Ana de vacaciones (5)

El siguiente dia en las vacaciones de Ana. Su hermana comienza a involucrarse.

Cuando llegue al apartamento ya había oscurecido del todo. Jorge estaba en el portal esperándome. Me alegre muchísimo de verlo, y corrí los últimos metros a pesar del dolor de mi culo.

Jorge, mi amor. ¿Cómo estas? Lo siento mucho, no quería hacerte daño. Soy una estúpida, por favor perdóname.- estaba hecha un manojo de nervios, mi voz temblaba y farfullaba. Lo abracé con todas mis fuerzas.

He, tranquila. Vamos cálmate, yo estoy bien. Vamos a tomar algo al bar de la esquina y hablamos.

Entramos en el bar, todo el mundo se me quedo mirando, incluso en un pueblo turístico no era normal ver a una chica en ropa de playa, sobre todo la que yo llevaba a esas horas. Jorge pidió un café para él, y un whisky doble para mí. Nos sentamos en una mesa un poco apartada.

¿Es que quieres emborracharme? – le pregunte.

Pues la verdad es que sí. Luego te lo cuento. Tú bebe y cuéntame que has hecho durante todo el día. – me contesto. Su tono era afable y muy tranquilo.- Ya he visto que has subido las fotos. Bien hecho.

Me alegre de que estuviera satisfecho. Le conté todo, sin omitir nada, como me había tratado el chico del ciber, que había orinado en la calle, la ropa que me había comprado. Me hizo enseñarle la ropa que llevaba en la bolsa y pareció satisfecho. También le dije, toda orgullosa, que aún llevaba el tubo metido en el culo, que no me lo había quitado en todo el día a pesar de que me dolía horrores. Se río, y me dijo que me lo sacará allí mismo. Con un poco de disimulo, abrí las piernas y lo saque con la mano. La mesa me tapaba, y nadie del bar se dio cuenta. Después de tanto tiempo, parecía que ya era parte de mí, y me rozo mucho al sacarlo. Olía bastante mal y tenia algunos restos marrones. Jorge me ordeno que fuera al cuarto de baño a tirarlo, note una sensación rara en mi culo al andar sin el tubo dentro. Cuando volví, Jorge me ordeno que siguiera bebiendo, mientras continuaba, esta vez con un tono más autoritario.

Has visto lo mal que olía, eso es porque eres una cerda. Quiero que a partir de ahora mejores tu higiene personal, dúchate muy a menudo y lávate bien el culo, si es necesario le quitas el grifo a la ducha y te metes el chorro por el culo. Pero cuando te meta algo por ahí, quiero que salga sin restos.

Así lo haré mi amor, perdóname por ser tan guarra. – me excitaba humillarme delante de él.

El chico del ciber se ha portado muy bien contigo. No todo el mundo sería tan amable con una puta como tú. Deberías de agradecérselo.

¿Quieres que tenga sexo con él? – le pregunté. Sin decir una palabra alargo la mano por encima de la mesa, y me dio una bofetada en la cara. No fue muy fuerte pero me hizo daño.

Hay que ver lo estúpida que eres, que te lo tengo que explicar todo. A ver si te sitúas. Tú eres una puta sumisa, y solo tienes una prioridad en la vida: complacerme. Si te digo que le agradezcas algo a alguien, lo haces y punto. Me importa una mierda si te lo follas, le das dinero, o le chupas el culo. Lo que quiero es a que le quede muy clarito que estas agradecida. ¿Esta claro?

Sí Jorge. Lo siento. – me estaba tratando como a una niña pequeña que no sabe hacer nada, y me encantaba. Me gustaba que él dictase las normas y estableciera como debía de comportarme.

Otra cosa, me ha gustado el detalle de la ropa. Cómprate algo más formalito, pero mantén el estilo. Quiero que todo el mundo al verte sepa que eres una guarra, y que lo más te gusta del mundo es chupar pollas. Me gusta esa idea, a partir de ahora iras siempre sin sujetador, marcando bien esos melones que tienes. Y si te pones bragas, que sean pequeñas, mejor que te rocen al caminar.

De acuerdo Jorge.

Ahora vamos a hablar en serio. He estado hablando con Marta. No te preocupes no le he dicho que me lo has contado todo. Lo he enfocado como un problema de pareja. Tenias razón, ha bloqueado el pasado de su mente por completo. Yo ya había notado algo raro, pero no sabia el por qué. Cuando me lo has contado han encajado las piezas.

Hasta ahora Marta ha hecho todo lo que le he dicho en la cama, pero realmente no lo ha disfrutado. Tú hermana casi nunca se corre conmigo, y eso es algo que me frustraba, llegue a pensar que era frígida. Ella lo sabia, y sabia que era culpa suya, por su bloqueo, pero no quería hablar del tema. Simplemente se dejaba hacer. Tras conocer su historia, me he dado cuenta de que ella no es así realmente, sino que esta bloqueada. Así que hoy me he plantado, y he encarado el tema.

