Ángel travieso 1

Angélica es una niña traviesa, seduciendo a su ex padrastro, su ex tío y a su ex primo. Síguela mientras que ella lleva un miembro de la familia tras otro a su cama para algo de rudo, sexo duro.

Antes que nada quisiera decir que esta historia no la escribi yo, la colgue aqui porque me gusto mucho y queria que otros tambien la leyeran...

Papi me atrapo en la cama con Jeremy Dettling, siendo follada en el culo y hablando sucio. Para hacer las cosas peores, estaba, por supuesto, llamando a Jeremy “Papi”. Porque, si, tengo totalmente algo por mi padrastro. Y no es como que haya crecido con él o nada. Él fue mi padrastro por todo un año y se la paso viajando con mamá todo el tiempo.

Mi coño chorrea por él. Duro. Lo quiero en mi culo, mi boca, mi coño, entre mis pechos. Si cada parte de mi cuerpo puede ser follada, lo quiero haciéndolo.

Así que Jeremy está follándome profundo, arrodillado, con el trasero en sus talones y estoy simulando la posición, descansando en su regazo, su polla dentro de mí. Él empuja bien y lento, estirándome, asegurándose de que cada rincón este lleno con su polla.

—Joder, Papi. Dámelo.

Él retrocede, sacando un poquito antes de enterrarse duro, sacudiendo mis pechos. Recargo mi cabeza contra su hombro, tomándolo todo.

—Una sucia pequeña zorra, siendo follada en el culo por su papi. —A Jeremy no le molesta jugar mis juegos. Lo excita. No tanto como a mí, pero le gusta follarme así que me sigue la corriente.

Mi coño chorrea, jugos goteando por mis muslos, mis dedos encontrando mi clítoris con facilidad, y circulo la pequeña protuberancia. Vuelta y vuelta, arrastrando mi placer más alto.

Él lo saca un poco más y golpea dentro de nuevo, una de sus manos acercándose para pellizcar un pezón. La otra agarra mi hombro, enterrándome en su polla, dándomelo más fuerte. Me levanto un poco, dándole más espacio para follar mi hoyo trasero.

Estoy tan apretada allí atrás, apretándolo, y me deleito en el sucio, lo prohibido, arañando sentimientos a través de mi cuerpo.

—Follame, más fuerte Papi. Tu sucia zorra quiere más.

Jeremy se aprovecha del espacio, inclinando y elevando sus caderas, enterrando esa gorda polla en mí una y otra vez, dando y tomando. Su aliento es pesado en mi oído, esas palabras sucias incitándome.

—Mi puta. La puta de Papi. Mi zorra-de-semen. —Su voz es un gruñido grave, lavando sobre mí.

Mi coño se aprieta fuerte, estremecimientos de placer oscilando a través de mí, diciéndome que mi orgasmo está cerca. Los temblores en mi coño traen mis nervios a la vida. Lo quiero, lo imploro como mi siguiente respiración. Estoy saltando en su polla, su eje se siente como si creciera dentro de mí, mas indicios de dolor poniéndome más caliente, más necesitada.

—Follamefollamefollame...

Jeremy gruñe, incrementando su paso,

Tómala. —Brutales golpes y el ruido de la húmeda carne golpeando en guerra con el sonido de nuestros pantalones. —Tómala toda, perra.

—¡Ah! —Mi coño se aprieta más fuerte, las paredes cerrándose sobre la otra, placer emanando de mi coño, llenándome de calor la cabeza, subiendo a través de mi ser entero, bombeando en mis venas, robando mi aliento en ese momento. Mi corazón tartamudea, golpes tropezando y tropezando mientras que el éxtasis se filtra en todos los poros. Dios, es como si mi propia sangre estuviese caliente y quemándome de dentro para fuera.

Él bombea dentro de mí, una, dos y otra vez antes de que se congela, su polla dura y profunda, pulsando en mi canal. Sé que se está viniendo. Yo hice eso. Yo. Mi culo. Mi hoyo.

La sola idea envía otro escalofrío a través de mí, réplicas de mi orgasmo hierven sobre mí y me estremezco, mi corazón enlenteciendo, mi respiración volviendo a la normalidad una vez más.

—Maldita sea, Angelica. —Su voz es un susurro bajo.

Jeremy le da a mi pezón un último pellizco y luego se desliza detrás de mí, empujando entre nuestros cuerpos. Probablemente para sostener el condón puesto mientras se retira y me dejo caer hacia adelante a mis manos y rodillas gimiendo por la pérdida de su polla.

