Angela

Mi primer relato. Una chica toma parte en un robo con inesperadas consecuencias...

"Buenas tardes"

Le sonreí al guardia de seguridad a la entrada del edificio, el cual solo respondió con una sonrisa y un pequeño movimiento de cabeza. Después de todo, casi cada día de los pasados dos meses había cruzado esa misma puerta para llevar su almuerzo a mi hermano mayor Eric, que trabajaba como técnico para una pequeña empresa de computo, armando y reparando PCs para ruidosos clientes que se pasaban opinando y sugiriendo toda clase de cosas aunque no tuvieran idea alguna de lo que hablaban, pero los cuales generalmente paraban para darme una mirada apreciativa. Con 18 años de edad, estaba en la flor de mi juventud, con hermosos ojos castaños y cabello largo, negro como el ala de un cuervo. Mi piel es blanca, pálida, la cual me hacia distinguirme de la tez morena de la mayoría de las muchachas de mi edad. Pero quizá mi más atractivo detalle es mi cuerpo, con sus piernas largas, caderas suavemente curvadas y pechos amplios y firmes, siendo fácilmente una copa D. Esa tarde llevaba puesto un vestido color verde que acentuaba mi figura.

Varios meses atrás, tuve una fuerte discusión con mis padres, aquellos con quien vivía acerca de la carrera que deseaba estudiar en un futuro cercano. Yo nunca he tenido una afinidad por lo monótono, así que cuando decidí estudiar arte mi padre, que deseaba que eventualmente estudiara derecho tuvo un arranque de furia, asegurándome que seria una total perdida de tiempo, un pasatiempo de niñas ricas que no necesitaban una profesión real para vivir. Aquello me dolió en lo mas profundo, dado que por un momento tuve las esperanzas de el me apoyaría en mi decisión... Después de todo, el hizo lo mismo la casarse con mi madre contra la voluntad de su familia. Pero como toda pelea, se dijeron muchas cosas que no debieron ser dichas y esa misma noche me encontré empacando mis cosas para salir del que fuera mi hogar.

Quizá fue una mala decisión, pero esperaba que Eric me diera un lugar para quedarme, dado que el se había independizado hace varios años, alejándose del yugo paternal para vivir una vida de soltero. A pesar de mis temores que la repentina noticia lo molestaría, Eric se mostró comprensivo e incluso alegre de que viviera con el, dándome un cuarto propio en su departamento que antes usaba como un pequeño almacén. Nos tomo todo un día, pero al anochecer tenia una habitación limpia y lista para ser habitada. Desde entonces, en una muestra de agradecimiento, comencé a hacer la limpieza y a cocinar, algo que se me da muy bien, y cada tarde le llevaba su comida, pero ese día me encontró a medio camino y sujetando mi brazo me llevo afuera desandando mis pasos, a un pequeño jardín que había al lado de edificio. "Siéntate Angela, quiero contarte algo." Su voz y rostro mostraban inquietud, así que solo asentí y tome asiento en una pequeña banca, mientras Eric rápidamente encendía un cigarrillo, tomado una bocanada antes de hablar. Estaba muy nervioso.

"Mira Angela, lo voy a decirte quizás te asuste, pero no debes decir ni una palabra a nadie, entendiste?"

"Si Eric..., pero que pasa?" Eric tomo asiento a mi lado y me miro a los ojos

"Tu sabes que tengo algunas deudas Angela, y mi auto es una porquería. Además, no te gustaría mudarte a un lugar mas grande?"

Esas palabras hicieron que me preocupara aun mas, pero solo asentí, no queriendo interrumpir.

"Mira Angela, durante un tiempo me he fijado en lo que mi jefe hace, y descubrí que todos los fines de semana deposita en un banco las ganancias de esa semana, pero mientras tanto las guarda en una caja de seguridad en su oficina, y ayer pude hurgar en su portafolios por un momento mientras salía, y vi la clave anotada en un papel..."

