Andrés, mi esposa y yo
Algo inhabitual entre nosotros
Eran pasadas las 11 de la noche cuando decidimos salirnos de la fiesta del contador Miguel Ángel. Mi esposa un poco borracha por tantos tequilas que le había propinado la esposa del festejado y Andrés junto con su esposa (quienes nos llevarían hasta nuestra casa) en el mismo estado que yo, semi borrachos, o como dicen aquí en México, íbamos a medios chiles.
Andrés ofreció comprar otro tequila para seguir la fiesta y por supuesto que yo estaba encantado por la idea de seguir bebiendo, finalmente eran fin de semana laboral.
Al llegar a casa a mi esposa no le quedo de otra que irse a la cama, la esposa de Andrés decidió también recostarse así es que acomodé la otra recamara (la que es de mi bebé) y los únicos que quedamos vivos éramos Andrés y yo. Por cierto, creo que no mencioné que Andrés es mi adjunto en la oficina.
Yo creo que he de haber tomado unos 5 tequilas solos cuando comencé a sentir un fuerte dolor de cabeza y al mismo tiempo sentía que los ojos se me cerraban de sueño, para esto ya pasaban de las dos de la madrugada. Así que fue inevitable que por momentos quedara dormido, recostándome a un costado del sofá grande que tenemos en la sala.
Hubo un detalle que omití al principio de éste relato y es el hecho de decir que mi esposa, precisamente el día de la fiesta no iba vestida como acostumbra a hacerlo cuando está en casa o salimos los dos. Llevaba puesto un vestido que le llegaba hasta la rodilla de color caqui, unas pantimedias de color beige claro y unos zapatos que combinaban con un sweater en tono vino, algo muy, pero muy sencillo como para llamar la atención. Quizás lo que le llamaba la atención a Andrés de mi esposa es la cantidad de pendejadas que le había platicado de ella.
No me di cuenta en que momento me quedé dormido, pero sí de los sollozos que me hicieron despertara.
Las luces del departamento estaban completamente apagadas y la puerta de mi recamara estaba entre abierta, con la poca luz que entraba de la calle por las ventanas me pude dar cuenta de dos cuerpos que se revolcaban entre la cama y sin hacer mucho ruido me acerqué hasta donde no podía ser detectado; el ojete de Andrés se estaba cogiendo a mi vieja.
No sabré decirles como se dio ese encuentro, lo único que puedo decirles es que se estaban dando una cogida de lo lindo.
Ella le cabalgaba a Andrés y así estuvieron por un rato, hasta que Andrés le decía que no parara, que estaba a punto de estallar, en ese momento mi esposa se volvió loca y comenzó a moverse como nunca lo había hecho conmigo, lo cual me hizo suponerme que ella estaba gozando al máximo de esa clandestina relación.
Era mucho mi coraje, pero era más la dureza de mi verga en ese momento que lo único que atiné a hacer, fue a sacármela y a hacerme una rica chaqueta, estaba tan caliente y también a punto de venirme cuando sentí un golpe en la espalda y un poco de semen en mi mano; nooooooooooooooooo estaba soñando y mi esposa me estaba despertando.
Que imbécil pensé.
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