Amo las pollas. Ser llenada por ellas. Saborearlas.

Mis ojos han estado cerrados todo el tiempo, imaginándome a mi padrastro detrás de mí, llenándome, follándome hasta que no pueda respirar. Los abro y ahora mi corazón no está tartamudeando, no está congelando en mi pecho, no palpitando, no está haciendo ninguna maldita cosa. He muerto. Justo aquí en la cama, con las tetas colgando, bien follada y conmocionada más allá de lo imaginable.

Tengo dieciocho. Una adulta. Una adulta tanto como le concierne al gobierno.

Pero ahora mismo, mi mirada está pegada a mi padrastro. En carne y hueso. Él está sin camisa, como siempre cuando está en casa, y viéndome. Su expresión es una mezcla de sorpresa y algo que jamás he visto antes.

Un gruñido estrangulado viene detrás de mí y me imagino que Jeremy debe de haber obtenido una vista de mi padrastro.

La verdad es que él ya no es mi padrastro. Ha estado divorciado de mi mamá por años y estoy viviendo en su casa de piscina después de mi más reciente altercado con ella. Pero ella es una ardiente cougar

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, lo que significa que mi padrastro tiene solo, como, treintaicinco. Un realmente ardiente treintaicinco.

Y aun lo presento a mis amigos como mi papá. Bueno, es porque me excita.

—Sr. Morelli, yo...

Su cara se oscurece, un rojo intenso pasa a través de sus características y la vena en la sien está palpitando. No es una buena señal.

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Se refiere a mujeres mayores que sienten atracción por hombres menores, un ejemplo es

Demi Moore.

Jalo mi manta a mi pecho, cubriendo mí desnudo cuerpo cubierto con sudor con el frio material.

—Fuera. —Una palabra, rugió entre sus dientes apretados.

No es bueno.

Necesito recordarme a mí misma que soy un adulto. Bien. Algo así.

Jeremy no parece necesitar que se lo digan dos veces. Él salta de

mi cama, arrebatando su ropa del piso antes de deslizarse al lado de Luca, sus cuerpos no tocándose.

Luca Morelli. Incluso su nombre es sexy. Mamá siempre tuvo buen gusto en hombres. Luca, mi propio semental italiano. En mis fantasías, de todas formas. Él es alto y fornido. Su olivácea piel bronceada me atrae con su pelo negro medianoche y esos ojos café oscuro. Yum.

Por supuesto mis fantasías no están realmente sucediendo ahora mismo.

Porque en mis sueños, el me atrapa y me toma, haciéndome olvidar a cualquier otro hombre. De verdad he estado leyendo demasiadas novelas románticas.

En serio.

Solo nos miramos el uno al otro, mi mirada de ojos azules atrapada en la suya café. Apenas estoy respirando, esperando por lo que va a decir. Sé que él no es mi “verdadero” papá. Ese tipo se fue hace mucho. Pero no me gusta decepcionar a Luca, y estoy imaginando que siendo follada en la casa de la piscina y llamando al chico

Papi

podría ser un poco excesivo para él.

Él siempre me pareció como un chico del tipo misionero. No significa que lo desee algo menos. Si me diera la oportunidad, me acabaría acostumbrando a estar en mi espalda todo el tiempo. Valdría la pena por poner mis manos sobre él.

Finalmente, después de lo que se siente como quince minutos haciendo tictac, él habla.

Demonios, Ángel. —Él pasa una mano por su cabello, desordenándolo, haciéndolo lucir incluso más ardiente con las hebras despeinadas sobresaliendo.

— ¿Qué voy a hacer contigo? —él gruñe y mi coño responde, apretándose, sufriendo por ser llenado. Amo ese gruñido, ese profundo timbre en su voz.

— ¿Fóllarme? —No puedo evitarlo. Ya estoy jodida, en una forma no linda, bien podría ir por todo.

Luca gime, deja caer su cabeza contra la pared y cierra sus ojos. —Ángel.

La manera en la que dice mi nombre llega a mí. La profunda ondulación de su voz, la forma corta de Angelica. Soy su Ángel. Tan traviesa como soy.

—¿Papi? —Mantengo mi voz suave, pequeña, esperando tentarlo.

—Angelica, no podemos. Hemos hablado sobre esto.

—Pero...

Deja escapar un suspiro, duro y rápido.

Necesitas dejar de levantar chicos al azar, Ángel. Te vas a meter en problemas y-

Me arrastro un poco hacia delante, moviéndome en mis rodillas.