¿Qué le has dicho? – estaba impresionada de cómo había analizado la situación. También me sentó bien saber que en el fondo le había ayudado siendo sincera.

Le he dicho que no podía seguir así, que nuestra vida sexual no era satisfactoria. Que no disfrutamos del sexo y que necesita liberarse. Hemos estado hablando casi todo el día. Ella ha admitido que antes no era así, que podría volver a ser más apasionada, y disfrutar más, pero que necesita tiempo para ello. Le he dicho que no quiero presionarla, pero sí solucionar este problema. Al final hemos acordado, que la voy a dejar sola unos cuantos días, para que busque el camino, por si misma. Sin presionarla. Ella intentará liberarse. Sabe que tiene todo mi apoyo, y que puede hacer todo lo que crea conveniente para desinhibirse.

¿Eso incluye follar con otros?

Con otros y con otras, que se deje llevar. También lo hemos hablado, ninguno de los dos es celoso, y no nos molesta que tengamos sexo con otras personas. Tenemos muy claro que nos queremos, y que con otros es solo sexo.

Estaba impresionada del grado de madurez de su relación, y de lo que se querían. Sentí pena por mi hermana, sí que se quedo jodida. También la envidie profundamente de que Jorge la quisiera tanto.

Y yo ¿qué soy para ti? - No pude evitar preguntarle, celosa de cómo había hablado de Marta.

Tú, eres una puta. Tú no eres como Marta, a ti te gusta el sexo, y que te dominen. Mientras te den caña, no necesitas que te quieran, ni lo echas de menos. Eres feliz con mucho menos que Marta.

Tienes razón, yo soy feliz con saber que soy tu puta. ¿Quieres que Marta sea tu puta también?

Marta ya es mi puta, se siente como si lo fuera. Me adora como si yo fuera su chulo. El problema es que aunque por dentro se siente así, no se comporta como si lo fuera. Eso es lo que tiene que arreglar.

Me quede meditando todo lo que me había dicho, mientras Jorge me pedía otro whisky doble. Al no haber comido nada, yo ya estaba bastante pedo. Me dio instrucciones para los próximos días. El se iba fuera, no me quiso decir donde. Quería que nos quedásemos ella y yo en el apartamento. Me ordeno que apoyara a Marta en todo lo que me pidiera, yo por mi parte tenia libertad para hacer lo que quisiera. Me ordenó que me divirtiera todo lo posible, que por mi forma de ser eso iba a ser un buen ejemplo para Marta. Aunque intentaba estar tranquilo y sereno, se le notaba una cierta tristeza por dentro. Me di cuenta del esfuerzo que estaba haciendo para que todos fuéramos felices.

Yo ya estaba bolinga perdida. Jorge me había emborrachado por dos motivos, primero tener una excusa para mi ausencia durante todo el día. Y segundo que Marta viera que yo si sabia divertirme, y no me importaba estar borracha a las 10 de la noche.

Salimos del bar, y lo acompañe al coche, por el camino, iba tan borracha que apenas podía andar y fui agarrada a él todo el camino mientras me acariciaba el culo suavemente. Entro en el coche, me dio un beso en la mejilla y se fue.

Entendía que se tuviera que ir, que era la mejor forma de que Marta se abriera, pero me sabía mal que se fuera tan pronto. Él mismo día que me había declarado. Fui a casa, me había ido sin llaves tuve que llamar para que Marta me abriera, me vio tan borracha que no me dijo nada. Me acosté.

Cuando me desperté al día siguiente, estaba sola. Afortunadamente no tenia resaca, se ve que el licor era de marca. Marta me había dejado una nota, se había ido a una cala, cercana al apartamento. Me di una ducha. Tenía el ano mucho mejor y apenas me dolía, no obstante me aplique una crema suavizante en el mismo. Tenía mucha hambre y desayune. Limpie un poco la casa, mientras pensaba que iba a hacer, pensé en reunirme con Marta en la playa, pero tenia bastantes cosas que hacer, necesitaba vestuario, tenia que encargarme de lo de la cámara,

Una hora después estaba en el centro comercial, necesitaba ropa nueva. La ropa remodelada no me servia para ir al centro comercial. El resto de mi ropa, no era lo bastante provocativa, me puse una camisa fina de color azul, no transparentaba y era bastante ancha pero intente compensarlo abriendo los tres primeros botones, y la falda más corta que tenia, la falda vaquera que había llevado el día de los viejos. Sin ropa interior. No era ropa de zorra, mi intención era comprar algo más de los gustos de Jorge, y cambiarme allí mismo.

