Animales de la calle

Una mujer que ama a los perros callejeros...

ANIMALES DE LA CALLE

Caminaba por las calles de mi barrio como todas las tardecitas. Buscando alguna mascota nueva para llevar a casa.

Me encantan los perros callejeros ¿y qué?. No me parece mal, es más ¿a quién podría importarle que a una mujer casada como yo le atraigan las mascotas y si son pero grandes mejor.

Es como  las que le gustan los albañiles, los  indigentes, que se yo, hay tantas probabilidades. Bueno a mi me gustan los animales. Siempre me han gustado. Siempre he sentido especial atracción por los animalitos. Nunca se me ocurrió comprar una mascota. habiendo tanto animalitos abandonados como  a alguien se le puede ocurrir comprar uno.

Soy una mujer casada. Nunca tuve hijos. No creí que estuviese preparada para ser madre. No sé es algo que siempre se me ocurrió. Lo meditamos mucho con mi marido. El tampoco nunca estuvo convencido de si sería un buen padre. Que se yo. La cuestión que el tiempo pasó y nunca engendramos. Así que el tiempo paso y no tuvimos hijos.

Bueno de chica no sé si ya lo dije, me atrajeron los animales. Y los perros por sobre todo, aunque no descartó los caballos, toros y hasta algún ciervo porque no.

Tal es el encanto por los bellos canes que fue uno quien metió su cosita en mi cosita por primera vez.

Sí, estoy diciendo que me desvirgó un perro. Un perro grande, de un vecino. A mis padres nunca le gustaron los animales.

La cuestión que en una siesta, lo traje a mi bohardilla y allí me dio verga hasta que no pudo más. Desde esa vez siempre me busqué perritos para coger de vez en cuando.

Esto es otra cosa, no tiene nada que ver si mi marido la tiene grande o la tiene chica, si me coge bien o no, que por otro lado me coge bien. Y no solo mi esposo, he tenido otros hombres visitando mi almeja y no me ha ido nada mal.

Pero el morbo que significa tener una poronga de animal en tu cuevita es otra cosa distinta. Es un sexo diferente. Y más si son de la calle.

Tienen un olfato distinto para percibir que una quiere verga perruna. Quiere leche de perro chorreando por sus tetas y sus mejillas y sus bocas y sus conchitas húmedas. Bueno yo soy una de ellas. Soy una hembra que quiere a sus perritos, muy adentro, muy en su conchita, en su boquita y de vez en cuando su colita. Si me gusta que me cojan el culo ¿Y qué?

Han pasado varias pijas por allí, tanto masculinas como perrunas. Y todas me han hecho gozar. Soy muy perra, y muy puta.

Por eso recorro las calles de mi barrio, donde siempre hay animales callejeros que buscan unos días de placer.

Hay muchos que no saben estar encerrados. He tenido a varios en mi casa durante mucho tiempo. La mayoría se ha marcho. Otros los he dado a sitios, hogares que los han acogido muy bien.

Generalmente hago esta búsqueda de animalitos, cuando mi esposo se va de pesca a la isla con sus amigotes. Una vez por mes se va un fin de semana. Se va un viernes muy temprano y vuelve los domingos muy tarde,  veces los lunes por la mañana. Depende de sus turnos de trabajo.

Aquella tarde había visto cerca del monte de eucaliptus una pareja de animalitos de pelo corto. Uno era un macho de color arena. Alto, no muy robusto, pero de buena alzada, tal vez unos cincuenta centímetros a simple vista.

Volví a recorrer la zona cerca de aquellos árboles centenarios. El perfume era embriagador. La tardecita se terminaba con el sol rojo cayendo a plomo.

Allí los vi, era un macho y una hembra. Me acerqué a ellos como solía hacerlo, amigablemente. Ellos me miraron un poco desconfiados, enseguida entré en confianza con la hembra y eso le dio seguridad al macho.

Les ofrecí las galletas que siempre llevo conmigo para estos casos y luego de algunas caricias iníciales y algunos olfateos de ambos, me encaminé a mi casa y ellos por detrás siguiéndome muy confiados y simpáticos.

Entramos en mi hogar dejando atrás las rejas que estaban sobre la calle. abrí la puerta del living pequeño que tengo y lo primero que hice fue ofrecerles agua. Bebieron moviendo sus colas y sintiéndose cada vez más confiados y dueños de la situación.

Como hacía calor enseguida quedé desnuda en casa, me encantaba andar así. Ellos enseguida vinieron a olerme por todas partes, cosa que a mí me encanta y que generalmente no falla como afrodisiaco para los perritos que me cogen.

Ella, la perra blanca metió su nariz rápida en mi depilada entrepierna y me dio el primer lengüetazo. Vibre y me senté en una silla jugando a que no le hacía caso y se quedó allí, lamiendo de forma segura, mientras mis jugos explotaban sin pausa de la conchita.

El macho merodeaba y olisqueaba cada vez más nervioso y excitado. Daba vueltas, se sentaba y se volvía a meter a dar vueltas.

La perrita como buena hembra me daba lengua sin perder tiempo y un orgasmo eléctrico vino a mí y me quedé temblando un buen rato, me pellizcaba los pezones duros y calientes. Me retorcía en la silla y el macho olisqueaba cada vez con más ahínco, lamía de vez en cuando la conchita de la perrita que me daba lengua a mí, otra puta perra en celo.

