Ana de vacaciones

Primera parte de las vacaciones de Ana, y los nuevos amigos que hace.

Hola a todos. Desde que os conté mi relato con el bocadillo no he podido escribir, pues he estado muy ocupada con mis vacaciones. Ahora que estoy de vuelta os voy a contar lo que me paso, solo adelantaros que me lo he pasado muy bien, ¡¡ han sido unas vacaciones fantásticas!!

Como comente en mi primer relato, después de cenar con Luis y Miguel, con su crema en mi bocadillo me fui a casa a descansar. Estaba muy contenta, pues creía que le gustaba a Luis, ya que había dicho que le gustaban mis tetas.

No es por presumir, pero gasto una 105 de sujetador. No son tetas operadas, sin embargo son redondas y turgentes, a mi me parecen como dos meloncitos. Mis aureolas son bastante grandes, y muy oscuras comparadas con el resto de mi piel. Mis pezones apuntan hacia delante y tienen el tamaño de mi uña del dedo meñique. Debe de ser cosa de familia, ya que mi hermana y mi madre también tienen el pecho muy grande.

Después de la noche de mi sabrosa cena, no paso nada durante las siguientes semanas, aunque yo me moría de ganas, y no hacia más que echar miradas y quedarme embobada viendo a Luis. Me hubiera encantado que volviera a darme su cremita o que hiciese algo conmigo, pero no paso nada, o si paso no me entere.

Al final llegaron las vacaciones de Agosto, y yo no tenía ningún plan. Mis padres iban a estar todo el mes en la casa de la sierra, y mi hermana se iba dos semanas a Cancún con mi cuñado y luego estarían en el apartamento que mi familia tiene en la costa. El último día antes de vacaciones, comimos toda la familia juntos y hablamos de lo que íbamos a hacer en Agosto.

  • Y tu, ¿qué vas ha hacer en Agosto, Anita? - pregunto mi hermana.

  • No tengo ningún plan especial. Pensaba ir al apartamento de la playa, y estar todo el mes tumbada tomando el sol.

  • Ya que no tienes nada mejor que hacer podrías limpiar el taller y organizar la oficina. Así compensarías lo inútil que eres en el trabajo normalmente. Estaríamos mejor preparados para Septiembre, y ahorraríamos una pasta en el servicio de limpieza. Todos salen ganando ¿A ti que te parece papa?

  • propuso mi hermana.

  • A mi me parece bien, de esta forma Ana no estaría tan ociosa en verano.

Mi hermana sabe como soy de sumisa, y suele menospreciarme y ser bastante borde conmigo. Acababa de proponer que me quedara sin la mitad de las vacaciones y encima todos pensaban que era una buena idea. Mi familia me conoce muy bien, saben lo obediente que soy, y sin mala intención suelen aprovecharse de mí. Yo nunca protesto, y me agrada complacerlos.

Mientras toda mi familia se iba de vacaciones a pasarlo bien, yo me pase la primera semana de Agosto arrodillada frotando el suelo del taller, y la segunda organizando todos los papeles de la oficina. Como la empresa estaba cerrada, mi padre había contratado unos vigilantes con una empresa de seguridad, y fueron las únicas personas con las que tuve contacto durante estas dos semanas. Dejo para otra ocasión contaros con detalle lo que me paso durante esas dos semanas con los vigilantes.

Al llegar la tercera semana de Agosto, cogí mi coche y conduje hasta la costa, al apartamento de la playa, donde ya estaban allí mi hermana y mi cuñado que habían vuelto de México.

Llegue de noche, y me contaron como les había ido el viaje. Habían tenido las típicas vacaciones en Yucatán, visita a Cozumel, las pirámides mayas, mucha playa… Yo no les conté como nada de lo que me había pasado con los vigilantes, porque sabía que mi hermana censuraría mi comportamiento.

