Amor propio (versión Sonia)
La versión de Sonia
Amor propio (versión Sonia)
Sentada en la mesa de aquella terraza, veía como se alejaba el único hombre que me había querido de verdad. Sentada maldecía mi estupidez y prepotencia, Marco era lo mejor que me había pasado en mi vida y lo había estropeado.
De repente mi mente retrocedió en el tiempo. Tiempo en la que yo era el centro de atención de mi pandilla, todas las chicas que la integraban eran guapas, pero yo sobresalía sobre ellas. Siendo la admiración y la envidia de todas ellas.
Nunca me había interesado ningún chico en particular. Todos cumplían su propósito, ser utilizados por mí. Todos menos uno, su nombre era Marco. Era un hombre guapo pero demasiado delgado, tímido y con poco don social.
Yo sabía perfectamente que estaba coladito por mí, hasta los huesos. Siempre lo rechacé, no era el prototipo de hombre que a mí me gustaba.
La verdad es que cuando tenías una conversación con él, te dabas cuenta de que no era como los demás chicos. Él no pretendía meterse entre tus piernas, o por lo menos no era ese su verdadero objetivo.
Conocí a Marco por mediación de su hermana Noelia. Una vez que fui a su casa, fue el que abrió la puerta y nunca se me olvidara la expresión de su cara. Se puso rojo como un tomate y no fue capaz de articular palabra. Cuando pudo recuperarse se presentó con el nombre de Marco Antonio, parecía el nombre del romano que aparecía en la película de Cleopatra.
Por aquel entonces Noelia y yo éramos uña y carne, hasta el fatídico día que me encapriche del chico que le gustaba. Una tarde que Noelia estaba enferma en casa con la gripe, me bastó para que ese chico bebiera los vientos por mí. Noelia jamás me lo perdono y corto toda relación conmigo.
Yo que me creía el ombligo del mundo pensé, ¿qué se habrá creído esta? Desde ese momento todo mi rencor se centró en Marco, él pagaría la afrenta de Noelia.
Marco seguía enamorado de mí hasta las trancas. Una tarde me regalo una caja de bombones, eran los más caros de la tienda sin duda alguna. Yo en vez de agradecérselo los compartí con el chico que en ese momento tenía entre ceja y ceja. Marco se quedó allí mirando como disfrutábamos esos bombones que él pensó que los disfrutaríamos los dos.
Esa tarde vi por primera vez la decepción en los ojos de ese chico. No me estaba portando bien, pero me creía tan importante que solo me fijaba en la superficialidad. Marco se dio media vuelta despidiéndose educadamente mientras yo reía las gracias al otro chico.
En otra ocasión llego el día de mi cumpleaños, Fue la época en la que el tío más deseado del barrio se empezó a juntar con nuestra pandilla. Marco me trajo un ramo de flores precioso, cualquier mujer se hubiera sentido alagada por semejante detalle. Yo pasé de él y me fui a saludar a Rodrigo.
Rodrigo no me había traído nada, entonces demostró porque mojaba las bragas de todas las mujeres. Se acercó a Marco, le cogió una de las rosas, mirándolo como si fuera una cucaracha y me la regalo. Marco intento hacer lo mismo, pero cuando me entrego el ramo en vez de olerlo y agradéceselo se lo entre a una de las camareras del bar.
La camarera del bar me dijo.
• ¿Qué quieres que haga con estas flores?
• ¡Haz con ellas lo que quieras, las pones en cualquier sitio o las tiras!
• No me parece bien lo que le acabas de hacer a ese chico. ¡Ha sido un gesto muy feo!
• ¡Tú eres la camarera y no estás aquí para opinar, se te paga para servir!
La camarera de mala gana cogió el ramo de flores de Marco y se lo llevo a la barra. Hizo una señal a marcos, yo muerta de curiosidad me acerqué a ver qué es lo que hablaban.
• ¿Cómo te llamas?
• Me llamo Marco, ¿y tú?
• Sofía, es un ramo muy bonito, te importa que me lo quede yo. Sería una pena que se estropeara.
• ¡Me parece bien!
• Ha sido un gesto muy bonito Marco, no te pongas triste por personas que no se lo merecen.
Vi como Marco sonreía a esa camarera y con un gesto de la mano se despedía de todos. Me sentí humillada, que se creían estos dos, la próxima vez Marco se enteraría de quien era Sonia.
Las semanas fueron pasando y yo cada vez estaba más colada por Rodrigo. Este fiel a su reputación se follaba todo lo que se movía, que supiera Raquel y Paula de la pandilla, ya habían probado su polla. Yo me resistía, no quería ser una muesca más en su revolver, yo lo quería para mí.
