Aniversario con mi hotwife
No existe nada mejor que las sorpresas. Mejor aun cuando es tu esposa quien te las prepara. Y todavía mejor cuando ella sabe cómo hacerlo.
No soy nada materialista y por ello cuando Esther me preguntó el año pasado que quería por nuestro regalo de aniversario no tuve duda alguna. Cuando le conté como quería fuese nuestro obsequio, a grandes rasgos, una amplia sonrisa y una mirada muy pícara resplandecieron en su rostro. No tenía ni idea de cómo se lo iba a montar pero cuando un mes antes me llevó a realizarnos análisis clínicos e informes médicos por lo menos ya tuve la certeza de donde lo íbamos a celebrar. Tenemos un reducto en nuestra isla que nos gusta frecuentar, en el sur, un pequeño resort muy fino y elegante donde puedes conocer a otras gentes con tus mismas inquietudes a la par que ofrece todo tipo de servicios a sus clientes. Para mi es el auténtico Cinco Estrellas Gran Lujo del swinger y, efectivamente, allí es donde pasamos nuestro fin de semana de aniversario. Os dejo con Esther, se muere por contaros cómo se organiza una buena celebración.
VIERNES
De la mano de mi esposo y con mariposas en el estómago miro a través de los grandes ventanales de la recepción que dan a los jardines mientras una chica alemana nos atiende en el mostrador. Parejas, grupos, mujeres y hombres solitarios pasan por delante rumbo a la piscina o en busca de algún rincón escondido que depare alguna agradable sorpresa. La chica termina de resolver el papeleo y nos entrega las pulseras que hacen de llave para la habitación, a donde un mozo ya ha llevado nuestro equipaje, a la vez que indican el código a la hora de algún “encuentro íntimo”. El mío, de color verde, significa que puedes hacerme lo que quieras sin ningún tipo de protección, en mi caso gracias a uno de los mayores inventos de la humanidad: el DIU. La primera sorpresa del fin de semana asoma en la cara de mi esposo cuando la recepcionista le hace entrega de su pulserita, una en color negro en vez del verde como le correspondería por su vasectomía. No es muy normal ver este color en las pulseras ya que lo que indica es que no tiene “permiso” o “derecho” a encuentro alguno, simplemente no existe para los demás, nadie se le acercará ni él tampoco a nadie. Hago los honores y se la coloco en la muñeca izquierda para tocarle ligeramente la entrepierna a la vez que le doy un coqueto beso.
Caminamos hacia nuestra villa, yo con un vestidito blanco sencillo pero muy ceñido, sandalias de madera con alto tacón, el pelo recogido en una coleta alta y unas grandes gafas de sol, coqueteando al pasar cuando nos cruzamos con alguien, meneando mi figurita y mi rictus de diva devoradora. Llegamos a lo que será nuestro nidito de amor las próximas dos noches, algo apartado pero en una zona de paso, lo que es ideal para los planes reservados a mi maridito. Al cabo, ya instalados, llevo de nuevo a mi esposo al jardincito de nuestra villa y le pido que se desnude, quedando con su bella verga tiesa y recreándose en su adorada esposa. Me acerco agarrando su inhiesto mástil, masajeándolo.
- Cariño, desnúdame, anda. Quiero que todos vean a tu hembra – su polla da un respingo y sus manos deseosas bajan la cremallera de mi vestidito hasta sacármelo, quedándome yo en tanguita y con mis bellos taconcitos – Las braguitas amor, bájate y quítamelas.
Como si fuese un ritual mi esposo me despoja de ellas y ya totalmente desnuda, salvo mis sandalias, me expongo al sol como una diosa. Jose recoge mi ropa y de manera diligente la lleva dentro. Para cuando vuelve ya hay una pareja y un solitario hombre observando a la novedad, que soy yo, de manera curiosa.