Al rato mi cuñado dijo:

Bueno, ya esta bien de charla. Tengo las pelotas cargadas, y me apetece que Marta (mi hermana), me las descargue. Así que vamos a la cama. Mañana iremos a la playa. Tu Ana, recoge y friega los platos de la cena y procura no hacer ruido. Despiértanos a las 10

Ellos habían cenado antes de que yo llegara, y aun estaba todo por recoger. Así que me puse a limpiarlo todo, mientras los oía follar en su habitación.

Mi hermana es una mujer con una personalidad muy fuerte, excepto con su marido. El es el único del que acepta órdenes y que la trate como quiera, incluso con desprecio. Ella siempre le obedece, y habla muy bien de él. Supongo que eso es estar enamorada de alguien. Algunas veces mis padres y Marta han discutido por el comportamiento de mi cuñado, y Marta siempre le ha defendido, diciéndoles a mis padres que no es asunto suyo. Mi cuñado a mi no me trata tan mal como a mi hermana, simplemente me ordena cosas, que yo obedientemente cumplo.

Después de limpiarlo todo, me fui a dormir. No cene para no hacer ruido y que pudieran dormir. A la mañana siguiente, me levante a las 8:00. Lave la ropa sucia que tenían, compre el periódico, y les preparé el desayuno (zumo de naranja, café y tostadas). A las 10 en punto llame a la puerta de su habitación, mi cuñado me dijo que pasara. El llevaba puestos un bañador largo, mi hermana estaba adormilada desnuda en la cama, tenía marcas rojas en las tetas y el culo, y lo que parecía semen reseco en el pelo. Se ve que le había dado un buen repaso. Tal y como estaban, el con el bañador, y ella desnuda se fueron a desayunar, mientras yo limpiaba su habitación.

Después de desayunar, mi cuñado nos dijo que nos había comprado algo para las dos en Cancún, y que quería que lo estrenásemos hoy en la playa, y nos dio un paquete. Luego nos fuimos a la playa.

Cuando mi hermana y yo vamos a la playa juntas solemos hacer top-less, normalmente pasan por delante de nosotras hombres que nos miran más o menos descaradamente.

Total que una hora después, allí estábamos, las dos con las tetas al aire, ella estaba tumbada boca abajo en la toalla y medio dormida, y mi cuñado se había ido al chiringo a tomar una cerveza. Las dos íbamos con tanga, el mío blanco y el de mi hermana rojo. Los dos tangas, eran los regalos que nos había hecho mi cuñado, como recuerdo de Cancún. El pobre es un desastre para los regalos, los había comprado sin la parte de arriba, y encima eran más pequeños: el de mi hermana una talla menor, el mío dos. Las tiras de atrás desaparecían entre los mofletes de nuestros culos, y la parte de delante se apretaba tanto que se marcaban los labios perfectamente. Aunque suelo llevar el coño muy rasurado, había tenido que prácticamente depilármelo por completo para poder llevar ese tanga. Sin embargo no estaba incomoda, y mi cuñado había insistido en que estrenásemos sus regalos, así que me lo puse y no hice mucho caso. A mi hermana tampoco le molesto ponerse el suyo.

Yo estaba medio sentada en la toalla poniéndome protección solar. Entonces se paro delante de nosotras un señor de unos 60 años, con una barriga prominente, que estaba paseando por la playa, supongo que con algún amigo suyo.

  • Vale entonces, a las 4 me paso por tu casa. Joder con las chavalas !! - decía por el móvil - Dos tías que están aquí tomando el sol. No veas que tetas que tiene una de ellas. Esta de muerte y la otra también parece que anda cargada.

Al oír esto me di cuenta de que le estaba hablando a su amigo de nosotras y me quede mirándolo con la mejor de mis sonrisas. Me encanta cuando noto que le gusto a un hombre, y entonces me vuelvo muy amable. El señor se me quedo mirando fijamente, yo le miraba y sonreía, y comencé a ponerme la crema en las tetas frotándolas.

  • Luego te llamo - dijo, y colgó el teléfono sin dejar de mirarme.

