Ana y los otros. Diario prohibido CAP 8
El principio del final
Un educado saludo fue todo el recibimiento, en los asientos delanteros iban sentadas dos mujeres, no tardé en reconocer a la conductora a pesar de solamente ver su rubia melena, no era otra que Eugenia,a su lado una mujer que no diría una sola palabra durante el viaje y que hizo lo posible en esconder su rostro durante el trayecto que duró aproximadamente media hora. Yo sentada entre los chicos en la parte d atrás sentí nervios cuando vi que estábamos a punto de llegar a nuestro destino, no en vano conocía el camino.
Ya delante de la casa la reconocí inmediatamente, en el garaje los mismos coches tapados con lonas pero esta vez había uno nuevo, era de alta gama y también tenía los cristales tintados, las dos mujeres salieron del coche y nosotros hicimos lo mismo, fue en ese momento cuando la mirada de Eugenia y la mía se cruzaron, me repasó de arriba abajo y dirigiéndose a Amín dijo:
E: esta es blanca y algo mayor que la negrita pero me gusta más, ¿mientras sea buena en la cama?
A: Ya le he dicho que es muy buena y no es mucho mayor, dos o tres años más pero mira que tipo tiene y no es una puta aunque Adama tampoco, a las dos les va la marcha pero no son putas
El comentario me ofendió y por momentos dudé si continuar allí pero había llegado muy lejos, Eugenia reaccionó con una sonrisa y guiñó un ojo a Amín, miré a Daniel que apenas había dicho nada durante el viaje y en su rostro observé sensación de desagrado por los comentarios. La puerta del ascensor se abrió y Eugenia nos invitó a ser nosotros los primeros en subir después de decir a Amín que ya sabía el camino, la otra mujer todavía permanecía en el coche. La habitación era la misma en que estuve yo con el esposo de Eugenia, las luces estaban apagadas y solamente la llama de un par de velas hábilmente distribuidas por la estancia ofrecían algo de claridad o más bien de penumbra, los chicos no tardaron en desnudarse y me ayudaron a mí a hacerlo entre bromas, segundos más tarde las dos mujeres entraban ya desnudas, Eugenia se acercó hacia mí y la otra fue directamente al otro lado de la cama a donde la siguieron los chicos
Mi primer contacto con Eugenia fueron sus labios, las dos completamente en cueros y de pie nos miramos y me entregó su lengua que acogí con agrado, sus manos acariciaban mi espalda y la mías sus nalgas, recordé que no estábamos solas en la habitación y busqué a los chicos, en la penumbra pudiendo distinguir el cuerpo de la mujer que sobre la cama estaba abrazada a los dos chicos, apenas se movían ni hacían ruido. La boca de Eugenia se desplazó hasta mis tetas y con los dientes comenzó a rozar los pezones, yo la dejaba hacer más pendiente de los chicos que de ella. Cuando miraba como los chicos habían logrado que la mujer desconocida ya tumbada se abriera de piernas y Daniel le había puesto su rostro entre ellas y Amín se la follaba por la boca, Eugenia me llevó hasta uno de los sillones, hizo que tomara asiento, abrió mis piernas y se arrodilló ante mí, su rostro fue a parar entre mis muslos y noté la humedad de su lengua rozando la raja de mi coño, en medio de la penumbra de la habitación decidí entregarme a sus deseos sin rechistar.
