Anécdota en un viaje de convivencia

Y no sabría precisar el tiempo que me estaba enculando, pero este entre unas embestidas secas, acabe por sentir algo líquido en mi interior, obviamente se había corrido. Dando por decir tan tranquilo… “Uuuffff!!... estoy desecho, intentamos dormir un rato, vale...”.

Anécdota en un viaje de convivencia

Esta experiencia es más una anécdota que otra cosa, girando todo alrededor de un viaje que organizo el colegio en el último curso de la E.G.B. Viaje que se organizó a un pueblo (Marchena) cercano a Sevilla, pero esto no era un viaje de fin de curso, ni uno pro fin de curso, sino más bien un viaje de convivencia. Pues todo giró en torno a la actitud de algunos compañeros, ya que algunos maestros habían notado cierta tirantes entre los compañeros.

Pues, en fin, salimos el viernes a mediodía al sitio estipulado, lugar que de camino nos enteramos que iba a hacer en una finca en medio del campo, no habiendo internet, ni nada parecido. Fue llegar y nos adjudicaron las habitaciones, teniendo que ser en pareja de dos, no pudiendo estar con algunos de mis compañeros. Y lo que recuerdo de ese viaje, no fue otra cosa que saber quién iba a hacer mi compañero de dormitorio, pues no era otra persona que un profesor.

Tras dejar mis cosas en la habitación, me extrañe precisamente de esta, pues me fije que solo había una cama y un sofá, llegando a imaginarme que el profesor dormiría en el sofá y la cama para mí. Y tras alojarnos, toco algo de diversión, y luego la cena, siendo nosotros mismos los cocineros, acabando por terminar la noche con irnos a dormir.

Y es entonces cuando comenzó lo bueno, pues acabamos por compartir ambos la cama, ya que el profesor no deseaba dormir en el sofá, achacando su edad y el dolor de espalda. Y aunque yo podría dormir en el sofá, me negué en redondo pues eso hubiera darle la razón. Decidiendo finalmente compartirla ambos, pero dejando esto en secreto, no compartiéndolo con nadie para evitar problemas para ambos.

Por evitar preguntas indiscretas de mis compañeros, me cambie en el dormitorio, desvistiéndome y colocándome el pantalón de pijama, mientras el profesor se colocó el pijama completo (dos piezas), acabando por acostarnos. No recuerdo el tiempo que tarde en dormirme, pero creo que dure bien poco, pues ni recuerdo a este ni cuando se metió en la cama, despertándome como es normal en mi a las dos horas. Dándome por ir a orinar a los aseos, volver y volver a meterme en la cama, notando como esté se giró y se me pego literalmente, al tiempo que me rodeaba con uno de sus brazos.

Di por hecho que estaría soñando que estaba con su mujer, momento en que intente zafarme (liberarme), pero me fue imposible, no quedándome otra que quedarme como estaba. Y minutos más tarde sentí su miembro endurecido, presión cuyo glande me presionaba entre mis glúteos.

Aquello me desvelo, pero en vez de hacerle saber que estaba despierto, fingí que dormía pues deseaba saber sus intenciones, no tardando este en hacérmelo saber. Pues comencé a sentir cada vez con mayor insistencia, como presionaba su miembro entre mis nalgas. Presión que desapareció en el momento que note como tiraba de mi prenda inferior, sintiendo como me tenía desnudo, decidiendo seguir fingiendo. Y al momento volver a sentir su verga dura pegarse entre mis glúteos, mientras comenzaba a acariciar mis muslos, ¡nalgas e incluso espalda… uuummmm!!.

Continuando por besar mi cuello, hombros y espalda, mientras sentía ahora su mano derecha masturbarme, cuyo miembro flácido le hacía entender que dormía, como me sujetaba por las caderas y tiraba de mi hacia él. Acabando por tomar una de mis manos y hacérmela colocar sobre su miembro, sintiendo su polla dura y caliente, ¡mano que el mismo se encargó de instruirme en masturbarlo… uuummm!!. Y soltarme al oído…

  • “Finges aun, mejor así”.

Sentí su glande alojarse entre mis glúteos, y al mismo tiempo como este me hacía pajearlo, ¡deslizando mi mano a lo largo de su miembro… uuuffff!!. Volviéndome a decir…

  • “Deja de disimular, sé de sobra que estas despierto”.

