Andrea 01 - Doble Cara

Me llamo Andrea, y acabo de cumplir 19 años. En el tiempo en el que transcurre este relato, todavía soy virgen. A continuación, contaré cómo mi vida comenzó un cambio inexorable cuando tomé una decisión de la que hoy en día, a mis 24, no sé si me alegro o arrepiento

Me llamo Andrea, y acabo de cumplir 19 años. En el tiempo en el que transcurre este relato, todavía soy virgen. A continuación, contaré cómo mi vida comenzó un cambio inexorable cuando tomé una decisión de la que hoy en día, a mis 24, no sé si me alegro o arrepiento… Pero volvamos al tiempo del relato:

Soy una chica normal; con una vida común. Me gusta hacer ejercicio, voy al gimnasio varias veces por semana y también hago natación. Acabé el instituto con muy buenas notas y este año he empezado a estudiar la carrera que desde pequeña siempre quise hacer: medicina. Me gusta leer, el cine, pasar tiempo con mis amigas, estar en la naturaleza y aprender idiomas (Además de español, hablo inglés, francés e italiano). Siempre he sido una chica bastante independiente, algo que debo a mis padres por su confianza y la educación que me han dado. Nunca he tenido novio, aunque no ha sido porque me faltasen hombres detrás. Físicamente soy muy atractiva (modestia aparte), ya que, entre el gimnasio, la natación y mi gusto por cuidar mi alimentación, mi cuerpo se mantiene bien tonificado, suave y con el tono de piel moreno que mi genética me ha regalado. Tengo unos pechos muy bonitos, puesto que son voluminosos sin llegar a ser incómodos, bien redondos y nada caídos. Sin embargo, de lo que más orgullosa estoy es de mis piernas, mi culo y mis caderas; son el fruto de un trabajo intenso de ejercicio y dieta, y son suaves y con unas curvas que a más de uno hacen girar el cuello cuando voy en mallas en el gimnasio, o simplemente caminando por la calle.

Hasta aquí, parezco una chica normal, que está bastante buena y que algunos calificarían de recatada, monja o incluso un poco beata (mis propias amigas se sorprenden y a veces me recriminan que no haya dado muchas oportunidades a los hombres o que no haya perdido ya la virginidad, como ellas… Es decir, con algún mediocre con micropene en un rellano en un metesaca de dos minutos nada satisfactorio. Yo prefiero esperar.) Lo que sin embargo nadie sabe (ni mis mejores amigas ni, por supuesto, mi familia) es que me encanta el sexo . ¿Cómo puede encantarte el sexo si no lo has probado? ¿Cómo es posible si nunca has pasado de besos o magreo por encima de la ropa?

Pues porque AMO EL PORNO; desde que vi de pasada un vídeo en el móvil de mi primo mayor, he sentido mucha curiosidad y una creciente afición a los vídeos: Me encanta ver todo tipo de porno: empecé viendo masturbaciones suavecitas, lésbico… y empecé a subir de intensidad: Vaginal cada vez más fuerte, con azotes, agarrones del cuello y el pelo, vídeos en los que chicas delgadas y con mis mismas curvas reciben descomunales pollones negros… Me mojo cada vez que veo cómo esos impresionantes falos que ni en sueños me cabrían, abren a esas chicas por la mitad y las penetran lentamente hasta el fondo de sus coñitos estrechos y chorreantes: Mi mano involuntariamente se mete entre mis pantalones, mi tanga o directamente mi coño cuando me quedo sola en casa, y empiezo a restregarme el clítoris con un vicio insólito en mí, mientras me imagino empalada por tan imponentes vergas mientras escucho los gritos de esas afortunadas actrices jovencitas, recibiendo esos miembros gruesos y erectos dentro de su cuerpo… disfruto notando cómo mi coño se caliente y empieza a lubricarse y a empapar la superficie en la que estoy sentada tocándome… me imagino cogida con esas manos firmes, agarrada por mis caderas… Y me corro retorciéndome de placer, sin sentir todavía nada dentro de mí, con mi mano húmeda sobre mi clítoris hinchado.

Y bueno… esa sí es una versión más acertada de mí: Andrea la santa en mi vida pública, y una viciosa perturbada cuando estoy sola frente a mi pantalla de móvil u ordenador.