Cerré los ojos, podía escuchar los jadeos provenientes de otro lado de la habitación y sentía como mi vagina se iba dilatando por el efecto agradable de las lamidas de Eugenia, comenzaba a tener sensación de gusto por todo el cuerpo, los jadeos del trio se habían convertido en gritos de la mujer parecidos a los gruñidos de una cerda al entrar en un matadero, pude distinguir la voz de Daniel preguntando si le gustaba y la de ella que hasta ese momento no había dado señal de saber hablar diciéndole que si de manera firme. Algo me perturbó mientras entregaba mi coño a Eugenia, abrí los ojos y vi que Amín se arrodillaba detrás de ella, sentí un golpe seco del rostro de Eugenia en mi coño y como aceleraba desenfrenadamente los lametones de su lengua que hasta ese momento suaves, yo comenzaba a dar signos de estar a punto de alcanzar un orgasmo, sujeté entre mis manos la cabeza de Eugenia con el fin de que me diera el máximo placer
Amín para mi sorpresa no dejaba de hablar preguntando a la mujer si le gustaba y tratándola de zorra y puta y ella con dificultad intentaba contestar que sí y algún que otro “mucho”, yo estaba en estado continuo de placer pero hacía lo posible por alargarlo evitando llegar al clímax definitivo, cuando noté que estaba a punto de alcanzarlo hice un esfuerzo y separé la cabeza de Eugenia de entre mis piernas, ellos dos continuaron follando mientras yo les miraba, Amín a un ritmo cada vez mayor movía su cuerpo tras el de Eugenia mientras seguía insultándola y ella le respondía exigiéndole que la siguiera follando. Los gritos provenientes de la cama llamaron mi atención, Daniel estaba sobre la mujer desconocida que tenía las piernas levantadas y a horcajadas, cada golpe de sus pelvis producía un lamento en la mujer, sus gruñidos de animal en un matadero se habían convertido en un continuo ruego de no” pares, no pares y fóllame, fóllame”
Estaba tan pendiente de la dos parejas follando que me dio un vuelco el corazón cuando una mano sujetó la mía, junto a mí un hombre desnudo puesto de pie con la polla erecta y manteniendo un silencio sepulcral me dio a entender que deseaba que le hiciera una mamada, había aparecido por sorpresa y tan sigilosamente como un fantasma. Mi calentura y el ambiente de la habitación ayudaron a que sin pensar quien podía ser me llevara aquella polla que me ofrecía a la boca, con el primer contacto ya percibí que no era un pene excesivamente grande más bien lo contrario pero estaba duro como el acero, las primeras caricias de mi lengua apreciaron las venas hinchadas que parecían a punto de reventar, era una situación extraña, me estaba comiendo la polla de un desconocido al que no había visto la cara y no había oido su voz.
Mi frente chocaba con su duro abdomen lo que me hizo pensar que posiblemente era un hombre joven pero cuando mis manos acariciaron sus piernas supe que era un hombre mayor pues el bello que las cubría así lo delataba, mi lengua resbalaba a lo largo de la polla y él permanecía impasible, tardó en sujetar mi nuca para controlar el ritmo de la mamada y cuando lo hizo comprobé definitivamente que no era un hombre joven pues sus manos eran huesudas y faltas de suavidad. Completamente inmóvil se mantenía erguido ante mi dejándosela comer de una manera mecánica, yo disfrutaba por lo que le hacía y por el misterio de tenía la escena. No me enteré cuando Amín y Eugenia se fueron a la cama a follar hasta que la oí a ella gritar que estaba a punto de correrse y rogándole a él que lo hiciera de una puta vez.
Me ponía nerviosa que aquel hombre no reaccionara a mi mamada, leves suspiros eran toda la demostración de que yo le estaba dando gusto, fue él quien tomó la determinación de dar por terminada la mamada y por primera dejó oír su voz, con voz de robot me invitó a levantarme del sillón y él con la fuerza de sus brazos me colocó de rodillas sobre el asiento dándole la espalda, el contacto de sus manos sudorosas con la humedad de mi entrepierna al separar mis muslos me produjo un escalofrío, comprendí que estaba a punto de penetrarme y dudé por dónde lo haría. El primer roce de su glande con mi vagina me sacó de dudas, entre lo lubricada que yo estaba y el tamaño de su polla le fue fácil atravesarme, mis nalgas y su pelvis entraron en contacto y el mete y saca se hizo continuo, todo en aquel hombre era tan gélido, yo no sabía si me estaba follando un ser humano o un robot, giré la vista y busqué a los chicos, ahora Daniel estaba debajo de Eugenia que lo cabalgaba como un jinete sobre un corcel, los dos jadeaban e intercambiaban insultos constantemente, él sujetaba las tetas de ella que era la que llevaba el ritmo con sus bajadas y subidas.
