Amparo, Pedro y .... (Matrimonio de 3)

Hueped y luego marido sustituto...

Soy José Luis, estoy soltero y tengo 28 años, por motivos de trabajo tuve que cambiar mi residencia e irme a vivir a otra ciudad, otra capital en el norte de España, para mí todo fue nuevo pues no conocía a nadie y parte de adaptarme a mi nuevo trabajo también tuve que buscarme la vida para buscar un sitio donde vivir.

En principio hasta tener oportunidad de encontrar un piso de alquiler, pensé en irme a un hostal, pero como mi madre tiene una prima aquí y tiene buena relación con ella, se lo comentó y decidió que mientras yo encontraba un sitio donde irme a vivir, podía quedarme en su casa. Amparo, que así se llama la prima de mi madre, tiene ahora 51 años, esta casado con Pedro y no tienen hijos, son un matrimonio de buen nivel social y económico. Supongo que yo destruí su pequeño hábitat domestico, pues si bien intentaba ir solo a dormir y comía siempre fuera, por la tarde noche cenaba con ellos y veíamos la tele en el salón hasta que se hacía hora de ir a dormir. Yo el fin de semana me volvía a casa, y aunque intentaba molestar lo menos posible, supongo que siempre les incordiaba en su intimidad. También me brindé a pagar por mi alojamiento por el tiempo que pasase con ellos, cosa a la que se negaron en firme, supongo que para ellos el dinero no es ningún problema, pues Pedro tiene una empresa y les va bastante bien.

El trato con ellos dos era bastante correcto, amable pero sin coger demasiadas confianzas, Amparo me trataba como a uno de sus sobrinos y estaba pendiente de lo que pudiese necesitar.

Pero un viernes todo cambió. Esa noche Pedro tenía cena de empresa y ya esa semana el ambiente entre el matrimonio se notaba tenso, pero yo no intuía que les pasaba. Esa tarde cuando llegue a casa Amparo andaba refunfuñando y con cara de pocos amigos, yo como aquí no conozco a nadie no suelo salir de noche, además al trabajar el sábado en la mañana tampoco trasnocho demasiado, sólo hasta ver acabar la película que esté en la tele ese día. Cenamos Amparo y yo y no hablamos demasiado, después nos fuimos al salón a ver la tele, esa noche en la tele pusieron una peli buena pero muy larga, por eso se nos hizo bastante tarde y tampoco hubo mucha comunicación entre nosotros. Cuando acabo Amparo hizo zapping y en el plus estaba la peli porno de los viernes, y ella pese a que yo estaba allí sentado, no se inmutó y la dejo puesta. En ese momento en la pantalla se veía a una rubia neumática a cuatro patas mientras un negro con un rabo inmensamente grande la martilleaba el coño por atrás, yo estaba incomodo y con la excusa de que tenía que madrugar dije que me iba a la cama. Amparo me dijo que hiciese lo que quisiese que ella se quedaba un rato para aprender un poco de lo que era el sexo de verdad. Yo estaba cohibido pero con las imágenes me empecé a poner cachondo y por eso me fui. Yo dormía en una habitación que no tiene baño, por eso después de ponerme el pijama fui al servicio del pasillo a mear y a lavarme los dientes antes de acostarme.

De todas formas me acerque sigilosamente al salón, allá estaba Amparo, toda ensimismada viendo la tele, con su chándal bastante bajado y con toda la mano dentro del coño haciéndose un dedo de impresión. Gozaba bajito pero estaba tan concentrada que no se dio cuenta de que le estaba espiando, yo me puse como un burro y también saqué mi polla del pantalón del pijama y me la meneé a gusto, soltando toda mi leche en la alfombra, como pude recogí los restos y sin hacer ruido me volví a mi habitación y me metí en la cama.

Esa mañana fui a trabajar y del trabajo directo me volví a mi casa, por eso no vi a Amparo hasta el lunes por la tarde. Cuando llegué a su casa conmigo se comportó normal, pero al llegar su marido los dos estaban muy tensos y casi ni se hablaban. Yo no quería entorpecer así que en cuanto pude alegué que estaba cansado y que me iba a la cama. Cuando volvía del baño, oí discutir al matrimonio, Amparo le recriminaba a su marido que la tenía totalmente abandonada y que no le daba sexo, y que por otro lado aprovechaba cualquier oportunidad para escaparse con sus compañeros e irse de putas, y ella en casa pasando hambre de sexo.

Pedro se defendía como podía, diciendo que eran cenas a las que no podía faltar, y que es cierto que alguno de sus compañeros se escapaba de putas pero que él no estaba en condiciones de hacer ningún exceso y más cuando tenía tantos problemas para cumplir en casa.

