Angeles (2)

Termina la jodienda escatológica que empezó Angeles en el relato anterior.

Ángeles salió de detrás del olivo y vino de nuevo a la mesa. Me estaba mirando cuando se sentó en la silla de madera.

Acabo de aplastar mi choricito entre las nalgas Miguel.

Me ha encantado lo que has hecho Ángeles.

Ya lo sé. Por eso lo he hecho. Ahora tengo más ganas de cagar pero creo que no es el momento. Prefiero aplastar y restregar un poco mas mi mierda por el culo antes de dártelo a lamer.

Al decirlo se movió un poco en la silla. Imaginarme como se aplastaba y esparcía su mierda hizo que mi miembro se hinchara aun más.

Ángeles por favor, necesito que me permitas cagarme.

Bájate los pantalones y súbete a la mesa Miguel.

Tan sólo levantarme hizo que se me escapara un asqueroso y maloliente pedo.

Todavía no te había dicho que pudieras hacerlo. Como se repita vas a ser castigado.

Como pude subí a la mesa y me bajé los vaqueros húmedos por la meada que se me permitió soltar con anterioridad. Los calzoncillos estaban algo manchados por los dos pedos.

Eres un guarro asqueroso – dijo Ángeles – Nadie te dijo que te mancharas los calzoncillos.

Lo siento Dueña, pero ya sabes que tengo ganas de cagar desde antes de la comida.

Bájatelos y quédate de pie en la mesa.

Así lo hice. Note que un fuerte olor procedía de Ángeles. Ella pareció notarlo y me dijo:

Descuida que no he soltado ni una pizquita más de mierda. El olor solo es consecuencia de mover mis nalgas y esparcirme la cagada.

Ángeles, no puedo más. Te juro que necesito cagar.

¿Y que crees que quieren las otras dos cerditas?

Imagino que también deben tener ganas.

Pregúntaselo.

Me daba vergüenza, pero miré a Marta y a María y al fin me salieron las palabras.

¿Vosotras también queréis cagar cerditas?

Marta fue quien contestó dirigiéndose a María.

Tengo la caca abriéndome el ojete ¿y tu María?

Me cagaría donde fuese con tal de poder aliviar el dolor de vientre, dijo María. Pero no lo hago porque Ángeles no nos ha dado permiso.

¿Ves cerdito? Esto son dos cerdas bien educadas. No como tu, que te ensucias sin permiso.

Yo seguía de pie en la mesa apretando tanto como podía mis nalgas y viendo como mi polla deseaba follar. Me hubiera follado a las tres mujeres una tras otra si no hubiera sido porque Ángeles no me lo hubiera permitido. Esta parecía adivinar mis pensamientos.

¿Tienes ganas de follar Miguel?

Muchas, necesito follar Ángeles y necesito cagar. Por favor al menos permíteme cagarme.

Creo que ha llegado el momento de dejarte disfrutar de mi culo. Te lo prometí y debo cumplirlo. Arrodíllate.

Ángeles subió también a la mesa en cuanto me hube arrodillado. Se arrodilló ante mí y se subió la falda dejando las bragas sucias ante mi vista.

¡Lámelas!

Tanto el dolor de vientre como la polla a punto de reventar me estaban martirizando. Acerqué mi cara a aquel culo de enormes nalgas cubiertas por las bragas sucias y más malolientes que podáis imaginar. Alargué mi lengua y comencé a lamerlas al tiempo que mi nariz también quedaba pegada a ellas.

Dime cerdo cabrón ¿Te gustaría follarme?

Me gustaría follarte, lamerte la mierda, limpiarte el ojete, aceptar de ti lo que quisieras darme y por fin que me dejaras cagar a mí.

La última frase era casi una suplica.

Note como un largo pedo se abría paso entre la mierda aplastada en sus bragas, era como un burbujeo, y llegaba hasta mi cara inundando mis fosas nasales y mi boca. No dije nada, simplemente lo disfruté y seguí lamiendo.

Veo que te ha gustado. Me dijo. Vas a tener tu premio.

Ángeles se bajó las bragas y ante mí apareció un sucio un sucio culo.

¡Límpialo!

Me dediqué a ello con toda el alma. Las nalgas fueron el primer objetivo de mi lengua. Suspiraba verlas limpias y relucientes.

¡Quiero que llegues al ojete!

Lo haré Ángeles pierde cuidado.

Otro pedito estalló en mi cara.

¡Rápido, no sé cuanto podré aguantar!

Mi lengua daba rápidas pasadas para quitar la pasta de sus nalgas.

Si lo haces bien dejaré que me folles.

