Ana y yo en el cine porno
Una sesión caliente en el cine porno termina en una orgía.
Acostumbro ir a un cine porno de mi ciudad, no sólo por las películas, sino también porque pasada cierta hora los encargados se hacen de la vista gorda con todo lo que ahí pasa. La sala es grande, está dividida en dos partes, a la de abajo van hombres y sólo muy de vez en cuando parejas o mujeres solas; la parte de arriba es sólo para parejas. Una vez fui a la última función y para disfrutar mejor de la paja me ubiqué en la fila de enfrente; el cine como siempre estaba semivacío, yo gozaba de la película masturbándome con lentitud, en eso escuché un gemido que no coordinaba con la banda sonora de la película, extrañado me volví a mirar y ahí, en la fila del fondo de la parte alta, justo debajo de un anuncio de "No Fumar" descubrí a una pareja que la estaba pasando de lo mejor.
La luz del letrero era tenue, pero suficiente como para iluminar la escena. El hombre tendría unos treinta años y estaba con una prostituta joven, de las que deambulan por las inmediaciones del cine. Ella tenía las tetas por fuera de su brasiere, la minifalda subida hasta la cintura, y el macho le mamaba las tetas mientras le sobaba el culo. Luego, la chica se inclinó para mamarle la verga, ofreciéndome un espectáculo mejor que el que ocurría en la pantalla; el tipo terminó de sacarle el pantie a la muchacha, le sacó la verga de su boca y con hábiles movimientos hizo que se le sentara encima. Por la posición de los asientos, la chica tuvo que sentársele de espaldas, permitiéndome disfrutar de una vista completa de sus grandes tetas y de sus muslos abiertos de par en par para facilitar la penetración. El ritmo de los dos se volvió intenso, la puta se movía hacia arriba y abajo, haciendo que sus tetas bailaran; finalmente, el hombre empujó con fuerza sus caderas hacia arriba y se le escapó un gemido claramente audible, indicando que acababa de correrse; yo eyaculé al mismo tiempo. Los vi arreglarse las ropas, fumar un cigarrillo y levantarse.
Me prometí volver al cine el sábado siguiente, pero esta vez con una amiga que es muy liberada y con quien siempre habíamos fantaseado con tener sexo en público. Ana, mi amiga, está muy buena, alguien diría que es un poco gordita, pero eso para mí es uno de sus mayores atractivos, porque a mí me gustan la mujeres tetonas (y Ana debe estar fácil en un 38D), con buen culo el suyo es inmejorable- con buenas piernas y boquita de mamadora, una mujer que respire sexo. Cuando le conté a Ana lo que me había ocurrido y mi idea, se entusiasmó con la invitación.
El sábado, pasadas las seis de la tarde, justo para la última función nos metimos a la parte alta del cine. Ana llevaba un abrigo largo, que cerrado ocultaba el hecho de que se había vestido como la puta de mi experiencia voyerista: blusa y brasiere strapples, que transparentaban sus grandes pezones marrones; una minifalda que dejaba prácticamente desnudas sus piernas, y una tanga tipo hilo dental. De sólo verla la verga se me endureció.
La película ya había empezado; dos parejas estaban en la sala, una de personas más bien mayores y la otra de jóvenes. Nos sentamos en la misma fila que estos últimos, pero en el otro extremo. El film iba de un grupo de swingers, y su protagonista principal era una de mis estrellas porno favoritas, Olivia del Río. Ana nunca antes había visto una película con Olivia, con quien guarda un cierto parecido por ser las dos morenas y con cuerpzos, así que para ella ver lo que ocurría en la pantalla era casi como estar haciéndolo, quedo prendida de la película. Cuando empezó una escena con dos tipos, Ana se movió hacia delante, se abrió el abrigo y yo le ayudé a que se lo quitase, dejando al descubierto sus atributos, entonces procedió a acariciarse el seno izquierdo, primero sobre la ropa y luego, cuando el pezón estuvo tan duro que amenazaba con reventar sus envolturas, se desnudó la teta y continuó jugando con ella. A pesar de que yo estaba de lo más excitado, con una erección que sobresalía claramente de mi bragueta, no hice ningún movimiento porque se que una de las cosas que mejor hace Ana es masturbarse.