Mis ojos se abrieron de par en par al oír lo que Eric me sugería. Quería robar a su propio jefe? Vagamente, recordé al señor Trillo, un hombre de tez oscura ya mayor, gordo y algo calvo que aprecia siempre usar el mismo traje gris.

"El guardia de la noche siempre se va por varias horas a tomar unas cervezas, así que el lugar estará solo, y tengo llaves de casi todas las puertas. La cosa es que necesito ayuda, en caso de que tenga que forzar la puerta de su oficina, y para estar pendiente de que nadie nos atrape... Puedo confiar en ti?"

Por un momento me quede muda, no sabiendo que responder, pero sus ojos estaban clavados en los míos, casi como una cadena invisible que no me dejaba apartar la vista y decir lo que quería, lo que realmente deseaba: decir no y salir de ahí en ese momento, nunca mas tocando ese tema. Pero no pude, y solo susurre la palabra que eventualmente causaría todo lo que paso después.

"Si"


Mi cuerpo se estremeció y sentí sudor frió recorrer mi espalda cuando Eric rompió la cerradura con una habilidad que me asusto, mientras mi mirada recorría el piso desierto. Las palabras de Eric habían sido ciertas, y el guardia había desaparecido para no volver pasada la media noche, dejándonos entrar libremente con las llaves que mi hermano había consiguió. Los dos nos habíamos puesto ropa similar, jeans y una sudadera de color oscuro que protegían mi identidad como mujer, además de que había recogido mi cabello debajo de una gorra negra. Con suerte, nadie se daría cuenta de que fuimos nosotros. Estaba absorta en esos pensamientos cuando oí una exclamación, ya que Eric había abierto la caja. Dentro había mucho mas dinero del que los dos habíamos esperado. Rápidamente, sus los ojos brillando con codicia, mi hermano empezó a tomar el dinero y mecerlo en una pequeña mochila, y luego en sus bolsillos al tiempo que me hablaba en un tono severo.

"Que rayos haces ahí parada? Agarra el dinero antes de que nos vean"

Sobresaltada por la voz dura de mi hermano, de agache y empecé a meter el dinero en mis bolsillos, tan rápido que muchos billetes fueron aplastados y arrugados hasta que no cupieron mas. Aun seguía en esto cuando Eric salió rápidamente, diciéndome una grosería que no quiero repetir, para que me apresurara, y pronto corrí afuera de la oficina, apenas notando un ligero sonido de algo que caía y se quedaba atrás.

El resto fue muy rápido, y solo recuerdo que subimos a su auto que habíamos dejado estacionado a dos calles y pronto estábamos de regreso en su departamento, jadeantes y con el corazón latiendo furiosamente, pero a salvo. Rápidamente, como recordando lo que había pasado, Eric se disculpo por sus palabras groseras y me dio un abrazo diciendo que feliz estaba de que estuviera con él. Yo no puede hacer nada sino reír por unos momentos antes de que el separa, diciendo que tenia que ir rápido con un amigo para hacer una coartada en caso de que alguien le preguntara, y me pidió que escondiera todo el dinero en una bolsa y lo pusiera dentro de una vieja bocina con caja de madera, dejándome todo el dinero que el había tomado antes de salir rápidamente. Por un momento, pude respirar tranquila y hacer lo que Eric había ordenado, pero en el momento que saque el dinero de mis bolsas, mi corazón se paralizo con una horrible punzada del más puro miedo. Rápidamente, siéntenlo la angustia llenar mi ser, revise mis bolsillos en busca de mi teléfono celular, en cual había desaparecido, y entonces recordé aquel sonido cuando nos fuimos y supe que el teléfono se había ácido en la oficina. Presa de la desesperación, pensé en que podría hacer, y que podría pasar si alguien encontraba ese teléfono. Yo no quería ir a la cárcel, sin pensar en que me haría Eric si se enteraba que cometí tal estupidez, y sin esperar mas, salí como el rayo para regresar al edificio.


