Ana de vacaciones (2)

Continua el encuentro de Ana con los viejos.

Deje mi historia conmigo desnuda arrodillada, rodeada de cuatro viejos asquerosos, y dispuesta a dejar que hicieran conmigo lo que quisieran. Ellos aún seguían vestidos, sentados y Don Higinio, que parecía que era el que llevaba la voz cantante, me ordeno:

-Puta, ven hacia aquí.

Hice ademán de levantarme, pero me corto en seco. - Así no, a cuatro patas como la perra que eres.

Estaba muy excitada, y me encantaba que me tratasen así. así que me volví a arrodillar y me acerque gateando hacia donde él estaba. Mientras gateaba les volví a explicar mis intenciones.

  • Quiero que hagan conmigo lo que les apetezca, mi cuerpo y mis agujeros están a su completa disposición. Por favor abusen de mi todo lo que quieran, y trátenme tan bruscamente como le de la gana. Me gusta que mi macho se satisfaga conmigo, y espero que queden contentos con esta puta.

  • Ya veremos si eres tan puta como dices. - dijo Don Higinio, había abierto las piernas y yo me había arrodillado entre ellas. Me sujeto de la nuca y empujo violentamente mi cara contra su paquete. Comprendí lo que quería y yo misma comencé a frotar mi cara contra su bulto. Notaba su erección a través del ligero pantalón de verano que llevaba. Estuvimos así unos diez minutos, ambos gimiendo, de vez en cuando me daba una pequeña bofetada. Mientras por el rabillo del ojo, vi como el resto de los viejos se desnudaban.

Don Francisco se puso a mi lado me agarro de la coleta, y violentamente me arrastro, alejándome de Don Higinio. Estaba rodeada de los tres viejos. Desnudos perdían mucho, los tres tenían grandes barrigas y sus penes no eran muy grandes, unos doce centímetros, eso sí los tres estaban bien erectos. La verga de Don Benigno tenia unas manchitas blancas.

Sin soltarme la coleta, Don Francisco me metió su polla en la boca hasta la garganta. Todos mis novios me han hecho lo mismo, así que estoy acostumbrada, y no me dieron arcadas. Sin embargo después de toda la tarde bebiendo, orinando y sudando, su pene olía a rayos. Notaba sus pelotas pegadas a mi barbilla y mi frente presionaba su barriga.

Mientras los otros dos se dedicaban a tocarme las tetas, y a pasar sus manos por mi entrepierna metiendo sus dedos en mi coño y culo. Don Francisco se dedico a follarme fuertemente la boca, sin moverse él, moviéndome la cabeza sujeta por la coleta. De vez en cuando, me la metía hasta el fondo, me hacia mirar hacia arriba, y me apretaba la nariz.

Comencé a soltar muchas babas y un hilo de mi saliva conectaba su polla con mi boca cuando me la sacaba. Lo humillante de la situación, hacia que me pusiera a mil, y mi coño estaba chorreando. No se quien me metió varios dedos en mi coño mientras me acariciaba el clítoris con el pulgar y me corrí bestialmente, con los ojos en blanco y la boca desencajada.

Me quede sin fuerzas y caí al suelo, mientras ellos bromeaban diciendo que la guarra se había corrido, yo solo podía murmurar: - gracias, gracias, gracias,...

Me dejaron descansar unos minutos, y me volvieron a arrodillar entre ellos. Estuvieron casi una hora dándome este tratamiento, se iban turnando en mi boca. La polla de Don Benigno olía especialmente mal, y con sus manchitas blancas me dio un poco de aprensión, pero cuando me la metió se la chupe igual que al resto. Don Higinio había estado grabándonos un rato, dejo la cámara grabando en posición fija, luego se desnudo y también se unió al grupo para que se la chupara.

Me corrí seis veces, aunque ninguna tan fuerte como la primera. Ellos se corrieron una vez cada uno. El primero en correrse fue Don Francisco, dentro de mi garganta, cuando la saco manchada de lefa y mis babas, le dije: - en mi pelo, límpiese en mi pelo.

Me deshizo la coleta, se limpio la polla en mi pelo y se desplomo en el sillón.