Nos apunto con el móvil y comenzó a hacernos fotos. Mi hermana estaba de espaldas y no se enteraba de nada, pero yo me puse crema en la parte inferior de las tetas, levantándolas, y procurando no tapar los pezones, para que salieran bien en las fotos. Estuve todo el tiempo sonriéndole y pasándome la lengua por los labios. Como se lo que le gusta a los hombres, también abrí as piernas, para que pudiera hacer fotos a mi rajita cubierta por el diminuto tanga blanco. El señor me hizo como veinte fotos, durante cinco minutos, y luego vi que se ponía a teclear en el móvil. Yo estaba embobada mirándolo y sonriendo. Estaba un poco triste por que se hubiera cansado de mi tan pronto. Entonces se acerco y me dijo:

Hola, eres muy guapa, gracias por dejar que te fotografiase.

De nada, es usted muy amable.

He mandado las fotos a varios amigos para que vean lo guapa que eres.

Me sentí muy contenta, y le di las gracias. Entonces me dijo que se llamaba Alberto, me pregunto mi nombre y se puso a hablar conmigo, que de donde éramos, hasta cuando nos quedábamos...Yo conteste todas sus preguntas sin dejar de sonreírle.

  • Y tu amiga, la dormida, ¿quien es?

  • Es mi hermana, estamos aquí con mi cuñado, que se ha ido un momento a tomar algo.

  • Mi mujer me esta esperando y tengo algo de prisa, ¿te parece que quedemos luego y te invito a tomar un café ? también me gustaría sacarte más fotos.

  • Me encantaría, Don Alberto.

Me pidió el número del móvil para quedar. Como no recuerdo mi número, me puse a cuatro patas sobre la toalla, para sacarlo del bolso y consultarlo. Al hacerlo el señor tuvo una vista impresionante de mi culo y me dijo que me quedase en esa postura, mientras me sacaba más fotos. Me dijo que era preciosa y que sus amigos no se iban a creer que hubiera conocido a una chica tan guapa.

Me pidió que, a cuatro patas como estaba, separase las rodillas todo lo que pudiera, que estirase de mi tanga por delante, para que se me clavase aun más y se apreciasen mis formas, que girara la cabeza para que se me viera la cara. Yo no pare de sonreír todo el rato y no se ni cuantas fotos saco.

Tras otros cinco minutos, me dijo que tenía que regresar con su esposa, que le diese el número de móvil y que ya quedaríamos. Saque el móvil, del bolso, le di el número y nos despedimos, él con un "hasta luego", y yo con un "hasta la próxima Don Alberto ha sido un placer".

Al rato volvió mi cuñado, estuvimos un rato tomando el sol, y luego mi cuñado propuso que nos diéramos un chapuzón. Mi hermana no quiso bañarse y continúo dormitando.

Mi cuñado es moreno, tiene 34 años, y aunque no es un musculitos, tiene un buen tipo. A veces noto que me mira con deseo, sin embargo nunca nos hemos enrollado, pues, a pesar de que me gusta mucho, es el marido de mi hermana y no se como se lo tomaría ella.

Estuvimos jugando en el agua a empujarnos, y varias veces sus manos recorrieron todo mi cuerpo, sobre todo la zona de la entrepierna y el culo. Con el contacto de los cuerpos note que tenía una erección. Lo cual probaba que me apreciaba. Luego me propuso jugar a "golpear los cántaros", que es un juego al que juega con mi hermana. Era un juego sencillo: el intentaba darme palmadas en las tetas, y yo intentaba esquivarlo. Como me gusta contentar, me deje golpear las tetas bastante. Eso sí, procurando que el no lo notara, dando muchos grititos y revolcándome en el agua. Me divertí mucho jugando con el, y no se si por la excitación o por el frío del agua, mis pezones se pusieron muy tiesos. Mi cuñado se dio cuenta, y añadió una regla al juego: los pitones valen doble.

Cuando acabamos de jugar estaba tan cachonda que le hubiese comido la polla allí mismo si me lo hubiera pedido. Sin embargo, volvimos donde las toallas con mi hermana a secarnos al sol.

