Angel salvador

Abogado, madre y esposa no pueden evitar la naturalidad del sentimiento hacia tu angel salvador...

Ángel Salvador

Todo comenzó el día que cometí una infracción por despistada y terminé encerrada en un calabozo como castigo por la ofensa. Como abogada que soy no acepto el chantaje ni tener que pagar por violar la ley. Mi castigo fue por doce horas de detención, las cuales parecieron toda una vida.

La primera vejación es al llegar a la Comisaría en donde luego de reseñar todos mis datos, soy trasladada a un pequeño cuarto donde una oficial gorda y sudorosa me manda a desnudar completamente. Empiezo a protestar y la gorda solo me dice que es procedimiento. Ella tiene que asegurarse que no llevo armas ocultas ni estoy traficando drogas. Con lágrimas en los ojos y roja de la vergüenza, comienzo a quitarme la ropa. Cada pieza es tomada por la gorda con desdén y la revisa minuciosamente. Quedo en pantaleta y sostén y también debo de quitármelos. Al sostén no le presta atención pero a mis tanguitas las mira con cierta atención y las huele en el entrepierna, el gesto me ofende pero solo sirve para que me ordene a inclinarme y abrir las piernas. Sentía mucha pena y la gorda tomó un instrumento vaginal parecido a un falo y lo untó de grasa solo para introducírmelo. El frío del metal y lo imprevisto hizo que soltara un gritico.

  • No he conseguido a la primera que no le guste – riéndose a carcajadas, y de inmediato y aún sin sacar el instrumento se pone un guante quirúrgico, se unta el dedo de más grasa y lo mete en mi culito. Ahora si me siento morir de pena, mueve el dedo, hurgando en mi recto para ver si consigue algo. La sensación de las dos penetraciones juntas se me antoja totalmente degradante pero el lubricante facilita la entrada y salida y llega un momento que hasta agradable es la sensación. Sin animo sexual dejo que la gorda se deleite un rato y comienzo a protestar.

  • Ok, veo que eres tan zorra como las demás, pero estás limpia – y dándome una nalgada retira su mano y me quita el instrumento de un tirón. El efecto de succión hace que se produzca un sonido como el destapar una botella de vino y le causa más gracia a la gorda desgraciada. Sin poder limpiarme la grasa me ordena que me vista de nuevo y me llevan a una pequeña celda donde se encuentran 4 mujeres para compartir una litera y un catre. El terror se apodera de mí y de un solo empellón me empuja la gorda y tranca la puerta. Comienzo a llorar de miedo y desconsuelo. Las tres morenas que parece que estaban en grupo comienzan a decirme palabras soeces. La cuarta más blanca de piel, que está en el catre solo me mira callada. En la penumbra de la celda se me hacía difícil precisar rostros y figuras.

Las morenas me rodean y comienzan a empujarme, manoseándome y aumentando mi sensación de vejación. Una de ellas me agarra las nalgas por debajo de la falda y trato de separarme solo para caer en las manos de otra que me agarra los senos. El maltrato llega a que una me agarre por los cabellos y me obliga a arrodillarme mientras otra levanta mi falda exponiendo mis pantaletas todas manchadas de grasa, halándola de manera que se meta entre mis nalgas. Todas se reían y una comenzó a nalguearme y a manosearme la cuquita. Aprovechando la grasa me metían sus dedos por la rajita y hasta en el culito que me ardía por el maltrato de la gorda. Así me mantuvieron un rato hasta que mis llantos y súplicas fueron oídos por mi salvadora. Me sentía muy sola y aterrorizada. Las historias de violaciones y maltratos en las cárceles de mi país son de terror y temía tener que sufrir algo así.

Mi salvadora empuja a una de las morenas y me toma de la mano y sentándome en el catre diciéndole a las demás que me dejen en paz.

  • Si se acercan a ella nuevamente las voy a joder!!! – les gritó con autoridad. Las morenas protestaron y pedían que les diera un pedazo de ese cuerpo, refiriéndose a mí como si fuese un premio. El sentimiento de vergüenza me arropaba hasta lo más hondo de mi corazón.

