Amplios caminos
En todas partes encuentras amigos que te echen una mano y termines recordandolos por siempre.
Nuevas Experiencias nerviosamente sin pensarlo
Camino Viejo
Iba viajando por los caminos de Michoacán, en México a mediados de Agosto, era maravillosa aquella escena de montañas y valles con esos grandes bosques. Hacia bastante calor aquel día, y supongo que estábamos a mas de 30 grados, por lo que mi vieja pick-up lo estaba resintiendo. Habrán sido las tres de la tarde cuando tome el camino (en malas condiciones), que no tenia ni señas de a donde me llevaría. Poco después de 10 Km. la pick-up se sobrecalentaba. Me encontraba en medio de ningún lugar. Salí de la camioneta, levante el cofre y de inmediato vi el anticongelante escurriendo de la bomba de agua hacia el suelo. Solo tenía menos de un galón de agua y no podía ver quien me podría auxiliar. Debido al calor que tenia, me quite mi playera mojada por la sudoración y me la puse entre mis pantaloncillos y mi espalda. Abriendo las puertas de mi camioneta, decidí esperar hasta el atardecer para empezar a caminar por agua o por ayuda. Mientras yacía de espaldas, saque una vieja revista con fotos e historias calientes, así que empecé a leerla. Para mi sorpresa, las historias que leí me produjeron una erección de antología.
Y ya estaba a punto de sacar mi pene de 19 cm. para empezar a darle el tratamiento que requería, cuando empecé a escuchar un fuerte sonido de maquina acercándose hacia mí. Al saltar fuera de mi camioneta vi a lo lejos del camino una camioneta bastante vieja. La camioneta empezó a detener su marcha y acercarse hacia mi, cuando me di cuenta de quien la iba manejando, un hombre con el bigote mas espeso y varonil que hubiera visto en mi vida. Salió de su camioneta para dirigirse hacia mí, era bastante alto y fornido, moreno por aquel sol abrasador y tenía aquel olor a hombre de campo, bastante agradable.
"Problemas con tu troca" me pregunto con recia voz.
"Si" conteste, "se fregó la bomba de agua, creo."
Se acercó al cofre para dar un vistazo, pensando en ayudarme y echarme una mano. Y mientras el lo hacia, lo observe discretamente, a hurtadillas deleitándome con esa persona que se rompe el lomo a diario en el campo.
Vestía unos jeans bastante ajustados y sucios por la faena, que junto con aquellas botas lo hacían ver bastante bien, su camisa de cuadros se ajustaba a su amplia espalda y a sus brazos debido a su sudoración con lo que mi vista se deleitaba de aquella visión, al frente llevaba la camisa desabotonada y se asomaba un amplio pecho con bastante vello recio. También observaba su abdomen que aun sumamente marcado, con los movimientos al agacharse se veía su fuerza. Por lo demás, llevaba una gorra con las líneas de sal que se forman al sudar y secarse sobre la tela.
Estaba tan embobado viéndolo, que me sorprendió su grave voz preguntado si todo estaba bien.
S-si, le respondi con rapidez. Y después como si nada: "vaya que tienes buen cuerpo" mientras su olor se incrustaba en mi nariz.
El volteo a verme y me dijo
"bueno compadre, necesitaras una bomba de agua nueva y anticongelante. La refaccionaria se encuentra a 50 km. hacia allá", señalando hacia el este, "o a 100 km en la dirección contraria. No te puedo llevar a ninguno de los dos lados ahorita, sino hasta el Lunes".
Y era Viernes "me lleva" pensé.
De pronto me dijo: - "Si gustas, eres bienvenido a mi casa para que te quedes o puedes caminar hasta el pueblo, tu escoges".
"Bueno, supongo que me quedare contigo, si no resulta molesto para tí" le contesté.
Inmediatamente se subió a su camioneta para tomar un cable para remolcarme, diciendo que me jalaría unos cuantos kilómetros de camino. Así que dimos vuelta hacia el norte sobre un camino de terracería. Basta decir que el camino se me hizo larguísimo al ir detrás de él, además de que me empolvé demasiado. Cuando llegamos a su casa, observé que estaba rodeada de grandes árboles, pero no tenia aplanados, casi como si se acabara de construir. No sería la gran cosa, pero no podía renunciar a su amabilidad. Ni quería. Cuando salimos de la pick-up, se me acerca este hombrezote y me dice
"Por cierto, mi nombre es Alberto, puedes decirme Beto y vivo aqui con mi hermano. Nuestro padres fallecieron y nos dejaron estos terrenos. Compartimos y labramos estas tierras juntos. El regresará mas tarde de la labranza. Su nombre es Tomás." "¿Cual es tu nombre muchacho?" dijo.
