Ana de vacaciones (9)

Las fantasias de Ana se desbocan. Marta esta cada vez más comoda, y Montse se una a sus hijas.

Era jueves, el día que llegaban mis padres. Me levanté sobre las ocho de la mañana, no había dormido muy bien, echaba de menos a Hicham a mi lado. Seguí mi rutina habitual de aseo personal. En el espejo comprobé que aun conservaba las marcas de moratones y mordiscos que me había hecho Hicham en los pechos y el culo, sentí una punzada de nostalgia, esperaba que lo estuviera pasando bien con Marta. Estaba desayunando, sobre las 9 de la mañana, cuando sonó mi móvil.

Sí – contesté.

Ana, soy yo mama.

Hola, ¿qué tal?, me ha dicho Jorge que hoy llegabais aquí.

Sí, te llamaba por eso. Estamos en Madrid ahora mismo, en la circunvalación, la M-40. Hemos salido temprano y llegaremos antes de lo previsto. – se suponía que llegarían a mitad de la tarde. – Quería avisaros para que estuvierais en casa, tenemos muchas ganas de veros.

¡Que bien! – exclamé. – ¿Llegareis para comer? Podríamos ir a comer a un restaurante que hemos descubierto. Marta y yo hemos comido allí, se come de maravilla.

Bueno, para comer yo creo que sí que estaremos allí. ¿Qué tal va todo?

De maravilla, lo hemos pasado estupendamente. Hemos hecho amigos, buena gente. Ya os los presentaremos.

Bueno, te dejo. Mejor vigilo a tu padre antes de que se pase la salida a la autovía

De acuerdo. Yo prepararé vuestra habitación. Conducid con cuidado. Hasta luego.

No sabia como este adelanto podría afectar al plan que habíamos montado, así que después de colgar, llamé a Jorge, y le conté las novedades. Me dijo que habría que modificar el plan y que el y Don Higinio tendrían que arreglar algunos detalles. No pude evitarlo y le pregunté por Hicham. Me contestó que él y Marta se lo habían pasando muy bien. Habían pasado la noche juntos, los había estado oyendo follar hasta la madrugada, en esos momentos ambos aún estaban durmiendo. Jorge me dijo que me olvidase del plan inicial y esperase a que Marta llegase al piso y que la apoyara en todo lo que dijera. Nos despedimos.

Estuve limpiando la casa, y haciendo tiempo hasta que llego Marta, un poco antes de las dos del mediodía. Llevaba puesta la misma ropa con la que se había ido hace ya una semana, la minifalda blanca y el top tipo chaleco, aunque ambos estaban ya muy sucios y llenos de lamparones. Nos saludamos y dijo que iba a cambiarse, la seguí a la habitación. Cuando se desnudó, no pude evitar fijarme en su cuerpo, tenía un moratón en la mejilla, las tetas, el culo y el cuello lleno de chupetones, y algún que otro cardenal. Ella se dio cuenta de mi cara de sorpresa.

Esto me lo ha hecho tu amigo, el moro. Menudo cabrón esta hecho. Ha estado jodiéndome toda la noche a base de bien. Aunque es un hijo de puta indeseable, y feo como el solo, hay que reconocer que sabe follar de puta madre, he gozado como una perra.

Se llama Hicham y me alegro mucho de que te haya gustado como folla, a mi me encanta. Es un magnifico amante. Pero ¿por qué lo insultas de esa manera? él no tiene la culpa de ser feo… - dije yo defendiéndolo.

No es por eso, si ya te digo que me gusta como folla, es por como trata a su familia. Ayer, Jorge me lo presentó, y me dijo que procurase que lo pasará bien. Fuimos a la habitación, y sin decirme una palabra se lanzó sobre mí, me folló un par de veces, y lo hizo muy bien, bastante bestia pero me gustó mucho. Luego me pidió un whisky, y con bastante brusquedad me puso a comerle la polla flácida mientras él bebía. – me contó Marta. Yo sonreí, ese era el estilo de Hicham. – Mientras se la chupaba, hizo una llamada por el móvil, y estuvo un buen rato hablando en árabe. Al principio parecía contento, y se reía con su interlocutor, sin embargo a medida que conversaba se fue enfadando. Cuando colgó parecía muy alterado, así que le pedí que me contase de que había hablado, me había gustado como me había follado y quería que se calmase y relajara para que me volviera a follar a gusto, y luego me enculara.

¿Y qué te contó?

Había hablado con un primo suyo, en su país. Resulta que quería comprobar si el primo le había dado una paliza a su mujer e hijas, como él le había pedido, también quería saber cuanto le habían pagado ellas por pegarlas. Me dejo de piedra que dijera esto, como si fuera lo más normal del mundo que alguien pagara por que le pegasen. – sonreí al oírla, Hicham no se olvidaba de cuidar a su familia.

El primo les había pegado, esa fue la parte donde estaba contento. Se había partido el culo cuando el primo le contó como habían llorado, suplicándole que no les pegase más. Le hizo hecho mucha gracia que hubiera usado una vara fina para golpear las tetas de su hija mayor. Me explicó que así le quedarían unas heridas que tardarían varios días en curar. Me contó que era muy divertido porque acababa de parir y estaba lactante, así que cuando diera de mamar le dolería horrores durante varios días. Felicitó a su primo por su dedicación, y le dijo que se asegurase la próxima vez de darle en los pezones con la vara – al igual que Hicham, yo también me alegre, al oír esto, estaba claro que el primo de Hicham, era un buen amigo que realmente se preocupaba. Me imaginaba el dolor que sentiría esa puta cuando diera el pecho a su hija, y se diera cuenta que se lo tenia merecido, que ella misma se lo había buscado.

Sin embargo ellas no le pagaron nada. – prosiguió Marta. -Le dijeron que no tenían dinero, que en el trabajo les pagaban bastante menos del salario normal. Al parecer allí ya comienza a hacer frío y las mantas que tenían estaban infestadas de pulgas. Se habían gastado el sueldo comprando unas mantas usadas, sin pulgas, para las pequeñas y algo de comida. El primo no supo que hacer, las dejo tranquilas, y se fue sin cobrar. Ahí fue donde tu amigo el moro se cabreó. Le dio instrucciones a su primo, para que les quitase las mantas y cualquier cosa de valor que tuvieran, las mantas las tenía que quemar delante de ellas y el resto venderlo y quedarse lo que sacase. También insistió mucho en que la próxima semana les pegase más fuerte y les sacase a hostias el sueldo de todo un día de trabajo. Le aconsejó que las visitará nada más volvieran de trabajar antes de que derrocharan la paga en más tonterías. Le dijo que usará la vara o un palo para no lastimarse al pegarlas, y que no las dejara hasta estar completamente seguro de que le entregaban hasta la última moneda. El primo se preocupó por si las lesionaba, y él le dijo que no importaba, sería culpa de ellas si permitían que él tuviera que llegar tan lejos. Estoy segura que el whisky que se estaba bebiendo valía más que las putas mantas. Hay que ser muy cabrón para tratar así a tu propia familia.

Mientras Marta me contaba la conversación de Hicham me pregunte si su primo habría incluido a las pequeñas en los golpes, ellas no habían hecho nada malo, pero era bueno que también recibieran, para que fueran aprendiendo desde jovencitas, para que no se estropearan como su madre y hermanas mayores. Además pensé que el primo tendría mucho trabajo pegando a las cinco mujeres de Hicham, además de las suyas propias. Un día del sueldo de ellas me parecía poca recompensa para tanto esfuerzo, tendría que hablar con Hicham para ver como podía recompensarle a su primo tanta dedicación, quizás deberían de pagarle las ganancias de dos días.

Por otra parte, me dolió mucho que las zorras de su mujer e hijas, volvieran a mostrar un comportamiento tan egoísta. De nuevo volvían a poner sus estúpidos caprichos por delante del respeto que debían a Hicham, afortunadamente él había reaccionado como un padre ejemplar, y había dado a su primo las instrucciones correctas. Comprendí que no podría quedarse mucho tiempo, con tantas obligaciones en su país de origen, y me enfadé un poquito. También me molesto que Marta tuviera esa opinión de Hicham, así que quise contarle la historia para que viera que las malas eran ellas, se diera cuenta de lo rastreras que podían llegar a ser, y que si alguien merecía su compasión no eran ellas, sino Hicham.

Bueno, tú no sabes la historia, pero ellas se pasaron mucho con él, lo trataron sin ningún respeto y lo putearon lo indecible, amargándole la vida. Él sin embargo quiere perdonarlas, y esta tratando de recuperarlas. De hacer que le respeten. – le dije a Marta.

¿Cómo quiere ganarse el respeto? ¿A hostias?

Es otra cultura, están acostumbrados a eso, allí es normal, todo el mundo lo acepta y espera ese comportamiento, ellas las primeras. Deberías de respetar sus costumbres – me costaba aceptar que Marta fuera tan corta de miras.

Bueno, eso podría llegar a entenderlo, pero lo del dinero

No se trata de un problema de dinero, Hicham sabe que yo les daría todo el que hiciera falta sin pensarlo dos veces. El problema principal es la actitud de que ellas tienen. Son unas egoístas derrochadoras, unas vagas acostumbradas a trabajar poco. Se gastaron todo el dinero de Hicham en gilipolleces, e incluso protestaban cuando el compraba algo útil y necesario para la familia. Con esa actitud, no te extrañará que llevaran a la familia a la ruina económica. Hicham vino aquí de inmigrante ilegal, jugándose el pellejo, por ese motivo… para conseguir dinero…todo para ellas, ya que él, con su esfuerzo, ganaba bastante para vivir, sin lujos, pero dignamente. Mira si son cabronas que ni su mujer ni sus hijas mayores pusieron ninguna pega a que su padre y marido, se jugará la vida yendo a un país extraño, separándose de su familia y de sus hijas pequeñas, a las que quiere con locura y cuya educación tiene pendiente. Es más lo animaron a que se fuera, cegadas por la codicia pensando en el dinero que él podría ganar, sin pensar en que las pequeñas necesitan a su padre. Afortunadamente, hace unos días Hicham se dio cuenta de la realidad de la situación, y decidió hacer algo para arreglarlo.

¿Y qué hizo? – pregunto Marta, intrigada por la historia que estaba contando.

Lo primero que hizo fue conseguirles unos buenos trabajos, incluso negoció con los vecinos un sueldo y horario muy ventajosos para ellas. Él solo quiere que ellas aprendan algo de responsabilidad y comprendan que el dinero cuesta de ganar. Como se han portado tan mal hasta ahora, él no se fía por completo de ellas y por eso encargó a su primo que las vigilase. Lo único que ellas tenían que hacer era trabajar y pagarle algo al primo por las molestias. Y ya ves como lo agradecen, a las primeras de cambio intentan escaquearse, presentándose como victimas. Me consta que en su trabajo las alimentan bien, y podían haber trabajado un poco más para comprar las mantas que quisieran, pero no, ellas han preferido sacarlas de la parte del primo. La lección que Hicham quiere transmitirles es que si quieren algo, deben de poner esfuerzo de su parte para conseguirlo, y dejar de abusar de los hombres que tienen a su alrededor. Sinceramente, a mí no me parece una mala lección, y lamento que ellas no la estén aprendiendo y que tú tampoco lo veas así. – le dije a Marta. Me ofendía que sin saber los detalles, hubiera juzgado y condenado a Hicham. – En el fondo Hicham y su primo las están ayudando a ser mejores personas.

Pero ¿cómo puede permitir que sus hijas pequeñas duerman con unas mantas llenas de pulgas?

Ya te he dicho que ellas pueden comprar mantas cuando quieran, solo han de currar unas horas extra. Además unas cuantas pulgas unos días no matan a nadie. Dicen que compraron mantas usadas, si de verdad cuidaran tanto de las pequeñas, ¿no crees que habrían comprado mantas nuevas? No, estoy segura que se gastaron el dinero en estupideces para ellas dos, y usaron las mantas como excusa para justificar que no lo tenían.

Bueno, la verdad es que visto así… la verdad es que parece que ellas son unas bordes…quizás él no sea tan cabrón… yo no sabia todo esto…estoy de acuerdo en que algo tenia él que hacer…igual él se ha pasado un poco con el castigo…- Marta dudaba.