Antes de la hora de comer, mi hermana me dijo que ya estaba bien de gandulear y que me fuera al apartamento a prepararles la comida. Ya he comentado que mi hermana es bastante borde conmigo, y normalmente me trata como si fuera su criada. Mi cuñado también es bastante autoritario conmigo, aunque no tanto como mi hermana. Como soy muy sumisa, no me importa que me traten así, es más lo prefiero, ya que así siento que estoy haciendo algo útil por mi familia. Aunque no lo habíamos acordado, todos teníamos muy claro que durante el resto de las vacaciones yo iba a ser la encargada de comprar, cocinar, fregar, limpiar el piso y lavar la ropa.

Mientras ellos se quedaban un rato más en la playa yo fui al apartamento, me di una ducha rápida, me puse una bata corta sin nada debajo y empecé a prepararles unos macarrones a la boloñesa (una de las pocas cosas que se me dan bien es cocinar). Mientras estaba cocinando sonó mi móvil.

  • Sí - contesté.

  • Hola Anita, soy Alberto de la playa, esta mañana...

  • Don Alberto, ¡¡ que agradable sorpresa !! - es cierto, me alegre de que no me hubiese olvidado y encima se molestase en llamarme tan pronto.

  • Veras Ana, les he enviado tus fotos a mis amigos y no se creen que haya conocido a una chica tan guapa. Esta tarde vamos a quedar en el chalet de uno de ellos para jugar a las cartas, y como no quiero quedar como un mentiroso ante ellos y encima te debo un café, había pensado que podrías pasarte por el chalet, te invito al café y les cierro las bocas a mis amigos.

  • Por supuesto que iré Don Alberto, no querría que quedase mal ante ellos por mi culpa. Dígame la dirección y a que hora quiere que este.

  • La dirección es xxxxxx, pásate sobre las 4 - era una urbanización de la costa de chalets de lujo a una media hora en coche de mi apartamento.- otra cosa las fotos del móvil son muy malas, y he pensado llevar una cámara buena y tomarte mejores fotos, así que ponte guapa.

  • Como desee Don Alberto, ¿alguna sugerencia?

  • Me da igual, mientras se vea mucho de ese cuerpazo que tienes.

  • Es usted muy amable conmigo Don Alberto. Nos vemos a las 4.

  • Hasta luego.

Al rato llegaron mi cuñado y mi hermana y les serví la comida. Después de comer se fueron a echar una siesta. Mientras fregaba los platos, oía los gemidos de mi hermana mientras mi cuñado se la follaba. Me hubiera encantado estar en su lugar, y que fuera a mí a quien se la estuviera metiendo. Después de una media hora, los gemidos cesaron y supuse que se habían dormido.

Don Alberto me había dicho que me pusiera guapa y que se me viera mucho, así que me puse una minifalda vaquera muy corta, una camiseta de tirantes blanca, con un escote que acababa justo donde empiezan mis aureolas, sin sujetador para que no se notasen los tirantes, y bien ajustada marcando los pezones. Remate el conjunto con unas sandalias de plataforma y tacón alto. Me maquille bastante e hice una coleta con mi pelo. Deje una nota diciendo que salía y que no sabía cuando volvería y salí de casa. En el rellano, se me cruzo por la mente que quizás era muy arriesgado quedar con unos desconocidos, sin que supiera donde iba. Pero Don Alberto había sido muy amable conmigo, y a mi me gusta complacer, así que deseche ese pensamiento.

Me mire en el espejo del ascensor, la verdad es que tenia una pinta mitad fulana mitad niña-pija. Esperaba que Don Alberto estuviera satisfecho de como cumplía sus deseos. Cogí mi coche y me fui hacia el chalet.

El chalet era muy grande, estaba rodeado por una valla y un seto muy alto, y desde fuera era imposible ver nada del interior. Tuve que llamar al telefonillo desde el coche para que me abriesen la puerta. Mientras aparcaba el coche al lado de la entrada principal, salió Don Alberto.

  • Hola Ana, que bien que hayas venido. Y que guapa te has puesto.

  • Gracias Don Alberto - como saludo me dio un beso rápido en los labios (sin lengua, apenas un piquito)

  • Pasa Anita que te presento a los chicos.