Don Benigno se corrió dentro de mi boca, y Don Alberto en mi cara. Don Higinio que fue el último me hizo abrir la boca, y sacar la lengua, para pajearse y que la leche cayera en ella. Don Alberto le ayudo en la tarea situándose detrás de mi y metiendo sus dedos índices, como garfios, en la comisura de mi boca, estirando para que estuviera más abierta.

Una vez se hubo corrido inclino la cabeza y dejo caer un gran salivazo en mi lengua. Mientras me decía: - Cierra la boca y trágatelo todo. - al igual que los demás se limpio la verga en mi pelo.

Tras haberse corrido todos, se tumbaron en los sofás recuperando el aliento. Yo estaba en la gloria y me entro miedo de que ya no pudieran seguir más. Tenía muy claro que lo importante era su placer no el mío, y que se acabaría cuando a ellos les diera la gana, pero quería que siguieran abusando de mi, así que les dije: - Me encanta como me tratan. ¿Van a seguir usando a su puta?

  • Claro, puta de mierda, solo estamos recuperando el aliento. Pero tranquila, no te iras hasta que nos descargues los huevos por completo.

  • Sí, vaca, aún te queda mucha leche por tragar.

  • Vaya suerte hemos tenido al encontrar a esta guarra.

Mientras ellos se recuperaban yo iba de uno a otro, sonriéndoles agradecida y lamiendo sus flácidas pollas. Esta vez, más calmados, fui yo la que marcaba el ritmo, y con mucha delicadeza y amor, lamía sus arrugadas y peludas pelotas, metiéndomelas con mucho cuidado en mi boca, luego metía sus blandas vergas enteras en mi boca y las acariciaba con mi lengua. A pesar de no ser gran cosa, y pertenecer a unos cuerpos asquerosos adoraba aquellas vergas, y quería darles el homenaje que se merecían. Así que hablaba a sus pollas y les decía cosas como: "Muy bien, preciosa, me has dado mucho placer. Déjame que te cuide, y luego probaras mis agujeritos, que son para ti."

Conversaban entre ellos sobre todas las barbaridades que me iban a hacer, insultándome y hablando de mí con mucho desprecio, como si solo fuera un trozo de carne a su servicio. De vez en cuando, me daban una bofetada, un cachete en una de las tetas o me retorcían un pezón. Así era exactamente como me quería sentir. Mi coño rezumaba solo de oírlos.

Don Higinio me mando que le trajera una botella de champán del frigorífico. Cuando se la entregue, la agito y mientras la abría apunto hacia mí.

  • Vamos a brindar, y tu guarra quédate ahí quieta. Voy a ver si te acierto en una teta con el corcho.

  • Higinio, con ese blanco tan grande no puedes fallar.

El corcho me dio en la teta derecha, y me hizo bastante daño, seguro que me saldría un buen maratón. Pero sonreí contenta de que hubiera acertado en el blanco. Mientras ellos comentaban su buena puntería, se sirvieron champán, Don Higinio me hizo recoger el tapón y que se lo entregara, lo mojo en su copa y sujetándolo con dos dedos, me lo metió en el coño sin ningún miramiento, estaba tan mojada que entro muy fácilmente. Luego sacándolo de mi coño, y diciendo - toma para que lo pruebes - me lo metió en la boca. Le di un par de chupetones y lo saco de mi boca.

  • Higinio, la zorra se esta portando bien, deja que beba un poco - dijo Don Alberto llenando un vaso de champán - simplemente hay que darle su sabor favorito - se descapullo el prepucio y mojo su polla en el vaso.

Los demás también quisieron contribuir a dar sabor a mi bebida, y el vaso fue pasando por todos para que lavaran sus pollas en él. Yo mientras, me relamía , y seguía con la mirada el vaso. Don Francisco, que era el último, se dio cuenta y tras introducir su miembro en mi vaso, me pregunto

  • ¿Qué opinas cerda? ¿ te parece bien que le demos sabor a tu bebida ?

  • Me encanta, que se preocupen por mí de esa manera. Y con mucho gusto me tomare cualquier cosa que venga de ustedes.

  • Pues trágate esto también - y sorbiendo por su nariz y carraspeando, soltó un escupitajo grande, verde y muy denso dentro de mi vaso. Luego me paso el vaso. La flema verde flotaba en el líquido. De un solo trago, pero muy despacio, me tome mi bebida. El escupitajo lo retuve en la boca, quería paladearlo, sentir su textura y fuerte sabor.