No es ningún cabrón, en absoluto, créeme, y no se ha pasado castigándolas, yo diría que se ha quedado corto. He pasado una semana viviendo con él, ayudándolo a recuperarse del lamentable estado en que ellas lo dejaron. Él puede ser un poco bestia, y su cultura es algo machista, pero eso no es culpa suya, lo han educado así. No tiene muchos estudios, pero es la persona más buena, sensible y con más corazón que conozco. Que sepas que él siempre ha cuidado y atendido magníficamente a su mujer y a sus hijas, siempre les ha dado lo que necesitaban, sacrificándose él. Atendió a su cuñada, una temporada tras la muerte de su padre antes de encontrarle un trabajo del que pudiera vivir. Él es así de generoso, incluso cuando era joven ayudaba a las mujeres de los otros pueblos a encontrar un trabajo y ganarse la vida, muchas aún le dan las gracias cuando lo ven. Tiene una intuición prodigiosa, sabe valorar las situaciones, y portarse como un hombre en todo momento. Conmigo se ha portado estupendamente, a su modo, me ha tratado con dulzura y comprensión, me ha enseñado muchísimo y también te puede enseñar a ti. Simplemente tienes que abrirte a él, aceptarlo como es y veras el buen fondo que tiene dentro – le aseguré. – Yo le estoy muy agradecida por todo lo que ha hecho por mí.

En ese caso, creo que me he precipitado en mis conclusiones. Estoy un poco avergonzada. Estaba tan enfadada con él, que el resto de la noche no me entregué como debía. Me follo una vez más, aunque yo no estaba por la labor, me lo hizo tan bien que me corrí cuatro veces sin poder evitarlo. Ahora me avergüenzo, pero yo no hice nada especial para que él disfrutase. Me gustaría compensárselo de alguna forma. – dijo Marta, se notaba que estaba arrepentida.

Bueno, no te preocupes. Simplemente trátalo como a una persona normal, de hecho trátalo como a alguien muy especial para mí, intenta complacerlo, ser obediente y mostrarle que estas atenta a sus pequeños deseos. – intenté tranquilizarla. – Aprovecha porque no sabemos cuanto tiempo estará aquí, aún tiene dos hijas pequeñas, y cree que su obligación como padre es volver con ellas, cuidarlas y educarlas, y más en la situación actual en la que no puede confiar en su mujer e hijas mayores. Cuando lo veas intenta hacer que se relaje, disfrute y este a gusto y ya veras como te sientes mejor. Aunque tienes el listón alto, ya que yo me he esforzado mucho por complacerlo. – dije presumida.

Ya veremos. De todas formas, tienes razón, ahora me doy cuenta de lo confundida que estaba, me he quedado en las apariencias y no he sabido ver más allá, en el interior que es lo que realmente importa, me he portado como una idiota. Haré lo que dices… Vaya Ana – me dijo con una sonrisa, – se nota que le quieres mucho. Me alegro mucho por ti.

Gracias, para ser sincera, creo que me estoy enamorando de él.

Joder con mi hermanita, le van los feos maduros… – dijo Ana, con una sonrisa. Se notaba que se alegraba por mí sinceramente.

Si son como este definitivamente sí. Mucho mejor que los niñatos.

Me sentí mucho mejor después de haber aclarado las cosas con Marta. Me alegré mucho cuando me contó que, esa mañana, antes de venir a verme, Hicham se había puesto exigente y la había obligado a hacerle una mamada. A pesar de que ella no quería, pues en ese momento estaba aún enfadada con él, Hicham había sabido imponerse. Le había dado un par de hostias, y cogiéndola de los pelos le había follado la boca salvajemente, haciéndole daño, mientras ella intentaba liberarse. Don Higinio, lo había visto todo y había animado a Hicham a que se la metiera bien duro, hasta que se corriera en su garganta, como finalmente había acabado haciendo. Tras correrse Hicham le había escupido en la cara antes de empujarla al suelo y ordenarle que le trajera un whisky. En el fondo, yo estaba muy orgullosa de Hicham, sabia perfectamente como tratar a las mujeres, y esperaba que no lo olvidase cuando volviera a casa a continuar con la educación de sus hijas.

Estuvimos hablando un rato. Marta había dejado el chalet, bastante resentida con Hicham y Don Higinio, pero ahora se daba cuenta de que había sido una imbécil. Las dos estábamos de acuerdo en que había tenido una rabieta infantil, fruto de su desconocimiento, y que estaba bastante claro que Hicham y Don Higinio sabían mucho mejor que ella lo que le convenía. En el fondo, la lección fundamental que Marta debía aprender era que no debía pensar tanto, olvidar sus prejuicios, aceptar que no lo sabía todo y dar cariño a las pollas que tan amablemente se le ofrecían. Creía que, tras una semana con Don Higinio, ya habría aprendido esta importantísima lección de la vida, pero al parecer las malas costumbres no se olvidan tan fácilmente. Aún le quedaba algo de trecho para ser la puta que Jorge quería, una cerda chupapollas como yo. Me dijo que lo iba a intentar con todas sus fuerzas, que íbamos a estar orgullosos de ella cuando viéramos lo guarra que podía ser. Quería que se la follasen los tíos más cerdos, degenerados y cabrones del mundo, que abusaran de ella, le hicieran daño y la humillaran, tratándola como la puta de mierda que en el fondo era, que eso es lo único que se merecía y lo único a lo que aspiraba en la vida.

A pesar de que me había molestado mucho con Marta cuando había hablado mal de Hicham, sentí simpatía por ella al ver lo culpable que se sentía en ese momento y las cosas que decía de si misma, parecía que estaba arrepentida y quería enmendarse. Me dijo que no pensaba lavarse la boca, para que el aliento le oliera al semen de Hicham cuando besase a nuestros padres. Yo le pedí que me echase el aliento, y efectivamente olía un poco a su leche, siempre recordaré ese embriagador aroma. No pude evitar besar a mi hermana, metiendo mi lengua en su boca, recorriendo sus dientes, y aspirando su saliva. No lo hacia por ella, sino que trataba de absorber ese maravilloso sabor en mi boca. Marta me dejó besarla unos segundos, y luego me aparto de un empujón, diciéndome que ya estaba bien, que nuestros padres iban a llegar enseguida y teníamos que vestirnos.

Me dio la ropa que debía ponerme para recibir a nuestros padres. Una falda muy corta, y una camiseta blanca de manga corta, la camiseta era bastante pequeña y de tela fina, pero lo mejor es que habían estampado una fotografía mía. Era una de las fotos que me habían hecho la primera noche, la de la fiesta con los viejos, en ella solo se veía mi cara con unos cuantos goterones de semen en las mejillas y labios, y una expresión de total felicidad. Me gusto muchísimo, era muy morboso llevar esa foto claramente visible en mi pecho, era más obsceno que si fuera una mía desnuda, y yo estaba realmente guapa en la imagen. Marta se puso un fino vestido de color azul. No nos pusimos ropa interior, y nos acariciamos y lamimos mutuamente los pezones antes de ponernos las gomas.

Nos vino justo el tiempo, acabábamos de vestirnos cuando nuestros padres entraron por la puerta. Nos saludamos, abrazamos y dimos unos cuantos besos. Mientras ellos deshacían las maletas en su habitación, preguntaron por Jorge.

Esta comiendo con unos amigos que hemos conocido este verano. Son empresarios, buena gente, y Jorge cree que puede hacer negocios con ellos. Como os habéis adelantado no ha podido cancelarlo. – dijo Marta.

Bueno pues ya lo veremos luego. – dijo mi padre. – Ahora lo que me apetece es comer. Tengo hambre y ya es la hora.

A eso iba, he hablado con Jorge y me ha propuesto que comamos en el mismo restaurante que ellos, en otra mesa, luego podríamos juntarnos para tomar café todos juntos, e igual podemos presentaros a nuestros amigos.

Bueno de acuerdo, pero vamonos ya. – dijo mi padre. – Estoy cansado de conducir y me apetece comer y echarme una siesta. Oye Ana, esa camiseta que llevas, ¿no es un poco…?

¿Un poco qué? – contesté desafiante. Aunque era un muy morbosa, no era más que una fotografía de mi cara, la obscenidad estaba en si te imaginabas lo que eran las gotitas blancas. Sabía que mi padre no se atrevería a decirlo en voz alta. ¡Que coño! a mi me gustaba la camiseta y pensaba llevarla.

Nada. – mi padre bajo la mirada. – No había visto antes esa foto tuya

Venga, salgamos de aquí o no llegaremos nunca. – corto mi madre.

Fuimos al restaurante de Matias, que salió a recibirnos. Se mostró muy familiar con nosotras, muy en su papel de dueño del restaurante y le presentamos a nuestros padres, se deshizo en alabanzas a mi madre, diciendo que era muy guapa, y que ahora comprendía de donde habíamos sacado nosotras nuestra belleza. Mi madre se ruborizo un poco, por cierto no lo he mencionado antes pero se llama Montse y mi padre Juan Carlos.

Matias nos asigno un reservado, y nos dijo que Jorge estaba en otro comiendo con unos señores. Le pedimos que avisara a Jorge que habíamos llegado, que seguramente se unirían a nosotros para el café.

La comida fue normal, estaba todo muy bueno. A recomendación de Matias, todos pedimos carne con salsa. Yo no noté nada extraño en la salsa, pero como ya sabia cual era la especialidad de Matias, no pude evitar una mirada interrogante a Marta. Marta lo comprendió perfectamente y me dijo en voz alta: "No preguntes." Mis padres no se dieron cuenta de este gesto de complicidad entre hermanas. Aunque no estaba segura de si Matias o alguno de sus camareros se había corrido en nuestros platos, el pensar que podían haberlo hecho y que toda mi familia se lo estaba comiendo me excitó muchísimo. De alguna forma perversa me pareció muy apropiado y correcto.

La conversación fue la típica, hablamos de las vacaciones que cada uno había tenido, de lo que habíamos hecho. Marta contó su viaje a México, …Marta y yo aprovechamos para decir lo geniales que eran los amigos con los que estaba Jorge.

Mi padre siempre me ha tratado con amor y cariño, sin embargo, con todo lo que yo había aprendido en los últimos días la opinión que tenía sobre mi padre había bajado mucho, y estaba resentida con él. Mi opinión no mejoró durante la comida, cada vez que hablaba me parecía que lo que decía eran gilipolleces que no interesaban a nadie, y que era un completo imbécil. Encima había estado a punto de criticar mi camiseta. Aunque no monté ninguna escena, ni dije nada inapropiado, no pude evitar estar fría y seca con él, y durante esa comida le perdí el poco respeto que le tenía. No podía evitar pensar en lo bien que yo lo pasaba, como Marta estaba aprendiendo a divertirse, y que todo eso le estaba vetado a mi madre por culpa del imbécil que tenía por marido. Interiormente lo comparaba con Hicham, y aunque mi padre era más guapo, salía perdiendo por goleada, no comprendía que veía mi madre en ese mierda de hombre. Cada vez estaba más convencida de que mi padre era un lastre para la familia.

Cuando pedimos los cafés, Jorge se asomó por la puerta. Saludó a todos, muy cordial y efusivo, y nos contó que ellos iban a pedir los cafés. Nos dijo que la reunión había ido muy bien, y que habían hablado de un par de proyectos que podían darles mucho dinero. Nos preguntó si podía invitarlos a tomar café con nosotros y así se los presentaba a mis padres. Marta y yo le animamos a ello, mi padre se mostró indiferente, y a mi madre le picaba la curiosidad. Así que Jorge se fue a buscarlos.

Al rato volvió con ellos, eran Don Higinio, Don Alberto y Don Francisco, les acompañaba una mujer latinoamericana con pinta de fulana, a la que Jorge presentó como Mari. La cara de mi padre al ver a Don Francisco fue todo un espectáculo, se puso rojo de rabia, pero intento guardar las formas y no dijo nada. Marta y yo nos levantamos contentas de verlos y fuimos a saludarlos con dos besos a cada uno, pegándonos mucho a ellos y apretando nuestras tetas sobre sus pechos, sobre todo él de Don Francisco. Éste aprovechó para tocarnos ligeramente el culo a los dos por encima de la ropa, una mano para cada una, mientras nosotras le abrazábamos fuertemente aplastando nuestras tetas contra su pecho, y le decíamos lo feliz que nos hacia verle. Supongo que ver como su enemigo sobaba a sus dos hijas delante de sus narices, y que estas lo aceptaban de buen grado sacaría a mi padre de sus casillas, pero el muy cobarde no dijo nada.

Ellos primero saludaron con dos besos más discretos a mi madre y luego le dieron la mano a mi padre, cuando le toco a Don Francisco, este le dijo: "Hola de nuevo Juan Carlos. Qué casualidades tiene la vida." Mi padre le dio la mano de de mala gana sin decir ni una palabra. Luego, todos nos sentamos en la mesa mientras venían los cafés. La Mari fue completamente ignorada en las presentaciones, y se sentó sin decir nada al lado de Don Francisco en el extremo de la mesa más alejado de mi padre.

Bueno, por fin conocemos al resto de la familia. – dijo Don Higinio, y dirigiéndose a mi padre. – Quiero decirle que conocimos a sus hijas, y luego a su yerno, hace unos días y que quedamos impresionados por la belleza de ellas y la gran capacidad de él. Hemos pasado buenos momentos juntos. Sinceramente les felicitó, tiene una familia realmente maravillosa…unas hijas preciosas y por lo que veo su mujer no les va a la zaga en belleza. Es usted un hombre muy afortunado. – se notaba que mi padre estaba realmente sorprendido de que estuviera allí Don Francisco, no sabia que decir y se produjo un silencio un poco incomodo que rompió mi madre.