No pasaría si te tuviera. Solo te lo haría a ti.

Una de sus manos se retuerce, sacando mi atención de su cara a sus caderas. Estoy embelesada, viendo mientras él la lleva a su creciente, palmeando su polla. Y puedo ver el bulto allí, esperando por mí. Mi boca. Mis manos.

Lamo mi labio inferior, mi boca haciéndose agua.

Luca...

He hecho cosas como estas, siendo atrapada, desde el momento en que me mude en mi cumpleaños número dieciocho. Seis meses he caminado por la casa principal en prácticamente nada, yaciendo por la piscina en incluso menos. A veces incluso con las tetas al aire, excusando mi desnudez diciendo que no quería líneas de bronceado en mis tetas. No puedo tener líneas de bronceado

—Solo yo, Ángel.

Mis pezones se ponen duros, mi coño cremando, poniéndose más húmedo con la mera idea de que él está cediendo. Incluso un poco. Hasta que tenga su polla en mí, no estoy asumiendo nada.

Abro mi boca, susurrando, no deseando romper el hechizo. —Solo tú.

Él da un paso hacia adelante, esa normal entrada pedante, atrayéndome como polilla a la fama. Bajo la manta, exponiendo mi cuerpo a su mirada. Debería ser familiar para él ahora, pero sus ojos se abren, su lengua se desliza para humedecer sus labios. Luca luce hambriento, necesitado. Su palma no se ha alejado de su erección, su mano deslizándose arriba y abajo, ropa separando piel de piel.

—De cualquier forma que desee.

Asiento.

De cualquier forma. —Él no puede hacerme nada que no haya hecho ya con chicos que levante de bares.

—Lo que sea que quiera.

—Sí. —Dos pies nos separan, mi mirada clavada en la de él.

No me muevo. No puedo. Estoy asustada de moverme. No quiero asustarlo, saltar sobre él y follarme a mí misma con su polla.

—Estoy limpio. Nunca he follado sin un condón, pero voy a correrme en ti, Ángel. Eres mía.

Me vengo. Allí mismo. Mi coño solo explotando jodidamente en placer y no puedo detener los escalofríos, los temblores y la maldita alegría que se vierte a través de mí. Gimo y dejo caer mi culo en mis tobillos, monto el aire por un momento, pinchando mi pezón para prolongar el placer un poco.

—Tuya. —Levanto mis caderas, dolorida. —Soy solo tuya. Nada entre nosotros. Nada.

No puedo evitar mi reacción. Soy un animal sexual. Palabras, miradas, cuerpos... todo me excita. Con los ojos cerrados, no veo la palmada venir, no podía imaginar que Papi reaccionaría de esa forma. Él golpea mi coño, su palma conectando con mis labios inferiores, su palma chocando con mí sensible piel.

Abro mis ojos y grito.

¡Joder!

Él aleja el dolor con caricias y continúo balanceando mis caderas, robando un poco más de placer de su toque, jadeando mientras mi excitación se levanta más alto.

Si... —Trato de apretarme en su mano, moler contra él, pero él solo golpea mi coño otra vez, una rápida, palmada aguda seguida por toques tiernos.

—No. Es mío. Tu cuerpo es mío. Toma lo que te doy. Eres mi traviesa niñita, ¿no es así?

Lloriqueo. Él es tan fuerte y dominante. Él es de esa forma en la vida diaria, pero él también es bastante estirado. Había asumido que sería de esa forma en la habitación también. Estoy más que gratamente sorprendida por esto.

—Sí, Papi. —Él empuja mis muslos más abiertos, mis labios inferiores separándose con el movimiento y soy premiada con una palmada incluso más fuerte que antes, su palma chocando con mi necesitado clítoris. — ¡Papi! —No puedo evitar el chillido, el grito mientras mi cuerpo responde. — ¿Por favor?

¿Puedes correrte de esta forma? ¿Soltar tu crema por toda mi mano?

Lamo mis labios. Quiero decir sí, pero... —No lo sé. ¿Por favor?

Luca acaricia mi coño suavemente, toques como de pluma. — ¿Nadie ha azotado este bonito coño? Prácticamente estas gritando por un azote, ¿no es así?

No puedo oír nada excepto el golpeteo en mis oídos ahora, sensaciones abrumándome, dominando y chocado alrededor de mí. Él alterna entre toques tiernos y agudas palmadas, sucias, sucias palabras lavando a través de mí. Volviéndose más obscenas con cada momento que pasa.