Finalmente con poco de esfuerzo para que pasara por mi garganta me lo trague. Se habían excitado con mi exhibición de guarra, y Don Alberto dijo – Venga, vamos a follarnos a esta golfa.-

Don Benigno le interrumpió,- ¿Alguien tiene condones?

Me paso por la cabeza la imagen de mi misma volviendo a casa, rellena de su semen, con el coño dejando caer gotas en el suelo, y me pareció que eso seria lo correcto, que esta fiesta debería de finalizar de esa manera. Se que la mayoría de los hombres prefiere hacerlo sin condón, así que le conteste, - No se preocupe, le juro que estoy sana, y me encantara hacérmelo a pelo con todos ustedes. Pueden correrse dentro si quieren.

Había pasado mi ovulación, no me preocupaba un embarazo, y me sentía tan servil, que aceptaría que me pegasen algo.

  • No es por ti, trozo de mierda, una guarra me pego unos hongos, y si te follamos a pelo, tú y mis amigos vais a estar un mes con picor en los bajos.

  • Pues no te preocupes Benigno - dijo Don Alberto - nosotros nos la follamos a pelo y tú con condón, y el último día cuando nos volvamos a Madrid te la tiras sin condón para disfrutarla. Total ya habremos acabado con ella, y si le pegas algo, que se joda la puta.

Que hablaran con tanto desprecio por mi, me puso aún más cachonda, así que no pude evitar decir - Es una idea buenísima, y no se preocupen, seguro que me curo antes de volver a verles.

No había condones, y estaba bastante claro que Don Benigno me quería follar como todos. Hablaron sobre que hacer, y todos estuvieron de acuerdo, en que fuera yo como estaba, sin limpiar, a comprarlos. La farmacia estaba en el centro del pueblo, y sabían que me vería mucha gente. Les divertía la idea de que me exhibiera y humillase públicamente. No se porque, pero a mí la idea también me puso a mil. Así que me mandaron ir con el coche a la farmacia del pueblo a comprar los condones.

Me puse la ropa con la que había llegado, sin mi tanga. Entonces, me acorde y les dije, - no me queda dinero para los condones...

  • Ya te las apañaras, pero compra bastantes. - me contesto Don Alberto.

Me acompañaron al exterior, y cuando estaba abriendo la puerta del coche, Don Higinio me dijo - espera toma un trago para el camino - mostrándome los restos de la botella de champán.

Y diciendo - Pero como no queremos que te quiten puntos si te para la policía... - me empujo de la cabeza hasta que quede de pie, fuera del coche con la puerta abierta y la cabeza apoyada en el asiento del conductor. Me metió un par de dedos en el coño, removiéndolos y empapándolos bien en mis flujos. Luego los uso para lubricarme el ano, y meterme el cuello de la botella por el mismo. La inclino hasta que el poco liquido que quedaba se deslizo por mi recto, me metió el tapón de corcho de la botella en el culo y me dijo - así no se saldrá, no te lo quites y límpiame antes de irte - metiéndome tres de sus dedos en la boca.

Me senté en el coche y arranque el motor, Don Francisco se ve que le había tomado gusto a que escupir, porque inclinándose por la ventanilla abierta, me lanzo otro escupitajo verde y denso, que se quedo pegado a mi frente, mientras decía - tampoco te quites esto. Todos se rieron y burlaron de mi, y yo mirándoles con una amplia sonrisa, y los ojos llenos de devoción, me despedí diciéndoles que volvería enseguida, mientras escuchaba sus burlas y carcajadas.

El trayecto hasta el pueblo era de unos 10 minutos, fue bastante incomodo conducir pues al sentarme se me había clavado más el tapón en el culo, el liquido de mi recto goteaba y notaba como estaba poco a poco mojando el asiento, además el lapo se había ido deslizando y me tapaba el ojo derecho. No quería limpiármelo, así que me frotaba el parpado con el dedo, restregando el lapo para poder ver y luego me chupaba el dedo.

Mi primera preocupación fue como pagar los condones, afortunadamente recordé que llevaba el bolso con la tarjeta así que podía pasar por el cajero y sacar dinero.