Me cogió por la cintura y entramos dentro de la casa. Mientras andábamos su mano bajo disimuladamente hasta apoyarse en mi culo, y allí se quedo. Me contó que la casa era de su amigo Higinio, que estaba viudo, y que heredo mucho dinero de su mujer. El resto de sus amigos estaban casados y hoy habían quedado sin sus mujeres para jugar a las cartas, luego cenar y quizás irse de juerga.

Llegamos a una sala grande, decorada con lujo en la que había tres señores, sentados alrededor de una mesa con un tapete verde. Los tres eran fofos, con grandes barrigas y medio calvos, dos de ellos estaban alrededor de los sesenta y el otro bastante más mayor. Los cuatro iban vestidos con unos pantalones cortos, y camisas abiertas hasta la mitad del pecho. Uno de los "jóvenes" estaba fumando un gran puro.

  • Amigos, os presento a Anita.

  • Vaya, pues era verdad, no habías mentido cabronazo. ¡¡ Esta como un queso !!

  • Joder Alberto, vaya preciosidad de nena que nos has traído.

  • Encantada de conocerles caballeros, soy Ana, para servirles

  • dije en voz alta como presentación.

Se levantaron de la mesa, y uno a uno se presentaron y me dieron un piquito en los labios como saludo. A los tres les apestaba el aliento a tabaco y alcohol. Los dos más jóvenes eran Don Fernando y Don Benigno, el más mayor era Don Higinio.

  • Voy a preparar café para todos, mientras conoces mejor a mis amigos, que no se diga que no cumplo mis deudas - dijo Don Alberto.

Don Fernando, Don Higinio y yo nos sentamos en un sofá (yo en el medio), estábamos bastante apretados, y en seguida pusieron cada uno una mano sobre mis rodillas. Don Benigno se sentó en un sillón enfrente de nosotros.

Me preguntaron un montón de cosas, de donde era, a que me dedicaba, si tenia novio,...también me hicieron muchos piropos, que si estaba más buena al natural, que me quedaba muy bien la ropa que llevaba...Todo esto sin dejar de mirarme el escote descaradamente. Yo conteste con sinceridad y sonrisas a todas sus preguntas. Ellos me contaron que eran empresarios, y que tenían todos mucho dinero. Eran de xxx a unos 200km de donde yo vivía y en verano se escapaban a la costa, como había hecho yo. Yo les dije que mi padre tenía una empresa de maquinaria.

  • No conocerás a Xxxxx ? es de tu ciudad y también tiene una empresa de maquinaria - dijo Don Fernando.

  • Sí claro, es mi padre.

  • ¡¡ Así que tu eres su hija !! Que sorpresa, mi empresa se llama xxxx y soy cliente de tu padre.

  • Le daré recuerdos de su parte.

Conocía su empresa, mi padre estaba muy enfadado con ellos, pues habían discutido por no se que asunto de negocios, y no le pagaban los últimos trabajos que les habíamos hecho. Así, que aquel era el famoso Fernando, que tanto odiaba mi padre. Bueno, eso era un asunto de mi padre, y yo tenia muy claro que iba a tratar a Don Fernando con la misma cortesía que al resto.

A estas alturas Don Fernando y Don Higinio tenían sus manos en la parte interior de mis muslos, y con una suave pero firme presión habían hecho que fuera abriendo mis piernas. Estoy segura que Don Benigno podía ver mi raja tapada por el tanga.

  • ¿Sabes Ana?, estoy un poco molesto contigo- dijo Don Fernando.

  • Pero, ¿qué he hecho para molestarle Don Fernando, dígamelo e intentare corregirlo.

  • Le has enseñado a Alberto tus tetas al natural, y nosotros nos hemos tenido que conformar con verlas en unas fotografías de mala calidad. ¿Acaso no somos tan amigos tuyos como él ?

  • Claro que lo son, disculpe mi torpeza. Ustedes también tienen todo el derecho del mundo a disfrutar de mis pechos - me levante, me quite la camiseta, la deje en la mesita de café que había y volví a sentarme.