- Ven, amor, arrodíllate y lame mi chochito. Mira que sequito lo tengo, cari – abro ligeramente mis piernas a la vez que mi sumiso esposo, sujetando uno de mis muslos, me abre un poco más para facilitar su lamida
El primer contacto de su lengua hace que me estalle el clítoris comenzando a mojar toda su cara. Su lengua recorre muy rico cada pliegue de mi vulva mientras la mía repite sus movimientos por mis labios como si fuese una segunda vagina. Los curiosos observan divertidos e incluso alguno aplaude, haciéndonos gestos a los que no presto atención. Mi esposo es un experto comiéndome el coño, más aún cuando lo tengo inundado de deliciosa lechita solo para él, por lo que me abstraigo durante un buen rato al rico calor del sol y sus sabrosas caricias en mi sexo hasta que lo siento enorme e hinchado, abierto y dispuesto para una buena fregada con un buen rabo. Hago subir a mi esposo y de nuevo agarrando su polla lamo los restos de flujo de su cara mientras lo llevo cogido de la verga hacia la zona de la piscina común. Nos dirigimos a la zona de camas balinesas, donde varias parejas realizan travesuras, localizando una de las libres. Dejo a mi esposo en ella, segura de que el color de su pulsera la mantendrá sin ocupar salvo a él. Dedico entonces tiempo a recorrer la piscina taconeando como una guarrita y sintiendo bambolear mi culo al exagerar cada paso que doy hasta llegar al bar piscina. Pido un cóctel dejando que los moscones más atrevidos se acerquen a mí, notando al momento como una ruda mano de macho se posa en mis nalgas. Dándome la vuelta le sonrío y le dejo hacer para sobre la marcha agarrarle la pija sensualmente. A lo lejos veo como mi marido, empalmado como un burro, se toca mirándonos, cosa que me enciende. Mi macho me habla pero yo lo beso y meneo su rabo llegando hasta sus bolas, sintiendo el peso de su huevada en mis manos. Las suyas acarician mis pechitos, erizados y golosos, como dos merengues dispuestos a ser comidos. Le hablo al oído, dejando que la imaginación de mi esposo vuele, y siento a mi macho en un alto taburete de la barra. Su polla erecta queda tiesa como un mástil, palpitando con mis caricias y caliente como un hierro al rojo. Me inclino, dejando mi culazo en pompa, para lamerle la verga. Vuelvo a pajearlo y empiezo una rica mamada a su apetitoso rabo, sintiendo como sus venas se hinchan dentro de mi boca. Está a punto de explotar y la saco, e inclinando mis tetas sobre su polla lo masturbo brutalmente hasta que un chorro de leche calentita baña mis pechos. Así, pringosa con todo su semen impregnando mis tetitas, vuelvo con mi marido acostándome a su lado y acariciando su empalmada pija.
- Mira la tetitas de mami, vida, todas llenitas de leche. ¿Quiere mi bebé mamar un poquito? – y como un niño obediente comienza a atiborrarse de ellas sorbiendo mis pezones mientras yo lo alimento con la leche de otro macho.
Mi esposo disfruta lamiendo mis senos, lactando de ellos a la vez que le meneo su verga, cuando un par de parejas están ya al borde de nuestra cama admirando el espectáculo. Una de las chicas pajea a su acompañante y la otra se deja comer el coño por el suyo.
- Mira, amor, tenemos visita. ¡Mmmm, que ricas pollas tienen, cari!. Necesito follar ya, anda, se bueno y ofrece a tu mujercita para que te la follen – le pido a mi esposo.
Mi marido, sin dejar de comerme las tetas, me agarra de los muslos, dejándome recostada sobre un mullido cojín totalmente abierta de piernas, con mis sensuales taconcitos señalando hacia nuestros admiradores y mi chochito depilado a la brasileña ya dilatado. Mi esposo empieza a restregar mi coñito, excitando mi clítoris que ya es una enorme pipa en medio de mi raja. Mirando hacia los machos me lo abre y me penetra con sus dedos mientras sigue mamando mis pechos. Llega el momento y mi marido me recuesta sobre él, abriéndome el coño sobremanera y ofreciéndolo a quien se lo quiera follar. Animado por su pareja, uno de aquellos hombres se acerca con su rabo bien tieso y, tumbándose sobre mí, su verga me penetra por el coño. Una gruesa y excitada polla invade mi cuevita hasta clavarla por entera, estampando sus huevos en mi culo. La deja clavada un instante al completo y aprovecho para besarlo con mi lengua mientras agarrándolo por sus nalgas lo hundo aún más en mi vagina. Siento como palpita en mi interior y soltando mis manos comienza a follarme muy duro, embistiendo mi panochita con firmes y rítmicos golpes.