No podía creer que esto me estuviera sucediendo, Me senté acurrucada en la esquina del catre mientras Rony, que así se llama mi salvadora, montaba guardia para evitar cualquier ataque traidor de las morenas. Yo solo lloraba calladamente y mis lágrimas no cesaban. Mis hombros se movían rítmicamente al compás de mi llanto, hasta que Rony pasó su brazo alrededor mío y comenzó a consolarme al oído. Su voz era algo gruesa y su contextura mayor que la mía, permitía que me arropara con sus brazos y apoyara en su pecho.

  • No te preocupes paloma, yo te cuidare y te protegeré - Sentí como un aura protectora me arropaba y busque cobijo en ella. Sus palabras habían actuado como un sedante y sabía que era sincera. Sentía el calor de sus grandes senos y la caricia en mi pelo me hizo retroceder a mi infancia, cuando mi madre me acariciaba de la misma manera. El llanto fue seguido por un sueño pesado y solo desperté al rato, encontrándome en los brazos de Rony y con un sentimiento de calma total. Su presencia me daba la seguridad y su cuerpo el calor de protección. Solo una mano de ella acariciaba lentamente mi espalda y a veces la bajaba con lentitud por mis nalgas y piernas. Era como un juego para pasar el encierro forzado. Totalmente despierta no me atrevía a separarme por temor de llamar la atención de las morenas y quizás más, por la sensación de bienestar y agrado que me producía el cuerpo fuerte de Rony y la caricia inocente de sus manos.

En la misma posición, inicio una suave conversación como dos novios en el parque y le doy gracias por su ayuda. Busco entre mis bolsillos una tarjeta de presentación y me ofrezco a ayudarla en lo que sea. La gorda viene a buscarme y me despido solo con un breve apretón de manos, y el compromiso de volvernos a ver. Las morenas se burlan y callan solo cuando Rony se voltea y las mira severamente. La gorda al despedirme me dice al oído:

  • Zorra, veo que hiciste una buena amiga, pero te sugiero que la próxima vez las escojas mejores – y con un portazo que casi me lastima, me encuentro fuera de la cárcel buscando un taxi para regresar a casa.

Al llegar le cuento a mi esposo lo sucedido, obviando las descripciones explicitas que sé que él no aprobaría y descartando toda la ropa en la basura tomé un largo baño y fui a dormir. La depresión me duro dos días y finalmente logré retomar mi vida normal en el bufete de abogados y en mi hogar junto a mi esposo e hijo. A la semana recibo una llamada telefónica de ella y la alegría inunda mi corazón. Le ofrezco hospedaje en mi apartamento y ella acepta con gusto. Me siento emocionada por poder atender a mi salvadora quién se ha venido presentando muy seguida en mis sueños en situaciones que me sonrojan reconocer. Soy una mujer recatada y mis relaciones con mi esposo no van más allá de una posición de misionero y un beso de buenas noches. Jamás he tenido una atracción hacia otra persona hombre o mujer, y mucho menos sostener una relación sexual. Lo que les voy a relatar ahora no puedo explicarlo.

No recordaba bien a Rony por no haber fijado su fisonomía un poco por la penumbra de la celda así como la confusión mental del momento. Cuando toco a la puerta y abrí, tenía al frente a una mujer de contextura atlética, largos brazos torneados bellas piernas y sobretodo muy femenina. Sentí hasta un poco de envidia de la soltura de su cuerpo y su elasticidad. Vestía unos bonitos vaqueros con una hermosa blusa blanca que resaltaban el tamaño de sus grandes senos. Era de cara bonita más no sensacional pero sus labios eran hermosos y pulposos. No supe que hacer y hasta me quede en el sitio y fue ella que me abrazo y la sensación de aquella noche regresó completamente a mí. Sentí sus enormes senos apoyarse casi en mi cara por ser más alta que yo, y un perfume nuevo que impregno mis sentidos. Me sentí algo mareada de la emoción y solo lo puedo comparar con ese sentimiento del primer amor, cuando el mínimo roce es toda una caricia y el solo estar junto es suficiente para llenarte el corazón de alegría.

