Amor sin limites

Una barrera que jamás pense que volvería a traspasar

Una barrera que jamás pensé podría llegar a traspasar

Como recordarán, hace un tiempo les conté la hermosa historia que viví con mi abuelo, traspasando barreras impensadas. Por supuesto que cuando una comete estas transgresiones, por llamarlas de alguna forma, se promete a una misma que será la última, y que no dejará que pase nada parecido, ni siquiera lo mismo. De mas esta decir que nadie jamás cumple esa promesa, mas aún cuando de sentimientos estamos hablando.

He recibido muchos comentarios por mi anterior relato. A muchos les ha gustado. A otros tanto les ha parecido largo, pero a decir verdad, creo ha sido la única forma de lograr trasmitir lo que realmente viví en ese momento. Es imposible describir a veces lo que uno siente o piensa. No hay palabras para expresar en forma integrar los sentimientos y sensaciones que vivimos. Me pregunto, ¿cómo podemos demostrar el sentimiento que tenemos cuando nos han traicionado?. ¿O cuando nos sentimos frustradas?. Es imposible describirlo. Lo mismo creo pasa por el verdadero amor. Le decimos a veces a nuestros novios o esposos, TE AMO, pero, ¿cuánto de cierto hay en eso?. ¿Y el amor hacia la familia?. ¿Como expresar y demostrar ese amor?. En este caso, en el del amor, sí podemos demostrarlo, y brindarnos nuestras caricias, nuestros besos, nuestro cuerpo. Pero pregunto, ¿hasta donde debemos entregar nuestras caricias, nuestros besos o nuestro cuerpo?.

Cuando me entregue a mi abuelo, fue incondicional, sin pensar que algo mal había. Era amor, y quería demostrarlo, y el amor, nunca pero nunca puede ser malo. Era el la persona mas importante y así quería demostrarlo. Pues bien, con el tiempo me di cuenta que no debía ser la única persona que se diera cuenta de mi amor incondicional, y que en ocasiones debía tener el valor de demostrarlo sin lugar a temores.

Hace un par de meses debí viajar a España para ayudar a mi hermano. Yo tengo ahora, digamos, 27, y el tiene 19. Las edades se aproximan mucho a la realidad, al igual que la diferencia.

Estoy casada, por si no lo recuerdan o si no lo conté. Feliz mente casada. Pero mi hermano, con quien nos une un afecto muy grande, no lo aceptaba mucho. Siempre fui su protectora, cada vez que se metía en problemas, su hermanita la ayudaba. Cada vez que tenía miedo por las lluvias, se venía a mi cuarto y se dormía en mi cama. Cuando decidí casarme, la situación con el cambio, porque se sintió traicionado, abandonado. Dirán que es algo estupido, pero lamentablemente, ese era su sentimiento, mas que nada, por ser él siempre el centro de mis tratos. Yo lo llevaba a las practicas de rugby, yo lo acompañaba a comprar ropa. Usaba mi extensión de tarjeta o mis ahorros para hacerle regalos. Si me iba unos días a la costa, casi siempre el venia conmigo. Eramos y somos muy compinches, pero el casamiento es como que cambiaba todo.

Es algo inevitable. Ahora tengo un marido que atender, a quien cuidar. Ya no puede quedarse en casa a dormir cuando se le ocurre. No puedo ir todos los sabados a verlo jugar al rugby, no puedo hacer muchas cosas a las que antes estábamos acostumbrados. Viajar al exterior, no puedo llevarlo porque voy con mi marido. Dejo de venir a la costa con mi marido, confesando después que lo hizo, porque no podía aguantar escuchar las risas y otras cosas, cuando nuestra puerta se cerraba y el quedaba solo en otro cuarto.

Pero buen, soy una convencida que las cosas tienen que pasar cuando es el momento, y estan escritas para así ser.

