Amor total

Relato de una relación ideal entre hermanos que combina el amor fraternal y el sexual hasta la consumación de la pareja. Basado en un hecho auténtico, aunque, claro está,novelado.

AMOR TOTAL

Mi nombre es Luis, tengo en la actualidad 27 años, estoy soltero y tengo una hermana, Cris, cuatro años mayor que yo. Hoy en día es una hermosa mujer de 31 años, 1,70 de estatura, melena color de miel hasta los hombros, ojos marrones y profundos, labios carnosos y un cuerpo "de bandera". Sus pechos erguidos resisten sin problemas la ausencia de sujetador debido su firmeza y a que son del tamaño justo. Tiene un vientre plano sin un átomo de grasa, un trasero redondo y respingón y unas piernas que a mí me parecen de concurso. Ella y yo tenemos una relación muy especial: como hermanos, que nos lleva a querernos tiernamente, y como amantes, como hombre y mujer que se quieren locamente. Así llevamos ya casi siete años.

Todo empezó para mi cuando tenía 18 años camino de 19. Hasta entonces, mi hermana no había pasado de ser una persona más en casa, igual que mi padre y mi madre. Nunca me había fijado en ella como mujer, aunque tanto ella a mí como yo a ella nos habíamos visto más de una vez desde pequeños desnudos, bien en el baño, la playa o en otros momentos de juegos inocentes cuando éramos niños. Además ella siempre, por aquello de ser mayor que yo, había ejercido en muchas ocasiones como "segunda" madre, cuidando de su hermano en los momentos en que mi madre o mi padre no podían ocuparse de mi a causa de su trabajo o de otros motivos. Recuerdo que Cris siendo ya mayorcita, caculo que con unos 12 ó 13 años, por lo que yo tendría unos 9,cuidó de mi una vez que, recuerdo, tuve fiebre alta, no se exactamente por qué motivo. Es algo que tengo grabado como uno de las primeras veces que tuve conciencia de que, además de mi madre, había otra mujer en casa. Recuerdo la cara de mi hermana cerca de mí poniéndome en la frente algo que creo que eran paños empapados en alcohol, supongo que siguiendo las "ordenes" de mi madre, y también recuerdo las caras de preocupación de mis padres y a Cris acercándose a mí y dándome un suave beso en la frente. Después nuestras relaciones fueron las normales entre hermanos. Aunque a veces nos peleáramos por tonterías,como todos los niños,yo notaba en Cris cierta predilección por mí. En ocasiones de alguna regañina paterna o materna, ella siempre salía en defensa de su hermano y era capaz hasta de asumir culpas de alguna trastada de la que yo era el causante. La verdad es que nos llevábamos muy bien y yo la quería mucho…pero de forma muy distinta a la actual. Transcurrido un tiempo, (Cris tendría entonces unos 18 años), yo había comenzado a mirarla de forma diferente cuando estábamos juntos. Yo era un adolescente y veía a una chica guapísima y mis ojos recorrían su espléndida figura, especialmente cuando en casa iba de forma descuidada con poca ropa, excitándome de tal manera que creo que a veces ella se daba cuenta, pero se hacía la distraída y no me decía nada. Poco a poco me fui dando cuenta de que mis sentimientos hacia mi hermana iban cambiando a un afecto muy distinto: no solo la quería como hermana, sino que empezaba a desearla como mujer. Así pasaron unos años, hasta que un día marcó para mí un antes y un después.

Era un fin de semana con "puente".Nuestros padres habían decidido pasar fuera esos días en su casa del campo, y estar más frescos. Era verano, finales de Julio y hacía mucho calor. Yo no tenía un plan especial para salir, y decidí quedarme en casa. Mi hermana, que ya tenía 24 años, decidió también quedarse en la ciudad. Yo no sabía si tenía novio, pero en aquel momento, la verdad, me era indiferente. Por fin nuestros padres el jueves por la mañana temprano se fueron, dejándonos solos a los dos en casa. No era la primera vez, así que no había ningún problema.

Cuando me levanté de dormir, y después de lavarme y refrescarme, me fui a la cocina a desayunar, como siempre hacía. Y allí estaba mi hermana. Estaba preparando algo. Debían ser las 10,30 más o menos. Se volvió hacia mí:

-¡Vaya, ya está aquí el dormilón!, me dijo nada más verme. La miré quizá aún un poco adormilado, pero por primera vez sentí que tenía a mi lado toda una mujer. Tenía su melena recogida atrás con un gracioso moño y llevaba solo unas braguitas tipo tanga y un sujetador negros, que permitían ver su maravilloso cuerpo casi desnudo. Yo sólo llevaba un slip, y de pronto noté sin poder evitarlo, cómo mi pene comenzaba a crecer debajo de la tela. Aún no era yo muy consciente de lo que pasaba. Sólo noté como Cris, mi hermana, por un momento desviaba su mirada hacia la zona de mi miembro, para a continuación mirarme a los ojos.

Tras una pequeña pausa, me dijo risueña:

-¿Pero qué te pasa, hermano? Anda, no te quedes ahí y ven a desayunar conmigo, que ya es tarde…¿no habíamos quedado en ir hoy a la piscina?

Intentando disimular mi estado como pude, me acerqué a donde ella estaba. Me dio un sonoro beso en la mejilla.

-Venga, siéntate y vamos a desayunar.

Me senté en una silla de la mesa de cocina. Yo casi no podía articular palabra, porque la visión de mi hermana me había trastornado de una manera que nunca pude imaginar. Sólo veía sus preciosos pechos, apenas ocultos por el sujetador, cerca de mí y su cuerpo semidesnudo moviéndose de un lado a otro para llevar a la mesa las tazas de café y unas tostadas, que era lo que había estado preparando. Lo peor era que al sentarme, mi miembro en erección tenía que buscar un acomodo, y yo lo estaba pasando mal, hasta que de forma casi obligada, asomó el glande por la entrepierna. Mi hermana, estoy seguro, se dio cuenta de ello, pero se sentó a mi lado y nos pusimos a desayunar.