Estuve toda la mañana comprando ropa, toda ajustada y de tejidos finos, lo más transparente que encontraba, nada de pantalones. También compré varios zapatos, todos con el tacón alto o una gran plataforma. Busque en tiendas de adolescentes y go-gos. No compre nada que no fuera dos tallas inferiores a la mía. Me probé todo lo que compre, a veces tenía que contener la respiración para poder abrocharme una camisa, o entrar en un vestido. En una tienda, había salido del probador y estaba mirándome al espejo y la dependienta se dirigió a mí.

Esa camiseta te aprieta mucho, voy a traerte una mayor.

No. Me gusta, pero la quiero en una menor.

¿Estás segura? Esa ya te aprieta lo bastante, se te marca todo. Además tienes un pecho grande. Deberías de ponerte un sujetador cuando la lleves, sino lo marcaras todo.

Es que a mí me gusta marcar. Por favor me puedes traer una menos.

La dependienta me miro como con lastima y salio de los probadores. Mientras ella buscaba la camiseta, yo aproveche para pellizcarme los pezones, cuando volvió, me la puse delante de ella para que viera bien mis tetas con los pezones endurecidos. Se marcaban perfectamente, yo estaba contentísima con la ropa que estaba comprando y la dependienta me miraba como si yo fuera subnormal.

Compré un móvil nuevo, ya que el mío se lo había quedado Don Higinio, una cámara de fotos nueva (peor que la que le había dado al chaval), y un objetivo para la cámara que le había dado al chaval. Mi intención era regalarle el objetivo en señal de agradecimiento.

Finalmente ya tenía un fondo de armario apropiado, estaba contenta. Me había cambiado de ropa, llevaba un vestido veraniego blanco, de tirantes, apretado, mostraba toda la parte superior de mis pechos, creando un fantástico canalillo. Mis pezones eran perfectamente apreciables, y en su parte inferior el vestido me tapaba 3 dedos por debajo de mi culo. La ropa que había llevado la tiré a una papelera. Me había dejado unos 1.000 euros, pero una de las ventajas que mi familia tuviera dinero es que mi padre se hacia cargo de los descubiertos de la visa.

Era la una y pico del mediodía, tenía prisa por ir a casa y tirar toda mi ropa antigua, pero volviendo pensé en pasar por el ciber y dar las gracias al chico, seguramente cerraba al mediodía y quería tener la tarde libre para estar con Marta.

Llegué al ciber a las dos menos cuarto, según el letrero de la entrada cerraban de 14:00 a 17:30, así que había sido una buena idea pasar por allí. Saque los accesorios de la cámara (los había guardado en el maletero), y el nuevo objetivo y entre en el ciber. No había ningún cliente, solo estaba el chico del día anterior, y otro chico que debía de ser amigo suyo porque estaba detrás del mostrador hablando con él.

Hola

Vaya, quien tenemos aquí. Si es la de ayer.

He venido a cumplir mi parte del trato. Toma te traigo, la funda, el cargador y el trípode de la cámara. – se lo entregué por encima del mostrador -. Como veras cumplo lo que digo.

La verdad es que no me esperaba que volvieras. A propósito, me llamo Miguel, este es Emilio.

Encantada, Emilio. – era un chico más o menos de la misma edad que Miguel, un poco gordito, y no muy guapo de cara.

Ya sabemos que tú eres Ana.

Miguel, ayer estaba en un aprieto y quería agradecerte que me ayudaras. Te portaste muy bien conmigo, y quería agradecértelo. Te he comprado un regalo, es para tu nueva cámara. Toma.

No se lo esperaba, se le abrieron los ojos como platos al ver el objetivo. Me había costado 200 y pico euros, pero valió la pena al ver la cara de contento del muchacho.

Hemos estado viendo tu página web. – dijo Emilio

Me la hicieron unos amigos, es que yo no se mucho de ordenadores….es que no soy muy lista – me estaba acostumbrando a esto de rebajarme a la mínima oportunidad, y la verdad es que me gustaba.

No te preocupes, nosotros te ayudaremos siempre que lo necesites, además te haremos precio de amigos, ¿qué te parece 30 euros por pasar fotos a tu página?

Me parece un buen precio. – el día anterior había subido fotos a la página y sabia hacerlo. Costaba menos de un minuto, pero me gustaba que se aprovechasen de mí. - Muchas gracias, sois de verdad muy amables conmigo. ¿Qué os parece la página? ¿Os ha gustado?

Nos ha gustado mucho, y hemos subido algunas fotos.

¿Cómo? ¿Puedo verlas?

Estaba encantada con ellos, y cada vez me caían mejor. Me invitaron a pasar detrás del mostrador, y me enseñaron mi página web. En la sección de comentarios estaban algunas de las fotos que Miguel me había hecho el día anterior. Incluso había una foto en la que aparecíamos los dos juntos, el con su mano dentro de mi top, tocándome una teta. Su cara estaba tan borrosa que no se le reconocía, la mía se apreciaba perfectamente.

