Amor verdadero 4

La historia sigue.

Amor verdadero 4

Astrid seguía mirando la urna, levanto la cabeza, me miro y me dijo.

• Carla Cuéntame que es lo que paso.

Nos sentamos sobre la cama y empecé a contárselo, los humanos eran menos poderosos pero más numerosos. Los licántropos conseguimos infiltrar a alguien en ese laboratorio, fue descubierto antes de que pudiera darnos datos. Lo único que pudo enviarnos es que los humanos habían creado un arma capaz de borrarnos de la faz de la tierra.

Mis padres pidieron una audiencia a tu padre, este les comunico que les recibiría a ellos dos. Mis padres pensaron que podía ser una trampa, salieron de la casa del clan. Afuera les esperaba tu padre en persona para escoltarlos, le dijeron que yo también debía ir.

Tu padre acepto, se me quedo mirando y me dijo.

• Se te permitirá ver a Astrid si lo deseas.

• ¡Estemos en guerra, no piensas despertarla!

• Cuando llegue el momento, ahora necesito que mis vampiros obedezcan mis órdenes.

• ¿Acaso no te importa Astrid?

• ¡Más de lo que te imaginas!

• ¡No lo parece!

• Cuando seas líder lo entenderás.

La conversación quedó ahí, no volví a abrir la boca hasta que llegamos a vuestra mansión. Hubo vampiros que pedían nuestras cabezas. Tu padre los disciplino al instante, les dijo que éramos sus invitados y que de esa forma serian tratados.

La actitud de todos los vampiros cambio, acompañamos a tu padre a un gran salón, allí estaban todos los vampiros de alto rango. Mis padres pusieron en antecedentes al tuyo, el decreto que la guerra entre vampiros y licántropos había acabado.

Desde ese momento tu padre y los míos liderarían un ejército formado por la familia vampírica más poderosa y el clan licántropo más fuerte, tu padre me toco en el hombre y me pidió que lo acompañara. Bajamos unas escaleras y llegamos a un bonito cuarto, en el centro estaba tu ataúd y a su lado estaba un hombre.

Según tu padre se llamaba Amargan y era un druida, estaba allí para proteger tu cuerpo e ir despertándolo poco a poco, Amargan hizo un hechizo con el que puso un campo de fuerza alrededor de tu ataúd. Seguías desecada, pero se empezaba a adivinar tu precioso rostro.

Los días siguientes la mansión fue asediada por la facción humana, fueron aplastados sin compasión. Nuestros padres eran guerreros excepcionales, no parecía que hubieran sido enemigos durante milenios. Su compenetración era perfecta.

Entonces fue cuando tu padre nos presentó a tu hermana pequeña, nos encomendó la misión de investigar esa arma de la que hablo nuestro licántropo. La infiltración fue un éxito, pero subestimamos a los humanos, tu hermana fue capturada, yo conseguí salir con Lisa.

A duras penas pude llegar a la mansión, al pasar por el portón me desmayé. Tu padre más los míos me llevaron a tu habitación y me tumbaron en la cama para que descansara, un gran estruendo me despertó, al salir a fuera pude ver al ejército humano mejorado aniquilas a vampiros y licántropos de tres en tres.

Solo tu padre, mi madre y mi padre tenían el poder para hacerles frente y hacer que retrocedieran, entonces de un camión sacaron la caja transparente que vi en ese laboratorio. En su interior se encontraba ese espectro horrendo que había visto allí.

Me acerque a los tres y les avise.

• ¡Tened cuidado con ese ente, esa es el arma y ha venido en busca de Lisa!

• ¿Puedo pedirte algo?

• Tú dirás Draven.

• Protege a esa niña y a mi hija.

Tal vez no me creas, pero tanto mis padres como el tuyo tenían lágrimas en los ojos, sabían que morirían en esa batalla. Me metí en la mansión y cogí a Lisa, baje las escaleras y entre en el cuarto donde tú descansabas. Amargan se encontraba dentro del campo de fuerza, estaba entonando un hechizo en gaélico escocés. Paro por un momento y me miro.

• ¿Si entran aquí cuanto tiempo podrías darme?

• Por Astrid el que haga falta.

