Amores Para Recordar Capítulo 3
Mientras conversaban se dieron cuenta que sus vidas eran similares, juzgar a las personas por su apariencia es una idea errónea de muchos y a veces hay un trasfondo más difícil de entender, encontrarlo depende de cuán lejos quieras llegar.
Un nuevo día en la ciudad comenzaba con las personas en movimiento, especialmente los obreros de las fábricas en el turno matutino y los estudiantes, Juan se despertó con el reloj marcando las 6:00 AM. Se levanto de la cama en bóxer tras un largo descanso, dejando ver un cuerpo marcado en especial la parte del abdomen y los brazos; durante los juegos la cancha suele llenarse con sus seguidoras para admirar su físico. Todavía repasando algunas imágenes de su aventura con Pablo y su lucha mano a mano para enfrentar a sus enemigos, hoy estaba decidido a hablarle a su nuevo amigo sobre su problema en común.
Durante la noche surgieron demasiadas preguntas en su cabeza por su curiosidad, corrió a la ducha para iniciar su rutina diaria con un baño caliente y solo llevo consigo una toalla, mientras en el piso inferior de la casa su desayuno era preparado. Después de haber terminado con su ducha diaria se arregló con el uniforme, reviso su mochila para meter su tarea del día anterior y recogió los libros de correctos para sus clases, una vez seguro de tener lo necesario fue a la sala para comer sus alimentos. Lupita era la persona más cercana a Juan mucho más importante que sus padres, siempre había estado para Juan en su niñez como lo haría una madre y ella lo conocía tan bien como si fuera su hijo propio.
Carente de tiempo esta mañana comió su desayuno en silencio, Lupita lo observo desde la cocina notando su extraña forma de comportarse y aun así prefirió guardar sus dudas para sí misma. Cuando termino sus alimentos en la sala, dio las gracias a Lupita con una sonrisa en la cara tan grande y también levanto más sospechas a su niñera, la paciente mujer que empezaba a sentir alegría de verlo sonreír de verdad. A las afueras de la ciudad en los suburbios a donde la vida es más tranquila, Pablo se encontraba durmiendo en su habitación con solo una playera y un bóxer, entretanto su padre preparaba el desayuno para él y se disponía a irse a su trabajo en el taller mecánico como diariamente lo hacía.
La misma rutina de todos los días de despertar a su hijo se volvía un problema, quien tenía un sueño pesado por eso siempre debía hacerlo el o simplemente se quedarías dormido hasta el mediodía como lo hizo varias veces en el pasado. El padre lo llamo en repetidas ocasiones desde la cocina para despertarlo, viendo que sus gritos no tenían efecto alguno en su hijo para que se levantara y teniendo miedo de dejarlo en casa, se apresuró a tocar la puerta de habitación varias veces y gritar su nombre.
Padre — ¡Hijo despierta! Llegaras tarde a la preparatoria — El tocaba la puerta de la habitación con fuerza, pero no escuchaba sonido alguno dentro de ella.
Padre — ¡Ya está listo tu desayuno en la mesa! — Cansado de no tener respuestas a sus palabras por su hijo, gira la perilla de la puerta para entrar dentro de la recamara de Pablo y vio a su hijo hecho un desastre en la cama.
El padre viendo a su hijo inconscientemente recordó cuando este era pequeño, mucho antes de perder a su madre en el pasado como un tierno niño y como disfrutaban los días en familia, cuando la vida era más sencilla de vivir con los días llenos de diversión. Tras mover ligeramente su cabeza con la mano derecha; lentamente este comenzó a despertar de su largo sueño, estirando los brazos saludado a su padre un tanto apenado y listo para iniciar su mañana.
Pablo — ¡Buenos días papa! — Sorprendido de ver a su padre a un lado de la cama con una mueca de disgusto, otra vez tuvo que ser despertado por él.
