Andrea

Andrea, diseñadora de modas, recibe una visita inexperada, que comienza muy mal, para ella y quien la acompaña

ANDREA – Primera parte

Andrea es mi nombre, soy una joven que luego de graduarse en la carrera de Diseñadora de Modas, en la capital de la provincia, decidió quedarse a vivir en ese sitio, alejada de la familia. Me pareció aceptable continuar alquilando el departamento en el barrio en donde estudié, hasta que pudiera valerme por mis propios medios. Para ello abrí un local alejado del centro comercial, en donde el movimiento de gente era discreto, para instalar allí lo que sería mi primer taller de costura.

El tener más tiempo libre, hizo que comenzara a salir más, conociendo gente nueva, locales de diversión nocturna, discotecas, pubs, etc. Mis salidas por lo general las hacia en compañía de mis amigas de siempre, Nábila, Vivián, Ana y Alejandra. De las tres primeras se puede decir, sin temor a equivocarme, que eran hermosas mujeres, de cuerpos espectaculares, parecían modelos de cine o televisión. No así Alejandra, ella era la gordita del grupo, excedida en peso y buen humor, contagiaba sus ganas de vivir y su fe en un mundo mejor.

De mi solo puedo decir que soy una morocha latina, de sangre caliente, decidida, de esas mujeres que no titubean cuando toma una decisión. No soy tan bella como esas amigas que recién he nombrado, pero la armonía de mis curvas y la gracia de mis ojos, negros, hacen la diferencia. Además se destaca en mi, que a todos los hombres enloquecen (y a algunas mujeres también) mis pompas. Me olvidaba algunos detalles, tengo 25 años, mido 1.65 m, una buena edad, no? Todo esto se combina con mi forma de vestir, por lo general soy de esas chicas a las que les gusta sugerir, más que mostrar, para lo cual tengo una profesión que me ayuda mucho en el tema de la indumentaria.

No tengo pareja estable, con los hombres me llevo bien, tengo buena llegada y siento que les gusto, a pesar de eso no duran mucho a mi lado, motivo por el cual paso la mayor parte de mi tiempo en soledad o mejor dicho buscando no estar en soledad que es distinto.

En mi emprendimiento laboral me acompañan Alejandra y Ana, la primera por su talento para el diseño y su buen gusto, participa en la producción de ropa y la segunda por su belleza, modela la ropa que diseñamos.

Fue Ana quien trajo a nuestro taller de costura a Vicente, un rubio muy guapo que a poco de trabajar con nosotras, terminó seduciéndome al punto tal de convertirme en su pareja. Con él tuve una relación muy buena y no me refiero a la parte laboral precisamente. Fue en nuestros primeros días de noviazgo que sufrimos el ataque de dos individuos inescrupulosos que alteraron nuestra forma de vida.

Se presentaron como empresarios textiles y con la excusa de enseñarnos muestrarios de telas, ingresaron a nuestro taller. Ambos venían correctamente vestidos y a simple vista se los notaba como dos personas de mediana edad, educados, hasta que mostraron la hilacha, el verdadero motivo de su presencia en nuestro local.

-         Nos gustaría saber cuanto personal tienes trabajando contigo, Andrea? – me dijo uno de los individuos, iniciando la charla que supuestamente sería de trabajo.

-         En estos momentos estamos Alejandra y yo, por la tarde nos ayuda una amiga común (Ana) y eventualmente contamos con Vicente, para compras o tareas que no tienen que ver con la costura – le respondí mirando alternativamente a ambos individuos, viendo como se miraban entre ellos.

-         Mmmm, entonces solo tu y tu socia están en este momento? Nadie más? – preguntó el segundo de los individuos, el de mayor edad.

-         Así es, tal como les dije – les respondí.

-         Y que piensas, perdón, que piensan, de que tela es esto? – dijo el primero de ellos, poniéndose de pie y tomándose el bulto que había dentro de su pantalón, a la vez que dando una risotada ordinaria, de festejo.

-         Pe-pero que es ese gesto tan bajo . . .

Cuando yo traté de pronunciar esa frase, recibí un soberano cachetazo que me dio vuelta la cara, las cosas estaban claras, esos dos individuos no eran lo que decían ser, sino que eran dos atracadores.

-         A ver si nos entendemos, chicas, de ahora en adelante, hasta que nos vayamos solo van a abrir la boca cuando nosotros les digamos. Se quedan tranquilitas y colaboran con nosotros, cuanto antes nos vayamos de aquí será mejor para todos.

-         No tenemos dine…

-         Plasssff – sonó mi mejilla del revés que me volvió a dar el tipo – ayyyy bruto, degenerado – y de nuevo volvió a pegarme, derribándome de la silla, para dejarme tirada en el piso, de donde me levantó de un tirón de cabellos.