Mi hermano terminó la secundaria, y logró una beca de deporte en un club de españa. Para alla se fue. Si recuerdan, somos una familia de mucha plata, así que a su beca, sumen lo que mis padres y mi abuelo le giraban mensualmente para sus gastos. Por supuesto, no le faltaba nada, y además, estaba en un apartamento muy comodo, para él.

Casi todos los días hablábamos por mesenger, pero las cosas no eran como antes. Habia temas que no me contaba, siendo que inclusive me enteré que estaba saliendo con una niña española cuando mi mamá volvió de visitarlo y me contó que la había conocido. Ese mismo día lo llame, sin darme cuenta que en España eran las tres de la mañana, y lo rete por no haberme contado esas cosas. Discutimos, mas que nada porque lo había despertado, pero yo también me sentía mal por esas cosas que estábamos perdiendo. Igualmente, logramos encausar las cosas, y en esa confianza que todavía existía, logre que me mandara unas fotos de ella, y otras de el y sus amigos. Se lo veía feliz, pero yo sabía que en el fondo no estaba del todo bien.

Consiguió un trabajo programando computadoras. En eso el es un genio, y como a los entrenamientos solo tenía que ir a la tarde, a la mañana hacia arreglos de computadoras para un señor que trabajaba también en el club. Me enteré con el tiempo, que ese señor era el padre de la noviecita, y que la había conocido un poco vinculado por todas las actividades que compartía con el señor del club.

Un día, me llama mi madre para contarme que mi hermano (le daremos el nombre de Juan), había llamado avisando que su noviecita había tenido un accidente y que estaba muy grave. Me dijo que lo había notado muy mal, y que había llorado. Por supuesto lo llamé inmediatamente, no a las tres de la mañana esta vez, y me comento que estaba realmente muy mal, que no creía que saliera bien la cosa. Le pregunte si quería que viajara para hacerle compañía, a lo que me dijo sin dudarlo que sí.

Avisé a mis padres, y le dije a mi marido que debía viajar. Por una cuestión formal, le dije que fueramos juntos, pero yo sabía que el tenia dos asuntos importantes que resolver en Buenos Aires, y que sería imposible para él viajar. Le insistí que dejara todo en manos de su socia, pero el me dijo que fuera sola, que no había mayores problemas. Total, para el y para cualquier persona común, estaría yendo a visitar a mi hermano, con lo cual, riesgo no existía.

Recuerdo que esto fue un martes a las cuatro de la tarde, y para el miércoles al mediodía estaba volando para Madrid. Por supuesto me fue a esperar mi hermano, me buscó en el aeropuerto. De ahí nos fuimos al hospital, por darían un parte en cualquier momento. Llegamos y la noticia era de esperar. La situación de la novia era irreversible. Lloró como nunca lo había visto. El padre de la novia nos dijo que fuéramos a descansar un rato, sobre todo por mi, que estaría cansada por el viaje. Y le pidió que por favor pasara por la empresa a mi hermano para retirar unos papeles que estaba necesitando, y que se los llevara mas tarde a su casa.

Llegamos a la casa de mi hermano. En los mail que me mandaba, me había remitido fotos y planitos de la casa, así que me resultó muy familiar. Lo que primero quería hacer era darme una ducha, y se lo dije a mi hermano. Me llevo al que sería mi cuarto, y había tenido tiempo de escoger la frazada del color que me gustaba, con las flores mías preferidas, y mis chocolates favoritos.

  • "Todavía tenés tiempo de acordarte de estos detalles con tanto dolor que tenes encima Juan", le comente.
  • Siempre me acuerdo de estos detalles, pero solo si son para vos, dijo y me abrazo casi llorando.

Lo abrace y le dije que se quedara tranquilo.

Empecé a guardar mis cosas. Era invierno, así que había llevado abrigo, pero la casa estaba realmente muy bien calefaccionada.

Me dijo que saldría a hacer lo que le pidió el padre de su novia, y que en unas dos horas máximo estaría de regreso. Se fue.