-Bueno, bueno, hermanito ¿qué te pasa hoy?, estás mudo… No has dicho ni palabra desde que te has levantado ¿Tienes algún problema?

-No, ninguno-acerté a balbucir-es que no he dormido muy bien

-¿De verdad?-me dijo-Pues yo te noto raro…bueno, a lo mejor es por el calor que hace. Fíjate que yo no me he vestido…porque con este calor y para estar en casa, pues… qué más da…entre tu y yo hay confianza ¿no? Somos hermanos y ya nos conocemos desde hace mucho ¿verdad? ¡ ja, ja, ja ! –rió picarescamente mientras deslizaba su mirada hacia mi entrepierna, que en ese momento mantenía a duras penas inmóvil para que mi pene no saliera totalmente de su precario escondite. De pronto, salí del aturdimiento y me sentí como… más tranquilo. Sí, eso era, más tranquilo y relajado y con una confianza que hasta entonces no había sentido.

-Bueno –le dije-la verdad es que vista así…puedo presumir de hermana. Eres una chica preciosa. Por cierto ¿tienes novio? Porque nunca hemos hablado de ello. Y si es así, joder, que suerte tiene el tío, le envidio, porque tener un bombón entre tus manos no es cualquier cosa.

-¡Oye, oye! nunca me habías dicho que yo era guapa ¿de verdad te lo parezco?- me dijo mirándome fijamente a los ojos, pero con una sonrisa que yo interpreté entre tierna y pícara.

Recuerdo que en ese momento, me hubiera lanzado sobre ella y la hubiera comido a besos, pero mi mente me dictó prudencia.

-Pues claro que lo eres. Insisto, eres una preciosidad, lo que ocurre es que nunca ha habido ocasión de decírtelo así, como hoy te lo estoy diciendo…a solas entre tú y yo. Bueno y por que antes yo también era un poco crío y ahora…creo que ya soy mayorcito ¿no? Yo sé distinguir una chica guapa y más si la tengo a mi lado y más si va vestida…bueno, como tú estás ahora. La verdad, en otras palabras, estás buenísima.

-¿Ah si? ¿Estoy buenísima?-se reía-¿y te gusta como voy "vestida"?-seguia riéndose.-¡pero si es como si llevara un bikini en la playa!¡ ja, ja, ja! –y se contoneaba delante de mí moviendo su trasero sensualmente, entre risas.

A todo esto, con la conversación y el desayuno, se me había calmado bastante la erección y no estaba tan incómodo.

De pronto su semblante cambió, y sin dejar de mirarme me dijo sonriendo:

-Bueno hermano, te diré dos cosas: primero, para que lo sepas, que no tengo novio, aunque salgo con algún chico, nada formal desde luego…Segundo y lo más importante para mí: que yo también puedo presumir de hermano, porque tú también te has convertido en un chico guapísimo y también estas muy bueno

Y de nuevo percibí esa mirada mitad tierna y mitad sensual que me había vuelto loco hacia pocos momentos. Quizá se dio cuenta mi hermana de mi turbación, lo cierto es que dijo:

-Hale hale, levántate ya, que hemos terminado el desayuno y está todo por recoger… ¿quieres venir conmigo a la piscina? Pues prepárate que nos vamos enseguida.