-         Que no entiendes que no tienes permiso para hablar?

-         Perdona, no te enojes así con nosotras, eres muy bruto.

-         Mejor las encerramos en el cuarto y revisamos que hay, Beto?

-         Está bien, caminen para el cuarto  aquel – nos señalaban que fuéramos hacia mi oficina, que era justamente en donde estaba el poco dinero que teníamos juntado, hacia allí nos fuimos con el otro matón que nos seguía y empujaba para apurar nuestro paso.

Pero el muy sinvergüenza no contento con maltratarnos, empujándonos como si fuéramos ganado, se atrevió a tocar mi cola por debajo de mi falda, metiendo sus sucios dedos entre medio de mis nalgas.

-         Pero que te crees tu, como te atreves a . . . ayy cuidado bruto ¡¡¡

-         Suelta a mi amiga, no vayas a querer . . .

Por toda respuesta recibí un empujón que me tiró de cara contra la pared, luego me tomó de mi cabello y me arrastró hacia adentro de mi oficina, mientras su amigo le aplicaba un fuerte golpe a Alejandra, por haber querido defenderme.

-         Escuchen bien, se colocan las dos de cara contra la pared, cerrada sus bocas o les daremos tantos golpes que no las va a reconocer ni su madre.

-         Está bien, pero no nos golpeen más, si?

-         Acá las condiciones las ponemos nosotros – nos dijo el más agresivo y mano larga de los dos, mientras el otro cerraba la puerta de un portazo.

Uno de ellos se colocó atrás mío y volvió a meter su mano por debajo de mi pollera, lo que me provocó un salto, más que nada por el pellizco que me aplicó sobre una de mis nalgas, luego me tomó de mi costado izquierdo, apoyó su cuerpo contra el mío y me hizo sentir su verga, ya dura que presionaba contra mi cola, mientras me hablaba apoyando los labios en mi oreja derecha.

-         Te das cuenta que estás en mis manos, perra, ni te atrevas a querer hacer algo en mi contra, porque te desnudo y te clavo por todos tus agujeros, entendiste?

-         Por favor, llévense lo que quieran y déjennos, está por venir mi novio y no se lo que pueda pasar si él los descubre.

-         No va a pasar nada, empieza a decirnos donde está el dinero, porque esto ya me aburre.

-         En el cajón de mi escritorio, tomen lo que haya y váyanse por favor.

Cuando descubrieron el poco dinero que había en la caja, producto de la venta de uno o dos vestidos de muy poco valor, se pusieron mas enojados de lo que pensábamos y no encontrando nada que llevarse, volvieron a cargar sobre mi.

-         Entonces eso es todo lo que hay, perra?

-          Llévense mi celular, el anillo que tengo y lo que haya en la cartera, no tengo nada más para darles.

Me quitaron el anillo y lo poco que tenía Alejandra, para después venirse encima de mí nuevamente.

-         Entonces no tienes más nada que entregar?

-          Nada mas, les he dado todo lo que tenía.

-          Respuesta equivocada, todavía puedes dar mucho mas y tu amiguita también.

-          De verdad no tenemos nada.

-          Entonces nos harán una mamada y luego nos vamos, quien empieza?

-          Ni loca, por quien nos tomaron, que . . .

-          Quieres que vuelva a golpearte perra?

-          No, por favor, no me golpees, que ya tengo la cara hinchada.

-          Entonces de rodillas en el piso, empiezas tu, date la vuelta de frente hacia mi, con las manos en la espalda, ni se te ocurra morderme o hacerme algo feo, porque te desfiguro, me comprendiste?

El tipo que daba esta orden, era Beto y según parecía era el cabecilla, ya se encontraba algo excitado, yo podía sentir nuevamente su bulto sobre mi cola, presintiendo que nada podríamos hacer para evitar lo que nos pedían. A su vez, Alejandra no paraba de sollozar, sabiendo también que mas tarde o mas temprano, tendría ella que ceder algo de lo que los atracadores nos pedían.

-         Bueno mamacita, abre tu boquita y ponte la verga en la boca y me la chupas bien suavecito, que si te portas bien te dejaré que te tragues toda mi lechita.

-         Por favor no, déjennos y lárguense, seguro está por llegar mi novio, nosotros no los vamos a denunciar, pero váyanse ya.

-         Shhh, basta ya, chupa mi pija, quiero que me la chupes como se la chupas a tu novio, a ver putita como lo haces.

-         Glup glup splass – yo me había negado a abrir la boca, entonces el tipo me pasaba la verga dura por mis labios, por mis mejillas, por la frente, por mi nariz, hasta que me pego un fuerte tirón de cabellos y pellizcó mi mejilla, provocando la apertura de los labios para gritar, lo que él aprovechó para meterme su pija adentro – despacio glup splasss.