Justo a su lado la desconocida apoyando sus manos en el colchón y con los pies en el suelo dejaba ver tras de sí a Amín que la embestía una y otra vez preguntándole a cada golpe si le gustaba lo que la hacía, ella apenas tenía fuerzas para afirmar pero su cara reflejaba mezcla de dolor y placer que se siente cuando una polla como la del negro te está perforando cualquiera de los dos agujeros, los ojos de ambos estaban inyectados de sangre, mientras tanto el aparecido seguía bombeando en mi interior sin apenas darme placer, yo me dejaba hacer e intentaba demostrarle que me daba gusto diciéndole que no parara, una de las veces que se lo dije debió crecerse y sin previo aviso cambió la diana de su ataque y de repente su pene se hinco en mi ano que a pesar de no estar dilatado lo acogió fácilmente, apenas sentía gusto ni dolor y comencé a desear que el hombre misterioso se corriera para yo poder ir en busca de los jóvenes con los que había ido a la fiesta,
El hombre misterioso aceleró su movimiento, gritó como una hiena y descargó su leche en mi ano lo que me dejo indiferente, tras unos segundos de quietud escuché su voz por primera vez en toda la velada: ¡Anita, nos vamos!, al principio me sentí aludida pero cuando comprobé que la desconocida que estaba en medio de un éxtasis de placer se libraba de la polla de Amín que con cara de tonto la miró alejarse hacia la puerta de salida, fue en ese momento que la luz del pasillo me permitió ver claramente los cuerpos desnudos y de espaldas de ambos, ella era algo más alta que él y su cuerpo no estaba tan cuidado, ambos desaparecían sin que yo hubiera podido reconocerlos.
Eugenia seguía sobre Daniel moviéndose con tanta ansia que su rostro era el puro reflejo de la lujuria, no había palabras entre ellos, solamente deseo de entregarse el uno al otro y eso me hizo sentir celosa de aquella mujer que estaba dando y recibiendo placer que yo creía que Daniel reservaba solamente para mí, absorta les miré durante unos instantes y note que los dos estaban a punto de correrse, no quise ver el final y fui en busca de Amín que como yo les miraba fijamente, cuando alcancé su polla mi cerebro encontró la forma de hacer sentir a Eugenia los celos que yo sentía pero además creándole angustia.
Mis dedos rozaron el pene de Amín y mi lengua comenzó a pasearse por los más de treinta centímetros de músculo hinchado y duro, mi mente intentaba recordar las imágenes del video de la felación a que había tenido acceso, me esforcé en recordar imagen por imagen para imitar cada uno de los lamidos y caricias, quería que Eugenia llegara a comparar mi mamada y la suya hasta crearle dudas sobre la posibilidad de que realmente la estuviera imitando, los gritos de la pareja me distrajeron por un momento y de reojo les vi ya descansando del esfuerzo hecho, volví a la labor y definitivamente me apropié de la polla de Amín, la chupaba deleitándome y sintiendo en mi lengua y labios cada una de la venas que se marcaban en el músculo, el escroto que reposaba entre las dos piernas parecía estar a punto de reventar por el hinchazón de los testículos, mis dientes se clavaban suavemente en la piel y Amín se movía casi epilépticamente.
De reojo busqué a Eugenia que miraba fijamente con muestras de agotamiento pero interesada en la escena, sonreí maliciosamente y me propuse ponerla celosa, deseaba escuchar a Amín decir que esta era la mejor mamada de su vida, mis cinco sentidos estaban volcados en hacerle sentir lo que nunca antes otra mujer le hubiera dado, él estaba tan excitado que estaba a punto de dejarse ir como demostraban sus gritos y las repetidas veces que exclamaba que quería más pero contradiciéndose con “no puedo más”. Cuando yo escuchaba esto con mis dedos apretaba su glande y mi lengua se tomaba un descanso en el constante roce con su polla.
No pudo aguantar más y un geiser de semen salió de su polla volando por el aire de forma descontrolada, descansé mi cara en su bajo vientre y con la lengua recogí los hilos blancos que resbalaban descendiendo por su pene, miré a Eugenia y cínicamente le brindé una sonrisa que ella miro impasible haciendo ver que no entendía mi propósito. La breve calma de momento se rompió cuando Daniel agarró a Eugenia la colocó sobre la cama y sin cortarse lo más mínimo le hizo saber con palabras y textualmente que la iba a dar por el culo. Amín y yo miramos la escena relajados y abrazados intercambiando besos y caricias, Eugenia no puso reparo alguno al deseo de Daniel, al contrario enseguida acepto la orden y facilitó la penetración pasando sus manos húmedas de saliva por su agujero, Daniel la embistió brutalmente y el mete y saca se hizo violento, él la llamaba puta y ella le respondía que no parara de follarla llamándole cabrón continuamente.
Tras varios minutos de gritos, jadeos e insultos Daniel se corrió y ella con cara de cordero degollado le pidió que esperara a sacarle la polla de su ano hasta que se hubiera vaciado del todo, ahora ella me miraba y yo creí que con intención de provocarme celos, pensé que la pobre no sabía que esa escena la había vivido yo con el mismo hombre unas cuantas veces. Miré a Amín que parecía recuperado y enseguida entendí que daba la sesión por acabada, se me acercó y con susurros dijo que después en casa me daría lo que yo le estaba pidiendo.
Los dos chicos se incorporaron y fueron hacía Eugenia abrazándola y besándola mientras la preguntaban si estaba contenta, ella riendo contestó que hubiera querido más pero que ya estaba satisfecha invitándoles a un próximo encuentro. Sin ducharnos y después de vestirnos abandonábamos la casa, el viaje de regreso transcurrió en medio de un silencio sepulcral, la despedida consistió en unos morreos de los chicos con Eugenia y un educado adiós hacia mí. En el último momento ella sacó un sobre de la guantera y se lo entregó a Amín que lo abrió nada más entrar en mi coche, tres billetes de quinientos euros provocaron la risa de los dos chicos.
Nada más entrar en casa les dije que tenía intención de ducharme y reaccionaron cogiéndome en volandas llevándome a mi cama, no opuse resistencia más bien me sentí halagada que después de la sesión de momentos antes tuvieran deseos de pasar un buen rato conmigo y hacérmelo pasar a mí, completamente desnudos los tres sentí sus manos acariciando mi cuerpo mientras las mías buscaban nerviosamente y a tientas sus genitales, cuando los encontré los agarré y sentí como se endurecían hasta alcanzar el máximo tamaño de cada uno, olíamos a sudor y el aroma que desprendíamos aumentaba mis sentidos eróticos, me encontraba en la gloria acariciando y dejándome acariciar por aquellos hombres jóvenes que me estaban convirtiendo en una ninfómana.
No quería que fueran ellos los que llevaran la iniciativa, como una obsesa busqué sus pollas y mi boca se adueñó de ellas chupándolas ahora una ahora la otra, no sabía quién era el dueño de la mano que hurgaba en mi coño y quién de ellos masajeaba mis tetas pellizcándome los pezones, cerré los ojos con intención de llegar a distinguir a tientas cual de las dos pollas tenía en la boca, las conocía también que cada vez que dejaba de mamar una preguntaba al dueño si le gustaba lo que le estaba haciendo citándole por su nombre, ya estaba cansada y como si fuera su ama me incorporé y les ordené que me follaran designando a cada uno de ellos el agujero por donde quería que lo hicieran, decidí que Amín me follaría el coño y Daniel lo haría por detrás.