Muchas gracias por sus palabras, Ana y Marta ya nos han dicho lo contentas que están de haberles conocido, y que gracias a ustedes se les han animado las vacaciones. – dijo mi madre. – Les estoy muy agradecida por cuidar de ellas, aunque ya son mayores, siempre serán mis niñitas.

En ese momento se incremento el despreció que ya sentía por mi padre. Se había quedado callado como un pasmarote, sin hablar y había tenido que ser mi madre la que solventase la situación. Don Francisco, el hombre que él odiaba, sobaba a sus hijas descaradamente, se sentaba a su mesa con su familia, junto a una prostituta, y se tomaba un whisky en sus narices con toda la tranquilidad del mundo, y mi padre no tenía pelotas para decir ni una palabra. Don Francisco demostró tener mucha más clase que mi padre, estar seguro de sus convicciones, y no tener miedo a los enfrentamientos, en fin ser un hombre de verdad, ya que él continuo la conversación, aprovechando las palabras de mi madre.

Unas niñitas tan bellas como su madre, lo cual es mucho, si me permite decirlo. Espero que nos llevemos tan bien con usted como nos llevamos con ellas, y que disfrutemos de usted al igual que hacemos con ellas. Por cierto Juan Carlos, te acuerdas de aquella ocasión en que me dijiste que tu Montse era mejor que las chicas aquellas, no tuviste ocasión de cumplir tu palabra, lo cual sabes que nos ha ocasionado problemas, pero viendo lo guapa que es Montse, estoy dispuesto a considerar que podrías tener razón. Aunque aún estoy esperando a que te decidas a demostrármelo.

En ese momento mi padre estalló, se levanto de la silla y comenzó a insultar a Don Francisco, diciéndole que era un desgraciado, que como tenía la caradura de presentarse, … en fin perdió los papeles por completo y monto una escena. Ni siquiera esto sabía hacerlo, había estado aguantando como un imbécil, y saltaba en el momento menos oportuno, como si fuera un crío. Me dio vergüenza ajena que se comportará tan ridículamente.

Mi madre intentaba calmarlo, el resto de nosotros nos quedamos callados, mientras él despotricaba. Don Francisco ni se inmuto, se levanto, se acerco a mi padre e hizo ademán de ir a pegarle, mi madre se encogió, como esperando el golpe, demostrando a todos que era un cobarde.

Se ve que le dio pena a Don Francisco, porque en vez de darle la hostia que se merecía, bajó la mano, dijo que él siempre había mantenido su palabra, y que no tenia necesidad de aguantar que un mierda lo insultase, agarró a la Mari del brazo y se fueron de allí. En cuanto salieron mi padre cerró la boca, y se volvió a sentar. Jorge se levantó, lanzó una mirada reprobadora a mi padre, y salió de la habitación mientras le decía: "No se a que viene todo esto Juan Carlos, pero creo que acabas de joderme un gran negocio. Espero que tengas una buena explicación. Me voy con él a ver si puedo arreglarlo."

Mi padre se quedo de piedra, mi madre no hacía más que preguntarle a que coño venia todo esto, le preguntaba por qué había estallado de esa manera, pidiéndole explicaciones, que él no contestaba. Marta, Don Higinio, Don Alberto y yo nos quedamos en un segundo plano, sin decir nada, hasta que mi padre se calmase. Aunque se notaba que Marta apenas podía contener la risa, mis padres no se dieron cuenta. Poco a poco, mi padre se fue calmando, sin abandonar su mutismo y mi madre se iba poniendo cada vez más nerviosa al darse cuenta de que él no respondía a sus preguntas. Al cabo de unos minutos, Don Higinio tomo él control de la situación.

Montse, disculpa si me entrometo, pero creo que Juan Carlos se ha alterado y necesita calmarse antes de explicártelo, que seguro que hay una explicación a todo esto. ¿Por qué no salimos tus hijas, tú y yo de aquí a dar una vuelta y lo dejamos que se tranquilicé? Seguro que Alberto podrá quedarse con él, y ayudarle si hace falta. – dijo Don Higinio.

Sí, no hay problema. – dijo Don Alberto.

Mama, es una buena idea. Vamonos y deja que papa se calme. – dijo Marta, apoyando la idea de Don Higinio.

Ésta bien. – claudicó mi madre, tras pensárselo un poco. – Yo también necesito tranquilizarme un poco.

Salimos los cuatro del reservado. Don Higinio propuso que diésemos una vuelta por el paseo marítimo y hablásemos de otros temas para relajarnos, que Alberto nos mantendría informados. Marta y yo apoyamos la idea, y fuimos a pasear con mi madre aún vacilante. Don Higinio se mostró encantador y, poco a poco, fue relajando el ambiente, hablaba de trivialidades todo el rato, soltándole galantes piropos a mi madre, que lentamente fue animándose y participando en la conversación. Estuvimos como una hora paseando, y luego fuimos a tomar un helado. Para entonces mi madre ya estaba bastante animada, y estaba disfrutando de la alegre charla de Don Higinio. Entonces sonó el móvil de Don Higinio…era Don Alberto. Don Higinio le paso el móvil a mi madre.

Don Alberto le contó que mi padre se había calmado, pero que no sabia cual era la explicación a lo que había pasado ya que mi padre no se la quería contar y él no quería presionarlo. Don Alberto le había pedido a mi padre que llamase a mi madre, que ella estaría muy preocupada, y mi padre le había contestado que aún no estaba preparado para hablar con ella. En vista de eso, Don Alberto se había portado como un buen amigo y le había ofrecido a mi padre ir al día siguiente a pescar a alta mar en su yate. Estaba seguro de que un día de pesca, le relajaría y le haría centrarse, pensaba invitar también a Jorge. Quería saber la opinión de mi madre, ya que no quería hacer nada que la molestase. Mi madre le dijo a Don Alberto que estaba de acuerdo con su plan, y que le agradecía muchísimo que apenas conociéndolos se tomase tantas molestias y se portase como un amigo de toda la vida. Dándole las gracias a Don Alberto, mi madre se despidió de él, le devolvió el móvil a Don Higinio, y nos contó la conversación que había tenido.

Esta claro que Juan Carlos necesita un tiempo para reflexionar, y poder explicarme que ha pasado. Es una suerte que Don Alberto se haya ofrecido a llevárselo de pesca mañana. Sin embargo, esto me plantea un problema. No sé si Juan Carlos ira al piso a dormir, pero preferiría no cruzarme con él esta noche. – dijo mi madre. – Tengo que buscarme un hotel.

De ninguna manera, no voy a dejar que Alberto sea él único que se porta de un modo ejemplar. Montse, tú te vienes a pasar la noche a mi casa. Vivo en una casa grande y hay habitaciones de sobra. Si quieres, mañana mientras tu marido se va de pesca, puedes pasar el día allí, en la piscina, en el jacuzzi,…te conviene relajarte y no admito un no por respuesta. – dijo Don Higinio.

Sí mama, es una buena idea. – dije yo.

¿Pero y mi ropa? Además, estoy afectada y me gustaría estar con vosotras… hace tiempo que no estamos juntas- dijo mi madre.

Eso tampoco es un problema – contestó Don Higinio -, puedo ir con Marta ahora a recoger lo que necesites, y por supuesto que tus hijas también están invitadas.

Sí es la solución perfecta. Además te encantará su casa, yo ya he estado, es un chaletazo y tiene de todo. – dijo Marta. – Vamos Don Higinio, acompáñeme al piso.

Pero, ¿Qué vas a coger? Aún no he pensado que necesito… - dijo mi madre.

Acabas de deshacer la maleta, simplemente volveré a hacerla. También cogeré ropa para mí y para Marta. Esperadnos aquí. – dijo Marta mientras ella y Don Higinio se levantaban, se despedían y salían de la heladería.

Ana, ya que lo vas a conocer, mejor le cuentas a Montse lo de tu invitado que esta en mi casa. – alcanzó a decir Don Higinio mientras salía.

Bueno, entre todos me habéis liado. Al final nos vamos todas de ocupas al chalet de Don Higinio – dijo mi madre, una vez ella y yo nos quedamos a solas. – La verdad es que si que son buena gente, estos amigos vuestros. Nada más conocerlos, han presenciado una disputa familiar, y han reaccionado con mucha entereza y clase. Aunque me gustaría tener unas palabritas con ese Francisco, y saber que ha hecho para que tu padre haya reaccionado así…A propósito, ¿qué es eso del invitado?

Bueno…veras mama. Estas vacaciones he conocido a un hombre. Me gusta mucho, y creo que yo a él….hemos estado viviendo juntos una semana en el piso…y creo que me estoy enamorando. – confesé.

Vaya una buena noticia, entre tanto caos. Eso es fantástico. ¿Por qué no has dicho nada hasta ahora?

Es que no estoy muy segura de que os vaya a gustar, sobre todo a papa. Por eso le pedí a Don Higinio si se podía quedar en su casa mientras vosotros estabais aquí. Pero con toda esta movida, se ha descubierto mi secreto.

Y ¿por qué no nos iba a gustar? De todas formas no importa, lo importante es que te guste a ti. Nosotros ya aprenderemos a que nos guste. ¿Quién es? uno de esos macarrillas con los que siempre salías.

No…es mayor, casi sesenta años. Pero me hace muy feliz, y con él me siento más madura, en serio. Se que hay una diferencia de edad, pero no me importa lo más mínimo. Nunca me he sentido tan mujer como con él. Me llena de felicidad. – "y de otras cosas", pensé sin decirlo.

Bueno, casi podría ser tu abuelo…pero soy consecuente con mis principios y mantengo lo dicho, si a ti te gusta yo lo acepto. – aunque lo intentaba se notaba que a mi madre le costaba aceptar que su hija estuviera enamorada de un hombre tan mayor.

Hay más…esta casado, tiene hijos,

Creo que eso ya me lo esperaba cuando me has dicho su edad. Supongo que estará separado de su mujer.

Oficialmente aún no, pero espero que la abandoné muy pronto, las cosas no le van bien con ella. En cuanto vuelva a su país y arregle un par de asuntos con ella… Es que no es español, es un inmigrante ilegal del norte de África. – por fin lo había soltado todo. La cara que puso mi madre, fue de sorpresa total.

Bueno, hija me dejas de piedra…¡ un inmigrante ilegal ! No voy a oponerme a lo que sientes, lo único que puedo decirte es que las cosas cambian, que te des un tiempo con él antes de tomar ninguna decisión permanente.

Es un buen consejo, y te prometo que lo seguiré, pero no creo que cambien mis sentimientos. Me he dado cuenta de que todos mis novios anteriores, no han sido más que tonteos comparado con lo que siento. Nunca he sentido algo tan fuerte ni tan intenso, como lo que siento por él. – mi madre vio un brillo de amor y devoción en mis ojos, porque no esperaba sus siguientes palabras.

No te preocupes, cariño. Yo te apoyo, y te apoyare ante tu padre, aunque tienes razón y no creo que le guste lo más mínimo. ¿Marta y Jorge lo saben? Y ¿Cómo se llama el africano éste que te ha robado el corazón?

Los dos lo conocen, Jorge sabe que me gusta, y Marta sabe que siento algo fuerte, se lo he contado esta misma mañana. Se alegra por mí. Él se llama Hicham, y yo sabia que sentía algo por él, pero hasta hoy no me he dado cuenta de que es amor. Por papa, viendo como se ha portado hoy, y lo mal que nos ha tratado a todos, casi espero que no le guste Hicham y que se joda, yo no pienso dejarlo y si es tan imbécil como para no aceptarlo y alegrarse por mí, pues lo siento por él.

No hables así de él. A mi tampoco me gusta como se ha portado, pero desconozco porque lo ha hecho, y se merece el beneficio de la duda. Además sabes que yo te apoyo, y que sí que me alegro por ti. Hablemos de otras cosas.

Estuvimos hablando unos minutos más hasta que llegaron Don Higinio y Marta. Montamos los cuatro en el coche de Don Higinio, yo delante a su lado, y Marta y mi madre detrás. Durante el trayecto, mi madre estuvo todo el rato agradeciendo a Don Higinio la ayuda que estaba siendo y lo bien que se estaba portando con nosotras, y sobre todo con ella. Don Higinio, de vez en cuando y muy disimuladamente, me rozaba la entrepierna con la mano. Me excito mucho que lo hiciera, con mi madre detrás dándole las gracias por lo que estaba haciendo.