El sonido de piel contra piel prácticamente hace eco en las paredes. No los sonidos apresurados de una húmeda follada. No, son tirantes, agudos y confiados golpes contra mi coño. Luego esta esa abrumadora presión allí, la parte plana de sus dedos estrujando mi clítoris, presionando fuerte y temblando de ida y vuelta.

Más rápido que las alas de un colibrí lo frota, rasgando mi orgasmo de mí, arrojándome de excitada a estallando en menos de dos latidos.

—Córrete en mi mano, niña. Ahora. —Su boca está al lado de mi oído, cálido aliento abanicando sobre mi piel, y no puedo dejar de escuchar, romper contra su mano y llorar su nombre.

— ¡Luca!

Estoy esperando a que fuera más despacio, que el placer menguara un poco como la mayoría de los hombres con los que he estado. Me dejaron que baje antes de empezar de nuevo.

No Luca. Aun cabalgando la ola, golpea mi coño.

—Una vez más.

¡Paf!

—Córrete puta sucia.

Toma mi pelo, tirando mi cabeza hacia atrás y se frota la cara contra mi cuello, una barba ligera rascando mi piel. Una última bofetada y me vengo otra vez, chorreando sobre las sábanas, mi coño sufriendo espasmos, y estoy más allá de las palabras, sólo gritos y sollozos, y no sé qué camino es hacia arriba. Yo simplemente sé blanco caliente, puro placer y la forma en que me abruma, se apodera de mi cuerpo.

Entonces me estoy inclinando hacia atrás, tiernas manos me acarician, me calman, me abrazan cerca y me ponen en la cama, dulces palabras llenado mis oídos y trayéndome de vuelta al presente.

—Tan hermosa, mi ángel. Angelito de papá.

El cambio de sucio éxtasis a toques tiernos me deja tambaleándome, incapaz de encontrar el suelo bajo mis pies.

—Como una buena chica.

— ¿Luca?

Estoy mirando a sus ojos, con su mano ahuecando mi mejilla, una pequeña sonrisa jugando con los bordes de sus labios. —Te gustó eso, ¿verdad?

Se desliza una réplica sísmica a través de mí, con los ojos medio cerrados a la deriva. —No tienes ni idea.

Roza sus labios con los míos, el más mínimo asomo de conexión y la primera que hemos compartido. Una vez más, me acaricia, su boca cerca de mi oído. —Esto es como va a ser en ocasiones, Ángel. Puedo ser dulce y puedo ser duro. Tienes que decidir ahora si puedes manejar eso.

Gimo, sus manos dibujando círculos alrededor de mi pezón. —Sí. Oh, mierda, sí.

Luca da suaves besos en mi cuello, acariciándome con su mano, viajando a lo largo de mi cuerpo, explorando como si fuera una nueva tierra. Suave y sensual, inspecciona cada centímetro de mi cuerpo desde la clavícula hasta las caderas. Es entonces cuando me quedo sin aliento, su aliento húmedo abanica sobre la carne caliente de mis desnudos labios inferiores.

Él empuja mis piernas, insinuando colocarse entre mis muslos, sus rodillas separándolas aún más. Miro, traspasada, como él deshace el botón de sus pantalones vaqueros, baja la cremallera muy lentamente, exponiendo más y más piel a mi mirada. El pelo negro que va desde el ombligo, el rastro del tesoro, se extiende en las profundidades debajo de sus pantalones. Quiero trazar esa línea con mi lengua. Mojo mi labio inferior y observa el movimiento.

—Muy pronto, nena. Simplemente todavía no.

Gimo, queriendo sólo una pequeña probada.

La polla de Luca se levanta entre las solapas con cremallera abierta de sus vaqueros, me tienta, una pequeña gota de líquido pre-seminal se pega a la punta. Él se acerca y libera su polla y bolas, poniéndolas al aire y permitiéndome conseguir la primera buena mirada de su pene.

Joder, pero es largo, gordo y grueso, caliente y duro para mí. Como si se supiera que está a punto de ser recibido en el paraíso. Mi

coño está listo para él, húmedo y con ganas. Quiero ser estirada y llenada por él, follada largo y duro.

Él acaricia su pene desde la raíz hasta la punta. Miro, bebiendo cada movimiento que hace, aprendiendo cómo le gusta que lo toquen. Su agarre es seguro y fuerte, subiendo y bajando a lo largo de su longitud, con las gotas de líquido pre-seminal como lubricante.

Quiero probar lo tanto que se me hace agua la boca.

