo mi cuerpo. Lo que menos me gusta de mi cuerpo es mi tripa; mi abdomen no es abultado, pero tiene más carne que la que desearía aun así mis manos lo recorrieron. Con suave tacto llegue a mi pubis rasurado, siempre me gusto afeitado estaba tan sensible su tacto es suave delicado.
Mi perversa mente imagino estar recreándose en el joven pubis de Claudia, mientras mis manos entraban de nuevo en mi raja, esta febril chorreando jugos desde hacía ya rato mis dedos entraron con facilidad dentro de ella doble mis rodillas; la penetración de mis dedos era placentera sentía el orgasmo burbujeando de dentro de mi coño, pero sin estallar no sé el tiempo, pero sentía mis senos apunto, mis pezones duros.
Con mi mano derecho acaricie mi nalga derecha y se perdió por el canalillo del culo; mi ojote estaba también ardiendo, con la mano que tenía en el coño recogí un poco de flujo y lo pase al culo y en el ojote empecé a hacer pequeños círculos mi mano izquierda volvió al coño mientras masajeaba lentamente mi ojote y metiendo el dedo corazón en mi culo volví a una lenta, pero satisfactoria paja.
Mis gemidos retumbaban en el baño mis dedos entraban y salían de mis agujeritos de placer, el orgasmo bullía y bullía, mis gemidos formaron palabras guarras dirigidas a una persona invisible:
-oh si, puta folláme con los dedos si me corro puta. – gemí descontrolada mientras mi orgasmo que desde hacía minutos hervía exploto, haciéndome temblar las rodillas, mis dedos salieron de sus cuevas y deslizándome caí desmadejada en el suelo de la ducha, durante unos instantes estuve allí en el suelo el agua caía a un lado, con los ojos cerrados no recordaba haber experimentado un orgasmo como este.
Después de recuperarme termine con mi baño al salir a mi cuarto estaba despejado, después de atracón de dedos estaba con la cabeza despejada tendría que orientar a mi hija como buena madre que era.
Vistiéndome con la braga tanga y el sujetador y un vestidillo casero cortito y de escote, floral baje a la cocina, aunque el calentón se me paso la idea de dominar a mi hija surgió de pronto en mi mente y mi coño se mojó, tiempo hacia ya que Juan murió se que soy una mala mujer al decir que casi no me dolió, bueno si pero fue melancolía de que iba a estar mas para las niñas sumado al hecho de que ahora deseaba a una de las niñas en mi coño, Dios otra vez la idea en mi cabeza.
Entre en la cocina, Claudia preparaba la cena, típico de ella agasajarme en la comida para pedir algo. – Mi niña, ¿Qué haces? – Pregunte, ella se me acerco, no podía creerlo la pequeña zorra estaba vestida solo con un pantaloncillo de licra, y un top pequeñito su abdomen adolescente se exhibía cínico ante mí. Pero la guarrilla me comía con los ojos. Ya lo supe, supe que Claudia me deseaba como yo a ella…