Ana y sus dos maridos
Hola, me haré llamar Ana, soy de Colombia, hoy tengo 34 años, mido 1,63, delgada, blanca, ojos cafés. Mi Esposo tiene 37 años, mide 1,77, vivimos en la ciudad de Popayán.
Hola, me haré llamar Ana, soy de Colombia, hoy tengo 34 años, mido 1,63, delgada, blanca, ojos cafés.
Mi Esposo tiene 37 años, mide 1,77, vivimos en la ciudad de Popayán.
Aquí comienza mi historia:
Iniciando el año 2012 me case por la iglesia con mi esposo Carlos y formamos un hogar, además de trabajar y de vivir el día a día, nos dedicamos a nosotros y comencé a buscar quedar embarazada de nuestro primer hijo, como toda pareja que se pone dicho objetivo, nos pasábamos haciéndolo todos los días, como si el mundo se fuera a acabar, la idea era en el tiempo más corto quedar embarazada, me afanaba que pasaran los años y no quería tener hijos en una edad muy adulta.
El primer año de casados fue de test en test de embarazos y con resultados negativos, era muy frustrante ver el resultado negativo de cada prueba, no entendíamos porqué no quedaba preñada si mi ciclo de ovulación era muy normal y no manejaba estrés, problemas de salud o cosas que me provocaran no quedar embarazada.
En el año 2014, después de meses y meses de no lograr nuestro objetivo recurrimos al médico de la EPS, el cual nos remitió a un especialista en tema él cual nos ordenó varios exámenes para determinar si había algún tipo de problema en nosotros que nos impidiera tener hijos.
Fueron varios meses para lograr realizarnos los exámenes programados debido al sistema que salud que rige en nuestros país, finalmente el especialista recogió todos los resultados y pudo darnos como conclusión que mi marido tenía un muy bajo recuento de espermatozoides y baja o poca movilidad de los espermatozoides, conclusión tenía una especie de infertilidad masculina.
En el 2015, después de lamentarnos, visitar médicos, estudiar cuanto tratamiento nos decían, nos hicimos a la idea que no tendríamos hijos de la forma normal, pensamos en adoptar, inseminación artificial de un donante, y todas las opciones o ideas que se nos venían a la cabeza pero sin colocarnos de acuerdo cual sería la más viable u oportuna para hacer, así se fueron pasando los días, semanas y meses.
El año 2016 fue un año muy tranquilo, inmersos en nuestras ocupaciones, estuvimos con la mente alejada y estábamos más bien dedicados a nosotros mismos, a mediado de ese año y luego de 4 años de casados nos fuimos haciendo a la idea que podíamos vivir así, solo nosotros dos.
En agosto del 2016 Carlos fue trasladado por sus jefes de Popayán a Bucaramanga para cubrir la vacante temporal de un compañero que se había ido de licencia médica.
Carlos viajó ese mes y ya estábamos a 920 km de distancia, solo podíamos vernos por Skype en las noches o mensajearnos. Los días fueron pasando y las ganas de volver a estar juntos era cada vez más fuerte, me hacía mucha falta, cada vez que hacíamos video llamadas desde la privacidad de nuestros hogares nos hacia poner muy calientes la distancia entre nosotros , comenzamos a hacer desnudos, bailes eróticos y cosas así, luego las cosas fueron escalando posiciones y ya estábamos jugando o recreando fantasías que con la ayuda de las video llamadas.
Nos decíamos guarradas o palabras calientes, me ponía diferentes tipo de lencería y practicábamos juegos de roles, Carlos me colocaba otros nombres y yo a él, esto se fue convirtiendo en algo que necesitábamos cada momento, nos gustaba y disfrutábamos cada instante, esperábamos las noches y los fines de semana para ver cuál sería la temática a desarrollar.