Así lo hice me fui a mi cuarto a arreglarme y no se volvió a hablar del asunto.

````````````````````````````````````````````````````````

Nos fuimos a una piscina cercana a mitigar un poco los calores y a pasar un rato hasta la tarde. Nada más llegar, mi hermana se despojó de la ropa que llevaba, una blusa y un pantaloncito corto, y se quedó con un bikini blanco que contrastaba con su piel morena. Se tumbó al sol, y mientras, yo me zambullí en el agua para tratar de quitarme dos "calentones", el del sol y el de la visión de Cris y su bikini.

Al cabo del rato salí del agua y me tumbé a su lado. Casi inmediatamente mi hermana me dijo:

-¿Me haces un favor?

-Desde luego que sí-respondí.

-¿Te importa darme el bronceador por la espalda?-me dijo, y seguidamente comenzó a desabrocharse el sujetador del bikini, despojándose de él y dejando al descubierto sus pechos sin recatarse ante mi mirada.

-Pues claro, ahora mismo, encantado de poder pasar las manos por un cuerpazo como el tuyo, hermanita

-Qué tonto eres -rió. Se dio la vuelta boca abajo y dejó que mis manos, una vez impregnadas de la crema bronceadora se pasearan por su cuerpo extendiéndola lentamente, primero por los hombros, y la espalda, después por los glúteos de su precioso culo, que el diminuto tanga dejaba al aire. Ahí mis manos se entretuvieron un rato masajeándolos y sintiendo su tersura y su dureza, sin recibir protesta alguna de Cris, todo lo contrario, me parecía que le agradaba bastante porque emitía unos leves "gruñidos" cada vez que mis manos recorrían lentamente su piel. Luego extendí la crema por sus muslos y piernas. Para ese momento yo ya estaba completamente excitado y sentía que mi pene bajo el bañador quería estallar.

-¿Te doy por delante?-pregunté inocentemente a mi hermana. Se giró apuntando hacia mí sus pechos redondos y erguidos. Me miró, y se empezó a reír.

-¡Ja, ja ,ja! No, no hermano, no, no necesito que nadie me de por delante….por ahora

Me di cuenta enseguida de el doble sentido de la frase y reímos los dos juntos durante un rato, gastando bromas siempre con frases de doble intención sexual.

Nos bañamos juntos en la piscina y allí estuvimos jugueteando con el agua como niños. Pero lo cierto es que no lo éramos y algunas veces nuestros cuerpos se juntaban bajo el agua y había ciertos roces con mi hermana que me excitaban sobremanera. En un momento determinado, con la excusa de que perdía pie y se hundía, dio un gritito y se abrazó fuertemente a mí mientras flotábamos en el agua. En ese momento noté su cuerpo pegado al mío. La sujeté primero por la cintura y la atraje hacia mí, y luego mis manos se posaron en los glúteos de su hermoso trasero. Noté como uno de sus muslos se introducía en mi entrepierna y se pegaba a mi excitado pene, sin que hiciera ningún gesto por retirarlo ni por retirar mis manos de su turgente culo.

-No te preocupes, que estando yo aquí o nos hundimos los dos o no se hunde nadie…-dije bromeando a su oído.

Ella rió y pasó sus brazos por mi cuello apretándose más contra mí. Por unos momentos a través del diminuto sujetador del bikini pude notar la dureza de sus pechos pegados a mí.

-Eso está bien. Que tenga yo alguien que quiera unir su destino con el mío. ¡ Buff, qué solemne me he puesto! –rió.

Y dicho esto acercó sus labios a los míos y me dio un suave y rápido beso que yo no esperaba, se desprendió de mí y se fue nadando hasta la orilla de la piscina, se quitó de nuevo el sujetador del bikini y volvió a tumbarse en su toalla, esta vez dejando que los rayos del sol broncearan también sus preciosos senos.

Yo tuve que esperar un rato a que se me calmara la excitación, y luego me tumbé a su lado y me dediqué a mirarla y a observar cómo los tíos que pasaban por allí se fijaban en Cris con caras de deseo y de lujuria o a mí me lo parecía. En ese momento llegué a la extraña conclusión de que tenía celos, y eso quería decir que… No, no podía ser,no debía ser...¡pero si era mi hermana!

Me quería quitar ese pensamiento,pero era más fuerte que yo.

La verdad es que estaba guapísima, con su pelo rubio recogido atrás que dejaba su hermoso cuello al descubierto y con su cuerpo escultural casi desnudo y bronceado que resaltaba aún más su belleza. Los pezones de sus pechos sobresalían de manera ostensible de las aréolas, por lo que denotaban cierta excitación, ya fuera por efecto del contraste del agua fresca de la piscina o por lo sucedido conmigo dentro de ella.

Resolví tumbarme boca abajo en mi toalla que estaba pegada a la de Cris.

-Si otra vez te hundes, no olvides llamarme-le dije en broma pero con intención-aquí estará tu hermano para salvarte, sobre todo si después recibe un premio

  • ¿Ah sí? ¿Y que premio crees que te mereces por "salvarme"?

-Bueno, lo del beso de antes, no estuvo mal, pero un poquito más… intenso hubiera sido mejor ¿no crees?

Ví como se ruborizaban levemente sus mejillas

  • Oye, guapo, te recuerdo que soy tu hermana y que el beso que te he dado ha sido en plan fraternal

-¿Y qué? ¿Es que no me pueden gustar los besos de mi hermana? –me lancé un poco- Pues a mi me gusta que me beses porque para mí es una sensación súper agradable sentir que tengo a mi lado una persona que me quiere, aunque sea… eso, mi hermana. ¿Y a ti no te gusta tener a tu hermano a tu lado y que sepas que te quiere?

-Pues claro, pero bueno, dejémoslo aquí-me dijo apartando su mirada de la mía sonriendo, aunque algo turbada- si llega el momento ya veremos qué premio te doy.

Y dicho esto,lentamente se dio media vuelta hacia mí de forma que sus pechos quedaron a poca distancia de mi cara y extendiendo un brazo, comenzó a pasarme los dedos de su mano suavemente por la nuca y la parte superior de la espalda, lo que me produjo una mezcla de cosquilleo de placer y relajación que no sé lo que duró. Creo que perdí la noción del tiempo, hasta que mi hermana me susurró al oído un "vamos a comer, guapo" que me despertó de mi ensueño.

Comimos en el restaurante de la piscina.

