Anna

Entre la realidad y los sueños.

"Por fin te he encontrado, preciosa, no sabes cuanto tiempo he tenido que esperar esta vez para volver a verte. Ahora serás mía de nuevo. Nadie podrá separarnos jamás, esta vez no.... esta vez no..."

Y como todas las mañanas me despertaba sobresaltada por esa pesadilla, con el pulso acelerado y un sudor frío que me recorría la espalda de principio a fin. Últimamente ese sueño me perseguía, incluso escucho nítidamente la voz que me repetía una y otra vez que por fin seria suya.

Definitivamente, tengo que dejar de tomar tanto chocolate por las noches, me hace tener pesadillas, y estoy muy cansada, tanto que no se si tomarme esos días de vacaciones que todavía me quedan.

Hoy hace un día estupendo, para estar a mediados de febrero la temperatura es ideal, y tan solo hay una suave brisa que me hace recordar el mes en el que estamos, me llega hasta los huesos por el hueco de la camisa. Que sensación tan agradable. Es curioso, las cosas de la imaginación, acabo de notar como un soplido en mi cuello. Debe ser este vientecillo juguetón.

Giro mi cabeza al notar lo que me parece una suave caricia en mi pelo, pero no veo a nadie. Noto otra caricia, esta vez en mi espalda. Me vuelvo bruscamente para ver... pero no veo, nada ni nadie. Debe ser el cansancio, el no dormir. Me paro en seco cuando noto como un abrazo y alguien dice a mi oído: "querida Anna, al fin te encuentro". Trato de deshacer el abrazo, pero lo único que hago es espantar el aire que me rodea. Sigue sin haber nadie. Pero yo estoy asustada y aumento el ritmo de mi caminata hasta casi correr: "No puedes alejarte de mi, eres mía, y pronto volverás".

He llegado a la oficina y estoy pálida. Todos me preguntan pero no se como explicar que he tenido miedo del viento de febrero, y de la nada que me acogió entre sus brazos. Me callo y simplemente digo que no he pegado ojo. Trato de tranquilizarme, pero me cuesta demasiado. Definitivamente voy a sacar el café de mi dieta diaria, me lleva a estados de nerviosismo demasiado violentos.

Son las nueve de la noche. Ha sido un día agotador y me voy a la cama sin cenar. Vivo sola, por lo que siempre me cuido de cerrar todas las ventanas y las puertas antes de mecerme en la cama, así como de mirar las habitaciones una a una por si a alguien se le ocurre entrar sin avisarme. Mis manías.

Otra vez esa voz, otra vez ese sudor frío. Me he despertado gritando y al levantar la vista he visto a mi madre agarrándome la mano y diciendo mi nombre en voz alta. La ventana de mi cuarto esta abierta, pero me pesan los ojos y me vuelvo a dormir.

"Amor, abre los ojos, quiero volver a verlos". Una luz me ciega cuando trato de abrirlos, en la cama sentado, a mi lado, hay un hombre muy guapo, vestido como el príncipe de las galletas. Me froto los ojos con cuidado, será un sueño de esos. Vuelvo a abrir los ojos y miro a mi alrededor. Estoy en una habitación tan grande como mi piso, sin separaciones ni tabiques, hay muchas ventanas adornadas con colores, todo es de piedra y hay una especie de alfombras en las paredes. La cama en la que yazgo casi inmóvil es enorme, de pluma, y sobre mi cabeza hay una especie de cortina que cubre la cama agarrada con sogas a las cuatro columnas en las que se sustenta el lecho.

"Estas bien, Anna, te noto un poco ida". Es el hombre guapo que vi al principio, tiene cara de preocupación y me mira muy fijamente. He reconocido su voz, es la de mis sueños. Oh dios! Estoy asustada. Me levanto de la cama de un salto y echo a correr por la habitación, hacia la puerta.

"Anna, a donde vas!!! No puedes escapar de mi, ya lo sabes". Sigo corriendo, pero este camisón no me deja mucha movilidad, es demasiado largo, y por dentro de el llevo una especie de enaguas que son muy incomodas, apenas puedo correr. Ya me ha alcanzado y me agarra fuertemente los brazos. No puedo gritar, no puedo hablar, ningún ruido sale de mi garganta. Me arrastra hacia esa habitación y cierra la puerta.