  • Así me gusta, que sepas estar en el sitio que te corresponde - dijo Don Higinio - Benigno saca la cámara de fotos que esta en el primer cajón y haznos fotos con esta guarrilla.

No me molesto que me llamase guarrilla, pues ya estaba muy excitada. Mientras Don Benigno preparaba la cámara, los otros comenzaron a tocarme las tetas.

Total que allí estaba yo, sentada entre dos viejos, manoseándome las tetas, mientras un tercero nos hacia fotos. Me hicieron posar, para las fotos, sin dejar que me levantara del sofá: levantándome yo misma las tetas, estirándome los pezones,...yo no deje de sonreír, mojarme los labios y soltar gemiditos. Aquellos viejos se estaban aprovechando de mi, y me estaba gustando mucho, estaba muy confusa. En aquel momento, se asomo Don Alberto por la puerta.

  • El café ya esta casi listo - y al ver la escena - veo que os estáis haciendo buenos amigos de Ana. Tranquilos que la tarde no ha hecho mas que empezar. Voy a servir el café.

  • No, Don Alberto, yo lo serviré - dije levantándome y apartándome de aquellos babosos - usted ha cumplido su palabra y ahora me toca a mi servirles para demostrar mi agradecimiento.

  • Como quieras, la cocina es la segunda puerta a la derecha. Está todo preparado.

Mientras iba a la cocina me temblaban las piernas, y al llegar me tuve que apoyar en la mesa. ¿Qué estaba haciendo ? Había calentado a unos viejos mayores que mi padre, estaba dejando que abusaran de mí, y me estaba encantando. Tenía las bragas chorreando. Si dejaba que esto siguiera seguro que acabarían abusando de mí. Lo pensé un poco y mi lado sumiso gano. Me excitaba que abusaran de mí, que me vieran como un trozo de carne, que existe para servirles, el echo de que fueran viejos y gordos lo hacia más excitante.

Tomé una decisión, iba a ser complaciente con esos hombres, dejaría que hicieran lo que quisieran conmigo. En el fondo sabía que había ido allí con esa fantasía en la cabeza y no iba a auto-engañarme ahora.

Puse la cafetera, tazas, azúcar y una botella de coñac en una bandeja y volví a la sala. Me asegure de apoyar las tetas encima de la bandeja y entre en la sala. Supongo que habían estado hablando, porque estaban más calmados. Al acercarme a la mesa se me ocurrió declarar mis intenciones y les dije: "espero que disfruten de todo lo llevo en la bandeja, lo traigo con mucho cariño y se lo ofrezco a ustedes de todo corazón."

Se quedaron mudos, supongo que no tenían muy claro si se habían pasado mucho conmigo, ni como reaccionaria yo, y aquella declaración los dejo sorprendidos. Deje la bandeja en la mesita, y me arrodille al lado de ella - ¿ como desean el café ?

Les serví el café, conforme a sus gustos ( azúcar, lecha,...) todos quisieron un buen chorrito de coñac y me animaron a que yo también cargase bien el mío de alcohol (por supuesto lo hice). El ambiente se relajo y volvimos a conversar.

  • ¿ Suelen quedar muy a menudo ? - les pregunte.

  • Todas las semanas, mientras estamos de vacaciones. Venimos aquí a casa de Higinio y pasamos la tarde jugando al mus. Aunque hoy creo que no habrá partida - dijo Don Benigno.

  • ¿ Por qué ? - pregunte.

  • Pues para poder atenderte como mereces.

  • No quisiera que renunciaran a su partida por mi. Si les parece yo les atenderé mientras juegan, sirviéndoles bebida y comida y cuando acaben podremos seguir nuestra conversación. También volveré a posar para ustedes para que me tomen las fotografías que quieran.

  • Bueno, pues ya esta claro, pero con una condición Ana, que te quites esa faldita, para que podamos ver tu culo, como lo ha visto Alberto esta mañana.

  • Por supuesto, Don Benigno.

