Animando a mi padre

Un hombre de 27 años visita a su padre de 60 que está pasando una crisis en su vida y encuentra la mejor manera de darle ánimos.

ANIMANDO A MI PADRE

Me llamo Jorge y soy un hombre heterosexual de 27 años, de aspecto muy masculino, con el cuerpo velludo y los genitales muy bien desarrollados heredados de mi padre, un hombre que a sus 60 años conserva un atractivo viril realmente envidiable. Tanto él como yo siempre hemos gustado mucho a las mujeres. No puedo negar que mi polla y mis cojones siempre han gustado mucho a las mujeres e incluso he notado a menudo la mirada hacia mi entrepierna de muchos de los hombres con los que he compartido vestuario en mi actividad deportiva a lo largo de mi vida. Estoy convencido de que lo mismo le debe haber pasado siempre a mi padre que también fue siempre muy deportista. Yo mismo fui desde muy joven un gran admirador de su cuerpazo peludo, hoy ya lleno de canas, y de la picha gorda y los hermosos huevazos que luce entre sus piernas. De todos modos tanto él como yo siempre hemos sido hombres de una sola mujer y hemos hecho caso omiso de las muchas miradas de deseo de que podamos haber sido objeto estando emparejados.

Hace bastante tiempo que no vivo con mi padre. Pero, por desgracia, él se ha quedado solo hace unos meses, al haber perdido a su última mujer. La semana pasada, aprovechando que mi novia había salido de la ciudad para visitar a su familia, decidí ir a verlo y pasar con él el fin de semana.

Cuando llegué a su casa, lo encontré muy desanimado, sin afeitar, vestido únicamente con un arrugado bóxer blanco que se notaba a la legua que no se lo había cambiado desde hacía días. Se veía que se pasaba las horas sentado en el sofá delante de la TV aunque sin mirarla y con unos cuantos libros al lado que era evidente que no leía. Observé incluso que las canas habían aumentado considerablemente en la espesa pelambrera de su pecho. Parecía un náufrago. Un hermoso náufrago tuve que reconocer al verlo. Al darle un beso en la mejilla note como raspaba su barba de días.

-Hola papá, le dije-. Sonreí para animarle y le enseñé la bolsa que llevaba. –He traído unas cervezas de tu marca preferida. Tenía ganas de tomarme unas birritas contigo. Hace mucho tiempo que no lo hacemos.

-Gracias, hijo, me vendrán bien con este calor.

-Toma papá, están bien frías. Verás que bien nos sientan.

-Tenía muchas ganas de verte, hijo.

-Y yo a ti, papá. Te estás sintiendo muy solo verdad?

-Si, hijo. Es muy duro esto.

Noté que se le humedecían los ojos, aunque lo disimuló echándose un trago. Me enterneció tanto que me senté a su lado echándole mi brazo por sus hombros y dándole otro beso en la mejilla. Al hacerlo mi padre me abrazó fuertemente y me retuvo un buen rato entre sus brazos. Estábamos en pleno mes de agosto y yo llevaba solamente un pantalón corto y una camiseta sin mangas de modo que en el fuerte abrazo de mi padre noté tanto su calor y la caricia de su vello en la piel que me quedaba al descubierto que de repente sentí unas ganas inmensas de quitarme la camiseta que llevaba y restregarme en el canoso vello de su pecho. En cuanto aflojó el abrazo le dije:

-Que calor, mejor me quedo en calzoncillos como estás tu papá.

-Ponte fresco hijo, estarás mucho mejor. Este calor no hay quien lo aguante.

Me levanté y me quité allí mismo la camiseta y los bermudas quedándome solamente con el slip.

-Veo que sigues en forma –me dijo palpándome el muslo que le quedaba a la altura de su mano.

-Pues tu tienes los pectorales algo caídos, papá- le dije tocándole sus hermosos pectorales de hombre mayor cubiertos de vello espeso y canoso.- Eso no es normal en ti. Mañana te vienes a correr conmigo, papá.

-No tengo ganas de carreras, hijo. Anda siéntate aquí conmigo y hazme compañía.

Papá volvió a palparme los muslos.