Estoy sobre la cama llorando, sin hacer ruido, no he salido de aquí en todo el día, ni nadie ha venido por esta maldita habitación. Se está haciendo de noche y una gran inquietud me invade. ¿Que es lo que esta pasando? ¿Quién es el hombre que tan bien dice conocerme? ¿Dónde estoy?. Todas esas preguntas asaltan mi cabeza pero ninguna de ellas tiene respuesta para mi.

La puerta de mi lujosa celda se abre y de entre la oscuridad emerge una doncella muy joven y bella que trae entre sus manos un barreño con agua caliente. Me invita a desnudarme y meterme en una bañera de bronce que hay al final de la habitación. Lo hago de manera mecánica ya que mi voluntad esta minada por los acontecimientos de las últimas horas. El agua esta tibia, y es reconfortante ese olor a jabón y esas manos suaves que dulcemente me masajean la espalda. La joven, entredientes, me explica que estoy en el castillo de Sir Henry Schoot, situado en las húmedas tierras de Escocia. Me pide que, por favor, no me vuelva a escapar del castillo ya que estas tierras no son aconsejables para una dama como yo. ¿Dama? ¿Castillo? ¿Escocia?

Esto no puede ser real, debe ser una pesadilla, pero no logro despertarme, sigo sin poder hablar y estoy asustada. Este es mi tercer día de encierro y ese hombre guapo viene a verme cada poco tiempo, me asusta pensar que quiera algo conmigo. No entiendo nada. Tampoco puedo salir de este cuarto, la puerta esta cerrada a cal y canto.

Sir Henry Schoot entra sonriendo en los aposentos donde me encuentro, se sienta en la cama y me agarra la mano. Con una suave caricia recorre mi cara. Yo estoy temblando. No habla, solo sonríe. Se acerca muy despacio y deja sus labios sobre los míos. Siento mucho asco de esa situación e intento apartar la cara, pero su mano me lo impide. No se aparta y empieza a abrir la boca y su serpenteante lengua intenta adentrarse entre mis labios. Pero estos se cierran y no permiten que se salga con la suya.

Sus manos empiezan a recorrer todo mi cuerpo y me pongo nerviosa, pero no puedo gritar, me agito con fuerza para evitar que siga con eso, no me gusta. Me abre el camisón, y mis pechos salen de el como un resorte y sus sucias manos se apoderan de ellos:

"Anna, cariño, que ganas tenia de tenerte de nuevo a mi lado, echaba de menos tu olor, tu sabor... Anna..."

En ese momento alguien irrumpió en la habitación, un joven que se acerco a la cama, sin perder detalle de mi cuerpo semidesnudo sobre ella, y sin pausa se acerco al hombre para informarle sobre algo que no llegué a escuchar. Sir Henry se levantó presuroso y mirándome me dijo que tenia que hacer algo urgente, que seguiríamos con esto en la noche, cuando el regresara. Y besándome otra vez se fue, quedándome con una gran sensación de alivio.

Por suerte, la puerta había quedado abierta, no le habían puesto cerrojo y me aventuré a salir y contemplar lo que me rodeaba. El castillo de un sir. Por el amor de dios, ni siquiera se en que siglo vivo.

Comencé a recorrer los pasillos, todas las puertas estaban cerradas y había muchas escaleras. En las paredes reposaban impasibles pinturas de personas cuyos ropajes delataban su estatus social. Damas y caballeros, en el sentido literal de la frase. En los extremos de los pasillos había sendos ventanales que daban cierta iluminación, pero resultaba tétrico igualmente. Al lado de cada cuadro estaban dispuestas en modo amenazador antorchas cuya utilidad sería la de iluminar esas penumbras, algo todavía mas tétrico.

Todas las habitaciones estaban cerradas con llave, no podía entrar en ninguna, por lo que decidí bajar las escaleras. Me di cuenta de que la planta a la que accedía era la segunda, porque desde ella se veían otras escaleras que llevaban a una gran y sinuosa entrada. De momento me voy a quedar en esta planta a ver que veo.

Fui caminando por otro largo pasillo, mas iluminado que el de la planta alta ya que las puertas estaban abiertas y en una de ellas encontré la biblioteca. Vaya habitación tan espectacular. Esta estancia si que estaba bien iluminada un gran ventanal con vidrios de colores a modo de rosetón de iglesia. Esos colores daban forma a un dibujo un tanto enigmático. Era la silueta de una mujer suspendida en el aire. Es pelirroja y muy blanca de piel, va vestida con un camisón de color blanco y parece como si volara. Se me han puesto los pelos de punta al ver esa imagen, y noto en mi un sentimiento nuevo, algo que no puedo describir con palabras. Sigo mi recorrido por esa monumental sala y me fijo en los cientos de libros que me rodean, todos ordenados mediante estanterías y estas con sus diferentes títulos sobre los temas de que trataban.