Amparo le dijo que eran excusas y que estaba segura que le ocultaba algo, y que ella suponía que tenía una amante por ahí, y le dijo que como fuese capaz de demostrarlo se iba a acordar y le iba a poner una cornamenta gordísima. Pedro lo negaba todo y le dijo que no estuviese preocupada. La semana fue pasando con ellos dos mosqueados pero un poco más tranquilos y medio reconciliados, ese fin de semana volví a irme a casa y cuando volví el lunes siguiente por la tarde supuse que algo había pasado.

Amparo estaba muy alterada, me dijo que lo sentía mucho y que tendría que abandonar la casa, que su marido le estaba siendo infiel con su secretaria y que le iba a poner las maletas en la puerta y seguramente se iba a separar de él, y que para evitar malos entendidos si me quedaba solo en casa con ella, que era mejor que me buscase otro alojamiento, que de verdad lo sentía mucho pues había sido correcto con ellos y el problema no era conmigo, pero que debía entenderlo.

Yo dije que sí que lo entendía, pero que por favor me dejase un par de días para buscar un hostal ú otro sitio donde ir. También le dije que no entendía a su marido que teniendo una mujer como ella se complicase la vida con otra, que era algo inconcebible, supongo que este comentario inocente me hizo ganar puntos a sus ojos. Cuando llegó su marido a la noche, amparo le montó una bronca espectacular llamándole de todo, y diciéndole que le iba a pedir la separación y que se iba a quedar con todo el dinero que pudiese y le iba a complicar la vida, y que si quería seguir tirándose a la sosa de su secretaria que lo hiciese pero que le iba a costar mucho dinero. Que además en cuanto consiguiese la separación se iba a acostar con todos sus amigos y conocidos para que fuesen conscientes de lo idiota y cornudo que era. Pedro intentó aplacarla, diciendo que le perdonase y que si lo hacía dejaba a su secretaria e incluso la despediría si fuese necesario, que había sido una locura, y bueno esas cosas que se dicen cuando te han pillado en fuera de juego.

Amparo medio consintió pero avisándole que le iba a controlar a todas horas. Al día siguiente le pregunté a ella que hasta que día podía quedarme y me dijo que hasta nueva orden no hacía falta que me fuese. Yo le dije que su marido en el fondo era inteligente por saber lo que tenía en casa. Amparo es una mujer madura como dije y que se cuida bastante, es atractiva y tiene algo que la hace ser deseable, quizás "que tiene clase" .

Yo jamás me hubiese atrevido a fantasear siquiera con ella, pero desde el día que la vi masturbarse delante de la televisión la miraba con otros ojos, y reconozco que no me hubiese importado en absoluto meterme en la cama con ella, aunque pensaba que eso nunca iría a ocurrir.

Pero ocurrió; como dije Amparo medio perdonó a su marido, pero empezó a idear la forma de hacerle pagar su infidelidad, por lo que me ha contado luego al hablar con una de sus íntimas amigas, esta le comentó que ella también tuvo ese problema y que lo que hizo fue acostarse con otros hombres y dejárselo ver a su marido sin confirmárselo, que eso les pone muy nerviosos y que casi siempre vuelven al redil. Esta amiga le dijo que lo que tenía que hacer era buscarse un amante joven y de confianza que le quitase las ganas y que su marido lo intuyese y que de esta forma le tendría comiendo en su mano para siempre.

Amparo pensó que era una buena idea pero lo que pensaba era que lo más difícil sería encontrar a la persona adecuada y que fuese discreta. Así quedo la cosa, pero una tarde que coincidimos solos en casa y ante un pequeño halago por mi parte se dio cuenta que yo podría ser un candidato a meterme en su cama, (Esto lo sé porque me lo ha contado luego, a lo que yo confesé que estaba loco por acercarme a ella pero el miedo no me dejaba, y sólo hacía que meneármela a su salud) Sé que le comento a su amiga la posibilidad de que fuese yo quien le calmase las ganas a lo que la amiga le contestó que tenerme en casa era una garantía de que nadie se enteraría de nada, y que lo que tenía que hacer era ir calentándome poco a poco hasta que me llevase al huerto.

De esta forma empezó a ir mucho más libre de ropa en casa, mostrándose mucho más abierta y dándome confianzas que antes no tenía conmigo. Ahora me preguntaba por mis novias, intentando llevar el tema hacía el sexo. Yo seguía cohibido y no acababa de comprender su cambio de actitud, que achaque a la confianza en el tiempo.