-Estoy orgulloso de ti, hijo. Que fuerte estás. Haces honor a tu padre como era antes. Pero yo ya estoy acabado. Tu mismo me has dicho que tengo las tetas caídas. Todo lo tengo caído ya, hijo.

-Venga papá, no seas exagerado- le dije pasándole la mano por sus pectorales. -Y esas canas que te han salido en el pecho te hacen muy interesante.

-Canas de viejo, hijo. Hasta en los cojones me salen canas ya.

-No me jodas, papá. ¿Tienes canas en los huevos?- le dije riendo.

-¿No te lo crees? Mira –dijo levantando un poco la pernera del bóxer dejando salir por ella sus peludos cojones.

Era verdad, entre el pelo de sus gordos huevos se podían ver algunas canas que a mi me parecieron preciosas. No se por qué noté latir mi picha ante la visión de los hermosos cojones de mi padre que hacía años que no veía.

-Si que te estás haciendo viejo papá –le dije, burlándome, pillándole con la mano los huevos que le salían por la pata del bóxer y apretándoselos cariñosamente.

-Ya ves hijo, tu padre tiene ya los cojones de un viejo. Hasta en el pelo de alrededor de la polla me salen canas. Pero qué mas me da. Esta ya no se va a levantar mas.

-Ja, ja, ¿tienes canas hasta en la polla papa? No me jodas. ¿A ver?

Mi padre se incorporó y se bajó el bóxer delante mío. Era verdad. Las canas del pelo de su pecho y de su abdomen seguían bajando hasta la espesa mata de vello de su pubis que se unía con el de sus huevos. Mi padre parecía ya un oso polar, pero entre el pelo canoso ahí seguía su polla gorda con pellejo suficiente para taparle el glande por completo, luciendo como siempre. Que hermosa polla tiene mi padre, pensé una vez mas, mientras la mía se me iba poniendo tiesa, quizás por el hecho de mirársela con tanta atención. Aunque la picha de mi padre era parecida a la mía, quizás por la edad, a la suya le encontraba un no se qué especial, una cachondez de tío muy vivido que la hacía atractiva incluso para mi que no tenía ninguna pulsión homo. Iba a decirle "tu polla continua tremenda como siempre, papá, dan ganas de besarla", pero continué con mis bromas sobre sus canas.

-Y en el culo también tienes canas, papa?

-No se, no me lo veo.

-A ver? Date la vuelta.

No podía creerlo. En su culo, peludo como el mío, la parte de la raja donde el pelo se nos espesa mas y donde en el mío aun todo era negro, también estaba salpicada de abundantes pelos blancos.

-Ja, ja, ja. Papá tienes canas hasta en el pelo del culo.

-Estoy acabado, hijo.

Me enterneció tanto que sentado como estaba ante mi padre de espaldas me abracé a sus piernas y le plante un besazo sonoro en su peludo trasero.

-Te quiero, viejo- le dije.

-No seas cabrón, Jorge. No te rías de tu padre porque sea un vejestorio a quien ya ni se le empina –dijo volviéndose y dándome un cachete cariñoso en la cara.

-Que no se te empina? –dije viendo su pedazo de polla y sus gordos cojones pendulando ante mi vista.-Vas a ver, papá.

Ni corto ni perezoso cogí sus huevos en mi mano, acerqué mi boca a su gruesota picha fláccida y la engullí entera.

-Jorge! Qué haces?

-Ver si es verdad que no se te empina- le dije con la boca llena.

Él casi pierde el equilibrio y tuvo que apoyar sus manos en el respaldo del sofá. Yo, sin sacármela de la boca, riéndome con la boca llena, alcé la mirada hasta sus ojos pasándole la mano por toda la hermosa delantera peluda y canosa de su cuerpo.

-No seas capullo, Jorge, estate quieto –me dijo.

Mi respuesta fue empezar a chupársela decidido a ponérsela tiesa y demostrarle que aún tenía muchas batallas por delante. Tenía que hacer algo para animar a mi padre.

-Eres un capullo, Jorge. No debes reírte así de tu padre.

-¿Yo, capullo?- balbuceé casi atragantándome con el gordo caramelo que tenía en la boca.