En una esquina, al fondo de la sala, había un rincón apartada y algo tenebroso. Y, como no, me acerqué a el para inspeccionar el estante que allí había. Estaba repleto de libros todos de la misma temática, y de distintas formas y tamaños. Leí el título y mi sorpresa fue mayúscula: "Las mentiras de Anna". Todos esos libros trataban sobre lo mismo, imposible. Empecé a mirar cuidadosamente los libros de texto cuando algo llamó poderosamente mi atención, los libros estaban ordenados por fecha, todos empezaban en el año 1.434 y pasaban por diferentes años, incluso siglos, el último data de 1.986, algo que no concordaba con todo lo que estaba viviendo. Que situación mas surrealista.

Noté una presencia a mi espalda. Era la doncella que me había bañado hacía dos noches que me miraba con temor: "Señora, por favor, no debería estar aquí, si Sir Henry la encuentra tendremos problemas. Acompáñeme a sus aposentos". Como pude, escondí el libro entre mis ropas y seguí a la doncella escaleras arriba hasta la habitación de mis pesadillas. Durante el trayecto desee poder preguntarle a la doncella en que año estamos, pero no tengo voz, no puedo articular palabra. No se que es lo que me pasa, no puedo hablar. No hay comunicación entre el mundo y yo.

Al llegar a mi particular y lujosa celda me quedé mirando a la doncella tratando de preguntarle lo que estaba pasando, pero mi cuerpo no se movía, tan solo la miraba rogando por que aquella mujer fuese capaz de leerme el pensamiento.

"Ya se veía venir que alguien nacido en el año y en el día de la gran tormenta que asoló la catedral de St. Andrews, no podía si no ser una rebelde como usted. Yo todavía no había nacido en 1.409, pero mi madre me contó que pensaron que había llegado el fin del mundo."

¿1.409? Estoy en el siglo XV en Escocia... esto debe ser una pesadilla, no es posible que esto sea real.

La doncella se fue dejando atrás la puerta de mis aposentos cerrada de nuevo, esta vez asegurándose de que no podría escapar. Me tiré sobre la cama de pluma y me acorde del libro que había cogido de la biblioteca del castillo gracias al dolor que me causó en el pecho. Inmediatamente lo saque de su escondite y me puse a leerlo. Es totalmente imposible que, estando en el mil cuatrocientos y algo tenga entre mis manos un libro del siglo XX.

Comencé a leer el libro. Este trataba de mitología de los siglos XII al XVI en el Reino Unido. Empecé a buscar el siglo XV para poder averiguar en donde estaba.

Uno de los mitos más extendidos en Escocia es el del castillo de Sir Henry Schoot, un noble caballero descendiente del último rey sajón Harold II, cuyos descendientes se vieron obligados al exilio tras la coronación de Guillermo el Conquistador.

Parece ser que Sir Henry, se enamoró perdidamente de una hermosa doncella que no pertenecía a la nobleza. El nombre de la muchacha era Anna de Trabroun, una joven a la que sus padres obligaron a casar con el noble para así vivir dignamente gracias a la gran dote que el noble les ofreció por la joven. Apenas contaba con 21 años cuando contrajo matrimonio con el Sir.

Al leer esto los pelos se me estaban poniendo de punta, como era posible, las descripciones que hacían del castillo y de la época eran las mismas que estoy viviendo ahora mismo.

Sir Henry no había reparado en que Lady Anna era una mujer muy hermosa para los demás nobles, así como para el, por lo que decidió recluirla en el castillo sin dejarla salir. Es mas, las únicas personas que habitarían el castillo serian mueres para evitar las lascivas miradas de otros hombres.

Se dice la joven cayó en una profunda depresión y protagonizó varias huidas e incluso perdió el habla, hasta que un día, en una de esas fugas y siendo perseguida por el Sir entró en la biblioteca saltando al vacío por el gran rosetón que presidía dicha estancia.

Lo curioso es que cada 25 años aproximadamente la gran cristalera de la biblioteca del castillo de Schoot aparece roto. Hay que aclarar que en dicho castillo no está ocupado desde hace años.

Comencé a recordar el rosetón de la biblioteca, la silueta de la mujer volando entre cristales de colores.