Yo por mi parte, termine de ordenar, separé la ropa que usaría después de bañarme, y me desnude. No se porque, pero me desnude entera, sin dejar una sola prenda en mi cuerpo. Me sentía libre, sin tapujos, sin inhibiciones. Decidí ir a tomar algo, con lo cual me dirigí así nomás a la cocina. Había gaseosa, y tome un poco, directamente de la botella. Reconozco, por una extraña razón, estaba excitada. ¿El viaje en avión sería?. ¿El saber que estaba haciendo algo "indebido"?. Pasearme desnuda por la casa de mi hermano, sin que hubiera nadie para verme, no es algo que admite reproche alguno ¿o si?.

Después de un rato me fui a bañar. El agua estaba hermosa. La disfrute mucho. Cuando todavía estaba en el baño, llegó mi hermano. Caballero como siempre fue, aviso que ya estaba, y que estaría en su cuarto. Al rato apague el agua. Me seque un poco y salí envuelta en la toalla, descalza, con el pelo húmedo, desprolijo. Fui a saludarlo y ver como estaba. Muchas veces me había visto envuelta en toallas. Muchas veces me había visto en bikini, inclusive en bombacha y corpiño. Hasta recuerdo que alguna vez me había visto hasta de espaldas, sin remera, o de contorno mis pechos. Pero su rostro se iluminó espontáneamente, no pudiendo ocultar que le causaba regocijo el verme en ese momento, y mas así, como me presentaba en ese estado.

Me dijo que estaba bien, y justo en ese momento sonó el teléfono. Atendió, era el padre de la novia, avisando que Mariela, así era su nombre, valiendo recordarla realmente, había fallecido. Hecho a llorar desconsoladamente, y sin importarme nada, me acerque a el, me senté en el piso a su lado, y lo abrace. Habrá llorado un rato largo, lagrimas y mocos adornaban mi pelo, pero no me importaba. Y no me dí cuenta, se los puedo asegurar, pero mi toalla estaba abierta en la parte de abajo, y de arriba, prácticamente la tenía en la cintura. Entonces estaba con mis pechos al aire, los dos mostrándose como nunca se había mostrado a Juan, juntándose a su cuerpo, tratando de apartar su remera para juntarse con su piel. Y mi entrepierna, mostrándose sin tapujos, dejando que quien quisiera la pudiera observar. Cuando se separó de mi, su cara de asombro me volvió a mi realidad. Como pude me tape, generando ahora sí, que al cubrir mis pechos, mi sexo quedara totalmente expuesto a los ojos de Juan. Indescriptible lo que mi hermano estaba expresando con sus ojos. Era como si por primera vez estuviera viendo a una mujer desnuda. Era como sí hubiera cumplido el sueño del niño.

  • Tampoco es para que te pongas así nene, le dije, son solo dos tetas comun y silvestres, tratando así de cambiar el ambiente.
  • No son dos tetas comunes, son tus pechos, los de la persona que mas quiero. Y no pude dejar de contemplarlas, porque son realmente hermosas.

Creo que me puse colorada inmediatamente, porque pidió disculpas, mas aún cuando vio que me levantaba tapándome mas.

No te preocupes, le dije, el comentario no me molestó, pero lo que si me sorprendió, porque lo sentí sincero y fue muy dulce.

Me voy a cambiar, le dije, seguramente deberemos ir con el padre de tu novia.

No se si apropósito, pero dejé la puerta abierta de mi cuarto, y tardé mas de lo que debía en cambiarme, lo que permitió que Juan pasara una vez por el pasillo y pudiera contemplarme. Su paso fue muy rápido, pero seguramente y no lo dudo, pudo verme.

Lo que salimos ese día a las seis de la tarde, recién regresamos a la tarde del otro día. Fue cansador y triste ver todo lo que había pasado y vivia esa familia. Y por supuesto, mi hermano.