La siguiente hora y media estuvieron jugando a las cartas, yo les servia de la cocina todo lo que me ordenaban, principalmente alcohol, pero también les prepare unos sándwichs y les traje galletas. Era muy excitante, hacer de criada de estos viejos, vestida únicamente con un tanga pequeño, ya empapado por mis jugos, y unas sandalias altas.

Cada vez que pasaba a su lado para servirles algo, me tocaban un poco. Al principio eran caricias suaves en el culo o las tetas, pero conforme se fueron emborrachando los toqueteos fueron más fuertes, pasaron a manosearme las tetas y el culo, luego a estrujarme ambos, luego a pellizcarme los pezones, meter la mano dentro de mi tanga tocándome el coño. Cada vez, iban abusando más de mi.

Su lenguaje conmigo también cambio gradualmente, volviéndose cada vez más insultante. Al principio pedían las cosas con educación: "Anita, me puedes traer un whisky?". Ahora me ordenaban: "Puta, mueve esas tetas, y tráeme una copa, zorra estúpida". Por supuesto, yo siempre respondía "Por supuesto señor, enseguida se lo traigo" y procuraba bambolear las tetas al andar.

Cuando me inclinaba a llenarle la copa a Don Fernando le hacia mucha gracia, cogerme la tira del tanga por detrás, estirar con todas sus fuerzas y soltar de golpe, el chasquido del elástico con mi culo, le divertía. Yo me reía con el. Al final el tanga se rompió, y se le quedo en la mano. Sin decirme nada, lo tiro a una papelera y continúe sirviéndoles completamente desnuda.

Estaba muy excitada, tanto que notaba como me chorreaba el flujo por las piernas. Esos viejos asquerosos me habían puesto a mil. Don Alberto se dio cuenta y me ordeno que me acercase a su lado.

  • Eres una guarra, Ana, estas chorreando como una cerda. Vas a manchar la alfombra de Higinio - dijo mientras pasaba sus dedos por mis piernas recogiendo mis flujos - Voy a ver si puedo volver a meterte esto que te chorrea. - y me metió dos o tres dedos, removiéndolos dentro de mi coño.

Repitió la jugada dos o tres veces, a mi me temblaban las piernas. Y en vez de limpiarme de flujo, estaba soltando más. En el siguiente movimiento llevo sus dedos a mi boca. Los chupe intensamente, saboreando mi sabor en ellos. Los saco de mi boca relucientes, y volvió a repetir esa curiosa forma de limpiarme las piernas. Entonces me dijo:

  • Ana, sabes que nos estas poniendo muy cachondos. Llevo una hora con el rabo a punto de explotar. ¿ Vas a ser una buena puta y dejar que te follemos ?

  • Claro Don Alberto.

  • ¿ Claro qué, guarra ?

  • Claro que voy a ser una buena puta. Y voy a dejar que me follen todos ustedes. Voy a estar a su entera disposición, y voy a hacer todo lo que ustedes deseen - mientras decía estas palabras casi me corro imaginando lo que iban a hacerme.

  • Chicos, dejemos la partida y démosle a esta cerda salida lo que desea - dijo Don Alberto.

Se levanto y comenzó a besarme, me metía la lengua hasta la garganta y me llenaba la boca con sus babas. Cogiéndome del culo, me apretó mucho contra él, aplastando mis tetas contra su pecho, abriéndome los cachetes del culo con las manos.

El resto se levantaron y fui pasando de uno a otro, todos metieron su lengua dentro de mi boca, me llenaron de saliva la boca y me estrujaron lo que les dio la gana. Tenían un aliento apestoso, pero eso me excito más.

El último era Don Hilario, que antes de besarme, se saco la dentadura postiza. Estaba muy cachonda, me estaba tragando las babas de un viejo sin dientes, de la edad de mi abuelo, mientras me magreaba a placer.