Y es cuando siento sus dedos deslizarse entre mis glúteos hasta introducirse en mi orificio, dedo que es uno el que entra y sale y en minutos son dos, obligándome a morder la almohada más por puro placer. Sacándolo y sin pedir permiso, alojo su miembro de nuevo entre mis glúteos, deslizarlo entre mis nalgas como si buscara mi orificio. Hallarlo y en segundos presionar, ¡sintiendo esa enorme polla gruesa y cabezona entrarme… ooohhh!!. El profesor a pesar de su edad se estaba comportando, hombre maduro de pasado los sesenta años, no muy alto y delgado, persona que no dejaba de decirme que…

  • “Me has tentado cabrón y he caído… uuuffff!!”.

Continuando embistiéndome con fuerza, llegando a sentir que me partiría mi orificio, morderme el hombro y pellizcar mis pezones, para volverme a soltar…

  • “Joder… menudo culito que tienes, siempre me has parecido una niña, y esta noche me has dado la razón, ¡verdad maricon… eeehhh!!”.

Y no sabría precisar el tiempo que me estaba enculando, pero este entre unas embestidas secas, acabe por sentir algo líquido en mi interior, obviamente se había corrido. Ni dijo una palabra, ni se disculpó y menos se excusó, simplemente se quedó inmóvil y con su polla aun metida dentro de mí. Dándole por decirme…

  • “Uuuffff!!... estoy desecho, intentamos dormir un rato”.

Me quede sorprendido la verdad, pues ni quería sacarla de mi orificio (aunque lo cierto, es que se sentía bien, ya que aún estaba dura), y mucho menos se le ocurrió vestirnos. Y por la mañana poco me falto para tener un paro cardiaco, pues algunos compañeros habían venido a despertarme, encontrándome vestido. Bueno eso y sin rastro del profesor, observando unas sábanas sobre el sofá, como si indicara que alguien había dormido ahí.

Ese sábado lo pasamos realmente bien, nos fuimos algunos compañeros a refrescarnos a un riachuelo cercano, y tras el almuerzo acabamos por acercarnos al pueblo. Donde no dejamos de picar a algunas chicas, jovencitas que algunos compañeros se la querían tirar, pero eso sí… siempre que ellas accedieran. Y llegado la noche, toco cenar y volver a nuestros respectivos dormitorios, donde fue llegar y cerrar la puerta. Encontrándome a mi querido profesor ya acostado, como si me estuviera esperando, me desvestí y cuando me fui a ponerme el pantalón de pijama. Esté me detuvo, diciéndome…

  • “No te lo vayas a poner… que vamos a follar”.

Suelta al tiempo que se destapa, ofreciéndome una visión de su maduro cuerpo desnudo, cuya polla omnipotente pedía guerra y que esté mismo, acabo por decirme…

  • “Sé que eres nuevo en este campo, pero el follar se te ha dado de lujo, puede probar a comérmela y seguro que sacas como en tus próximas notas, todo sobresaliente”.

Dice, y es cuando al escuchar lo mencionado, me da por acercarme a su miembro, tomarlo y llevármelo a la boca, ¡comenzando a lamer y chupar con suavidad… uuummm!!. Siendo el quien, tras presionar mi sien, logra introducirme la mitad de su polla, ¡verga que chupo con ansias y con deseos… uuummm!!. Volviéndome este a decir…

  • “Esta noche te follare hasta que amanezca, ¡hoy no te salvas como anoche… aaahhh!!”.

Y ese viaje como anteriormente mente, fue para mí una anécdota más que una experiencia, pues tras la finalización de este, esta persona no cumplió con lo prometido y se comportó como era habitual en él, siendo todo un hijo de puta. Maestro de esos que usaba la fuerza física amparado en los padres, de esos que te mandaba a su despacho y te hacia inclinar, castigando con los golpes de una regla en las palmas de las manos e incluso en las nalgas. Dejándose llevar a veces, cuando te hacían bajarte los pantalones y calzoncillos, para ser castigado sobre las nalgas desnudas, y ser el mismo quien aplica la crema para el dolor, sintiendo esa mano magrear las nalgas… pero bueno, esos tiempos han pasado.

Y antes de dejaros, debo decir hacia aquellos lectores que comparte conmigo sus criticas que, acepto todas ya que me enseñan a ver mis defectos. Pero no es mi intención entrar en un intercambio dialéctico al respecto, tampoco pido que nadie se crea mis vivencias, solo las comparto, porque son tan reales como la vida misma.

No me tengo que excusar porque un día me dio por ahí, y desde entonces vivo y disfruto mi vida con pasión, y de una forma de libertinaje, dándome por compartirlo con vosotros como manera de desahogo. Así que, aquellos que me leáis esto y no me crees, pienso que es tu problema, pero pienso que la vida hay que disfrutarla y vivirla, como uno sepa mejor porque pasa muy rápido. Y lo dicho, agradecer a todos aquellos que me seguís y me leéis, deseando que os haya gustado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto).