Ana y la pausa de los anuncios

Ana una joven calenturienta, propone a su novio una apuesta para pasar una tarde muy entretenida.

Como habéis supuesto mi nombre es Ana, mido 1.60 y peso unos 50 kilos, pudo decir sin sonrojarme que a mis 24 años mi cuerpo, aunque delgado está muy bien formado, sobre todo en pechos y caderas pues ambas partes son generosas y firmes, unid a eso mi cintura estrecha y el pelo de color caoba, lo suelo sujetar con cintas de colores vivos, tengo ojos son castaños, la nariz breve y la boca grande de labios sensuales.

El baloncesto es una de mis aficiones desde jovencita, bueno más bien los jugadores, ver esos machotes correr y saltar, ver sus cuerpos fuertes y altos sudorosos por el esfuerzo me excitan una barbaridad, siento desde las gradas su olor a macho y me pongo a cien, es por eso que suelo sentarme en las primeras filas del campo, he de ver los partidos con una compresa contra mi coñito o con un tampón puesto, no es por la menstruación ¡no! es debido a la cachondez que me entra, mi conejo se empapa sin control ante tanta exhibición de virilidad, distingo sus músculos tensos y en los pantalones esas vergas jóvenes, agitándose y botando mientras corren y saltan, aquello hace que mis pezones se ericen sin control y mi furor uterino alcance cotas increíbles.

El día a que me refiero estaban haciendo un partido de exhibición, el equipo local en que juega mi novio Luis, contra uno formado por africanos residentes en el país, aquellos hombres eran grandes y fuertes, parecían estatuas fibrosas de color chocolate, sus cuerpos firmes y musculados me excitaron de golpe apenas salir al campo; recuerdo que llevaba una cinta verde en el pelo, un top amarillo que resaltaba mis grandes pechos, dejando mi cintura y ombligo al aire, el breve pantaloncito cortísimo de deporte de color rojo, resaltaba más que cubría mi culo y caderas, precisamente ese día usaba tampón, por lo que el monte de venus se me marcaba contra la tela con mi rajita bien marcada.

Durante el partido no podía quedarme quieta, mis gritos y saltos desde la grada celebrando cada canasta, me hicieron el foco de atención de todos los jugadores incluido Luis y parte del público, supongo que más de uno se percató de mi aroma íntimo, pues os diré para ser sincera, que casi me corrí solita en dos ocasiones, así os haréis cuenta del nivel de calentura interna que tenía al finalizar el partido, estaba muy cachonda y ansiosa de llegar a casa para echar un polvo a mi novio.

Pase por el servicio para quítame el tampón, este había engordado hasta parecer una polla pequeña pero muy gorda después de absorber mis flujos, podéis haceros una idea de lo cachonda que me habían puesto aquellos cinco hércules oscuros, naturalmente sin hacer de menos a los del equipo local, pero me resistí a la idea de hacerme una paja en el váter, tras secarme salí y pase por el bar cercano, encargué un pollo para llevar y un refresco, apenas diez minutos después mi novio llegó a mi lado tras ducharse en los vestuarios, venía con los demás jugadores en camisetas y pantalones deportivos, reconocí al entrenador que también hacia de masajista, este miraba mi cuerpo con chispas ardientes en los ojos, sabía que aquel tío se dejaría cortar el pelo al cero con tal de hacerme un masaje especial con final feliz, pero me contentaba con saber que se excitaba mirándome para pelársela solito en su casa, entretanto Luis tras tomarme de la cintura y darme un beso en la boca preguntó:

-

Hola Ana, que tal has visto el partido ¿te encuentras bien? –su mirada reflejaba picardía pues conocía mis gustos y sabía que sería el afortunado que me apagaría la calentura.

-

¡Muy bien cariño, habéis jugado muy bien y ganado, pero estoy deseando llegar a casa.

-

Ya lo imaginaba carí tomemos una birra con los amigos y nos vamos.

Mientras ellos pedían la consumición contemplé a mi chico, Luis es de mi edad y mide casi un metro noventa, 80 kilos de carne y músculos fibrosos, un buen rabo muy juguetón y siempre dispuesto a participar en mis jueguecitos eróticos, nuestra relación era perfecta, pues además de gustarme muchísimo, me había demostrado que podía pasar de otras mujeres para dedicarse íntegramente a mí, decidí que tras el polvo urgente que necesitaba, dedicaría la tarde a jugar con él pues una idea se estaba fraguando en mi cabecita.

