Ana. Follando en el ático.

Conocí a Ana, al responder a uno de mis anuncios, y la convencí para que fuera a mi ático, para follar...

En este relato, os voy a contar cómo conocí a Ana, una farmacéutica, en torno a los 30 años, madrileña, con un físico impresionante, pero que, escondía un secreto.

Los personajes que aquí aparecen, aunque los nombres y algunos datos, puedan coincidir con otros relatos míos, no tiene nada que ver con lo que ocurre en este relato.

Como ya

sabéis

, para cualquier duda, acepto ser contactado por email o Skype

Sin más, paso a narrar el relato.

El momento en el que conocí a Ana

Estaba en mi ático, en Móstoles, disfrutando del fútbol en la tv, cuando, el móvil que utilizo para intentar conocer mujeres, sonó.

Eran en torno a las 21:30, de un día de partido del Real Madrid, y yo estaba viéndolo, mientras disfrutaba de una copa de vino tinto, tranquilamente, sentado en uno de los sofás de piel negra.

Era un mensaje de

Whatsapp

de una mujer, Ana, que, había visto uno de los anuncios que tenía, en ese momento, publicados en una web muy conocida. (No pongo aquí el nombre, pero lo puedo dar en privado)

En ese anuncio, yo estaba buscando una mujer diferente, especial, que no fuera como el resto, para lo que pudiera surgir, ya fuera simplemente, follármela, o, quién sabe si llegar a más, debido a mis gustos BDSM.

Empezamos a hablar por

Whatsapp

, y Ana me dijo que rondaba los 30 años, que vivía en Madrid ciudad, que había estudiado la carrera de Farmacia, pero que, ahora, se encontraba sin trabajo, y que buscaba, en principio, follar, porque era tímida, y le costaba encontrar hombres que quisieran follársela.

Me envió una foto suya, y vi que no estaba nada mal, me ponía bastante cachondo, para qué nos vamos a engañar.

Yo también le envié una foto mía, y, al parecer, le gusté bastante, o, al menos, lo suficiente, como para querer seguir hablando conmigo.

Le pregunté, qué gustos tenía a nivel sexual, y me dijo que, aunque, en principio, era más bien normalita, no se cerraba a nada que pudiera surgir, pues no tenía demasiada experiencia a nivel sexual, pero estaba abierta a aprender, y a probar cosas nuevas.

Yo, en principio, le dije también, que era normal en cuanto a gustos, pues los temas de BDSM, es mejor hablarlos en persona, al ser un tema delicado.

En cuanto a su forma de vestir, algo que valoro mucho en una mujer, Ana me explicó que, le gustaba vestir sexy, que la gente le mirase al pasar, y que, su forma de vestir, era algo que estaba cambiando, cada vez se atrevía más, con cosas más cortas, minifaldas y cosas así.

Estuvimos un buen rato hablando, por

Whatsapp

, hasta casi las 2 de la mañana, del día siguiente, me fui a la cama, con cierta adrenalina, pero, conseguí dormir.

Al día siguiente, en torno a las 8, volví a recibir mensajes por

Whatsapp

de Ana, en los que ya se ofrecía a venir a Móstoles a conocerme, porque quería verme en persona, para no perder el tiempo si no era lo que buscaba.

Si bien es cierto que noté algo de inseguridad en sus palabras, en un principio, lo achaqué a lo que le había comentado a Ana acerca de mi falta de tiempo libre, debido a mis estudios y al trabajo en la inmobiliaria.

Yo le dije a Ana, que no habría problema, así nos

empezaríamos

a conocer en persona, y ver lo que ocurría.

Quedamos en mi casa, a las 13:00, de ese mismo día. Le pasé los datos a Ana, y le indiqué como llegar.

Mientras llegaba ese momento, la hora del primer encuentro, yo aproveché para arreglar un poco la casa, que la tenía hecha un desastre, me duché, y esperé a que sonara el timbre.

El primer encuentro con Ana, en la estación de tren.

A las 12:55, recibí un

Whatsapp

de Ana, en el que me indicaba que ya estaba en la estación, pero que andaba un poco perdida, y si podría ir a buscarla.

Por supuesto, le dije que sí, me arreglé un poco, y me fui al apeadero del tren, a buscarla, para poder traerla a mi casa, al ático, y dar rienda suelta al sexo y a la diversión.