En octubre, tres meses después que a Carlos le notificaron qué tenía que quedarse en Bucaramanga, ya que el compañero de la licencia médica había fallecido, aquí fue el punto más crítico para nosotros, mi marido no iba a dejar su trabajo el cual le había costado mucho conseguir y mantener, igualmente yo estaba en un buen momento laboral y no estaba entre mis planes dejar mi trabajo a un lado.
Llegamos a un acuerdo de vivir un tiempo así. Meses después; en Diciembre viaje por primera vez a Bucaramanga para encontrarme con Carlos, recuerdo qué era un viernes 16 de diciembre del mismo año 2016, ese día en la noche salimos a una discoteca de Bucaramanga a festejar, bailamos, tomamos algo de licor y nos tocamos un poco, teníamos las hormonas en el nivel más alto, sí que me hacía falta un hombre, solo pensaba en sexo, en ser manoseada, penetrada, besada y deseada, todo un conjunto de emociones que me hacían estar muy excitada. Carlos notaba lo caliente que estaba, mi cara expresaba el deseo contenido dentro de mí de tantos meses de abstinencia.
Carlos me preguntó que si estaba caliente, para lo cual le di un rotundo SÍ, sonrió y me dijo que le encantaba ver la cara de calenturienta que tenia, nos reímos un poco, me miró fijamente y me preguntó que si mientras estaba sola en Popayán había estado con alguien, me sorprendió su pregunta y le dijo que NO, mientras lo miraba y extrañada por su pregunta, Carlos metía su mano bajo mi falda, apartó mi tanga para un lado buscando mi rajita, era un poco incomodo, había mucha gente en la discoteca y pensaba en ese momento que podían vernos, yo le hacía caras en señal que no lo hiciese pero al mismo tiempo yo le abría mis piernas y me dejaba manosear del él, en ese punto no estábamos hablando mucho, más bien mirábamos para todos lados para asegurarnos que no estuviéramos en el ojo de nadie, aunque algo dentro de mi quería que fuese así, deseaba ser vista, escrutada, cuestionada, ese deseo me hacia mojar mas, sentía mis orejas calientes, mi respiración era fuerte, tenía el ritmo cardiaco acelerado.
Después de tanto manoseo tuve que ir al baño a orinar, mientras hacía pis, me siguió dando vueltas el comentario de Carlos de si había estado con alguien en Popayán, me parecía raro, no me pareció un reclamo o celos, sino mas bien noté algo de curiosidad con algo de morbo en él.
Al terminar de hacer pis y pasarme papel por mi rajita, vi como estaba de mojada, llevaba mucho tiempo sin humedecerme así, para sorprender a Carlos y para facilitar más las cosas,
me quité las tangas y las escondí dentro mi puño, las apreté bien fuerte dentro de una mano para que nadie las viera, llegué a la mesa y las metí dentro de mi cartera, le dije a Carlos qué continuará jugando dentro de mi falda y vaya sorpresa se llevó al ver que no tenía nada puesto y que mi rajita estaba muy húmeda.
Mientras Carlos frotaba toda mi rajita, le pregunté por su comentario de que si había estado con otro hombre en Popayán, quería saber porqué me había dicho eso, me dijo que cada rato imaginaba que otro hombre me daba clavito y calmaba mis deseos mientras que el no podía por la distancia que hay entre nosotros, en ese punto Carlos frotaba un dedo sobre mi clítoris y me hacía sentir de todo, me ponía cada vez más caliente.
De la discoteca salimos para la casa de él en Bucaramanga, quería tenerlo encima mío, ser penetrada con fuerza y que me dijese palabras fuertes que ya antes nos habíamos dicho por Skype.
Entramos a la habitación, él se acostó sobre la cama y se acomodó, me dijo que quería ver como me desnudaba frente a él, me hizo poner de nuevo la tanga y comencé a bailar sensualmente, vi como Carlos se fue bajando la cremallera del pantalón y sacó su verga parada, empezó a masturbarse mientras yo me movía al ritmo de música erótica.
