Ana, la heredera 3
Tercer capítulo de la historia de Ana, el domingo por la mañana, incluye la vista a la mazmorra BDSM. El siguiente capítulo, el 18/10
Este es el tercer capítulo, de la historia de Ana, una abogada madrileña de 30 años, cuyo tío, al fallecer, le deja, en herencia un imperio de drogas, prostitución, y negocios, valorados en 800 millones de €.
Yo mismo, os sigo contando la historia de Ana
Domingo por la mañana, en La Moraleja, en la nueva casa de Ana 07:30
Yo estaba en mi habitación, durmiendo en la cama, cuando, llamaron a la puerta de mi habitación.
Era Paula, que quería avisarme, de la hora que era, a la vez que, pedirme, que me diera una ducha, me cambiara de ropa, para vernos en un rato, en su despacho.
Yo, me metí en la ducha, me limpié bien todo mi cuerpo, me puse la ropa que, Paula, me había dejado preparada, un pantalón corto, y una camiseta, ambos negros, y bajé a su despacho, que, claro está, se encontraba, contiguo al de Ana, para eso era su secretaria, además de su esclava personal.
Antes de ir al despacho de Paula, pasé por la cocina, para comer algo, porque no me gusta estar en ayunas, por lo que pueda pasar.
En el despacho de Paula:
Paula: “Alfonso, ¿Qué planes tienes para hacer hoy, con Ana?”
Yo: “Pues, sinceramente, no lo sé, lo que Ana quiera hacer, como es domingo, me gustaría un plan tranquilo, que incluya follármela, eso sí, pero, no sé, quizás, un paseo por El Retiro, así que, prepárale ropa de salir, elegante, que se sienta bien y muy femenina; además, le voy a enseñar, a Ana, la mazmorra de Salamanca, para que la conozca”
Paula: “Acuérdate, Alfonso, de pasar por un estanco, que, Ana, tiene que empezar a fumar Ducados”
Yo: “Cierto, ayer, con todo el jaleo, se me pasó, no te preocupes, no se me va a olvidar”
Paula: “Ok, Alfonso, pero, Ana, aún está dormida, así que, si quieres, fóllame, que hace ya mucho que, tú y yo, no hacemos nada...”
Yo, me saqué un moco, se lo di a Paula, a comer, se lo metí en su boca, y, mientras, el moco, se deshacía en su boca y, Paula lo saboreaba, le dije que sí, que me apetecía empezar bien el domingo.
Paula, empezó, haciéndome una mamada, así que, me bajó el pantalón, agarró mi polla, y me la empezó a chupar, hasta dejarme casi reventado; me corrí en su boca, y, Paula, se lo tragó, como hacíamos siempre.
Os tengo que comentar que, Paula, por orden de Javier, había pasado por las manos de Natalia, la cirujana, aparte de para ponerse tetas, para quitarse el útero, así que ya, ni tenía regla, ni podía tener hijos.
Después de la mamada, me follé su coño, y, como siempre, me corrí dentro, pues, ya digo, no había ningún riesgo; ya os dije que, Javier, era un cabrón, sin (casi) límites
Iba a follarme su culo, cuando, Paula, recibió un
de Ana, en el que le pedía, que me buscara a mí, y que, ella misma, fuera a su habitación, que tenía una consulta que hacerle.
Con Ana, en su habitación
Los dos, nos subimos, en el ascensor, a la habitación de Ana, que estaba desnuda, y que nos preguntó, si había algún plan dominical.
Yo le respondí que no, que lo que ella quisiera, le ofrecí la opción de, tras desayunar, ir a dar un paseo por El Retiro, para desconectar y disfrutar del domingo, y, si acaso, por la tarde, hacer una sesión de cine, algo que podríamos hacer sin movernos de casa, pues había hasta sala de cine en la mansión.
Ana dio moco verde al plan, me pidió que me duchara con ella, y que, después, bajaríamos a desayunar.
Ana, me ayudó a desnudarme, y, al ver mi polla, me pidió, antes de ir a la ducha, hacerme una felación, pues, quería probar, era algo, que, había hecho, pocas veces, pero, disfrutaba.
No se le daba mal, no era tan experta como Paula, se notaba que tenía poca experiencia, pero,
aun
así, le ponía ganas.
Me corrí sobre su cuerpo, porno hacerle tragar mi semen, aún, Ana, no era tan guarra, como para
tragárselo
.
Después, ya sí, fuimos, los dos, a la ducha, y, allí, a propuesta de Ana, que quería probar por detrás, me follé su culo.
En esta ocasión, sí que me corrí dentro, sin hacer caso a Ana, que no estaba muy segura, aunque, sí, muy caliente, y, con muchas ganas de sexo.
Salimos de la ducha, sequé, lo mejor que pude, el cuerpo de Ana, nos pusimos dos albornoces, y, bajamos a desayunar.
Desayunando, en la cocina, con Paula y con Ana
Bajamos a desayunar, Paula, estaba en la cocina, desayunando, así que, decidimos acompañarla, sin ir al comedor.
El desayuno, de domingo, con todas las cosas ricas, que os podáis imaginar.
Al acabar el desayuno, Paula, nos limpió la boca a los dos, con su lengua; fue algo que sorprendió a Ana, pero que, le gustó.
