Ana de vacaciones (3)

Final de la aventura de Ana con los viejos.

Me quede de piedra, era mi cuñado Jorge. Iba vestido como si viniera de hacer deporte, y llevaba la bolsa de tenis. Aunque yo ni siquiera había follado, mi pinta era desastrosa y me entro miedo de que se lo contase a mi hermana Marta.

  • Hola Jorge. ¿Qué haces aquí?

  • He estado jugando a tenis en el club. Se me ha hecho tarde y he quedado ahora con Marta (mi hermana). Ni siquiera me he duchado. ¿Llevas coche? ¿Me puedes acercar al piso?

Aunque sabia que me retrasaría con los viejos, me daría una oportunidad de pedirle que no se lo contase a mi hermana, así le dije que de acuerdo.

Jorge me miro con detenimiento, entramos en el coche y arranque. Durante un momento no dijo ni una palabra, y yo no sabia como comenzar la conversación, al cabo de unos minutos, me dijo:

  • Llevas una pinta rara, vas bastante desastrada, aunque la impresión es muy sexual. - no se si se refería a los cuajarones de semen reseco que llevaba en el cuerpo o a que iba medio desnuda.

  • De eso quería hablarte - le conteste, decidí ser sincera con él - he conocido a unos amigos y estaba pasando la tarde con ellos. De hecho, estaba comprando algunas cosas para continuar la fiesta con ellos. Por favor, no se lo digas a Marta. No le gusta como me dejo tratar cuando estoy de fiesta. Dice que no me respeto. Pero yo me lo paso bien, y no hago daño a nadie.

  • Algo me ha contado Marta de tus fiestas y de los novios que has tenido. No te preocupes, yo me encargo de ella.

Me entro un gran alivio al oír esas palabras, Jorge tiene una gran influencia sobre Marta, y saber que me apoyaría, hizo que me sintiese agradecida. Por mi mente paso el jueguecito que habíamos tenido por la mañana en la playa (cuando en el agua, jugaba a darme palmadas en las tetas) y lo caliente que me había puesto con él. Que además fuera a defenderme ante mi hermana, subía aún más alto el pedestal en el que yo ya lo tenía. Mi cuñado era un tío fantástico, estaba claro que controlaba las situaciones mucho mejor que yo. Tras unos segundos en silencio, mientras yo intentaba encontrar las palabras para agradecerle lo que iba a hacer por mí, dijo de repente:

  • Por favor para el coche a un lado.

No entendí porque quería que parase, pero confiaba en él plenamente, así que pare el coche en el arcén de la carretera en la que nos encontrábamos. Sin decir una palabra, me quito el cinturón de seguridad. Me subió la camiseta por encima de mis tetas, y me volvió a colocar el cinturón. No dijo ni una palabra, y yo tampoco, simplemente me deje hacer.

  • Arranca y llevame al al piso.

Le obedecí. Estaba flipando, y me excite muchísimo, estaba conduciendo con las tetas al aire y las ventanillas bajadas. Estábamos ya dentro del pueblo y había bastante gente por la calle, ni siquiera me fije en si me vieron o no, aunque cualquiera que hubiera mirado hacia dentro del coche, habría visto mis melones perfectamente. Era un trayecto corto y no dijimos ninguna palabra durante el mismo. Mi coño rezumaba jugos y notaba el tapón de la botella que aún llevaba en el culo.

Al llegar a nuestra calle, vi a mi hermana asomada al balcón. Seguramente estaba esperando a Jorge. Pare en la puerta de los apartamentos, para que se bajase. Sin decir una palabra, Jorge apago el contacto del motor, y me volvió a quitar el cinturón. Con la mano izquierda me agarró de la nuca y acercó mi cabeza a su paquete, mientras se sacaba la polla con la derecha. Estaba completamente empalmado y yo simplemente abrí la boca para que entrase toda. Me llego hasta la garganta.

