Anciana salva una apuesta

Preocupado por perder una apuesta, un joven ve en una anciana su tabla de salvación y le hace una propuesta a cambio de un préstamo solicitado por ella.

  • Relato 46

Anciana salva una apuesta

SINOPSIS: Preocupado por perder una apuesta, un joven ve en una anciana su tabla de salvación y le hace una propuesta a cambio de un préstamo solicitado por ella… Un relato que narra el enamoramiento de una madura mujer y el hacer realidad las fantasías que el joven le despierta

ECSagardez

Al inicio de la década de los ochentas, trabajaba en la ciudad de México en el Sistema de Transporte Colectivo (Metro) y compartía un departamento con un compañero de trabajo de nombre Roberto Cuevas Covarrubias, originario de Ixmiquilpan en el Estado de Hidalgo

Además de compartir el departamento, compartíamos algunas cosas, entre ellas, comíamos en el mismo restaurante, nos corríamos casi las mismas aventuras y otras cosillas más. Pero eso si, los dos éramos bien machines

El trabajo que desempeñábamos nos permitía tener contacto directo con muchas mujeres en el turno en que laborábamos. Así que las aventuras no nos eran ajenas. Hasta que un día decidimos jugarnos una apuesta a ver quien cogía a diario con una fémina diferente

Mi amigo sólo aguantó 28 días, porque le sobrevino una uretritis que lo postró en cama por varios días… Mientras que el autor de este relato siguió hasta el día 34, sin ningún problema

II

Al iniciar este juego erótico, una vecina del edificio donde vivíamos a quien llamaremos doña Cande, siempre me la encontraba al salir hacia mi trabajo… Con su bolso de mandado y su andar cansino… Pero con toda amabilidad, me saludaba:

  • Buenos días joven… Cómo amaneció este dia

  • Bien señora… Y usted, como siempre con su bolsa llena de mandado… Si quiere le ayudo

  • No joven… No pesa, sólo son verduritas y una piececita de pollo… No se preocupe… Váyase tranquilo que se le puede hacer tarde para llegar a su trabajo

Así era doña Cande, siempre amable… Pero no pasaba de ahí

Hasta que un día, don Pancho, quien era el portero y un anciano muy jovial y relajiento… Me sorprendió en el acostumbrado diálogo con doña Cande y me dijo:

  • Joven… Ya lo vi y no crea que le tiene malos ojos doña Cande… Ella tiene varios años viviendo en el edificio y hace tiempo tuvo un amante más joven que usted

Sólo me limité a sonreir… Pero no comenté nada… Tomé el aserto como una broma de don Pancho… Y subí a mi departamento que se localizaba en el tercer piso

III

Los días transcurrían y tanto mi amigo Roberto como yo, nos permitíamos el lujo de darle forma a la apuesta, llevando a nuestro departamento a la mujer del dia. Porque era lógico que ninguno de los dos queríamos perder la apuesta, la cual consistía en pagar el desayuno y la cena de toda una quincena

Pero un día… Llegué todo cabizbajo... Y mi amigo ya se encontraba con su pareja haciendo el amor en su recámara… Cuando oyó que llegué y me senté en la salita a ver el televisor...

Taciturno como me encontraba y ante la inminente derrota y tener que apagar la apuesta… Un toquido en la puerta me sobresaltó y me levanté a abrir para ver quién era

No me lo podía imaginar… Cuando abrí la puerta, era doña Cande, quien me venía a pedir un favor… Mi mente voló hasta lo más recóndito del planeta y la ubicó en ese momento como el milagro más providencial

Lo que doña Cande quería en ese momento era que le prestara 50 pesos, porque no tenía cambio para comprar su leche y la señora del expendio, era muy sangrona si no llevaban billetes pequeños

Le hice el comentario sarcástico de en qué forma lo pagaría… Ella me dijo:

  • Cuándo y cómo usted quiera joven

  • Deveras doña Cande… Porque estoy metido en este momento en un aprieto… Sólo usted podrá salvarme si no tiene incoveniente a lo que le voy a proponer… ¡Pero, por favor pase!

