Andrés, el semental de mi madre

Mi madre se dejó seducir por uno de los mejores amigos de mi padre, que se la folló aprovechando que mi padre estaba borracho.

Andrés, el semental de mi madre

Andrés era un buen amigo de mi padre, y eso había facilitado que sus relaciones con nuestra familia fueran muy fluidas. Este hombre, alto, fuerte y muy atractivo, había llegado a moverse por mi casa como por la suya, ya que el incauto de mi padre le invitaba muy a menudo a casa y comía y cenaba con frecuencia con nosotros.

Esto había hecho que con el tiempo fuese encaprichándose de mi madre, que pese a su edad, 38 años, tiene un buen cuerpo, es una morenaza bastante guapa y que está buenísima, y comenzase a agasajarla con regalos y atenciones, por supuesto a escondidas del payaso de mi padre. Tan eficaces fueron sus ardides, que consiguió que la putilla de mi madre se encaprichase perdidamente de él. Así que Andrés, como corresponde a un hombre galante y seductor, no tardo mucho en llevársela a la cama.

La primera vez que vi a Andrés follarse a mi madre fue memorable, pues fue el propio Andrés el que nos invitó a una cena en su casa aprovechando que su mujer había ido a visitar a su familia. Pero antes, inteligentemente, Andrés se llevo al ciervo de mi padre de copas durante la tarde, por supuesto pagando mi padre.

Luego, cuando entendió que mi padre estaba ya bien "calentito", vinieron a por nosotros que ya les esperábamos impacientes. Nos fuimos todos a su casa, mis hermanos menores y yo, y cenamos de una manera muy distendida. Ellos hablaban de cosas intranscendentes mientras mis hermanos, aburridos, jugaban por toda la casa. A Andrés no le importó, al contrario, prefería que fuera así para que no molestaran durante la velada, yo, en cambio, me quedé con ellos en la mesa pues pude notar que aprovechando el incipiente estado de embriaguez de mi padre, Andrés y mi madre parecían coquetear muy disimuladamente. La cena fue transcurriendo de esta manera, entre risas irónicas y comentarios sarcásticos. Y mientras se degustaba la suculenta cena, también corría abundante el vino que afortunadamente mi padre bebió sin moderación. Conforme pasaba el tiempo el incauto y cornudo de mi padre estaba cada vez más borracho, y sus tonterías provocaban las risas jocosas de mi madre y su futuro amante.

Mis hermanos ya estaban cansados y le dijeron a nuestra madre que querían irse a dormir, así que Andrés, muy atento, los llevó asta la habitación de sus hijas y los acostó en las camas. A mí también me preguntó si quería irme a dormir, y por supuesto le dije que no. ¡Como iba a perderme el espectáculo que se avecinaba!

Al cabo de un rato mi padre ya estaba completamente borracho y era incapaz de percatarse de lo que ocurría frente a sus narices. Yo me di cuenta de que mi madre ya estaba siendo asaltada por nuestro anfitrión, pues vi como una de sus manos acariciaban la rodilla y el muslo de ella, que entre risas jugaba abriendo y cerrando las piernas, según él intentaba alcanzar la hermosa raja que mi madre tiene entre las piernas. Aquella situación se estaba haciendo cada vez más excitante, pues viendo como mi padre se tabaleaba en la silla, hablando de manera ininteligible e inconexa, y dando muestras de caerse de la silla en cualquier momento, Andrés y mi madre estaban cada vez más lanzados, y entendí que solo les coartaba el que yo estuviese allí presente, aunque eso también les daba un punto morboso, sobre todo a él. Entonces decidí que ya era el momento de facilitarles las cosas, así que dije que tenía sueño y que me iba dormir. Ellos asintieron y me despidieron, y pude ver la cara de mi madre, roja, sonriente y con un brillo muy especial en sus ojos que nunca antes le había visto.

Me fui hasta la habitación donde dormían mis hermanos emocionado por lo que sabía que iba a pasar. Al cabo de unos minutos, que a mi me parecieron horas, por la impaciencia, me acerque sigilosamente hasta la puerta del salón y con mucha cautela me puse a observar lo que allí iba a pasar. Y entonces pude ver como la puta de mi madre incitaba a beber a mi padre preparándole una generosa copa de brandy que él bebió de un solo trago hasta que calló derrumbado en el suelo completamente borracho e inconsciente. Mi madre se sorprendió por el porrazo que mi padre se dio contra el suelo, y tras soltar una gran carcajada debió sentir asco de él porque le escupió en la cara.

Yo, que contemplaba la escena sorprendido, vi como Andrés también se reía, y como toda aquella situación lo había puesto muy cachondo, no perdió ni un solo instante. Se levantó de la silla y se desabrochó el pantalón sacando una formidable polla que izo cambiar el semblante a mi madre. Lo primero que ella izo fue arrodillase ante aquella majestuosa polla, y tras agarrarla delicadamente con sus manos comenzó a chupar el brillante capullo suave y lentamente. Luego, a dos manos, le fue haciendo una paja lentamente lamiendo el capullo por debajo del frenillo hasta que le izo correrse. Soltó varios chorros de blanca y espesa leche que vinieron a caer sobre la cara de mi cornudo y borracho padre que seguía tirado en el suelo como un cerdo, cerca de donde ellos estaban.

Aquella demostración de fuerza y poder fue determinante para que mi madre se postrara rendida a los pies de aquel hombre completamente entregada a él. Andrés le acarició el cabeza satisfecho sintiéndose dueño de la voluntada de mi madre. La cogió del brazo y le indicó que le acompañara. Yo me puse nervioso pues creí que me iban a descubrir, pero reaccioné rápidamente y me metí en la primera habitación que tuve más cerca. Me percaté de que se la llevó hasta su habitación, donde pude ver como terminó de desnudarla.