Jorge sujeto mi cabeza por los lados con ambas manos y la movió arriba y abajo follándome la boca con golpes secos y violentos. Fue muy rápido y al quinto o sexto empujón, hundió mi cabeza hasta el fondo, mi nariz se presionaba su vello púbico y comenzó a correrse en mi boca. Soltó cuatro o cinco chorros que fueron directamente a mi estomago, luego se quedo completamente quieto. Su verga se estaba desinflando dentro de mi boca, lo cual aproveche para recorrerla entera con mi lengua, bañandola en mi saliva y sorbiendo hacia dentro. Quería devorar el poco semen que no estuviera ya en mi estomago.

Al cabo de unos minutos, me empujo, apartándome de él, y volviendo a esconder su polla. Salio del coche, recogió la bolsa y con tono autoritario me dijo.

  • Vete con tus amigos, ya hablaremos.

Yo me quede mirándolo, con cara de bobalicona, estaba extasiada, no tenia ni idea de que mi cuñado supiera exactamente como me gusta que me traten y que lo hiciera tan bien. Estaba aún con las tetas al aire y parte de la saliva que tenia acumulada en mi boca goteaba de mis labios. No sabia si mi hermana nos había visto, y no quise saberlo. Arranque el coche y me dirigí hacia el chalet de Don Higinio. Estaba tan sorprendida por lo que había pasado, que ni siquiera fui consciente de que iba con las tetas al aire hasta que llegue al chalet.

Descargue las bolsas del coche, y entre en el chalet, saludando

  • Hola, ya estoy aquí.

Estaban todos en la sala principal, y me saludaron.

  • Hola Ana, veis como ya ha vuelto. Ya sabía yo que, con lo puta que es, volvería a por su ración de polla. - dijo Don Alberto - Mis amigos estaban preocupados de que te hubieras asustado y no volvieses.

  • Para nada Don Alberto. ¿Cómo voy a asustarme de ustedes si me tratan como a mi más me gusta? No se preocupen por eso, que su putita siempre estará aquí para ustedes. Les he comprado cosas para cenar, para que podamos seguir jugando conmigo sin ninguna distracción.

  • Bien hecho, cerda. ¿Qué has traído para cenar?

  • Para ustedes he comprado comida fría para que no tengan que cocinar, aunque si quieren les puedo cocinar algo. Yo por mi parte, y si me lo permiten, estaré muy contenta de cenar sus vergas y tomarme toda su rica leche.

  • Bueno, ya la habéis oído. Tomemos el viagra y comamos algo mientras hace efecto. Mientras tú, guarra, desnúdate del todo y ve chupándonos las pollas, hasta que nos empalmemos, dos minutos a cada uno.

Don Higinio les dio una pastillita a cada uno, mientras me decía:

  • Ya no somos unos críos y queremos darte lo que te mereces, por eso tomamos esto. A propósito, ¿sigues llevando el tapón?

  • Sí, Don Higinio

  • Pues mantenlo ahí, hasta que te digamos

Pusieron toda la comida que había traído en la mesa de las cartas, y se sentaron a comer. Yo, obediente, me arrodille debajo de la mesa y comencé a mamarles las pollas. Mientras comían hablaban de sus cosas: de fútbol, de amigos comunes, de aquella puta que uno se había follado hace tiempo, de vez en cuando me mencionaban, para insultarme, diciendo lo guarra que era, o que nunca habían conocido a una tía tan puta como yo. En una ocasión le preguntaron a Don Francisco de que conocía a mi padre.

  • Estuvo reparándome algunas maquinas en la fabrica, las fresadoras y los tornos. Al final nos enfadamos y pase de pagarle los últimos trabajos.

  • ¿Por qué os enfadasteis?

  • En una comida de negocios, se puso muy borracho, luego nos fuimos de putas. Estábamos con dos mulatas que nos las estaban chupando, y a él no se le empalmaba. Supongo que era por la borrachera, pero el insistía que la puta no la sabia chupar, que su mujer lo hacia mucho mejor que nadie. Total que lo pique, y al final me prometió que su mujer me la chuparía para que pudiera comprobarlo y juzgar por mi mismo. Al día siguiente tras la resaca, no quiso saber nada del asunto. Y ya sabéis que para mi la palabra de un hombre es sagrada. Después de eso, no quise saber nada de él, y aunque aún le debía unas facturas no quise pagárselas, por no tener palabra. Y mira por donde, su mujer no, pero aquí esta su hija chupándomela y lo hace mejor que la mulata, quizás la puta esta lo heredo de su madre y el gilipollas tenia razón.