Comenzó a decirme frases como; eres una putica, eres una coge vergas, baila para mi ninfómana, eres la puta que se come varias vergas en Popayán , escuchar esas palabras me hacían calentar mas, no sabía por qué, pero mi panochita se ponía mas caliente y húmeda, empezaba a gustarme de verdad la idea de que me tratase así, me era placentero, quería una verga dentro de mi rajita, mi cuerpo pedía a gritos que Carlos hiciera su trabajo.
Me subí a la cama buscando esa verga que afloraba de ese pantalón, llevaba 5 meses sin tenerla dentro de mí, sin sentir su textura, sabor y olor, quería que estrellase sus bolas grandes contra mi culo mientras me penetrase mi rajita. Cuando ya estaba lista, piernas abiertas y dispuesta a todo, me dijo qué no iba a penetrarme, que si mucho me iba a dar lengua, yo estaba a 100 kilómetros por hora, me daba vueltas todo, no comprendía por qué no quería penetrarme, pero no me importó guié su cabeza a mis piernas, tenía algo de ira pero mi calentura no me dejaba pensar, necesitaba placer, tomé su cara y la puse en el punto correcto para que me diera de lengüetazos en mi clítoris, necesitaba que Carlos lamiera mis labios y mi culo, que se tomará todos los líquidos que emanaba mi chochita, mientras tanto le dije que necesitaba verga, mi marido rápido me respondió que la verga que entraría dentro de mi seria una de Popayán y que esa misma seria la que me preñara, mientras me decía esas palabras yo fruncía mis cejas tratando de entender lo que escuchaba, pensaba si era palabras calientes del momento o si en cambio era insinuaciones de él para que yo lo hiciera, no entendía porqué me ponía caliente esas palabras, me parecía raro todo pero al mismo tiempo usaba todo eso para llegar al climax, estaba teniendo un orgasmo por pedacitos y de mi mente no sacaba la idea de ser preñada por ese extraño qué mencionaba Carlos.
Mientras tanto Carlos estaba terminado de venirse en sus manos, chorreaba semen de la cabeza de su verga hasta la cremallera del pantalón, manchó todo, la leche caliente y abundante se mesclaba entre sus dedos, me dijo que se había masturbado pensando en mi con un rollo de carne dentro, con una verga gruesa y dura corriéndose dentro de mi preñándome.
Todo fue muy raro y morboso, le pregunté si sus palabras solo eran producto del calor del momento o que me explicara a que iba con todo eso, me dijo que lo deseaba hace varios meses, que se masturbaba cada rato pensando en eso y que era una prepuesta para mí, le dije qué él sabía que yo quería tener hijos y qué era algo importante para mí, que no quería reclamaciones luego, que eso conllevara a una separación o peleas entre los dos, me dijo ahora que regreses a Popayán busca a uno de mis amigos, uno que te guste y que creas que puede ser parte de nuestro secreto, al rato estaba un poco confusa, pero caliente por todo, le dije que esperará que regresara a Popayán y lo pensaría de nuevo y en calma.
El 26 de diciembre regresé sola a Popayán después de varios días de vacaciones en Bucaramanga, me destiné a descansar y a recibir el año nuevo 2017, esos días que restaban del año 2016, me puse a pensar en todo lo vivido con Carlos, me daban vueltas en la cabeza las palabras de que él quería que otro me preñara, ya que él no podía, tenía que confirmar esto, no podía tomarme esto a la ligera, llamé a Carlos y le dije que habláramos al respecto, me dijo qué cual era mi duda, que lo hiciera y no le diera más vueltas en mi cabeza.
Segunda Parte:
Ya en el mes de Enero de 2017 y después de calentarnos una y otra vez por Skype usando el tema de que otro me pueda embarazar, finalmente estuve de acuerdo con la petición de mi marido, cada día hablábamos de eso, hicimos un texto borrador y lo subimos a un dropbox compartido para que cualquiera de los dos hiciera aportes sobre todo esto.
