Amores adolescentes, reencuetros de adultos

Dos jovenes se reencuentran años despues de haber vivido su primer amor.

Juan es un hombre duro, la vida se la toma como una continua lucha, no se permite ningún tipo de concesión ni a él mismo ni a nadie que se le acerque.

Trabaja como mecánico en una importante casa de coches de la capital, eso si en su trabajo es reconocidísima su labor, no hay coche averiado que Juan no encuentre el problema en menos tiempo que sus compañeros, a el solo le encomiendan los trabajos mas serios, eras reparaciones que si el no las soluciona es que el coche necesita una inspección del fabricante.

Juan está totalmente enamorado de Angel, este es un chico sencillo se conocen desde pequeños porque viven en el mismo barrio, descubrieron juntos su atracción por los hombres y en ellos surgió el amor con tan solo dieciséis años, durante años fueron compañeros inseparables de toda clase de travesuras propias de la adolescencia, lloraron y rieron, hasta que un día Ángel cansado de ese carácter endemoniado de Juan decidió alejarse de él.

Ángel es un buen estudiante y prueba de ello es que además de trabajar en una tienda reparando computadoras hizo sus estudios universitarios y actualmente trabaja en una importante multinacional como programador, un genio de la informática.

Ángel se mudó a vivir a un barrio mas elegante, gana un buen sueldo y su poder adquisitivo aumentó, a pesar de ello, seguía siendo un joven sencillo que dedicaba su tiempo libre a sus padres hermanos y continuaba frecuentando a sus amigos, a excepción de Juan que dolido con el por su despreció se había convertido en su mas feroz enemigo.

Ángel había conocido a un compañero de trabajo que le atraía, con el cual comenzó a tontear, salían a tomar unas cañas después de la oficina, iban algún día al cine e incluso un fin de semana salieron juntos de la ciudad a pasarlo en la sierra. Allí fue donde ocurrió en ese encantador pueblo después de tomar dos copas de mas, terminaron los dos juntos en la cama declarándose mutuamente que se gustaban, a partir de ahí fueron fraguando una relación cada vez mas seria, y llegó el día después de mas de un año en que los dos chicos comenzaron a vivir juntos en la nueva casa de Ángel.

Un fin de semana en que se celebraban las fiestas del barrio Ángel decidió pasarlas junto a sus antiguos amigos y hermanos, llamó a su madre y le dijo que si podía dormir ese finde en casa, quería ir a pasar las fiestas allí con ellos, su madre feliz le dijo que ni tenía que preguntarle. Su compañero ese fin de semana estaba fuera, estaba haciendo un curso en Barcelona y no regresaría hasta el domingo en la noche.

Tras salir de trabajar el viernes a medio día, se fue a casa de sus padres donde ocupó su antigua habitación y salió con sus dos hermanos a la calle del barrio a tomar unas copas con los amigos, la fiesta se prolongó toda la noche, bailes, conciertos y comida fue ocupando el tiempo de los muchachos, hasta bien entrada la madrugada, cuando Ángel venia de regreso a casa acompañado de su hermano Luis un año mayor que el, se cruzaron con Juan que con cara de pocos amigos también venia de la verbena.

Hola Juan, ¿Cómo estas? Saludó Ángel.

Bien gracias, ¿y tu que tal te va en tu vida de señorito?

Ángel le siguió la corriente con una dulce sonrisa en su cara, bien Juan, estoy contento en esa vida que dices.

Pues bueno, que te vaya bien, dijo agriamente el chico a su amigo de la infancia.

Adiós Juan.

Los dos continuaron su camino a sus respectivas casas, Luis el hermano de Ángel decía, es un borde ese tío, está amargado.

Déjalo Luis, es una buena persona, pero es complicado.

Al día siguiente salió a comer con sus padres, después en la pradera continuaba la verbena y un grupo de amigos le invitaron que viniera a beber con ellos de unas botellas que habían comprado.