Porque lo cierto era que su polla estaba creciendo. Y cómo crecía la cabrona! Cuando estuvo en todos sus esplendorosos veintidós o veintitrés centímetros con aquel grosor cercano a los siete cms de diámetro propio de los hombres de nuestra familia, la solté para que se la viera en pleno apogeo aunque no pude evitar bajar mi boca hasta sus huevos y deleitarme unos momentos comiéndoselos como se merecían los canosos cojonazos de mi padre.

-Con que no se te empina, eh, papá? Tu si que estas hecho un capullo quejica–le dije. -Mira, se te sigue poniendo mas grande y mas dura que a mi y te quejas. Anda siéntate y disfruta haciéndote una buena paja. Te sentirás mucho mejor.

Mi padre se sentó mirándose su erección acariciándose aquellos huevos que casi no le cabían en la mano. Me quedé admirado viendo aquel ejemplar de macho maduro, depeinado, sin afeitar, pero aun guapetón, con aquel cuerpazo velludo repleto de canas y con aquella polla gorda y majestuosa tan empalmada que el pellejo ya se estaba retirando solo dejando ver por momentos, lentamente, un hermosísimo glande, terso, sólido, que cuando quedó por completo al descubierto, se mostró aun mas ancho que el grueso tronco que coronaba, Me quedé extasiado viendo como la gran polla de mi padre se iba descapullando sola, como iba apareciendo su glande gordote impulsado únicamente por la potencia que aun conservaba la erección del macho maduro que ya era mi padre. En aquel momento no me importaba que viera la mía que se notaba escandalosamente bajo mi slip. Al contrario. Yo me sentía orgulloso de él y de su nabo de concurso y deseaba que él también se sintiera orgulloso de que nos pareciésemos tanto. Sus mirada pasó de su polla tiesa al bultazo que se me marcaba bajo mi slip y me dedicó una expresión de satisfecha complicidad. Yo me la acomodé un poco avergonzado y decidí continuar animando a mi padre.

-¿Que esperas papá? ¿Voy a tener que meneártela yo o qué? Joder con el pedazo de picha que se trae el vejestorio este– le dije animándole.

Al ver que se sentía un poco cortado, me senté de nuevo a su lado, le pasé mi brazo por sus hombros, le di un beso en la rasposa mejilla y le dije –¿Ya no te acuerdas como se hace?- al tiempo que mi mano libre agarraba su tranca por la base y empezaba a meneársela con todo el cariño que sentía por mi padre y toda la admiración que su gran polla tiesa e insolentemente descapullada me producía. Mi padre cerró los ojos y yo seguí pajeándole el rabo con mi boca pegada a su mejilla, besándole y diciéndole cosas para que se sintiera bien.

  • Estás hecho un chaval, papá, Que gorda y que dura la tienes cabrón. Como puedes pensar que eres un viejo con un trancote como el que tienes –le decía sin dejar de pelársela. Esta picha aun ha de hacer disfrutar muchos coños y muchas bocas, papá. Y tus gordos cojones, con sus canas y todo, aun han de ser admirados y deseados por mucho tiempo, ya lo verás, papá.

Ensalivé mi mano y empecé a sobársela entera, cubriéndole otra vez el glande con el pellejo que se le había retirado y descapullándosela de nuevo del todo, entreteniéndome bien dándole placer a su gorda cabezota con la mano bien lubricada. Mi padre empezaba a responder a la concienzuda paja con que su hijo le estaba obsequiando. Se estremecía y ya empezaba a gemir con el sobeo sin contemplaciones de mi mano en su glande. Estaba disfrutando, el cabrón. Y eso hacía que yo la recorriera cada vez con mas atención. Era tan gorda, tan dura, tan sólida y despedía un olor a tío que me hacía pensar que debía estar bien sabrosa. Mi boca empezaba a salivar y relamerse presa de una inesperada atracción hacia el brillante, terso y oloroso capullo de mi padre. Él seguía con sus ojos cerrados, así que, desconociendo sus gustos, decidí apoyar mi trabajo manual bajando mi boca a sus cojones, los cuales empecé a comer con los ojos bien abiertos pera no perderme un ápice de aquella hermosura de donde yo había salido. Que bueno me estaba resultando comerle los huevos a mi padre. Y que satisfacción me producía notar en mi mano la respuesta latente de su tranca a la aplicada dedicación que mi boca estaba poniendo en comerle los huevos.