Imaginad mi calentura al ser rodeada por varios tiarrones a los que sabes que excitas, Luis pasaba sus manos disimuladamente por mi culo, pero no era el único que se rozaba o me tocaba disimulada y fugazmente, eso hacía que mi calentura aumentase, mi faceta de exhibicionista se sentía halagada ante tanto macho, veía sus ojos en mis tetas, en mi cintura y vientre, imaginando sus pollas tiesas a mi alrededor, sus bultos eran evidentes a mis ojos, yo respondía a los deseos ansiados pero no compartidos, salvo algún toque audaz que fingí ignorar, el pantalón se me volvió a empapar sobre el monte de venus, tuve que simular una torpeza y volcarme medio refresco encima para disimular la mancha, claro que mi huchita se medio transparentó, así que imaginad cuantas manos con servilletas se dirigieron a mi cuerpo, naturalmente me las apañe para limpiarme solita, pero recibí bastantes toques y roces en el proceso.

La vuelta a casa fue veloz, mi chico ardía de deseo y yo también estaba muy caliente, a su lado en el coche con el sexo empapado y deseando follarmelo clavándome en su rabo hasta desahogarme; apenas llegar a casa fuimos a la habitación a follar como locos, me lanzó a la cama y tras quitarse los pantalones en dos patadas, sacó su verga y se me vino de golpe desde detrás, apenas me dio tiempo a desnudar el culo cuando ya estaba sobre mi metiéndome su polla caliente, yo chorreaba de ganas y acogí gustosa sus arremetidas, en esas circunstancias el polvo fue rápido por ambas partes, no tardamos mucho en jadear como locos, tampoco pudimos evitar corrernos al poco tiempo, como dos principiantes locos de pasión entre gemidos de gusto, sentí su leche resbalar entre mis nalgas pues le había dado tiempo a salir para darme su esencia como a mí me gustaba.

Una vez calmados y tras asearnos, comimos con bastante apetito, yo sabía que esa tarde de sábado tendríamos más sexo, pero me propuse hacer algo distinto, no en vano mi cabecita había estado fraguando una idea ”especial” que si salía bien, nos tendría gozosamente entretenidos hasta la noche; ambos llevábamos pantalones cortos y holgados, yo además tenía una corta camiseta blanca que si bien ocultaba mis pechos no los sujetaba en absoluto, tras sentarse en el sofá de la salita, Luis se puso a ver una película en la televisión, aquel era el momento que esperaba, tras sentarme e a su lado dije:

-

¿Tarde de tele?

-

Solo si tú quieres cariño es hora de siesta, pero luego podemos salir a dar una vuelta si te apetece.

-

Me apetece mucho más estar contigo y abrazarte, pero… se me ha ocurrido algo especial.

-

A ver ¿Qué le apetece a ni chica? –dijo mirándome a los ojos sonriendo.

-

Un juego muy cariñoso, que incluye una apuesta entre nosotros.

-

Huy esa cabecita loca, ¡miedo me das guapísima!

-

¡No es para tanto! Es más un deseo de saber si puedes refrenar tus ansias de sexo.

-

¡Jod…! Lo siento cielo, pensé que te habías corrido conmigo.

-

No es eso, y si me he corrido, de hecho me ha gustado mucho, pero esto sería algo distinto y que creo que nos ayudaría a ambos a contenernos un poco.

No dejaba de mirarme, en sus ojos pude leer interés y picardía, Luis tras un minuto de silencio dijo:

-

¡Bien a ver! me tienes a la expectativa, que diablura sexual has maquinado.

-

No hace falta que me levantes la voz. –respondí algo seria.

-

Lo siento no me di cuenta, es que me tienes sobre ascuas, ve al grano.

-

¡Veras…! es el juego de los anuncios, pero en plan sexo oral, vemos la tele y cada pausa de anuncios uno se come lo del otro hasta que acabe la pausa, entonces se para.

-

¿Del todo?, y si por ejemplo ¿pongamos que estás a punto de correrte Anita?

-

La víctima se aguanta y así en la siguiente pausa espabila, paro hay un problema.

-

¿Cuál? –dijo frunciendo el ceño.

-

Que la siguiente pausa le toca al otro disfrutar.

-

O sea, para que me entere bien, primero te como el coño, luego me chupas, vuelvo a comértelo y luego tú a chupar de nuevo una y otra vez hasta que uno acaba.

-

Si, luego el ganador se ocupa del perdedor, pero solo en las pausas de anuncios, entre tanto solo algún toque con los dedos, lo justo para excitar pero nada que dure mucho o haga correrse, solo para mantenernos calientes.

-

¡Eres perversa! Imagino que lo que apuestas es a ver quién se corre antes.