Cuando salimos de comer ya eran casi las seis, y decidimos ir a casa a ver un poco la tele y descansar. Durante la comida, como digo, no se había hablado de la conversación del desayuno ni de la de la piscina, pero yo no hacía más que acordarme de mi hermana en ropa íntima, de nuestros juegos en el agua y de lo que habíamos hablado. En efecto, volvimos a casa y nos fuimos cada uno a nuestro cuarto para ponernos cómodos. Mientras me quitaba la ropa le pregunté a mi hermana si me oía desde su habitación.

-Claro que te oigo, merluzo-me dijo en broma-no soy sorda.

-¿Tienes algún plan para esta noche? Como nunca hemos salido juntos, pues… a lo mejor no te importa que vaya contigo por primera vez.

  • Claro, y presumir de hermanita ¿no?

-No-le dije-presumir de chica guapa, o mejor dicho, de "tía buena."

Y de pronto oí su voz en la puerta de mi cuarto.

-¿Y yo puedo presumir de chico guapo o mejor dicho, de" tío bueno"?

Yo estaba en ese momento completamente desnudo, pero mi hermana había asomado su preciosa cabecita por la puerta y me había pillado sin darme tiempo a ponerme el pantalón corto que estaba acostumbrado a ponerme en casa. Creo que tuve reflejos, y volviéndome hacia ella tal como estaba, le dije:

-¿Tú que crees?

¡ Uy , perdona hermano! Creí que ya te habías vestido…-hizo una pausa, me miró de arriba abajo con descaro, y exclamó:

-¡Vaya, vaya! Pues es cierto, ya no tengo sólo un hermanito, ahora también tengo todo un tío bueno

Y dicho esto, se acercó a mí y con sus manos me cogió por unos instantes el pene, y lo zarandeó un par de veces, lo que tuvo el efecto de provocar una erección casi instantánea.

Mi hermana comenzó a reír sonoramente y salió corriendo de mi habitación, mientras, lo confieso, me quedé confuso y hasta creo que se me subieron los colores, mientras seguía oyendo las risas de Cris por la casa.

Pero por fin reaccioné.

-¡Esto me lo vas a pagar!- grité y mientras me ponía el pantalón corto como pude y salí corriendo de la habitación en su busca. La encontré en el salón, intentando esconderse detrás del tresillo, yo me lancé hacia ella y ahí comenzó un juego casi infantil de carreras, risas y grititos de Cris, cuando yo la perseguía mientras corría en círculos alrededor del sofá intentando esquivarme. Yo no forzaba excesivamente la situación, me encantaba ver a mi hermana reír, y disfrutaba mirando su cuerpo, esta vez semicubierto por un top corto sin sujetador que marcaba sus pezones y dejaba su estómago y ombligo al aire y unos escuetos y ajustadísimos pantaloncitos vaqueros . Al fin, después de unos minutos de este juego, ella se "dejó" atrapar por mi. Nos tiramos al suelo entre risas, mientras yo comenzaba a hacerla cosquillas con mis dedos. Al principio fue por la cintura, pero luego mientras se retorcía de risa, fui subiendo hasta rozar sus senos por encima del top, o bajando hasta apretar la zona de su triángulo, que se adivinaba bajo el ceñido short.

-¡Bueno, ya, ya!-decía entre risas, que iba cambiando por pequeños jadeos que yo creí de falta de aire, después de tanto reír.

Lo cierto es que sin darnos cuenta ¿o sí? al cabo del rato habíamos terminado abrazados en el suelo, con nuestros cuerpos medio desnudos y nuestros rostros muy cerca el uno del otro. De pronto, se acabó nuestro juego y nos miramos fijamente a los ojos, durante unos largos instantes, sin pronunciar palabra. Yo notaba una de sus piernas entre las mías, de forma que sentía cómo se apretaba contra mi pene, en esos momentos en estado de total erección. Sin pensarlo más, fui acercando mi cara lentamente a la suya, mientras una de mis manos subía por su cuerpo por debajo del top hasta uno de sus pechos, que acaricié por un instante.

-Y ahora viene mi venganza por lo de antes…-le dije susurrando al oído, y apreté suavemente el erecto botón de su seno. Cris dio un respingo, oí un leve ¡Ay! y rió nerviosamente. Luego lentamente se fue apartando sin desviar la mirada de mí

-Bueno, bueno, hermanito, creo que es la hora de que paremos un poco…voy a mi cuarto a echarme un poco a descansar.

-Si claro, de la pelea que hemos tenido ¿no? –dije en tono de broma.

Me miró de una forma que no supe definir, sonrió, y descalza como estaba al igual que yo, salió por la puerta hacia su habitación moviendo sus caderas ajustadas en el short.

Yo dudé por un momento qué hacer. Mi instinto me impelía a seguir a mi hermana hasta su habitación y allí… pero una vez más, no sé si se impuso la cordura o cierta timidez lo que me decidió a irme al salón y ponerme a ver la TV . Lo cierto es que yo notaba que necesitaba aliviar mi tensión sexual, mis testículos empezaban a dolerme y yo sabía cual era la única solución. Pero cuando me tumbé en el sofá a ver la televisión, me entró cierta somnolencia y a pesar de que aún estaba mi pene en erección, pensando en mi hermana y en el pecho que mi mano había tocado, me quedé dormido.

No sé que tiempo estuve durmiendo la siesta, pero desperté y miré el reloj: eran cerca de las ocho de la tarde.

Me levanté y fui a la cocina a beber algo fresco. La casa estaba en silencio, aparte de la tele que se había quedado encendida durante mi siesta.

Mi hermana no estaba en casa, así que supuse que habría salido con alguna amiga o amigo. Esta última posibilidad, no me gustaba nada. ¿Estaría yo celoso? Tras darle muchas vueltas a la cabeza y a mis pensamientos, llegué a una conclusión: Sí, estaba celoso ¡estaba celoso! La posibilidad de que mi hermana estuviera en los brazos de otro, que recibiera sus besos otro, o que otro acariciara su cuerpo, sus pechos, me ponía de mal humor. Quizá si daba una vuelta con algún amigo, pensé, se me pasaría.

Cogí un botellín de cerveza, e hice un par de llamadas telefónicas a unos amigos, sin éxito. Ya tenían plan y no habían contado conmigo, de modo que decidí pasar las horas con mi ordenador e Internet.

Al cabo de un par de horas, que se me pasaron rápidamente, de nuevo me fui a ver la televisión.