Una tarde amparo decidió que era el día y cuando llegué por la tarde (yo llego a casa sobre las 6 y media y su marido sobre las nueve) ella no había salido, me dijo que no se encontraba bien, que se había dado un golpe terrible en la espalda y que estaba muy dolorida pero que no podía saber si tenía mucha herida porque no acertaba a verse bien. Me pidió que por favor comprobase que no tenía nada serio. Yo dije que bien, así que me dijo que la siguiese hasta su dormitorio. Allí se quitó la bata quedándose tan solo con un conjunto de ropa interior alucinante, a mi se escapaban los ojos detrás de sus curvas, Amparo se tumbo boca abajo en la cama haciéndose la dolorida, yo me subí también en la cama y busqué en su espalda signos de algún golpe o de algo, pero no encontré nada, así se lo dije, y Amparo me respondió que le dolía mucho y que ya que estábamos allí porque no le daba un pequeño masaje en la espalda.

Yo no creía lo que me estaba ocurriendo y estaba más que contento, empecé a recorrer con mis manos su espalda, sobándola arriba y abajo a conciencia, llegaba hasta su trasero, que por encima de la diminuta braga se veía maravilloso, incluso al estar muy abierta de piernas intuía su coñito peludo. Yo imaginé que lo que quería era follar conmigo y que esto era solo una excusa, así que me la jugué del todo y le dije que tan vestido no podía darle bien el masaje y que me iba a poner más cómodo, que se quedase quieta un segundo. La deje boca abajo y levantándome de la cama en un plis-plas me quedé tan solo con el slip y marcando una erección terrible, ella por supuesto no se enteró de que estaba casi desnudo. Seguí acariciándole la espalda y dije que el sujetador no me permitía hacerlo bien así que lo desabroche, no dijo nada y como pudo y sin darse la vuelta se lo quitó del todo, yo por los flancos acariciaba su pecho hasta donde podía y otras veces metía mi mano por entre el elástico de la braguita, Amparo gemía bajito y se dejaba hacer.

Como la cosa por lo menos para mí estaba muy clara le dije que si se daba la vuelta podía darle un masaje también por delante, ella no dijo nada pero incorporándose un poco se dio la vuelta. Al hacerlo pude admirar sus preciosas tetas, no son muy grandes, pero por eso hace que se mantengan todavía algo erguidas, tenía los pezones totalmente erectos y los ojos brillantes de deseo. Vio que yo estaba casi desnudo, tan solo con mi slip y con una gran erección, pero no dijo nada y cerrando los ojos se dejó hacer, yo sobé sus tetas todo lo que me pareció, y también pasé a mamárselas, al sentir mi lengua en los pezones se puso tensa pero sujetándolas me las acercaba ella misma a la boca.

Amparo ya gemía sin recato y allí estaba yo comiéndole los pezones y con mi mano metiéndole mano por debajo de la braga, llegue hasta su coño que estaba muy húmedo. Al sentir mis dedos en su rajita se puso tensa y ya perdió los pocos remilgos que le podían quedar; se abrió de piernas todo lo que pudo y se dedicó a gozar de mi dedito acariciando su clítoris. Tardó muy poco en correrse, lo hizo moviéndose para todos los lados, suspirando y chillando, cuando acabo se quedó quieta y muy callada.

Allí estaba yo con mi polla saliéndose del slip, y Amparo toda tiradita en la cama recuperándose de su corrida. No me lo pensé y medio incorporándome me quite el slip para quedar desnudo del todo, amparo seguía callada, así que como no se movía lo que hice fue acercarme a ella y ponerle mi aparato en la entrada de su boca, no se decidía a comérmela, tan solo la agarró y empezó un sube y baja muy placentero para mí, me sobaba los huevos, pero no se decidía a chupármela, lo que hice es acercarme más y ya entonces la tenía tan encima de los labios que no le quedó otro remedio que abrir la boca y comérmela. Entonces yo lo que hice fue empezar a moverme como si le estuviese follando por la boca, a cada embestida se la metía un poco más y en un último estirón me corrí dentro de su boca. Ella se tragó todo y cuando me salí de su boca me dijo que aunque se la chupa a veces a su marido nunca jamás le había permitido correse en su boca, que era una buena venganza por su infidelidad. Mi polla estaba morcillona pero fue acercarme más y empezar a besarnos que se me puso otra vez como un poste, Amparo se rió diciendo que por fin tenia un hombre en la cama que respondiese, se ahuecó y se quitó las bragas del todo y con todo su chochito peludo ofrecido me mandó ponerme encima de ella, fue ella también la que me fue dirigiendo y ayudando a que mi polla entrase del todo en su coño, una vez acoplados me mandó apretar y empezamos los dos a movernos y a intentar acompasarnos, fue algo total, Amparo se corrió por lo menos dos veces uniendo un orgasmo con el siguiente, y después de estar un buen rato follándola, con sus muslos abrazando los míos y sus pies en mi espalda me volví a correr.