Se acercaba la fecha de un concierto al que todos queríamos ir. Yo invité a Rodrigo y este acepto enseguida, con la condición de que fuera yo la que pagara las entradas. Acepte claro, cuando me acerque a la ventanilla, me dijeron que las entradas llevaban agotadas desde hace seis meses.
Me sentí muy decepcionada, pretendía usar ese concierto para darle el golpe final a Rodrigo y hacerlo mío. Pero sin entradas mis planes se iban al traste, tenía que conseguir unas como fuera.
Pregunte en la reventa. Los precios eran insultantes, pedían una millonada que no estaba dispuesta a pagar. Entonces apareció mi caballero de brillante armadura, mi fiel enamorado Marco. Me llamo muy emocionado contándome que tenía dos entradas, que era una sorpresa que quería darme y si aceptaba.
Separe el móvil de mi cara y empecé a dar saltos de alegría. Por fin algo me salía bien, ahora lo primordial era deshacerme de marcos y quedarme con sus entradas. Me inventé una excusa muy conveniente, una amiga que también quería venir y que se sentiría muy mal dejándola a ella sin ver el concierto.
Marco como un caballero, quedo conmigo y me regalo las dos entradas. Las traía en un sobre cerrado que yo abrí por si acaso. Sé que estuvo mal desconfiar de él, pero si las entradas eran verdaderas, Rodrigo caería por fin en mis encantos.
• ¿No te importa que vaya con mi amiga?
• No me importa Sonia, solo quiero que seas feliz.
Nunca me lo diría, pero yo veía la decepción en el rostro de ese chico. Me dio un poco de pena, pero muy poco porque estaba a las puertas de conseguir mi anhelo.
El viaje hasta el concierto, los paseos por esa nueva ciudad y el concierto fueron un sueño para mí. Durante el concierto, Rodrigo me llevo a los lavabos y sentándose en el inodoro más limpio que encontró, me la clavo entera. Su polla iba entrando y saliendo al ritmo de la mejor canción de ese grupo, mientras yo lo único que hacia era gemir de placer.
Rodrigo era un superdotado del sexo. No era porque tuviera una gran polla, tengo que decir que su tamaño era formalito. Era su forma de follar, sabía hacer disfrutar a una mujer. Él lo sabía y se aprovechaba de ello.
Llegamos a nuestra ciudad a primera hora de la mañana, desayunamos y cada uno cogió su coche para ir a casa. Cuando llegue me duche y no pude pegar ojo, pensando en el polvazo que había echado con Rodrigo. Ahora seria mío, ninguna me haría sombra.
Lo que no llegué a calcular fue que a alguna del grupo se le escapara con quien me había ido al concierto. Marco se enteró por supuesto, desde ese día no quiso saber nada de ninguno y no volvimos a verle en mucho tiempo. Se centró en sus estudios y por lo que después supe saco unas notas excelentes.
Yo que me las daba de conquistadora, me lleve el primer zasca. En el primer fin de semana que fuimos a un nuevo local, yo iba del brazo de Rodrigo muy contenta. Fue entrar y de repente desapareció, lo estuve buscando durante un buen rato sin éxito.
Pasadas dos horas me entraron ganas de ir al baño. La cola era enorme, me las arreglé para que un chico me dejara pasar al servicio de caballeros para orinar. Cuando entre en el cubículo, tuve que hacer malabares para poder mear sin mancharme. De repente empecé a escuchar gemidos del cubículo de al lado.
Termine de mear, me entro una curiosidad muy grande. Con mucho cuidado me subí sobre la taza, lo que vi me dejo helada. Rodrigo se estaba follando a una de las gogos.
• ¿Te gusta como te follo?
• ¡Lo que más me pone es que luego mi novio te servirá las copas, mientras yo llevo las bragas llenas de tu leche!
• Ja, ja, ja, esta noche no te limpies. Que sea el quien lo haga.
Salí de ese cuanto de baño asqueada, Rodrigo era un mujeriego. Tenía que pensar en algo para que cambiara. Lo único que se me ocurrió fue darle celos, pensándolo ahora parece una estupidez, pero en ese momento. Necesitaba encontrar al candidato perfecto.
Me pasé toda la noche dándole vueltas al mismo asunto, incluso mis amigas se preocuparon.
• ¿Te encuentras bien Sonia?
• Si estoy bien he bebido demasiado, eso es todo.