Mi padre no tardó en perder la pasividad reaccionando como el hombre caliente que era al placer que estaba recibiendo en su polla y en sus pelotas, aunque el pajeador fuese su hijo y que no quisiera otra cosa que hacerle un favor. Pero el muy cabrón se estaba encabritando de verdad. Instintivamente, sus manos se posaron sobre mi cabeza guiándola sin prisa y con destreza para que la lengua que lamía sus pelotas se dirigiera sin prisa pero sin pausa hacia su trozo de carne en barra y subiera hasta lo mas alto de su mástil para, acto seguido, invitarla a degustarlo en su totalidad.

Noté el calor y la dureza de su tranca en mi mejilla, que detuve unos momentos para sentirla bien, hasta que de pronto mi boca se encontró mamándole el rabo a mi padre como la cosa mas natural del mundo. Si no la mas natural, deliciosa lo era un rato. Sabía aun mejor de lo había intuido al pajeársela. Ahí fui yo quien cerró los ojos para mamar a fondo enterándome bien del gordo y duro pedazo de polla paterna que tenía en la boca. La devoraba sin soltar, por supuesto, los calientes y peludos huevazos que llenaban mi mano que no es precisamente pequeña.

Por fin mi padre, caliente como una moto, habló.

-Jorge, cabrón, ven aquí.

Sus manos agarraron mis orejas y con autoridad y pese a mi resistencia inicial a sacármela de la boca, tiró de ellas retirando mi cabeza de su polla y dirigiéndola hacia arriba, arriba, arriba, hasta llevar mi boca a la altura de la suya y meterme la lengua hasta la campanilla. De repente me encontré morreándome con mi padre, abrazado a él, con el pelo de su pecho frotándose en el del mío, mis rodillas apoyadas en el sofá y mis muslos abiertos haciendo un puente sobre su regazo y en consecuencia con su mástil instalado sin proponérmelo entre mis piernas y apuntando directamente a mis huevos aun cubiertos por mi slip. Al moverme un poco su rabazo empalmado topó con ese espacio entre las nalgas que parece diseñado expresamente para adaptarse a un nabo tieso. Quise cerrar las piernas para aprisionar su duro y gordo cipotazo y notar bien su calibre. Nos dimos lengua a fondo y, con el instinto de la calentura, la mano de mi padre bajó buscona a explorar mis calzoncillos. Sin sacarme la lengua de la boca, metió la mano palpándome los huevos y cerciorándose de lo dura que también estaba mi polla. Cuando la tuvo en su mano, sacó un momento su lengua de mi boca para decirme con voz de macho calentorro:

-Joder Jorge, te has hecho un hombre de verdad, nadie puede negar que eres hijo mío, estoy orgulloso de ti, cabrón.

-Gracias, papá.

-Vamos, machote, quítatelos tu también –me dijo refiriéndose a mis calzoncillos.- A ver si esos cojones también son de la familia.

Estábamos tan bien acoplados que levantarme para quitarme el slip era un palo, con lo cual entre los dos simplemente lo rompimos por la cara. Así, sin demora mi polla se disparó sobre su estómago mientras la del cabrón de mi padre, por supuesto con la ayuda de un movimiento mío, metió su cabezota aun húmeda de la saliva de mi boca y con el precum del calentón, entre los pelos de la entrada de mi ojete. Mi padre cogió mis huevos en su mano y me dijo:

-Muy bien, hijo, muy bien.

Mi padre y yo volvimos a la cachonda comida de boca cuyas delicias acabábamos de descubrir, pero ahora, procurando ambos no dejar de sentir bien la morbosa presión de nuestras respectivas pollas. La mía en su barriga, mis huevos en su mano, la suya entre mis piernas y sus huevos en mi mano. A punto de caernos del sofá nos dejamos de sobar los cojones para volvernos a abrazar con las bocas fundidas. La verdad es que me gustaba sentir su lengua en mi boca y su picha entre las piernas y empecé a flipar notando su calibre bajo mis huevos. Que pedazo de carne en barra que gastaba mi padre, que bueno era notar entre las piernas su grosor contundente y caliente. Probando, probando me fui moviendo y de entre las piernas la fui colocando bien acoplada a la raja entre las nalgas hasta sentir la sorpresa, con su ayuda también, de sentir la punta presionando mi ojete. Y yo uní mi ojete a la presión.