  • Dinos guarra, ¿la chupa la puta de tu madre mejor que tú? – dijo Don Alberto.

  • No podría decirle señor. La he visto chupando pollas y creo que lo hace muy bien, aunque yo también me esfuerzo todo lo posible. En todo caso espero que algún día se las chupe a todos ustedes. Don Francisco tiene razón, y el cabrón de mi padre debería de haberle ofrecido a mi madre para que pudiera comparar. - estaba realmente indignada con mi padre, por no ser lo bastante hombre para mantener su palabra. – Don Francisco, hace usted bien en no pagarle, y creo que no debería de hacerlo hasta se corra en la boca de mi madre. Es más creo que para compensar, debería de exigir a mi padre que además de comerle la verga, se la tiene que follar usted y todo aquel que usted quiera. Sí, estoy convencida de que es lo justo, mi padre debería de prestarle a mi madre una temporada para que usted hiciera lo que quisiera con ella.

  • No es una mala idea, y creo que tú deberías de estar con ella, para ayudarla, y enseñarle a ser una zorra obediente. – dijo Don Francisco.

  • A mi a quien me gustaría follarme es a la tía buena que estaba a tu lado en la playa, tu hermana ¿no?. No le vi la cara al estar tumbada, pero tiene un culito de muerte.- dijo Don Alberto.

  • Esta casada, y no se si a su marido le gustaría, pero puedo pasarles fotos de ella. E incluso fotografiarla desnuda - conteste yo. – Aunque sería fantástico estar con mi hermana y madre sirviéndoles.

  • Vaya familia de putas, bueno basta de hablar y a lo tuyo - me dijo Don Higinio, a quien se la estaba chupando en ese momento.

El pensar que estos viejos salidos, pudieran follarse a mi madre y hermana, y el haberme ofrecido yo a ayudarles me hizo sentirme aún más rebajada, y consecuentemente más cachonda. Soy consciente de que sería casi imposible, pero como fantasía, que mi madre y mi hermana se unieran a mí sirviendo a estos degenerados, era insuperable.

Estuve casi una hora mamando pollas, hasta que las pastillas hicieron efecto y comenzaron a empalmarse. Durante ese tiempo, de vez en cuando me daban alguna bofetada, o empujaban mi cabeza contra su entrepierna y me la apretaban sin dejarme respirar.

Como iba siendo la tónica, el más vicioso era Don Higinio. Una de las veces que le estaba chupando su flácida polla, me inmovilizo la cabeza cogiéndome de la coleta, y comenzó a orinar con su pene dentro de mi boca. Mientras me decía: "no te lo tragues, ya lo limpiaras luego". Así, que aunque ya había tragado una poca, deje que su orina rezumase de mi boca, cayendo sobre mis tetas, y luego al suelo. Los demás apartaron los pies aunque yo no tenía más remedio que permanecer arrodillada en el charco, mientras iba de un rabo a otro. Al final, me dolían las piernas, y tenia las rodillas arañadas del roce con el suelo, pero por nada del mundo habría querido salir de allí. Me encantaba como me estaban humillando, y mi coño estuvo todo el rato soltando jugos. Era una excitación continuada y bastante tranquila, y en mi cabeza no había otra idea que adorar la polla que tuviera en la boca en cada momento.

Al final fueron ellos, los que ya empalmados y bien comidos, me sacaron de debajo de la mesa. Decidieron que estaba muy sucia para follarme, ya que al semen y esputos secos que adornaban mi cuerpo, ahora se había añadido la orina de Don Higinio, con un fuerte olor a rancio.

Salimos al jardín y me sacaron el tapón de corcho del culo. Conectaron una manguera y me regaron bien a toda presión. El agua estaba helada, y a pesar de ser verano, enseguida comencé a titiritar. Mis pezones, se pusieron de punta. Estaban grabándolo todo en video, y mientras ellos se iban pasando la manguera entre ellos para mojarme, me pedían que adoptase posturas para poder limpiarme mejor

  • Levántate esos melones que tienes con las manos. No por abajo no, cogelos de los pezones, y tira hacia arriba. Ahora muerdete un pezón y sujétate la teta con la boca.

  • Ana, ponte a cuatro patas con tu culo mirando a nosotros, ahora apoya la cara en el suelo y abre las nalgas todo lo que puedas con las manos. Mira hacia la cámara, que se te vea bien la cara. ¡ Y sonrié coño ! - yo les obedecía y el chorro de agua fría iba a mi ojete expuesto de esta manera.

  • Siéntate en el suelo, separa mucho las piernas y ábrete bien ese coño de guarra, estirando de los labios.- y mi coño recibía el mismo tratamiento que mi culo.

Para finalizar, me hicieron arrodillarme y ajustando la manguera a toda presión la metían y la sacaban de mi boca como si fuera una polla. El agua salía de mi boca, yo no podía respirar y tuve mucho miedo de ahogarme. Afortunadamente, a los treinta segundos, la sacaron de mi boca y tosiendo y boqueando mucho pude respirar. Ni que decir tiene que ellos se partieron el culo, viendo mi cara de miedo y mis esfuerzos por respirar. Les gusto tanto que lo repitieron varias veces.

A estas alturas, ellos ya estaban completamente empalmados, y yo temblando de frío así que entramos en la casa para follarme.

Don Higinio me mando que entrase en el cuarto de baño y me secase mientras ellos organizaban como iban a follarme. En el cuarto de baño, me seque bien el pelo y el cuerpo y me unte un poco de crema para las manos por el ano.

Cuando salí de asearme, me escribieron "PUTA" en letras grandes en la frente con un rotulador. Me hicieron arrodillar, pusieron la cámara de fotos en automático, y nos hicimos varias fotos de grupo, mi cara rodeada de sus pollas. Yo salí con una sonrisa enorme en todas las fotos.

Luego Don Alberto me llevo a una habitación, y me dijo:

  • Te vamos a follar aquí por turnos. Lo hemos sorteado y yo soy el primero. Mientras uno de nosotros te esta follando, el resto se estará calentando viendo los videos y fotos que te hemos hecho y preparando tu regalito.

  • ¿Regalito?

  • Sí. Queremos hacerte un regalo por lo bien que te has portado. Luego veras que es. Ahora acuéstate y ábrete bien de piernas.

Don Alberto me estuvo follando bien duro, durante una media hora, por el coño y el culo. Luego para descansar me hizo mamarsela unos quince minutos. Luego me puso a cuatro patas y me follo por el culo hasta que se corrió dentro. Al correrse cayo encima de mi espalda y se quedo un rato inmóvil. Yo notaba su peso encima de mí, su polla haciendose pequeña dentro de mi culo, y su aliento apestoso en mi cuello. No lo pude evitar y me corrí. Tuve un orgasmo largísimo e intenso, que me dejo sin fuerzas. Cuando se levanto, no se de donde lo saco, pero me metió el tapón de corcho que llevaba antes de nuevo en el culo. Estaba visto que el tapón y yo aún no habíamos terminado.

Don Alberto salio de la habitación, mientras yo seguía ronroneando como una gatita. Al rato entro Don Fernando.

Me follo de forma similar a Don Alberto, también hizo una pausa para que se la chupase. La única diferencia es que tuve el culo ocupado todo el rato. Solo me sacaba el tapón para meterme la polla. Y cuando sacaba la polla de mi culo para follarme otro agujero volvía a meterme el tapón. Don Fernando también se corrió dentro de mi culo, y volvió a dejarme el tapón puesto. Me corrí tres veces con él, aunque ninguna de vez de forma tan intensa como con Don Alberto.