Yo estaba sentada delante del ordenador. Miguel estaba detrás de mí, un poco inclinado señalándome las imágenes en la pantalla. Miguel rozaba mi cuello y hombros con su cuerpo, y de repente sin darme cuenta me los estaba acariciando con su mano. Me excitaba que me tocara con tanta suavidad, un par de veces su mano bajo hasta mis pechos, acariciándolos suavemente por encima de mi vestido.

Estuvimos un par de minutos viendo las imágenes, Miguel me preguntaba mi opinión sobre las distintas imágenes, y yo decía que estaban muy bien. La página tenía además un mensaje dirigido a mí en la parte inferior, el título del mensaje era "Quedar con la puta tetona", y el comentario era bastante corto:

"Ayer conocí a la zorrita de esta web, incluyo estas fotografías que nos hicimos. No sé lo que cobras, pero quizás lo valgas. Si estas interesada escríbeme a mfrare@hotmail.com"

Me emociono que pensase en mí tanto como para tomarse las molestias de subir las fotos y querer volver a verme, y se lo agradecí.

Muchas gracias. No tenías porque hacerlo. Son muy buenas, se nota que sabes hacer fotografías. Como ves cumplo mis promesas, y he vuelto. Toma te devuelvo el dinero que me diste –saque 50 euros y los puse sobre el mostrador.

De ninguna manera.

Entonces déjame agradecértelo de otra forma – dije-. Te invito a comer, a ti también Emilio.

Por mí de acuerdo – dijo Emilio.

De acuerdo, id saliendo mientras voy cerrando, me llevo la cámara también. – dijo Miguel, al mismo tiempo que lo decía cogía los 50 euros del mostrador y se los guardaba en el bolsillo. No me molesto que lo hiciera, se había portado de puta madre, y se merecía eso y más.

Salimos y Miguel cerró la tienda, llevaba una pequeña mochila en la que guardó las llaves. Supuse que la cámara estaba dentro. Montamos en mi coche, y propusieron ir a un asador algo caro a comer. Por el camino me preguntaron que de donde era, si estaba por vacaciones, hasta cuando me quedaba,…la típica charla intrascendente de cuando conoces a alguien. Yo conducía, Emilio iba detrás y Miguel a mi lado. Un par de veces su mano izquierda rozó mi pierna, yo le sonreía con complicidad.

En el restaurante, dijeron que querían estar tranquilos y pidieron un reservado. Conocían al dueño y aunque no teníamos reserva no hubo ningún problema. Yo me senté entre ellos dos. Al sentarme, era inevitable que el vestido se subiera, la mitad de mi culo estaba directamente sobre la silla, y mi coño quedaba totalmente expuesto, aunque al estar oculto por la mesa no se notaba.

Pedimos unos entrantes, solomillos y un buen vino. Eran unos chicos muy agradables, con una conversación muy amena. Me contaron que ellos eran del pueblo, pero que estudiaban en la ciudad. El ciber no era suyo, trabajaban en él como asalariados, normalmente por turnos. Uno hacia la mañana el otro la tarde. El sueldo no era gran cosa, pero les daba para irse de fiesta. A llegar los cafés y chupitos, aún quedaba la mitad de la tercera botella de vino, Emilio me preguntó con la voz un poco pastosa:

No te ha molestado que te llamáramos "zorrita" en la página web.

No, para nada. Vosotros podéis llamarme como queráis.

Claro que sí Emilio, esta tía es todo un putón. Y hay que llamarla como lo que es – dijo Miguel, bastante alegre por el alcohol.

Bueno, pues zorrita – continuo Emilio- ¿tú ganas mucho con esto?

¿Con que?

Pues con eso…con estar con tíos…con lo de puta.

Yo no soy puta de profesión. Trabajo en la empresa de mis padres. Es una empresa de maquinaria.

Pero… la pinta que llevas…¿y la página web?

Ya he dicho antes que la página web, me la hicieron unos amigos. Estuvimos divirtiéndonos juntos, y me la regalaron, como señal de que me aprecian. Si lo dices por las fotos, solo son las fotos del día que los conocí.

Creo que lo de zorrita ta va que ni pintado– dijo Miguel, alargando una mano y tocándome una teta por encima del vestido.

La verdad es que un poco putón sí que soy – contesté en un suspiro y cerrando los ojos. Me estaba gustando el sobeteo que me estaba pegando el chaval.

Estuvo tocándome la teta derecha unos segundos, luego me bajo un tirante y tiro bruscamente del escote hacia abajo, sacándome el pecho derecho por encima del mismo. La teta hizo un movimiento de vaivén arriba-abajo y se quedo fuera. Nos quedamos los tres mirando como se movía la teta unos segundos hasta que se paro. Emilio alargo la mano y me saco la teta izquierda del mismo modo. Estábamos ya bastante borrachos y al ver de nuevo el movimiento de mis pechos los tres nos echamos a reír. Me quede con las dos tetas al aire por encima del vestido y seguimos hablando, tomando el café y bebiendo como si nada. Me excitaba mucho estar así expuesta, en un restaurante de lujo, bebiendo y hablando como si fuera lo más normal del mundo mostrar mis pechos.

