Aniversario
Relato ficticio
Cada vez que se cumple un aniversario de mi ascensión al trono de mi hogar lo celebramos, primero con mi marido desnudo de rodillas frente a mí, que estoy vestida y sentada en un sillón, reiterándome su sumisión por el resto de su vida.
Luego él me hace un regalo. No son regalos caros, pues él no dispone de dinero porque yo lo controlo.
En las diez celebraciones que hemos tenido hasta el momento he recibido un látigo, un juego de correas para atarlo a la cama, un vibrador, un juego de cartas para jugar, con castigos para él, y otras cosas más. Se acerca mi aniversario número 11 y pronto sabré con qué me va a sorprender esta vez.
Después de recibir su regalo yo decido qué más deseo hacer esa noche para celebrar y luego le ordeno algo nuevo que debe hacer o dejar de hacer a partir de ese día en adelante.
Para mi primer aniversario como su Reina, luego de recibir su regalo, lo usé para darle un latigazo por cada uno de mis doce meses de reinado. Luego salimos a un bar donde él tomó licor de menta, que odia, mientras que yo tomaba su trago favorito.
Era obvio que estaba incómodo sentado sobre sus nalgas irritadas por los latigazos sobre la banca de madera del bar, pero le prohibí ponerse de pie en toda la noche.
Cuando volvimos a casa le ordené que a partir del día siguiente debía despertarme todas las mañanas a la hora indicada, besándome los pies. Esa es la rutina de "Despertar a la Reina" que describí en mi relato anterior ("Un Relato de una Mujer Dominante")
Cada año la celebración ha sido distinta y nos ha sido muy útil para avanzar por el camino que hemos acordado seguir.
Para el más reciente aniversario de mi reinado, él me regaló una brida para que se la ponga y lo conduzca como caballo. Este aparato, además de tener correas para guiarlo o dejarlo atado, funciona como mordaza, y lo he llegado a encontrar muy útil cuando no quiero escuchar su voz.
Para esa noche, yo había organizado una reunión con un grupo de cuatro amigos y tres amigas con quienes fuimos a una discoteca mientras él esperaba en el auto, con el dispositivo de castidad puesto, como siempre que salimos. Yo salí después de las seis de la mañana, bastante pasada de tragos y él me llevó a casa. Esa noche me divertí como nunca y parte de la diversión fue pensar que mi esclavo esperaba pacientemente en la calle mientras yo bailaba y me divertía con mis amigos.
Al llegar a mi casa, antes de irme a dormir, le dije que me despertara a las dos y que en lugar de desayuno me tuviera listo el almuerzo. Le dije que para esa hora quería que estuviese totalmente rasurado de pies a cabeza.
Desde nuestro tercer aniversario y hasta entonces él se había estado rasurando la zona genital, pero le ordené que en adelante se mantuviera completamente libre de pelos, por el resto de su vida. Esas fueron las palabras que usé, y me fui a dormir.
Desde ese día mi esclavo se mantiene totalmente rasurado como le ordené. Yo lo hice porque me pareció que sería agradable que su cuerpo fuera liso y estuviera libre de pelos, pero hace unos días me sorprendió cuando me dijo que rasurarse había tenido un efecto adicional en él, que yo no había previsto.
Me parece que es necesario explicarlo porque complementa mi relato anterior.
Mi esposo me dijo que cada vez que se mira en el espejo o se ve el cuerpo mientras se ducha, recuerda que ahora se ve así porque yo lo deseo.
Siente que yo no solo domino lo que hace y lo que no se le permite hacer sino incluso su aspecto físico. Me aseguró que verse así refuerza poderosamente su sumisión.
Dice que sabe que se ve diferente que antes porque "ahora soy el esclavo de mi reina, no el hombre que era antes".
Hacer que tu esclavo cambie su aspecto físico, ya sea que se afeite por completo, o que se ponga argollas en los pezones, o cualquier otra cosa que ocasione un cambio notorio en su cuerpo, se debe incorporar como el sexto paso de los descritos en mi relato anterior, después de impartir disciplina de manera firme, regular y consistente.
Claramente es un poderoso refuerzo a su sumisión.
Espero que este consejo les sea útil a las mujeres que empiezan o quieren avanzar por el camino de la dominación de sus hombres.