Ana
Ana tendrá un día genial. Continúa la historia de en la oficina.
- Chicos, ¿vais a quedaros aquí a comer? Hoy toca
gym,
¿quién se apunta? - dije mientras me levantaba de mi mesa y recogía el maletín. Manu levantó la vista hacia mí, repasándome de arriba a abajo sin importarle que me diera cuenta. Él sabía que me gustaba sentirme deseada. * Yo hoy no puedo, me quedo a comer, que tengo un juicio a las cuatro - dijo devorándome con la mirada. * Yo si que voy, hoy tengo ganas de ejercicio. Jon se levantó de la silla cogiendo su bolsa de deportes y acercándose a la puerta del supuesto salón de la casa, quedándose a un lado con una simulada pose muy caballerosa permitiéndome el paso. Yo obviamente pasé con el maletín en la mano contoneando el culo, sabiéndome observada por aquellos dos hombres.
Salimos del piso y esperamos al ascensor. Los dos nos mirábamos con cierto deseo. El orgasmo obtenido en el baño solo había acrecentado mis deseos. Estaba claro que a Jon tampoco le había sido indiferente. Su polla pugnaba por salir de su pantalón mientras me miraba. Sus ojos ardían de deseo, de hecho creo que si hubiera podido me hubiera devorado en ese momento.
La puerta del ascensor se abrió y entramos. Obviamente yo primero. Se quedó apoyado sobre una de las paredes, así que en cuanto se cerró la puerta, me pegué a él y le metí la mano en el pantalón. Le pillé por sorpresa cuando agarré su miembro con mi mano derecha a la vez que que le metía la lengua en la boca. No se resitió. Jugamos con nuestras lenguas, a la vez que acariciaba su polla. Gemía dentro de mí. Sus manos no estuvieron quietas, mi culo fue totalmente sobado, creo que no quedó una zona de él sin apretar.
Las puertas se abrieron rompiendo ese íntimo momento. Saqué la mano de su pantalón y la acerqué a mi nariz para olerla. Me encantaba ese olor. Salimos los dos del ascensor y fuimos hacia mi coche, que estaba aparcado en el garaje para ir al gimnasio.
Jon fue a dejar su bolsa en el maletero, y cuando estaba allí me llamó.
- Ana, mira que guapas mis zapas.
Cuando me acerqué a él, tenía la polla fuera del pantalón, totalmente eniesta. Sonreí. Me agaché delante de él y la cogí con la mano.
- ¿Es para mí? - volví a sonreír, y pasando la lengua por mis labios la introduje en mi boca.
Su líquido preseminal inundó mi lengua. Estaba sumamente dura. Con mi mano izquierda sopesé sus testículos, los estrujé suavemente, los acaricié. Con mi boca, succionaba su pene, con mi lengua saboreaba su glande. Jon solo podía gemir. Me acariciaba el pelo y la cara, pero el placer que estaba recibiendo era demasiado.
Me introduje un poco más su polla en la boca, rozando mi campanilla. Una arcada amenazaba con salir, pero conseguí pararla por el placer que me dio escuchar el gemido de Jon. Sus cristalinos ojos azules me miraban extasiados.
- Ana para, me voy a correr, no puedo aguantar más…
Le miré directamente a los ojos mientras introduje su miembro dentro de mi garganta. En ese momento él explotó. Sentí como su pene latía dentro de mí, como sus testículos se contraían en mi mano. Yo esta goteando entre mis piernas. Mis pezones estaban muy duros, tan sensibles que el más pequeño roce del sujetador me hacía daño.
Se vació dentro de mí. Jon se quedó sentado en el maletero de mi coche respirando con dificultad. Yo por mi parte me levanté y cogiéndole la mano la metí entre mis piernas para que notara mi humedad. Por llamarlo de alguna manera.
- ¡Guau! Eres brutal. Al final voy a acabar enamorándome de ti - Sonreí
- Me encantas. Necesito follarte.
Su pene ahora flácido poco a poco parecía reaccionar a mis caricias. Su mano empezaba a jugar dentro de mí. Cualquiera que nos viera… Estaba semi abierta de piernas en medio del garaje, mientras le meneaba suavemente la polla a Jon y él me metía los dedos. Su movimiento cada vez era más rápido y más profundo. Mis fluidos facilitaban increíblemente sus estocadas.
Cuando noté que ya estaba dura, le hice levantarse.
- ¡Fóllame ahora!
Me puse inclinada hacia delante, mis manos apoyadas en el maletero, y me subí el vestido hasta la cintura.
- Jon ¡por dios! Deja de hacer eso… dije mientras gemía. Estaba pasando la punta por toda mi raja, sin meterla, solo mojando su glande con mis fluidos.
Poco a poco fue introduciéndola. Yo gemí ligeramente del placer que me daba el hecho de sentirle dentro. Empezó muy despacio pese a las ganas que notaba que tenía de darme lo máximo posible. Poco a poco le fui pidiendo yo más. Hasta que cogió un ritmo endiablado. Mi culo fue atacado por un dedo humedecido con su saliva. Gemí tanto que me tuvo que tapar la boca. Estaba siendo penetrada por dos orificios.
Muy poco tiempo después me llegó el orgasmo. Empecé a gemir como nunca en la mano de Jon. Este en vez de ralentizarse, empezó a follarme más rápido y más fuerte. Sacó el dedo de mi ano, haciendo que otro orgasmo me atacara de forma feroz, y me dio una palmada en el glúteo. No paraba de correrme. Jon finalmente redujo la velocidad. Noté como su polla bombeaba dentro de mí. Sentirle dentro me dio cierto placer de saber que yo había sido capaz de regalarle dos orgasmos. Jon se quedó sobre mí unos segundos mientras su polla se contraía. Finalmente me deslicé hacia delante, sacándola de dentro. Me giré y le bese. No fue un beso pasional, fue amor. Pura y llanamente. Él mismo me devolvió el beso. Me cogió de la cara, me acarició el pelo, me meció por la cintura. Me sentía extasiada.
- Te quiero.
- Yo también - le contesté mientras volvía a besarle.