Al poco de llegar y tumbarse con los chicos Juan apareció por allí y los chicos le dijeron que se quedara, al ver a Ángel dudó por un instante, pero este le dijo que le haría feliz tomar un whisky con el, se sentó junto a él en el césped y comenzaron a hablar durante largo rato tomando unas copas.

Se hacia la noche, comenzaban los pasa calles y la orquesta tocaba ya sus acordes en la plaza. Los Chios continuaban sentados en el mismo sitio, recostados en el césped de la pradera, estaban un poco mareados por las copas.

Los amigos fueron dispersándose poco a poco, pues la bebida ya se acabó y querían marcha por lo que se iban a donde la orquesta a mover un poco el esqueleto.

Juan y Ángel seguían allí tumbados el uno junto al otro, hablando de sus cosas , Juan sentía un profundo rencor dentro de si, no ya con Ángel sino estaba furioso con el por no haber sabido expresar a su amigo cuanto lo amaba aun. Ángel ya tenía su vida rehecha y entonces le era más jodido romper esa muralla que le bloqueaba sus sentimientos.

El efecto de las copas duraba en los chicos que ya mas desinhibidos los dos se gastaban bromas y jugueteaban entre ellos como los buenos amigos que eran por encima de todos los malos rollos que existieron tiempos atrás.

Hubo un momento que Juan se armó de valor y sin pensarlo dos veces agarró a Ángel por los hombros lo atrajo hacia el y le dio un dulce beso en los labios. Su amigo no hizo nada, se había quedado paralizado, los recuerdos de tiempos mejores vinieron de golpe a su mente y no pudo hacer otra cosa que esbozar una sonrisa inocente de felicidad.

Ángel ¿sabes que sigo aun locamente enamorado de ti? Desde que lo nuestro terminó no he andado con nadie, mi vida es trabajo y trabajo, no mantengo relación alguna con nadie, he sido un cobarde y expresarte cuanto te amo y te necesito.

Ángel escuchaba serio a su amigo, de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas y no tenia palabras que decirle.

Pero pasado unos instantes de silencio, respondió como un autómata a la declaración que Juan le hacia; Mira Juan, ha pasado tiempo suficiente para haber rehecho tu vida, es complicado mantener contigo una relación siento mucho por lo que estas pasando, pero yo he reconducido mi vida a otros puertos y estoy contento en mi trabajo y con el chico que actualmente comparto mi vida.

Dicho esto, los dos chicos se levantaron, recogieron la basura del suelo y depositándolas en una papelera comenzaron a caminar uno al lado del otro en silencio.

¿Dónde vas a ir ahora? Dijo Juan con gesto serio, Pues donde te apetezca dijo Ángel, si te parece podemos y a comer alguna cosilla y nos tomamos unas birras.

Vale, la verdad es que tengo hambre, vamos al mesón ese nuevo que han abierto ahí cerca de mi casa ¿te hace?

Vamos, dijo Ángel, yo también tengo algo de hambre.

Cenaron y bebieron y rieron durante un buen rato, terminada la cena Ángel quiso reunirse con los amigos de nuevo en el baile de la plaza, Juan no muy convencido aceptó.

Juan quiero que cambies esa cara, debes alegrarte, disfrutemos la noche y déjate de pensar en cosas que no te ayudan en nada.

El chico no respondió, solo cambio su gesto y puso una sonrisa hipócrita, pero Ángel con su risa hizo que su amigo riera de verdad.

Bailaron como cuando eran unos pequeños hombrecitos de quince años, saltaron e hicieron estupideces, divirtiéndose hasta latas horas de la madrugada, hubo un momento que ya no podían más de tanto como habían bailado y decidieron que era una buena hora para volver a casa.

Caminaron por el parque de regreso, Juan echó su brazo por el hombro de su amigo que no dijo nada, simplemente caminaban y canturreaban algunas canciones de las que antes la orquesta había tocado en la verbena, esas canciones de hacia tiempo y esas otras que solo se escuchan en ese tipo de fiestas, hubo un momento que la oscuridad del parque los envolvió por completo y nadie transitaba por allí en esos momentos.