Amargan sonrió y siguió con su trabajo, en el exterior pareciera que se hubiera desatado el infierno. De repente escuche como unos humanos bajaban las escaleras, desenvaine mi espada y los espere. Lisa estaba aterrada, se agarraba a mi pierna mientras lloraba, la cogí en brazos y la abrace.

Amargan me dijo que la metiera en el campo de fuerza, abrió un hueco por donde metí a la niña. En ese momento empezaron a entrar, cogiendo fuerte la espada utilicé todo lo que mi tía me había enseñado. Los humanos atacaban sin levantar la guardia, me estaba resultando demasiado fácil acabar con ellos.

El problema radicaba en que parecía que su número era infinito, los cuerpos se agolpaban por toda la habitación, en un momento dado lance mi espada, esta se clavó en el pecho de uno de ellos. Decidí convertirme en loba, comencé la transformación. Amargan dejo lo que estaba haciendo junto a Lisa los dos miraban mi cuerpo de loba con admiración.

En este estado mi fuerza velocidad y resistencia aumentaban, conseguí detener las hordas humanas. De repente vi como los cuerpos eran incinerados, por la puerta asomaba alguien, era tu padre venía muy malherido, le faltaba un brazo.

Volví a adquirir mi forma humana, entonces me acerque a tu padre y lo sostuve, él me miro con un semblante triste y no tuvo que decirme nada, sabía que mis padres habían muerto.

• Lo siento Clara, tus padres han luchado y muerto con honor.

• ¡Donde esta!

• ¡Quédate detrás de mí, tú y Astrid sois la esperanza para acabar con ese ente!

Entonces vi como un cuerpo humano totalmente deforme se asomaba por la puerta, era el ente, se había metido dentro de un humano y de esa forma podía utilizar todo su poder momentáneamente, coloque mi veneno de licántropo en la ranura y bañe la espada con la sangre de tu padre.

El ente atacó, esquive su ataque y le lance una estocada con mi espada, le abrí una herida que abarco todo su pecho. Me di cuenta de que el ente no podía cerrar su herida tan fácilmente como en las anteriores ocasiones. Eso lo hizo enfadar, miro hacia tu ataúd y se preparó para lanzar un ataque contra él. Me puse en medio con la intención de atajar el ataque.

Fui una ilusa, cuando el ente ataco, tu padre se puso delante de mí, lo recibió de lleno. Su cuerpo fue envuelto en unas llamas que no se apagaban, lo estaba incinerando. Entonces me dijo sus últimas palabras.

• Siento la guerra estúpida que hemos librado contra vosotros, dile a Astrid que la quiero mucho y por favor rescatad a mi hija Diana.

• ¡Así lo aremos, tienes mi palabra!

Cogí la mano de tu padre, miro hacia tu ataúd y empezó a llorar amargamente, después se convirtió en cenizas, vi al ente que se acercaba al campo de fuerza. Mi cuerpo se llenó de ira, me abalance contra él y de un puñetazo lo estampe contra la pared. Cogiendo mi espada lo decapité.

El ente salió del cuerpo decapitado y empezó a retroceder, parecía que tenía miedo. Empezó a huir hacia el exterior, lo seguí llena de rabia, los humanos se dispusieron a atacarme, pero el ente les ordeno la retirada.

Cuando se fueron busque los cuerpos de mi padre, eran fríos, pero nunca me falto de nada, a su forma fueron buenos padres. Empece a llorar, una mano toco mi hombro, era Amargan.

• Tienes que llevar a esta niña a un sitio seguro.

• Encárgate de despertar a Astrid, yo no podré hacer esto sola.

• Dalo por hecho.

Entonces volvió a entonar un hechizo, unas llamas cubrieron los cuerpos de mis padres hasta que se incineraron. Creo unas urnas con magia y deposito las cenizas dentro de ellas.

Cogí unos de vuestros coches y después de meter a Lisa y las urnas dentro, me dirigí a una casa que tenían mis padres que nadie aparte de mi conocía, al llegar acosté a Lisa para que descansara. Cabe dos hoyos mirando hacia el mar y enterré las dos urnas.

Pensé que allí estaríamos a salvo hasta que tú despertaras, pero no sé cómo conocían la dirección de la casa, por suerte pudimos escapar antes. Después Amargan me aviso de que habías despertado y el resto de la historia ya la sabes.