Carlos escribía más que yo en el borrador, le volaba la mente, comencé a notar que el pensamiento y deseo de Carlos no solo se trababa de que otro me preñara, pude entender que su deseo era que le fuera infiel con permiso de él, que tuviera otro hombre en Popayan mientras que él estuviera radicado en Bucaramanga, algo como tener un segundo marido y que este hiciera el papel de él por completo.
Todo esto me confundía, pero al mismo tiempo me gustaba la idea, así que no le puse problema a sus deseos raros o poco normales.
En mi trabajo yo no pasaba desapercibida, varios compañeros de trabajo intentaban acercase a mí, nunca había permitido tal cosa, pero ya con el permiso de Carlos podía comenzar a escoger con quien íbamos a hacer realidad las cosas.
Comencé a ver con otros ojos a mis compañeros y jefes de departamento, aceptaba cuanta invitación me hacían.
No fue fácil lograr identificar quienes eran buen partido para hacerlos parte del plan, ya estaba por tirar la toalla, tenía que saber cuál era el más indicado, que no estuviera casado, sin problemas, y que se animara a algo conmigo.
En una reunión de trabajo, uno de mis compañeros, Eduardo, me invitó a bailar un fin de semana, le dije que si, se trababa de un hombre buen mozo, de 35 años, bailaba delicioso, me comentó que siempre había querido salir conmigo pero que no había tenido la fortaleza de decirme algo, solo hasta qué uno de nuestros compañeros le dijo que mi marido vivía en Bucaramanga hace meses, y que teníamos una relación a distancia.
Me preguntó que si existía la posibilidad de tener algo, le respondí que si me gustaría tener algo con él, creo que me sonrojé, pensaba en todo lo acordado con Carlos, me ponía caliente pensar en eso.
Ese día me bese con Eduardo, mi nueva conquista, los besos fueron apasionados, el deseo se veía desde lejos, me tocó las piernas pero no fuimos más lejos, lo estábamos tomando con calma.
Me dejó en mi casa, nos despedimos con un cálido beso y una sonrisa cruzada, ya en mi casa y en la oscuridad de mi cama me puse a pensar en todo, se mesclaba los pensamientos dentro de mi cabeza, estaba muy excitada, me quité mis calzones y comencé a frotar mi clítoris, lo tenía durito, metí un par de todos dentro de mi huequito, tenia súper mojada mi chochita, vaya qué Eduardo si me hizo mojar por completo, me masturbe pensando en los besos de Eduardo y como se sentía sus manos en mis piernas, llegué al orgasmo y se lo dediqué a mi nueva conquista, me puse de nuevo los calzones y me quede dormida.
Al otro día le escribí a Carlos por whatsapp y le conté todo lo ocurrido incluso la masturbada por Eduardo, al rato me contestó que estaba muy caliente y que esperaba que fuera cierto.
Esa mañana para ponerle más morbo a las cosas me quité los calzones, los que había tenido el día anterior en la cita con Eduardo y que habían absorbido todo mis jugos hasta este amanecer, los metí dentro de una bolsa ziploc, la sellé bien y me fui a un Servientrega para despacharlos al domicilio de mi marido en Bucaramanga.
Ese mismo sábado me escribió Eduardo y me envió varios emoticons, me decía qué quería volver a probar mis labios y mi boca, que no había podido dormir pensando en mi.
Me invitó de nuevo a salir ese día, por la tarde, que fuéramos a cenar o ver cine, me dijo que fuera con un vestido a media pierna y sandalias, que le gustaba ver mis piernas, quería ver mi cabello suelto, me sentí como una señorita, cortejada, todo se tornaba interesante.
Quise ir un poco más lejos y le pregunté que me ponía debajo de la falda, me respondió que una tanga, o que no le molestaría que no llevara nada, le dije en serio?, quieres que no lleve nada?, me dijo sorpréndeme, y puso un emoticon de diablito.