Yo me encontraba en pleno diálogo de conquista con doña Cande y Roberto, mi amigo, se encontraba con la dama del dia, quien lanzaba exabruptos, en señal de que estaba gozando la tremenda cogida de mi compañero de departamento

IV

Al entrar doña Cande… Lo primero que escuchó, fue algo que provenía de la recámara de mi amigo:

  • Así Robert… Metémela despacio… Porque me duele… La tienes bien gruesa y me roza mucho

Yo pensé que doña Cande se iría… Pero sólo se sonrió y me dijo:

  • Ustedes si que disfrutan su juventud

Pues de eso quiero hablarle doña Cande… Resulta que hice una apuesta con mi amigo para ver cuantos días podemos coger diariamente, pero con mujer diferente… Y hoy la suerte no estuvo de mi lado… No logré conquistar a nadie y voy a perder esa apuesta

La sonrisa de doña Cande se volvió carcajada… Pero me dijo lo siguiente:

  • Joven… No se preocupe… Me cae usted muy bien y se que no me hará ningún daño… Nadamás que yo soy una mujer muy vieja para usted… ¿Acaso no le importa eso?

Mi respuesta no se hizo esperar:

  • Doña Cande… Si lo he pensado… Pero en este momento eso no tendría importancia… Sólo quiero salvar el prestigio… Pero con su ayuda puedo salvarlo

Enseguida me respondió con palabras que me dejaron atónito:

  • Pues no se hable más y vamos a su dormitorio

V

Cerré la puerta de mi recámara. Mientras doña Cande se quitaba su suéter y blusa para dejar ver unos caídos senos que mostraban el paso del tiempo… Sin embargo, comencé a besarlos y los pezones respondieron a la caricia, porque tomaron un color aceitunado y se endurecieron al instante

Doña Cande, exhaló un suspiro… El roce de mis labios con sus senos le agradó sobremanera y sólo cerró los ojos, para dejarse conducir por este joven y desesperado amante que no quería perder la apuesta

La despojé de su falda y me mostró un calzón de nylón color amarillo con redecilla al frente, el cual de sólo verlo me empalmó enseguida

Parada como estaba doña Cande, bajé hasta su vulva y aspiré el aroma que despedía su conchita… Pero no tenía olor de vieja ni de anciana, sino a jabón. Parecía que no tenía mucho tiempo de haberse bañado y el olor era agradable… Así que comencé a lamerle por arriba de la red de su calzón y ella abrió más sus piernas

Por cierto, las piernas de doña Cande, a pesar de sus 60 años, no eran delgadas, sino de buen tamaño, sin llegar a regordetas… Por lo que me entusiasmo la idea de seguir cogiendo con esa señora, quien me estaba ayudando a no perder la apuesta… Y todo por un préstamo

VI

Cuando mi lengua pasó por su vulva, sobre su calzón, doña Cande, subió un pie a la cama, para permitir que mi lengua la siguiera explorando… Hasta que me dijo:

  • Que bonito mamas… Nunca nadie me lo había hecho… Ni yo me había dejado… Pero tu tienes algo especial que nada te puedo negar

Sus palabras me excitaron más y mi verga pedía a gritos salir de su prisión, yo me encontraba vestido y no hacía intentos de desnudarme… Hasta que doña Cande… comenzó a desabrocharme el cinturón y los botones para que mi pantalón cayera y de una patada lo lancé hacia un lado

Doña Cande abrió sus ojos cuando vio sobre mi truza el tamaño de mi verga… Y de un empujón me arrojó a la cama… Me la bajó para quitármela y al ver el erecto mástil en que estaa transformado mi miembro… Se agachó y lo comenzó a mamar