- ¡Que rico, amor! – le digo a mi esposo, morreándolo de manera lasciva con mi lengua - Que gusto me está dando, vida. Mira, mira como se la clavan a tu esposa, mira como un rabo se folla a tu mujercita. ¿Te gusta lo que ves, amor?.
- Si, cariño, se te ve deliciosa. Lo estás disfrutando, estás radiante, eres mi diosa y me encanta verte cogida por otro macho – me responde él correspondiendo a mis besos con su lengua.
Un fuerte orgasmo me sacude el cuerpo y mi marido, al notarlo, me pellica los pezones haciendo que se multiplique el placer que siento. Al momento una descarga húmeda y caliente me llena la vagina, sintiendo como mi macho me llena el coño con su leche. Tras besarlo, dejando que termine de expulsar todo su carga en mi interior, saca su rabo chorreando de mi vulva, dejándome abierta y bien follada. El primer impulso de mi esposo es ir a lamer mi coño recién enlechado pero lo detengo.
- No, vida, aún no. Mami está caliente aún, ¿tú no? – le digo llevando su mano a mi vagina – Amor, ¿no adivinas lo que me apetece ahora? – vuelvo a decirle con mi mirada de puta enviciada que tan loco le vuelve.
- Si, amor. Se lo que te apetece – me contesta mientras su mano manosea el amasijo de flujo y leche que mana de mi coño.
Lentamente su mano embadurna mi chochito, acopiando fluidos con sus dedos para llevarlos entre mis apetitosas nalgas y engrasar de ese modo mi agujerito con la mezcla. Suelto un suspiro ansioso y los dedos de mi esposo juegan a la entrada de mi ano, chapoteando con el semen de otro macho sobre él. Me coloco mostrando mi culo abierto a nuestro auditorio mientras el pulgar de mi marido se hunde en las profundidades de mi orto, jadeando y dejándole hacer. Me tumbo en la balinesa, levanto y estiro mis piernas dejando mi trasero como una tersa y jugosa sandía a la vez que noto un nuevo reguero de semen escurrir desde mi vagina. Mi empalmado maridito lo junta todo a la entrada de mi hoyito y dos de sus dedos se introducen humedeciendo todas mis paredes con movimientos circulares, dilatándome la cola. Él sabe que no hay problema alguno, un enema me ha dejado bien limpia hace un rato, por lo que tres de sus dedos asaltan mi vagina nuevamente en busca de más fluido. Los tres mismos dedos penetran mi ano esta vez, abriéndolo y ensanchándolo cuando ya el otro macho está de rodillas sobre la balinesa mientras su pareja le lubrica la polla con una buena mamada.
- ¡Así, cabrón, lubrícame bien, hay una verga que va a encular a tu esposa!. La quiero dentro amor, ¿tú quieres, quieres que le den por el culo a tu mujercita? – le digo salida perdida a Jose.
- Si amor, me encanta ver como los machos desean follártelo y correrse dentro – me responde.
- ¡Siiii, vida, mira cómo palpita mí bollito deseoso de leche!. Ahora ofrécele este culo de puta, ruégale que te encule a tu esposa – le ordeno angustiada.