Padre — ¡Buenos días hijo! He tratado de despertarte por varios minutos, sabes eres un chico muy flojo para seguir en la cama durmiendo y se me está haciendo tarde para ir a mi trabajo en el taller mecánico, levántate y dúchate —
Pablo — En seguida padre — Salto de la cama para ducharse rápidamente con su pijama, si tardaba mucho seguramente llegaría tarde —
Padre — ¡Te espero en la cocina por favor! Date prisa tu desayuno se está enfriando en la mesa, creo que me iré primero a mi trabajo —
Pablo — Lo siento padre — Todavía apenado por ser despertado por el
Después de salir su padre de la habitación salió a toda prisa hacia el baño, dentro de la ducha Pablo se quitó el bóxer y la playera para dejar a la vista su cuerpo desnudo, había estado ganando musculatura durante las semanas de entrenamiento. Una ligera línea de vellos se extendía desde su pecho a su abdomen, su “six pack” comenzaba a recuperar su forma original tras dejar el ejercicio y los bíceps de sus brazos estaban desarrollándose aún más. Realmente se estaba convirtiendo en un joven digno de portada de revista, su piel bronceada lo hacía parecer un chico malo a primera vista y también crecía su fama de galán de la preparatoria.
Después de asearse como le dijo su padre tomo su desayuno en la cocina, el padre estaba saliendo a su trabajo en su viejo coche y se despidió una última vez por la ventanilla, Pablo apenas si alcanzo a escucharlo desde la puerta de su casa. Recogió su mochila para apresurarse a la parada del autobús cercana, asegurándose de cerrar con llave correctamente para evitar sorpresas y listo para encontrarse con su amigo Juan en la ciudad. Teniendo el mismo pensamiento que su capitán del equipo, considero la idea de hablar tranquilamente sobre los hechos de ayer y discutir los detalles de su plan, deberían estar preparados en el momento que Luis decidiera ejecutar su venganza.
Tras esperar 10 minutos en la parada a su autobús para ir a clases, este apareció desde el sur de la carretera para estacionarse frente a él y finalmente poder encaminarse a su destino en el centro de la urbe. Ahora solo debía pensar en encontrar la oportunidad perfecta para hablarle, Juan solía estar rodeado de sus mejores amigos todo momento del día y olvido por completo pedirle su número de celular para mantenerse en contacto permanente. En la entrada de la escuela los amigos de Juan lo esperaban en grupo; Sara, Miguel y Erick compañeros de su grupo desde hace tres años y también sus mejores amigos desde el preescolar por lo que tenían muchos momentos compartidos y algunos no tan memorables.
Juan — ¡Buenos días amigos! ¿Qué están haciendo reunidos aquí tan temprano? —
Sara — ¡Buenos días Juan! Estoy muy preocupada por ti. Ayer cuando llegaste a clases ni siquiera me saludaste, además tenías en la cara una expresión inusual en ti — Ella tenía muchas dudas por la actitud de su amigo, así que no dejo pasar el momento para interrogarlo sobre lo sucedido el día anterior.
Erick — Si, Juan cuéntanos. No fuiste a desayunar con nosotros como usualmente lo haces, siempre eres tú el primero en salir de las clases para la cafetería y ayer no te moviste para nada de tu lugar en el salón — Su mirada de curiosidad ponía incomodo a Juan, quien no le daban espacio para responder tantas preguntas.
Miguel — ¡Silencio chica y chico! Déjenlo respirar para que nos cuente lo que sucedió, danos una explicación coherente a tus amigos sobre lo que te pasa y si tienes algún problema, seguro hallaremos la solución a el —
Juan — Ustedes ganan mis amigos, pero no quiero interrupciones mientras les cuento… Es una larga historia, pero se la contare desde el inicio — Juan comenzó a relatar su encuentro con Luis en el callejón en la ciudad, además de la valiente aparición de Pablo en el último momento y su pelea para librarse de su problema.
Los compañeros solo se sorprendían con cada palabra que salía de su boca, realmente no podían imaginar a un chico como Juan peleando con Luis y menos conociendo la actitud tan relajada de él, incluso la idea la parte de la llegada de Pablo parecía una locura. No existe nadie en la preparatoria capaz de librarse de él, quizás su fama lo hacía lucir más fiero a comparación de verlo en persona y eso explicaba su control total sobre la escuela, además del miedo para no denunciar sus comportamientos con las autoridades académicas. Para finalizar cuando los dos chicos retomaron su camino a clases, sin olvidar mencionar como le pidió perdón por involucrarle y agradecerle su ayuda para enfrentar a los agresores.