"Mi nombre es Antonio y vengo de Iguala, me dirigía hacia Guadalajara para ver a mi familia y así de paso visitar este hermoso Estado." respondí.
Bien Toño, te mostrare donde acomodarte mientras disfrutas estos días. Así que nos dirigimos al interior. Me mostró su cuarto indicándome que pusiera ahí mis cosas. También me señaló el baño para que me refrescara del camino antes de que llegara Tomás y cenáramos juntos. Tome unas prendas limpias, y al ver el baño observé que no había ninguna puerta en ninguno de los cuartos. Bueno, ya hacia bastante tiempo que no me bañaba sin audiencia desde que iba en la preparatoria. Estaba un tanto nervioso, pero apresuré el paso. Me terminé de desnudar y el agua empezó a mojar mi piel sudada. Comencé a enjabonarme cuando Beto entró sin más al baño. Rápidamente le dí la espalda para que no viera mi pene, el cual empezaba a pararse justo cuando le pasaba mi mano con jabón. Él empezó a reírse y dijo
"no te preocupes Toñito, yo también me la jalo en la regadera y también mi hermanito, es por eso que no tenemos puertas, por que nos gusta vernos como disfruta cada quien."
¿De veras? Y supongo que también les gusta dormir juntos, ya que solo veo dos camas y si yo ocupo una...
Así es, nosotros compartimos el uno con el otro, comida, trabajo, esta casa y el sexo. Y si traemos a esta casa algún invitado, la compartimos también. ¿Te agrada la idea, Toñito?
Tartamudeando le respondí. "Bu-bueno, la verdad es que ya tiene tiempo que no tengo relaciones, pero supongo que no estaría mal, ya que vengo muy caliente."
De inmediato Alberto ya estaba desnudo y en la regadera conmigo. Al fijarme en Beto, me di cuenta que era bastante musculoso, y a pesar de su bigote, no tendría mas de 30 años. Su pene empezaba a despertar ante la experiencia que se avecinaba, tendría sus buenos 20 cm. y sin circuncisión. Al ver mi mirada hambrienta me tomó de la mano y la colocó sobre su garrote. Quemaba al tacto y sentí su pulso acelerado.
"Orale, dale su jaladita" me ordenó. Lo hice suavemente, de arriba hacia abajo, con calma y disfrutando cada centímetro. Mis dedos difícilmente lo abarcaban, mientras que iba recorriendo su prepucio que para dejar al descubierto una gran cabeza de color rojizo y aroma agradable.
Cuando el observo que mi pito empezaba a levantarse, comenzó a apretarlo. Yo me retorcía y gemía ante el contacto de su manota callosa con mi miembro. Con su otra mano cogió el jabón para frotarlo de inmediato en todo mi cuerpo, caray, podía ver el vapor salir de nuestros cuerpos, mientras el me pedía que hiciera lo mismo con el. Mientras nos acariciábamos, nuestra respiración se hizo mas pesada y nuestras caderas empezaban a tomar ese movimiento de atrás hacia adelante, para que nuestros penes chocaran, provocándonos oleadas de placer. Entonces Beto tomo mi falo durísimo, colocándolo frente al suyo y empezó a cobijarlo con su prepucio sobre mi glande circuncidado, para comenzar a masturbarnos a los dos por igual. Podía sentir su piel deslizarse sobre la cabeza y como se mezclaban nuestras lubricaciones.
Entonces me preguntó si ya me iba a venir, respondiéndole a duras penas que si, con lo que los dos terminamos al mismo tiempo, botando las eyaculaciones de ambos sobre nuestros pubis. Nuestra leche se mezclaba fluyendo hacia el suelo frío. Me tomo del cuello y me dio un gran beso, sintiendo su bigote escurrirse entre las comisuras de mi boca y tomando mis pezones entre sus dedos para estrujarlos. De repente me alejó de él diciéndome que mejor termináramos por que tenía que preparar la cena antes de que llegara su hermano Tomás. Ahora cada quien terminaba su baño enjabonándonos bien, y Beto se recorría el prepucio para lavarse bien el glande mientras yo no le podía quitar la vista de encima. Deseaba más acción. Supongo que disfrutaba mis miradas, ya que me prometió que en cuanto llegara Tomás, la diversión continuaría y que me agradaría mucho más. El rápidamente terminó, dejándome proseguir mi baño y nuevamente con una erección. Ya había terminado y me quitaba el agua de mi piel, cuando sentí que Beto estaba detrás de mí y comenzaba a jugar con mis nalgas, lo tomé una de sus manos para que la pasara en todo mi pecho velludo. Y mientras lo hacia, sentía nuevamente su garrote crecer y picar mi ano, con lo que me restregaba hacia el, tratando de sentirlo a todo lo largo.