Por suerte, el guardia aun no regresaba de su parranda así que pude entrar de nuevo usando las llaves que Eric había dejado con el dinero y correr escaleras arriba para recoger aquella pieza de evidencia que podría arruinarme a mi y a mi hermano. Y tal y como pensaba, el maldito aparato estaba en el suelo de la oficina. Sintiendo un poco de calma aliviar mi agitado corazón, me di la vuelta para salir de ahí pero me quede congelada cuando vi la puerta que se habría, dejado entrar a alguien tal como una aparición... Era el señor Trillo, el gordo jefe de Eric, vestido con ese feo traje gris que no ocultaba su abultado abdomen, mirándome con maliciosos ojos negros.

Asustada, esperando que aun no me hubiera reconocido intente correr a su lado y dejarlo atrás, pero el viejo reacciono rápido como una serpiente y sujeto la gorra y mi cabello, dando un terrible jalón que arranco lagrimas de mis ojos y un grito de mis labios, mientras mi cabello caía libre sobre mi espalda como una cascada de azabache. Con una agilidad sorprendente para un hombre tan poco atlético, el señor Trillo me tomo de la muñeca y me arrojo contra el escritorio, acorralándome sin salida posible mientras susurraba a mi oído con una voz áspera, acompañada de un aliento con olor a cigarrillo.

"Maldita perra ladrona... creíste que no sospechaba lo que tu hermano trataba de hacer?... Tienes suerte de que no haya llamado a la policia aun..."

Yo no podía hacer mas que retorcerme e implorar que me dejara ir, siendo el mucho mas fuerte que yo, asegurando que le regresara su dinero de inmediato, pero loa única respuesta fue un repentino apretón cuando su mano derecha rodeo mi cuerpo y sujeto uno de mis pechos, estrujándolo tan fuerte que me hizo gritar. "P-por favor... deténgase... se lo suplico..." implore, pero el me ignoro, como si no escuchara mis ruegos.

"Tienes cara de niña, pero muy buenas tetas... Te había echado el ojo desde que empezare a venir perrita, con tus vestiditos y tu andar de inocente... pero yo se que eres una perra en celo y te gusta que te traten como tal..."

Su voz volvió a sonar junto a mi oído mientras que metía su mano dentro de mi pantalón, cubriendo y sobando con fuerza mi sexo, comprobando algo que me hacia sentir que moría de la vergüenza... ya que mi ropa interior, una breve tanga blanca, estaba húmeda debido a las rudas caricias del señor Trillo. En ese momento, algo cambio en mi. Quizá fue la certeza de que no había escapatoria de aquella situación o quizá el miedo que atenazaba mis piernas y nublaba mi mente. Como sea, deje de pelear y solo gemí una negativa mas, que solo lo impulso a seguir adelante.

"Mmmmmh... Por favor... no me toque... ahí... aaaah..."

"Te voy a tocar donde yo quiera pinche ladrona, crees que puedes robarme sin ser castigada..." El viejo gruño y empezó a quitarme la ropa mientas las lagrimas rodaban sobre mis mejillas. Forzándome a levantar los brazos, me saco a sudadera y la playera blanca que llevaba abajo mientras que desabrochaba mi brasiere con una habilidad que me sorprendió, ya que no imaginaba un hombre como el tendría muchas oportunidades de hacerlo. Con un tirón, me quito el bra, liberando mis redondos pechos que se mecieron en una manera preciosa, haciendo que el viejo se relamiera los labios. "Pero que buenas tetas tienes Angelita..." susurro mientras que sus manos cubrieron mis firmes pechos, blancos como la leche, apretándolos y moviéndolos en círculos, frotándolos uno contra otro y pellizcando mis pezones entre índice y pulgar para después jalarlos hacia arriba y dejándolos caer. Pero no me moví, ni intente huir de nuevo, solo deje que manoseara mis pechos haciéndome gemir de placer y dolor por varios minutos hasta que detuvo, solo para levantarme sobre el escritorio.