Llegué a la estación de tren, y, ahí estaba Ana, esperándome. Lo que vi, me gustó mucho, y me puso muy cachondo.

Ana llevaba una falda muy corta, una chaqueta, ambas de cuero negro, y unas botas, con plataforma, tipo años 90. Hacía algo de frío, por lo que llevaba guantes, también de cuero negro, en las manos.

Las medias, eran caladas, de red, y negras.

Debajo de la chaqueta, llevaba un jersey negro, que le quedaba genial, todo en negro, al igual que su pelo, liso y cuidado.

Me llamó la atención, y me gustó, su piel, más bien oscura, pero de forma natural, sin tomar el sol

especifícamente

.

Su cuerpo, era normal, sin cirugías, pero tampoco de gimnasio, si se cuidaba algo, desde luego, no era yendo al gimnasio, pero, ya digo, estaba muy buena. (Al menos, desde mi punto de vista)

Tras saludarnos, con un beso en la mejilla, fuimos dando un paseo hasta mi casa, yo iba disfrutando, pues ir con semejante mujer al lado, era un espectáculo.

Por supuesto, al verla, le dije que me encantaba lo que llevaba puesto, pues la ropa de cuero, en mujeres, es mi favorita.

En mi ático, con Ana

Llegamos al ático, Ana se quitó la chaqueta de cuero que llevaba, la dejó en una de las sillas que tengo en el comedor, y le ofrecí sentarse en mi sofá, mientras iba a la cocina a preparar algo de bebida, Ana me pidió una cerveza, debido a la hora que era.

Fui a la cocina, agarré las dos cervezas, una para Ana, y otra para mí, y volví al salón, donde Ana estaba ya sentada, y sonrió al verme.

Estuvimos un buen rato hablando, yo veía que podría estar ante una mujer interesante, con quien tenía bastantes cosas en común, más allá de las sexuales.

Ya en ese momento, me pude fijar un poco más en sus piernas, y, cuando las tenía dobladas, para estar más cómoda, me fijé en algo, que se adivinaba con las medias, pero estaba tapada por ellas.

Le pregunté a Ana sobre lo que tenía en la pierna, y me respondió, que era una mancha de nacimiento, bastante grande, y de color marrón. Estaba en la pierna izquierda, en un muslo.

Ana me contó que, le había costado mucho aceptar el hecho de haber nacido así, pero, con ayuda de una psicóloga, que le había dicho que probara a vestirse lo más sexy posible, que se arreglara siempre para salir, que llevara faldas cortas y vestidos, y que evitara pantalones largos y vaqueros (Como solía vestir Ana antes, para que nadie supiera su secreto), pues, poco a poco, lo estaba empezando a superar.

De hecho, me comentó que su sueño, era poder ir, algún día, a una playa nudista, pero, que, “el qué dirán”, era algo que le costaba.

Yo le dije que no tenía que pasarlo mal por ello, y que yo estaba dispuesto a ayudarle a superarlo, incluso a ir con ella a la playa nudista; de hecho, le dije que, para practicar, para ensayar, podría desnudarse en mi terraza, sin miradas de vecinos, para que se diera cuenta de que no pasaba nada por tener una mancha de nacimiento, aunque fuera en un lugar visible.

Después de esta conversación, yo ya notaba que había algo más de acercamiento, que la chispa, empezaba a darse entre Ana y yo.

Así que me decidí a probar a besar sus labios, a ver cuál era su respuesta; por suerte, le gustó recibir mi beso, y respondió con más.

Tras estar un rato besándonos, le ofrecí la opción de echar un polvo, de follar, y me dijo que sí.

Por supuesto, le dije que, el hecho de que tuviera la mancha de nacimiento en la pierna, no era ningún inconveniente para mí, que era algo que no me importaba a la hora de follar con ella.

Dicho esto, Ana dio el paso, y me dijo que sí, que quería follar, que

fuéramos

al dormitorio, y, que, adelante.

Tomé a Ana de la mano, y fuimos al dormitorio.

En el dormitorio con Ana

Yo le dije a Ana, que, antes de follármela, para que no fuera tan frío, en plan, echar un polvo y ya, antes me gustaría poder explorar su anatomía, y Ana me dijo que no habría problema, que así se sentiría más cómoda.