Cuando llegamos al chalet de Don Higinio, mi madre se impresiono por lo grande y lujoso que era. Don Higinio le dijo a mi madre que le mostraría su habitación, le enseñaría la casa y luego dejaría que descansase hasta un poco antes de la hora de cenar. La invito a que se sintiera como en su casa, y que usase lo que le apeteciera, la piscina, el jacuzzi, el gimnasio privado,.. sin tener que pedir permiso para nada. Hicham no había aparecido, aunque habíamos hecho bastante ruido. Sabía que estaba allí, y yo estaba muy ansiosa por reunirme con él.

Mama, no te molestes, pero mi hombre esta por aquí y llevo todo el día sin verlo, me voy a buscarlo. Nos vemos luego. – dije, antes de salir corriendo a buscarlo.

Espera Ana, voy contigo. – dijo Marta. Las dos dejamos a mi madre con Don Higinio.

Recorrimos corriendo toda la casa, empezaba a ponerme nerviosa al no verlo por ninguna parte. Finalmente lo encontramos en la piscina, estaba dormido flotando en una colchoneta hinchable, flotando en el agua. Llevaba unas gafas de sol y unos boxers, con la barrigota por encima, lo encontré guapísimo, y se me lleno el corazón de felicidad al verlo. En el borde de la piscina había un par de botellas de whisky vacias, y una medio llena, por lo que no era difícil adivinar que había estado haciendo todo el día. Sin pensarlo dos veces, me metí en la piscina vestida como iba, haciendo el menor ruido posible, para no despertarlo, me acerque hacia la colchoneta. Por el rabillo del ojo, vi como Marta que iba detrás de mi llegaba a la zona de la piscina y comenzaba a desnudarse.

Cuando llegue a su lado, comencé a besarle y lamerle la cara. Sabia que su descanso es sagrado, y que quizás se enfadaría si lo despertaba, pero la emoción de estar a su lado merecía la pena correr el riesgo de que me diera un par de hostias. Hicham se despertó, me vio besándole y sonrió, dijo algo que no entendí, yo le salude: "Hola, mi amor" con una sonrisa de oreja a oreja. Aproveché la situación y la postura, yo de pie dentro de la piscina, a su lado, el flotando a la altura de mi pecho, para darle un morreo apasionado, lamiendo sus dientes y sorbiendo sus encías. Su aliento era tan fétido como siempre, apestaba a alcohol pero a mí me encantaba. Decidió que quería usar mi boca de otra forma, y cogiéndome del pelo llevó mi cabeza bruscamente a su entrepierna. Me sentí muy orgullosa de que él quisiera que le chupara y lamiera ahí abajo. Estuve un rato frotando mi cara contra su polla, por encima del boxer, mientras notaba como iba consiguiendo una erección.

Cuando le estaba sacando el rabo, ya completamente empalmado, del boxer, me di cuenta que Marta también se había metido en el agua, había llegado a su lado, iba completamente desnuda, solo llevaba las gomas en los pezones. Le estaba abrazando y besando con mucha pasión, mientras le suplicaba que la perdonase, que ella no lo sabía, había sido una estúpida, y lo lamentaba muchísimo. Incluso había lágrimas de arrepentimiento en sus ojos. No se si Hicham entendía lo que le decía, pero tenia claro que también iba a usar a la otra hembra que se le había acercado. Con un brazo, la agarro de la cintura, y la atrajo hacia él de forma que sus tetas quedaron al alcance de su boca. Cuando Marta se dio cuenta, fue ella misma la que ofreció sus tetas, coronadas por los enhiestos pezones apretados por las gomas. Las acerco a su boca para se las chupase y mordiese cuanto quisiera, acariciándole la cabeza con ternura como a un bebe. El separó el brazo de su cintura, y lo metió debajo del agua, tocándole el coño. Marta abrió un poco las piernas, para que él tuviera un acceso más fácil y pudiera meterle los dedos si le apetecía. Al ver que Hicham estaba dispuesto a usarla, la expresión de Marta cambió de preocupación a felicidad. Hicham le metió un par de dedos en el coño, mientras le lamía y mordía las tetas con ansia, a veces les daba guantazos a las tetas y se quedaba mirando divertido como se bamboleaban, o cogía un pezón con los dientes y tiraba de él con fuerza levantando toda la teta, o lo retorcía con los dedos hasta que Marta soltaba un gemido de dolor, sin embargo ella no protestó en ningún momento, ni cambió su expresión de felicidad.

Yo tenía la polla empalmada de Hicham en la mano, a pocos centímetros de mi cara, me había entretenido, mirando a Marta, pero Hicham, siempre atento, me recordó mi deber. Estaba usando a Marta con la mano izquierda, pero con la derecha, me dio un fuerte sopapo, que me saco de mi estupor, e inmediatamente comencé a lamerle su adorado rabo. Era magnifico volver a sentirla con mi boca, lo mejor del mundo.

Yo se la chupaba con todas mis ganas, intentando hacerle la mejor mamada de su vida, se la lamía toda, me la metía hasta que mi nariz se enterraba en sus pelos púbicos, alternaba ritmos suaves y rápidos, le daba cariñosos besitos…adoraba esa polla. Mientras él le comía las tetas a mi hermana. Era inmensamente feliz, mi hermana y yo juntas, dando placer al amor de mi vida. Estuvimos así unos minutos hasta que empujo a Marta hacia su polla. Ella acerco su cara, y me miró con una sonrisa, antes de ponerse a chupar como yo. No me molesto en absoluto compartir su adorada verga con Marta, pensé que así él disfrutaría más, y eso era lo único importante. Marta y yo nos compenetramos perfectamente en la labor: intentábamos morrearnos con su polla entre nuestros labios, se la llenábamos de nuestra saliva mezclada, cuando una le lamía los cojones, la otra se ocupaba de la verga,.. era como si hubiésemos practicado juntas como comernos una polla a dúo, sin embargo era completamente natural, y muy bonito. Las dos hacíamos los mayores esfuerzos por darle placer, compartiendo como buenas hermanas, sin ponernos celosas porque una tuviera más trozo de polla en la boca que la otra… fue un momento mágico de comunión con mi hermana, y se lo debía a Hicham. Definitivamente era el hombre de mi vida, no solo lo amaba, lo adoraba por encima de todas las cosas. Cuando estaba a su lado, sentía que todo iba bien

Estuvimos así, adorando su polla las dos juntas unos veinte minutos. No hacia falta que el nos guiara empujando nuestras cabeza, nosotras mismas subimos el ritmo, haciendo mas dura la follada de nuestras bocas. Por turnos, nos metíamos su verga hasta la garganta, y aguantábamos todo lo que podíamos, hasta que casi nos desmayábamos por falta de aire. Su polla salía de nuestras gargantas brillando con nuestra saliva, y mientras una boqueaba recuperando la respiración, la otra engullía de nuevo hasta el fondo. Hicham eligió a Marta para correrse, cuando Marta noto su descarga en la boca, detuvo el movimiento de su cabeza, acariciando su polla con la lengua, mientras él descargaba su preciosa lefa. Yo sonreía, viendo la cara de Hicham al correrse, lo encontraba increíblemente atractivo, y tener el privilegio de ver su expresión de gusto hacia que me sintiera la mujer más feliz del mundo. No obstante sentí una punzada de celos, porque él eyaculara en su boca, en vez de la mía.

Cuando Hicham termino, Marta levanto la cabeza, sonriendo, tenía algunas gotitas de semen en sus labios, se quedo quieta unos segundos mirándome fijamente sin dejar de sonreír y de repente me escupió todo el semen que tenia guardado en la boca a la cara. Ahora la que sonreí fui yo, agradecida por ese gesto de amor fraternal. Mientras me relamía, y recogía con los dedos la leche que había en mi cara, llevándomela a la boca, Marta le limpio con la lengua la polla, ya flácida, a Hicham, antes de guardársela en el boxer. Hicham y Marta salieron de la piscina, y se acostaron en unas tumbonas. Yo acabe de lamer todo el semen de mi cara, y pegué un trago del agua de la piscina intentando tragarme un goterón de leche que flotaba en el agua. Una vez su semen estaba en el sitio correcto, dentro de mí estomago, salí también de la piscina. Don Higinio había salido a la zona de la piscina, y se había sentado en una tumbona al lado de Hicham y Marta, que aún desnuda, ronroneaba de satisfacción,

Me acerque a ellos, aún llevaba mi ropa, toda mojada y pegada a mi cuerpo, era algo incomodo. Iba a desnudarme como Marta, para estar más cómoda, cuando ella me cortó.

No te quites la ropa, total se te transparenta todo. – me dijo. – y queda más guarro así.

Vale de acuerdo. – le contesté. No me molestó que Marta volviera a darme órdenes. Con la ropa mojada, tenía una pinta ridícula, seguro que hubiera estado más atractiva completamente desnuda, como ella, pero era natural en mí obedecerla.

Ana, tu novio debe de estar algo agotado, porque no le preparas una copa y algo de comer para que reponga fuerzas. Que no se diga que no lo cuidas bien. – me ordeno Don Higinio.

Es que la pobre, es muy cortita y no se entera, como se descuide su novio se ira con otra que lo cuide mejor. – dijo Marta burlándose de mí.

No, eso no. Enseguida preparó algo. – dije yo toda asustada. Sabia que Marta solo estaba siendo borde conmigo para divertirse, pero la sola idea de que Hicham me dejará me asustaba terriblemente.

Le serví un whisky, y fui corriendo a la cocina. La cocina estaba hecha un desastre, llena de platos y sartenes por fregar y el suelo sucio. Preparé rápidamente unos montaditos, un bocadillo de jamón ibérico y queso, y algo de picar. No me molesté en quitarme la ropa mojada, para no perder el tiempo. Cuando volví a la zona de la piscina, con todo en una bandeja Hicham estaba dormitando, reponiéndose del esfuerzo que había hecho con nosotras, aunque se desperezo en seguida al ver la comida, y se lanzó sobre ella.

Marta y Don Higinio estaban charlando animadamente, comentando lo bien que había salido todo. Marta seguía desnuda, reclinada, con los pies apoyados a ambos lados de la tumbona, mostrando descaradamente su coño abierto a Don Higinio. Los dos me ignoraron, y cuando quise hablar, Marta se enfadó, me gritó que no molestase, que me fuera y que allí yo ya estorbaba. Don Higinio aprovecho para decirme que hiciera algo útil por una vez y fuera a la cocina y la limpiase a fondo, riéndose me dijo que la guarra que había tenido de criada toda la semana había estado muy ocupada puteando y había limpiado poco. Marta se partió el culo con la broma, ya que la criada había sido ella. Humillada fui a la cocina… a limpiar.

Llevaba limpiando la cocina casi una hora, eran ya las ocho de la tarde, la ropa se me había secado completamente, estaba arrodillada en el suelo frotando una mancha, cuando entró mi madre por la puerta. Se había cambiado de ropa y llevaba un vestido de verano blanco, no muy corto, pero sí bastante fino, con un gran escote, y bastante suelto al andar sus tetas, grandes como las mías, se movían mucho dentro del vestido, como si no llevase sujetador.

Ana ¿qué haces? – me pregunto.

Estoy limpiándole la cocina a Don Higinio, es que esta sin servicio. Y la última criada que tuvo no tenia mucho tiempo para limpiar…¿Cómo te encuentras?

Mejor. He dormido una pequeña siesta, luego me he dado una ducha y he salido a pasear por el jardín. ¿Cómo me queda el vestido? ¿Se nota que voy sin ropa interior?

No te había visto nunca ese vestido, te queda muy bien. – dije yo.

No es mío, Marta debe haberse confundido al hacerme la maleta, ha metido su ropa en vez de la mía. Casi nada de lo que ha traído es de mi talla, ni siquiera la ropa interior, voy sin nada debajo. Y me hace sentir un poco exhibicionista, pero bueno tampoco es que haya mucha gente por aquí… Pero no era eso lo que quería contarte, por favor deja eso y ven a hablar conmigo. – me dijo sentándose en de las sillas de la cocina. Me levante y me senté frente a ella, en el otro lado de la pequeña mesa de cocina.

Mientras paseaba he llegado a la zona de la piscina, allí estaban Marta, Don Higinio e Hicham. Marta estaba completamente desnuda, llevaba unas gomas elásticas apretándole los pezones, y estaba abierta de piernas, enseñándoles todo a los dos. Yo me he quedado de piedra, pero ella ni se ha inmutado al verme, me ha saludado con toda la normalidad del mundo. Luego me ha presentado a Hicham, diciéndome que era el hombre que amabas. No quería montar una escenita y he intentado mantener las apariencias y me he acercado a saludarle. Ana, como te he dicho te apoyo y no quiero hablar mal de él, pero estaba borracho, ni siquiera se ha levantado. Me he inclinado yo a darle dos besos, y sin decir ni una palabra ha llevado su mano a mis pechos, me los ha apretado, metiendo la mano por mi escote.

¿Y tu qué has hecho? – no pude evitar sonreír al imaginarme la escena.