Antes de que lo notara, el viejo jalo los tenis que traía puestos y luego las calcetas blancas, arrojándolas sobre el pequeño monto de ropa que se estaba formando al lado del escritorio. Pronto, mis jeans fueron aventados también mientras sus dedos jalaban mi tanga, enganchando los lados como garras mientras yo intentaba sujetarlas en un ultimo gesto de desesperada defensa. Pero no sirvió de nada ya que el viejo era muy fuerte y en instantes me encontraba completamente desnuda sobre la fría madera. Tal vez me veía hermosa tal y como estaba, ya que podía ver la clara agitación en el señor Trillo mientras me comía con la mirada, recorriendo con sus negros ojos mis largas piernas, mis redondas caderas y tierno sexo perfectamente rasurado, la curva de mi vientre y las grandes copas de mis pechos. Jadeado, se abalanzo sobre mi como un lobo hambriento, levando una de mis piernas para besarla y lamerla, desde los pequeños dedos de mi pie hasta el interior de mi muslo causando que mas gemidos escaparan de mis labios... Pero el viejo era malvado y sabia que excitada estaba, así que deliberadamente ignoro mi sexo, tan necesitado de atención y en cambio empezó a besar mi vientre, lamiendo mi ombligo, mientas acariciaba los labios de mi sexo con la yema del dedo índice, de arriba a abajo.

"MMmmm....n-nooooo..." gemía, aunque mi espalda se arqueaba en una ola de placer que recorría mi cuerpo desnudo mientas mi respiración aceleraba y mis caderas se levantaban para encontrar su dedo. Era posible que estuviera tan excitada por culpa de un viejo que bien podía estar violándome?... Esas ideas recorrían mi cabeza en una confusa tormenta mezcla de placer, morbo y miedo mientras oía hablar al viejo, que seguía besando mi joven piel y cosquilleándome con su ralo bigote gris.

"Eres una putita preciosa, ladrona, pero aun no estas completa..."

Y diciendo esto abrió un cajón de su escritorio y saco un objeto que hizo que mis ojos se abrieran de par en par... Un collar y una correa negra, de perro, lo que me hizo sospechar que yo no era la primera en estar a su merced. Sosteniéndome del cabello, puso rápidamente el collar alrededor de mi cuello, dándole un suave tirón para comprar que estaba bien puesta antes de continuar su asalto en mi cuerpo, frotando mi entrepierna y abriendo mis labios para que el frió aire de la habitación acariciara mi sexo. Para ese momento ya no podía mas, necesitaba que me montaran, que me tomaran con fuerza y me hicieran gemir como la perra que descubrí que podía ser. El fuego de la lujuria me consumía sin piedad y el viejo lo sabia.

"Muy bien... eres toda una ladronzuela sumisa... pero se que quieres mas... dime que quieres perra..."

"Aaah... por favor...su miembro..."

"Donde perrita... dime donde..."

"Aquí...por favor... se lo suplico.."

Susurre y abrí mis piernas lo mas que pude, ofreciéndome como nunca antes lo había hecho, como jamás pensé que lo haría. Y el viejo respondió rápidamente, abriéndose el pantalón para soltar su impresionante erección, un pené grueso y oscuro rodeado de una mata de pelos grises. "Si perrita, justo ahí..." y entonces me monto.

Su ataque fue rápido y duro, haciéndome gritar de dolor cuando me penetro con fuerza tal que de nuevo saco lagrimas de mis ojos, pero pronto el ardiente dolor cedió paso a una indescriptible ola de placer acentuada por cada vez que el viejo me embestía, haciendo que el escritorio crujiera y se agitara con el poder de sus movimientos mientas mis pechos se bamboleaban de arriba abajo con el ritmo de mis caderas. Ya que poco a poco, empecé a mover mi marfileño cuerpo al mismo ritmo que el me penetraba, logrando un jadeo por parte de mi abusador que fue contraatacado por sus fuertes manos que sujetado mis pechos de nuevo, apretándolos en círculos como si fueran agarraderas para tomarme con mas fuerza

"Dime perrita... quien es tu dueño...de quien eres esclava..."