— ¿Lo quieres?

Asiento con la cabeza, desesperada.

—Suplica.

Una palabra. Toma una palabra y me desmorono. —Por favor, papi. Follame. Seré una niña buena. Tan buena. —Abro mis piernas más ampliamente, mis rodillas caen abiertas y exponen todos mis secretos para él. —Me duele mucho. Haz que se sienta mejor. ¿Por favor? —Oscilo mis caderas, hacia arriba y abajo, fingiendo que lo estoy cogiendo con las manos en mis pechos, los dedos pellizcando y tirando de mis pezones. —Lo necesito tanto.

Luca se inclina sobre mí, la longitud de su polla se frota contra mi coño expuesto, deslizándose sobre mis labios desnudos, la delicada fricción enviando fragmentos de placer a través de mí. Él pone sus manos a ambos lados de mi cabeza, su mirada aburrida en los míos mientras flexiona las caderas, desliza su polla resbaladiza a lo largo de mi raja dolorosamente lento. Una pulgada arriba, una pulgada hacia abajo, moviéndose y deslizándose. La cabeza de su polla captura en mi hinchado clítoris, más sensibilizado. La presión en la frontera en el dolor, pero es un dolor que anhelo.

—Folla a tu pequeña puta, papi.

Él sonríe, con pasión creciente. Levanto mis piernas para poder encajar los talones en el culo revestido de jean. —Eres una zorra, ¿no es así?

—Tu puta, Luca. Sólo tuya.

El empuje es tan repentino, tan inesperado, grito cuando me llena, arqueo la espalda y agarro sus hombros. No puedo averiguar si

lo quiero más cerca o alejarme a rastras. Se estira y me llena, dolor cortando mi coño, la quemadura casi insoportable. Una mano agarra la coyuntura del hombro y el cuello, sosteniéndome cautiva, no me deja mover de su agarre.

—Mía. Tómalo. —Empuja hacia adelante aún más y no puedo creer todo lo de él que todavía no está en mí. —Toma. —Golpe. — Tómalo.

No puedo respirar. Es demasiado y no lo suficiente. —Más.

—Eso es todo. —Agarra mi hombro y me da el resto, su pubis contra mis labios, sus bolas en mi culo. Ya lo tengo.

—Joder, papi. —Lo jalo hacia abajo, capturando sus labios con los míos, vertiendo toda mi pasión en el beso. Lamo, saboreo y lo muerdo, gimiendo en nuestra conexión. Él saca su polla un poco y la empuja de nuevo a casa, el calor remitiendo y rápidamente convirtiéndose en placer puro y sin adulterar. Abro la boca, la lengua quieta, sólo compartiendo mi aliento con él, jadeando.

—Más. —Susurro contra sus labios, respirando en él.

Luca me libera y se sienta sobre sus talones, me tira hacia arriba hasta que mi culo se sienta en la parte superior de sus muslos, su polla todavía en mi coño. Manos fuertes agarran mis piernas y me tiran más arriba, pinchándome con su polla gorda.

Él retrocede y golpea fuerte de regreso, haciendo que todo mi cuerpo tiemble, mis tetas rebotando. — ¿Así, mi niñita?

—Más duro, papi. Más. Folla mi coño.

Sus manos se tensan y luego me folla en serio. Pistoneando su polla dentro y fuera de mi coño como un martillo automático, toda la cama está temblando, mis pechos balanceándose con cada golpe. Es una follada dura y sucia, mi coño apretando y cremado en todo su pene, sus bolas golpeando contra mi culo.

Luca cambia su agarre, una parte va a la cadera, los dedos clavándose en mi carne. —Estoy follando. —Bombeo. —Mi jodido. — Golpe. —Coño. —Empuje.

Llego entre mis piernas, mis dedos encontrando mi clítoris con facilidad, pero aleja mi mano, su pulgar de tomando mi lugar, empujando y presionando con fuerza.

Me agarro a las sábanas, espalda encorvada, tomando lo que él me da. Echo la cabeza hacia atrás, mi cuerpo tenso como un arco, incapaz de pensar más allá del placer que corre por mis venas, tomando cada centímetro de mí.

Su pulgar rodea mi clítoris, más rápido y más rápido con cada bombeo, presionando y acariciando mi manojo de nervios, tocándome como un instrumento.

Nunca me han follado de esta manera. Nunca. Los chicos de secundaria tienen la energía para jugar al fútbol durante horas, pero nunca follan pasado unos minutos. Los chicos mayores piensan que saben qué demonios están haciendo, pero es sólo el hecho de que la resistencia de viejos los ha puesto al día con las actuaciones de dormitorio.