La escena de la pantalla continuaba con una doble penetración, Ana respiraba hondo y agitadamente, deslizó sus nalgas ligeramente hacia abajo y abrió las piernas, con lo que la minúscula falda se le trepó hasta las caderas, revelando la tanga blanca que estaba húmeda y bien pegada a su chocha, los vellos escapándose por los lados y el centro metido en su raja. Ahí decidí colaborar con el placer de mi amiga, con mi mano agarré el hilo dental entre sus nalgas y lo halé hacia arriba, de manera que la tela de la parte anterior de la tanga se le metió aún más entre los labios de la vulva, aprisionándole el clítoris. Ana respondió a la presión abriendo aún más sus muslos y moviendo las caderas hacia atrás y adelante, su respiración se hizo aún más rápida y profunda, yo sabía lo que necesitaba para correrse, con mi mano libre, hice saltar la teta derecha por sobre la blusa y el brasiere y empecé a mamársela. Ana gimió cuando le di un pequeño mordisco, su cuerpo se tensó, y su chocha empezó a contraerse rítmicamente, la tanga se empapó con el jugo de su corrida.
El olor que emanaba del cuerpo de Ana era delicioso y tan intenso que estoy seguro que toda la sala quedó bañada en él. Ana no había hecho más que comenzar, dejó de mirar la pantalla, se volvió hacia mí y me dijo: "Ahora es tu turno, te voy a sacar la leche, quiero tu verga en mi boca". Dicho y hecho, con sus manos sacó mi verga del pantalón y bajó su boca golosa hacia mi pene, acarició con la lengua el glande, yo estaba a punto de correrme, me recosté, al hacerlo me fijé que la pareja del extremo había estado siguiendo atentamente nuestros juegos. La chica, que estaba más cerca de Ana, tenía como ella los pechos al descubierto, la falda subida hacia la cadera, su cuerpo era delgado y blanco, los pezones brillaban con la saliva de la mamada que le había hecho su compañero. Nuestras miradas se cruzaron, sonrió, y se viró más directamente hacia nosotros, su compañero, con la verga afuera, intentaba penetrarla de costado o por el culo, no podía verlo bien. Respiré profundamente, contrayendo el perineo para no terminar y les indiqué con mi mano que se acercaran.
Ana seguía moviendo rítmicamente su cabeza metiéndose mi verga hasta el fondo de la garganta y luego sacándosela casi hasta afuera, la pareja, sin preocuparse en cubrirse rápidamente se puso a nuestro lado, con la muchacha al lado de Ana y el tipo en el otro lado. Sin timidez alguna, la chica empezó a acariciar el culo de Ana, la cual un poco sorprendida paró por un segundo sus movimientos, sin soltar mi verga con sus manos volvió la cabeza, hecho que fue aprovechado por la muchacha para plantarle un tremendo beso con lengua. Al mismo tiempo, el tipo logró al fin su propósito y logró penetrar en el culo de su compañera, la que saltó hacia delante, dejando sus pezones a la altura de la boca de Ana, quien se metió uno en la boca, soltó mi verga y se volteó hacia la muchacha para poder acariciarle la chocha, y frotar sus tetasas contra los pechos de ella. Reclamé mi parte apartándole a Ana el tanga hacia un lado, agarré su pierna derecha para abrirla y metí mi verga profundamente en su coño. Formábamos un grupo de lo más agitado, el tipo gozando del sexo anal, Ana masturbando a la chica y besándole alternativamente los senos y la boca, la chica apretándole las tetas a Ana, y yo culeándome a esta última. Sentí la llegada del segundo orgasmo de Ana, las paredes de su vagina apretaron mi pene casi hasta el dolor, yo no pude más y empecé a soltarle mi leche; nuestro clímax desató el de la pareja, la chica jadeó con voz ronca, el hombre se apretó aún más a su culo y gimió. En un instante todo quedó invadido con el olor a jugos femeninos y semen.
A pesar de haberme corrido no había perdido mi erección, cosa que no le ocurría al otro tipo, quien sacó la verga fláccida, se apartó de su pareja y se quedó dormido. Ana y la chica seguían acariciándose y besándose, saqué mi verga del chocho de Ana, me paré y puse mi verga entre las caras de las dos, pajeándome furiosamente, no pude durar mucho, una segunda corrida les llenó de leche la cara a las dos hembras, las que limpiaron con sus lenguas el semen del rostro de la otra.
Ahora sí todo había terminado, me senté, Ana dio un último beso lúbrico a su compañera, y muy dignamente se arregló la blusa, se bajó la falda, y se cerró el abrigo. La chica parecía dormir al igual que su compañero, así que terminamos de arreglarnos, nos levantamos y nos fuimos. En la puerta de salida del cine nos encontramos con algunos de los habitúes que desde la primera planta habían seguido la acción, sonreían, uno de ellos se acercó y nos dijo: "Mejor que la película ¿Cuándo vuelven?" Ana y yo nos reímos y le dije "Pronto, pero la próxima vez vamos a ser mas".