De repente escuchamos abrirse la puerta y el salió inmediatamente del cuarto. Escuche la voz profunda de Tomás al preguntarle sobre la camioneta fuera de la casa y la respuesta de Beto,
"Encontré a este güerito abandonado en el camino"... y el resto de la historia ya la saben ustedes. "Ya veo" dijo Tomás, " y probablemente ya has disfrutado de él por lo que puedo ver, tu pito está escurriendo." Su tono de voz me daba una excitación creciente.
Salí del cuarto dispuesto a presentarme y darle la mano a Tomás, solo con mis boxers puestos. Sus manos, como las de su hermano eran fuertes y rasposas. Y mientras nos dábamos la mano, me dijo con un tono mandón:
"Después de que regresamos a casa de un día de trabajo, nos bañamos y permanecemos desnudos hasta la mañana siguiente, quítate tus calzones"
Con lo que de inmediato me quite los boxers y permanecí frente a Tomás para que se deleitara con su vista. Comenzó a acercarse, su olor a sudor y hombre trabajador comenzó a hacerse notable, tomó mis huevos entre sus dedos rasposos con lo que de inmediato comencé a tener una erección. Se quito su camisa mojada y me dió a oler su axila, yo comencé a darle unos lengüetazos, mientras el empezaba a quitarse el resto de su ropa y dirigirse a la regadera. Beto y yo nos fuimos a la cocina para hacer algo de comer. De pronto Tomás lanza un grito para pedir una toalla, con lo que Beto me indicó de donde tomarla para que yo se la diera. Mientras me acercaba al baño, observé que Tomás se rasuraba los huevos y la base del pene. Su cuerpo era lampiño y lleno de músculos grandes, bastante moreno y su color parejito. Los únicos vellos de su cuerpo eran los de sus axilas. Su pene ya presentaba una gran erección y había recorrido su prepucio quedando su cabeza libre. Su pene sorprendentemente era dos centímetros mas grande que el de Beto, por lo que comprendí sus palabras de que me iba a gustar más el de su hermano.
Desde la sala Beto nos llamó a cenar. Tres hombres desnudos a la mesa, y mientras platicábamos los detalles de nuestras vidas, mis pies tocaban sus piernas gruesas y fuertes. Terminamos de cenar, levantamos los trastes y nos fuimos a la sala. Beto sacó una película porno, con el tema principal de latinos en orgías, subiendo el calor de la casa y de inmediato nos acariciábamos mutuamente.
Yo me encontraba entre los dos hermanos en un sofá amplio, vi como sus penes cobraban vida y ellos a su vez me veían como mi excitación iba en aumento. Tome los garrotes de ambos para empezar a estrujarlos al unísono. Veía sus cabezas aparecer y desaparecer mientras sus prepucios subían y bajaban a lo largo de sus garrotes. Podía sentir sus venas retumbar en mis manos, así como el calor y el olor a pene limpio que emitían. Tomás se colocó sobre de mi para empezar a besarme profundamente y con desesperación, supuse que había pasado algún tiempo sin que alguien les llevara distracción. Mientras tanto Alberto mordía levemente mis pezones y acariciaba mis testículos y pene. Tomás se deslizó hacia el suelo para colocar su cara entre mis piernas y comenzó a mamar mi pene con una fuerza fabulosa, pero también tan delicadamente que resultaba un estado de placer total. Deslizaba sus gruesos dedos sobre mis testículos y jugaba con ellos. Rápidamente sentí su manota pasar bajo mis nalgas y sentí un dedo empezar a acariciar mi ano. Saco su mano para colocarle saliva a sus dedos de la boca de los tres, regresaba a mi ano y comenzó ahora sí a penetrarlo, sin dejar de succionar mi pene y abrazarme fuertemente. Beto y yo nos encontrábamos trabados en un profundo beso y yo acariciaba su carne caliente. La noche era calurosa y nuestros cuerpos intercambiaban pequeñas gotas de sudor que se iban haciendo mas grandes mientras se fusionaban. Ya estaba listo para venirme, pero no podía decirle a Tomás, ya que tenía la lengua de su hermano en mi boca. Mi orgasmo fue como un volcán llenando la boca de Tomás con mi esperma espeso, pero el no dejo que una sola gota cayera al suelo, deglutiéndolo con placer. Saco su dedo de mi culo ya abierto y le ordenó a su hermano que limpiara mi falo con su boca. Mientras tanto el se dedico a besarme profundamente, sintiendo la sal de mi esperma en mi boca. El olor a sudor y leche inundaba ya la casita de las montañas.