Cuando al tuvo ante él completamente en pelotas, comenzó a acariciar sus grandes y firmes tetas, pellizcando al mismo tiempo sus oscuros pezones que ya estaban muy excitados. Ella, por su parte, tenía cogida con sus manos la polla de Andrés que aún conservaba en erección, y la meneaba y acariciaba con lentitud, como quien acaricia algo muy delicado.

Él la abrazó con fuerza y colocando su boca sobre la de mi madre, comenzaron a besarse apasionadamente. Podía ver perfectamente como sus lenguas se entremezclaban, entrando y saliendo alternativamente de sus bocas, intercambiando una gran cantidad de saliva. Mi madre debía estar muy cachonda, pues por la parte interior de sus bien torneados muslos, se apreciaba como algo brillante los impregnaban. Supongo que sus fluidos vaginales se le salían y le chorreaban por las piernas.

Estuvieron durante un buen rato acariciando sus cuerpos, hasta que él izo que mi madre se echara sobre la cama. Ella abrió sus piernas tanto como pudo, ofreciéndole su coño caliente y húmedo a aquel hombre, segura de que él sí sabría hacerla sentir una mujer.

Y así fue. Andrés metió su cabeza entre las piernas de mi madre y se aplicó, goloso, a comerle el coño. Vi como le lamía su hermosa raja, pasando su lengua por toda la abertura de su vagina, recogiendo así el flujo que le chorreaba. Mi madre gemía de placer, y con sus ojos cerrados parecía morirse de gusto. Ella le cogió la cabeza cuando sintió que él mordisqueaba su muy excitado clítoris y comenzó a contornear sus caderas en un frenesí de placer que tuvo su punto más alto cuando sintió un intenso orgasmo que la izo gritar de puro placer. Él siguió chupando y lamiendo su clítoris durante unos instantes que a mi madre debieron parecerle eternos a juzgar por sus gritos y su contoneo, que delataban que estaba sintiendo una cascada de orgasmos encadenados que la estaban volviendo loca.

Emocionado por lo que estaba viendo, oí como mi madre le pedía, o mejor dicho, le suplicaba a aquel hombre que le metiera la polla en su coño. A Andrés pareció divertirle la súplica de mi madre, y decidió hacerla sufrir un poco más antes de penetrar su coño enloquecido. Así que se lo tomó con calma y le fue besando lentamente le pubis y el vientre a mi madre hasta colocarse sobre ella, entreteniéndose en chupar y lamer los pezones de sus temblorosas tetas.

Mi madre seguía pidiéndole insistentemente que se la follara mientras le agarraba por las nalgas. Entonces él colocó su enorme polla sobre el chocho de mi madre y se la fue metiendo lentamente. Mi madre sentía con agrado y gran placer, como aquella estaca se habría paso, poderosa, hasta lo más hondo de sus entrañas. Luego, Andrés, con su polla entera metida dentro del coño de mi madre, permaneció un rato meneándose lentamente haciendo las delicias de mi madre que se agitaba bajo él completamente enajenada por el gusto que estaba sintiendo.

El tío consiguió que ella se corriera con el solo hecho de menear su polla circularmente dentro su coño, que comenzó a rezumar flujo de manera extraordinaria. Luego comenzó a fallársela frenéticamente, metiéndole y sacándole la polla en su coño hasta volver a hacerla correrse como una loca. Yo los miraba excitadísimo, y me pajeaba viendo como Andrés se follaba a mi madre.

Pero cuando la vi a ella ponerse a cuatro patas, y a Andrés meterle su polla en el culo, no pude aguantar y me corrí a lo bestia. Pero ver a mi madre disfrutar de aquella manera, me excitaba tanto que mi polla seguía tiesa y dura aún después de haber soltado toda mi leche. Tuve mucha suerte, pues puede contemplar como Andrés taladraba el culo de mi madre metiéndole su polla hasta dentro. Fue para mi muy emocionante contemplar la enculada de mi madre, y cuando por un momento él le sacó la polla, pude verle el culo tan dilatado que me puso aún más cachondo.

La muy puta se frotaba el coño con una de sus manos pajeándose mientras era enculada y gritaba de placer mientras el hombre la folla violentamente. Así estuvieron un buen rato hasta que Andrés se corrió y llenó el culo de la puta de mi madre con su semen. Pero antes de que la llenara de semen, mi madre había tenido una cascada de orgasmos que la habían hecho enloquecer, y por eso, cuando él sacó satisfecho la polla de su culo, mi madre se lanzó sobre ella ansiosamente, y como desesperada comenzó besarla y chuparla completamente embriagada por el placer que le había hecho sentir.

Andrés había conseguido por fin follarse a mi madre, y satisfecho se quedó tumbado en la cama mientras ella lamía y chupaba sus cojones y su nabo mostrándole su agradecimiento por el inmenso placer que la había hecho sentir. Pude percibir que mi madre estaba completamente entregada a aquel hombre que la había hecho sentirse una mujer de verdad. Les escuché comentar algo no pude entender, pero que debió ser gracioso pues los dos se rieron a placer.

Ellos se quedaron en la cama y se pusieron a dormir, mientras el cornudo de mi padre yacía inconsciente en le suelo del salón, había vomitado y su cabeza yacía sobre su propio vomito, lo miré con indiferencia y me fui hasta la habitación, junto con mis hermanas, y no pude por menos que volver a hacerme otra formidable paja en honor a la puta madre que me parió, y a la que pude ver en su faceta más erótica y pervertida.