Caliente por demás me puse de pie, chorreando los jugos de mi vagina. La perra me quedó mirando auto complaciéndose , el macho no, el macho me siguió y note su capullo asomando. Una punta gorda y roja, totalmente húmeda. Me dirigí sin pensarlo dos veces al pie de la escalera. Los escalones de la misma eran anchos y de madera lustrada. Ya en el primer escalón me puse de rodillas, dándole la espalda al macho caliente, que en seguida me olisqueó, olió mi tremendo perfume a hembra, dio un lengüetazo, gimió, lloriqueando, moví mi culo en pompa, tratando de atraerlo, el dio unas vueltas  volviendo a oler, estaba dudando de que hacer, aunque lo sabía perfectamente.

Me montó sin más y trató de insertar su verga en mi. falló en un intento, pero al segundo mi vagina estaba tan dilatada y humectada que entró con bol y todo, creciendo rápidamente en mi interior y abotonándome de una vez. Quedó con una bola que note gigante, muy grande, sentía los chorros de su leche bañándome el interior.

Mis orgasmos eran brutales, el animalito trataba de zafar una vez que se dio vuelta y quedamos cola con cola. Tironeaba suave, yo lo tenía agarrado de las patas, para que no se moviera mucho. Sentía una tremenda inflamación metida profundamente en mi almeja abierta y chorreante. Los jugos escapaban de costado, sentía las gotas. Yo gemía como loca. La perra que estaba tranquila se acercó a nosotros y husmeando a su amigo pegado a mi lamió un poco las bolas peludas de aquel macho que con la lengua afuera jadeaba de manera tremenda. Gozando como loca yo casi aullaba de placer. El macho inflñamado tironeaba, y yo mojba cmis dedos de la mano libre son mi proia saliva y pelliuzcaba los pezones duros que dol´ñian de tanto placer y lujuria que sentía con aquelkla tremenda verga clavada en mi.

Habrán pasado unos diez minutos cuando deje que el macho perruno tirnoeara un poco más y la bola lentamente y con un poco de dolor fue saliendo de mi interior, al salir un charco de flujos y leche perruna salieron de mi interior como si se destapara una cañería obstruida, tuve dos o tres orgasmos más.

Giré mi cuerpo de inmediato y tome una semejante pija larga y gruesa de aquel bello animalito y la conduje a mi boca sin pensarlo mucho. La tragué y el perro se quedó quietito gozando de la mamada que le estaba dando, la hembra canina se acercó también y con su lengua fue limpiando los restos de líquidos en el interior de mis piernas abiertas y ofrecidas a aquella hembra tremenda, que le gustaba se ve, estar cerca de los humanos.

Tuve varios orgasmos más en tanto la vergota de mi amante se iba desinflando. Lo deje descansar con mi vagina abierta y chorreando jugos de manera indescriptible. La hembra perruna me lamió el ojete, y yo alcanzando el paroxismo de la locura metí un par de dedos en su conchita pequeña pero jugosa, estuve tentada a darle placer con  mi boca pero está vez no lo hice, sería la próxima vez me dije a mi misma en medio de aquella bacanal de sexo y lujuria.

El macho pareció reaccionar una vez pasada una media hora, bebió agua en gran cantidad, lo deje salir al patio donde levantó su pata meando por muchos rincones.

Los otros animales que tengo,  los tengo en un segundo patio, bastante retirado de la casa, igualmente ladraban y se lo hubieran comido vivo a aquel macho que se atrevía a poseer a la hembra de ellos.

Subí las escaleras y me siguieron hasta el dormitorio de huéspedes que era el que usaba para estar con mis animales tranquila. El somier era muy acogedor y cómodo.

Me tiré en el y el macho enseguida subió conmigo buscándome en celo y alzado. Me lamió la entrepierna y yo abriéndome el culo le insté a que metiera su lengua allí, y me lamió sabiamente y mi calentura se renovó.

Me coloqué en cuatro patas nuevamente y el perro me montó de forma inmediata. Enseguida empujó para meterse nuevamente en mí, pero esta vez no le permití que metiera su bola, lo sostuve y lo contuve, deje que metiera su miembro potente , pero no del todo. Jugaba con su calentura y sus instintos, un poco retorcida, lo confieso, pero era para que logremos más placer.

Una vez que se quedó quieto porque su bola era gigante pero estaba fuera de mi, sacó su potente pija gruesa de mí y yo chorreaba semen de perro.

Tomé la verga dura e inflamada y la metí otra vez en mi boca, junte los interminables chorros que largaba aquel bello animal y los volqué en una de mis manos y la unté en mi ojete, lo humedecí de forma abundante, y nuevamente me puse en cuatro patas acercando al animal que  se montó en mi y ayudándolo deposite la vergaza dura como fierro en mi ojete dilatado y presto para recibir aquel hermoso estilete que me fue abriendo y me fue haciendo gozar de manera alocada y salvaje.

Así estuvo serruchándome hasta que mi culo chorreaba jugos por todas partes, inundamos las sábanas y cubrecamas, casi cae desmayado aquel brioso animal, era fuerte y aguantador, pero cayó casi desmayado.

Lo bese interminablemente en el hocico. Le pase la lengua una vez más por su gruesa vara y por las bolas peludas, ayudada de forma inestimable por la hembra.

Luego de aquella sesión de sexo les ofrecí comida y hasta los bañe jugando en el baño de servicio que tenía en una especie de salón fuera de la casa.

Durmieron conmigo en la habitación.

Al día siguiente comenzamos otra vez una interminable, salvaje y caliente orgía de sexo.-