En realidad, sólo mis ojos atendían a la televisión. Mi cerebro estaba con la imagen de mi hermana. Era como una visión repetitiva… sólo veía sus senos erguidos, su pelo suave color de miel, sus labios gruesos y bien dibujados, su culo respingón y sus muslos y sus piernas rectas y bien torneadas. Y en una fantasía que a mí me parecía imposible, (era mi hermana) yo me veía acariciando sus pechos y sus pezones, besando sus labios apasionadamente, haciéndole el amor y entregándome totalmente a ella.

Así transcurrió el tiempo hasta que oí la cerradura de la puerta de entrada y la voz de Cris :

-¡Holaa! -Miré el reloj; eran casi las 12 de la noche.

-Hola-dije yo, procurando dar a la contestación un aire de sequedad.

Mi hermana vino taconeando por el pasillo hasta donde yo me encontraba.

-¿Está despierto mi niño?-dijo con sorna-porque no hace más que dormir como un lirón

-Sí, estoy despierto, y no me llames "niño". ¿Y tú dónde coño has ido? –la espeté-¿ has estado con algún tío por ahí? Me has dejado aquí solo como un gilipollas….

Llegó hasta mi lado. Estaba guapísima, con unos pantalones vaqueros ajustados y una camisa blanca anudada por debajo del pecho, con un par de botones del escote desabrochados estratégicamente, que permitían entrever sus senos.

-Pero bueno, ¿Qué te pasa? Pues no,-dijo enfadada –no he estado con ningún tío, como dices tú, y además a ti qué te importa… -hizo una pausa- espera…oye, oye, no estarás…mmm… no estarás-repitió e hizo un mohín-¿celoso?

Yo di la callada por respuesta mientras mantenía mi gesto serio, pero ella dijo sonriendo y como pensando para sí misma:

-Síiii, claro eso es, mi hermanito está celoso…- y se fue por el pasillo hacia su cuarto mientras yo continuaba mirando, más que viendo, la televisión

Al cabo del rato reapareció en el salón con un par de copas en las manos y se dirigió hacia el aparato de música que teníamos. Se había cambiado y ahora llevaba una especie de camisa o minivestido con tirantes de una pieza pegado a su cuerpo, que resaltaba las curvas de sus pechos y sus caderas y dejaba ver sus preciosas piernas desde un poco más abajo de su trasero, e iba descalza, lo que para mi resaltaba aún más su erotismo.

-Para compensarte de tu cabreo-dijo-te voy a invitar a bailar y a tomar una copa conmigo ¿te vale?

A ver, cambia esa carita y ven conmigo.

Yo acepté forzando un poco la situación. La verdad es que la oferta me parecía de perlas y lo estaba deseando, pero tenía que hacerme de rogar.

Fui donde estaba ella, me agarró de la mano y me llevó al pequeño bar donde mi padre tenía botellas de todo tipo. Abrió la puerta y me dijo:

-Elige, pero elige bien, que lo que bebas tú lo beberé yo ¿Qué te parece?

-Bien, bien, esto ya es otra cosa-y cogí una botella de Whisky .

Nos servimos un poco cada uno, pusimos hielo y brindamos

-Por nosotros para que siempre nos queramos-dije yo fijando mi mirada en sus ojos

-Por nosotros-se limitó a decir Cris sin mirarme y a continuación puso en marcha el compact-disc e hizo un gesto invitándome a bailar con ella. Desde luego no rechacé su proposición y rodeé la cintura de mi hermana con mis brazos mientras ella hacía lo propio con mi cuello. La música lenta que había elegido la "puñetera", invitaba a la ensoñación y al romanticismo. Estaba seguro que lo había hecho de manera consciente. Comenzamos a movernos rítmicamente al compás de la música.

Con toda naturalidad aproximé lo más posible a mi hermana a hacia mí, sin ninguna oposición por su parte, y mientras ella apoyaba su cabeza en mi hombro, mis manos recorrieron lentamente su espalda lo que me permitió comprobar la ausencia del sujetador. Después deslicé descaradamente mis manos hasta su redondo trasero y ahí permanecieron gran parte del tiempo que estuvimos bailando de nuevo sin que Cris tuviera reacción alguna. Eso me dio motivo para distraídamente averiguar si llevaba braguitas. Mis dedos acertaron a palpar una especie de cinta bajo la suave tela del minivestido, que la rodeaba a la altura de sus caderas y que se unía a otra que se perdía entre sus glúteos, lo que quería decir que llevaba un tanga por toda ropa interior. Esto me excitó si cabe todavía más de lo que ya estaba y ella tuvo que notar la dureza de mi pene, pero permaneció callada pegada a mi y con su preciosa cabeza apoyada en uno de mis hombros hasta que después de hacer breves paradas para beber tragos de las copas y tras 8 ó 10 temas más y algún comentario banal dio por terminada la "sesión" de baile.

Se separó de mí y me dijo:

-No sabía que bailabas tan bien… si yo lo sé antes

-¿Qué?-le interrogué

-Pues… que te hubiera llevado por ahí con mis amigas para además de presumir de hermano y de tío bueno, presumir de bailarín- y dicho esto, de nuevo acercó su cara rápidamente a la mía y me dio un sonoro beso, esta vez en la mejilla y salió riendo del salón

Pasaron unos minutos y yo me puse a ver la televisión e intentar desconectar del insistente pensamiento incestuoso que me dominaba. ¡Es mi hermana! Me repetía. Pero lo cierto es que yo sentía que estaba completamente loco por ella. Y además creía ver en sus gestos una cierta complicidad, un "algo" que me hacía pensar que Cris no me rechazaba y no era ajena a mis sentimientos. Al fin y al cabo los toqueteos y las caricias más o menos descaradas que nos habíamos dado eran un indicio… Pero lo que iba a suceder a continuación me sacó felizmente de mis dudas, porque cabo de un buen rato de darle vueltas a mis pensamientos, oí su voz que me llamaba:

-Luis, hermano, ¿puedes venir?

Me dirigí a su cuarto pero lo único que vi sobre su cama fueron la camisa y el pantalón que traía al volver a casa y unas braguitas negras.

-Pero ¿dónde estás? -pregunté

-En el baño-le oí decir-oye, hazme un favor, estoy en la ducha y no puedo salir, tráeme una toalla que está en mi armario, anda

Cogí la toalla, fui al baño, entorné la puerta y estiré el brazo

-Aquí está la toalla

-Pasa, pasa,-me dijo