Cuenta la leyenda que el alma de Anna se separó de su cuerpo liberando una luz cegadora y que el alma de Sir Henry Schoot la va buscando de cuerpo en cuerpo, de cuarto de siglo en cuarto de siglo. Y una vez localizada se la lleva de nuevo a su castillo donde la historia se repite una y otra vez el día 13 de Febrero sin descanso.

Mañana es 13 de Febrero. Cerré el libro al escuchar ruidos en la puerta, traté de ocultarlo pero era demasiado tarde, el hombre de mis pesadillas estaba dentro de la estancia mirándome con cara de odio. Comenzó a acercarse a mi gritándome que le diera el libro, que quien me había dado permiso para salir de mis aposento. "Una lady como tu no debería leer este tipo de fantasías y ni tu ni yo deseamos que la historia se vuelva a repetir. Mi amor, mi vida, no lo compliques." Estaba asustada, no sabía que hacer... Tenía que huir como fuera.

Le lancé el libro con fuerza pero lo apartó con el brazo sin apenas esfuerzo, rodé por encima de la mullida cama y pude esquivarlo cuando trató de abalanzarse sobre mi. Corrí hacia la puerta y traté de abrirla, pero no era posible. "Anna, mi bella y rebelde esposa, son muchos años repitiendo la misma historia, y esta vez será diferente, te lo juro. Acabaremos juntos nuestros días."

No tenía escapatoria posible. Él me estaba agarrando fuertemente del brazo mientras me arrastraba hacia la cama. Me lanzó con fuerza y se puso encima de mi. Rompió la parte superior de mi camisón y comenzó a besar y morder con furia mis pechos descubiertos mientras que con su otra mano trataba de quitarse su pantalón. Yo forcejeo y pataleo, pero es mucho mas fuerte y grande que yo. Entonces desisto y me dejo hacer, me quedo como muerta sobre el lecho. "Eso es mi vida, esta noche te haré feliz, solo tienes que dejarme".

Ya está prácticamente desnudo frente a mi, noto el deseo en sus ojos y me resulta repugnante, pero, ¿que otra cosa puedo hacer? Aparto la mirada de él mientras se pone de nuevo sobre mi y levanta mi camisón hasta la cintura y haciéndome alzar la cadera baja con suavidad las enaguas. Me doy cuenta de que se me escapan las lágrimas mientras noto su mano entre mis muslos. Cierro los ojos, no puedo soportarlo. Noto como uno de sus dedos va entrando en mi vagina. Y abro los ojos de golpe. Sobre la cómoda que hay a mi lado derecho hay un candelabro de bronce con una vela encendida. Se esta poniendo sobre mi, va a penetrarme. Estoy notando angustiada como se apodera de mi y entonces estiro la mano y agarro ese artefacto metálico.

Le he dado un buen golpe en la cabeza, está sangrando. Busco entre las ropas la llave de mi libertad. Sigo llorando porque me siento sucia. Aquí está. Me acerco a la puerta y la abro. "Noo, Anna, noo. ¿Que crees que estás haciendo? Vuelve aquí".

Echo a correr por el pasillo hacia las escaleras y llego a la segunda planta, estoy decidida a salir de aquí, pero veo que está subiendo la joven doncella gritándome que vuelva arriba, que no empeore las cosas. De repente como por arte de magia mis piernas toman vida propia y empiezan a correr dirigiéndose a la biblioteca. No, por favor, no. Yo no me quiero morir, tengo muchas cosas que hacer todavía. "Tranquila, nos liberaremos otra vez de el, no tengas miedo." No se de quien es esa voz, pero no me gusta. Es una voz de mujer. Ya se cual es mi destino y no lo quiero.

"Anna, no lo hagas hoy, es mañana el dia, no hoy, Anna... nooo" Henry me ha seguido hasta la biblioteca pero es demasiado tarde ante mis ojos la ventana se ha roto, como en las películas, en mil trozos. Mis piernas no me permiten parar. No quiero morir, pero este es el final...


"Cariño, Lucía por favor, despierta..." Abro los ojos despacio y noto que alguien me está agarrando la mano con suavidad. Consigo enfocar la imagen y el rostro que veo es el de mi madre. "Llevamos varios días sin noticias tuyas, estaba preocupada hija". Giro la cabeza y reconozco mi habitación, estoy en casa. Miro al frente y veo la ventana de mi cuarto. En la repisa hay un libro "Leyendas en Gran Bretaña" y la ventana esta abierta...