Realmente la amaba, en pocos meses habían logrado confraternizar mucho, y se sentían realmente el uno para el otro. Inclusive, y eso me enteré después, ella estaba evaluando irse a vivir con el a nuestro país, por que mi hermano, cuando terminara la beca, tenía decidido regresar. Estaban realmente enamorados.

Charlamos de todo un poco. Me mostraba las cosas que se habían escrito, las declaraciones de amor, que contaba sus anécdotas. Me mostraba fotos de ella, de algunos viajes que hicieron, de recitales que fueron. De repente una carpeta de fotos la evito, y le dije que se había pasado una. Me dijo que no era nada, sonrojándose. "Dale, contame, mostrame que es, no seas tonto", le dije.

Decia que no, que no me iban a gustar, a lo cual le insistí. Creo que en el fondo, inconscientemente o no tan inconscientemente, me daba cuenta que podían ser fotos intimas, con su novia, pero quería verlas, y mas si eran así. Tanto insistí, y tan poca resistencia me podía hacer ante mis caricias o mimos en su oreja, que abrió la carpeta. Evidentemente era lo que pensaba. Allí estaba Mariela, sus primeras fotos eran vestidas, sexy, pero vestida. Insinuaba, pero nada se le veía. Las siguientes fueron perdiendo prendas, hasta mostrarse en las siguientes totalmente desnuda, sin nada que cubriera su cuerpo. Era hermosa realmente, un pelo castaño que brillaba en cada flash, unos pechos como solo una adolescente de 17 años puede tener, que marcaban claramente el rumbo hacía donde quieren ir. Se veía que también hacía deportes, como mi hermano, por cuanto no le sobraba nada de ningún lado. Era perfecta, hermosa.

Seguía pasando fotos, hasta que le toco de golpe aparecer a mi hermano. Ahí dijo que ya estaba, que las siguientes no las mostraría. Pero ya estaba embalada, y le dije que me mostrara, que no fuera injusto. Le recordé que el día anterior me había visto a mi, y que por lo tanto era justo que yo viera ahora. Nos reímos, el tratando de evitar tener que mostrarme, pero mi insistencia fue mas grande, y aceptó. Las fotos de mi hermano, obviamente, eran menos, mostrando casi todas sin remera, marcando su cuerpo, y después, con su slip, insinuando lo que tenía abajo del mismo. Las siguientes si fueron fuertes. Fotos del pene de mi hermano en la boca de Mariela, en distintas tomas, y posiciones. Debo reconocer que ver eso terminó de excitarme. Sentía como mojaba, sin poder evitarlo. Estaba sentada en el borde de la silla, y allí me quedé, moviendo lentamente mi cuerpo, estimulando mi entrepierna. Las siguientes, fueron fotos de mi hermano penetrando a Mariela. No era un pene grande, ni con características que la hicieran recordar a una cosas inmediatas. Pero era el pene prohibido, y eso sí me excitaba mas. Las fotos finales, mostraban un liquido saliendo del interior de la vagina de Mariela. Mostraban como mi hermano había terminado en el interior de la nena, con lo cual me surgió la postura de madre, retando a mi hermano no solo por no haberse cuidado, sino por haber terminado dentro de ella.

  • No entedes que nos amábamos?’. Si hubiera quedado embarazada, me casaba con ella, no lo hubiera dudado.

Lo abrace, y console durante un rato por su llanto.

Le dije que me iba a bañar, y que luego lo hiciera el, que saldríamos a pasear un rato, y luego a cenar afuera.

Mi idea era despejar la cabeza de mi hermano. Y en gran parte lo logré. No podía lograr que sonriera, pero ahí estaba, por lo menos disfrutando un poco.

Hacía frío, así que me había puesto un abrigo fuerte, y por lo tanto nada sexy, pero me sentía así, como la mujer mas hermosa del mundo. Y así quería que se sintiera mi hermano.