Erick — ¡Has tenido mucha suerte de encontrarte con Pablo en ese lugar! Creo haberle visto en varias ocasiones en la escuela, observando a los alumnos en sus actividades a la sombra de los árboles y me parece un buen chico a simple vista, quizás algo raro, pero tengo que agradecerle por darte una mano con Luis y sus secuaces — Una sonrisa en la cara de Erick claramente expresaba su alivio por su amigo.
Miguel — Ahora deberías de tener mucho cuidado, es casi seguro que planean vengarse de ustedes por lo ocurrido en el callejón y no debes bajar la guardia por ningún motivo —
Juan — Lo he estado pensando desde ayer por eso no se preocupen. Ahora tengo a Pablo para ayudarme con mi problema pues es mi amigo — Juan estaban tan alegre de solo recordar a su nuevo amigo.
Sin embargo, la sonrisa duro poco en su cara por el inesperado encuentro con Luis, mismo que se encontraba caminando a la entrada con sus amigos e incluso tuvieron la poca vergüenza de saludarlos, Juan simplemente lo ignoro y reprimió su ira apretando los puños.
Luis — ¡Buenos días Juan! ¿Cómo estas esta mañana? Ayer hemos tenido un malentendido, pero espero hagas nuestras diferencias a un lado, realmente me gustaría ser tu amigo —
Sara — No le prestes atención a sus palabras porque están buscando problemas, este no es el momento para resolver sus pendientes y será mejor si lo dejamos para un momento más oportuno en la calle —
Después de tener un mal momento en la entrada, los chicos se fueron a su clase y mientras ellos se encaminaban a su salón para iniciar el día, saludaron a su profesor de español, Pablo llego en el autobús a unas calles de la preparatoria. Esta vez se había salvado de llegar tarde a clases como otras ocasiones, todavía alcanzo a ver de lejos la silueta de Juan cuando caminaba, pero no lo llamo y decidió posponer su conversación para hora del receso, así no tendría inconvenientes con el tiempo. Se apresuro para llegar a su primera clase en su aula como buen alumno, desafortunadamente topo con su némesis en el pasillo de la preparatoria sonriendo y eso le hizo cambiar sus ánimos, empezaba a odiar a Luis porque nunca lo podía dejar ir tan fácil pero igual no hizo nada con él.
Ellos se encontraban guardando su mochila en sus casilleros, la risa estaba haciendo eco en las paredes porque lo hacía sentir incomodo y casi lo maldice en el acto, había llegado muy lejos para ser provocado por él. En cambio, decidió guardar las apariencias para saludarlo como un conocido, este saludo fue correspondido con palabras de venganza por los hechos del pasado y un recordatorio de lo que sucedería si le contaba a un profesor su altercado.
Luis — No olvides nuestro asunto pendiente de ayer, tarde o temprano iré por ustedes dos —
Pablo — Puedes hacerlo cuando quieras porque no tengo miedo de ti, no me volverás a poner una mano encima a mí y olvídate de Juan —
Carlos — Eres un grandísimo tonto si crees que podrás con nosotros, no importa el tiempo que nos lleve porque al final saldrás perdiendo por desafiarnos — Sus palabras estaban llenas de odio por ello hicieron a Pablo sentirse mal.
Luego de haber intercambiado sus amenazas todos los chicos se fueron a clases, el resto de la mañana fue tan tranquila como si nada hubiera ocurrido y durante el receso Pablo se encargó de buscar a Juan con sus amigos para tener la charla pendiente. Mismo que se encontraba en la cafetería de la preparatoria, rodeado de sus amigos; Erick, Miguel y Sara que contaban algunas de sus anécdotas para poner al corriente a Juan y esta vez no lo pensó dos veces para intervenir la plática en plena hora del receso.
Pablo — ¡Buenos días Juan! — Nervioso por la mirada de los amigos se quedó inmóvil en frente de ellos, Erick fue el primero en romper el silencio para hablar con él.
Erick — Pablo verdad? Dejarme darte las gracias por ayudar a mi querido amigo, lo habría hecho personalmente si hubiera estado con el — Empezó a sonreír para eliminar el suspenso en el ambiente, tenía ganas de retribuirle su acto de amabilidad a su nuevo conocido.