Juan aprovecho ese momento intimo para volver a besar a su amigo amado, Ángel correspondió la beso, dejó que ese beso pasional se convirtiera en algo mas calido, la lengua de Juan entro en la boca de su amigo, saboreando su aliento, percibiendo el calido sabor de su saliva tibia después de una larga jornada de fiesta.

Se abrazaron, se besaban furiosamente, tocando a tientas el cuerpo del otro, ese no era el lugar apropiado para un amor apasionado, en cualquier momento alguien podría pasar y cogerlos infraganti liados como estaban, se apartaron un poco de la senda, dejándose caer junto a un sauce llorón del parque.

Juan lamió los pechos de Ángel con avidez, quería sacar de ellos lo que no tenían, bajo por el esternón de su amado amigo, llegó hasta la cinturilla de su pantalón y soltó el botón que le daba paso a aquello que tanto anhelaba volver a saborear, no lo pensó dos veces su compañero callaba , lo dejaba hacer y el presto lo desnudó en un instante, metió la polla en su boca y la lamió con todo el amor que era capaz de derramar en ese instante de lujuria, pasión y locura Besuqueba los testículos, lamia los vellos , absorvia el aroma virl de angel. Este dejado caer en el sauce gemía de placer, con sus manos revolvía los pelos ensortijados de su amado Juan. Lo alzó hacia el, le beso furioso, estaba dando cuenta que tenia sentimientos ocultos que florecían ahora después de tanto tiempo de estar dormidos en lo mas hondo de su corazón.

Aquí no podemos seguir Juan, tenemos que buscar un lugar donde estar más cómodos, No te preocupes, yo vivo solo desde hace dos años, ya no vivo con mis padres.

Se recompusieron sus ropas y caminaron apresurados, Angel seguía a su amigo, no sabia donde era su nueva casa, ansiaban llegar a ese lugar que Ángel no tenia idea de en cuanto tiempo se distanciaba de ellos. Llegaron a un edificio de nueva construcción, Juan abrió presuroso, subieron en el ascensor hasta la cuarta planta, abrió la puerta de la casa y una vez dentro comenzaron una encarnizada lucha donde las prendas de cada uno iban quedando por el camino al dormitorio.

Llegaron junto a la cama ya casi desnudos, Juan empujó a Angel sobre ella y este lo arrastro tras de el, se unieron en un apasionado beso, restregando sus cuerpos sudoroso el uno contra el otro, ambos con las pollas durísimas, babeantes palpaban el cuerpo de su compañeros, cuerpos que eran viejos conocidos pero que habían madurado y tenían algunos rasgos desconocidos para el otro.

Se sumergieron en una lucha de besos, caricias y lamidas que los traía asfixiados, cada poco tomaban un poco de resuello y volvían al ataque comiéndose cada uno de los órganos mas apetecibles del otro.

Llegado un momento de furiosa excitación, Juan colocó a Ángel con las piernas en alto, colocándole la punta de su miembro en las puertas de su ano, empujo suavemente y le introdujo sus dieciocho centímetros de carne con todo el ímpetu que sus fuerzas le permitieron, gritó de dolor el receptor de dicho torpedo y tras una pausa corta comenzó una furiosa follada de los dos amantes que se habían deseado en silencio durante años.

Tras largos minutos de vaivén Juan comenzó a tener contracciones placenteras que auguraban la llegada de un orgasmo, Ángel que lo notaba, lo fue obligando a salirse de el y volteándose colocó la punta del cipote de su amigo en sus labios recibiendo unos espesos trallazos de semen denso, caliente y agridulce en su boca, lo lamió, engulló con glotonería, no dejando nada que se escapase.

Una vez Juan se recuperó de tan maravilloso orgasmo, beso tiernamente a su amigo, cogiendo de un cajón un bote de lubricante, untó la crema en su ano y se empetó el nabo de Ángel hasta lo mas adentro de su alma.