Se lo engulló todo… Pero era inexperta en el arte del sexo oral… Así que le fui diciendo como lo tenía que hacer… Pero ella estaba emocionada con tener esa verga en la boca… Por lo que me hacía poco caso

Para favorecer su mamada, la invité a poner su vagina en mi cara y así propinarle la mía. Al paso de los minutos, su humedad iba en aumento y era tanto su deseo contenido que a veces mordisqueaba mi pene. Pero era un acto reflejo de que estaba disfrutando

Ya no pude aguantarme más y la lujuria despertada por estarme cogiendo a una anciana, me transformó terriblemente y como un demonio le lancé varias descargas de sémen, por lo que doña Cande retiró su boca y algunos chisguetazos le cayeron en el rostro y en los senos… Pero eso si no dejó de agarrar mi verga como si fuera una manguera

Cuando vio que ya había terminado de venirme… Con su lengua limpió la puntita y con la mano me seguía sobando el miembro… Lo cual me hizo sentir bonito

VII

  • Oiga joven… Se descargó usted bien, todavía tengo en mi boca el sabor de su lechita… Sabe rica… Yo nunca la había probado… Se lo juro

La explicación que en ese momento me daba doña Cande, poco me importó… Porque ya mi intención era el de meterle la verga en su concha… Así que la puse a masajearla, como si la estuviera masturbando y una que otra lamida con su lengua… Hasta que logró el milagro de volverla a erectar

Mientras yo jugueteaba con su vulva y le metía uno, dos y hasta tres dedos… Ella agradecía esa manualidad, porque exhalaba ligeros suspiros y su humedad aumentaba más y más

Estaba terriblemente lubricada, así que cuando tuve mi miembro bien parado, la acosté boca arriba y le abrí con suavidad sus piernas para meterme entre ellas y dejarle caer mis 18 centímetros de pene

Ella se fue amoldando al grueso de mi verga y de cuando en cuando hacía un ligero gesto de dolor… Pero no hizo ningún intento por zafarse, sino al contrario solita empujaba para que mi miembro entrara en su totalidad

Cuando logré penetrarla toda… Los dos, como si nos entendiéramos de toda la vida, iniciamos ligeros movimientos rotatorios y de mete y saca al mismo tiempo… Ella ya no pudo contenerse y empezó a gritar:

  • Bien joven… Así la quería tener, toda adentro… Usted si que me hace gozar… Sáquela y métala más fuerte… No se preocupe… Que estoy gozando

Los movimientos arreciaron y se fueron haciendo más fuertes… En ese instante, doña Cande, gritó:

  • Me veeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeengo… Me veeeeeeeeeeeeeeeeeeengo….

Alarido que acompañó con un fuerte pujido, como si estuviera pariendo… Además de cerrar sus piernas alrededor de mi cintura y apretarme por unos segundos que me estaba dejando sin aire… Doña Cande, si que gozó el palo

Cuando aflojó sus piernas… La seguí bombeando y se la saqué toda para verle su agujero vaginal y la penetré con salvajismo, dejándole caer toda la longitud de mi miembro que ella agradeció y siguió moviéndose

Durante diez minutos la seguí cogiendo y ella entrecerraba los ojos y lanzaba ligeros gemidos de placer… Hasta que en uno de esos se desmadejó toda y aflojó el cuerpo, porque estaba sobreviniendo otro orgasmo que dejó a la pobre señora para el arrastre

Ya no pude más y de sólo verla como aflojaba el cuerpo, le lancé una embestida final que fue el momento exacto para aventarle de seis a siete descargas de sémen que ella sintió en toda su intensidad y abrio los ojos, como señal de lo que estaba disfrutando

VIII

Cuando los dos aflojamos el cuerpo… Me voltié para que ella quedara encima de mi y tuvo unos ligeros espasmos con los músculos de su vagina… Los cuales hicieron que mi pene se mantuviera erecto por uno o dos minutos… Como si doña Cande me estuviera ordeñando y no quisiera dejar ni un mililitro de esperma en mi saco escrotal