"Aaaaaahn... mmmmh... s-suya...solo suya..." gemí desesperadamente "N-no se detenga.."

Mi voz estaba ebria de placer y morbo ante aquella situación, completamente desnuda sobre un escritorio, siendo tomada por un hombre con mucho mas que el doble de mi edad. Podía sentir el collar alrededor de mi cuello, la áspera tela de su traje contra mi suave piel, sus dedos agasajándose con mis pechos y por fin sus labios contra los míos, besándome salvajemente y frotando su lengua contra la mía, que respondía con igual pasión. No sabia si era cielo o infierno, pero no quería que parara jamás... Pero el timbre de mi celular me saco de aquel trance y aparentemente hizo lo mismo con el viejo, que se detuvo al instante.

"Que no vas a contestar perra? Anda, contesta!" Me grito con una malévola sonrisa, mientras me daba la vuelta a la fuerza, dejado mis pechos apretados contra el escritorio y mi trasero en alto ya que me apoye solo en la punta de mis dedos. "Que contestes te digo!" se rió, dándome una nalgada tan fuerte que dejo su mano marcada en mi piel. Jadeante, apenas si capaz de hablar, conteste el teléfono para escuchar la voz de Eric, llena de preocupación.

"Angela, donde diablos estas?!"

Iba a contestar pero el viejo sujeto mis nalgas y las abrió, penetrándome de nuevo para hacerme gemir.

"E-stoy....aaaaaah...en...el...nnnnnnhg...edificio..." Logre articular mientras mi abusador seguía embistiéndome sin pausa.

"Que haces ahí?! Sal rapido!"

Pero las palabras de mi hermano no fueron escuchadas solo por mi, ya que el señor Trillo jalo la correa para poder hablar a mi oído mientras comenzaba a darme una nalgada tras otra. "Dile que estas haciendo perrita..." y me soltó, solo para seguir cogiendome sin piedad.

"T-tu... aaaaaaah...j-jefe...me....mmmmmmmhhhhh!"

Grite, ya que cada vez que intente hablar, el viejo me nalgueaba y embestía con fuerza evitándome hablar. Hizo eso varias veces mientras la alarma de mi hermano crecía cada vez mas.

"Mi jefe?! Estas con el! Que pasa?!!!"

"M-me...mmmmmmh...esta.... cogien...mmmmh....do..."

Pero antes de que pudiera oír su respuesta el celular me fue arrebatado, pero no me importo ya que estaba feliz de poder disfrutar el placer que inundaba mi cuerpo de pies a cabeza, y casi no oí la conversación que tuvo lugar mientas me montaban como a una puta.

"Oyes eso? Me estoy cogiendo a tu hermanita pinche ladrón, y que vas a hacer al respecto? Si llamas a policía, a ver como explicas todo lo que te robaste... además, no oyes como le gusta?" Trillo hablo mientras acercaba el teléfono a mi rostro para que Eric oyera mis gemidos de puro placer. "Y me la voy a coger toda la noche como a ella le gusta, entendiste cabron?"

Pero Eric no respondió, y supe que tal como me paso a mi, su voluntad se estaba quebrando bajo la odiosa voz de ese hombre.

"Pero te diré que... déjame a tu hermanita, que se venga a vivir conmigo por un tiempo... y te dejo quedarte el dinero"

"No la lastimaras?..." oí decir a mi hermano, envuelta en una nube de placer ya que mi orgasmo se acercaba con cada vez que el viejo me penetraba con su miembro duro como acero.

"No, te prometo que le encantara como la puta que es... es un trato?"

Mi espalda se arqueo de repente, haciendo que mi cabello se agitara como una cortina de negro azabache mientras mi pálido cuerpo temblaba en el mas intenso orgasmo que jamás había sentido, llenándome de una sensación tan poderosa que mis gemidos se convirtieron en un grito del mas ardiente placer que solo fue interrumpido por las palabras de mi hermano.

"Acepto"

...Continuara