Angy-Ángel

Bajé mi mano por sus piernas buscando su vagina... no fue eso lo que encontré. (Con fotos)

Angy, me dijo que se llamaba.

La conocí en la central camionera una noche que llegaba de un viaje de trabajo. Estaba recargada en la pared de uno de los corredores, llorando muy triste. Así que me acerqué y le pregunte si podía ayudarla en algo. Era de baja estatura, de unos 15 años, morena de cabello oscuro y largo. Después de convencerla de mis buenas intenciones me confió que había llegado de San Luís Potosí, una ciudad en el centro de México. Me dijo que no llevaba más que lo traía puesto, pues la habían robado en el camión mientras iba dormida. Solo llevaba puesto un pantalón de mezclilla muy ajustado y una sudadera color gris. Unos zapatos de tacón con los que llegaba al metro y sesenta de estatura aproximadamente, eran todo lo que llevaba.

Le dije que yo no vivía lejos y que ya era muy tarde, que si quería la alojaba ahí conmigo por esa noche y ya mañana veríamos que hacer. Acepto mi oferta y nos fuimos a mi casa. Como le dije que yo también llegué hacia pocos años de fuera de la ciudad igual que ella sin nada, más se confió. Al llegar le dije que si se quería dar un baño lo hiciera con confianza. Me respondió que sí y se metió a la regadera. Saqué ropa, una trusa y camiseta para que se pusiera y un short. Cenamos y platicamos un rato y ella durmió en el sillón de la sala. Para no discutir y porque como era muy pequeña de cuerpo y como quiera dormiría mejor que yo en el sillón, la dejé que ahí se acostara. Durante la plática me había dicho que no conocía a nadie en la ciudad, que con el dinero que traía calculaba que le alcanzaría para pagar dos semanas de asistencia y alimentos, pero que ahora no tenía nada. Le respondí que no se apurara, que yo la iba a ayudar. Que al otro día la llevaría a comprar algo de ropa y cosas que necesitara y que ya luego cuando consiguiera trabajo me pagaba y que ya se durmiera tranquila.

Nos fuimos de compras, era sábado y no tenía que ir al trabajo. Nos paseamos por el centro y comimos allá. Regresamos por la tarde y ella se probó la ropa nueva y se maquilló con lo que le compré. No pude disimular mi encantamiento ante una joven tan bonita. La diferencia de edad de 10 años me valió. Era una niña muy guapa y sensual y ese vestido rojo, ajustado y con ese maquillaje se veía muy bien. Su piel morena tan brillante y tersa me encantó y sus labios finitos tan bien delineados, mucho más. Sus grandes ojos negros de largas pestañas tenían un brillo juvenil muy hermoso.

Me senté a su lado y acerqué mi boca a la suya besándola suavemente. Ella me rodeó con sus brazos y abrió su boca dejándome explorarla con mi lengua. Su mano bajó a mi bragueta y al ver como estaba tan abultada me acarició la verga sobre el pantalón. Suavemente al oído me dijo –sácatela- me desabroché y la saqué toda bien erecta. Sus ojos brillaron más aún y su sonrisa delató su aceptación a lo que veía de cerca. Estiró su brazo y la rodeó con su mano sin poderla abarcar completa. –Qué grande…- me dijo y suavemente, apenas apretándola la jalaba muy despacio. Volví su cara hacia a mí y la seguí besando mientras me masturbaba.

Me dejaba de besar y me miraba la verga en su mano. Se sentó con sus piernas de lado sobre el sillón y con ambas manos me masturbaba suavemente sin dejar de contemplar mi miembro. Le pregunté si algo la inquietaba y me dijo que se le hacía muy grueso mi pene, que a la mejor no le iba a caber. Le dije que si eso significaba que se iba a dejar coger? pues era menor de edad. Me respondió que sí, que aunque tenía 15 años ya no era virgen y que además nadie lo sabría, pero sólo que mi verga era la más grande que había pensado en meterse. Le respondí que se la iba a meter muy despacito o si quería solo la puntita y le pregunté que si ya había mamado una. Me respondió que sí y le pedí que se bajara a mamarme.

La hice que se agachara sobre mi abdomen y le di la verga en la boca. Me la lamía igual que como me la jalaba, muy suavemente, apenas sentía su lengua en la cabeza del pene. Forcé su nuca y poco a poco fue entrándole medio miembro entre los labios. Del cabello la jalaba hacia arriba y luego la empujaba hasta enterrarle medio pene, así le fui marcando el paso para que ella sola me empezara a dar una buena mamada, de las mejores que había yo recibido. Me eché los huevos para afuera y la hice que me los lamiera y me los chupara. Se rió porque dijo que estaban muy peludos y le hacían cosquillas en la nariz, pero como quiera me los chupaba mucho y me los besaba sosteniéndolos con su mano.

