Andrea XXXIII, descubriendo mi bisexualidad
Estaba en casa de mis padres y esa noche había invitado a mi mejor amiga a quedarse a dormir. Vino a mi casa para hacer un trabajo para clase, pero se hizo más tarde de lo que esperábamos, así que mis padres le dijeron de quedarse; después de llamar a sus padres aceptó.
Siempre me han interesado los chicos, pero alrededor de los quince años empecé a sentirme atraída también por las chicas. Se me iban los ojos a sus escotes y a sus culos. Cuando hacíamos gimnasia, al estar en los vestuarios duchándonos, desnudas, me ponía super caliente cuando miraba esas tetas al aire, con esos pezones puntiagudos, y esos chochitos descubiertos. No podía parar de mirarlas y sentía un calor tremendo por mi coñito.Desde ese momento tuve la curiosidad de sentir las manos de una chica por mi cuerpo, de sus labios y su lengua recorriendo cada centímetro de mi piel, hasta llegar a la zona más jugosa, mi chocho.
Pensé que nunca lo iba a probar hasta que una noche lo probé y desde entonces siempre que tengo la posibilidad de repetir, lo hago.
Estaba en casa de mis padres y esa noche había invitado a mi mejor amiga a quedarse a dormir. Vino a mi casa para hacer un trabajo para clase, pero se hizo más tarde de lo que esperábamos, así que mis padres le dijeron de quedarse; después de llamar a sus padres aceptó.
Dormiría conmigo en mi habitación, la cama era grande y cogíamos perfectamente.
Le dejé un pijama corto y comenzó a quitarse la ropa delante de mí, haciendo que me pusiera tan nerviosa que casi no podía ni hablar.
Sus tetas eran pequeñas, sus pezones grandes, puntiagudos y oscuros. Me puso cachondísima ver esos pezones tan de punta, no podía dejar de mirarlos, aún los recuerdo como si los estuviese viendo ahora mientras escribo.
Su chochito tenía un poco de vello; al verlo tuve ganas de tocárselo, incluso de chupárselo. Cuando las dos terminamos de ponernos los pijamas nos metimos en la cama. Su cuerpo rozó con el mío y eso aún me puso más caliente, notaba mi braga mojada, mi coñito ardiendo y sin saber como mis manos fueron a parar a su cintura, acariciándola. Cuando me dí cuenta de lo que estaba haciendo aparté mi mano rápidamente, pero ella me volvió a agarrar de ella y me la colocó de nuevo en su cintura.
"Me gusta que me toques, siempre quise probar con una chica antes que con un chico, para ir entrenando."
Cuando me dijo eso, me quedé sorprendida, pero no quise preguntarle nada, simplemente hice lo que deseaba hacer.
Fui subiendo con mis manos por su cintura, su ombligo, hasta sus tetas. Comencé a tocarle los pezones con dos dedos, mientras ella respiraba muy hondo.
Me encantaba la sensación que sentía en ese momento, me encantaba tocar esos pezones que estaban tan duros y tan de punta. Sin saber como, mis labios fueron a para a ellos y seguidamente mi lengua pasaba por encima de ellos, jugueteando. Ella me agarró de la cabeza y del pelo y entonces yo se los chupé, mordisqueándolos de vez en cuando.
Mientras mis manos iban acariciando su cintura y su culo, para luego ir poco a poco hacia su chochito, por encima de la braga.
Ella suspiró muy fuerte y yo fui tocándola hasta dar con el clítoris. Cuanto más la tocaba, más se ponía.
Me sorprendió cuando me cogió por la cintura, me echó a un lado y se puso encima de mí. Me subió la parte de arriba del pijama dejándome las tetas descubiertas; comenzó a chupármelas y a sobármelas todas. Luego fue bajando con su lengua hasta llegar a me braga. Me pasó la lengua por encima de ella, presionando en mi clítoris y luego en mi agujerito. Tuve que respirar muy hondo y muy rápido, la temperatura de mi cuerpo no podía subir más, estaba ardiendo.
Me bajó la braga y pasó con su lengua por encima de mi chocho, estremecí de placer, me encantaba sentir su lengua caliente y húmeda recorriendo mi coñito.
"Yo también quiero probar tu sabor"
Al decirle eso se puso encima mía y su chocho tocando mi cara; así que metí mi lengua en su agujerito, metiéndola y quitándola, para luego pasarla de arriba a abajo y jugar con ella en su clítoris.
Mi boca se llenaba de su flujo y eso me ponía a tope. Entonces se lo chupé con ganas y le metí la lengua hasta el fondo hasta que se corrió en mi boca haciéndola temblar entera. Con la sensación de todo ese flujo llenándome la lengua, me corrí yo también.
Esa fue la primera noche que probé el sabor de una chica y la primera de otras muchas que ella se quedó en mi casa.