Abrí la puerta y entré. Se adivinaba el cuerpo de Cris tras la mampara semitransparente. Se entreabrieron ligeramente las puertas de la ducha y de allí surgió un brazo solicitando que le pusiera la toalla en la mano. Por un momento me la imaginé mojada y desnuda. Y se me ocurrió el viejo truco de

  • Lo siento hermana, pero me parece que no te doy la toalla…al menos por ahora

-¿Por qué, qué pasa? –dijo sorprendida.

-Porque acabo de pensar…que te voy a poner una condición.

-Venga tonto,-dijo ella, y extendía la mano para coger la toalla.

-Ya te he dicho que con una condición- dije

  • ¿Cual? ¡Venga ya!

-Bueno, en realidad son dos: una, que no me llames niño y la otra…que te seque yo con la toalla.

Asomó su cabeza mojada y me miró a los ojos un momento.

-Está bien, está bien –asintió-no te volveré a llamar niño… y en cuanto a lo otro, a secarme tú pues… -dudó unos instantes frunciendo el ceño en un mohín que me encantó -vale, pero no te pases ¿eh? –Adiviné cierta picardía en su respuesta.

-¿Sales o entro yo?-dije con descaro. Hubo un silencio.

-Salgo yo, pero no te aproveches para mirar, que soy tu hermana

-De acuerdo, sólo miraré lo justo-y comencé a reír

Salió de la ducha tapándose sin mucho éxito los pechos con un brazo y una mano mientras con la otra intentaba ocultar el triangulito de su pubis.

Me coloqué detrás de mi hermana, y le puse la toalla por los hombros, no sin antes mirar su espalda y su redondo trasero desnudo, lo que provocó, una vez más, mi excitación. Fui frotando lentamente la toalla con mis manos por todo su cuerpo, mientras ella me dejaba hacer sin decir nada. Mis manos sobre la toalla fueron recorriendo su espalda, sus caderas y sus glúteos redondos y turgentes y sus piernas torneadas. Yo ya no podía disimular mi excitación. Cuando terminé por detrás, la tomé por los hombros y le di la vuelta. Vi que sus ojos estaban cerrados, y que su respiración se hacía más agitada. Sus senos se estremecieron cuando pasé la toalla con mis manos por la zona de su escote, y noté como sus pezones se ponían erectos cuando lenta y suavemente apreté sus pechos, que parecían hechos de granito, para secarlos. Yo ya no podía más. Ella permanecía con los ojos cerrados, lo que yo aproveché para sigilosa y rápidamente deshacerme de mi pantalón corto, quedándome desnudo completamente, liberando mi pene en total erección.

Continué frotando suavemente la toalla, ahora por su vientre liso y después por el suave vello de su pubis depilado estratégicamente. Me agaché para secar sus piernas y entonces quedó ante mis ojos el triangulito de su pubis. No resistí la tentación, acerqué mis labios y lo besé dulcemente. Tenía la cara completamente arrebolada lo que le daba aún más encanto. Su agitación se hizo aún más perceptible y entonces susurró un –No, no,- pero no hizo ningún gesto de rechazo. Continué con mis tiernos besos hasta que en un momento dado introduje suavemente mi lengua entre los pliegues de su vulva y comencé a deslizarla de arriba abajo mientras mis dedos ayudaban a abrir su rajita hasta que mis dientes atraparon dulcemente el suave capuchoncito de su clítoris. Como toda respuesta Cris cogió con sus manos mis mejillas y me empujó con fuerza hacia sí mientras se hacían más ostensibles sus jadeos. Continué febrilmente las caricias en su vagina hasta que un estremecimiento denotó que mi hermana había tenido el primer orgasmo con su hermano. Y como si los dos nos hubiéramos leído el pensamiento, me levanté, juntamos nuestros cuerpos desnudos y nos fundimos en un abrazo. La estreché contra mí con lo que mi pene se pegó a la zona de su vientre. Creo que en ese momento se acabaron nuestras inhibiciones y cayeron todos los tabúes que hasta entonces nos retenían.

Comenzamos a besarnos apasionadamente sin atender a nuestra condición de hermanos, transmitiéndonos simultáneamente ternura y amor. Mis manos acariciaban la suave piel de su espalda hasta su culo respingón, y mientras nuestros besos se hacían más profundos uniéndose nuestras lenguas, mi pene se introducía entre sus muslos rozando su sexo. Por un momento ella intentó reaccionar:

-No, por favor…no está bien, somos hermanos…-susurró suavemente a mi oído, mientras hacía un gesto para apartarme.

Yo la miré a los ojos intentando transmitir todo el amor y toda la dulzura posible. Le hablé muy bajito:

-¿Sabes una cosa? Te quiero Cris, hace tiempo que he llegado a la conclusión de que te adoro como hermana y como mujer, y eso no puedo evitarlo. ¿Qué hay de malo en ello? Jamás he sentido nada parecido con nadie, y no quiero renunciar a ser feliz contigo. Me gustaría que sintieras el amor y la ternura que me inspiras. Necesito darte mi cariño y que tú también me des el tuyo, si, como creo, también sientes algo por mí.- Le cogí la cara con mis manos y casi la obligué a que fijara sus ojos en los míos.-Mírame, y díme Cris ¿tú sientes también algo por mí?

Por toda respuesta, me miró por un instante y luego cerró sus profundos ojos y se abrazó a mí fuertemente.

Momentos después fue bajando lentamente una de sus manos y tomando mi pene comenzó a acariciarlo con un suave vaivén. Yo comencé a acariciar sus pechos dulcemente, y casi sin darnos cuenta estábamos en su cama. Allí continuamos acariciándonos y besándonos mientras nos hablábamos muy bajito, como si tuviéramos miedo a que alguien escuchara las palabras de amor que nos decíamos

-Estamos locos-me dijo- pero te quiero.

-¡Bendita locura! Una locura que permite que nos amemos así es una bendición-dije yo- pero dime, dime cómo me quieres…quiero oírlo de tus labios

-No lo puedo explicar-me dijo ella hablando despacio y como meditando muy bien sus palabras -sólo sé que en estos momentos siento por ti un amor y una dulzura que nunca pensé que podría sentir por un hombre, y menos siendo mi hermano, y yo deseo que tu sientas lo mismo por mi. No sé decirte más, pero te quiero, te quiero y creo que jamás dejaré de quererte aunque la vida nos cambie. Quizá un día… estemos casados, haciendo el amor con otra persona, o dejemos de hacer…bueno, lo que estamos haciendo hoy, pero sé que yo te querré y no olvidaré nunca estos momentos de felicidad que comparto contigo.Quiero ser tuya,quiero que me poseas,necesito hacer el amor contigo,sentirte dentro de mí...

