Amor sin barreras

Laa historia de dos hermanos, separados al necer, y lo que sucedió cuando se encontraron.

AMOR SIN BARRERAS.

Enós-Tomás Pastrana Delgado

Me llamo Javier, tengo ahora 30 años, y somos dos hermanos. Yo soy alto (1,90 m), moreno, con ojos verdes. Desde siempre me ha gustado cuidarme, por lo que voy al gimnasio 3 horas todos los días, y tengo un cuerpo fibrado y musculoso (dicen que lo que mejor tengo son el culo, el paquete y los pectorales, igualitos a una tableta de chocolate), al punto que he hecho algún papelito en algún anuncio de bañadores o slips, pero nada profesional, pues a mi no me gusta el mundo de la publicidad ni el de los modelos.

Al poco de nacer yo, mis padres se divorciaron, y se repartieron la patria potestad de ambos hijos. Por ser un bebé, yo me quedé con mi madre, y Adrián, mi hermano, se quedó con mi padre. Por motivos de trabajo, mi madre siempre ha viajado mucho, por lo que el contacto con la familia se fue convirtiendo en más y más esporádico, al punto que perdí absolutamente el contacto con mi padre y mi hermano. Para complicarlo más, aunque Adrián conservó el apellido paterno, mi madre, al cabo de pocos años, cambió mi apellido y me puso los de ella.

Al cabo de los años, según fui creciendo, asumí mi homosexualidad con normalidad, y mi madre, al saberlo, me dijo que estaba encantada, pues "las mujeres son todas unas lagartas, hijo mío. Los hombres sois mas nobles".

A los 25 años, decidí establecerme, y puse un negocio por mi cuenta, que la verdad es que me empezó a marchar de fábula, y tuve que hacer viajes por motivos de negocio.

En uno de esos viajes, me comentaron de una empresa que pudiera ser interesante que conociera, complementaria de los servicios que nosotros ofrecíamos, y concertamos una cita telefónica entre ambas entidades. Cuando nos conocimos ambos dirigentes en persona, la conexión fue instantánea. Me encontré de pronto frente a un tío moreno de 35 años, de 1,85 m, fornido, exhalando masculinidad por todos sus poros, quien me dijo que se llamaba Adrián...La atracción física entre ambos fue instantánea, y a las pocas horas habíamos llegado a un acuerdo de colaboración entre ambas.

Para celebrar el éxito, nos fuimos a cenar a un lujoso restaurante, nos fuimos dando cuenta de lo similares que éramos a nivel de opiniones, gustos, etc, al punto que, de vez en cuando, cuando uno iniciaba una frase, el otro la acababa. Después de tomar unas cuantas copas, sentí la necesidad de ir al baño, pues entre la excitación que tenía, y los resultados de la bebida, la próstata me explotaba y, a los pocos minutos, mi nuevo socio se incorporaba a la micción.

Al tenerle a mi lado, no pude evitar mirarle la verga de reojo: era enorme, con unos cojones enormes. Consciente de mi mirada indiscreta, se dirigió hacia mí. Y me dijo:

--"¿Qué, te gusta? Porque la tuya está también enorme. Y tienes unos huevos grandes como los de un caballo". Me ruboricé intensamente, y le intenté pedir disculpas, pero me cortó cuando me dijo:

--"Me gustas mucho. ¿Por qué no te vienes a casa, tomamos unas copas, nos ponemos cómodos, y echamos un polvazo?"

Ante una propuesta tan clara, de un tío que me encantaba, asentí, nos dimos un beso allí mismo, salimos, pagamos la cuenta, y nos fuimos a su casa.

La tensión sexual entre ambos era creciente según pasaban los minutos. Nos montamos en su coche, y él aprovechaba su mano libre para meterme mano al paquete. En un semáforo, le abrí la bragueta del pantalón y se la chupé mientras él me metía la lengua en mi oreja.

Según aparcamos el coche en la cochera de su chalet y salimos del coche, me cogió mi polla con fuerza y, cogido de ahí, me introdujo en su casa. Según entramos en el salón, nos fuimos quitando ropa y lanzándola por cualquier sitio: las chaquetas, encima de un sillón, las camisas en medio del suelo de mármol del salón, los pantalones encima de una lámpara, los calzoncillos encima del pasamanos de la escalera de acceso a la planta superior…Cuando llegamos al dormitorio, con una cama de 2 m x 2m con dosel, completamente desnudos, empezamos a hacer el amor como fieras. Todas las posturas posibles que se puedan conocer, las empleamos los dos. Exhaustos, desnudos, nos dormimos abrazados cerca de las 6 de la mañana.