Eran ya las 10 de la mañana, cuando subimos a la habitación, cada uno, a la nuestra, para cambiarnos.
Yo subí solo, a la mía, y me puse un traje, que estaba sobre mi cama, al llegar de desayunar, y, bajé al salón, donde había quedado con Paula, a las 10:45, en que, Ana, estaría ya lista para salir.
Al acabar, aún era pronto, así que, aproveché para leer un poco la prensa, mientras esperaba a que, Ana, estuviera lista para ir a pasear.
Cuando vi a Ana, me quedé, muy impresionado.
- Llevaba un precioso abrigo de visón, marrón, que le quedaba genial
- Debajo del abrigo (Se lo abrió, para que pudiera ver, lo que llevaba debajo), llevaba un vestido de cuero, encorsetado, que le hacía parecer, casi, una modelo
- Llevaba unas medias de red, que, por fin, le hacían parecer, un poco putilla
- Y, por último, unas botas, al muslo, con mucho tacón, con las que, cada paso, era un tormento.
Además, llevaba un bolso, que se veía caro, y, unos guantes, negros y cortos de piel.
Paula, casi nunca salía de casa, siempre tenía que estar al mando, por si ocurría algo, mientras nosotros, disfrutábamos.
Fuimos hasta el coche, en esta ocasión, Jesús, al ser domingo, nos sacó un Rolls Royce
Phantom
, que estaba genial, una verdadera máquina; de escolta, iban los dos
Mondeos
, uno delante, abriendo paso, y, el otro, detrás, protegiendo.
Le indicamos a Jesús, que nos dejara en El Retiro, en la puerta donde hay un hospital infantil, y que, no se fuera muy lejos, pues, primero, iba a intentar recoger libros, de un sitio, para guardarlos en el maletero, y, no ir cargado, durante todo el paseo.
La mañana, en El Retiro, con Ana
Tras dejarnos en la puerta que le indiqué, a Jesús, y, recoger los libros, fuimos dando un largo paseo, por casi todo el parque, estuvimos, cerca de dos horas, eso sí, siempre con los dos escoltas, detrás, vigilando cualquier posible peligro o problema, a cierta distancia, para que pudiéramos hablar, entre nosotros, sin problema; es una de las desventajas, cuando te dedicas a estos negocios.
Evidentemente, mucha gente, miraba a Ana, que iba levantando pasiones, allí por donde pasaba, y, eso que, aún no había ido a la peluquería, ni al gimnasio...
En mitad del paseo, sonó el móvil, encriptado, de Ana, era alguien, que estaba en la agenda, pero, a quien, claro está, Ana, no conocía.
Ana, tomó la llamada, le explicó, a quien llamaba, que era uno de los socios de Javier, lo que había pasado, y que, desde ese momento, era ella la que estaba al mando, así que, quedamos en vernos, al día siguiente, en la casa de Ana, para hablar de negocios, y, ponernos al día, a la vez que, conocernos.
Al acabar el paseo, en el mismo punto de inicio, para ver, si había algún libro más, durante nuestro paseo, Jesús, nos recogió con el coche, y yo, le pedí, que nos llevara a uno de los pisos donde, Javier, tenía una de las dos mazmorras, en Madrid.
Yo, evidentemente, conocía las tres mazmorras, sin contar, la que ya os he descrito, de la casa de La Moraleja, y, otra más, de la que ya os hablaré, cuando vayamos a Marbella.
Una de las de Madrid, estaba en un ático, en pleno barrio de Salamanca, apenas 10 minutos en coche, del Retiro.
En la mazmorra BDSM, con Ana
Llegamos al edificio, y, subimos al ático, previamente, había avisado a Tania, la encargada de la mazmorra, de nuestra visita.
Hago aquí, un inciso, para decir que, en los 9 días que transcurrieron, entre lo de Javier, y, localizar a Ana, tuve que ir informando, a todos los encargados de los negocios de Javier, de lo que había pasado.
La mazmorra, estaba en un ático tríplex, en el que, salvo por la entrada, que era un piso normal, y, la cocina, aquello era el
paraíso
del BDSM, y, eso, que era, la mazmorra, pequeña...
Estuvimos casi una hora, recorriendo la mazmorra, viendo, como espectadores, una sesión, para que, Ana, viera, lo que allí se hacía, y, conocimos a todas las Amas y sumisas, que había ese día allí.
Tania, iba, por supuesto, entera de cuero, vestida como el Ama que era, le dije a Ana, que tomara nota, porque, Tania, podría ser un referente de vestimenta.
Para que, os hagáis una idea, una hora allí, costaba, al menos, 200€, así que, imaginad, si estaba siempre abierta, y, con bastante clientela.
Al acabar, eran las 13:30, por lo que decidimos, ir a tomar el aperitivo, una cerveza, a una terraza, porque, no hacía, del todo malo
Antes de ir a la terraza, pasamos por un estanco, y, compré un cartón de Ducados, que, le pasé a Jesús; el tema de fumar, se lo iba a decir a Ana, en casa, para que no me pasara como con la cocaína.
Estuvimos disfrutando de la terraza, y, mientras, Ana, le pidió, por
, a Paula, que nos acompañara en la comida, así que, quedamos con ella, en uno de los restaurantes de Ana, para comer...
Lo que pasó en esa comida, la tarde, y más cosas, os lo contaré, en el siguiente capítulo de esta historia.
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