-Joder, papá.

-Nos estamos pasando verdad hijo?

-Creo que si. Ha sido culpa mía. Perdóname, papá.

-Me está gustando esto, hijo.

-Y a mi, papá.

-Eres un cabrón, Jorge.

-El cabrón eres tu. Me la estás metiendo.

-Y tu me vas a perforar la barriga con ese pedazo de picha que te gastas, hijo

-¿Te parece buena?

-Sí, hijo, muy buena. Y me hace sentir orgulloso de ti. Estás hecho un jabato, cabrón.

-Tu si que me haces sentir orgulloso, papá. Vaya polla que tienes.

-Te está entrando cabroncete. ¿Paro?

-No, papá, continua. Hoy es tu día.

-Pues déjame entrar un poco mas.

-De acuerdo.

-Ahí va un poco mas.

-Y ahí otro poco mas.

-Toma, hijo.

-Si, papá.

-Acaba de sentarte en ella, hijo.

-Así?

-Sí, así, machote.

-Joder, papá, vaya rabo.

Estaba entrando, me estaba endiñando yo mismo la jodida picha de mi padre entera. Y la verdad es que no veía nada de malo en ello. Al contrario, mi culo quería más.

-Es increíble, papá.

-Estas bien ahí, chaval?

-Mucho. Y tu?

-Mucho. Joder, hijo, que bueno es tu culo.

-Tu polla es el copón, papá.

-Ya he notado que no te desagradaba cuando me la chupabas. ¿Es que te gustan las pollas, Jorge?

-No, papa.

-Mejor, hijo.

Ya tenía dentro un buen trozo y pensé en probar que se sentía moviéndome como hacen las tías. Mi padre se lo merecía todo, Tenía que devolverle la moral.

-¿Pero que haces?

-Meneándome para que disfrutes mas, papá.

  • Ummmm, cabrón.... Continua, continua, Jorge.

-¿Así, papá?

-Así, hijo,así, ni el mejor de los coños....

-Te lo mereces, papá.

-Que tranca se te ha puesto, hijo, no me cabe en la mano. Tendré que meneártela también, te lo estás ganando chavalote.

-Hazlo, papá, hazlo.

-Sigue cabalgando así, dale fuerte.

-Que polla tiene el cabrón de mi padre joder.

-Ummmm, que bien le das cabrón, menos mal que no eres una tía, hijo, porque sino hoy te ibas a quedar preñada....

Por fin notaba que mi padre volvía a ser él mismo.

-Tu folla a gusto, papá, y si quieres córrete como si lo hicieras en un coño, no me importa, eres mi padre....

-Pues toma polla, hijo.

-Si, papá, lléname el culo de leche. O el coño, como mas te guste, papá.

-La vas a tener toda.

-Joder con el vejestorio,ummmmm.

-Te sientes a gusto así, hijo?

-De la hostia, papá.

-Tiene una buena polla tu padre eh?

-Buenísima.

-Si te viera tu novia, chaval....

-Estaría muerta de envidia.

-Tu polla seguro que la tiene bien contenta.

-Con la tuya sí que fliparía.

-¿Tu crees?

-Tienes mejor polla que yo, papá, está bien claro.

Me la saqué por un momento, para volver a clavármela centímetro a centímetro ante su mirada cachonda.

-¿La tengo buena, verdad, hijo?

-Muy muy buena, papá.

-La verdad es que sí, aunque tu no te quedas manco. ¿Se la traga bien tu chavala?

-¿Te gustaría probar su coño, papá?

-Si traga tan bien como tu culo....

-Parece que te está gustando mi culo, papá.....

-Se diría que te está gustando mi picha, hijo

-UMMMMMM, siiiiiii

-UMMMMMMM, pues toma.

-Que polla, papá!

-Que culo, hijo!