-         Ah pero que bien, que linda boquita que tienes, pasa la lengua con cariño y te acabo enseguida, ya hazlo, que tienes que chuparle la verga a mi compañero también.

-         Eh tu, toma la gordita, quítale la ropa a ver como se ve desnuda, ya le vamos a dar a ella también, que te parece, eh?

-         Buena idea amigo, a ver gordita, vas a ser buenita conmigo?

-         Por favor señor, no me toque, yo no se hacer nada, nunca lo hice, respéteme – Alejandra confesaba entre sollozos y suspiros, que nunca había tenido nada con ningún tipo, lo que puso frenéticos a ambos violadores.

-         Ah pero que bueno, nos vamos a comer un virgo entonces, empiezo yo Beto o te la quieres comer vos primero.

-         Te la cedo Pepe, enséñale como se chupa una verga, pero primero quítale toda la ropa, quiero ver a la gorda en bolas.

-         Ya escuchaste al jefe, sácate la ropa o te la arranco yo.

-         No por favor, déjenme, no me toquen que nunca hice nada con ningún hombre.

-         Si, por favor, glup glup, no la toquen splashh glup déjenla, ya me tienen a mi – yo quería salvar a Alejandra, la veía sufriendo mucho y a mi ya me estaba violando uno por la boca, que me violaran los dos, no cambiaba nada. Además que me perdone Dios, pero en cierta forma yo gozaba con lo que hacía, ya que mi mayor placer era sentirme dominada y en ese momento lo estaba por dos hombres. Nada pude hacer por salvar a mi amiga y en poco tiempo estuvo desnuda, con todo su cuerpo expuesto a la vista y el manoseo de los dos tipos.

Esta situación hizo que Beto, que era el hombre al que se la estaba chupando, se excitara más de lo razonable, al ver como Pepe desvestía y manoseaba a Alejandra y ésta se negaba a tal situación. De repente, sentí sus manos apretando mi cabeza contra su vientre y el primer chorro de leche me llegó hasta la garganta haciéndome atragantar, yéndose directo a mi estómago, no así el segundo chorro, mucho menor y después casi nada, todo eso me tuve que tragar, ya que no me permitió escupir nada.

Tomándome de los pelos, me hizo levantar y me dijo al oído, susurrándome, que me quitara toda la ropa, al igual que mi amiga, que lo hiciera solita, ya que si lo hacía él, me rompería toda la ropa.

-         Quiero disfrutar un poco de tu lindo cuerpo, muñeca, así que te quiero ver en bolas rapidito, vamos igual que tu amiguita, las dos en bolas.

-         Está bien, yo obedezco, pero dejen a mi amiga, hago lo que me pidan a cambio de que no la toquen a ella.

-         Bueno, bueno, esto se pone interesante. Pepe, deja a la gorda tranquila un poco, nos arreglaremos con ella – Beto lo dijo señalándome a mi mientras yo me desnudaba.

Pepe se vino junto a nosotros, se paró al lado de Beto que estaba concentrado en la forma en que yo me quitaba la ropa. Cuando terminé de desnudarme, con una de sus manos tiró todo lo que había arriba del escritorio y me ordenó que me acostase allí, boca arriba, con las piernas colgando sobre el borde de la mesa.

-         Bien abiertas las piernitas mami, que te la quiero chupar un poco, mejor que tu culito huela rico o sino te la meto de una y te quedas sin mi mamada – me dijo Beto.

-         Entonces se la voy a poner para que me la chupe, así no pueda hablar, jajaja – dijo Pepe.

Por suerte mi sexo olía bien y a decir verdad, Beto me la chupó tan rico, que no pude evitar los jadeos, suspiros y gemidos y por más que me esforcé en no terminar, tuve un orgasmo que hizo que no pudiera contener mi cuerpo y soltara sobre mesa mis jugos vaginales.

-         Ah, pero como te gusta lo que te hago putita, ahora te voy a meter mi verga a ver si te saco otra sonrisa.

Beto, con los pantalones a la altura de sus rodillas, aprovechando mi concha llena de flujo y saliva, apoyó su verga en la entrada y sin esfuerzo alguno me tragué su cabeza y luego todo su tronco, de un solo empujón. Al mismo tiempo que él me la ponía y empezaba a bombearme, su amigo me acababa en la boca, manteniendo mi cabeza aprisionada con sus manos hasta que notó que me había tragado todo, en ese momento me liberó para que atendiera a Beto.