-

No cariño, lo que pretendo es quien se corre más veces y si se sabe parar a tiempo.

-

¿Que ganaría yo? es decir el vencedor.

-

No te eches flores Luis, me comes el chichi de maravilla lo reconozco, pero recuerda cómo se chupártela.

-

Siempre lo recuerdo preciosa, eres una maestra mamando.

Al ver su sonrisa picarona supuse que estaría recordando lo que pasó el día que nos trajeron la nevera nueva, una vez que el electrodoméstico quedo en su sitio Luis hizo un agujero en la caja y metió su polla en él, luego me llamó en plan juguetón diciendo – mira cariño tengo algo para ti- naturalmente no tardé en caer de rodillas y hacerle una mamada que aún recordábamos, el sintiendo solo mi boca, mientras permanecía de pie al otro lado del cartón, yo perdida en mi universo de calenturas imaginándome que se la chupaba a ese actor que tanto me ponía, me masturbé mientras mamaba, fue una experiencia tremenda, no solté a mi chico hasta que se vació dos veces en mi boca, yo conseguí correrme mientras su última corrida me empapaba la cara de leche.

-

Bien – volví a la realidad- había pensado que el ganador humm… ¡le dará placer al otro durante el resto de la semana sin esperar nada a cambio!

-

Puf… el perdedor quedara frustrado una semana, ¡no se!

-

Ambos sabemos que siempre habrá algo para el derrotado, -me puse en plan coqueta antes de responder- bien, recibirá una paja de consolación tras dar placer al otro, pero solo eso.

-

Vale acepto con esas condiciones ¿qué canal ponemos? –dijo Luis pasando canales con el mando- ¿este o este?

-

No seas picarón, ese da muchos anuncios que duran 8 minutos y poca película, pasa a otro… no otro… ni el 3º, ni el 4º, el 5º o el 6º ni sus filiales, vale deja ese otro, es más normalito y solo paran 3 o 4 minutos por cada 15 de película.

-

Menos mal que no has pedido el 1º que dan la peli de un tirón, -contestó- seria hora y media de descanso entre medias.

-

Demasiado tiempo para que se enfríen los ánimos ¡Otra cosa! no valen las películas con escenas de sexo y los partidos de futbol tampoco valen machote, serían 45 minutos de flacidez para ti y calentura para mí, tras ver a tanto macizo corriendo estaría en desventaja en esos 15 minutos seguidos de diversión.

-

Vale Ana, ¿quién empieza con el otro? ¡las damas primero!

-

Si pero los valientes van delante, además yo he propuesto el juego, así que hala… en el primer anuncio empiezas tu conmigo, entretanto vamos al servicio, pipí y lavado de bajos, el desafío empieza en diez minutos.

-

¿Nos sentaremos desnudos?

-

No carí, como estamos ahora pero sin nada bajo el pantaloncito, este se aparta o baja y ya está.

-

Conforme guapa, cedo en eso porque estas muy excitante con esa ropa, pero empiezas tu conmigo. –respondió Luis sonriente.

-

Vale zalamero.

Diez minutos después estábamos ya preparados y listos para el desafío, apenas siete después llegó la primera pausa y me incline hacia su regazo, bajé el elástico del pantalón y lamí su verga, pese a estar a la expectativa esta solo estaba medio erecta, use la boca para estimularle, besando y lamiendo aquel aparato cálido, viendo como crecía por segundos, la metí en mi boca chupando el grande con vicio, seguí con ganas y deseo creciente, sentí mi chochete humedecerse, trague hasta la mitad aquella columna carnosa, arrastrando la piel con mis labios mientras le hacía diabluras con la lengua girándola por la cabezota, Luis no tardo en gemir y mover sus caderas contra mi paladar impulsándose dentro, sentía la boca totalmente llena de carne y saliva, sus caderazos aumentaban al compás de mi cabeza mientras los minutos pasaban raudos, de repente escuche que acababan los anuncios y me paré en seco, sacándome la polla de la boca.

-

¡No por favor no pares! – dijo con voz quebrada por la frustración.

-

Son las normas, ¡tendrás que esperar!

-

¡Oh venga va… no fastidies!

-

Para la próxima espabilas, pero te recuerdo que ahora te toca usar la boca a ti.

Refunfuñó algo y se quedó quieto, casi diez minutos después sentí sus dedos sobre mi monte de venus, intenté protestar pero Luis dijo:

-

Los anuncios no tardarán, según las normas te puedo ir calentando, así que calla.