Mientras conducía se me paso por la cabeza irme a casa y no regresar con los viejos. Habían abusado de mi, me había costado dinero y ahora iba a humillarme delante de todo el pueblo por un simple capricho suyo. Además sabía que si volvía, seguirían abusando de mi. Es cierto que había disfrutado mucho, pero no sabia lo que me iba a costar y me entro un poco de miedo de continuar.

Aparque delante de la sucursal, y al salir del coche me ví reflejada en el cristal de la entrada. Estaba echa un desastre, pegotes de semen en mi pelo y cara, un lapo reseco encima de mi ojo derecho, un tapón de corcho en mi culo, iba casi enseñando las tetas, y tenia unos chorretones de champán en las piernas. Parecía una puta después de una noche de mucho trabajo, y a mi ni siquiera me habían follado.

Al verme reflejada, pensé en unos momentos antes cuando me estaban follando la boca, lo a gusto que estaba. No se porque pero me sentí muy orgullosa de tener a cuatro hombres para ordenarme, para servirles. El hecho de que fueran viejos y asquerosos y bastante viciosos, y yo una chica joven y atractiva me hizo apreciarlo más. No tenia ningún sentido, no me entendía a mi misma, pero sabia que para mi lo más importante en aquellos momentos era volver con ellos y demostrarles mi sumisión. Más importante que mi reputación o que yo misma, más importante que mi hermana o mi familia. Me sentía como si estuviera enamorada de ellos, o más bien enamorada de como me trataban, a pesar de saber perfectamente que yo para ellos solo era un pasatiempo, un recipiente para follarselo y llenarlo de semen, alguien a quien humillar y de quien burlarse.

Pensé que cuando finalizasen las vacaciones, volverían a su ciudad de origen, y presumirían ante sus amigos de la jovencita que se habían follado en vacaciones, les enseñarían mis fotos o videos para probarlo, quizás les hicieran copias y sus amigos se pajearan viéndome. Sus amigos les tendrían envidia, y ellos estarían orgullosos de haberme conocido y darme el repaso que me estaban dando.

Hice un resumen mental de la situación, mis viejitos estaban e iban a pasar un buen rato conmigo, les quedaría un buen recuerdo de mí, y sus amigos se calentarían imaginando que eran ellos los que habían estado conmigo. Ahora comprendía lo que sentía y tenía sentido, además no podía negarme a mi misma, estaba disfrutando y tenía que aceptar y apreciar lo que era y lo que quería ser: una puta al servicio de cualquiera que disfruta haciendo que otros disfruten.

Me sentí mucho más reafirmada, y agradecida a los viejos por toda la situación, así que entre con una expresión de orgullo en el cajero y saque 800 euros (el límite de mi tarjeta). Al volver al coche, comprobé que uno de los viejos me había rallado un lateral, probablemente mientras me metían la botella, con algo metálico habían escrito: "Puta al volante".

Sonreí ante la declaración, me iba a costar una pasta pintar el lateral de nuevo, quizás seria mejor dejarlo tal y como estaba. Aparque en el centro del pueblo, y fui hacia la farmacia, todo el mundo me miraba. Después de comprar dos cajas de condones, pensé que ya eran las ocho de la tarde y como probablemente iban a follarme un buen rato, lo mejor seria que les comprase algo de cenar. Yo por mi parte con poder comerme sus pollas y tragarme su leche me daba por satisfecha.

Entre en el supermercado, y en veinte minutos hice la compra. Como no sabia que les gustaría, compre de todo para hacer tentempiés y sandwiches. Todo de la mejor calidad y de lo más caro: jamón ibérico, el mejor paté, embutido del mejor, varias botellas de vino bueno, marisco frío,...eso si, todo se podía comer sin cocinar, no quería que perdiésemos el tiempo. En total la compra fueron unos 300 euros. Era tarde y no había mucha gente en el super, pero mientras pagaba note que la cajera me miraba con asco. Pobrecita, si supiera lo contenta que estaba yo de proclamar a los cuatro vientos mi condición de puta guarra.

Cargue el coche con la compra, devolví el carrito del supermercado, y cuando regresaba al coche, me cruce con mi cuñado.

  • ¡Ana! ¿Qué haces aquí?