La atmósfera entre los tres era de juerga. Al finalizar, acercaron sus sillas a la mía y comenzaron a tocarme con una mano una pierna y con la otra una teta, cada uno por su lado. Acariciaban la parte interna de mis piernas, cada vez subiendo más, yo cerré los ojos y abrí más las piernas en la silla. Comencé a gemir suavemente. El coño me estaba chorreando. Noté como sus manos se tocaban al aproximarse a mi coño, y entonces Emilio se incorporó un poco y me beso, sin dejar de manosearme las tetas. Miguel bajo las dos manos a mi coño. Intente rodearlos con mis brazos, y acercarlos a mí, pero era difícil en la postura en la que estaba, y porque me temblaba todo el cuerpo.

El morreo de Emilio era cada vez más bestia, me mordía los labios, y me recorría las encías con su lengua, metiéndome bastante de su saliva en mi boca. Me estrujaba los pechos con fuerza y me retorcía los pezones, haciéndome daño, pero me gustaba. A veces bajaba la cabeza y me mordía las tetas y los pezones, también en plan salvaje, para luego volver a subir a mi boca. Notaba su erección al rozarlo con mis brazos.

Había abierto las piernas todo lo que me permitía el vestido, que se había subido ya a mi cintura, y la postura en la que estaba. Miguel estaba metiendo y sacando dos dedos de mi coño, lentamente. Con la otra mano, me estaba acariciando el clítoris. Me decía que efectivamente era una zorra, que tenia el coño hecho natillas, que me iban a follar, que me iba a hinchar de lefa y que me iban a dar rabo por todas partes.

Estuvimos unos minutos así, hasta que me corrí como una cerda, soltando jugo por el coño y babas por la boca. Se separaron de mí, sentándose en las sillas, y me dejaron unos segundos hasta que recobre el aliento, y Miguel me dijo: "Ahora te toca a ti".

Comprendí perfectamente a que se refería, y me arrodillé delante de ellos, que seguían sentados en sus sillas. Les miré a los ojos, mientras muy suavemente les desabotoné las braguetas y les saqué las pollas de sus pantalones. Ambas estaban ya completamente erectas.

Creo que me he quedado con hambre, a ver que encuentro por aquí para llevarme a la boca. – dije queriendo mostrarme pícara.

¿Qué te parecen estas pollas? – dijo Emilio

Me encantan, se me hace la boca agua. Son grandes y parecen bastante jugosas. Seguro que están cargadas de lechita sabrosa.

La verdad es que eran muy normales, un poco más pequeñas que la de Jorge, pero sabia que les excitaría que les hablase así. Les daba lametones, e introducía los glandes en mi boca, mojándolos bien con mi saliva. Como eran dos, procuraba cambiar de verga con frecuencia, sujetando con una mano la que estaba en mi boca y acariciando suavemente con la otra mano la polla del otro chico. La puerta del reservado estaba cerrada, pero sin bloquear y en cualquier momento podría entrar un camarero, me excitaba que pudieran pillarnos. Poco a poco había ido subiendo el ritmo, e incrementado la profundidad de mis mamadas. Ellos jadeaban, sus vergas ya estaban brillantes con mi saliva y su líquido preseminal. A veces, cuando tenia una en la boca, notaba como palpitaba, y parecía que iba a eyacular. En ese momento, paraba y me iba a la otra. Estuve unos diez minutos chupándoselas.

¿Llevas la cámara? Tráela – le dije a Miguel al soltar su polla

¿Qué? Me respondió.

Por favor, hazme fotos. Para la página web.... – le respondí antes de engullir de nuevo el rabo de Emilio.

Miguel me hizo casó y sacó la cámara de la bolsa. Me hizo un montón de fotos, chupandole la polla a él y a su amigo. Mientras yo chupaba, ellos seguían sentados, y se intercambiaban la cámara para pillarme desde distintos ángulos. Me excitaba saber que estaban fotografiándome para la página, y pensé que mis viejos estarían muy contentos. Sin darme cuenta, mis mamadas eran cada vez más rápidas y profundas. A estas alturas, ya estaba introduciéndomelas hasta la garganta, y mi saliva rebosaba por mis labios. Ellos acompañaban el movimiento de mi cabeza con sus manos. A veces me movía con tanta fuerza que una de mis tetas golpeaba con el borde de la silla, entre sus piernas, haciéndome un daño increíble, pero yo no paraba.

Iba a tragarme el rabo de Emilio, cuando al acercarme y de repente se corrió. Su primera descarga me dio en plena cara, y me levante un poco para que las siguientes, cayeran en mis tetas, yo le sonreía mientras él eyaculaba sobre mí. Cuando acabo, le di un par de chupadas para limpiársela, mientras su verga se desinflaba. Miguel había fotografiado todo.