Paseamos por varios lugares. Tomamos un café no se en donde, y caminábamos todo el tiempo. Mis pies estaban que morían, pero no importaba. Íbamos tomados del brazo, como dos enamorados. A veces, cuando debíamos cruzar una calle, le tomaba la mano, y entrelazaba mis dedos con los de él. Todo lo que hacíamos era seducción. No importaba nada.

Gracias por estar acá conmigo, me dijo en un momento, me hace mucho bien tenerte a mi lado, sos la persona que mas quiero. Sus ojos llenos de lagrimas, pero que aún se mantenían en los mismos, y se negaban a bajar por su mejilla. Le sonreí y le dije que jamás lo podría dejar sufriendo, y que me quedaría el tiempo que fuera necesario a su lado.

Charlamos como nunca antes habíamos charlado. Me hizo las confesiones de sus celos con mi marido, y de lo mal que se sintió el día de la boda. Me confesó que alguna vez mi había espiado, a lo cual lejos de enojarme, le seguí el juego, preguntándole si se había masturbado después, a lo cual se puso mas colorado que un tomate a punto de explotar. Por supuesto que confesó que sí lo había hecho, pidiendo perdón, a lo cual me reí un rato, diciendo que existiendo tantas chicas lindas, me espiaba a mi.

La charla seguía siendo de nosotros. Logramos con cada palabra compenetrarnos mas, comprobar que el amor que existía entre nosotros era un amor que nada podría derrotar. Su sufrimiento era mi sufrimiento, me sentía dentro de él, siendo que sería capaza de hacer lo que fuera para que estuviera bien.

En un momento nos agarro hambre, y decidimos ir a buscar un lugar para cenar. Le dije que eligiera, que yo lo invitaba. No se decidía, hasta que lanzó un lugar que me movió todo. Me gustaría ir al restaurante de mi primera cita con Mariela, dijo.

Era algo muy violento, en todo sentido. Le pregunte si realmente quería eso, que sería muy difícil. Me dijo que durante toda esta tarde, lejos de olvidarla, lo único que había hecho era recordarla, porque así como disfrutaba conmigo todo esto, era igual de cómo lo disfrutaba con ella. Me dijo que ella no solo era linda como yo, (piropo que me puso colorada de nuevo), sino que era inteligente, y que en tema de sentimientos, parecía un clon de mi persona, porque todo era siempre para el otro. Dar sin importar si recibía. Que lamentaba en el alma no haber podido lograr que la conociera personalmente.

Necesitaba hacer una especie de homenaje a ella, y sería cenando en el lugar donde había descubierto al verdadero amor. Y fuimos.

Cenamos muy bien, la charla siguió sobre nosotros, sobre ella, sobre todo. Recordó que la semana entrante hubieran cumplido seis meses juntos, y recordó que no le podría dar el regalo que había elegido. Me conto, luego que le pregunte, que le había comprado un vestido hermoso, elegante, para que se lo pusiera esa noche, porque pensaba entregarle un anillo de compromiso. No queríamos irnos, para a un momento determinado, nos avisaron que en 20 minutos cerrarían.

Salimos, hacía mucho frío, y aún cuando estábamos abrigados sentíamos que la temperatura era baja. Caminamos igual, por pedido de Juan. Deberían ser unas 20 cuadras de su casa, fuimos tranquilos, sin importar nada de nada.

Llegamos, me abrazo y me agradeció mucho lo que había hecho por él. El cuerpo me dolía, pero no estaba cansada. Me sentía bien, y veía que el también. No teniamos sueño.

Recordé que en la heladera había visto helado el día anterior. Le dije, que se pusiera el pijama, y que buscara el helado, y que nos metiéramos en mi cama viendo alguna película. Recordemos viejos tiempos, cuando eras mas chiquito, le dije.

Me puse, no se porque, un camisón muy corto. Me deje la bombacha, pero me saque el corpiño. Era inevitable que en algún momento viera al menos parte de mis pechos, o de alguno de los dos pezones. ¿Habra sido mi culpa entonces lo que paso luego?. ¿Lo habré provocado yo?. ¿O acaso realmente tenía que pasar??.