Aquellos dedos uuf… me ponían bastante, sentí mi conejo humedecerse, saber que mi chico estaba a punto de comerme el chichi hacia que esperase anhelante la pausa de los anuncios, el solo paseaba la punta de los dedos por la zona, sin apretar ni nada, solo como si hiciera cosquillas, pero dado mi estado me estaba poniendo a cien.

¡Por fin anuncios! No tuve que decir nada, se arrodilló entre mis muslos y separando a un lado el bajo del pantaloncito metió la cara entre mis muslos, ¡ooohh… siii! sentí sus labios en mi vagina, su lengua recorriendo la raja, solo veía su coronilla, pero sentí como aquella lengua tras lamer el clítoris se abría paso dentro de mí, pegando su boca Luis me chupaba con ganas, aquel beso obsceno, con su lengua moviéndose por dentro, agitándose febril en mi interior, me transportaba al paraíso, puse las manos en su cabeza para evitar que se retirara mientras agitaba las caderas sin control, deseando sentirle cuanto más mejor, los minutos volaban, mi placer aumentaba hasta cotas intensas, era una carrera que no quería perder, estaba a punto, sentí pánico de que se separase de mi cuerpo, por suerte mi amorcito es un lamerón de órdago, me corrí en su cara lanzando gemidos de gusto, tire de su pelo y escuché un gemido, pero el apenas paró de lamer, yo sentía el cuerpo tembloroso y surcado por los espasmos de aquella corrida liberadora, pocos segundos después acababan los anuncios.

Se sentó a mi lado, mientras mi respiración se normalizaba le vi secarse la cara y observé que estaba empalmado, nos besamos con pasión pero enseguida volví a mi postura de niña buena, el permaneció a la expectativa pero dejo que me relajase un poco tras la corrida, le hice esperar diez minutos antes de tocarle, su verga había perdido tamaño así que me dedique a acariciarle con dos dedos, puse el anular a un lado y el medio al otro de su polla sobre la tela del pantalón, así con un suave vaivén arriba y abajo le estimulé con una paja lenta, pero que se vio rápidamente recompensada con una soberbia erección, no aumentaba el ritmo pese a estar otra vez excitada, los bajos de mi pantaloncito aun conservaban la saliva y el flujo de mi amorcito, me sentí guarrilla y caliente, ansiaba volver a comerme esa polla y que me diera su semen.

La siguiente pausa para anuncios llegó, no me hice de rogar y antes de que se diera cuenta ya estaba de rodillas entre sus piernas, en vez de tirar de la cinturilla hice lo que él había hecho, tire del fondillo de su pantalón corto haciéndolo a un lado, dejando ante mi cara sus pelotas afeitadas y la totalidad de la verga, usé las manos para acariciarle las bolas, rápidamente abrí la boca metiéndome la polla, la chupe con ganas, ¡muchas ganas! literalmente la devoraba con vicio, esta iba dentro y fuera de mis labios una y otra vez sin parar, le escuchaba jadear mientras saboreaba unas gotas de líquido pre seminal en su prepucio, aquello me dio ánimos y consiguió que me centrase aún más en mi labor feladora, ya no me sacaba la verga, ahora me dedicaba a mamar arriba y abajo con ansia, presionando el tallo en cada vaivén con los labios ¡quería su crema! sentía el prepucio rozándose a golpes rápidos contra mi campanilla, le sentí crisparse, sus caderas bombeaban siguiendo mi ritmo, Luis gritó que se corría, sentí los lleretazos golpeándome en varios chorros contra el paladar y como se me llenaba la boca, parecía no acabar de escupir semen, tragué como pude aquella barbaridad de esperma pues apenas me dejaba respirar, sé que algo salió de mi boca pues resbaló hasta sus pelotas, pero la mayoría acabó en mi estómago.

Volví a sentarme junto a Luis y nos besamos de nuevo, pero el juego no había acabado, estuvimos chupándonos hasta la hora de cenar, él se corrió otra vez y yo al menos tres en esas cinco horas de ver la tele, luego después de cenar volvimos al sillón y a la caja tonta, pero nuestras manos seguían inquietas y volvían a las andadas, por lo que decidimos tener un fin de fiesta normal, nos fuimos a la cama e hicimos el amor de forma usual, con penetración y posturitas, parecíamos dos locos salidos.

Convinimos en repetir la experiencia más adelante, pues nunca habíamos disfrutado tanto de una aburrida tarde de televisión, si ese es vuestro caso recomiendo nuestra apuesta como terapia contra el aburrimiento, tomadlo como un juego y divertíos el uno al otro sin egoísmos.

Un besazo.

Ana