Astrid empezó a llorar y no podía consolarla, siempre pensó que para su padre no era más que una arma, la guerrera perfecta que les daría la victoria. De repente vio que su padre las quería a ella y a su hermana Diana.

Astrid me cogió de la mano y me llevo al exterior, caminamos un poco y vimos una gran lápida, era la lápida de la mujer de Draven y la madre de Astrid y Diana. Astrid se arrodilló y empezó a cavar un hoyo, cogió la urna y la enterró al lado de su madre.

• Carla tenemos que rescatar a mi hermana.

• Y a Argent, el licántropo alfa que me enseño a dominar mi transformación completa en loba.

• ¿Puedes convertirte en una loba?

• Si (sonrojándome)

• Me gustaría verlo.

Me separé un poco de Astrid y comencé la transformación, Astrid me miraba asombrada, pero cuando me vio en forma de loba se le saltaron las lágrimas.

Se agachó y empezó a abrazarme.

• Tienes un pelaje precioso Carla.

Volví a mi forma humana, mire a Astrid y me abrace a ella, en ese momento me olvide que estaba desnuda. De repente empecé a notar como una mano se metía entre mis piernas. Yo las abrí para facilitarle la tarea.

Como me gustaba que me metiera un par de dedos y empezara a masturbarme, yo me agarraba fuerte a ella y apreté mi cara contra su pecho para no gritar y despertar a Lisa, Astrid se separó y empezó a desnudarse. Solo con ver ese precioso cuerpo me mojaba.

Se quitó todo menos las bragas, me miro y quería que se las fuera quitando yo, me arrodille y se las empecé a bajar despacito, disfrutando de cada momento. Después de quitárselas, Astrid se apoyó en una mesa y agachándose un poco separo sus piernas. Me metí entre ellas y empecé a lamer ese coñito que me volvía loca, su sabor era exquisito.

Estuve un rato lamiéndole el coñito hasta que se dio la vuelta, empecé a lamerle el coñito desde atrás. Subí mi lengua asta llegar a su ano, entonces chupe uno de mis dedos y se lo fui introduciendo poco a poco. Astrid no decía nada se dejaba hacer, solo gemía de placer. Entonces le metí otro dedo en el coño y empecé a penetrarle los dos orificios.

Astrid tubo que morderse la mano para no despertar a Lisa, estuvimos así durante un buen rato, cuando estaba a punto de correrse, le saque los dedos y le chupe el clítoris hasta que se corrió en mi boca. Le temblaron las piernas y tuvo que sentarse en el suelo.

En esa postura entrelacé mis piernas con las suyas hasta que nuestros sexos hicieron contacto, el roce con su mojado sexo me daba mucho placer, Astrid no se quedó quieta, mientras nuestros sexos nos llenaban de sensaciones muy placenteras, ella se dedicó a mordisquearme uno de los pezones.

El placer era máximo, al final nos corrimos las dos a la vez. Se apartó de mí y empezó a lamerme el coñito aduciendo que no había comido y tenía hambre, nos abrazamos y fuimos juntas a la ducha para seguir disputando la una de la otra un poco más.

Después de ducharnos y vestirnos fuimos a despertar a Lisa para que comiera algo, mientras comía nosotras empezamos a idear un plan para poder rescatar a Diana y Argent.

• ¿Crees que podremos entrar por el mismo sitio que entrasteis vosotras?

• Si, después de entrar dejamos los barrotes tal como nos los habíamos encontrado y borramos nuestras huellas.

• Muy bien, llamaré a Amargan para que se quede con Lisa mientras nosotras los recatamos.

Astrid llamó a Amargan, este no puso ninguna pega. Mientras hacíamos tiempo Astrid se puso a jugar con Lisa, yo las miraba y pensaba en la gran madre que habría sido Astrid, pasado el rato Amargan llego.

• ¡Amargan, tenemos que encontrar una manera de vencer a ese ente mágico!

• Carla me comento que la sangre de tu linaje y el veneno de ella le afectaron.

• Mi sangre es más fuerte que la de mi padre, ¿cómo lo hiciese Carla?

• Impregne el filo de la espada con la sangre de tu padre y la ranura con mi veneno.

• Bien pues entonces aremos lo mismo.