Miguel le pasó la cámara a Emilio, que aún no se había recuperado completamente de su orgasmo y le dijo que fotografiase como se corría en la boca de la puta. Me centre en Miguel, chupándosela con ganas y al cabo de unos minutos se corrió dentro de mi boca. Al sentir que eyaculaba, hice lo mismo que con su amigo, levantarme un poco para que el resto de chorros cayeran en mis tetas, y sonreír. A él también se la limpie con un par de lametones.

Me dolían las rodillas, y me dejé caer sentada frente a ellos, frotándome el semen en mis pechos, cuando oímos unos aplausos. Me giré y en la puerta estaba un señor de unos 50 años, calvo, con una gran barriga y bastante feo. Él era el que estaba dando unos aplausos lentamente con recochineo y cara de enfado.

Bravo, menudo espectáculo.

Matías – dijo Emilio. Era el dueño del restaurante - ¿qué haces aquí?

Por lo visto no pasarlo tan bien como vosotros. Me ha dicho el camarero que estabais aquí y he venido a saludaros y mira con lo que me encuentro. Deberíais de ir a un hotel ha hacer estas cosas. Si queréis follaros a una puta no tenéis que hacerlo aquí, coño, esto es un restaurante no un puti-club.

Estaba enfadado con nosotros. Me sentí culpable, él conocía a los chicos, y no quería que se enfadase con ellos. Las expresiones de los chicos eran de acojono. Decidí asumir la responsabilidad, me levante del suelo, y aún con las tetas al aire y el vestido enrollado en la cintura, me acerque a él. Iba pensando que decirle cuando me dio una hostia en la cara, que casi me tumba.

Tú no te acerques a mi puta. – me dijo.

Lo siento señor Matías, ha sido culpa mía. – le conteste, llevándome la mano al lado de la cara donde me había golpeado. – Con la bebida me he desmadrado y ha pasado lo que ha pasado. No ha sido culpa de ellos. Me gustaría poder arreglarlo.

Pues comienza por taparte, y limpia esas machas de lefa. – dijo señalándome unas gotas de semen que había en el suelo delante de las sillas. – pero hazlo con la lengua.

En seguida.

Recompuse mi vestido, tapándome, y poniéndome de rodillas me puse a lamer las gotas de semen del suelo. Tenia que gatear para ir de una a otra. Miguel y Emilio se habían guardado las pollas, y habían recuperado algo de confianza, ya que se dirigieron a Matías, intentando tranquilizarle. Al ver que controlaba perfectamente la situación, Matías se relajo un poco.

Mientras yo me dedicaba a lamer el suelo, estuvieron hablando. Matías les contó que una vez tuvo problemas por culpa de unos turistas ingleses borrachos que habían montado un escándalo follando en uno de los reservados, y que no quería volver a tener movidas con la policía. Los chicos se disculparon y el ambiente se relajo bastante. Matías les dijo que la puta, yo, estaba muy buena, y que los entendía, pero que tendrían que haberle avisado, que el habría cerrado con llave el reservado. Les decía que él a las claras lo que fuera, pero a sus espaldas no lo toleraba. Los chicos volvieron a disculparse y avergonzados cogieron sus cosas y se fueron rápidamente del restaurante, diciéndole a Matías que tenían que irse. De mi ni siquiera se despidieron de mí, aunque yo no se lo tuve en cuenta. El suelo ya estaba limpio de semen, pero no me atrevía a levantarme, y continuaba lamiéndolo mientras Matías me miraba en silencio. Estuvimos así unos minutos.

Ya basta puta, levántate - me dijo. Me puse de pie y me quede en silencio, no sabia que hacer.

Espero que ese par de cabrones te hayan pagado bien, porque te han dejado sola con la cuenta.

No se preocupe por eso señor Matías. Yo me haré cargo de la cuenta, y añada 100 euros por las molestias. – saque la visa de mi bolso y se la entregué, junto a mi DNI.

Espera aquí, ahora vengo.

Me senté en una de las sillas, y esperé a que volviera. El vestido, que ya era ajustado, se me pegaba en las tetas, allí donde había entrado en contacto con el semen de los chicos que ya se estaba secando. Matías volvió, con la cuenta y el cargo de la visa, había subido la propina a 150 euros, pero no dije nada y firme el cargo. Doscientos ochenta euros, incluyendo la propina. Al ver mi actitud sumisa, se había suavizado bastante.

Oye, perdona por lo de la hostia. – me dijo.

No se preocupe, lo comprendo perfectamente, estaba usted muy enfadado, y yo me acerque demasiado. Podía haberle manchado, lo siento no me dí cuenta.

Y lo de hacerte limpiar el suelo con la lengua, pensaras que soy un cerdo.