Hice un print-screen del chat y se lo envié a Carlos, casi de inmediato me respondió, diciéndome que lo tenía muy duro de solo pensar todo.
Ya en la tarde, nos encontramos en una plazoleta de un centro comercial de la ciudad y le dije que me llevara a ver cine, llevaba mucho tiempo sin ir a una sala a ver una película, no me quitaba los ojos de encima, me miraba de pies a cabeza, sentía su deseo.
Al caminar para el cinema para comprar los boletos de acceso sentía húmeda mi chochita, era como si me orinara por poquitos de vez en cuando miraba mis piernas y pies para ver que no estuviera cayendo fluidos míos, solo las mujeres sabemos de que hablo.
Eduardo no paraba de decirme que estaba muy linda, que tenía un bonito cabello, que le gustaba mi sonrisa y que mis pies eran muy lindos, llevaba mucho tiempo deseando que me dijeran cosas así.
Ya sentados en la silla del cinema, y con la película en curso, acercó su cara a mi oído y me dijo qué me deseaba mucho, que olía delicioso, estaba muy nerviosa, me temblaban las piernas, sabía que ese día no terminaría sin que él me llevase a la cama, mi mente se adelantaba a los acontecimientos.
Tenía sobre mis piernas una tarro lleno de palomitas, Eduardo metía las manos para sacar y comer, me miraba con risa y morbo, yo lo miraba igual, Eduardo me dijo que le gustaría ser ese tarro y estar posado sobre mí, mi temperatura subía cada vez mas, estábamos en la parte alta del cinema bien atrás, nadie miraba, quité el tarro de palomitas y le dije que quieres hacer?, Puso sus manos en mi pubis sobre la falda, la tuvo quieta un minuto, sentía el calor de su mano, luego sin retirarla, comenzó a recoger lentamente la falda, acumuló la tela dentro de su mano hasta dejar al descubierto mi pubis rasurado, me susurró al odio, abre las piernas, nadie nos está viendo, estaba petrificada del susto, no sabía si continuar su juego o retirar su mano y recomponer mi vestido, mi instinto me decía qué tenía muchos ojos mirándome, incluso pensé que los administradores del cinema me tenían en su sistema de video vigilancia, sí es que entre los cinemas lo hay.
Sentía como el frio del aire acondicionado enfriaba mi chochita, Eduardo me decía, Te gusta Ana?, De quien es ese coño?, le dije que hablara más bajo, sentía pena de que nos escucharan, Puso su mano directamente en mi chochita abierta y con un movimiento rítmico deslizaba sus dedos dentro de mis labios húmedos, estaba muy húmeda, podía identificar el olor que emanaba mi chochita, ese olor característico del fluido femenino.
Eduardo cogió una palomita de maíz del tarro y la llevó a mi chochita, la untó de mis fluidos y se la comió, así hizo varias veces, me dijo al oído que le gustaba comer directamente de mi cuerpo, que lo ponía caliente.
Terminada la película y los dos muy calientes, salimos del cinema y nos fuimos al parque Caldas, nos sentamos y comenzamos a hablar, Eduardo me dijo que yo lo ponía a volar, pero que quería saber hasta donde íbamos a llegar, yo esperaba era qué me llevase a un motel o a su casa o a la mía y que me cogiera de una vez, necesitaba de ese hombre, lo quería dentro de mí, solo quería eso y no hablar, pero él tenía en mente aclarar varias dudas que tenia, al rato después de escucharlo le respondí que estaba sola en Popayan, que tenia y no tenia marido, y que si estaba con él en ese momento era porqué podía hacerlo y que de verdad quería tenerlo.
Me preguntó entonces que si íbamos a tener algo pasajero de una noche o que le explicara que pretendía, entonces le dije, Eduardo, quiero tener otro marido, uno de Popayan y punto. Tu veras si aceptas o no, Otro marido?, y el que tienes?, el de Bucaramanga?, pues está a más de 900 km de aquí y es como si no lo tuviera.