Iniciamos una bonita conversación y llega mi esposo y mi hijo. Formamos un grupo muy familiar y compartimos la cena. Viendo la camadería entre nosotras, ellos nos dejan a solas conversando un poco más. Rony se disculpa y me dice que va hacer su rutina diaria antes de dormir y me da las buenas noches con un beso en la mejilla. Mi esposo me felicita por tener tan hermosa amiga y comenta que nos vemos bien juntas. Al salir del baño lo encuentro dormido y solo cubierta con una franelilla que me llega a mitad de muslo salgo a buscar un vaso de agua. Al regresar veo la puerta de la habitación donde dormiría Rony entre abierta y toco ligeramente antes de entrar.

Encuentro a Rony haciendo ejercicios solo cubierta con una tanguita y una franelilla que no le llega al ombligo y que no es capaz de cubrir sus senos completamente. Estaba de espalda y me sorprendí mirándole la redondez de las nalgas y como la telita del tanga se le metía entre ellas. Tenía la espalda dura y su piel brillaba por una fina capa de sudor por el esfuerzo realizado. Ella se voltea y me sonríe y mi sonrojo cubre toda mi cara. Me dice que está a punto de terminar que me sentara y mirara. Hipnotizada por la imagen de sus senos pegados a la tela de la franelilla por el sudor, de su estomago plano y de la tanguita toda mojada dejando ver que no tenía vellos en el pubis, obedecí sentándome en el piso. Mi franelilla era muy corta y no cubría mi muy peluda vulva. Solo atiné a cubrirla con mis manos dobladas encima de ella. Sus movimientos eran felinos y su flexibilidad asombrosa. En oportunidades podía ver como la tela de la tanguita demarcaban completamente la forma de su vulva, a veces sus grandes pezones quedaban descubiertos y al final, en el estiramiento, como sus nalgas formaban un arco exquisito con su espalda demarcadas con la Y del tanga entre ellas.

Sentía una humedad divina dentro de mí y suavemente e inconscientemente acariciaba mi propia vulva pasándome un dedo por entre los labios que comenzaban a hincharse y separarse. Al terminar se sentó a mi lado, y me tomo el pelo por no hacer ejercicio, yo solo me excusaba por el trabajo y la falta de tiempo, pero no podía quitarle los ojos de sus senos mojados. Una alarma en mi cabeza me decía que me levantara y saliera de su habitación y trate de hacerlo. Antes de salir ella me tomo de la mano y siendo más alta que yo me abrazo y apretó sus hermosos senos contra mi cara. Ella parecía desconectada y en ese momento de cariño dijo:

  • Oye paloma, te extrañe mucho. Siento que desde esa noche no soy la misma. Primera vez que me arriesgo por alguien y estoy feliz que haya sido por ti – su abrazo me llevo a su pecho y en un gesto descontrolado le bese ese espacio entre los senos. Sentí el salado de su sudor en mis labios y prolongue el contacto.

  • Gracias Rony, yo también te extrañe y me alegra que estés conmigo – Me separe un poco y el beso no se completo porque mis pudores me lo impidieron. Solo la apreté más y me atreví a acariciarle la espalda hasta el mismo comienzo del tanga, y volví a besarle el pecho pero en esta oportunidad en un gesto de atrevimiento le lamí el sudor suavemente. Me sentía aturdida y salí de la habitación rápidamente. Esa noche tuve sueños húmedos más intensos que cualquiera que haya tenido en mi adolescencia y en ellos solo había una protagonista.