Cuando nos despertamos, desayunamos, nos fuimos a la ducha y, en la misma, volvimos a hacer el amor, volviendo de nuevo a la cama para seguir explorando nuestros cuerpos. Gocé como nunca cuando sentí su enorme polla en mi boca, con un preservativo con saber a fresa y chocolate, que me hizo comerme su polla con más ansia. Cuando estaba a punto de correrse, le quité el preservativo con los dientes, y le obligué a correrse encima de mi pecho, embadurnándome entero con su semen poderoso. Le limpié la polla y, antes que se le bajara, me introduje su enorme pollón en mi culo, pues quería sentir dentro de mí su bella masculinidad, y notar cuando se fuera bajando. Adrián gritaba y gritaba de excitación, mientras yo bombeaba mi culo hasta que conseguí que tuviera otra erección dentro de mí.

Al hablar de nuestras familias, empezaron a saltar las coincidencias, y fue entonces cuando nos dimos cuenta de nuestra relación, y del motivo por el cual nos llevábamos también: éramos hermanos. Sorprendidos, empezamos a hablar de lo que haríamos, pues había una realidad: yo era el macho de sus sueños, y él era el hombre con el que siempre había soñado, pero nuestra relación como hermanos parecía interponerse en nuestra felicidad. No obstante, yo le plantee lo siguiente:

--"Adrián, tu eres el macho con el que siempre he soñado para compartir todo; para mí, eres el hombre perfecto. Sé que somos hermanos, pero precisamente eso hace que nos entendamos en todos los campos con una sola mirada. Y no te quiero perder, ni perder mi felicidad, por ese detalle. Quiero estar toda la vida junto a ti, y sentirte siempre dentro de mí. Pero si decides otra cosa, lo aceptaré."

--"Javier, tu también eres el tío perfecto para mí. Tampoco quiero renunciar a ti ahora que te conozco y te tengo. Por eso, te hago una propuesta: somos hermanos, pero te propongo que sigamos siendo, además, socios y amantes. No solamente podemos recuperar nuestra relación fraternal, si no que, además, podemos fusionar nuestros negocios (que son complementarios), y seguir siendo, además, socios, amigos y amantes. Papá murió, mamá también, y no tenemos más familia que nosotros mismos. Sigamos juntos, en el negocio, en la cama y en la vida, todo el tiempo que vivamos."

Emocionado, acepté sin dudarlo ni un instante. En el menor plazo de tiempo posible, fusionamos nuestras empresas (nuestros cuerpos están fusionados desde el primer día), pusimos nuestras respectivas fortunas a nombre de los dos, y empezamos a vivir juntos como pareja. Las únicas discusiones que, en más de cinco años, hemos tenido, han sido por causa de que a los dos nos gusta ser follados por el otro, y recibir la polla del otro en el culo. Pero lo superamos acordando que los días pares yo sería el activo y él el pasivo, y a la inversa los días impares.

Una ventaja que tenemos al ser hermanos y amantes es que la misma ropa nos sirve a los dos. Nos intercambiamos la ropa cada día. De hecho, nos duchamos juntos, el me lava la espalda, el culo y los genitales, y yo hago lo mismo con él. Después, con la boca, mientras se la chupo, le pongo unos calzoncillos limpios, y él hace lo mismo conmigo. Luego, en la oficina, a media mañana, cerramos el despacho, hacemos el amor, y yo me pongo los calzoncillos que han tapado su polla y sus huevos poderosos, manchados con su semen, y el hace lo mismo con los míos. De esa manera, el tiene unos calzoncillos donde han estado mi polla y mis huevos, y yo me excito con los suyos. No ha habido un solo día, en estos más de cinco años, en que no hayamos hecho el amor, por lo menos, dos veces al día.

De vez en cuando, invitamos a un tercero a nuestra relación, y mientras uno le da por culo, el otro le come la polla y los huevos, y después nos alternamos. El tercero (siempre uno distinto), queda siempre exhausto.

Me siento feliz de que mi hermano del alma sea, a la vez, mi socio en los negocios, mi amigo mejor, mi amante, y toda mi vida.