No. Luca me folla como un animal y sabe qué coño está haciendo. —Eres mi puta, ¿no es así? De nadie más sino mía. Dilo.

¿Hablar? No puedo respirar. —Tuya. Tu puta, tu perra. Toda tuya, papi.

Él aprieta mi clítoris y me voy, todos los músculos apretando hasta que me siento como si me romperé a la mitad. No puedo averiguar si se trata de placer o dolor, o una mezcla de ambos, pero no puedo mantener mi boca cerrada, no puede detener el grito construyéndose en mi pecho o el sollozo que se desliza por mi garganta. Los temblores no se detienen, no decaen. Sólo siguen fluyendo a través de mí como la lava, caliente y espesa.

Luca se suelta de mi coño y lloriqueo, pero dentro de un momento, me voltea a mis manos y rodillas, moviéndome como un muñeco de trapo, y se sumerge de nuevo en mi coño, el ritmo rápido retornando.

Una de sus manos agarra mi hombro, la otra se enreda en mi pelo, tirando de mi cabeza hacia atrás. Su agarre le permite tirar de mí en cada una de sus embestidas y me siento como si estuviera tratando de meterse en mí.

Nos movemos juntos, los cuerpos conectados, ambos alcanzando y subiendo hacia la terminación. No me llevará mucho más tiempo, sus embestidas feroces y la mordedura del dolor en mi cuero cabelludo se mezclan para convertirse en una ola bruta de felicidad, rompiendo y golpeando contra mi piel.

—Tu maldito coño es mío, Ángel. —Sus caderas están golpeando contra mi culo, golpeándome. —Mío.

Su aliento está viniendo en jadeos cortos, aumentando el ritmo, se mueve más rápido y más rápido. Estoy llena y fijada, no puedo hacer otra cosa que tomar lo que me da, disfrutar al estar repleta de esta gruesa polla.

Joder, me encanta.

—Córrete en mi coño. Por favor, Luca. Córrete por mí.

Se estrella contra mí una y otra vez, cortos, empujes superficiales y se siente como si se hincha dentro de mi coño, un toque de estiramiento antes de que finalmente ruja, juntas sus caderas a las mías, nuestros cuerpos se mueven como uno solo. Él no se desliza libre de mi calor, meciéndose conmigo, exhalando en ráfagas rápidas mientras ralentiza nuestro movimiento.

Luca desliza su mano libre de mi cabello y libera mi hombro, con las palmas rozando mi espalda mientras se mueve para inclinarse sobre mí. Él acaricia mis caderas, ambos meciéndonos hacia adelante y hacia atrás, recuperando el aliento, bajando de nuestra altura.

Su semen se desliza en un camino mojado por mis muslos, recordándome el hecho de que no hay nada entre nosotros. Esta es la primera vez que lo hago sin condón. Nunca.

Y lo quiero de nuevo. Cada día. Dos veces al día.

Se está ablandando en mi coño, relajándose después de nuestra furiosa follada. No quiero ponerlo en libertad, quiero que se quede conectado a mí. Pero sale fácilmente de mí y cae en la cama. Su brazo se desliza alrededor de mi cintura y me tira cerca, metiendo mi cabeza en su hombro, tirando de mi pierna sobre su cadera y acariciando mi cara externa del muslo. Me acurruco,

frotando mi coño lo largo de su pierna todavía vestida de jean. Dios, ni siquiera se desnudó.

Besa mi sien, labios persistentes. —Vamos a ir lento próxima vez. Lindo y dulce.

Yo tarareo contra su pecho, cepillando mi mejilla a lo largo del cabello grueso salpicando sus pectorales. No creo que pueda hablar por el momento.

Su toque vaga hasta mi trasero, apretando el globo, amasando la carne. —Tú eres mi angelito travieso, ¿no es así?

Asiento con la cabeza y sacudo mis caderas contra su muslo, disfrutando el bruto rasguño de los pantalones vaqueros contra mi coño. Ya estoy lista para ir otra vez, lista para lo que él quiera tirar en mí camino.

Luca aprieta su puño, extiende mis mejillas y la punta de sus dedos rozan mi agujero posterior. —Por lo menos, hasta que pueda conseguir que tu tío Domani se nos una.

—Oh, papi... por favor. —Porque, sí, yo no soy ángel... Yo soy su angelito travieso.