El siguiente en entrar fue Don Benigno, al verlo entrar tuve un poco de miedo de que no quisiera usar condón, aunque estaba dispuesta a dejarlo si el así lo quería. Afortunadamente llevaba un preservativo en la mano. Mientras se lo ponía, yo acostada en la cama, me abrí de piernas todo lo que pude, sujetándome los tobillos con las manos, y le dije suplicante – Por favor, Don Benigno métamela bien hondo.

Debio de ser todo un espectáculo para él, verme así de ofrecida, con mi coño totalmente abierto, y el tapón asomando del culo. Se puso hecho un toro, me penetro de un solo golpe y comenzó a bombear fuerte y duro. No dejaba de insultarme, y babeaba encima de mí:

Toma puta de mierda.

Esto es lo te gusta cerda asquerosa.

Te voy a dejar el coño como la boca del metro.

El culo no me lo toco, y el tapón siguió en su sitio. Aunque me gustaba como me follaba, no llegue a correrme. Acabo muy rápido, y se corrió con un pequeño grito. Yo a estas alturas, tenia las tetas llenas de su saliva. Sujentando la base del condón, se salio de mí, y se quedo tumbado en la cama recobrando el aliento. Yo mientras me restregaba su saliva por las tetas con una mano, y me acariciaba mi pepitilla con la otra. Con mucho cuidado de que no se derramase nada, se quito el condón, le hizo un nodo en el extremo abierto y se fue de la habitación.

Pasaron unos minutos, durante los cuales yo seguía acariciándome. Quedaba Don Higinio. Al entrar, vi que había perdido la erección. Me dijo:

Yo no he tomado viagra, soy demasiado mayor y sufro del corazón. Tampoco puedo hacer esfuerzos, así que no voy a follar tu coño asqueroso. Así que ponte a lamerme.

Se acostó boca arriba en la cama, abrió las piernas y yo me puse a cuatro patas entre ellas. Estuve una media hora lamiendo y chupando su flácida polla. El de vez en cuando me daba palmadas en el culo y en las tetas, una bofetada en la cara o apretaba el tapón de mi culo con sus dedos. Le lamí las pelotas, y con mucha delicadeza me las metí en la boca, primero de una en una, luego las dos a la vez. También le lamí, detrás de sus cojones, hasta donde empezada su ano. Pensé en lamerle el ano, pero finalmente no me atreví y él no me lo pidió. Fue todo muy lento y delicado, y a pesar de que ninguno de los dos tuvo un orgasmo, fue muy sensual y bonito. Yo hubiera seguido así toda la noche, pero en un momento dado el dijo – ya esta bien, vamos fuera – y salimos de la habitación, el fue a ponerse algo de ropa y yo al comedor donde estaban todos los demás.

Se habían puesto los pantalones cortos y camisas que llevaban al principio. Habían abierto otra botella de cava, y habían servido cinco copas. En la mesa, había un ordenador portátil conectado.

¿Qué tal Ana?, como te lo has pasado – dijo Don Alberto. – son las 2 de la mañana ya va siendo hora de que finalicemos. Nuestras mujeres nos esperan en casa y mañana tendremos que ir a la playa con ellas.

Ha sido maravilloso, me ha encantado conocerles, y espero que lo podamos repetir en otra ocasión. Sepan también que yo siempre estaré a su disposición para todo lo que ustedes quieran. Incluso pueden ofrecerme a sus amigos que yo me entregaré gustosa si ustedes quieren.

Bueno, como has sido una buena putita, te hemos preparado un regalo. Mira la pantalla del ordenador.

El ordenador tenia abierto un navegador abierto en la dirección: http//www.ana-xxxx.com (las xxxx son mis apellidos). En la página se mostraba mi DNI por ambos lados, mi dirección y teléfono y debajo bajo el título "Lo que me gusta en mis vacaciones de Verano" se veían unas 30 de las fotografías que me habían tomado. Incluso había un par de las fotos que Don Alberto me había hecho con el movil en la playa. Mi cara se reconocía perfectamente en todas las fotos y en algunas era posible apreciar mis expresiones de felicidad. Además de mis fotos en solitario donde aparecía desnuda y exhibiéndome como ellos me habían indicado, habían otras en las que aparecía rodeada de sus pollas o metiéndomelas en la boca, o con semen goteando de mi boca.