Me he quedado paralizada, no sabia que hacer, y el tío me las ha estado estrujando un rato, sin ningún miramiento y haciéndome un poco de daño, al cabo de un rato ha dicho: "buenas tetas, puta". Yo no me atrevía a moverme de lo sorprendida que estaba. Pero aún me he sorprendido más cuando Marta le ha preguntado: "¿Te gusta la puta que te hemos traído? ¿Verdad que tiene buenas tetas? Es toda para ti, para que hagas lo que quieras con ella. Espero que la disfrutes", tenia la voz un poco pastosa como si hubiera estado bebiendo. He conseguido reaccionar y me he separado de él, Marta y Don Higinio se han echado a reír. En cuanto he recuperado algo de compostura, he salido de allí apresurada, oyendo sus carcajadas, y te he buscado. Veo que no te sorprendes mucho, ¿qué coño esta pasando aquí? – mi madre estaba enfadada y preocupada.

No esta pasando nada raro, mama. – le dije para tranquilizarla. – Cuando hemos llegado, Marta se ha desnudado y se ha dado un baño en la piscina, luego simplemente no se ha vestido, es más cómodo. Seguramente luego ha estado bebiendo algo, quizás demasiado.

¿Pero se desnuda delante de tu novio y de Don Higinio?

Mama, todos ya somos mayorcitos, y date cuenta de que estamos en la costa, en un pueblo de veraneo. Hemos ido juntos a la playa, a veces a calas nudistas, y nos hemos desnudado todos. No están viendo nada que no hayan visto antes a plena luz del día en la playa. Jorge también ha ido a esas calas, y no le molesta para nada que Marta se desnude, incluso les ha mandado copias de las mejores fotos mías y de Marta a Don Higinio y sus amigos de recuerdo, y salimos desnudas en ellas. Tú también has ido a playas nudistas, y te has hecho fotos, no deberías de sorprenderte tanto.

Pero yo nunca he ido con amigos o familiares, solo he ido con vosotras o vuestro padre… y las fotos están en casa, no las voy enseñando por ahí - intento justificarse mi madre.

O sea, que esta bien que tú te desnudes delante de cien desconocidos, y nosotras no podemos desnudarnos delante de cinco amigos que queremos y apreciamos. Por favor no me seas ridícula.

No, no es eso. Entiendo lo que dices, y bueno, es otro punto de vista, pero comprensible y perfectamente respetable. Es que no me lo esperaba, me ha sorprendido y me he escandalizado.

Tranquila mama, tomate las cosas con más calma y naturalidad, que bastante hemos tenido hoy de movidas. – dije yo.

Sí tienes razón, pero lo de tu novio tocándome los pechos y Marta diciendo que soy una puta

Bueno, eso no es tan raro. Lleva aquí todo el día solo y aburrido y se ha tomado unas cuantas copas de más matando el tiempo, no se le puede culpar de eso. Y tú no has tenido en cuenta que él es extranjero, no lleva mucho tiempo aquí y no conoce nuestras costumbres, tampoco habla bien español, y probablemente no ha entendido que eras mi madre. En su país, las mujeres decentes no van a ninguna parte sin sus maridos y menos aún se acercan a los hombres, las únicas que lo hacen son las prostitutas. Con la borrachera que lleva, lo descolocado que está en España, sin entender nada de lo que pasa y ver que te acercabas a él, bamboleando las tetazas habrá pensado que Don Higinio le invitaba a una prostituta. Te ha confundido con una puta, y claro ha querido probar la mercancía. No es nada raro, ya que con ese escote que llevas y esos melones que te gastas, pareces una puta. Si lo piensas un poco veras que es gracioso, por eso Marta ha le ha seguido la broma y se ha partido el culo con Don Higinio. Además el comentario de Hicham significa que te ha encontrado muy atractiva.

¡Pero él esta contigo! ¿Como puede hacer caso a una prostituta?

Mama, soy realista. El es un hombre mayor, ha conocido a muchas mujeres antes que a mí, esta casado y probablemente se acueste con su mujer, hasta hoy mismo yo no sabia que iba tan en serio con él. Y es cierto que hoy estamos juntos, pero cuando acaben las vacaciones tendremos que separarnos.. aunque sea temporalmente. Él tiene sus necesidades y yo no le puedo exigir que renuncie a ellas. Desde el primer momento supe que no podía ser posesiva con él, que así no funcionaría lo nuestro, así que ni siquiera lo intenté. Prefiero que nos queramos por nosotros mismos, sin usar el sexo como una atadura. Yo no olvido mi amor porque me ponga o no me ponga los cuernos, lo quiero, y para mi eso es lo único importante. No me importa que se acueste con otras o que se vaya de putas, es más le animó a que lo haga, y si quiere se las pago yo. El disfruta, yo disfruto cuando él disfruta, y así nuestra relación se refuerza aún más. Me parecería muy egoísta negarle el placer al hombre que quiero, si puede ser conmigo bien, pero si no también. – dije un poco enfadada, me había ofendido que mi madre insinuara que Hicham no podía tener a otras mujeres, además de a mí. Yo nunca me atrevería a limitarlo de esa manera. Aunque también es cierto que si él me prohibiese a mí follar con otros no me molestaría, ya que sería una muestra de mi devoción y amor por él.

Ana, tiene razón, Montse. – Era Don Higinio, estaba en la puerta de la cocina, y había escuchado parte de nuestra conversación. – Con lo de la broma, y con lo otro. Sobre la broma, disculpa si te ha molestado. Hemos estado bebiendo todos y no hemos pensado que te podría ofender. Sobre lo otro, estamos en el siglo 21, la tasa de divorcios y separaciones es más alta que nunca. Una sexualidad limitada no ayuda en nada a una pareja.

Pero,… el amor significa no querer a nadie más. – se defendió mi madre.

Créeme soy ya bastante mayor y he visto muchas parejas, que se amaban con locura, rotas por una aventurilla sin importancia de uno u otro, por algo que no iba a ninguna parte. Si esas parejas hubieran sabido perdonarse… no debería de usar la palabra "perdón", ya que eso implica que alguien ha hecho algo malo. Si esas parejas se hubieran sincerado antes, sin autolimitarse aún seguirían juntas. Aunque la conozco poco tiempo, aprecio mucho a Ana. He hablado con ella esta última semana, y me consta que quiere muchísimo a Hicham, no entiendo el por que, pero lo quiere y yo respeto su voluntad y la apoyaré plenamente. Y ya que así están las cosas, creo que Ana esta enfocando su relación de una forma muy madura y responsable. – dijo Don Higinio.

Pero yo pienso que… - comenzó mi madre.

Disculpa que te interrumpa – dijo Don Higinio. – Creo que es mejor que esta conversación la tengamos luego, y sin la presencia de Ana, no querría que le sentasen mal tus puntos de vista y se enfadase contigo.

No pude más que admirar a Don Higinio, había dicho unas palabras muy halagadoras sobre mí, estaba dispuesto a defenderme, y había manipulado la conversación de forma que parecía que el se preocupaba más por mi felicidad que mi propia madre. ¡Era increíble! También estaba muy contenta conmigo misma, normalmente obedezco sin rechistar todo lo que me dicen, y nunca llevo la contraria, pero ese día había mantenido mi postura, con buenos argumentos, dos veces, por la mañana ante Marta, y ahora ante mi madre. Las dos veces el asunto había sido defender a Hicham ante sus prejuicios. Estaba muy orgullosa de defender a mi hombre. Era gracioso, para él yo seguía siendo poco más que una de las putas del burdel, pero para todos, sobre todo para mí, era mi novio y el hombre de mi vida.

Pero … - volvió a decir mi madre.

Disculpa que te interrumpa de nuevo – repitió Don Higinio. – Yo solo venia a traeros las últimas novedades. Os las digo, y luego continuamos hablando tú y yo Montse. – hizo una pausa, y miro a mi madre con autoridad, como desafiándole a que le interrumpiera de nuevo. Mi madre no se atrevió y bajo la mirada, dejando que él continuase.

Muy bien. Me ha llamado Jorge, está con Francisco, ha conseguido calmarle y cree que podrá sacar el trato adelante. Le he dicho que estabais aquí, que Alberto se iba mañana con Juan Carlos y que sería una buena idea que él fuera con ellos. Le ha parecido bien. Ha dicho que mejor que paséis las tres la noche aquí. Hoy estará con Francisco hasta tarde, y mañana madrugará para irse de pesca. Por otro lado, Hicham estaba tan borracho que se ha ido a la habitación a descansar, Marta le ha acompañado. Ha dicho que quería hacerle un masaje para relajarlo, y vigilar que duerma bien. Dice que cenemos sin ellos, que ella ha picado algo antes, y que ahora se comerá todo lo que pueda Hicham por su parte ya ha comido, así que no cenara. También me ha dicho, Ana, que sería mejor que fueras a ayudarla, que es tu novio y que no deberías dejar que ella hiciera todo el trabajo. Si quieres vete, están en la primera habitación de arriba. Ya nos encargaremos tu madre y yo de hacernos la cena.

Por supuesto. Me voy para allá. Hablamos mañana mama. – dije yo.

Les di un beso de buenas noches a ambos, Don Higinio me acarició suavemente las tetas, delante de me madre, no esperé a ver la reacción de ella y me fui hacia la habitación de Hicham. Estaba contenta de irme por varios motivos, por un lado estaba segura de que Marta estaba follándose a Hicham, compensándole por su mal comportamiento de la noche anterior, y quería que yo lo compartiera con ella, era muy generoso por su parte. Por otro, no quería que mi madre reprochara mi comportamiento, y aunque estaba convencida de que Don Higinio lo arreglaría todo, quizás yo podría decir algo inadecuado que lo estropease. También pensé que yo no había cenado, y que al igual que Marta tendría que comerme todo lo que encontrase para no pasar hambre. Sonriendo al pensar en todo lo que me iba a comer, entre sin llamar en la habitación.

Hicham estaba dormido, Marta estaba de rodillas sobre la cama, a su lado, inclinada y lamiéndole muy suavemente la morcillona polla y sus magnificas pelotas.

Pasa, tenias razón. Es muy tierno, casi como un niño grande, y con un vicio increíble. – me dijo en voz baja. – Me alegro mucho de que me hayas abierto los ojos.

No tiene importancia – le dije, mientras me desnudaba y subía suavemente en la cama para no despertarlo. – Déjame algo de sitio, yo también quiero.

Ana…muchas gracias por compartirlo conmigo.

Estaba radiante de felicidad por las cariñosas palabras que me había dicho mi hermana. Marta y yo nos dedicamos a lamer y chupar con la mayor ternura y delicadeza su preciosa verga y sus magnificas pelotas, pringándolas con nuestras babas, besándolas con amor. De vez en cuando se giraba en su sueño, y nosotras cambiábamos de posición para adaptarnos a su nueva postura. Gracias a la semana que había pasado conmigo, Hicham estaba acostumbrado a dormir así, y no se despertaba con nuestras atenciones. Infinidad de veces nuestras bocas se acercaron, y en muchas de ellas nos besamos Marta y yo. Era muy bonito besar a mi hermana, lamiendo sus labios completamente húmedos de nuestras salivas mezcladas y sentir su lengua jugando con la mía. También nos retorcíamos los pezones mutuamente, las dos llevábamos las gomas ya varias horas, y teníamos los pitones ya amoratados y muy sensibles, y nos causábamos la una a la otra un placentero dolor. Era tan embriagador que, aunque me moleste reconocerlo, durante unos instantes me olvidaba que Hicham estaba allí, y tenía que hacer un gran esfuerzo para dejar de besar y acariciar a Marta, y volver a dedicarme a él.

Estuvimos así unas dos horas, hasta que Hicham se despertó por completo, se alegro al vernos, nos preguntó por la otra puta, y Marta le contestó que era nuestra madre, y que era una puta que habíamos traído para que él se la follará, pero que antes había que preparársela. Esta respuesta le bastó, porque sin más preámbulos me sujeto del pelo, me metió la polla y sin más dilación se meo en mi boca, mientras me decía que tragase. Yo tragué, agradecida, su orina, con su fuerte sabor, sin desperdiciar nada. Cuando la saco de mi boca, Marta se la limpio con la lengua, recogiendo las últimas gotas, siguió chupándosela hasta que se empalmo completamente.

Yo me acosté boca arriba en la cama, y Marta justo encima de mí, con su espalda en mi pecho, haciéndome un poco de daño con su peso. Las dos abrimos las piernas completamente, él solo que tenia que situarse entre nuestras piernas y follarse el coño que prefiriera, si quería cambiar tenia otro coño chorreante y dispuesto a un palmo de distancia. Nos estuvo follando a las dos duramente, como a las guarras que éramos. Alternando de una a otra, cuando follaba a mi hermana, yo soportaba el peso de los dos, sentía completamente como se movía el cuerpo de Marta, recibiendo las embestidas de Hicham. Esa sensación, y saber que en unos momentos me la metería a mí, me excitaba muchísimo. Marta gozaba como cerda, notaba como sus flujos chorreaban sobre mi coño.

