Angela - Amor imposible (1)

Por la diferencia de edades nunca pensé que se fijaría en mí, que equivocado estaba...

Su nombre es Angela y la conocí cuando ella tenía 22 anios, yo 39. Alta, delgada, blanca, de labios carnosos, mirada dulce, cabello castaño debajo de los hombros. De senos pequeños, pero firmes, pezón chico, como me gustan. Vientre plano con una pequeña protuberancia, propia de su edad y cintura estrecha. Pero su mayor atractivo, sus caderas, que enfundadas en esos jeans tan ajustados y aunado a su siempre sensual modo de caminar, invariablemente atraen la mirada de los de mi género.

Junten eso a una niña coqueta por naturaleza y tienes una verdadera bomba. Estaba por descubrir que tanta belleza tenía un atributo adicional como complemento perfecto. Es una caliente y le encanta coger. Como ella misma lo decía, “vamos a coger, no a hacer el amor”. Puro placer.

Nos conocimos casi por casualidad, trabajábamos en el mismo edificio, departamentos distintos. Por razones del proyecto que tenía a mi cargo, tuve que pasar algunos días en su área entrevistando a diversas personas.

Resultó que teníamos una conocida en común. En una ocasión me encontraba escribiendo un resumen de mis actividades y ella estaba cerca, dos pasos atrás de mí, hablando con alguien en el teléfono. Al colgar se me acercó y me pregunta:

  • Buenos días Ingeniero, tengo una amiga que lo conoce de su anterior empleo, se llama Estela y le manda saludos, dice que también conoce a su hermano.
  • Si, la conozco, me cae muy bien. Pues mucho gusto, me llamo Ricardo – y estiré mi mano para saludarla.
  • Yo me llamo Angela y si le puedo ayudar en algo, con todo gusto estoy a sus órdenes.
  • Muchas gracias.

Con ese saludo se marchó a hacer sus actividades y tuve la oportunidad de observar por primera vez ese trasero que llegaría a conocer muy bien.

Pasó el tiempo y nos saludábamos diariamente sin pasar a mas, con alguna breve charla cada cuanto hablando del trabajo y de nuestra amiga en común, Estela, una mujer de 32 años muy delgada pero con las proporciones adecuadas, quien luego me enteré y pude llegar a constatar, aunque no de primera mano, es aún mas caliente. Con Estela había habido algún coqueteo pero al cambiar de trabajo dejé de frecuentarla. Después me daría cuenta que fue lo mejor que pudo pasar, ya que no compartían novios, ex-novios o ex-pretendientes.

Un par de semanas después noté que pasaba con todos pidiendo algunos datos, yo seguí con lo mío hasta que me tocó mi turno:

  • Buenos días Ingeniero, me puede dar su teléfono celular ? – preguntó con su voz tan coqueta que la hacía mas deseable.
  • No – fue mi tajante respuesta y seguí con lo mío.
  • En serio no me va a dar su teléfono ?
  • En serio, mi teléfono es personal.

Se quedó parada asimilando mi respuesta con cara de no creerlo y respondió:

  • Mi jefe me mandó a pedir los datos de todos los del área y por eso se lo pido.
  • Después hablo con tu jefe al respecto. Además yo no pertenezco a esta área, solo estaré aquí unos días. – Dije confiado, conocía a su jefe y sabía que no habría mas problemas al respecto, si querían mi teléfono, tendrán que pedírmelo personalmente.

Se retiró sin creerlo y olvidé el tema. Después me enteraría que era la primera vez que un hombre le negaba su teléfono, estaba acostumbrada a que todos cayeran rendidos a sus pies y le dieran un dato tan simple como el teléfono en la esperanza de comenzar algo.

En aquellos días, yo aún estaba casado y lo que menos buscaba era problemas de faldas, además de que la diferencia de edades entre nosotros no me daba esperanza alguna y me conformaba con admirar su caminar y ese trasero cada vez que podía.

Otro día y después supe que en venganza por mi negativa a darle mi teléfono, estábamos platicando y me la regresó:

  • Ingeniero, ha visto el show “solo para mujeres” ?
  • No, pero se de que se trata
  • Pues usted estaría muy bien para el show
  • Tú crees ? – fue mi sorprendida respuesta, esto tomaba otro camino
  • Si, pero para el show “Solo para desesperadas” – y se de la vuelta alejándose

Sobra decir que me puso rojo, no solo del coraje sino de la pena, lo había dicho enfrente de todos los compañeros del área y algunos subordinados míos. Debo decir que no soy nada especial físicamente, blanco, poco mas de 1.80, muy delgado. No me considero muy atractivo, pero tampoco feo, al menos novias no me faltaron. Tampoco diré que estoy super equipado, 17 cm.

Después de esa escena, nos vimos un par de veces más, ya olvidado el episodio hasta que un día platicando me dice:

  • Bueno Ingeniero, me tengo que retirar tengo otro trabajo por las noches asistiendo a personas enfermas y ya debo irme.
  • Hasta donde vas ?
  • No muy lejos de aquí - y me dió indicaciones.
  • Si me esperas unos minutos te acerco, paso cerca de ahí, si quieres.

Ella iba a un lugar al norte de la Ciudad de México y me quedaba de paso camino a casa, a lo mucho de desviaría un par de kilómetros para dejarla y no me causaría problema, al menos eso pensé sin malicia alguna.. Que equivocado estaba

Aceptó gustosa mi ofrecimiento, así que después de guardar mis cosas y despedirnos de los demás nos fuimos a mi coche y emprendimos el camino, que tomaría unos 30 minutos.

Durante el trayecto platicamos de diversos temas y me platicó de su segundo trabajo, su familia y cosas triviales. La conversación fue derivando a temas mas personales hasta que sin mas me dice:

  • Estoy buscando un “amante estable”

En el momento me quedé de piedra. La invitación no podía ser mas directa. No podía creer que esta niña se estuviera fijando en mí. La fantasía de muchos hombres de mi edad, una amante de 22 años. Tardé unos segundos en reaccionar y la volteé a ver, ahí estaba, sentada a mi lado con su sonrisa tan coqueta y viéndome a la cara. Pude ver en sus ojos que no estaba jugando, era real su propuesta.

Finalmente pude articular un:

  • Y ya pensaste en alguien ? – inmediatamente me sentí estúpido, pero no se me ocurrió otra cosa que decir.

En ese momento nos acercábamos a su destino y me dió indicaciones de donde dejarla. Paré el auto y la volteé a ver, tenía los labios entreabiertos y le dije:

  • Sabes lo que va a pasar, verdad ?
  • Que va a pasar ? – fue su respuesta, acercando su rostro un poco a mí y abriendo sus labios.
  • Te voy a besar.

Nuestros labios se juntaron en un beso muy tierno pero profundo que duró un par de segundos. Nos separamos, nos miramos a los ojos y nos volvimos a unir en otro beso mas. Finalmente nos separamos, abrió la puerta del coche y se bajó y se alejó unos pasos. Yo me asomé por la ventanilla y en eso se detuvo, se volvió y nos fundimos en otro par de besos mas apasionados con ganas de no separarnos.

  • Gracias por traerme.

Y con eso se alejó y se metió al trabajo. La observé sin creer lo que acababa de pasar hasta que arranqué el auto y me fui a casa.

Eso fue el principio de algo increíble.