Yo no podía contener la calentura y decidí finalmente no reprimir lo que sentía, por lo que alargué mis brazos hacia el cuerpo de Beto, en señal que quería abrazarlo y sentir su torso sobre el mío. El bárbaro se lanzó encima de mí, cortándome la respiración, pero clavándome su pija de tal forma que comencé con los jadeos nuevamente para volver a tener otro orgasmo y  casi sin darme cuenta estaba besando el cuello de mi violador y tomando su cuerpo con mis piernas que abrazaban su cintura.

-         Ey puta, espera, que todavía tienes que atender a mi amigo, acuérdate del pacto que hicimos – Beto pretendía salirse de dentro mío, para darle lugar a su compañero.

-         Si, está bien, no se que me pasó, me descontrolé, no soy yo, discúlpame Alejandra, no me reconozco – me sentía avergonzada de exteriorizar la calentura que me supieron sacar mis violadores, mientras mi amiga acurrucada en un rincón del cuarto, me miraba incrédula por mi forma de actuar, sin parar de llorar.

Pepe, al ver mi forma de actuar, se desnudó de la cintura hacia abajo y se lanzó, con su verga en punta penetrarme.

-

Despacio, por favor, que me duele – le chillé al bestia que no me dio tiempo para acomodar mi cuerpo a su embestida.

-         Calla puta, que quiero que te eches otro polvo como el que recién te echaste – Pepe era mucho mas rústico que Beto, tenía la verga mas grande y yo no estaba acostumbrada a estar con mas de una persona a la vez, todo esto para mi era una experiencia nueva y si bien me gustaba lo que me hacía, me dolía un poco y me hacía sentir molesta.

Beto mientras su amigo me estaba cogiendo con bastante rudeza, se fue a tratar de convencer a Alejandra de hacer algo.

-         Mira, si tú me la chupas, te prometo que nos vamos enseguida de aquí y todo esto habrá acabado – le dijo Beto a Alejandra según pude escuchar.

-         Noo, por favor, Andrea ya lo hizo por mi y tu acordaste con ella que no me tocarían, por favor no – Alejandra estaba deshecha del terror que le daba la eventualidad de tener sexo con alguno de ellos o con los dos, peor aún.

Esto sucedía cuando escuchamos todos que alguien presionaba la puerta de entrada para poder ingresar sin poder hacerlo porque desde adentro la cerradura se había trabado adrede con ese fin. Luego de eso suena el teléfono del local e inmediatamente mí celular. Los delincuentes preguntaron por quien llamaba y les dije que era mi novio que estaba en la puerta queriendo entrar, ya que sabía que había gente adentro.  No había opción, había que abrirle la puerta rápidamente o Vicente seguramente pediría ayuda para poder entrar.

-         Tu ponte la ropa y ve a abrirle, una vez que ingrese yo me hago cargo – me dijo Beto, salvándome de la cogida que me estaba dando su socio, que salió de encima de mí para ir hasta su ropa y desenfundar un arma automática que hasta el momento no había exhibido.

Pepe se quedó dentro de la oficina apuntando con su arma a Alejandra a la cabeza, yo me puse algo de ropa y acompañada por Beto fui a abrir la puerta a Vicente. Beto, a su vez tenía otra arma con la que reduciría a mi novio al instante de entrar.

-         Disculpa Vicente, estaba ocupada – le dije mientras abría la puerta, escondiendo tras ella mi desnudez – pasa por favor.

Ni bien traspuso la puerta vio el arma de Beto que le apuntaba, lo que provocó que Vicente alzara sus manos y le pidiera tranquilidad. También me miró a mi y descubrió que estaba vestida a medias, en realidad mas desnuda que vestida y se puso pálido y rojo de vergüenza o humillación en forma inmediata. Yo creí que iba a reventar de un ataque de presión, pero después pude comprobar que estaba preparado para aguantar mucho más que eso.

-         Bueno, vamos todos para la oficina – nos dijo Beto encañonándonos con su arma – vamos que sigue la fiesta.

Cuando Vicente vio a Alejandra totalmente desnuda y a Pepe en igual condición, solo que con un arma en su mano, casi se desmaya y ahí empezó a comprender lo que estaba pasando. Lo primero que se le ocurrió fue ofrecer dinero, dinero que no llevaba encima y los atracadores lo tomaron por un atrevido. Por eso, Beto sacó de su ropa un par de esposas y lo esposó en una tubería de calefacción que había en la oficina, dejándolo totalmente inmovilizado, además le dijo:

-         Si te portas bien, nada te va a suceder, ahora si nos molestas, te juro que te violaremos enfrente de tu noviecita – Beto le habló en un tono que no le dejó ningún tipo de dudas a Vicente de ante quienes había caído él y nosotras ­.

Este relato continúa

Marcela ( marce459@live.com.ar )