A medida que nos follaba, se fue poniendo cada vez más burro, pegaba fuertes palmadas en las tetas de Marta y le retorcía salvajemente los sensibles pezones hasta que ella lanzaba un gritito de dolor, lamenté que las mías estuvieran aplastadas bajo la espalda de Marta y no poder ofrecérselas para que también abusará de ellas. Nos pegaba bofetones cada vez más fuertes en la cara, nos apretaba del cuello con saña cortándonos la respiración, mientras nos la metía con fuerza, y nos escupía en la cara. Insultándonos todo el rato, aunque su español era muy limitado, sabía perfectamente llamarnos putas de mierda, hijas de puta, y puercas asquerosas. Yo le animaba con mis palabras: "sí, amor mío.", "fóllanos vida mía", "más duro, cariño", "jode bien a tus putas",

Cuando se canso, puso a Marta a cuatro patas y la enculó sin ningún miramiento. Su polla entro a la primera, muy rápidamente, completamente lubricada con nuestros jugos. Marta tuvo un orgasmo tremendo, mientras arqueaba la espalda, sacando el culo y mordiendo la almohada, me alegre enormemente por ella. Hicham continuó embistiendola, tirándole de los pelos y pegándole fuertes palmadas en las nalgas. Estuvo muy atento con ella, ya que , adelanto uno de sus pies, y le piso la cabeza hundiéndosela en la almohada, al cabo de un rato Marta consiguió girar la cabeza los suficiente para lamerle los dedos de los pies, todo esto sin dejar de encularla.

Mientras le daba por culo, yo quise colaborar, me coloque debajo de ella, con mi cabeza entre sus piernas, sus olorosas pelotas sudadas se movían a escasos centímetros de mi cara y me dediqué a lamérselas, y a rozar con mi lengua el trozo de verga que entraba y salía. También daba lametones al pringoso coño de Marta, era la primera vez que chupaba un coño, pero no tuve ningún tipo de reparo en hacerlo, fue muy natural y apropiado. Además me gusto su sabor, y notar los flujos de Marta chorreando por mi barbilla. Marta gemía y me animaba, gritándome que chupara más fuerte. De vez en cuando, Hicham me sujetaba por el pelo, separándome del coño de Marta, sacaba su verga de su culo, la metía hasta el fondo en mi boca dando unas cuantas embestidas, me daba un par de hostias con la mano, mientras su polla estaba dentro de mi boca, y luego la sacaba para volver a meterla en su culo de forma salvaje. Yo era inmensamente feliz con todo este tratamiento, agradecida de que pudiera usarnos a su antojo, y encontrase placer en nuestra entrega.

Finalmente, Hicham se corrió dentro de su culo, se quedo quieto unos instantes, descargándose a gusto. Luego se dejo caer en la cama, sacando su pringosa polla. Como un resorte Marta se volteó y se lanzó golosa a lamerle la polla toda pringosa, como una cerda viciosa. Me sentí orgullosa de que fuera mi hermana. Yo también me volteé siguiendo el culo de Marta, lleno de la leche de Hicham, era mi cena y quería tomarla. Le lamí el culo, metiendo la lengua todo lo dentro que podía, disfrutando de los sabores de él y ella mezclados, luego le metí dos de mis dedos, removiéndolos por dentro, haciendo cucharilla, intentando sacar todo lo que podía para llevármelo a la boca. Marta continuó lamiendo a Hicham, mientras su polla perdía la erección, completamente centrada en él, dándole las gracias, diciéndole lo maravilloso que había sido, lo feliz que la había hecho, y no prestando ninguna atención a que su hermana estuviera hurgando en su ano. Las dos lucíamos una sonrisa de oreja a oreja, estábamos completamente satisfechas. Estuvimos así unos minutos, hasta que Hicham tuvo ganas de volver a dormir, nos dio un empujón a cada una, tirándonos de la cama, y apago la luz. Caímos una encima de la otra, completamente a oscuras.

Pero.. – comenzó a decir Marta, antes de que yo la interrumpiese.

Shhh, hora de dormir, no lo despiertes. – dije en voz muy bajita. Hicham se lo había currado, a pesar de que yo no me había corrido, y se merecía dormir sin que lo molestasen.

Ahora te toca a ti. – me dijo Marta también muy suavemente.

Sin hacer ningún ruido, guiándonos por el tacto, nos acostamos una al lado de la otra, apretándonos en la estrecha alfombrilla al lado de la cama. Marta comenzó a besarme, y acariciarme por todo el cuerpo. Lo hacía muy suavemente, me rozaba el clítoris con los dedos, daba pequeños mordisquitos a mis sensibles pezones, metía un par de dedos en mi coño, los movía unos instantes y los sacaba suavemente, me pasaba la lengua por los labios, mientras yo reprimía mis jadeos en la oscuridad. No se cuanto duro esta maravillosa tortura, pero acabe corriéndome con un orgasmo intensísimo, intentando no gritar. Cuando me recupere, nos recostamos para dormir en el suelo, nos estuvimos besándonos y manoseándonos suavemente, hasta no se cuando ya que me quede completamente dormida oyendo los ronquidos de Hicham. Esa noche dormimos las dos con las gomas puestas.

Me desperté sobre las 9 de la mañana, en el suelo aún abrazada a Marta, y oyendo los ronquidos de mi hombre. Me levanté sin hacer ruido y salí de la habitación. Marta es muy dormilona, y a mi amor le gusta levantarse tarde, además estaba segura de que cuando él se despertase se la follaría para comenzar bien el día. Eso me daba un par de horas libres, así que fui a la cocina a desayunar. Allí estaba mi madre, tomando un café con leche, llevaba puesto un albornoz blanco, se sorprendió al verme.

Buenos días. – saludé.

Buenos días, por lo que veo a ti también te gusta ir desnuda. – me dijo. No me había dado cuenta, pero aún iba completamente desnuda. Comprobé que llevaba las gomas puestas, y los pezones completamente amoratados. Me iba a doler muchísimo cuando me los quitara.

Mama, no empieces otra vez… - dije mientras me servia una taza de café, aún estaba medio dormida, y no me veía con fuerzas de tener otra conversación.

Tú también llevas eso en los pezones, ¿qué es?

Son unas gomas, nos las ponemos para que se endurezcan y sean más visibles. Es muy sexy. Además los pezones se vuelven supersensibles y da mucho gusto llevarlos. Esta muy de moda ahora, deberías de probarlo.

Bastante tengo con llevar el bikini este como para dar más el cante. Mira – dijo abriéndose el albornoz. Llevaba puesto un bikini blanco minúsculo, la parte de arriba eran dos telitas que apenas le cubrían los pezones, unidas por unos hilos, la parte de abajo se clavaba por completo en su cuerpo. Se notaba que aparte de ser bastante atrevido, era dos o tres tallas inferior que la suya. – Es el único bikini que tu hermana metió en la maleta. No se de donde lo habrá sacado, ya que ni siquiera es de su talla. – Me impresionó el buen gusto de Marta, a la hora de escoger bikinis. – Cuando me acabe él café, quiero nadar en la piscina y luego ir al jacuzzi, supongo que no habrá nada que puedas prestarme.

No. Yo no tengo ropa aquí, y me baño desnuda…Oye sobre lo que hablamos ayer… - comencé. Quería saber que había hablado con Don Higinio.

No te preocupes, ayer estuve hablando con Don Higinio…bastante rato. No puedo decir que me haya hecho cambiar de opinión, pero comprendo vuestra postura, y no me enfado porque tú y tu novio no os guardéis fidelidad. – me tranquilizó.

Gracias, mama. No sabes lo que significa para mí. ¿Cómo te fue con Don Higinio?

Muy bien, es muy agradable e inteligente, cuando te fuiste, estuvimos charlando un buen rato. Me dio todo tipo de argumentos a favor del amor libre, y me contó muchas anécdotas de su vida. La conversación estaba tan animada que se nos hizo la hora de la cena. Tuve que cocinar yo, porque él no tiene ni idea, cenamos en la cocina, fregué los platos, y nos fuimos al salón. Preparó unas copas y estuvimos hablando de tu padre, más relajadamente, me prometió que averiguaría porque se había puesto así en la comida. No se cuantas copas me tomé, pero al final me emborraché y me quede dormida en el sofá. Supongo que él me llevo a la cama, y me acostó. Hoy tengo algo de resaca, así que procura no gritar.

Vaya, menuda fiesta os montasteis. – exclamé.

Sí la verdad es que lo pase muy bien con él. Sin embargo hay algo que me mosquea

Dime

Esta mañana, yo estaba desnuda en la cama. No recuerdo si me desnude yo o lo hizo él. Me preocupa que se haya aprovechado de mí.

Mama, por favor,… si es un anciano. – intente tranquilizarla.

Ana, esto es un secreto, pero la temporada que estuve separada de tu padre, conocí a otro hombre…me volví loca por él…fuimos amantes…la cosa acabó mal…no voy a entrar en detalles, pero él se aprovecho de mí y yo lo pasé fatal. Desde entonces, me da mucho miedo que se aprovechen de mí…No querría perder la buena imagen que tengo de Don Higinio, ni tampoco que Hicham se aprovechara de ti.

No te preocupes por Hicham, todo lo que me hace me gusta, me encanta como me trata y se que lo hace de corazón. Me preocupa más lo que me has contado…lo de tu amante…algo sospechaba…pero estoy convencida de que si papa y tú hubierais tenido una relación más abierta, habrías disfrutado con ese chico, sin tantos problemas.

No, no lo conoces. Era un verdadero cabronazo…nos…me trato como a una mierda, haciéndome unas putadas increíbles. – dijo mi madre, un poco avergonzada.

Mama, a una solo le duele si se deja. Creo que si te hizo daño, fue porque te dejaste, y estabas predispuesta a que te doliera…que parte de la culpa también es tuya, pero mejor no hablemos de eso, lo pasado, pasado esta. Sobre Don Higinio, estate tranquila, lo conozco bien y no haría nada si tú no quisieras. A propósito de Don Higinio, ¿donde está?

No lo sé, no lo he visto en toda la mañana. Hablas de él como si lo hubieras hecho con él. – dijo sorprendida mi madre.

Pues claro que me lo he follado. A él y a todos sus amigos, así fue como los conocí. Ya te he explicado que el sexo no es más que una forma de disfrutar que acepto, y te aseguro que con ellos disfruté muchísimo. Y estoy muy contenta de que fuera así, ya que conocí a gente maravillosa y son muy buenos amigos.

¿Incluido ese Don Francisco? El que monto ayer el lío con tu padre.

Él también, se porto muy bien conmigo, fue muy tierno y sensible. Es una buena persona, lo aprecio mucho, y estoy segura que papa tiene la culpa de todo lo de ayer.

Y supongo que Marta es tan liberal como tú, he visto que no esta en su habitación. ¿Ha dormido con vosotros?

Sí. – dije desafiante, no podía permitir que mi madre cuestionará el derecho de Hicham de follarse a Marta cuando quisiera.- Marta y Jorge piensan como yo, y me parece un gran gesto de amor, la confianza y el cariño que se demuestran. A Marta le gusta que Hicham se la folle, y le haga lo que quiera, y yo me alegró mucho por los dos. No tienes ningún derecho a censurar que Hicham se folle a quien quiera, ni siquiera a Marta.

Tranquila, ya te he dicho que aunque no apruebo esa forma de llevar una relación, lo consiento, tanto para ti como para Marta. Si a Jorge le parece bien que vaya follando por ahí, yo no tengo nada que decir. De todas formas tengo que meditar todo lo que hemos hablado, y ahora mismo me duele demasiado la cabeza para ello. Me voy a nadar y a relajarme un rato. Avísame cuando se despierte tu novio, me gustaría conocerlo sin que piense que soy una puta. Hasta luego. – Dijo saliendo de la cocina.

Conocía muy bien a mi madre, y sabía que mis palabras la habían hecho dudar. Yo por mi parte, me terminé mi café, preparé el desayuno para cuando Marta e Hicham se despertaran, y recogí la cocina. Me quite las gomas, la sangre volviendo a mis pezones me dolió muchísimo, y tuve que morderme los labios para no gritar, al cabo de unos minutos el dolor fue remitiendo. Mis pezones estaban supersensibles, apenas podía acariciármelos sin que me doliera. Levantándome las tetas, me los lamí yo misma, con mucho cuidado, como una perrita, y eso me calmó un poco.

Luego salí al jardín y me tumbe a tomar el sol. La conversación con mi madre me había alterado un poco, necesitaba relajarme y me puse a pensar en mi relación con Hicham.