-Te adoro Cris, cariño, te adoro –susurré a su oído

Nuestras caricias se hicieron más intensas y ya sin límites. Mis manos y mi boca recorrieron sus pechos y pude besar y deslizar mi lengua por sus pezones duros, y sentir sus estremecimientos de placer cuando mi mano bajó hasta su sexo y comencé a acariciarlo e introducir mis dedos entre los suaves bordes de su vagina hasta acariciar su clítoris. Cris no se quedaba atrás y entre gemidos de placer también me prodigaba besos y caricias mientras una de sus manos cogía mi pene y lo acariciaba lentamente. Por un momento creí que iba estallar y derramar mi semen, pero entonces, como si ella lo hubiera adivinado, con un rápido movimiento me apartó suavemente, me miró a los ojos, me besó en los labios y se deslizó por mi vientre. Yo cerré los ojos y seguidamente sentí como introducía mi pene en su boca y como su lengua recorría mi glande con movimientos circulares, para a continuación comenzar un movimiento de arriba abajo con sus labios mientras una de sus manos acariciaba con suaves masajes mis testículos. Me parecía estar en una nube. Mi hermana me estaba haciendo una maravillosa felación y yo no me lo acababa de creer. Mientras, yo no dejaba de acariciarla allá donde mis manos podían llegar, especialmente la zona de su clítoris, ya húmedo de placer, Yo deseaba que aquello no acabara nunca. Minutos después, oyendo los pequeños gemidos que daba mientras me chupaba mi miembro, no pude contenerme más. Sentí como me sobrevenía un largo y maravilloso orgasmo y me derramé completamente en su boca, que ella no apartó en ningún momento, bebiendo y tragándose hasta la última gota de mi semen mientras mantenía cerrados sus ojos.Mantuvo largamente mi polla en su boca y solo cuando mi miembro volvió lentamente a su estado "natural" apartó sus labios de mi pene, y levantó su mirada hacia mí incorporándose hasta poner su hermosa cara frente a mí:

-¿Te ha gustado?-susurro a mi oído con esa voz tierna que tanto me gustaba

-Ha sido fantástico, cariño- respondí, reponiéndome aún del trance -algo maravilloso.

La besé suavemente en los labios y ella se apretujó contra mí

-¿Sabes? –me dijo dándome con su dedo índice en la nariz-es la primera vez que hago esto con un chico

-Y… ¿te ha gustado hacérmelo?

  • Mmmm - ronroneó como una gata-¿a ti que te parece?

Fingiendo enfado le dije:

-Que me mientes…que ya lo has hecho antes con otro, porque para ser la primera vez… ¡ bufff, qué maravilla!

-Serás tonto-me dijo riendo-pues es verdad, además ¿qué pasa? ¿Y tú qué sabes como se hace, golfo? ¿Y a ti quién te lo ha hecho antes? A ver, a ver, cuéntaselo a tu hermana

Comenzamos a reír y a besarnos como dos adolescentes y de nuevo renovamos nuestras tiernas y apasionadas caricias rodando abrazados por la cama. Había una química entre los dos, que hacía que nuestra relación fuera algo extraordinario. Quizás fuera por ser de la misma sangre, o porque verdaderamente nuestros corazones latían en la misma "onda", o por razones que no acertábamos a comprender, pero lo cierto era que nuestro amor estaba por encima de convencionalismos sociales e incluso religiosos.

Solo sé que nuestros cuerpos estaban de nuevo entrelazados y que nos deseábamos mutuamente, y no habría nada ni nadie que nos iba a impedir disfrutar de nuestro amor.

Aquella primera noche fue inolvidable, la culminación de nuestros deseos más eróticos que afloraban de la manera más natural entre los dos. Pasábamos de momentos de dulce reposo a acariciarnos frenéticamente, como si fuera la última vez que pudiéramos gozar de nuestro cariño.

Y siempre se mezclaban esos sentimientos de ternura fraternal y pasión desbocada que no podíamos controlar.

Fue esa noche cuando la penetré por primera vez. A veces, tiempo después, ambos lo recordamos como algo especial, mágico, que nos sucedió a los dos.

En uno de nuestros arrebatos plagado de caricias, nuestros cuerpos se unieron plenamente. Hasta ese momento no habíamos intentado hacer el amor, o dicho en palabras más groseras, follar, quizás por un resto de timidez o de miedo debido nuestra condición de hermanos y a nuestra educación.

Pero nuestro amor superó todos nuestros prejuicios. No se que hora sería, tal vez las tres de la madrugada, pero los dos nos dimos cuenta que había llegado el momento. Nos quedamos en silencio, y ella apagó la luz de la mesita que hasta entonces permanecía encendida, quedando la habitación tenuemente iluminada por la luz de la luna que entraba por la amplia ventana. No hacía falta más. Yo quedé tendido en la cama mientras Cris lentamente se puso sobre mí, e introdujo mi pene en su boca y comenzó a acariciarlo hasta mi total erección .Seguidamente noté cómo con una mano cogía mi excitado miembro y se lo introducía cuidadosamente en su vagina. Tuve una sensación extraordinaria de placer al sentir por fin la fusión de nuestros sexos. Su boca se unió a la mía, nuestras lenguas se entrelazaron y comenzó a mover sus caderas de arriba abajo, variando su ritmo mientras yo acariciaba sus pechos, sus piernas, su espalda…y oía sus gemidos de placer.

Así transcurrieron los minutos hasta que con un rápido movimiento la di la vuelta quedándome yo encima de ella. Continué penetrándola fogosamente oyendo sus gemidos de placer, mientras mi miembro entraba y salía de su sexo húmedo, hasta que sentí que iba a eyacular dentro de ella.

-Cris, Cris, cariño –le dije susurrando a su oído- voy a correrme y no sé si debo

No me dejó terminar. Sentí su dedo índice en mis labios al tiempo que emitía un ¡Shsss! Invitándome al silencio. Acto seguido aceleró los movimientos de sus caderas al tiempo que sus piernas empujaban mis glúteos forzando el ritmo de mi penetración, excitándome hasta el límite.