Ángel comenzó su baile fornicador encima de su amigo y durante un corto tiempo lo poseyó con mas dulzura que la que a él lo habían taladrado.

Tras dos meneos más, comenzó a brotar de su nabo una cascada de densa leche blanquecina que corrió por las nalgas de Juan camino de sus muslos.

Tras ese increíble polvazo los dos se miraron serios y tras darse un maravilloso beso sonrieron y se dijeron cuanto se amaban y deseaban mutuamente.

Pasado un rato Ángel tenia que marcharse, en su casa se preocuparían si no llegaba a dormir, se vistió y salió de la casa de su amigo, no sin antes volverle a dar un apasionado beso.

Llámame a casa de mis padres cuando te levantes.

Al día siguiente domingo ya, Ángel se levantó bastante tarde, las copas del día anterior le habían dejado secuelas, le dolía la cabeza, desayunó y se dio una buena ducha eran casi medio día. Ya no le apetecía nada volver a la verbena, si Juan no llamaba, comería y se iría a casa, prefería llegar pronto y tener todo ordenado para la semana de trabajo.

Pasado un buen rato cuando pensaba que Juan no llamaría, su madre le avisó que Juan estaba al teléfono.

Hola, buenos días, ¿Cómo has amanecido?

Hola Juan, bien gracias, un poco de resaca tío, ¿tu, has dormido bien?

Bueno, digamos que he dormido poco, pero no me importa, estoy contento.

Me alegro que lo estés, yo también estoy contento de haberme reencontrado contigo.

Oye Angy, ¿porque no comemos juntos aquí en casa?, no tengo ganas de callejeo, estoy saturado de las fiestas.

Bien, es buena idea, ¿necesitas que compre alguna cosa? No se, si te falta algo, de paso te lo subo.

Bueno, tu vente para acá, ya nos organizamos, eso si, compra el pan tío.

OK, dentro de un ratito estoy ahí. Un beso.

Ángel , decidió que era hora de despedirse de su familia, después de casa de Juan ya se marcharía para la suya, así que recogió todas sus cosas, se despidió de sus padres y montó todo en el coche y se fue a casa de su amigo.

Juan le recibió liado en una toalla, acababa de darse una ducha y tras darle un beso le dijo que pasara al cuarto que iba a cambiarse. Dejó el pan en la cocina y fue donde Juan, este andaba desnudo por la habitación a ver que se ponía.

Ponte algo sencillo y cómodo, ¿para que te vas a arreglar? No vamos a ir a ninguna parte.

Tienes razón, me pondré unos pantalones cómodos y una camiseta y ya, nos vamos a la cocina y vemos que te preparo de comer.

Hablaron y comieron como si nada hubiera pasado, hablaron de esa casa de las cosas que había hecho y mil cosas que iban saliendo porque habían perdido todo contacto estos años atrás.

Después de comer recogieron la mesa y dejaron todo en la cocina, Juan preparó café y se fueron a la sala donde ambos se tumbaron en el sofá.

¿Lo pasaste bien anoche? Dijo Juan tímidamente a su amigo.

Si, la verdad que lo pasé de escándalo, quizás estábamos demasiado mamados y no fuimos todo lo delicados que debiéramos, pero estuvo muy bien Juan.

Me gustaría que se repitiera Angy, no quiero que esto haya sido un polvo fortuito.

Ángel se quedo en silencio, debía medir las palabras que decía.

Juan, yo había rehecho mi vida, creía que tenia superado la historia que tenia contigo, pero está claro que no era así. Ahora debes concederme un tiempo, no se si lo sabes, pero estoy viviendo con un chico, que además es compañero de trabajo. Por eso te pediría que tuvieras un poco de paciencia, no quiero hacer daño a nadie.