Amaneció y prontamente nos encontrábamos sentados los cuatro desayunando como una familia completa. Cada quién salió a lo suyo inclusive Rony que iba a realizar unas entrevistas. Yo me despedí hasta la noche porque tenía que ir a Tribunales y eso me toma todo el día. Algo después del mediodía me llama mi esposo para decirme que va a dormir en el apartamento de la playa con el hijo, que sabía que estaba en buena compañía y que así podían seguir conversando cosas de mujeres y siendo viernes no tenía que preocuparme por la oficina. La noticia hizo que me pusiera bastante nerviosa porque recordaba mis reacciones la noche pasada pero en el fondo una chispa de alegría y anticipación provocaron un cosquilleo entre mis piernas. Regreso a casa más tarde de lo que había deseado y me encuentro en la sala un servicio de comida japonesa, eso es sushi, sashimi y similares y una botella de Sake, licor de arroz del Japón, lista para ser degustada. Rony se había vestido con una bata tipo japonesa muy ligera y sandalias. Al verla la abrace y me separe rápidamente, porque había jurado controlar mis emociones, pero al sentir en mis manos que no tenía sostén inmediatamente el corazón comenzó a latir algo más acelerado. Ella me mando a bañarme y vestirme con algo apropiado para la cena. Entre risas de chiquillas traviesa le hice caso y tomando una copa de vino, me dirigí a mi cuarto. Tomé un baño completo y me esmeré en asegurarme que estaba muy limpia completamente. Por impulso me puse una vieja pantaletica que me quedaba muy pequeña y era lo más parecido a lo que Rony usaba la noche anterior, pero con unos movimientos de cintura, la telita se ubico entre los pliegues y se veía hasta sexy. Di media vuelta y me gusto verla metida entre mis nalgas y por el frente cubriendo casi en su totalidad mis vellos. Luego parada frente a mi closet escogí lo más parecido a una bata japonesa pero en versión corta, es decir que me llegaba más arriba de mis rodillas. Tome unas sandalias muy breves, un toque de colonia y salí al encuentro de mi salvadora.

Nos sentamos en unos amplios cojines en el piso con la excusa de que así lo hacen en el Japón y comenzamos a degustar la comida. Éramos torpes con los chop sticks de manera que muchas veces la comida terminaba en nuestras batas. Rony en una oportunidad tomo el pedazo de sashimi con la mano y me lo puso en los labios. Su mirada era dulce pero no inocente y las cosas comenzaron a complicarse. La textura del pescado crudo en mi boca y sus dedos rozando suavemente mis labios fueron sensaciones que explotaron exactamente en mi clítoris. Sin querer se me escapo un suspiro que culpe por lo sabroso de la comida. Se fue la primera botella de Sake y en minutos apareció la siguiente. Se acabó el banquete y Rony no dejo que me levantara. Se me olvida comentar que a esta altura teníamos las dos las batas abiertas, y Rony en efecto solo tenia una de sus tangas blancas que parecían tanto gustarle. Yo me sentía bien enseñando la mía porque al final somos mujeres las dos, ¿no es así? Rony apareció con unas toallas húmedas pero calientes para asearnos y con confianza comenzó a pasármelas por el pecho donde había restos de comida. Sus manos se movían como expertas y lo áspero de la tela de la toalla en mis pezones me puso a volar. Me quite la bata con la excusa de que estaba manchada y Rony siguió mi ejemplo con la misma excusa. Ella quería seguir limpiándome y yo le pedí que se acostara y que me dejara atenderla a ella como se acostumbra en el Japón. Con su bella sonrisa y movimientos felinos se coloca boca arriba y subiendo los brazos me ofrece sus senos. Al primer momento le pase la toalla pero salpicada por el Sake pero principalmente, y tengo que reconocerlo, el deseo me agache y comencé a lamerle cada centímetro de su pecho y sus grandes senos. Sus pezones reaccionaron e inmediatamente los tenía erectos. Solo se escuchaba en voz muy baja:

  • Siiiii paloma, que rico, sigue mi amor, que lo he estado deseando desde el primer día que te conocí – mientras me acariciaba con ternura mis cabellos pero a la vez guiándome hacia los sitios de más placer. Me enorgullecía poder darle ese placer y a pesar de no ser reciproco el saber que podía hacerla sentir bien me llenaba y me satisfacía. No sabía que hacer con mis manos y busque su entrepierna, con timidez quise replicar algunas caricias que mi esposo me hacía pero me di cuenta que una mujer solo puede darle placer a otra mujer porque sabe como tocarse o acariciarse. De manera que pensando en una masturbación juvenil, repetí movimientos y caricias muy lejanas pero que producían suspiros y gemidos que reflejaban que de alguna manera eran acertadas. Me sorprendió conseguirme los dedos todos mojados de su flujo pero eso solo aumentaba la sensibilidad del contacto de mis dedos debajo de su tanguita y entre sus pliegues.