La conversación se quedó ahí, entonces se me encendió la bombilla ya tenía al candidato perfecto. El elegido iba a ser Marco, Rodrigo no lo soportaba y seguro que eso le haría reaccionar. El problema que veía era como hacer que volviera con nosotros después de lo que le hice.
Decidí tomar al toro por los cuernos y presentarme en su casa. Toque el timbre y por suerte me abrió él, se puso muy tenso.
• ¿Qué haces aquí Sonia?
• Solo quería disculparme.
• Un poco tarde, ¿no crees?
• Se que lo que hice estuvo mal. ¡Perdóname por favor!
Como había planeado, en su mirada podía ver que sus sentimientos hacia mí no habían cambiado. Fue sonreírle y cayó en mis brazos sin poner resistencia. Estuve toda la tarde con él recordando algunos de los buenos momentos que pasamos antes de lo ocurrido con Noelia, también antes de la aparición de Rodrigo.
Desde ese día empecé a pasar más tiempo con Marco. No sabía por que, pero una parte de mí disfrutaba mucho con su compañía, era atento, sincero y muy agradable, todo lo contrario a Rodrigo. Este último era un picaflor, autoritario y machista, pero me tenía en sus manos.
Todas las tardes que pasaba con Marco, después lo hacía con Rodrigo. Fallábamos en su coche, en su casa. Otra de las veces lo hicimos cerca del mirador donde Marco solía ir a reflexionar, lo peor fue ver que él estaba allí y nos podía pillar.
El tiempo fue pasando y a mí cada vez me costaba más disimular mis celos hacia Rodrigo. Tanto se me notaba que Marco me pregunto por ello. Le mentí, pero tenía claro que Marco no era ningún tonto y algo se olía. Para enmendarlo decidí llamarle para invitarle al cine, de esa forma despejaría las dudas.
Durante todo el día siguiente me lo pase eligiendo minuciosamente la ropa que me iba a poner. Tenía que dejarle claro a Marco que no sentía nada por Rodrigo, termine de prepararme y me dispuse a encontrarme con Marco.
Marco estaba tan colado por mí, me trataba tan bien que me deje llevar esa noche. Compramos las entradas y vimos la película, no conseguía olvidarme y preguntaba vía móvil a mis amigas si sabían algo de Rodrigo.
Para que Marco no se mosqueara decidí contarle que estaba escribiendo a mi madre para quedarme a cenar con él. Eso pareció tranquilizarle y la noche volvió a su cauce, hasta que salimos del cine y nos cruzamos con Rodrigo.
Este iba cogiendo de la cintura a dos mujeres rubias despampanantes, me entraron arcadas y me empecé a marear. Marco no es tonto, aunque pregunto sumo dos más dos y le dio cuatro.
Marco me llevo a casa, en su rostro se dibujaba la mayor de las decepciones. Me dejo en la puerta de mi casa y no volvimos a saber nada más de él hasta que termino la carrera de medicina.
Cuando termino decidió salir a celebrarlo con nosotros, yo estaba un poco deprimida porque según parecía Rodrigo se iba a otra ciudad para terminar allí los estudios de medicina. Me di cuenta de que marco ya no estaba tan atento a mí, él se lo estaba pasando bien y yo decidí que no me amargaría.
• ¿Marco te apetece bailar?
• Claro Sonia.
La verdad que las canciones que estaban sonando eran lentas, bailaba muy bien. Fue una noche estupenda.
Días después fuimos al mirador que tanto le gustaba a Marco y me pidió salir. Mentiría si dijera que le conteste que si porque estaba enamorada de él, lo hice por celos ni más ni menos. Mis padres no estarían en casa y decidí desvirgarlo para acallar mi culpa.
Cuando entramos en casa, me di cuenta de que estaba como un flan, me empecé a quitar el vestido, mientras miraba de forma sugerente. Me di cuenta de que por lo menos su polla si estaba lista y me la metí en la boca.
La verdad sea dicha que me duro menos que un caramelo en la puerta del colegio, comparado con Rodrigo este era un cero de manual. Le entregue un condón que se colocó al revés, no perdí los nervios y se lo coloque yo.
Me subí a la mesa y me abrí de piernas para él, tengo que reconocer que estaba bastante cachonda. Se notaba que era la primera vez que veía un coño en directo y la cara que puso me enterneció.
Cuando la empezó a meter lo hizo con mucho miedo de hacerme daño. Yo empujé y por fin la tenía dentro.
• Sigue – le decía yo alentándole.
Se corrió enseguida, acostumbrada a los polvos con Rodrigo este fue como corto e insípido. No pude evitar poner una cara de decepción extrema, Marco se marchó cabizbajo.