Eduardo hacia todo tipo de gestos mientras yo le decía todo, por un momento pensé que iba a salir corriendo y me dejaría tirada en el parque, me preguntó si mi marido sabia todo y para no hacerle el cuento largo le dije que mi marido sabía que estaba buscando otro hombre en Popayán y que lo haría mi marido también.
Ya estaban echadas las cartas, estaba a punto de saber en qué me había metido y si al otro día tendría dos maridos, uno en Bucaramanga con espíritu de cornudito y que no preñaba y otro en Popayán por descubrir.
Eduardo me dijo, yo no tengo problema con eso, siempre me has gustado, si tu marido no pone problema yo tampoco, así que dime cual es el siguiente paso, sorprendida por como avanzaba todo le dije no hablemos mas, llévame a algún sitio y cógeme.
Me llevó a tomar unos tragos al Hotel Popayán Beer y nos hospedamos, ya en la habitación y sin calzones y muerta de frio, tanto que me tocaba mi piel y me dolía, me metí dentro de las sabanas para calentarme un poco, llevamos una botella de Ron a la habitación y armamos unas cubitas, no soy muy amiga del licor pero el momento ameritaba hacerlo.
Ya con mi cuerpo atemperado y Eduardo coqueteándome y mostrando sus dotes de seductor comencé a excitarme de nuevo, se quitó la camisa, zapatos, medias y se dejó el pantalón, se veía muy varonil y deseable, su pecho se veía en mejor forma que el Carlos, definitivamente estaba mejor físicamente que Carlos, le acaricié el pecho, frote sus tetillas duras y se las chupé delicadamente, dejaba ver que le gustaba, besé su cuello, se dejaba hacer todo, suavemente hundía mis uñas en su pecho, le hacía saber que le deseaba, intenté varias veces quitarle la correa y abrir su bragueta pero no lo permitía, intentaba tocar su bulto pero retiraba mis manos, solo quería que lo besara y le chupara el torso, Eduardo sabia como hacer subir mi libido, era cuestión de control, entre mas oposición, mas frustración mía y el deseo por él aumentaba sin límites.
Si en algún momento se preguntan si llegué a pensar en Carlos, pues les digo que NO, para nada, llevaba mucho meses sin tener un hombre, uno que sin titubeos me llevase a la cama.
Eduardo me tomo por mis brazos y me acomodó sobre la cama, retiro su cinturón y se posó sobre mí, descargó todo su peso en mi, perdí algo de aliento, tenía el cuerpo de un macho sobre mí, estaba a su merced, era su prisionera, era su mujer, su hembra, lo que él quisiera que fuera yo.
Sentí su entrepierna atrapada dentro de su pantalón, sobre mi chochita se sentía un bulto duro y acomodado para un lado dentro de su bragueta, en ese momento tenía mi vestido todo subido, parecía una blusa, recuerden que no tenia calzones, tenía todo expuesto, todo estaba en posición para él, Eduardo movía su cintura como si estuviera penetrándome, aprisionaba su bultote contra mi inocente chochita, solo el pantalón impedía que fuera coronada.
Empezó a besarme con un deseo intensó, me dejé llevar, Eduardo sabía muy bien lo que hacía, tenía muy claro que esta mujer necesitaba de todo esto y no iba a perder la oportunidad.