Agarre su pepita y con delicadeza se la pajeaba como siempre me gusto a mí. Se la notaba grande y caliente y muy suavemente comencé a darle movimientos circulares sin realizar alguna caricia adicional que entorpeciera la sensación única de esa caricia. Sus gemidos fueron casi un grito y alcanzo a un orgasmo que por la intensidad me asustó. Rony, cerro los ojos por un largo rato mientras yo no sabía que hacer. Pensaba que le había hecho daño y que algo le había pasado pero solo recupera la respiración y dejaba que las sensaciones se disolvieran poco a poco dentro de su cuerpo. Acostada en ese estado de relajamiento parecía una diosa romana con su cuerpo perfecto y libre de grasa innecesaria. Me acosté a su lado y ella me cubrió con su brazo. Su respiración se tranquilizaba y el calor de su cuerpo era divino y tranquilizador. Solo se oía el sonido de la música que salía del cd player.

Rony me voltea y me coloca boca arriba y me mira directamente a los ojos. Su mirada parecía reflejar confusión y dolor pero sobretodo mucho amor. Se inclino y buscó mis labios y esta vez yo también lo deseaba. Cerré los ojos y deje que las sensaciones del beso llenarán mi espíritu. Nuestras lenguas se encontraron con timidez y su perfume llenaba el aire que respiraba. Mientras su beso me derrite y destroza cualquier barrera, sus manos comienzan una bella danza en mis senos. Pellizca suavemente mis pezones, mientras acaricia la piel de mis pechos. La respuesta es inmediata y se ponen duros aumentando la sensibilidad. Me besa la cara, el cuello hasta llegar al valle entre mis tetas. Alternativamente chupa los pezones, mordiéndolos y jugueteando con la lengua alrededor de la aureola. Sin perder mucho tiempo me quita las pantaleticas apretadas y se mete entre mis piernas. Siento un poco de vergüenza por no tenerla depilada como ella, pero no parece importarle y se deleita con mi aroma y la visión de mi cuquita hinchada, roja y mojada. Su lengua no va directamente al clítoris como acostumbran los hombres, sino más bien comienza una danza erótica en mis labios externos. Su mano separa con delicadeza mis pliegues permitiendo que la lengua circule alrededor del clítoris el cual aún no toca pero ya lo tengo grande y sensible. No podía creer que era yo quién estaba acostada desnuda en el piso de la sala de mi casa, abierta de piernas y dejando que otra mujer me practicara el sexo oral. Lo que sentía por Rony era inexplicable, y sus caricias eran deliciosas y embriagantes. El orgasmo vino y mis gemidos llenaban el salón. Cuando los ojos se me llenaron de colores y mi pepita explotaba en un sinfín de sensaciones mezcladas con contracciones y jadeos sabía que había algo más que amistad con ella. Estábamos conectadas y este placer había que disfrutarlo.

Seguimos amándonos toda la noche, y alcanzamos orgasmos tras orgasmos. No pudimos practicar bien el 69 por la diferencia de tamaño entre las dos, pero si nos la ingeniamos para producirnos placer mutuamente. Le gustaba mucho el roce de mis vellos contra su vulva depilada y en una oportunidad entrelazamos nuestras piernas de manera que mi abundante mota de pelo friccionara su cuquita depilada. Esto la excitó tanto que alcanzo otro maravilloso orgasmo y yo observando su placer también llegue al mío. Pasé un buen rato deleitándome en sus tetas, cosa que ella disfrutaba con mucho placer, mientras que ella le gustaba besarme. Me sentía gratamente extraña en alcanzar orgasmos sin la necesidad de la presencia de un falo que tenga que tomar posesión de tu cuerpo. Esta experiencia es más íntima, femenina y hermosa.

Al día siguiente, Rony me sorprendió con la noticia de que se iba, pero que nos pondríamos en contacto muy pronto. Nos despedimos en la casa con un bello beso en los labios y la lleve hasta la estación del tren. Íbamos tomadas de la mano en el carro y cuando llegamos a la estación, una lágrima se deslizo por su mejilla y gentilmente se la limpie. No me importó si me veía la gente, pero busque sus labios y nos besamos largamente, como una pareja de amantes lo hacen al separarse. Si, al final creo que me había enamorado de un bello ser que al final debo considerarlo mi ángel salvador. No he sabido nada más de ella desde ese día… Mi rutina diaria continúa de abogado, esposa y madre.

Marie

mariepablo@yahoo.es