La húmeda polla del macho se acerca a mi entrada, empujando su cabezota entre mis pliegues y ensanchando mi ano al penetrarlo. Al principio siempre es molesto, con una ligera pinzada de dolor, pero al momento el anillo de mi esfínter se adapta a la perfección succionando su capullo hacia adentro comenzando el placer. Mi marido se sitúa a mi espalda levantando y abriendo mis piernas por las corvas, manteniendo la tensión de mis glúteos lo que hace la enculada más placentera. La verga se va deslizando por mi interior alcanzando prontamente toda mi intimidad, comprobando como mi culo se va abriendo para recibirla. Una vez ensartada por completo mi macho para un momento para facilitar la dilatación antes de la follada. Ahora la saca del todo y deja mi ano huérfano, boqueando y buscando nuevamente esa maravillosa tranca para que lo perfore. Mi macho vuelve a la carga taladrándome de nuevo y esta vez mi mirada de puta le hace saber lo que quiero. Una suave jalada empieza a masajear mi ano, dándome infinito placer, provocándome espasmos mientras mi sumiso esposo continúa manteniéndome en la posición. El ritmo comienza a subir, ganando en rapidez, y las fricciones activan todos mis nervios perianales, me tiene gozando como una burra en la que, posiblemente, es la mejor enculada de mi vida. El muy cabrón ni se corre ni se cansa, llevándome de orgasmo en orgasmo hasta que de un salvaje empellón me la clava por entera mientras grita, eyaculando potentes ríos de semen. A la vez me incorporo, atrapando la polla de mi esposo, mamándosela como una guarra hasta que se corre en mi boca en una deliciosa y espesa lefada. Exhausto, mi macho retira su rica polla de mi culo acabando yo mi show con un morboso beso blanco con mi marido y sintiendo ya los primeros regueros de leche brotando de mi ano.
SABADO
Nuestra estancia está siendo muy placentera, desde nuestra llegada no he parado de recibir dulces atenciones mientras mi querido maridito me asiste y disfruta viendo cómo me entrego a cuanto rabo me apetece. Por su parte lo está disfrutando mucho aunque aún no le he dejado mamar la leche que bulle de mi coñito cada vez que me cogen, pero eso es parte del plan, de su regalo de aniversario. Empieza a atardecer y el momento se acerca.
- Cari – le digo – Esta noche en la disco hacen una “Dark Party”, ya sabes cómo me gustan. Me apetece ir.
- De acuerdo, iremos - responde él.
- Si amor, pero voy a ir sola. Quiero que te quedes aquí, imaginándome en medio de tanta polla negra deseosa de chochito blanco. Ese será mi regalo de aniversario, luego, cuando regrese, tendrás tú el tuyo, te lo prometo. Sólo tienes que ocuparte de pedir una champanera y un par de botellas para celebrarlo, ¿ok? – contesto sin darle opción alguna.
Sin más empiezo a acicalarme. Me ducho, me perfumo, me pinto y me pongo la ropa recién comprada para la ocasión mientras mi marido espera en el jardín. Cuando salgo la cara casi se le cae al piso al muy bobo, salivando como una babosa. El conjunto es un mini vestido de latex negro, pegadísimo a la piel, abierto totalmente por la espalda y apenas tapando por delante hasta la mitad de mis pechos, dejando medio pezón fuera. La estrecha faldita apenas cubre un cuarto de mi culo, dejándolo bien a la vista en todo su esplendor, con una mini tanguita negra, apenas un hilo también de latex, incrustada entre mis glúteos y bien apretada en mi coño. Completa mi outfit mi bella melena suelta y dos taconazos de puta, unas plataformas de stripper de 14 centímetros en negro charol. Me despido de mi esposo mientras me acompaña, casi a rastras, lamiendo mi pompis, piernas e intentando llegar sin éxito hasta mi chocho.
Lo que ocurrió luego en la disco es digno de otro relato, pero ahora estoy llegando, ya de vuelta a nuestra villa, con la sorpresa para mi marido. La sorpresa se llama Aliou, un bello senegalés rozando los dos metros y un rabo enorme, una poronga grande y gruesa, monstruosa de verdad, que para más inri se la he cargado con viagra. Para que sea toda una entrada triunfal agarro la trompa de Aliou y llevándolo tras mío como un perrito faldero me presento delante de mi marido.
- Hola, cari, ya estoy de vuelta. Mira que delicia me he traído. No te importa, ¿verdad?. No…., ya veo que no – y le doy un beso de bienvenida sin soltar la matraca de mi macho negro.
Mi esposo queda asombrado ante el tamaño del pene de Aliou e instintivamente su mirada se fija en mi entrepierna, intentando adivinar si aquello ya ha entrado en mi chochito.
- ¡Ja, ja, ja. Ja!. Aún no vida, esta todavía no – le digo despejando sus dudas y, acercándome, le susurro al oído – Esta la estaba guardando para ti, amor.