Empecé a desnudar a Ana, por completo, botas incluidas.

Debajo del jersey negro, llevaba un sujetador, también negro, y, debajo de la falda de cuero, llevaba unas bragas, también negras, pero que le quedaban muy bien, sobre todo, en el breve espacio de tiempo en el que se quedó en topless.

Al quitarle la media de la pierna izquierda, ya pude ver por vez primera y completo, la mancha de nacimiento marrón, que Ana tiene en la pierna.

Le pedí que, una vez ya desnuda, fuera al baño, y se desmaquillara por completo, para poder verla de la forma más natural que fuera posible.

Fue al baño, se desmaquilló, aunque, cierto es que, Ana no es de esas mujeres que llevan un porrón de maquillaje en la cara y que, cuando se lo quitan, son otras.

Volvió del baño, se quitó otra vez, las botas, porque se las había puesto para ir al baño a quitarse el maquillaje, y me dijo que le hiciera lo que quisiera, que ella se dejaba hacer.

Empecé por su coño, que se lo había depilado para la ocasión, supongo que, en previsión de lo que pudiera pasar, por si sonaba la flauta y follaba, pues causar buena impresión.

Le metí un dedo, y Ana emitió un pequeño gemido, de placer, le estuve masturbando un poco, hasta que noté cierta humedad en su coño.

De ahí, pasé a ver y tocar sus tetas, de tamaño normal, naturales, y con bonitos pezones, que estaban algo duros, y fueron creciendo, a medida que yo iba tocando el cuerpo de Ana.

Sobé sus tetas, con cuidado, no quería ser demasiado duro, al principio, la dureza, la dejo para cuando ya conozco bien a la mujer, o ella me pide, directamente, que sea duro.

Me fijé también en que no llevaba ningún tatuaje ni piercing, aunque pensé que, seguro, le quedarían muy bien.

Finalmente, me detuve en la mancha de nacimiento, que había dejado para el final.

Le toqué la mancha, suavemente, pues no sabía lo que me iba a encontrar, pero, fue una sensación agradable.

Una vez que ya acabé con la exploración del cuerpo de Ana, mancha de nacimiento incluida, le volví a preguntar a Ana, si quería follar, si estaba segura, y me respondió que sí.

Yo estaba aún vestido, pues preferí quedarme así, para reservarle a Ana la sorpresa del tamaño de mi polla, al momento de empezar a follar.

Entonces, Ana, me bajó los pantalones, los calzoncillos, y empezó a sacar mi polla, que ya estaba dura, por la excitación al hacerle a Ana el reconocimiento de su cuerpo.

Ana empezó a jugar un poco con mi polla, la chupó un poco, porque tenía curiosidad, por probar su sabor, y, después, me dijo que era el momento, que quería follar.

Así es que, cumpliendo lo que Ana me pedía, le metí en su coño, mi polla.

Estuvimos un rato follando, cada vez con mayor intensidad, hasta que, notando que me iba a correr, le pregunté a Ana que dónde quería que me corriese, y Ana me respondió que quería notar el semen en su cara, así que, al llegar el momento de correrme, me saqué la polla del coño de Ana, y me corrí en su cara, tal y como Ana me había pedido.

Pasados unos segundos, lo suficiente para que la respiración de ambos, volviera a la normalidad, le pregunté a Ana, si quería hacer más guarradas, en ese momento, o si ya estaba satisfecha, por ahora.

Ana miró el reloj, y me dijo que, como eran las 14:30, y tenía algo de hambre, que quería pasar conmigo la tarde, pero, antes, quería comer algo, aunque fuera comida a domicilio, porno salir a la calle, debido al frío que hacía fuera.

Ana se puso las botas y las medias, pero nada más, agarró su móvil, y se puso a mirar comida a domicilio, e hizo el encargo, sin consultarme.

Mientras esperábamos al repartidor, Ana me dijo que estaba disfrutando mucho, pero que, ese era sólo el comienzo de algo...

Después de eso, me dieron ganas de explicarle a Ana, mis gustos BDSM, algo que hice, esa misma tarde, mientras comíamos.

Lo que pasó en la comida, y esa tarde, lo contaré, si hay quorum, en la siguiente parte del relato.

El autor acepta comentarios, emails, y Skype, para hablar sobre los diferentes relatos que escribo.