Sin duda fue una delicia coger con esa anciana, cuyo único defecto era vestir como lo que era… Porque ya en la intimidad, aún poseía fuertes piernas, unos pezones que se erectaban al contacto y la calentura que cualquier joven quisiera experimentar

Doña Cande me confió que tenía varios meses en que yo era una de sus fantasías y que en la soledad de su recámara se masturbaba a mi salud… Aunque jamás pensó que tuviera una verga tan grande y deliciosa

La plática transcurrió durante 40 minutos y acostados nos habíamos tapado con una colcha… Así que ella metió la mano y volvió a agarrar mi verga, la cual respondió al llamado de la anciana, porque no puso reparo alguno en volver a crecer

Con la verga bien parada… Doña Cande corrió la colcha y la arrojó al suelo, para bajarse de nuevo y engullirse mi verga, a la cual daba ligeros mordizcos debido a su nerviosismo por quedar bien ante su enamorado

Ella se sentó en mi pecho y siguió su labor… Pero yo con toda mi pensamiento libidinoso empecé a tocar sus nalgas y se me vino a la mente cogerme a esa anciana por detrás… Quería probar si era cierto su enamoramiento y sus fantasías

IX

Cuando mi verga estuvo al cien por ciento de parada… Le dije que se pusiera boca abajo, al tiempo que le ponía un cojín en su viente para que levantara sus nalgas… No fueron necesarias muchas palabras… Ella entendió el mensaje y ayudó con sus manos a separarse las nalgas

Vi enseguida un círculo negro y unos pliegues que invitaban a la penetración… Así que dirigí mi miembro hacia ese lugar y cuando ella sintió la punta, solita se empujó para metérsela toda

No hizo ningún signo de dolor y ella misma me invitó a moverme, cuando expresó:

  • Muévete cariño… Has con esta vieja lo que quieras… Soy toda tuya… Eres el rey de mis fantasías… Ojalá y esto no culmine nunca

Sus palabras enaltecían mi ego… Pero a la vez me enardecían… Estaba al máximo del paroxismo erótico… No era posible que doña Cande, una mujer de 60 años me estuviera dando tanto disfrute y placer sexual

Nuestros movimientos se volvieron rítmicos… Ella gozaba la penetración anal, porque suspiraba y no dejaba de externar palabras y lanzar pequeños gemidos… Hasta que detuvo su movimiento y se dejó caer en la cama. Mientras yo la seguía… Ella tuvo otro orgasmo y yo me vine con ella… Los dos quedamos exhaustos y cansados

Pero habíamos tenido una fantástica corrida y en donde ella demostró que yo era en verdad su fantasía

X

Transcurrieron quince minutos y los dos nos vestimos… Salimos de la recámara y mi amigo Roberto, nos vio. Pero no hizo comentario alguno

Yo abrí la puerta y la despedí con un afectuoso beso en la frente. En tanto ella me invitó a su departamento para cenar en una hora más… Con tal de ahorrarme la merienda asentí

Doña Cande se retiró y cerré la puerta tras de ella… Mi amigo Roberto, no se aguantaba la risa y fui víctima de sus burlas

Pero la apuesta no decía edad ni condición de mujer… Así que seguí vivo y la gané gracias a la ayuda de doña Cande, quien se convirtió en la amante que sólo buscaba, cuando necesitaba desahogarme o cuando no tenía dinero para cenar

Los encuentros sexuales con ella, llegaron al grado de dormir toda la noche juntos en su departamento. Y sus entregas no tenían parangón… Daba rienda suelta a todas sus fantasías y con el tiempo se volvió una experta mamadora y le gustaba tener múltiples orgasmos en cada sesión

Era toda una variedad verla reir y disfrutar mi verga en toda su longitud… Así era doña Cande, una anciana hermosa que aún vive en mis recuerdos