• Yo me pondré a investigar, tiene que haber alguna manera de contener a esa cosa por toda la eternidad.

• Crees que no se puede matar.

• Al no ser corpóreo, me temo que será imposible, los humanos lo crearon así por eso mismo.

Astrid y yo ya teníamos todo listo, las dos nos despedimos de Lisa con sendos abrazos y nos pusimos en marcha. Durante el trayecto no hablamos nada, las dos estábamos preocupadas, nos preguntábamos si estarían vivos.

• ¿Carla crees que estarán vivos?

• Tu hermana demostró ser fuerte y Argent es un licántropo muy poderoso.

• ¿Cómo es?

• ¿Argent?

• Aparenta nuestra misma edad, pero tiene mil años. Es muy guapo y tiene un cuerpo musculado, pero lo más importante es que siendo un alfa muy respetado me trato como una más. Siento tanto respeto por el como lo tengo por mi tía.

• Entonces nos vendrá bien para la batalla final.

• No lo dudes.

Llegamos al complejo estaba en ruinas, al principio nos asustamos pensando que Diana y Argent estarían muertos. Nos adentramos en las cloacas y llegamos a la entrada por la que accedimos la otra vez, quitamos los barrotes y empezamos a ascender. Entramos en el complejo.

Todas las personas que nos encontramos dentro estaban muertas, les habían chupado la sangre, eso era buena señal, indicaba que Diana podía estar viva. Fuimos pasando los pasillos con suma cautela, estaba oscuro. De repente vimos una sombra que nos acechaba.

Desenvainamos las espadas y nos pusimos en guardia, de repente vimos como algo pasaba por nuestro lado a toda velocidad, para cuando me di cuenta se me había echado encima. Me tenía tumbada en el suelo y estaba sobre mí, hizo el gesto de clavarme los colmillos.

Astrid le puso el filo de su espada en el cuello y le dijo.

• ¡Yo no haría eso si aprecias tu cabeza, un movimiento y la separo de tu cuerpo!

De repente nuestro atacante levanto la cabeza y acto seguido Astrid soltó la espada y le abrazo, me levanté y prendí una bengala. Era Diana la hermana de Astrid, poco a poco empezó a recuperar la cordura y se dio cuenta de que era su hermana la que le estaba abrazando.

• ¿Astrid eres tú?

• Si hermana soy yo

• Carla, lo siento mucho.

• No te preocupes, Diana sabes si Argent sigue vivo.

Diana empezó a llorar, me temí lo peor. Diana nos llevó hasta donde estaba, lo tenían encerrado en una celda con una puerta blindada. Se notaba que Diana había intentado abrirla. Esta vez lo intentamos entre las tres y con mucho esfuerzo la puerta la final cedió.

• ¿Diana eres tú?

• Si mi amor, soy yo.

• ¿Mi amor?

• Si Astrid, él fue mi apoyo en mis peores momentos, empezamos a hablarnos todas las noches y nos terminamos enamorando.

• Me alegro mucha hermana.

• Yo también me alegro por los dos, Argent es un gran hombre.

Diana entró en la celda corriendo y se abrazó a Argent llorando, estaba muy débil por todas las torturas que había recibido. Lo cogimos entre Astrid y yo y salimos de ese complejo, entramos en el coche y fuimos a la mansión de Astrid y Diana.

Cuando llegamos Amargan y Lisa nos estaban esperando, Lisa reconoció a Diana y Argent se presentó a la niña de forma muy educada, Amargan se llevó a la niña a jugar y nosotras les hicimos unas preguntas.

• Que ocurrió en ese complejo.

• Un día salieron todos para arrasar esta mansión, a su vuelta las cosas no habían salido como habían planeado.

• ¿Quién destruyo el complejo?

• El Vació, ese mismo día se rebeló contra los humanos y decidió que era el único apto para gobernar el planeta.

• La buena noticia es que nuestra sangre y vuestro veneno puede herirlo de gravedad.

Pasado un rato Amargan volvió con Lisa que traía una muñeca de Astrid, le pidió permiso para usarla y mi novia le dijo que se la regalaba con una gran sonrisa, se fue al cuarto de Astrid a jugar, le pregunte a Amargan.

• ¿Qué tal te han ido las investigaciones?

• Bien, creo que he dado con una forma de vencerlo.

Continuará.