A la mañana siguiente, me desperté y después de desayunar decidí ir a ver a mi nuevo novio. Cogí el coche y me dirigí a su casa, cando toque el timbre me abrió él. Estaba muy triste y cabizbajo.
• Siento mi reacción Marcos.
• No lo sientas Sonia fui muy patético.
• No lo fue, fuiste atento y muy cariñoso.
Lo besé para que se le quitara esa angustia que lo invadía, su madre estaba detrás con una sonrisa. Si supiera la verdad me echaría a escobazos, había cogido cariño a su hijo, pero todo era parte de un plan. Marcos no era más que un peón.
No puedo afirmarlo, pero esa mirada que vi en marcos me inquieto, yo lo tenía por un tonto enamorado y ciego. Algo me decía que me leía mucho mejor de lo que yo quería creer.
• Esta noche es la despedida de Rodrigo, ¿te apuntas?
• No puedo, ya sabes que he entrado en el hospital. A los novatos nos toca pringar.
Llego la noche y me vestí para matar, seguramente sería mi última noche con Rodrigo y me lo pensaba follar si o sí. Mañana ya vería como compensaría, al carnudo de mi novio. Al llegar al local Rodrigo alquilo la zona VIP para nosotros.
La música que sonaba era nuestra favorita y los cubatas entraban uno detrás de otro. Entonces Rodrigo se me acerco y me dijo al oído.
• Tras esa puerta hay un almacén, ¡te voy a follar para que el carnudo te encuentre bien mojadita!
A mí esas palabras, me pusieron como una moto. Mi error fue no calcular que en esa fiesta privada, no estábamos solo los amigos de la pandilla. Había otros amigos que también conocían a Marco, fue un placentero error.
El almacén tenía unas cuantas cajas de bebidas y una mesa en el centro de esta. Rodrigo hizo que subiera una de mis piernas y echando un lado el tanga. Entonces metió su ya erecta polla en mi coño de una estocada.
El placer fue inmenso, no podía dejar de jadear. Sus embestidas eran tan fuertes que mis gritos se tenían que estar oyendo desde fuera.
• Te gusta así, putita mía – me decía mientas masajeaba uno de mis pechos.
• Si dame más, me corro- aullaba como una loba en celo, mientras notaba como una humedad bajaba por mis piernas.
• ¿Esta noche vas a dormir con el carnudo?
• Si - no era verdad, pero sabía que le ponía bruto humillar a Marco y a mí también.
Sin previo aviso me metió su polla en el culo. No era la primera vez, pero fe tan brusco que me dolió horrores, después el dolor dejo paso al placer y termino corriéndose dentro de mi culo. Puso la tira del tanga, como si eso fuera a impedir que la leche se escapara.
Cuando salimos, mientras mi pandilla estaba contenta y me felicitaba con la mirada. Los amigos ajenos a la pandilla me juzgaban severamente con la mirada, sabía que esto transcendería y Marco terminaría por enterarse. Mañana me preocuparía de ese detalle.
Los rumores transcendieron, mucho más rápido de lo que yo esperaba y Marco se presentó pidiéndome explicaciones. Conseguí engatusarle una vez más y pareció creerme. Eso o escondió la cabeza como un avestruz.
De eso han pasado tres años, Rodrigo se fue a otra ciudad. Aunque pareciera mentira, no eche mucho de menos a Rodrigo durante todo ese tiempo. Marco se apuntó a unas clases de defensa personal, había habido robos cerca y en el aparcamiento del hospital, según él toda precaución era poca.
Después de tres años de practicar ese arte marcial y de correr diez kilómetros diarios. Marco obtuvo un cuerpo fibrado muy bonito. Eso sumado a su atractivo, hacia que cada vez estuviera más a gusto con él. Eso no quiere decir que hubiera olvidado a Rodrigo.
Un día que había quedado para comer con Marco, le fui a buscar al hospital. Y ahí estaba Rodrigo, tan guapo y fuerte como siempre. Una vez de tenerlo delante Marco dejo de existir otra vez para mí. Marco me cogió por la cintura y me dijo.
• ¡Cariño nos vamos, que si no, no llegamos!
A partir de ese día las cosas cambiaron, Rodrigo se las arreglo para convencer a su tío que empezaría a dar clases nocturnas para reforzar sus estudios de medicina. Su tío no era entupido, pero se lo concedió. El damnificado fue Marco que por ser el novato le toco cubrir casi todas las guardias.
Esa noche a marco le tocaba una guardia. Por lo que me dijo, había entrado una chica joven con unas heridas muy grabes y le tocaba a el operar. Así tendría toda la noche para follar con Rodrigo hasta saciarme.