El cabrón de mi padre ya no era aquel tío abatido, era ya el macho que yo admiraba, follando como yo imaginaba alguna vez que debía hacerlo, caliente, morboso, sabedor del gusto que daba su polla a quien la recibía. Y yo tan cabrón como él, disfrutando de su rabo sintiéndolo entrar y salir y agarrando sus cojonazos peludos para cerciorarme de que me la metía entera hasta ellos. Mi polla cada vez mas tiesa era masturbada a lo bestia por la mano ruda de mi padre. Su lengua colaboraba al pajote que me estaba haciendo llegando a mi glande cuando en mi cabalgada mi cuerpo se erguía para poder volver a sentir el placer de metérmela en el culo desde la punta de su capullazo hasta sentir el pelo de sus cojones en mis nalgas. Y el pajote que me estaba haciendo mi padre indicaba que le gustaba sentir mi tranca en su mano tanto como a mi me gustaba sentirla en mi culo.

-Que bien la cascas, papá.

-Que bien la tragas, hijo.

-Sigo?

-Sigue, papá, no pares.

-Oye, hijo.

-Dime, papá.

-Haz eso otra vez, machote.

-El qué?

-Sacarla y volver a metértela de golpe.

-Que golfo eres padre.

-Venga chaval.

-Asi?

-Siiiiiiiii. Buen cabrón me has salido.

-Que polla tienes.

-Que chocho tendrías si fueses tía.

-Golfo.

-Salvaje.

-¿Quieres otra vez, golfo?

-Venga, machote.

-Mira papá. Fuera y......

-Deeentroooo!!!.

-Salvaje..

-Si, papá.

-Macarra.

-Sí, hijo.

-¿Te está gustando mi culo verdad?

-Mucho, hijo. Y a ti te está gustando mi polla, ¿verdad?

-Mucho, padre, Mucho, muchísimo.

-Dímelo, chaval, no te cortes.

-Qué polla tienes papá, qué cacho polla.

-Te gusta mi picha, eh, cabroncete?

-Mucho...

-Pues toma picha!

-Oh, si, papá, como no me la diste antes?

-Porque no sabía que tenías un culo tan golfo, hijo.

-¿Te gusta?

-Mucho, chavalote.

-Te quiero mucho, papá.

-Te quiero mucho, hijo.

-Dame picha.

-¿Asi, hijo?

-Si, papá, así, así..

-¿Asíiiiiii?

-SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!!

Los dos estábamos llegando al orgasmo como dos energúmenos salidos. Nos miramos un momento, el estaba con la boca abierta encarada a la cabeza de mi polla esperando con cara de macho ansioso la salida del lefazo de la polla gorda que estaba meneando y que latía en su mano a punto de explotar. El me vio mi cara de cabrón emputecido pajeando con el culo una gran polla a la espera de lo mismo, del lefazo de aquel rabo de verdadero macho maduro que me estaba follando.

Sólo nos salió una palabra. Al unísono.

-Cabrooooooooooooón!

-Cabrooooooooooooón!

Que serie de chorros de leche sentí en mi culo al mismo tiempo que los siete u ocho chorros de mi polla se estrellaban en la cara, en la lengua y hasta en los pelos blancos de la parte mas alta del pecho de mi padre. Sin sacarme su polla de mi culo me lancé a besarlo y a lamerlo sin importarme que mi lengua se llenara de la leche que yo mismo le acababa de obsequiar.

-Vejestorio- le dije.

-Chavalote- me dijo.

Caímos abrazados en el sofá, yo encima de él y mientras su picha iba saliendo poco a poco de mi abierto culo, mi lengua lamía su cara como un cachorro y mi cuerpo se hundía en el vello canoso del cuerpo serrano de aquel pedazo de sesentón que era mi padre.

-Joder, papá, como eres!

-Pues anda que tu.

-Un cabronazo eres.

-Te voy a tener que dar, cabroncete.

-Joder, se han calentado las cervezas.

-Mételas en el frigorífico.

-De aquí no me mueve ni dios, papá.

-Y Silvia?

-¿Silvia? ¿Quién es Silvia?

-Ja, ja, ja.

-ja, ja, ja.

-Golfo.

-Viejo.

Y así fue como empezó todo.