Era consciente que él tendría que volver pronto a su país, una vez solucionados los problemas que lo habían hecho emigrar no existía ningún motivo de peso para que se quedará, y él tenía muchas responsabilidades en su casa. No obstante me entristecía, tenía mucho miedo a perderlo y no quería aceptarlo.

Me ilusionaba pensando que alguna vez él podría regresar a España para verme, así que me prometí a mi misma, que arreglaría las cosas para que pudiera entrar y salir del país legalmente, sin ningún problema y viajando en primera clase. Tendría que hablar con un abogado para los papeles, seguramente habría que buscarle un trabajo. Era la solución perfecta, tendría que convencer a mis padres para hacerle un contrato y pagarle un sueldo. Seguro que a mi padre le jodería pagarle un sueldo a un tío todos los meses solo por follarse a su hija de vez en cuando, pero tenía clarísimo que solo con los polvos que me había echado ya se había ganado eso y mucho más. Además se merecía el dinero mucho más que mi familia. Haría todo lo posible para que tuviera un contrato indefinido con un buen sueldo, así aunque volviera a su país seguiría cobrando, era lo mínimo que podía hacer, seguro que Marta me apoyaría. Él tendría dinero y papeles para entrar y salir de España cómodamente, y quizás se animase a visitarme. Me animé al pensar que no todo estaba perdido.

No había hablado con él de este tema, y no sabría cuando tenía planeado volverse, pero esperaba que le diera tiempo a dejarme embarazada. Había meditado mucho sobre esto, y quería tener un hijo suyo. Sería maravilloso, y la muestra definitiva de mi amor. El ya me había dejado claro que aunque me apreciaba, para él yo era simplemente una puta, y que aunque me preñase no reconocería a ningún hijo mío como suyo, para él serian unos hijos de puta cualquiera. No me importaba, es más me gustaba ser tan poca cosa a su lado, que me despreciase de esa manera, y que tuviera en tan poca estima a mí y a todo lo mío, incluida mi futura descendencia. Yo tendría llena de orgullo un hijo suyo. Además si él aun seguía en España, seguro que disfrutaría de mi embarazo, por lo que me había contado le había gustado mucho follarse a su hija preñada y jugar con sus enormes tetas de embarazada.

Me preguntaba como serían mis tetas, ya de por si grandes, si estuvieran llenas de leche. Seguramente se pondrían enormes como melones, estarían muy sensibles, y quizás me doliera si Hicham jugaba con ellas. Imaginaba como se reiría viendo mi cara contraída de dolor al estrujar mis enormes cantaros con sus manazas, o golpeándolos y viendo como se bamboleaban…, a pesar del dolor, yo le sonreiría, y ofreciéndole mis tetas, le animaría a que golpease más fuerte. Era una imagen muy bonita, y me entro la vena sensible.

Me haría mucha ilusión tener una hija. Mientras yo diera de de mamar a mi pequeña, le mamaria la polla a Hicham, transformando con mi cuerpo, su preciosa leche de hombre en leche materna, no se porque pero pensar eso me provocó mucha ternura. También imaginaba que daba de mamar a Hicham, con un amor infinito, como si fuera mi bebe. Obviamente él tendría preferencia y mamaría primero, mi hija solo tomaría mi leche si él le dejaba algo. Yo sería su vaquita particular, y disfrutaría cada vez que él me ordeñara.

Me sentía tan llena de amor, y tan emocionada considerando esta posibilidad que tomé la firme determinación de, si quedaba embarazada, estar a su lado cuando mi hija naciera. Si él volvía a su país antes, sería yo la que iría a visitarlo. Podría ir cuando mi embarazo estuviera ya avanzado y pasar los últimos meses con él. Le pagaría un alquiler para que me dejara vivir en su casa. Me asusté al pensar que igual se iba antes de que me preñara, en ese caso iría también a su país, y me quedaría con él hasta que me preñara y pariera.

Sería fantástico, podría escupir mi desprecio en la cara a las hijas de puta de su esposa e hijas. Si aún no se había desecho de ellas, les demostraría como se debe de tratar a un hombre tan maravilloso como él. Le pediría que me buscase un trabajo, como él de ellas, y se sentirían avergonzadas al ver como yo, embarazada, y con las tetas de una vaca, trabajaba sin quejarme, esforzándome al máximo, entregándole todo mi sueldo y animándole a que se lo gastase en bebida y putas. Dejaría que hiciera lo que quisiera conmigo. Me bebería su orina todos los días, le pediría que me follase salvajemente como a él le gusta, y me ofrecería para que me diera palizas cuando él quisiera, sin importarme una mierda mi embarazo. Que él estuviera contento era mucho más importante que mi salud o la de la hija de puta que yo llevara dentro. Cada vez que me usase, dejaría muy claro lo agradecida que estaba, y el inmenso favor que me hacia.

Demostraría infinitamente más respeto que el que ellas le habían tenido, a pesar de ser su familia. Quería trabajar para él durante mi embarazo, hasta el mismo día que rompiera aguas, esperaba que él me pegase y castigase si no lo hacía bien o me quejaba. Los dos o tres euros que él recibiría por mi trabajo, harían que valiera la pena cualquier penalidad que yo sufriese por trabajar y compensarían de sobra mi cansancio. No se trataría de avaricia por su parte, él es incapaz de eso, y yo ya me habría asegurado de que tuviera dinero de sobra. Se trataría de una cuestión de principios, cada uno debe saber estar en su sitio, a las duras y a las maduras.

Me gustaba imaginarme a mi misma humillada de esa forma, y continué imaginando situaciones en las que me degradara ante él. Mi hija nacería en su patio, con los animales, para no ensuciar su casa. Yo sería primeriza, y probablemente tendría un parto largo, tardaría mucho en dilatar lo suficiente, sufriendo el dolor de las contracciones. Le molestaban mucho los gritos, así que probablemente me amordazaría para que no le molestase mientras bebía o se follaba a una de sus hijas.

Para dejarle claro que ni yo ni mi hija merecíamos el más mínimo respeto por su parte, le suplicaría que en el momento del parto, se corriera sobre mí y me escupiera. Tendría que pajearse, o usar a alguna de sus hijas, ya que, lamentablemente, no creía que en ese momento yo pudiera darle placer. Me imaginaba mi cara con lágrimas de dolor, mientras daba a luz, y a él riéndose, completamente borracho, con su hermosa polla a unos centímetros encima de mi cara, eyaculando y apuntando a mi boca. Estoy segura que aún en esas condiciones, intentaría lamérsela al tenerla cerca, sacando la lengua patéticamente y tratando al menos de alcanzar sus sudorosas pelotas.

Tras correrse sobre mí, podría mearme y hacer que me lo tragará, mientras yo intentaba recuperar el aliento tras parir. Todo antes de ver a mi hija, quería que la primera imagen que ella tuviera de mí, su madre, fuera con la polla de Hicham en mi boca, limpiándosela. Yo tendría las dos cosas que más querría en el mundo, su polla y mi hija, por ese orden, a mi alcance.

Haría que todo el parto se grabase en video, y lo mandaría a mis padres, para que conocieran a su nieta y vieran lo feliz que yo era. Les pediría que enseñaran el video a todos sus conocidos, para poder presumir de lo bien que me iban las cosas.

Una vez hubiera nacido mi hija, le pediría que me follara lo más pronto posible, antes del día siguiente, y si mi coño distendido no le gustaba que me diera por el culo. Quizás tendría un bonito detalle conmigo, y celebraría el nacimiento de mi hija emborrachándose con sus amigos, podría llevarme para que todos se follaran a la nueva mama. Quería serle útil y volver a trabajar para él lo antes posible, con mi hija a cuestas. Quería que supiera que yo siempre pensaría en él antes que en nada, que sus caprichos eran más importantes que yo misma o mi hija, que sería siempre suya, en cualquier circunstancia.

Haría que él se sintiera orgulloso de mí, y me pudiera usar como ejemplo delante de las otras mujeres. Dado que él me consideraba una puta, quizás me alquilase habitualmente a sus amigos antes o después del parto, para sacar algo de dinero o simplemente por diversión, seguro que habría tiempo para eso tras mi jornada laboral. No me importaría, sería otra prueba de mi amor y me esforzaría en que sus amigos disfrutaran de mí para que él se sintiera importante. Me preocupe un poco al pensar que quizás, si él dejaba que sus amigos bebieran mi leche antes que mi hija, seguro que no quedaría nada para ella. Tampoco era ningún problema, ya encontraría algo para alimentarla, además estaba segura que de mayor ella se enorgullecería de que hubiera puesto los deseos de Hicham por delante de todo.

Lo conocía muy bien, sabia que acabaría conociendo a otras afortunadas mujeres, más jóvenes y guapas, que no dejarían escapar a un hombre como él. Sabía que acabaría cansándose de mí, quizás me mandase al burdel para que no le molestara y él pudiera sacar algo de dinero, pero con el tiempo yo tendría que regresar a España. Me entristecía saber que tendría que dejarlo, pero era perfectamente normal y lógico, lo aceptaba por completo, y sabía que no le guardaría ningún rencor cuando me echase de su lado de una patada. Por quien yo más lo lamentaría sería por mi hija, seguro que él, en su aldea, le podría dar una educación infinitamente más buena que yo en España.

Quizás podría negociar con Hicham que educase a mi hija, no como si fuera una hija suya, porque él eso nunca lo admitiría, sino como una criada o un animal más de la casa. Yo le pagaría los gastos que ella generase y un suplemento por educarla. Estaba segura de que mi hija sería buena y obediente, no tendría que pegarle nunca por su mal comportamiento, solo cuando a él le apeteciera desahogarse. Ella nunca protestaría y aceptaría su voluntad sin reservas. Aprendería muy pronto que era una hija de puta, y que su vida debía estar dedicada a servir y cuidar a Hicham.

Él podría ponerla a trabajar lo antes posible, al mismo tiempo que la educaba, para rentabilizarla, y seguro que cuando ella creciera disfrutaría desvirgándola, convirtiéndola en una verdadera mujer, orgullosa de su condición. No sabia cual es el estatus de las hijas de puta en su cultura. Estaba bastante segura que no podría casarla con ningún amigo suyo, pero quizás cuando él se cansase de ella, podría alquilarla para trabajar en el burdel o cobrar a sus amigos por follársela. Lo ideal sería que la vendiera a otro hombre, de unos 60 o 70 años, con los mismos valores que Hicham, alguien que pudiera aprovecharse de ella, y hacerla feliz siendo una mujer completa. Lo importante era que no se echara a perder el esfuerzo invertido en educarla.

De cualquier forma, estaba convencida que mi hija llevaría una vida mucho más feliz y completa viviendo con él en su aldea, que viviendo conmigo en España. Allí podría ser una mujer plenamente realizada y feliz. Además así yo tendría una escusa para ir a visitarlos y llevar regalos para él. Quizás con el tiempo volvería a preñarme…yo aún era lo bastante joven para que Hicham me preñase una vez mi hija hubiera crecido, podría preñarnos a las dos a la vez…eso sería absoluta y completamente maravilloso….muy hermoso.

Disfruté imaginando mis años futuros, la vida de una hija que aún no había sido concebida, tan llena de felicidad y dicha. Disfruté tanto que, sin darme cuenta, estaba chorreando flujo, con el coño todo empapado. Pensé en hacerme una paja, pero no lo hice, quería sentirme cachonda y que durase esa sensación. Aunque él sol aún no pegaba fuerte, llevaba bastante rato tumbada y ya estaba toda sudorosa. Pensé en darme una ducha rápida, pero antes les llevaría el desayuno a Marta e Hicham.

Recogí la bandeja de la cocina, y fui al cuarto. Aún estaban dormidos, Marta abrió un ojo al verme, y con voz somnolienta me dijo que dejará la bandeja y me largará de allí, que quería dormir un poco más y luego follárselo a solas, cuando él se despertase. Aunque a mi también me apetecía que me follase, comprendía que Marta quisiera estar a solas con mi novio, le sentaría bien y le ayudaría a ser la cerda que quería ser, así que no protesté. Deje la bandeja en la mesa, y salí sin hacer ruido.

Tenía más de una hora por delante, estaba más calmada que antes de tomar el sol, y necesitaba bañarme. Pensé en ir con mi madre, al jacuzzi seguro que estando allí relajadas las dos, podríamos zanjar la conversación anterior. Mientras caminaba, no podía dejar de pensar en el futuro que me había imaginado, y me iba excitando. Estaba segura que si se hiciera realidad, si estuviera en su país y embarazada, estaría chorreando flujo todo el día.

El jacuzzi, estaba situado detrás de la casa, en una zona del jardín rodeada de árboles, era uno de esos modelos de lujo, muy grande e incrustado en el suelo, cerca de él había una ducha al aire libre, unos bancos para sentarse y dejar la ropa, un par de tumbonas y un minibar con bebidas. Cuando me acerqué, oí unos gemidos. Me quedé quieta, sin saber que pensar, y con mucho cuidado, escondiéndome entre las plantas me acerqué.