Puse mis manos en su espalda y le acaricié, por momentos apretaba mis brazos y le daba indicaciones que me penetrara, pero no entendía mis señales, le susurré al oído, penétreme fuerte, lo quiero adentro ya, pero estaba sordo, quería fundirse a mí con besos, con su lengua, ponía mis manos en su cola y empujaba su culo contra mí, mi piernas abiertas apuntaban al cielo, en momentos lo dejaba prisionero entre mis manos y piernas, Eduardo deslizó una de sus manos y la puse en una de mis testas, la apretó con fuerza, chupó el pezón y le dio pequeños tirones que me hacían erizar, hizo lo mismo con mi otra teta, fue bajando lentamente hasta mi ombligo, comenzó a olerme, besó mi vientre mientras manoseaba mi chochita con una de sus manos, nuevamente sentía el olor de vagina y eso me ponía más ardiente, Eduardo fue bajando lentamente hasta mi rajita, metió su nariz y hurgó dentro de mí, sentía que me olía toda, tomó con sus brazos mis piernas quedando abierta para él, usó su lengua como trapero, limpió mi rajita y culo con su lengua, me dejó bien limpia, me dijo que le gustaba el olor de mi coño y el roto de mi culo, que sabia delicioso, y continuó lamiéndome, no sentía mis piernas, me temblaban, fue ahí cuando tomo entre sus labios mi gallito, mi clítoris, mi campanita, dio lamidas continuas, una gran precisión tenia para hacerlo, sabía dónde tenía que mover esa lengua, sin descanso, sabía que tenía que cumplir con la meta, yo no sabía qué hacer, era una sensación muy fuerte, no tenia escapatoria, me resistí por varios minutos, mordí mis labios, me agarré de su cabeza, agarré fuerte las sabanas pero nada sirvió, era inevitable, de está no iba a escapar, él haría en mi chochita lo que sabía hacer, apreté fuerte mi estomago, para aguantar esas sensaciones, incluso apreté mi culo, tenía que valerme de cualquier cosa para soportar esa agradable pero fuerte tortura.
Comencé a sentir un calor en las puntas de los dedos de mis pies, ese calor fue subiendo poco a poco por pies piernas, ese calor ahora estaba en mi estomago y espalda y se iba concentrando en mi pubis, sentía que me moría, trababa de zafarme, me salían lagrimas, hacia sonidos de placer y dolor, le pedía que me liberará, que no quería mas, tuve que morderme la palma de una mano como para atenuar lo que sentía en ese momento.
Ya estaba, logró su cometido, los huesos de mi pelvis comenzaron a traquear como esqueleto viejo, estaba teniendo un orgasmo gigante, sentía que me orinaba, tuve que gritar cosas, no recuerdo qué, fueron unos 15 o 20 segundos de agonía, no sabía si sobre viviría a esto, me dio mareo, veía el techo dar vueltas.
Sin piedad, Eduardo continuó dándome lamidas sobre mi clítoris extremadamente sensible, me tenia vencida, no tenía fuerzas para nada, subió hasta mi rostro y me beso, su cara olía a mujer, a chochita, olía a mí.
Yo pensaba en descansar, en estirar mis piernas pero solo fueron deseos, nada real, Eduardo se quitó el pantalón y ropa interior, dejó caer su mayúscula verga, y nuevamente se puso sobre mí, yo no hablaba, solo movía mis ojos, volvió a besarme y me decía al odio que tenía el coño mas delicioso del mundo, de un momento a otro hundió su verga dentro de mí, sin aviso, la metía y la sacaba rápidamente, en momentos la dejaba ir fuertemente, se sentía muy bien, sus bolas golpeaban mi culo, esta si era una verga de verdad, era lo que hace mucho tiempo esperaba y necesitaba, no paraba de besarme mientras arqueaba su cuerpo y me daba penetraciones magnificas, me decía que era su mujer, yo le decía que si, que era mi hombre, mi marido mi todo.
Eduardo respiraba fuerte, tenía los ojos cerrados, sus gestos eran de un hombre morboso y que disfrutaba de mi chocho.