Seguimos charlando, de mucho, de todo. Notaba, como su cara se volcaba de vez en cuando para mirar mi escote y ver que se escapaba. De repente me acordé del regalo, y le dije que si quería mostrármelo. Salió rapido, y trajo una bolsa, que tenía una caja envuelta en un papel re lindo. Desátalo, me dijo. Rompe el papel y míralo. Así lo hice, y realmente era un vestido hermoso. Me paré, prendí la luz y me puse frente al espejo de mi cuarto, para poner delante el vestido e imaginar como me quedaría.

Ponetelo si querés, si te gusta es tuyo, te lo regalo hermana.

Le dije que era algo muy morbosa la cosa, que era el regalo de Mariela, que no se si me animaba a ponérmelo.

Insistió, pidiendo que viera como le hubiera quedado. Ella era mas flaca, pero el vestido no era ajustado, aunque era obvio que a mi me quedaría un poquito ajustado,

No se que pasó por mi cabeza. Me fui al cuarto de él, y me quite el camisón, y volví luego con el vestido puesto. La cara de mi hermano fue hermosa, sus ojos brillaron intensamente, su respiración pareció cortarse. El mundo pareció detenerse. Tomo la camara de fotos, y pidió sacar un par de fotos así.

Riendo le dije que si después quería le hiciera un fotoshop con la cara de Mariela, a lo cual me dijo, muy seriamente, que jamás haría ello, porque nada la podría reemplazar a ella, pero tampoco nada podría reemplazar la imagen mas hermosa que tenia en este momento, y que no la alteraría por nada del mundo.

Me inspiré, me moví sexy un par de veces, levantando una pierna, mostrándola entera casi desnuda. Sentia mi cuerpo arder, lejos de todo norma moral o ética, sentía ser especial.

Suficiente, dije, y me fui a sacar el vestido. Mi bombacha estaba empapada. La sentía. Corrí un poco la misma, y metí un dedo. Lo introduje sin dudar en mi vagina. Estaba realmente pasada de vueltas.

Cuando regresé, Juan estaba recostado. Como estas, le pregunté, y sentí que llorisqueaba.

No se como voy a lograr salir de esta. Y mas si te vas a ir, no se como voy a hacer para estar lejos de vos también. No te imaginas lo mucho que te quiero. Sos la mujer perfecta. Cuando estaba con Mariela, decía que había encontrado a la mujer que mas se acercaba a vos, y era re feliz.

Empezó a llorar con mas ganas. Lo levante un poco y lo abrace fuerte. Me respondió el abrazo, diciendo que me quería mucho.

Cuando nos separamos, nuestras miradas se cruzaron, y decir nada, nos besamos. Era la necesidad de expresar ese amor hacia el otro. Era la necesidad que él supiera que estaba ahí por el, y para el. Nuestro beso no fue un simple beso. Nuestras lenguas no se juntaron. Parecían sorprendidas por lo que estaba pasando. Sabían que tenían socialmente prohibidas tocarse, pero también sabían que estaba a punto de pasar algo que cambiaría todo para siempre. No era un beso pasional, era un beso fraternal, no había dudas de ello, de amor.

Cuando nos separamos, nos miramos fijamente nuevamente. Sus ojos me mostraban que algo quería decirme,

Dale decime lo que te pasa, le dije

No, no puedo, mejor vamos a dormir, no quiero que te enojes conmigo, te quiero demasiado para pelear con vos.

Decime lo que queres, o si me voy a enojar. Acampamos de besarnos, y eso no es algo que podamos ocultar, decime que pensas, porque te bese por amor y porque te quiero, no me gustaría que lo tuyo fuera un capricho nene.

Eso pareció asustarlo, y dijo que no era lo que pensaba, que el tambien me habia besado por amor, pero que se sentía mal, porque quería pedirme algo mas, y no se animaba, porque no sabía como podía reaccionar.

