Andrea. Descubriendo a una puta (1)

Andrea es una mujer joven, moderna, emprendedora e independiente hasta que descubre que también es otra cosa...

Andrea. Descubriendo a una puta.

La historia que voy a contarles es una historia real que me ocurrió hace un par de años y que hasta ahora no me he animado a contar.

Nunca he escrito un relato así que os pido disculpas si la redacción de lo ocurrido no es muy profesional. Voy a escribirlo tal y como lo recuerdo aunque he cambiado los nombres por razones obvias.

Mi nombre es Alberto, tengo 36 años y soy miembro del equipo directivo de una empresa relacionada con las tecnologías de la información. La empresa comenzó siendo un negocio pequeño pero con el tiempo creció y en poco tiempo triplicó el número de empleados. En esta época de expansión entró mucha gente nueva, entre ellos la protagonista de este relato. Su nombre es Andrea y su edad 34 años.

Andrea traía muy buenas referencias ya que tenía gran experiencia en distintas empresas de todo el mundo. Digamos que era una de esas mujeres jóvenes modernas e independientes que dedican todo su tiempo al trabajo y que han sabido ganarse el respeto profesional con mucho trabajo y buenos resultados.

Andrea fue contratada para liderar un proyecto de desarrollo importante pero, aunque tenía la libertad de gestionar el proyecto a su manera, siempre necesitaba la aprobación del equipo directivo antes de cerrar una fase y pasar a la siguiente lo que hizo que coincidiera con ella en bastantes reuniones.

Recuerdo perfectamente la vez que nos presentaron, yo estaba en mi despacho trabajando cuando entró el jefe de Recursos Humanos con ella. Andrea llevaba un traje de chaqueta y pantalón azul marino, con una blusa blanca e iba sin maquillar. Todo muy discreto y apropiado. Era una mujer alta de aproximadamente 1,75m, delgada, de facciones bruscas, no demasiado pecho y un bonito culo. Se podría decir que aunque no era un bellezón se le adivinaba una buena figura debajo del traje.

Lo primero que me llamó la atención fue su carácter inquieto. Se notaba que tenía seguridad y confianza en si misma en cada palabra que decía y desde el primer día ya demostraba su energía y empuje para llevar su trabajo adelante.

La primera impresión no me engañó y a los pocos días Andrea organizó una reunión con el equipo directivo para explicarnos sus primeras ideas y como iba a dirigir su proyecto. En el equipo directivo todos nos sentimos un poco "arrollados" por su energía.

Las primeras semanas todo transcurrió con normalidad y todo nuestro trato se limitó a saludos formales en el pasillo de la empresa y a conversaciones banales en la máquina de café.

Sin embargo todo cambió de repente. Habían surgido complicaciones en el proyecto y nos reunió a todo el equipo directivo para explicarnos lo sucedido y el nuevo enfoque que le iba a dar el proyecto para mejorar la rentabilidad del mismo. Sus decisiones me parecieron equivocadas y así lo hice saber en la reunión lo que provocó un intercambio de opiniones entre los dos que poco a poco se fue haciendo más tensa ante las miradas sorprendidas del resto de directivos. Estaba claro que Andrea no se dejaba amilanar por ningún directivo de la empresa y así lo demostraba en todas las reuniones.

La situación entre los dos fue empeorando y las discusiones pasaron a ser diarias sin que hubiera nada que pudiéramos hacer para evitar que cualquier conversación terminara en discusión hasta que un día, estando los dos discutiendo en mi despacho la situación se volvió insostenible y le grité con violencia:

* ¡¡¡Calla la boca de una puta vez, joder!!!

Andrea, como si fuera algo que llevara esperando toda la vida, agachó la cabeza y se sentó en una silla.

Pasaron unos segundos muy tensos en los que estuve tentado varias veces de pedirle disculpas por mi salida de tono pero, antes de que pudiera hacerlo, Andrea hizo algo que me sorprendió.... Con las palmas de las manos hacia arriba sobre sus muslos y con una voz dulce y temblorosa dijo:

* Perdóname Alberto. Esta vez vamos a hacerlo a tu manera.

Su cabeza baja mirando al suelo, la posición de sus manos y su voz temblorosa me hizo ver que detrás de esa apariencia formal, segura, decidida y profesional de Andrea se encontraba una mujer cansada de representar el papel de mujer moderna y emprendedora que todos querían ver, así que decidí dar un paso arriesgado:

* Veo que por fin has entendido quién dirige esto, así que escucha muy atentamente. Mañana a primera hora quiero que convoques una reunión con todo el equipo directivo. En la reunión vas a explicar que hemos estado hablando estos días y que finalmente has aceptado seguir con mi propuesta adelante. ¿Estás de acuerdo?

  • Si, Alberto. Estoy de acuerdo.

  • Y por cierto, eres una mujer atractiva así que quiero que vengas a la reunión con una falda corta y bien maquillada.

  • Pero...