Con sus manos grandes y fuertes agarró mis dos tetas, un tanto fuerte, al límite de mi resistencia, apoyó sus codos sobre la cama, metió su lengua dentro de mi boca un poco torpe pero no me importaba era lo que quería, aceleró el ritmo de sus caderas, mi chochita hacia sonidos por mi humedad y por la rapidez del entrar y salir de la verga de Eduardo, sentía como se ponía mas dura la cosota de mi macho, sabía que tenía mi roto bien abierto, su verga no paraba, era como si buscara algo dentro de mí, Eduardo comenzó a apretarme más fuerte, y hacer sonidos particulares de macho cogiendo, me dio más fuerte en mi chocho, yo entendía el porqué, me agarré más fuerte de él, comencé a besar su cuello mientras él gemía en mi oído, sii, que delicia, ese hombre se estaba corriendo dentro mío, me estaba taponando, llenando, su cuerpo se estremecía encima mío, estábamos bañados en sudor, me encantaba lo que estaba sintiendo, leche caliente y batida comenzó a salir de mi raja, yo era suya, el era mío, habíamos unido nuestros cuerpos completamente, Eduardo me beso suavemente y reía conmigo, el semen seguía saliendo y bajaba por mi culo hasta las sabanas, no me importaba nada, que los del hotel se encargaran, yo solo quería desfrutar mi momento.
Nos quedamos varios minutos así, el encima mío, Eduardo tocaba mi rostro y jugaba con mi cabello, no decíamos nada, solo silencio, cualquier palabra sobraba, después de un rato nos quedamos dormidos, al otro día nos bañamos juntos y nos fuimos a desayunar.
Tercera Parte
El Lunes siguiente Carlos recibió en la tarde mis tangas que le había enviado por Servientrega, fue una sorpresa para él, no lo esperaba, me llamó de inmediato para agradecerme el detalle y le dije que le había enviado otra tanga muy especial.
El día que regrese de estar con Eduardo me puse ropa interior y estuve arreglando la casa todo el resto de la tarde, los fluidos que tenia dentro fueron descargándose poco a poco en mi tanga, en una ida al baño vi como tenia semen abundante adherido a mi calzón y se estaba secando formando una especie de costra blanca, como cuando el pegante del papel se seca, tome las tangas, las metí en una bolsa ziploc y el día lunes se la envié a Carlos a Bucaramanga.
En la noche del lunes Carlos me contó que se había masturbado con el primer regalo enviado por mí, y que esperaba con ansias el segundo regalo que ya iba en camino, quería que le contará porque era especial, pero no le conté nada, quería que fuera sorpresa.
El l día miércoles le llegó mi segundó regalo y por supuesto me llamó de inmediato a decirme que le habían entregado pero que por la noche lo iba a abrir durante una videoconferencia por Skype que íbamos a tener.
Yo estaba muy caliente, quería ver la cara que iba a hacer cuando mirara la tanga y sintiera los olores que saldrían de la bolsa ziploc, semen de mi nuevo marido, vaya sorpresa se llevó Carlos, lo primero que percibió fue el olor atrapado dentro de la bolsa, olor que él tenía muy claro de que se trataba.
Me dijo, Ana, la sacaste del estadio, no pensé que se tratara de esto, cuéntame todo, y fue ahí cuando le conté lo ocurrido con Eduardo, Carlos no lo podía creer, me hizo todo tipo de preguntas y me mostraba su verga por la cámara para que viera lo caliente que estaba.
Me preguntó si había usado condón, le dije que NO, y que Eduardo estaba muy dispuesto a ocupar su lugar si no había objeciones, me dijo que eso era lo que él quería, a lo que yo también dije que si quería.
Comenzando el 2018, y después de varios meses conviviendo con Eduardo, pude quedar en embarazada, así fue como Eduardo se convirtió en mi nuevo marido y el futuro padre de mi hijo(a), alquilamos una casa en otro barrio de Popayán y ocupó el lugar de Carlos para mis nuevos vecinos Eduardo es mi esposo, y cuando viene a Popayán Carlos se hacía pasar por un primo hermano de Eduardo.
Para todos ustedes Ana de Popayan Colombia.