Me separo y le pido a Aliou que nos sirva, a él y a mi, una copa de champagne y vuelvo a dirigirme a mi marido.
- Pobrecito, esperando todo este rato con su pollita bien tiesa mientras mami andaba follando por ahí. No habrás cenado, seguro. Ven, anda, igual mami tiene lechita para ti…
Le provoco bajándome la tanguita de latex, abriendo mis piernas y dándole la espalda. Mi coño descerrajado de tanta polla negra queda a su vista, un enorme boquete enrojecido, con mis labios vaginales cedidos y colgando como las alas de un murciélago. Mi esposo se clava debajo de mí con su ávida boquita chupando mi sexo, lamiendo mis labios vaginales y su lengua escudriñando restos de leche dentro de mi coño vacío, buscando donde ya no queda nada. Aliou llega con las copas y mientras ambos brindamos Jose ha pasado a lamer el pringue del interior de mis muslos como consuelo, preso de su decepción. Quiero ser mala. Flexiono ligeramente mi pierna ofreciéndole una de las agujas de mi tacón. Cuando mi amado comienza a adorarlo con su lengua beso a Aliou mientras le pajeo su verga.
- Vamos – les digo
Los dirijo a la cama y tumbo a mi macho sobre ella, lanzándome yo tras de él para lamerle su espléndida pinga. Tras unos cuantos y lascivos lengüetazos compruebo que aún queda polla sin mojar, tan grande es su rabo. Comienzo una mamada sobre su verga a la vez que mi esposo vuelve a comerme el coño.
- Como te gusta el chochito de mami, amor. Mira que rico lo tengo, todo abiertito y usado, recién folladito y chorreando para ti.
- Ordéñalo con tu coño, vida – me pide mi esposo situándose a mi lado.
- ¿Si?. ¿Qué es lo que quiere mi niño? – respondo maliciosamente.
- Dame toda tu lechita, mami, déjame mamar de tu coño cuajado de leche – me suplica.
Sin más preámbulo me subo a horcajadas sobre Aliou, sujetando su enorme polla y restregándola por todo mi chocho, embadurnando de fluidos su tranca. Mi macho aprovecha mi postura para bajarme el vestido, quedando mis pechos liberados y colgando sobre su cara. Su lengua lame mis tetas, como si fuesen dos bolas de suculento helado, derritiéndome con cada chupada, erizando mis aureolas y poniendo mis pezones duros como garbanzos.
- Métemela tú, cariño – le pido a mi esposo.
Jose sujeta el nabo negro apuntando directamente a la entrada de mi chucha y yo froto mi enorme y salida pipa en su capullo. Deseosa de verga y con un pequeño empujón me introduzco la cabezota morada de su pija sintiendo un enorme placer hasta en el último dedo de mi pie. Miro hacia atrás y la imagen de mi esposo sosteniéndome la verga de mi macho para que me empale me espolea tanto que intento dejarme caer entera sobre ella, cosa que me es imposible por el dolor. Lentamente empiezo a batir mi coñito sobre la polla de Aliou, tragando centímetro a centímetro todo su enorme rabo, empapando su verga con el manantial de flujos que es mi chocho en ese momento. Salgo de su interior y con mi mirada señalo a mi esposo mi chochito abierto y chorreando. No hace falta decir más, como un corderito empieza a mamar de mi conchita mientras yo amaso los huevos de mi semental.
- Eso es, vida, prepara a tu hembra para que te la empotren. Así, así cariño, mete tu lengüita, úntame el coño con mis calditos. Métemela de nuevo, cari.
Mi esposo vuelve a sujetarme el pollón de Aliou y esta vez me deslizo sobre su verga hasta casi el final. Aliou me agarra fuerte de las tetas mordisqueando mis pezones mientras me lo follo, su enorme polla acariciando todas mis paredes, hasta que me corro del gusto. No paro y continuamos pegados como perros en celo, su verga tiesa y dura horadando mi cuevita mientras mi marido nos observa, pajeándose como un adolescente. Fulminada tras un segundo orgasmo de campeonato me salgo de la polla. Nuevamente mi esposo atiende mi lacerado coñito con dulces lametones, succionando mis labios colgantes y desvencijados. Mi vestido, ya un guiñapo de latex amasado a mi cintura, cede lentamente por mis piernas gracias a mi marido, momento que aprovecho para levantarme.