Hice que Amín se estirara sobre la cama boca arriba y lo monté abriendo las piernas cuanto pude, mis tetas se aplastaron contra su negro tórax y con la mano guie su pene al interior de mi coño que húmedo como estaba lo acogió fácilmente hasta donde su grosor permitía, susurrándole le ordené que me matara de gusto hasta hacerme reventar, él sonriendo contesto: “a la orden whana”, y comencé a moverme sobre él a un ritmo lento pero intentando que cada vez su pene ganara más espacio en mi interior, cuando había cogido el ritmo del mete y saca decidí dedicarme a Daniel que había entendido el papel que le había tocado hacer y ya llevaba un rato lamiendo mi orificio trasero y repartiendo su saliva para dilatarlo, le grité que no esperara más y me la metiera de una puta vez hasta donde fuera capaz, imitando a su amigo gritó: “a la orden jefa” , el primer empuje fue doloroso pero solamente pensar en lo que me venía encima lo olvide, estaba ensartada por dos gordas pollas que me estaban follando y yo quería entregarme a ellas para sentir como una loca.
Los tres nos movíamos pausadamente como si evitáramos interferir entre nosotros, cuando uno la metía el otro la sacaba, el placer era constante y cada vez iba aumentando, la transpiración de los cuerpos generaba un olor fuerte de sudor que no era desagradable más bien aumentaba mis deseos sexuales que eran incontrolables, los chicos y yo manteníamos un silencio casi sepulcral como si reserváramos fuerzas y sentidos para acrecentar el placer que nos intercambiábamos, debí perder el control cuando impulsivamente comencé a gritarles que me mataran de una vez, aceleré el ritmo de mi movimiento convirtiéndolo en sacudidas de mi pelvis contra la de Amín y Daniel por un momento se salió de mi cuerpo lo que provoco que le gritara “hijo de puta”, no tardé ni un segundo en volver a ser penetrada por detrás, los jadeos y gritos se hicieron constantes, palabras inteligibles salían de nuestras bocas sin destinatario, el dolor en todo mi cuerpo comenzaba a superar el placer carnal que estaba sintiendo, la ristra de orgasmos se había convertido en uno continuo que recorría todo mi cuerpo, la vagina parecía un manantial del que brotaba líquido que humedecía nuestras carnes en contacto, ellos dos avisaron al mismo tiempo que estaban a punto de correrse, yo ya no podía sentir más de lo que estaba sintiendo y los primeros chorros de líquido caliente comenzaron a correr por el interior de mi vagina, podía sentir el palpitar de las venas del pene de Amín rozando mi interior, el bombeo de la polla de Daniel continuaba incesante hasta que noté como abandonaba mi agujero y más semen caliente regaba estaba vez mi espalda. Yo había quedado extenuada por la entrega a que me había dado, ellos resoplaban y su respiración se hacía sentir en mis oídos pareciéndome música celestial.
Estuvimos un buen rato besándonos y dándonos caricias, los chicos parecían felices haciéndome sentir una reina o más bien la reina de las putas y yo parecía aceptar ese papel, tenía la mente puesta en aquel momento y pensamiento alguno era capaz de interferir en el estado de felicidad en que me encontraba, no sé quién fue el primero de los tres que se durmió pero sí que un sueño profundo se apoderó de mí porque no desperté hasta pasadas las tres del mediodía, estaba sola en la cama y lo primero que llamó mi atención fue el billete de quinientos euros sobre la mesita de noche, mi estado de felicidad cambió bruscamente y un rio de lágrimas corrió por mis mejillas, estaba sola en el piso y comencé a deambular de un sitio a otro sin saber qué hacer ni a donde ir, llené la bañera de agua y fijé allí mi destino, entre sollozos pensé que quedaba de mi vida anterior y sobretodo en mi marido fallecido, ¿Qué pensaría él de todo esto? CONTINUARA