Se me ocurrió mirar a Marta y a María. Sus caras las delataban. Estaban muy calientes. El vicio se retrataba en ellas. Mientras las miraba me vino a la cabeza que en todo el tiempo ni habían meado ni cagado. No logré imaginar lo que aquellas cerditas iban a depararme. Ángeles apoyan los codos y la cabeza en la mesa arqueando todo lo que pudo la espalda y exponiéndome el culo y el coño con los pelos sucios de excrementos.

¡Quiero que me limpies los pelos cerdo!

Mi lengua se paseo por los pelos rojizos de su coño, de abajo a arriba hasta llegar a su ojete. La pasaba una y otra vez. El olor me excitaba sobremanera e iba quitando lentamente la mierda pegada. Cuando menos me lo esperaba, Ángeles soltó un potente chorro de orina a mi cara.

¡No pares! Espero que esto te ayude a limpiarme.

Su orina resbalaba por mi lengua.

Ya no pude aguantar más. Note como se abría mi esfínter y expulsaba un grueso tronco de mierda, mientras le estaba quitando la caca de su culo y recibiendo su orina.

Marta me acusó:

Este cerdo se está cagando.

Al primer chuzo siguió otro, un pedo y por fin el último.

La dueña de la pocilga no se inmutó. Sólo dijo:

¡Follame!

Las caras de Marta y María mostraban su cabreo. Tampoco me inmuté. Tomé la polla con la mano y la metí en el caliente coño de Ángeles. Comencé a bombear lentamente. Mi gruesa verga entraba apretada en su hinchada vulva. Ella estaba gimiendo.

¡Ni se te ocurra correrte antes que yo cerdo! María ven ponte a horcajadas entre Miguel y yo.

María dócilmente se acercó, abrió las piernas y se colocó con Ángeles entre ellas. Su culo estaba frente a mi cara. Yo seguía bombeando el chocho de la directora.

Tienes permiso para hacer lo que quieras María – dijo Ángeles.

No tuvo que repetirlo. Una lluvia de pedos y salpicaduras de mierda clara fueron a parar directamente a mi rostro y un potente chorro mojo mi verga y el culo que estaba follando. Aquello parecía que no iba a terminar nunca. Su ojete seguía salpicándome. Aquello me superaba. Ya no sabía lo que hacía. Solté mis manos de las nalgas de Ángeles y abrí las de María. Esta dobló un poco la cintura y expulsó una cagada poco consistente pero muy abundante acompañada de sonoras ventosidades.

Ángeles se apartó de mí.

Lo has hecho bien cerdo. Me he corrido.

Debía ser cierto pero yo no lo había notado entretenido como estaba con el ojete de María.

Creo que ha llegado tu hora Marta.

Estas palabras de Ángeles cambiaron el rostro de Marta. Apareció su malévola sonrisa.

Ahora era María la que estaba arrodillada ante mí y me pedía que la jodiera como a una cerda.

Vamos cabrón hijo de la gran puta, demuestra que eres un verraco y no un pobre cerdo.

Mi verga penetró a María por el ojete. No costó mucho pese a que estaba muy gorda. Esta vez mis embestidas eran más fuertes que con la chica anterior. Ya no era dueño de mis actos. Solo la lujuria me dominaba. Sentí el calor interior de María y la lengua de Marta entre mis nalgas. Se había estirado boca arriba entre mis piernas y su boca me estaba lamiendo mientras yo follaba. Un pequeño temblor delató a María mientras se corría.

Ahora Miguel te toca joder a tu mujer. Como ves soy considerada. Te la he reservado para lo último.

Estas palabras de Ángeles sonaban al mismo tiempo cerca y lejos. Eran intemporales. Yo deseaba correrme con todas mis fuerzas.

María se retiró y Marta se estiró de espaldas debajo de mí, sobre los excrementos que habíamos expulsado los demás. Abrió sus piernas y me dijo:

Este es mi verraco. Quiero que mi verraco me joda. Me abra el coño. ¡Cerdo de los cojones a ver como te portas!

Nada me importaba salvo la jodienda.

La penetré en la posición del misionero. Me pegué a ella. La besé. Le acaricié la nuca. Los cabellos. Y mientras mi polla la embestía sentí como su vientre se convulsionaba en un estertor y a cada golpe de polla expulsaba un poco de mierda.

No tardé mucho en correrme y casi al mismo tiempo ella apretó, expulsó lo que le quedaba para terminar de cagarse, note como se corría, fue una corrida larga... muy larga... y al fin meó.

Quedamos exhaustos sobre la mesa los tres y al mirarnos una corriente de bienestar nos invadió.

¡Era el cerdo más feliz del mundo!