Mi madre estaba en el jacuzzi, se estaba masturbando, se ve que tanto oír hablar de sus hijas teniendo sexo, le había excitado. Las burbujas no me dejaban ver con detalle que estaba haciendo, pero la postura, la expresión de su cara de placer y abandono, y los fuertes gemidos que emitía eran inconfundibles. Estaba desnuda, las dos piezas del pequeño bikini blanco estaban tiradas de cualquier forma al borde del jacuzzi.

Me acurruqué entre las plantas, de forma que pudiera observar todo, pero que ella no me viera. No quería molestarla, pero yo ya iba muy cachonda, y me excitaba verla. Sin hacer ruido comencé a acariciarme el clítoris suavemente. No pretendía correrme, eso quería hacerlo luego con Hicham, así que cuando veía que me acercaba al orgasmo paraba de acariciarme, para luego reanudar, disfrutando de la visión de mi madre.

Tras unos quince minutos, masturbándose mi madre se corrió con un pequeño grito, y un temblor por todo su cuerpo. Se ve que tuvo un buen orgasmo, porque estuvo un buen rato boqueando, y sin poder moverse. Finalmente salió del jacuzzi, y aún con paso vacilante se metió bajo la ducha. Pensé en salir en ese momento de mi escondite, y simular que llegaba, pero estaba muy a gusto masturbándome y quise alargarlo un poco más. Además parecía que mi madre aún estaba excitada, bajo la ducha se frotaba las tetas y el coño, algo peludo, con mucha sensualidad.

Tanto ella como yo, nos sorprendimos al oír unas voces que se acercaban, yo me acurruque un poco más completamente escondida, sin perder detalle de lo que hacía mi madre. Ella salio de la ducha, apresurada y comenzó a ponerse el bikini, le dio tiempo a ponerse únicamente la parte de abajo, cuando aparecieron Don Higinio y Don Francisco.

Vaya, Montse. Estas aquí. Llevo un rato buscándote por toda la casa. – dijo Don Higinio.

Hola Montse, ayer tuve muy poco tiempo, pero me quede prendado de tu belleza, ahora que te puedo ver más y mejor, creo que me quede corto. – dijo Don Francisco, mirándole con lascivia las tetas, y el coño oculto tras el diminuto bikini, que parecía pintado en su pubis de tan apretado como le venia. – Eres muy hermosa, ese bikini te sienta muy bien. No pensaba que hicieras top-less, pero me alegro de poder ver esos hermosos pechos.

Gracias…- atinó a decir mi madre, visiblemente avergonzada. Casi la habían pillado desnuda, supongo que pensó en cubrirse con el albornoz, pero después de todo lo que había dicho Don Francisco quedaría ridículo hacerlo, así que se quedo como estaba.

Esta mañana, he salido temprano a buscar a Francisco, ayer te prometí que haría todo lo posible por averiguar que le paso ayer a Juan Carlos. Y como él no quiere hablar, he pensado que Francisco podría contarnos su versión. – dijo Don Higinio. – ¿Por qué no nos preparas unas bebidas, y nos ponemos cómodos? Para mi un gin-tonic, y otro para Francisco, tú sírvete lo que quieras.

Mi madre fue al minibar a preparar las bebidas, mientras ellos se sentaban en uno de los bancos. No dejaron de mirar sus grandes tetas, y creo que a ella le gusto sentirse tan apreciada, ya que cuando volvió con las copas, las meneo un poquito. Les dio sus bebidas, la de ella una coca-cola, y se sentó en el borde de una de las tumbonas.

Veras, Montse, creó que sé porque Juan Carlos estalló ayer. Creo que su comportamiento estaba fuera de lugar y es injustificable, aunque no me sorprende. No obstante, y a pesar de que Higinio, me ha insistido, no creo conveniente contarte nada. Los asuntos entre Juan Carlos y yo, son nuestros, y yo no quiero inmiscuirme en vuestro matrimonio. Aunque ahora me alegro por haber podido verte así de hermosa, únicamente he venido porque Higinio me lo ha pedido como un favor, porque te aprecia, nota que estas preocupada, y quería que yo te calmase. – dijo Don Francisco.

Don Francisco, le agradezco sus palabras y que haya venido, y le ruego que me cuente lo que sepa. Me preocupa mucho mi marido, hemos pasado la noche separados, y no me ha cogido el teléfono esta mañana. – dijo mi madre.

Lo de ayer se debe a un conflicto entre tu marido y yo, no puedo contarte más. De verdad que no debo, Montse. Te haría daño, es mejor que te lo cuente él cuando llegue el momento. – Don Francisco se mostraba reticente.

Por favor, Don Francisco, se lo suplico. Entre ayer y hoy han pasado muchas cosas, siento que mi familia se desmorona, que nada es como yo pensaba. Necesito a mi marido, y aferrarme a él para volver a la normalidad. No puedo hacerlo mientras no sepa que le pasó. – volvió a rogar mi madre.

No te gustará Montse. Te aprecio bastante más que a él, bueno a él no lo aprecio en absoluto, y creo que tienes derecho a saber sus miserias. Pero temo hacerte daño, si te lo cuento yo. Es mejor que lo haga él, con sus palabras y en el momento adecuado. – el tono con el que hablaba Don Francisco era suave, y transmitía autentica preocupación por mi madre. Me sorprendió su clase y estilo, aunque odiaba a mi padre, no quería jugar sucio con su mujer, prefería no inmiscuirse.

Yo no puedo esperar más. Quizás no es el amigo que decían mis hijas, los amigos se dicen las cosas a la cara, aunque duelan. Si no va ayudarme a pesar de mis suplicas por favor váyase y déjeme en paz. Si decide ayudarme, le aseguró que no le guardaré rencor a usted por lo que me diga. No puedo prometérselo, pero si me cuenta el motivo del conflicto lo juzgaré a usted en igualdad de condiciones que a Juan Carlos.- mi madre había establecido su ultimátum.

De acuerdo, si no hay más remedio y estas tan empecinada, te lo contaré. – dijo Don Francisco.

Le contó a mi madre toda a historia que yo ya sabía, que él y mi padre habían hecho negocios juntos y que les había ido muy bien. Que muchas veces para celebrarlo se emborrachaban e iban de putas, que en una ocasión mi padre no pudo correrse, y le hecho la culpa a la puta que había allí, que dijo que ella era mucho mejor comepollas, y que se la ofreció a Don Francisco para que pudiera comprobarlo, también le contó como al día siguiente se arrepintió de todo y quiso retirar su palabra, y porque él se había enfadado tanto con mi padre, por no ser lo bastante hombre como para mantener su palabra o buscar una solución, sino esconderse cobardemente y hacer como si no hubiera pasado nada. Comenzó a contarle algunos detalles más de otras ocasiones, que dejaban a mi padre a la altura del betún, era chulito, eyaculador precoz, rácano,…aunque al ver las lagrimas que asomaron en los ojos de mi madre, cortó en seco, a mitad de una frase.

Yo lo siento mucho. He intentado no hablarte así de él, pero has insistido tanto, me has amenazado con retirarme la palabra…- quiso justificarse Don Francisco, sintiéndose responsable de sus lagrimas.

¿Tiene alguna prueba de todo lo que ha dicho? – dijo mi madre. – No voy a permitir que mi matrimonio se destroce sin ninguna prueba. Prefiero no creer en la infidelidad de mi marido, prefiero no pensar que el pueda pensar en mí así. Eso sería aceptar que mi matrimonio es una mentira. Prefiero no creerle y odiarle como le odia Juan Carlos.

Montse, eso no es justo. Francisco te ha avisado, te ha dicho que te dolería escucharlo, tú has insistido, y como finalmente te ha hecho daño, tú escoges tratarlo a él de mentiroso. – intervino Don Higinio.

Compréndame Don Higinio. Juan Carlos es muy importante para mí, si lo que Don Francisco dice fuera cierto, sería imperdonable, pasaría a odiarlo sin más. No puedo dar ese paso tan a la ligera…. – dijo mi madre.

Creo que sé como conseguirla. Conozco a Alberto, y se como son sus días de pesca. El quiere animar a Juan Carlos, y Jorge esta allí…- dijo Don Higinio.

Hizo una llamada por el móvil, y espero a que le contestasen.

Hola Jorge, soy Higinio. ¿Qué tal? ¿Cómo va la pesca?

Muy bien. Oye, ¿Cuántas chicas ha llevado Alberto?

¿Te has tirado ya a alguna?

Me alegro que te haya gustado. Dadles duro a esas furcias, para eso cobran. Veras te llamaba porque Alberto ayer me comento que iba a dejarle la más guapa a Juan Carlos. Me gustaría verla, igual luego la contrato yo para alguna fiesta.

Sí ya se que usar a Ana y Marta sería más barato, pero no tengo claro cuando será la fiesta, y no sé si aún seguiréis por aquí. No quiero cerrarme ninguna opción. Me harías un favor, ¿podrías hacerle una foto con el móvil y enviármela?

No. No puedo esperar a que acabe con Juan Carlos, tengo que decidirme entre ella y otra que se ha presentado aquí de repente, se ha puesto pesada y dice que no se ira hasta que le de una respuesta, esta bastante buena, pero ya sabes que yo siempre quiero lo mejor. Hazle la foto, aunque salga Juan Carlos en ella. Si te pregunta dile que este tranquilo no creo que lo contrate a él para la fiesta. – Don Higinio se río con Jorge de la broma que acababa de hacer.

De acuerdo. Oye muchas gracias. Hasta luego. – colgó.

Ha dicho que Juan Carlos esta con una furcia muy guapa, en este preciso momento. Disculpa la comedia que he montado, Montse, le he tenido que engañar para que me mande una foto. – dijo Don Higinio dirigiéndose a mi madre y Don Francisco.

Le entrego el móvil a mi madre. Durante un par de minutos, los tres guardaron silencio, de repente el móvil vibró en las manos de mi madre, y emitió una corta melodía. Acababa de entrar un mensaje. Con mucho miedo mi madre abrió el mensaje y miro la pequeña pantalla. Se echo a llorar.

Durante unos largos minutos, todos estuvieron en silencia. Mi madre seguía llorando, con la cabeza mirando al suelo, y Don Higinio y Don Francisco mostraban una sincera cara de preocupación. Yo odiaba a mi padre con todas mis fuerzas, ¿cómo podía ser tan hijo de puta? ¿cómo podía portarse así sin importarle a quien hacia daño? Finalmente Don Higinio se levanto, se sentó al lado de ella en la tumbona, le dio un pañuelo y le paso un brazo por los hombros, para consolarla. Mi madre no se dio cuenta, pero mientras se sonaba, la mano de Don Higinio, se desplazo hasta reposar suavemente en la parte superior de su teta derecha.

Tranquila Montse, no es el fin del mundo. – dijo Don Higinio intentando consolarla.

Yo no quería. Sabía que iba a pasar esto…. La culpa no es tuya Montse…De verdad lo siento mucho... – dijo Don Francisco, se estaban portando como unos caballeros. Mi madre acabo de secarse las lagrimas y levanto la cabeza.

Su expresión había cambiado por completo, ya no era la mujer sensible y asustada de unos minutos atrás. Había una dureza en su mirada que yo no comprendí. Nunca la había visto así. Me alegre de estar escondida. Con todo lo que había pasado yo había dejado de masturbarme, había perdido la excitación por completo. Estaba completamente absorta, viendo la escena que se desarrollaba ante mis ojos desde mi escondite.

No se disculpe, Don Francisco. Usted no ha hecho nada malo. De hecho se ha portado muy bien conmigo. Me ha abierto los ojos, y me ha demostrado la mierda que tengo por marido. Le doy las gracias por ello. A usted también Don Higinio. – dijo mi madre.

No se que decir. – dijo Don Francisco.

No es necesario que diga nada. Ahora soy yo la que debo hablar, y lo primero es zanjar la deuda que Juan Carlos contrajo con usted. Le pido perdón por el retraso, y en compensación añadiré un extra. – dijo mi madre. Se arrodillo en el suelo, y comenzó a avanzar a cuatro patas hacia Don Francisco, sus grandes tetas colgaban como las de una vaca, y se balanceaban con cada movimiento que hacia. Sus ojos brillaban.

Montse no es necesario que tú…- dijo Don Francisco.

Sí es necesario. Es más lo deseo. Necesito cortar con esa basura que hasta hace poco llamaba marido, y creo que esta es la forma apropiada de hacerlo. – dijo mi madre con dulzura.

Mi madre había llegado ya enfrente de Don Francisco, se arrodillo delante de él, y con una sonrisa de oreja a oreja le abrió la bragueta y le saco la polla, que estaba ya completamente empalmada. La miró golosa unos segundos y se la metió en la boca.