Beto me indico que me arrodillara en el sillón por que me iba a penetrar, su voz era ronca y anhelante. Del pene de su hermano y de el mismo tomaba el precum y lo untaba lentamente en mi ano. De reojo vi como su tolete iba acercándose a mi entrada. Sentí un gran dolor, mientras mi culo se abría ante el paso de aquel hombre rudo. Pujaba con una mezcla de dolor y placer y pedí que parara. El lo hizo por unos momentos para que mi culo se ajustara a su grosor y empezó de nuevo. Finalmente todo su tolete estaba dentro de mi, entrando y saliendo lentamente. Yo sentía como mi culo se acomodaba alrededor del intruso y comenzaba a masajear mi próstata, sintiendo intensas oleadas de placer. Ahora gritaba pidiendo más.
Haciendo caso, Tomás se colocó frente a mi con su pito que ya chorreaba con delirio y lo puso en mi boca. Comencé a mamar y era tan grande que me produjo ganas de volver. Me indicó que relajara mi garganta. Así lo hice y su pene recorría mi boca hasta mi garganta, tocando la campanilla. Alcé mi mano para acariciar sus huevos colgantes y relajados y lentamente pasar un dedo hacia su entrada e introducirlo para masajear su próstata. Solo se escuchaban nuestros gemidos y el rechinar del sofá. Lo que fueron minutos lo percibimos como horas. Entre los gemidos Tomás y Alberto decían que la venida era inminente. Tomás sostuvo mi cabeza presionándola contra su pubis y sentí como sus disparos pasaban a través de mi garganta. Yo ya me asfixiaba y el no dejaba de disparar descarga tras descarga. Súbitamente sentí el estremecimiento de Beto en mi culo y como me inundaba una oleada de calor en mis intestinos. Tomás se acercó a mi boca para explorarla con su lengua y tratar de encontrar restos de su leche. De pronto sentí las grandes manos de Alberto sobre mis hombros para que me agachara y no dejara caer una sola gota de su venida al suelo. Acto seguido, los dos hermanos, relucientes por el sudor que cubría su piel, se hincaron en el piso y comenzaron a lamerme el culo, que al dejar de apretarlo dejé ir los mocos de Beto en sus lenguas que esperaban para hacerlos bajar a sus gargantas.
Y así nos pasamos toda la noche, cogiendo y mamando hasta el día siguiente. Mientras que Tomás y Alberto se iba a trabajar, yo me quedaba solo en casa a descansar y ansiaba el regreso de estos machos mexicanos, para reiniciar nuestra fiesta de nuevo. Cuando regresaron solo les pedí que no se bañaran, para así disfrutar del perfume almizclado de su piel, testículos y culos. Hasta el lunes que tenía que partir. Fuimos en su camioneta al pueblo por la refacción. De ida y de regreso los masturbaba y me comía sus mecos que quedaban en mi mano. Esa última noche fue una orgía sin freno e intentamos toda posición posible. Hasta llegue a albergar sus dos toletes dentro de mi, llenándome totalmente. Llegó la mañana del martes y ya estaba odiando la partida, pero ya había gastado cuatro días de estancia con mi familia en Guadalajara. Los hermanos también se habían encariñado conmigo y me invitaron a visitarlos algún día. Y mientras tomaba de nueva cuenta aquel polvoso camino, me masturbaba recordando aquel fin de semana irrepetible. Ahora tengo una nueva visión acerca de los hombres del campo, son asombrosamente calientes y cálidos a la vez. Me enseñaron mucho de como tener relaciones sexuales con hombres reales. Y de ninguna manera dejaré este placer inmenso.