-¡Aaah, si, si, cariño por favor, quiero ser tuya, córrete, córrete dentro de mí, te quiero, te quiero-me dijo.-Yo ya no pude controlar más mis emociones y derramé todo mi semen en su interior en una larga y placentera eyaculación, mientras notaba sus estremecimientos, signo de que ella también había llegado al orgasmo al mismo tiempo que yo.

Permanecimos mucho tiempo con nuestros sexos unidos, embargados por la emoción y el placer. Luego nos separamos y como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, emitimos un suspiro que se podría interpretar de alivio de las tensiones pasadas.

De nuevo nos besamos dulcemente y decidimos dormir. Pero antes de que nos venciera el sueño, mi hermana volvió su cuerpo hacia mí, y sin decir palabra, me pasó un brazo por encima, y comenzó a acariciar suave y amorosamente con una mano mi vientre y luego mi pene y mis testículos hasta que nos quedamos profundamente dormidos.

Cuando desperté Cris estaba dormida. Aparté despacio su brazo que aún estaba sobre mi cuerpo. Ya la luz del día entraba por la ventana y disfruté observando largamente la belleza de su cara y su espléndido cuerpo desnudo, en especial sus senos y el leve triángulo de su sexo. Me quedé como hipnotizado mirándola y reflexionando sobre lo sucedido el día anterior.¡Había sido mía! ¡Habíamos hecho el amor y éramos hermanos! Nos habíamos entregado el uno al otro sin límites… Esperé con temor el despertar de mi hermana. ¿Se arrepentiría de lo sucedido? Al fin y al cabo lo nuestro era un incesto, palabra maldita que odiaba y aún odio.

Le di un tierno beso en la frente, me puse un slip y me fui al salón a esperar a que despertara.

Pasado un tiempo comencé a oír a Cris moviéndose y el agua de la ducha. Pasaron unos minutos hasta que apareció mi hermana donde yo estaba. A pesar de que no se había arreglado del todo me pareció que estaba muy atractiva. Llevaba una ligera bata entreabierta que dejaba entrever su hermoso cuerpo.

-¡Hola! – me dijo- ¿qué tal?

-Tenemos que hablar, querida hermanita ¿no crees? –le dije con cierta timidez

-Si, claro, tenemos que hablar… de muchas cosas

Se acercó a mí y me besó levemente en los labios.

-Bueno, cariño, cuando quieras nos sentamos tranquilamente y hablamos

Así lo hicimos y comenzamos a hablar de nosotros y de todo lo acontecido en las últimas horas.

Durante un buen rato comentamos nuestra situación y llegamos a varias conclusiones:

Nuestro cariño estaba por encima de cualquier consideración o convencionalismo social, pero por razones de discreción para con nuestros padres, debíamos mantener lo nuestro en un total secreto. Sólo ella y yo sabríamos la verdad de nuestro amor, aunque nuestras vidas tomaran otros caminos, nos casáramos o tuviéramos otra persona de pareja. Y deberíamos decirnos siempre la verdad en caso de que cualquiera de los dos tuviera alguna duda con respecto a sus sentimientos respecto al otro.

Aquel día estuvimos totalmente de acuerdo en todo. Y he de decir que transcurridos casi diez años seguimos igual.

Mantenemos una absoluta confianza entre los dos y seguimos queriéndonos como aquella maravillosa noche. Nos vemos asiduamente, al menos dos veces por semana en mi apartamento de soltero, donde hablamos, reímos, o hacemos el amor según nos apetezca.

Hoy es uno de esos días. Diré que mi hermana se casó, pero se separó de su marido unos meses después. Nunca dejó de visitarme y de mostrar que sus sentimientos hacia mí no habían cambiado.

Como digo hoy es uno de los días que disfruto de la presencia de Cris. La espléndida mujer que es resalta aún más si cabe por su clase y estilo. De vez en cuando todavía me dan ataques de celos, lo que hace que se ría de mí y yo exagere mi enfado. Al final los dos acabamos besándonos y riendo como niños malos y terminamos haciendo el amor.

Después nos dedicamos palabras de cariño como el primer día y nos besamos y acariciamos amorosamente hasta que el cansancio nos rinde. Otras veces me fascina cuando me masturba dulcemente con sus manos, y mientras, fija su mirada en mi para, según me dice, "disfrutar con el placer que tu disfrutas".Es increíble la sensación de notar como me "conoce" cuando estoy a punto de correrme, y entonces acerca su cara y su boca para que yo me derrame en ella, mientras cierra sus ojos hasta que termino de eyacular el semen, para tragarlo a continuación, lo que aumenta, si ello es posible, mi placer y mi amor por ella.

EPILOGO

Han pasado los años. A raíz de un trágico accidente de nuestros padres, a los que por cierto queríamos muchísimo los dos, Cris y yo decidimos hacer vida matrimonial a todos los efectos. Nos queríamos, nos adorábamos y ahora estábamos solos para decidir nuestro futuro. Y así fue. Cambiamos de ciudad y comenzamos una vida en común libre de las posibles maledicencias de los familiares próximos o de la vecindad. Mi hermana, como dije al principio hoy cuenta con 31 años y sigue siendo una espléndida mujer que hace volver la cabeza a más de un hombre cuando pasa a su lado, y a mí me sigue teniendo completamente enamorado. Aunque cuando vamos a la playa en verano y se pone un escueto bikini, a mí me sigue dando el ataque de "celos", con las consiguientes risas de Cris y nuestros besos y caricias de siempre.

Pese a los posibles problemas, y bajo estrictos controles médicos, hace tres años tuvimos una hermosa niña completamente normal a la que adoramos y nos hace sentir aún más felices, si cabe.

Nuestras relaciones fraternales y sexuales siguen siendo maravillosas y espero que lo sigan siendo hasta que Dios o el Destino decidan otra cosa. Sólo puedo decir que nunca he echado de menos una relación con otra mujer que no fuera mi hermana y estoy seguro que a Cris le ocurre lo mismo conmigo.

Hasta aquí el relato de una relación que quizás sea rara o de las pocas que se pueden contar en éste planeta; ¿o no seremos los únicos?