Recuerdo esa tarde con muchísimo cariño, pues desde entonces hemos follado casi todos los días, al principio a espaldas de su marido y a los pocos meses como se enteró de nuevo que se veía con su antigua secretaria se plantó una noche y le dijo que ella se iba a meter en mi cama le gustase ó no y que segurían casados pero como pareja habían acabado. Pedro no tuvo más remedio que tragar pues el divorcio le podía salir carísimo, además esta es una ciudad muy conservadora y ciertas cosas están muy mal vistas.

Desde esa misma noche pasé a dormir en la cama de matrimonio y Pedro tuvo que irse a la habitación de invitados. Yo los primeros días estaba un poco cortado, pero como no pasó nada ya pasé de todo e incluso algunos días nos metemos mano en el sofá delante suyo y a más un día que llegó pronto a casa nos pilló en la cocina con Amparo toda despatarrada sentada en la mesa y yo de pie follándomela. Aquel día pasé mucha vergüenza ajena, pues Amparo le dijo a su marido que se quedase a mirar y a aprender de cómo se follaba, cosa que Pedro hizo, se sentó en una silla y sacándose la polla se masturbó, corriéndose enseguida. Cuando acabó, Amparo le mandó ir al baño a lavarse, y luego a su habitación que enseguida iba a ir ella a reprenderle. Nosotros acabamos y después de corrernos los dos, Amparo tal cual estaba con la bata desabrochada y con todo el sexo y las tetas al aire me dijo que iba a ponerle al día a su marido.

Me contó luego que fue a la habitación y allí estaba Pedro, desnudo y en la cama, que le mandó levantarse para acostarse ella y una vez tumbada le "ordenó" comerle bien todo el coño, según me contó para que conociera de primera mano el sabor de una buena polla, Pedro tuvo que tragarse todos los lecherazos que quedaban en el coño de Amparo, y de tanto chupárla, ella se volvió a correr. Entonces puso a Pedro boca arriba y Amparo se subió encima de él y lo cabalgó. Le advirtió que de ninguna de las maneras se fuera a correr antes que ella. Que entonces nunca más se le acercase. Me contó que se corrió y luego lo hizo Pedro, que estaba muy contento de que su mujer le hiciese caso de nuevo.

A partir de aquel día y pese a que nosotros seguíamos durmiendo y follando juntos, Amparo de vez en cuando se iba al cuarto de Pedro y lo ordeñaba y se lo follaba para que siguiese tranquilo, a veces incluso se quedaba a dormir con él, algo que Pedro agradecía mucho. Yo acabé siendo como el marido oficial de Amparo y Pedro acabó dejando de verse con su antigua amante, pues aunque el sexo con Amparo no era muy frecuente, más o menos una vez a la semana, para él era más que suficiente. Le daba muchísimo morbo vernos a los dos juntos, e intentaba pillarnos sin que nosotros lo esperásemos, en esas ocasiones Amparo le mandaba masturbarse y nosotros follabamos todavía con más ganas. También hemos empezado a salir juntos a algún viaje, y siempre acaba Pedro en mi habitación y yo en la suya jodiéndome a su mujercita.

Le pone acelerado del todo, que cuando vamos en ascensores o en sitios públicos meta mano y morreé a Amparo, una vez en un pub con terraza que no había mucha gente y tenían un baño exterior, le dije a Pedro que vigilase porque Amparo y yo nos íbamos al baño de hombres a follar, no se lo podía creer, así que al rato apareció él, desde la puerta nos decía que por favor le dejásemos entrar, no se lo permití, pero cuando acabamos, salí yo y le deje entrar; Amparo disfrutó aquel día de un montón de orgasmos pues se unió el morbo y la posibilidad de que alguien conocido nos viese. Amparo salió del servicio de caballeros guapísima, y al llegar a la mesa, llevó uno de sus dedos al coño, y después de estar un rato con su dedo acariciándose, se lo puso en la boca a Pedro, este estaba alucinado de la golfería y del cambio que había pegado Amparo, a mí a su vez me dio las bragas todas arrebulladas, y me dijo que las guardase para cuando llegásemos a casa.

De momento se fueron ellos dos juntos de vacaciones y Amparo me llamó todos los días para decirme lo que me echaba de menos, y eso que Pedro al estar descansado cumplió con ella casi todos los días.

A la vuelta me tuvo dos días seguidos sin descansar, y sin bajarnos de la cama, follándo de seguido y a Pedro detrás como un perrito para intentar conseguir él también un poco de placer.

En esta situación llevamos ya más de tres años y de momento todos estamos conformes de cómo se van desarrollando las cosas, y por supuesto yo no cambió de alojamiento mientras Amparo siga dando un sexo tan rico.