Bien, es sensato lo que me dices, pero recuerda que a pesar de todo, me gustaría que no me dejes solo, necesito saber de ti cada día, cada momento, no me resigno a volver a estar lejos de ti.

Tranquilo amigo, no me voy a quitar de en medio, podrás llamarme cuando lo desees, te voy a dar mi móvil y procuraré venir algún día de esta semana a verte cuando salga de la oficina.

Juan estaba radiante, se sentía un hombre nuevo, el motivo de sus amarguras se había evaporado y ahora tenia esperanzas de volver a tener con el al amor de su vida.

Tomando un poco de aire y dejando que su osadía saliera a flote Juan acercó su cara a la de Ángel y lo besó tiernamente en sus labios y le dijo. ¿No seria buena idea dormir una pequeña siesta?

Los dos rieron y mirándose ambos con unos ojos picarones, se marcharon al dormitorio donde Juan ya había hecho la cama y todo estaba ordenado.

Comenzaron a besarse y fueron desnudándose el uno al otro, había poco ropa que quitar y acabaron pronto la maniobra, se tumbaron en la cama y juntaron sus cuerpos, recibiendo cada uno el calor del otro, los dos gimieron al percibir el tacto de su compañero,

Juan, no quiero que te enfades, pero ese humor tuyo tenemos que limarlo un poco, no puedes estar continuamente mal humorado, debes ser mas abierto y amable con todo el mundo.

Si mi amor, mi estado de ánimos era motivado por la amargura que me producía sentir que te había perdido.

Pero te prometo que no volverá a ocurrir, desde ahora seré más amable empezando conmigo mismo.

Ángel lo beso tiernamente, lo abrazo y comenzó a acariciarlo con todo sus ganas, deseo puro deseo de recuperar a ese hombre al que amaba desde su mas tierna adolescencia.

Colocándose sobre él inició un sensual masaje por todo su cuerpo, Ángel usando sus manos y sus labios recorría todo el cuerpo de su amante que se retorcía de placer de tanto como recibía de su amado Ángel, que después de desearlo tanto ahora le prodigaba en caricias.

Lamia sus tetitas duras, saboreaba el vello que cubría su pecho y bajaba besándole en cada lugar que rozaba de su abdomen, al llegar a su zona velluda antes de tocar con sus labios la polla tiesa de Juan mordisqueo los pelos, untándolos de saliva, con la punta de su lengua, probaba los fluidos preseminales que brotaban del nabo y después engulló el falo que tanto placer le había dado desde niño.

Juan no podía contener tanto gusto y apartando suavemente a Ángel de encima suya, lo colocó boca arriba en la cama y le devolvía todas esas caricias que antes el le prodigaba procurándole ese frenesí de pasiones.

Ambos comenzaron un lascivo sesenta y nueve, cada cual con la polla del otro en su boca comenzaron a hacer una monumental mamada a su compañero de juegos eróticos.

Tras un maravilloso periodo de tiempo engullendo las pollas los dos comenzaron a eyacular en la boca del otro, saboreando los néctares de su amante, caliente, densos y maravillosos como signo de amor y pasión por el otro.

Una vez mas serena la respiración, juntaron sus labios, las lenguas saboreaban y mezclaban los fluidos de los dos, encontrándose en un éxtasis maravilloso, acabando los dos entrelazados sobre la cama.

Pasado un buen rato en que los estuvieron dormitando, Ángel debía irse, iba siendo hora de volver a casa, por ello se levantó se dio una ducha y comenzó a vestirse.

No olvides darme tus teléfonos, dijo Juan, yo te he apuntado el móvil y el de aquí en un papel y también mi correo electrónico, para que me tengas localizado.

Bien, yo te dejo el móvil preferiría que por ahora no me llames a casa, no tengo que volver a explicarte el porque. Dijo Ángel.

Este salió de la casa feliz, pero una vez que emprendió el camino de regreso se empezó a agobiar pensando lo que le tenía que decir a su chico, el cual estaba ajeno a todo lo que había ocurrido.