Era fantástico, mi propia página web. Era un regalo maravilloso, y casi me pongo a llorar de la emoción y agradecimiento. Yo ya estaba más que satisfecha por como habían ido las cosas, y que encima hubieran tenido ese detalle. Les di las gracias de todo corazón. Don Alberto dijo:

Dos cosas, primero hemos cargado la página a tu tarjeta, así que no se te ocurra rechazar el cargo.

No se me ocurriría nunca hacer tal cosa Don Alberto. Si me encanta la página.

Segundo, aunque no nos veamos, quiero que de vez en cuando vayas subiendo fotos nuevas a la página. Supongo que ya sabes que tipo de fotos nos gustan. Ahora te explico como hacerlo y espero que tu cerebro de mierda no lo olvide.

Así lo haré Don Alberto, pondré todo mi esfuerzo en aprender como subirlas y en hacerme fotos que les gusten.

Don Alberto me enseño como hacer para añadir nuevas fotografías en la página, necesitaba un nombre y una contraseña, que eran Ana/guarra. Luego me hizo firmar cuatro copias de un contrato que habían preparado. En el contrato ponía que había participado en todas las actividades que habían tenido lugar ese día voluntariamente, que era consciente que esas actividades incluían actos sexuales, que me habían pagado 100 euros por ellas (obviamente no me pagaron nada), que estaba satisfecha por como se había desarrollado y que renunciaba a cualquier tipo de reclamación y que cedía mis derechos sobre los materiales gráficos y audiovisuales que se habían realizado a Don Alberto. Firme las cuatro copias.

Finalmente cada uno tomó una copa de cava, cuando cogí la mía. Don Francisco dijo, - espera Ana, falta nuestra contribución a tu brindis.

Me retiro la copia y me hizo inclinar, poniendo la copa debajo de mi ano, retiro el tapón, al tiempo que me pedía que hiciera fuerza. Salio un chorrito del semen que tenia dentro que fue a caer en mi copa. Me devolvieron mi copa, y Don Benigno saco el condón anudado y con su semen dentro y lo hecho dentro de mi copa, diciendo – esto es de mi parte.

Ya estaba muy emocionada, y al ver que hasta el final pensaban en mí, me salieron un par de lágrimas de felicidad. Ellos no me hicieron ningún caso, y brindaron "por que Ana reciba toda la polla que merece", y todos nos bebimos nuestras copas. A mi me costo hacer pasar en condón entero por mi garganta, pero lo hice. Tras esto, Don Higinio me dijo – y ahora largo de mi casa, zorra asquerosa. – recogí lo que quedaba de mi ropa desperdigado por la habitación, mi bolso y salí de la casa. Me vestí como pude fuera de la casa, arranque mi coche y volví al piso. Estuve llorando de emoción y felicidad todo el camino.

Al entrar en el piso, oí ruido en la habitación de mi hermana y su marido. La puerta estaba entreabierta, así que muy cuidadosamente me asome a mirar. Jorge estaba acostado boca arriba en la cama, y Marta estaba a horcajadas encima de él dando saltitos. Ella me daba la espalda y le tapaba a él, así que no me veían. Pero yo podía ver como mi hermana se estaba enculando ella misma sobre la maravillosa polla de Jorge. Volví a sentir envidia de ella, por tenerlo. Estuve un rato mirándolos, y no pude evitar acariciarme el coño mientas los veía. Cuando iban a cambiar de postura, y sin hacer ruido me fui a mi cama. Puse el despertador a las 8 de la mañana, para prepararles el desayuno antes de que se levantaran y me fui a dormir, con la seguridad de que iba a tener unos dulcísimos sueños.