Sara — También quiero agradecerte que salvaras a mi compañero de Luis, no puedo terminar de creer como le hicieron para derrotar a ese malvado y sus secuaces en el acto —
Miguel — ¡Oigan no se olviden de mí! Yo he decidido agradecerle por igual —
Juan — ¿A qué has venido Pablo? Quédate con nosotros para hablar con calma y como puedes imaginar mis amigos lo saben todo, ven acompáñanos a desayunar en la mesa hay espacio suficiente — Movió su mano para señalar un asiento libre del otro lado.
Ambos chicos hablaron sobre su encuentro con Luis en la mañana, quizás solo era mala suerte toparse con su enemigo a la primera hora y era fácil deducir las intenciones detrás de sus amenazas, obviamente está buscando una pelea en la escuela para que sean expulsados. Afortunadamente ninguno de los dos respondió como lo planeaba Luis, un problema a plena luz del día en horario de clases, significaría la expulsión y estando tan próximo un juego con el equipo de basquetbol sería fatal para el entrenador.
Pablo — Tengo muchas de volver a pegarle, pero no soy tonto, la situación perfecta llegara a su momento para vencerlo y estoy más preocupado por si decide ir contra ti, yo estoy bien si quiere atacar, pero tú eres ajeno a este conflicto —
Juan — ¿Ahora la pelea es de nosotros porque ayer intento salirse con la suya, yo tengo a mis compañeros de equipo para respaldarme y tú? — Seguro de sus palabras no podía evitar la soledad en las palabras de Pablo, un chico que solo vagaba entre las sombras con nadie a quien pedir ayuda y ahora sentía la necesidad de protegerlo de Luis, quizás solo era culpa, pero también un poco de admiración por ser valiente.
Pablo — Si es nuestro problema por favor hagámoslo a mi forma, quiero pedirte tu número de celular para estar siempre comunicados y prométeme llamarme cada vez que lo encuentres, Luis es un tipo astuto que siempre está listo para todo —
Juan — Mi número es 896 000 00 33 y ¿El tuyo cuál es? —
Pablo — 896 000 00 51 —
Juan — Volviendo a la realidad, ¿Cuál es la razón de Luis para molestarte? Si quieres contarme siéntete libre de hacerlo porque estas en confianza, nadie de mis amigos te juzgara por los hechos de tu pasado —
Pablo — Veras mi madre murió cuando yo era pequeño por eso solo tengo a mi padre, él siempre se está esforzando para darme lo que necesito con su trabajo y debido a ello, paso muy poco tiempo con él en las mañanas, pero es un buen padre. Mi casa es pequeña… vivimos a las afueras de la cuidad… No tengo vergüenza de ser pobre —
Juan — No estés triste que la vida nunca es fácil como uno quiere, yo tengo un buen nivel de vida a consta de ver poco a mis padres y crecí con los empleados de mi casa, nunca se tomaron el tiempo de asistir a mis juegos de basquetbol —
Pablo — ¡Gracias Juan! —
Mientras conversaban se dieron cuenta que sus vidas eran similares, juzgar a las personas por su apariencia es una idea errónea de muchos y a veces hay un trasfondo más difícil de entender, encontrarlo depende de cuán lejos quieras llegar. Ya lo dice el viejo dicho “No todo lo que brilla es oro” y ahora Pablo finalmente se daba cuenta de los sentimientos de Juan, el chico que es envidiado por adolescentes de la preparatoria y admirado por tantas chicas, mismas que creen que tiene una vida de ensueños. Después de terminar su comida en la cafetería se fueron a sus clases, Juan intercambio algunos mensajes por Line con Pablo para invitarlo a comer helado y resultaba la excusa perfecta para continuar su acercamiento en su floreciente amistad.
El helado lo compraron en una heladería del centro de la ciudad para disfrutar el paisaje, allí tomaron asiento, bajo las sombras de los diferentes árboles en el lugar y en silencio escucharon a las pocas aves que se aventuran a pasearse con el clima cálido. Recientemente una ola de calor empezaba a causar estragos a los habitantes de la urbe, muchos lo atribuían al calentamiento global como parte de las consecuencias del hombre y mientras Juan degustaba su helado de limón con fresa y Pablo el suyo de chicle y vainilla, el segundo comenzaba a experimentar la sensación de paz en su interior. 1 hora más tarde todos se despidieron con un apretón de manos para irse a sus casas, Pablo abordo un autobús desde ahí para las afueras de la ciudad y Juan continuo a su hogar caminando como lo hace a diario.
Continuara…