Luego de hablar un ratito, le hice entender que no debía tener secretos conmigo, y que me dijera lo que quería pedir, para ver si podía ser posible.

A esta altura, se imaginarán que las cosas sabía se habían salido de control. Sabía que debía levantarme, decirle que lo quería mucho, y que mañana saldríamos a pasear. Pero seré sincera, quería seguir, saber que quería realmente, hasta donde eramos capaces de llegar, aún cuando el fondo sabía (o debía saber) que lo que pasaba terminaría en un solo lugar, la cama.

Sin anestesia, sin titubear, con una tranquilidad en su vos, aún cuando su cuerpo reflejaban los nervios y la tensión que los estábamos experimentando en ese momento, me dijo

QUIERO VERTE DESNUDA HERMANA.

Si bien era algo que podía esperar, por lo que les dije recién, no era algo fácil de escuchar, y darse cuenta que estaba pasando.

LO VOY A HACER, LO PEDIS Y TE LO VOY A CONCEDER, PERO ANTES, DECIME PORQUE QUERES VERME DESNUDA. LA VERDAD, NO MIENTAS, PORQUE IGUALMENTE LO VOY A HACER.

Me dijo, con mucha vergüenza, que deseaba verme para poder contemplarme, que siempre había pensando que era la mujer mas hermosa, y que ahora, la única persona que podía hacerle olvidar, mínimamente a Mariela, era yo.

Sin decir nada mas, demostrando satisfacción por la respuesta, me paré al lado de la cama, me saque mi camisón por la cabeza, dejando al aire mis pechos, frente a mi hermano. La luz aún permanecía toda prendida, por lo que podía apreciarme en todo mi esplendor. No necesito decir nada mas, porque enseguida, tome los costados de la bombacha, y lentamente, pero a paso firme, me la saque, dejándola al lado mío, en el piso. Quede ahora sí, completamente desnuda delante de mi hermano.

Mis pechos se hinchaban, latían mis pezones. Así lo sentía. Me vagina también latía. Me había depilado un poco, pero no en forma completa, con lo cual en forma prolija, mi hermano podía apreciar una cabellara pubica, que invitaba a la exploración.

Me acerque a la cama, y subiendo a la misma, me puse de rodillas, apoyando mi cola en mis talones. Mi hermano no dejaba de mirarme. Me contemplaba, sin poder darse cuenta que en este momento estaba cumpliendo a lo mejor, uno de sus sueños que consideraba irrealizable.

Deci algo, le dije, me siento una tonta en bolas delante de ti sin que digas nada.

No se que decir, me dijo, es algo impensado, no puedo creer que te este contemplando. Y sin pedir autorización, estiró su mano y toco uno de mis pechos. Me estremecí, pero no lo detuvo eso. Debía parar las cosas ahí, pero no quería hacerlo. Quería demostrarle a mi hermano, como tiempo antes lo hice con mi abuelo, que era la persona mas importante en ese momento, y que lo amaba realmente.

Me queres en serio, le pregunte

No te quiero, te amo me dijo.

Y empezó a tomar ahora mi pecho, tratando de cubrirlo con toda su mano. Se sentía bien, especial, prohibido.

Queres que me vaya, me pregunto.

No, le dije, TODO ESTABA DICHO.

Se incorporó un poco mas, y comenzó a besarme sin miedo alguno. No es que antes hubiera tenido miedo, pero creo que las reservas estaban, las cuales habían caído ahora para siempre.

Nuestros besos ahora eran de amantes. Nuestras lenguas se juntaron por primera vez, y se entregaron a la parte de este juego que les correspondía. No podía entender que nuevamente sintiera esta sensación que mas de diez años habia vivido antes. Parecía mi primera vez, sentía como sí mi hermano me fuera a hacer mujer por primera vez, y en parte era así, porque por primera vez, sería realmente su mujer.

Sus manos acariciaban todo mi cuerpo. No dejaban un solo lugar sin recorrer. Mis piernas, muslos, mis pies.