Y en ese momento, no sé como ocurrió, pero antes de que pudiera continuar hablando le planté un bofetón en la cara.

Sin decir nada, Andrea cogió su portátil y su agenda y salió del despacho sin rechistar.

Durante la noche me pregunté mil veces que me encontraría al día siguiente. Pasé la noche bastante intranquilo ya que como Andrea denunciase mi comportamiento a la empresa significaría el final de mi carrera profesional.

A las 9:00h de la mañana siguiente recibí una llamada del gerente y me dijo que quería verme en la sala de reuniones en 5 minutos. Cuando llegué allí estaba todo el equipo directivo sentado alrededor de una mesa. También estaba Andrea, de pie al lado de una pizarra con varios gráfico dibujados, vestida con una falda que le llegaba por debajo de las rodillas y discretamente maquillada. Al revés que de costumbre se le notaba nerviosa.

Estaba segura de que muchas de nuestras miradas se dirigían a la parte desnuda de sus piernas y su voz no se mostraba firme en absoluto como otras veces.

Durante la reunión se limitó a explicar lo acordado sin dirigirme en ningún momento mirada alguna. Todo el mundo aceptó su explicación y la reunión había terminado en menos de 30 minutos.

Cuando todo el mundo se había levantado me dirigí a Andrea diciéndole:

* Andrea, me gustaría verte en mi despacho para continuar trabajando en "nuestro proyecto". ¿Te viene bien dentro de 1 hora?

  • Sí Alberto, allí estaré.

A la hora apareció en mi despacho, con la mirada baja y hablando con suavidad.

* Andrea, cierra la puerta

  • Veo que no te has tomado en serio las instrucciones que te dí ayer.

  • ¿Cómo que no? ¡¡He hecho todo lo que me pediste!!

  • No, mis instrucciones fueron claras. Quería que te pusieras una falda "corta" y la que llevas te queda por debajo de la rodilla.

  • Pero, ¡no tengo ninguna más corta!

  • ¡¿¿Acaso te crees que me importa??! No me importa lo que tengas que hacer. Te dí unas instrucciones sencillas y no las cumpliste.

  • Pero,

  • Plass!!

Le solté otro bofetón en la cara.

* Mira Andrea, creo que no has comprendido bien la nueva situación. Yo sé que estás cansada de llevar siempre el control y que dentro de ti te mueres de ganas de que alguien te guíe, te maneje, te use….

Yo no voy a obligarte a hacerlo pero tienes que entender que si aceptas la nueva vida que te ofrezco tendrás que acatar todas las reglas y no podrás echarte atrás.

Voy a dejarte sola en el despacho y volveré dentro de 15 minutos. Si cuando vuelva no estás aquí no volveremos a mencionar este día, delegaré mi responsabilidad del proyecto en otra persona y podrás proseguir con tu vida como hasta ahora.

Si por el contrario, estás dispuesta a cambiar de vida y aceptas mi propuesta quiero que te quites las bragas, las metas en el primer cajón de mi escritorio y me esperes sentada en la silla hasta que yo venga.

Y salí de mi despacho antes de que pudiera decir nada.

Creo que fueron los 15 minutos más largos de mi vida, pero cuando volví a mi despacho allí se encontraba ella, sentada en la silla y con la mirada baja. Sin decir ni una palabra me dirigí a mi escritorio y abrí el primer cajón. Allí se encontraban sus bragas. Eran unas bragas blancas, sencillas y claramente se distinguía una brillantez en el centro…..estaban mojadas!!. Me las lleve a la nariz y me dirigí a Andrea:

* Ya veo que mi ofrecimiento te ha gustado. Está bien. Estas son las primeras instrucciones que deberás acatar. Procura no fallar en ninguna si no quieres ser castigada:

  1. Estás bragas que tengo en la mano serán las últimas que te pondrás a no ser que te de mi permiso.
  2. Nunca pronunciarás las palabras NO y PERO cuando hables conmigo.
  3. Cuando estemos a solas no me llamarás por mi nombre sino que me llamarás Amo. ¿Entendido?

  4. Sí.

  5. Sí ¿qué?!!!

  6. Perdón, sí amo.

  7. Muy bien, como bien sabes todos los contratos deben ser firmados, así que quiero que encuentres un momento hoy para ir a la fotocopiadora, sientes tu culo y tu coño sobre el cristal y saques una copia. Después con un pintalabios escribes "tu puta andrea" y firmas debajo. ¿Estás de acuerdo?

  8. Pero,…..

  9. Plass!!! (le dí otro bofetón) Empiezo a pensar que quieres que te abofetee. Recuerda que no puedes decir ni NO ni PERO. Si mañana a la mañana no encuentro la fotocopia escrita en mi cajón tendrás que atenerte a las consecuencias.

  10. Sí Amo. Tendrás lo que deseas.

Entonces metí la mano debajo de su falda y se le escapó un pequeño gemido cuando mi mano se puso sobre su coño. Estaba chorreando…..