Mientras me mamaba recostada boca abajo en el sillón, mis manos acariciaban sus piernas torneadas y suaves y sus nalgas respingadas y redondas. Le metía el calzón en medio para que sus nalgas asomaran por los lados y las apretaba con mis dedos. Angy se metía más de la mitad de la verga a la boca. Podía sentir su garganta y paladar apretándome la cabeza del pene. Cuando pensé que no podría aguantarle mucho con esa manera de comerme, la retiré de mí y la recosté en el sillón. Le quité el vestido y acaricié sus pequeños senos. Los besé y chupé ambos con mi boca, el sabor de sus pezones me gustó mucho, eran muy suaves y delicados como toda ella. Ahora yo me fui a sus piernas y las besaba contento con su saborcillo y lisura. Metí mi mano entre sus piernas, para acariciar su vagina, pero lo que me hallé ahí no era propiamente una vagina

Ella apartó mi mano y se enderezó hasta quedar recargada en el antebrazo del sillón, conmigo en medio de sus piernas. Tomé su calzón de ambos lados y jalé para abajo hasta sacarlo completo. Como si fuera un resorte brincó un pequeño pene bien parado de unos 10 ó 12 centímetros de largo, rodeado de pelo recortado muy negro y sedoso. Mi sorpresa fue mayúscula, pero no pude decirle nada, no me salían las palabras, menos los reclamos. Angy permaneció seria, tampoco decía nada al respecto, sus piernas aún estaba abiertas de par en par conmigo en medio. Me miraba con esos enormes ojos tan brillantes y en su cara se dibujaba una sonrisa entere cínica y avergonzada. Poco a poco su mano fue bajando hasta tomar su pequeño miembro con ella para masturbarse despacio sin dejar de mirarme fijamente.

-Chúpamela, ven mira que rica la tengo, bien pequeñita. ¿No quieres? Nadie lo va a saber. ¿No te gusto? Estoy chiquita, apenas tengo 15 años- me decía sin dejar de sacudirse la verguita, hechizándome con su voz y con sus ojos. –Mira mis huevitos, pruébalos están llenitos y gorditos… ven… cómeme… pruébame. Te va a gustar, no tengas miedo.

Me sentía muy raro, pero estaba demasiado caliente y el jotito estaba muy bonito. Así que poco a poco fui cediendo.

Primero recorrí su estómago con mi boca y aún con muchas dudas de mi parte fui bajando mi boca hasta ese pequeño caramelo. Ella, sin soltarlo me lo puso en los labios y lo pasaba por mi boca cerrada, sentía su otra mano en mi nuca empujándome para abajo, sobre su lancita. –Chupa, papi, pruébame y verás que rico estoy- me repetía. No me convencía de abrir la boca, así que dejó mi nuca esperando que me alejara, pero no me fui de ahí y que saqué mi lengua y tímidamente lo empecé a lamer en la punta. Angy se estremeció al sentir mis lamidas y abrió más sus piernas. –Mmm, lámela, lámela toda papi, la cabecita, así así- me decía. Bajó su otra mano y ahora con ambas sostenía su verga frente a mi boca, dejando que se la lamiera bien. Como si estuviera ebrio me fui metiendo su pene a la boca, sintiendo como cabía fácilmente completo en mí. Luego empecé a chupársela sin mucha idea al respecto. Ella me dijo que tuviera cuidado con mis dientes y poco a poco fui aprendiendo.

Me tomó con sus manos de la cabeza y echó su abdomen para adelante y para atrás, gozándome por la boca. Me bajé al piso y la senté bien en el borde del mismo, abrí completas sus piernas y le metí un dedo en el culito. Seguí chupándole la verga y los huevitos sin dejar de enterrarle mi dedo en el ano. Luego fueron dos mis dedos dentro de ella. Me enderecé y le pasaba mi verga bien erecta por la suya, se la golpeaba con mi gordo garrote y le punteaba los huevitos con la cabeza de mi verga. Angy se echó una buena cantidad de saliva en su mano y me embadurnó la verga, luego más saliva en sus dedos y retiró los míos para meterse los de ella y llenarse el culo de resbalosa saliva.

Me agarró de la verga y me acercó a su ano. Sin miramientos le metí la cabezota y casi 10 centímetros de miembro duro. Ella se quejó mucho cuando sentía como avanzaba y se quería alejar de mí, pero la aseguré por la cintura hasta que le enterré todo el pene entero. Me enterraba las uñas en el estomago, queriendo que retrocediera pero ni así. La tomé de las muñecas y me recosté sobre ella metiéndole la lengua en la boca abierta de dolor. Cuando sentí que ya no hacia esfuerzos por soltarse de mis manos, las dejé y la rodié de la cintura, me rodeó del cuello y nos empezamos a besar.

Le alcé los tobillos a mi cuello y me la cogí así durante mucho tiempo. Me vine bien adentro de ella llenando sus intestinos de leche y me salí para irme al baño a limpiar los restos que me cubrían toda la verga. Cuando regresé ella se estaba masturbando, me senté frente al sillón para ver lo que hacía hasta que se vació en varios chorritos que le cayeron a un lado de su pequeño pene.