No al contrario. La cerda soy yo, ha sido culpa mía que se manchará el suelo, y lo correcto es que sea yo quien lo limpie. Entiendo que no quiera ensuciar una fregona con la lefa de unos chicos. De nuevo, le pido disculpas y si hay algo que pueda hacer para repararlo dígamelo. – me excitaba humillarme así delante de este hombre tan poco atractivo.

La verdad es que estás muy buena, hoy no tengo tiempo con el local, y estas manchada de semen, pero dime en que puti-club trabajas y si no cobras mucho pasaré a hacerte una visita. – me gustaba que pensara que era una puta, pero tenia que decirle la verdad.

No trabajo en ningún puti-club, pero puedo volver a venir y estar con usted. Pero esta vez cerrando con llave el reservado. – dije guiñándole el ojo.

Me pregunto de donde era, hasta cuando me quedaba… al final resulto que era un tío bastante agradable. El semen de los chicos que había en mis tetas, se había pegado a mi vestido, y se estaba secando. De vez en cuando al hablar, con bastante descaro, me miraba los pechos, y como se marcaban mis pezones. Me excitaba que lo hiciera.

Cuando nos despedimos alargo una mano y me pellizco el pezón derecho por encima del vestido, fue un gesto muy simpático, que agradecí con una sonrisa. También me dijo que esperaba que volviera de nuevo para comer o lo que fuera. Salí del restaurante bastante satisfecha, había comido muy bien, pasado un rato agradable con los chicos y hecho un nuevo amigo.

Fui al apartamento y subí la ropa que había comprado. Eran ya las cinco y media de la tarde, y Marta no había vuelto. No sabia que hacer, y mande un SMS a Jorge, diciéndole que tenia un nuevo número de móvil. Me di una ducha, y tras pensar un rato, me volví a poner la misma ropa, tenia lamparones de semen seco, pero me había dado suerte y esperaba que me la siguiera dando. Fui a la cala buscando a Marta.

La cala estaba a unos quince minutos andando. Era un cala muy pequeña, y con un acceso bastante accidentado. Al acercarme a la cala, desde las rocas de arriba, vi a Marta a unos 500 metros, tumbada en su toalla. Estaba en la parte más alejada de la orilla, al lado de las rocas. No llevaba sombrilla, así que supuse que se había puesto cerca de las rocas, para tener sombra. Al lado de su toalla, estaba su bolso de playa, y una nevera portátil. Me sorprendió que no fuera en top-less, y llevara un bikini bastante recatado. No parecía que hubiera hecho mucho por complacer a Jorge.

En la cala quedaban ella, un chico solo y un grupo de tres chicos. Estaban algo separados. Baje por las rocas, y pise la arena, iba a llamar a Marta de un grito, cuando vi que se levantaba y se dirigía hacia el chico solo, que era el más cercano a ella. Me entro curiosidad y me escondí detrás de una roca, iba a espiarla un poco y ver que hacia. Se dirigió al chico.

Hola – dijo ella

Hola.

Te quería pedir un favor, veras es que me duele un poco el brazo, y no consigo ponerme bien la protección solar. ¿Querrías ayudarme?

Afortunadamente estaba lo bastante cerca para poder oír su conversación. La petición estaba completamente fuera de lugar, eran las siete de la tarde, ya no hacia sol y el cielo estaba un poco nublado. Encima la voz de Marta había sido temblorosa y entrecortada. El chico debió de percibir algo raro, y le contesto.

Es que me pillas a punto de irme…es que he quedado y ya llego tarde.

Vale, no pasa nada. Gracias de todas formas.

Marta se dirigió entonces al grupo de los tres chicos, mientras el otro recogía sus cosas y se iba de la cala, afortunadamente lado opuesto al que yo estaba, ya que sino me habría visto. Al estar más alejados no pude oír su conversación, pero al cabo de un momento, los tres chicos se levantaron, y siguieron a Marta a su toalla. Uno iba hablando con ella, los otros dos los seguían a unos pasos de distancia. Me agache para que no me vieran. Al llegar donde la toalla de ella, estaban más cerca, y podía oírlos de nuevo. Me asome con mucho cuidado. Marta estaba tumbada boca abajo, en la toalla, y uno de los chicos se estaba arrodillando a su lado, los otros dos se sentaban en el suelo alrededor de la toalla. Los chicos tendrían unos veinticinco años.

Así que te has lesionado jugando al tenis. No te preocupes, no dejaremos que una chica guapa como tú se queme – dijo el que estaba arrodillado a su lado, acercando el bote de protección solar.

Además, has dicho que nos invitarías a una cerveza si te ayudábamos. – dijo otro.

Claro, están en la neverita, servios vosotros mismos – dijo mi hermana, el chico arrodillado había empezado a frotar la crema por su espalda.- Mmmm que gustito, es que me da mucho miedo quemarme.