* Lo sé putita. Lo sé. Hasta mañana.

A la mañana siguiente me dirigí directo a mi despacho y con impaciencia abrí el cajón de mi escritorio. Sobre las bragas mojadas de Andrea del día anterior se encontraba una fotocopia en blanco en negro en la que claramente se distinguía un culo y más de medio coño. Tal y como le había sido ordenado en la esquina inferior se podía leer: "TU PUTA ANDREA" y su firma debajo.

Yo no me lo podía creer, después de muchos años de búsqueda por fin había encontrado a mi sumisa y en el lugar menos esperado.

Cogí el móvil y llamé a mi nueva putita para darle las primeras instrucciones del día. Descolgó el teléfono, pero para mi sorpresa la primera frase que dijo fue:

** Disculpa Alberto, pero estoy en una reunión en este instante. ¿Te puedo llamar en 30 minutos?

  • Escucha putita. No tienes porqué hablar así que escucha mis instrucciones. No te interrumpiré mucho tiempo.*

Quiero que a las 10:30h vayas al baño de caballeros y te metas en la última puerta. Allí encontrarás una brida a mitad cerrar que rodea la tubería cromada de la cisterna y un pañuelo negro. Quiero que te vendes los ojos con el pañuelo, te inclines sobre la cisterna y levantes tu falda poniéndola sobre tu espalda y dejando tu culo al aire. Después metes las dos manos en la brida y la aprietas sobre tus muñecas estirándola con la boca.

No cierres la puerta y espera

Y colgué el teléfono sin darle tiempo a reaccionar.

Veinte minutos antes de la hora me dirigí al baño de caballeros y dejé preparado todo tal y como le indiqué a Andrea. Después, me metí en una sala desde la que se podía ver la puerta del baño y me dediqué a observar qué pasaba.

Como era la hora del almuerzo, empezaba a haber mucho movimiento y las visitas al baño eran habituales a esa hora. Cuando quedaban sólo 5 minutos pude observar a Andrea. Simulaba que estaba encuadernando unos papeles y no apartaba la vista de la puerta del baño esperando el mejor momento para entrar sin ser vista. Se le notaba realmente muy nerviosa. Cuando salió la última persona del baño de caballeros entró con rapidez.

Quería hacerla esperar y que sufriera un poco pero no quería que la descubriesen ya que eso lo hubiera estropeado todo, así que enseguida entré en el baño y sin que ella se diera cuenta coloqué un papel en su puerta que decía "Fuera de Servicio" y volví a salir.

Pasaron 30 minutos en los que entraron varias personas. Oía a algunos de ellos hablando en el baño y me imaginaba los nervios que estaría pasando Andrea al ver que no aparecía y que había otra gente en el baño que podría entrar en cualquier momento donde se encontraba ella atada, con el culo desnudo y sin poder hacer nada.

A las 11:00h entré en el baño. Abrí la puerta y allí estaba ella. La puerta al abrirse golpeó su culo desnudo en pompa pero aún había espacio para entrar en el baño. Cerré el pestillo y sin decir ni una palabra le empecé a tocar el culo lentamente. Notaba su respiración agitada y cómo brillaban sus piernas debido a la humedad que se desprendía de su coño.

Con la voz entrecortada preguntó:

* Amo, ¿eres tú?

Yo no contesté y seguí con mis caricias en su culo hasta llegar con mis dedos a su coño. Acaricié su clítoris durante unos minutos y cuando oía que entraba alguien en el baño aceleraba el ritmo. Andrea apenas podía controlar los gemidos y yo tenía la polla que me iba a explotar así que me bajé los pantalones y los boxer, puse mi polla en la entrada de su coño húmedo y con violencia se la metí hasta dentro. Empecé a follarla con fuerza y cuando vi que se iba a correr disminuí el ritmo y le dije al oído:

* No puedes correrte sin mi permiso, ¿entendido?

Continué follándomela con violencia mientras Andrea se mordía el labio inferior para no gritar intentando no correrse para no desobedecer mis órdenes.

Entraba y salía de su coño con fuerza y cuando estaba a punto de correrme me acerqué nuevamente a su oído y le hice recordarme su nueva condición de sumisa.

* ¿Te estás viendo Andrea? Dime, ¿en qué te has convertido?

  • En una puta, una perra, una zorra...

  • Y como buena puta ¿qué es lo que quieres?

  • Quiero que me folles, me maltrates, me uses a tu antojo….lo que tú quieras pero déjame correrme por favor.

  • Permiso concedido.

En ese momento, no pudo evitar lanzar un fuerte gemido (afortunadamente no se encontraba nadie en el baño en ese momento) y junto con ella me corrí con potencia disparando chorros de leche dentro de su coño.

Me subí los pantalones y le susurré al oído:

* No se te ocurra limpiarte nada, puta.

Acto seguido, corté la brida que le sujetaba las muñecas a la tubería y salí del baño.

(¿Continuará?)