Don Higinio me metió cuatro dedos, empapados de mi flujo, en la boca. Los apoyo en mi lengua y empujo la mano hacia dentro, hasta que su pulgar hizo tope con mis labios. Los mantuvo dentro medio minuto, mientras yo le miraba a los ojos agradecida. Cuando los saco, un hilillo de mi saliva los conecto a mi boca durante unos instantes. Me hizo inclinar sobre la mesa, y usando mi saliva en sus dedos como lubricante, me metió primero uno, luego dos y finalmente tres dedos en mi culo. Estuvo moviendo los dedos dentro de mi, y luego comenzó a meterlos y sacarlos suavemente. Menos mal que estaba apoyada, porque las piernas me temblaban de gusto. Cuando me los saco me quede tirada encima de la mesa.

  • Benigno, en el cajón donde estaba la cámara hay otra de vídeo, sácala que vamos a grabar como le damos polla a esta guarra. ¿ qué te parece puta ?

Quería humillarme ante ellos, me excitaba que me despreciasen e insultasen. Y les conteste: "Es una gran idea, si quieren yo puedo hacerles copias para que cuando vuelvan a su ciudad puedan enseñarle a sus amigos la puta que se han follado en vacaciones. Y usted Don Francisco podría verla con mi padre en su próxima reunión de negocios."

  • No sé, tú eres una puta y no te importa, pero yo tengo familia y no quiero que circule un vídeo con mi cara - dijo Don Benigno.

  • No se preocupe Don Benigno, cortare todas las escenas donde salgan sus caras. Solo podrán identificarme a mí y a sus pollas.

  • Claro Benigno, trae la cámara y graba y no te preocupes, nos turnaremos para grabar.

Mientras Don Benigno, comprobaba la cinta de la cámara, se fueron desnudando y sentando en el sofá y los sillones. A mi me hicieron arrodillar en el centro de ellos.

Deseaba humillarme al máximo ante ellos, y pensé que si degradaba a mi familia, ellos me despreciarían aún más. Cuando Don Benigno comenzó a grabar le indique que me hiciera un primer plano para la introducción del video. Al ver la luz roja de la cámara, indicando que estaba grabando comencé.

  • Me llamo Ana xxxxx y mi DNI es xxxxx, vivo en la calle xxxx, número xx en xxxx. Mi teléfono es xxxx. Soy hija del gilipollas xxxx y de la puta xxxx. Todo lo que voy ha hacer en este video lo hago de todo corazón por que soy una puta cerda, es para lo único que valgo y para lo cual mis putos padres me han criado. Quiero agradecer a estos maravillosos caballeros que están conmigo, como me han tratado esta tarde, y todo lo que me van ha hacer, y me gustaría pagarles en señal de agradecimiento.- me levante recogí mi bolso y volví a arrodillarme en mi sitio, mientras Don Benigno me seguía, grabandolo todo.

Saque todo el dinero que llevaba y lo conté delante de la cámara, 305 euros. - es poco - dije.

En mi estuche de pinturas llevaba una cadena de oro, la saque también, mientras decía:

  • Esta cadena era de mi bisabuela, mi madre me la dio cuando hice la primera comunión, dice que vale bastante, pueden venderla y repartirse lo que saquen. - cogí el dinero, la cadena y mi móvil y de rodillas se lo ofrecí a todos.

Se quedaron de piedra, seguro que no se esperaban que fuera tan sumisa. Quien se hizo cargo de la situación fue Don Higinio, quizás por ser el más mayor, quizás por ser el mas degenerado de los cuatro.

Se levanto y vino hacia mí, yo le miraba arrodillada, con una sonrisa y ojos de adoración. Sin enfocarle la cara, se grabo como cogió el dinero de mi mano, me dio una buena bofetada marcando sus dedos en mi cara, carraspeo y me escupió en la cara. El salivazo gordo, espeso y con algo de verde, me cayó en la mejilla derecha. La cámara grabo mi sonrisa de agradecimiento y mis esfuerzos por alcanzar con la lengua su escupitajo mientras se deslizaba por mi cara.

Mientras Don Higinio volvía a sentarse, su voz en off, dijo:

-tienes razón hija de puta, es poco dinero para lo que te vamos a hacer. Ya encontraras la forma de pagarnos mejor. Ahora comencemos.

Me ha quedado muy extenso, la segunda parte para otro día. Gracias por los comentarios del relato anterior. Y agradecería opiniones sobre este.