Uno de los chicos, abrió la nevera portátil de mi hermana, y saco tres cervezas, que repartió con sus compañeros. Estuvieron unos minutos, hablando entre ellos, mientras el "frotador" embadurnaba de loción protectora la espalda y los hombros de Marta. El chico fue muy correcto, y no intento propasarse en ningún momento. Se ve que con la cerveza, se daba por bien pagado.

Bueno, pues creo que esto ya esta.

Un momento - dijo Marta. Sin levantarse estiro una mano por detrás, sujeto la parte posterior del bikini, y estiro con fuerza, de forma que un trozo de la parte trasera del bikini se metió entre sus nalgas. – por favor échame también más abajo. Es que no quiero quemarme. Quizás si tus amigos te ayudan, acabaremos antes.

Los otros dos no se hicieron de rogar, y se arrodillaron a su lado, le echaron crema y comenzaron a frotársela por todo su cuerpo. Uno en los hombros y espalda, otro en la parte inferior de la espalda y el culo y el tercero en las piernas. Marta se dejaba hacer, ronroneaba de gusto, y de vez en cuando les decía cosas como "Así muy bien", "Que gusto", "No sabéis cuanto os lo agradezco", mientras los tres le sobaban todo su cuerpo que ya estaba pringoso de crema solar.

Los tres comenzaron a lucir una erección por debajo de sus bañadores, y poco a poco sus tocamientos se acercaban a zonas peligrosas, sobre todo los dos de abajo. Marta se dejaba hacer. Cuando el chico de las piernas, comenzó a frotar la parte interior de sus muslos, Marta abrió las piernas para que el tuviera un mejor acceso, el chico frotaba cada vez más arriba acercándose a su coño.

El chico del culo, volvió tirar de la parte trasera de su bikini, para que se metiera aun más entre sus nalgas, Marta le ayudo levantando un poco sus caderas del suelo, para que se metiera con más fuerza. No era necesario, ya que después del tirón y mientras embarraba de crema su culo con una mano, con la otra empujaba los pliegues de bikini visibles entre sus nalgas. El que menos cacho estaba pillando era el que estaba haciéndole los hombros. Ya no hablaban entre ellos, y solo se oían los gemidos ocasionales de Marta. Estuvieron así unos diez minutos.

Ahora por delante – dijo Marta incorporándose, pero en vez de darse la vuelta, se sentó sobre la toalla, dando la cara a los tres chicos que estaban arrodillados a su alrededor. Sentada separo las piernas. Dos de los chicos comenzaron a frotarle una pierna cada uno, y el tercero que estaba en el centro la parte delantera de sus hombros. Marta les sonreía, y ellos estaban completamente trempados.

Las tetas también te las querrás poner morenas. – dijo el del medio mientras le sacaba las tetas por encima del sujetador del bikini. La respuesta de Marta, fue un gemido de gusto. Ellos se estaban poniendo cada vez más burros.

Deja que yo le de crema ahí también. – dijo uno de los que estaban haciéndole una de las piernas, acercándose a su pecho izquierdo y comenzando a frotarlo. – es importante que se llene bien de crema.

Creo que a ella le gusta que la llenen de crema. – contesto el que se había quedado con las piernas. Estaba acariciándole el coño por encima del bikini.

Sí, bien llenita de crema. Eso es lo que me gusta. – gimió Marta – llenadme bien de cremita.

No te preocupes, tenemos un montón de cremita y toda es para ti.

Me gusta. Me encanta la cremita y lo bien que me la dais. Llenadme por favor.

La situación era muy excitante, y sin darme cuenta había metido una de mis manos bajo mi vestido y estaba acariciándome el clítoris. Me excitaba ver como mi hermana se entregaba y se dejaba hacer por esos tres desconocidos. Nunca la había visto así, era muy morboso verla tan desinhibida y sobre todo su cara de placer. Una expresión que yo no le conocía.

El chico de las piernas, dijo "Esto molesta" y le quito la braga del bikini. Marta le ayudo apoyando los brazos y levantando el culo del suelo, al hacerlo su pecho salía más hacia fuera, y se lo ponía más fácil a los otros dos. Con toda la tranquilidad del mundo, el chico de las piernas fue hacia donde habían dejado sus cosas, y volvió con una cámara de fotos. Era gracioso verlo andar, marcando la tienda de campaña, completamente empalmado.

Los otros dos aprovecharon el hueco que había dejado, y sin dejar de tocarle las tetas uno de ellos comenzó a darle un morreo y el otro a acariciarle el coño. Marta abrió aún más las piernas y la boca, dejándose hacer. El que la besaba, le metía la lengua hasta la campanilla, y le babeaba los labios y la barbilla. El otro, ya estaba metiendo y sacando un par de dedos de su coño, dándole palmaditas en el clítoris de vez en cuando. Sus tetas ya no eran acariciadas, ahora estaban siendo estrujadas, apretadas y pellizcadas. Su coño estaba completamente encharcado, se notaba que estaba pasándolo bien. A mi me habría encantado estar en su lugar.