Angie
Pillada de una tarde de verano cualquiera.
Abrí la ventana, pero solamente entraba fuego. Me encendí un cigarro para intentar evadirme del sopor en el que me encontraba. El temario de Historia del Arte que me había quedado para Septiembre se me había atragantado horas atrás, y los cuarenta grados de esa tarde de Julio no ayudaban a poner en orden las ideas.
-"... putas pirámides...", mascullé, mientras veía derretirse el asfalto del camino que rodeaba mi casa. Un par de gatos pasaban la tarde tumbados a la sombra y no se escuchaba alrededor el más leve ruido. Me puse los cascos para combatir con música el silencio, y apagué el cigarro en el marco de la ventana. Ahí seguía ella. Cruzando el camino, en el patio de la casita roja, como cada tarde. Angie.
Aquel verano me había acostumbrado a su presencia. Verla tumbada al sol formaba parte del paisaje habitual de cada tarde de estudio: Los gatos, el asfalto derritiéndose, Angie con su bikini azul, angie con su bikini negro...Angie.
Calculo que rondaría los treinta por aquel entonces. La conozco desde que llegamos al pueblo, cinco años antes. Por aquel entonces vivía todavía con su mamá, que se le fue poco después y de manera muy dolorosa, y desde entonces había vivido sola en aquella casita de planta baja con patio, salvo un par de temporadas muy cortas donde allí convivió con un novio mal encarado que había tenido.
Era encantadora, con un punto de candidez en sus expresiones y de timidez en su sonrisa, pero nunca hasta ese verano me había fijado en ella... quizás porque no la había conocido tan ligera de ropa o porque la diferencia de edad nos separaba varios galaxias. O porque escondía el erótico encanto de pasar desapercibida.
Día tras día fui guardando en mi retina cada pliegue de su cuerpo, cada uno de los lunares de su anatomía. Siempre supe lo guapa que era, pero ahora descubría un cuerpo espectacular, que escondía en invierno debajo de ropas anchas y poco agradecidas: Pechos bien proporcionados, alta, de larguísimas y bien torneadas piernas, con unas caderas generosas que parecían esculpidas a martillo y cincel.
Sabia su rutina. Llegaba sobre las tres, entraba en casa y salía ya con el bikini puesto. Sentada en la hamaca, se comía una ensalada y una pieza de fruta, se fumaba un cigarro, y se tumbaba. Primero boca arriba, luego boca abajo, desabrochandose el sostén. Así, repetía la operación un par de veces más. Hasta que sobre las 4, se levantaba, se echaba agua por encima con la manguera y entraba en casa a cambiarse para salir pitando de nuevo al trabajo.
En esas estaba hoy cuando, mientras la contemplaba tumbada boca abajo, intuyendo el contorno de su pecho desnudo y la redondez de su culo, sentí unas ganas irrefrenables de masturbarme. Me quité la camiseta bañada en sudor, me bajé hasta los tobillos los pantalones de deporte que llevaba y regulé la altura de la silla del escritorio, para poder contemplar a la musa de esta paja. Comencé a acariciarme lentamente la polla, mientras intentaba distinguir cada uno de los lunares de su espalda. Me empalme con rapidez, imaginando perderme en ese culo tan bien moldeado que apenas cubría la braguita del bikini, convenientemente plegado para intentar optimizar cada rayo de sol. Fui acelerando el ritmo, mi polla estaba durísima y mi cabeza se imaginaba entre sus pechos, que solo podía ver de perfil. Seguí acelerando el ritmo mientras se levantó de la hamaca con la espalda desnuda y se ponía el sostén, para incorporarse y abrir la manguera. Mi polla estaba a punto de estallar, viendo resbalar cada gota de agua por su cuerpo, y perderse en la braguita del bikini, todavía perdida entre las nalgas...el ritmo era brutal, el capullo se me hinchaba y estaba a punto de acabar ya, notaba como subía ... cuando noto dos manos arrancar los cascos de mi cabeza... era inevitable y una gran corrida saltó a los cajones del escritorio y se derramó sobre el suelo...
-"Joderrr, te vas a quedar ciego, tío", saltó mi hermana jocosamente, antes de soltar una gran risotada.
En casa nunca habíamos sido muy pudorosos. Mamá nos había acostumbrado desde pequeños a no avergonzarnos de nuestro cuerpo desnudo o a no cerrar la puerta del baño, hiciésemos lo que estuviésemos haciendo. Eso no suponía que nuestro pequeño pacto de convivencia no conllevase algún sobresalto, más o menos vergonzoso. No era la primera vez que mi hermana me había pillado pajeandome, y no es que me importase demasiado en aquel momento.. pero si la primera vez que me habia visto correrme.
-Y tú... ¿cuanto tiempo llevas ahí? -me repuse, con toda dignidad que se puede tener con la polla en la mano y el suelo lleno de semen- Acercame el papel higiénico de la mesilla, anda -continué-
-Acabo de llegar, ehh. Aquí el que unico que estaba espiando eras tú, guapo -respondió, señalando con la cabeza a la casita roja, mientras me acercaba el papel-. Por cierto, ya podías tenerlo antes a mano y no correrte sobre el suelo, a saber cómo queda eso...
-Ni que fuese tu cuarto, eso lo limpio yo - contesté aparentando naturalidad, mientras repasaba mi polla con el papel.
-Ahh, tu sabrás... oye, que venía a decirte que ya estaba en casa y que me compré un par de pizzas para la cena, por si quieres una... pero, vamos, ya ví que estabas muy entretenido con la Angie -respondió, guiñandome un ojo.
Mi hermana, un par de años mayor que yo, nunca se cortó. No tenía ningún pudor, y con la misma naturalidad que me acababa de pillar pelandomela, se ponía a hablar de la cena.
-Creo que saldré a comer algo fuera, con estos... necesito despejarme un rato -contesté mientras me incorporaba, ignorando su último comentario-.
-Ok, okk... me voy a dar una ducha... y tú deberías también, al menos ponerla a remojo -me dijo, agarrandome la polla y dándome un par de sacudidas-. Y oye... que dices de la Angie, ¿te gusta entonces? ¿Te pone?
- Esta buena, sin más...-contesté con chulería.
-Ya...el año pasado la ví en la playa algún que otro día, y no veas que tetas se gasta.
-¿Se las viste?
-Si.. al menos cuando estaba sola si hacía topless. Y oye, redondas y en su sitio, no se le cae nada... ojalá yo a su edad tenga ese nivel -dijo mi hermana agarrándose las suyas con las manos, graciosamente-. Yo creo que ese novio idiota que tenía la cortaba mucho... desde que no está con el, viste más ajustada, enseña más, sale de casa... se le ve incluso más contenta... y me alegro, es muy buena tía...
-"Si, lo es..." -contesté aparentando indiferencia mientras me acomodaba el paquete-
-"Lo dicho bichillo... estaré por aquí, si sales avisa... y sino, ya sabes, hay pizza...." -me dijo, mientras salía del cuarto-
-Ok... te digo -contesté, mientras se cerraba la puerta-
En cuestión de segundos, escuché dos toques y la puerta se abrió lentamente
-"Por cierto... limpia bien eso, anda" -insistió mi hermana-
-"Que siiiii, pesada. Pero tu... ¿desde cuándo llamas a las puertas para entrar" -contesté intrigado, mientras estallabamos los dos en una sonora carcajada.