Se tomaba el tiempo del mundo, en verdad, lo teníamos. No había apuro, y yo no quería apurarlo. El tampoco. Sus manos pasaron mil veces por cada rincón de mi cuerpo. Mis piernas, en varias oportunidades dejaron el espacio suficiente para que sus dedos recorrieran esa parte intima, que en breve tiempo seria toda de el.

Mis manos comenzaron a moverse. Primero tomando su cara, su rostro, como hacen los amantes infieles. Lo besaba, paraba y lo miraba, y lo volvía a besar. Su pelo, hermoso, lo acariciaba, mezclándose mis dedos con cada uno de sus cabellos. No tarde mucho en sacarle la parte de arriba de su pijama. No lo dude ni un minuto. Lo hice. Y comence a acariciarle sus pechos, sus brazos.

Nos incorporamos, y ahora, arrodillados nos besamos de frente, mientras cada uno acariciaba la espalda del otro. Mis pechos se juntaban con su pecho. Se hacían una sola carne, un solo cuerpo. Llorábamos los dos, nuestras lagrimas recorrían nuestras megillas. Bebíamos nuestras lagrimas. Pero no ibamos a parar. Sabíamos que seríamos condenados al infierno, pero igual estabamos dispuestos a seguir.

Sus manos recorrian mi cola. Dulcemente tomaban cada cachete de mi cola, lo acariciaban con dulzura. Debía hacer yo lo mismo, lo desaba. Mis manos se metieron en su pantalón pijama, lo desplazaron lo suficiente para sentir una cola suave, como de mujer, que parecía ser hecha para el momento este.

Seguimos besándonos. Ahora nuestros cuellos eran parte de los besos. Nos entregábamos por turnos, uno al otro.

Una mano de mi hermano se posó de repente en mi vagina. La acaricio, irrespestuosamente esta vez, metiendo un dedo directamente, pero no en forma violenta. Dando a parecer como si toda la vida hubiera estado autorizado a meterse.

Me masturbó lentamente, en forma constante, logrando que llegara a un orgasmo impresionante, no habiendo inclusive parado de acariciarme hasta casi lograr uno nuevo. Lo bese como nunca imagine que lo besaría. Me comí su lengua, pero en forma lenta, sin apuros.

Y mis manos, ahora no solo se limitaban a su cola, sino que ahora empezaban a recorrer sus muslos, buscando llegar a su pene. Baje su pantalón pijama, y junto a el, su calzón. Su pene estaba ahí, acaricié sus bolsas, lentamente, jugue con sus pelos. Toque un par de veces su ano, se dejaba llevar.

Mi mano finalmente se puso en pene. Lo tome, lo acaricié, lo ame. Lo besaba en la boca, en el cuello, me comía su oreja.

Alargue lo mas que pude el momento, hasta que en un segundo, me encontré besando su cuerpo, sus pechos, su panza, su vientre, su pene. No lo dude, me lo metí en la boca, primero mi lengua recorrió todo el cabo, sin problemas, para luego, dejarlo entrar adentro de mi boca.

La imagen debería ser terrible, una hermana comiendo el miembro de su hermano. Sin razón, una locura, con razón, puro amor.

Estuve un rato largo. No quería que acabara en mi boca, quería algo especial para nuestra primera vez.

DESNUDATE ENTERO VOS AHORA, , LE DIJE.

Se paro en la cama, al borde, y se saco del todo el pantalón pijama y el calzón.

SACA TODAS LAS SABANAS DE LA CAMA, le dije

Así lo hizo, y yo me tendía, desnuda en la cama, con la cabeza en la almohada.

Lo invite a mi lado, y nos acostamos juntos, desnudos, los dos, solos cubiertos por la luz.

Nos amamos, nos besamos un rato, nos acariciamos, mucho.

Invitándolo a que se pusiera arriba mio, logre que se desplazara, tomando su pene, y controlando el momento de la penetración.