- Si, amor, como a ti te gusta. La guarra de tu esposa solamente con sus tacones dispuesta a tragar rabo por el coño, ¿es así, vida? – suelto a mi marido – ¿Quieres que me encule, amor?.
Sin esperar respuesta me subo a la cama y de espaldas a mi macho me coloco a horcajas sobre él, con su empinada pinga empitonada hacia mi culo. Intento que su rabo perfore mi agujerito, sintiendo una presión enorme en mi ano pero tras un par de forcejeos desisto pues va a acabar lastimándome y yo tengo ganas de fiesta. En la misma posición cambio de agujerito, mi chocho ya abierto y amoldado a su pija entra con facilidad y esta vez si me la clavo hasta el fondo. Creo morirme, su bestial polla me inunda el coño y me taladra hasta la matriz. Sentir todo ese pedazo de carne rebosando en mi vagina me enciende y comienzo a botar como una loca sobre su pinga, gritando y jadeando como una poseída. Solo escucho mis gritos y el chapoteo de mi coño hasta que con su excepcional cipote me desplaza el DIU y como un resorte la saco de mi interior, quedándome a escaso centímetros de su polla con mi vulva goteando sobre su capullo. Asombrada y mirando a mi marido le digo:
- Me va a preñar, amor.
El rictus de mi esposo, desencajado, adquiere una mueca perversa a la vez que se acerca a mi chocho. Lanza un lametón sobre mi clítoris y su boca se cierra sobre la polla de Aliou, mamándosela con ansia, pajeando su tranca cuando descansa para luego volver a chuparla, preparando la gruesa estaca para su mujercita. El morbo de la situación y el ver a mi marido tan sometido a mi coño me deshinibe por completo. Mi coñito vuelve a tragarse la polla de Aliou mientras aún mi marido se la está mamando, comenzando una febril follada y mi esposo dándonos lengua a la vez. Me dejo ir totalmente, sólo quiero su leche, que me inunde con su lefa y me desborde la vagina por completo. Estampo mi coño en su pubis cada vez con más violencia mientras mi DIU baila dentro con cada embate hasta que, clavándome profundamente su estaca, aprieto con mi vagina. Aliou eyacula como un verraco, potentes chorros de leche que siento hasta en mi estómago, una tras otra sus descargas inundan mi coñito hasta que lo dejo seco. Me dejo caer de espaldas sobre su torso a la vez que su polla se escurre fuera de mi vagina y le pido que se retire.
- Ven, amor. Mami ya tiene tu lechita – digo a mi esposo abriéndome de piernas, ofreciéndole de la manera más ordinaria posible mi coño enlechado, rebosando semen por todos lados – Ven a comerme, anda, tómatela toda. Mira que rica está mi chuchita, calentita con su lechita dentro, toda para ti, mi vida.
Mi marido ataca con lujuria mi coño, acoplando su boca de manera voraz en mi vulva y provocando una explosión de semen en su cara, pasando su lengua por toda mi rica raja que supura leche solo para él. Se está dando un festín y yo lo incito a que me devore.
- Mama de mi coño, lindo, así, así, mama la rica lechita de mami, toda, tómatela toda, solo tienes que pedírmelo y mami te dará toda la que quieras – digo mientras su lengua hurga y remueve los sitios más oscuros del interior de mi vagina, sacándome los enormes goterones que aún quedan dentro – Algún día, amor. Algún día, ¿sabes qué?..., mami te va a dar de mamar de su culito, de este sabroso culo que tiene, tan hondo y profundo, ya verás cuanta lechita te voy a dar, vas a estar toda la noche comiendo del culito de mami, hundiendo tu lengua en mi hoyito hasta sacarme toda la leche – caliento de esa manera a mi esposo y veo como empieza a correrse sin más, salido como un sátiro, imaginándose pegado a mi culo y sorbiendo la leche de cuanto macho quiera encularme.