Rodrigo quería follarme en la cama que compartíamos Marco y yo. Hasta ahora se lo había negado, marco no se lo merecía. No lo amaba, pero sí que le había cogido cariño, esa noche en particular me puse tan cachonda, que acepte.
Nos fuimos quitando la ropa, según entramos por la puerta. Para cuando entramos en la habitación yo solo llevaba el sujetador y las bragas y él los calzoncillos. Me hizo agacharme y que le chupara la polla. Que manía tenía en incrustármela hasta la garganta, lo odiaba de verdad.
Marco jamás me obligo hacer eso, pero no era Rodrigo en la cama. Después se tumbó y me subí encima de él metiéndome su polla en el coño despacito. Podía notar como entraba centímetro a centímetro.
Si la gente piensa que engaño a Marco porque Rodrigo la tiene más grande que se olvide. Es su forma de follar y su maldad que me pone muy bruta. Llevábamos un rato follando, cabalgándolo como una amazona desbocada. Mire a su rostro y de repente vi una sonrisa de triunfo, no quería ni imaginarme lo que habría visto para alegrarse tanto.
No tardaría en averiguarlo. De repente escuché un estruendo, como si alguien hubiera cerrado la puerta con un portazo. Entonces lo vi, ahí estaba Marco, con los ojos infectados en sangre. Me quede blanca, pero Ricardo empezó a levantarse para pavonearse ante el gran carnudo, fue un gran error.
Marco le soltó tal puñetazo que Ricardo termino estampado contra el ropero. Si la estampa no fuera tan dramática hubiera tenido gracia. Rodrigo humillado y lleno de ira se lanzó a por Marco, otro error. Marco sabía suficiente defensa personal para hacerle mucho daño a Rodrigo, pero no hizo falta.
Rodrigo se resbaló al pisar mis bragas y termino estampado contra el espejo de cuerpo entero que teníamos al lado de la ventana de la habitación. Marco no tuvo más que apartarse y mirarle con cara de odio, entonces me miro a mí y me dijo.
• Sonia, estaré en casa de mis padres unos días, aprovecha para sacar todas tus cosas de aquí.
No dije nada, la casa era más de el que mía. Me había pillado y tocaba salir sin hacer ruido. Rodrigo no quiso poner una denuncia, eso lo humillaría más. Se inventó una excusa barata para salir del atolladero. Yo decidí llamar a Marco para intentar arreglar en alguna medida las cosas.
Decidí quedar con él en una terraza de un bar. No esperaba ninguna escena, de esta forma no perderíamos las formas. Cuando le vi llegar su mirada me transmitía que tenía su decisión tomada de forma irrevocable, pero o intentaría de todas formas.
Se sentó y tuvimos la conversación, yo fui sincera con él y le dije que empecé con él para darle celos a Rodrigo, también le dije que le robe la virginidad como compensación. Reconocí que en la fiesta de Rodrigo le fui infiel.
A Marco no le sorprendió nada, solo tenía un rostro serio y muy decepcionado. Entonces decidí hacer mi alegato final, lo que no esperaba era lo que él me tenía que decir a mí.
• La noche que nos pillaste fue cuando me di cuenta de verdad que de la persona que me había enamorado era de ti.
Lo que jamás de lo jamases espere fue la contestación que me dio.
• Yo también me di cuenta de algo esa noche Sonia. ¡Que no quiero una persona como tú en mi vida, tú nunca me has querido y siempre te has aprovechado de lo que sentía por ti, eso se ha acabado!
Lágrimas empezaron a brotar por mi rostro, mientras veía como Marco se alejaba. No pensaba renunciar a Rodrigo, su forma de follar era sublime. Pero tampoco quería perder a Marco.
EPILOGO
Después de que Marco me dejara con toda la razón del mundo. Entre en una vorágine autodestructiva, que termino conmigo teniendo sexo con Rodrigo y todo al que él me cedía. Todo acabo cuando me quede embarazada.
Rodrigo alegó que podía ser de cualquiera después de lo puta que había demostrado ser y que él no cargaría con el mochuelo. Me vi en plena juventud teniendo que cargar con un crío que no quería y tampoco deseaba.
Pasados dos años desde entonces, una tarde que lleve a mi hijo con desgana al parque para que jugara y me dejara en paz, lo vi. Era Marco iba agarrado de la mano de una mujer pelirroja, era la mujer más hermosa que hubiera visto jamás y la forma de mirarse me indico que se querían muchísimo. Lo que más rabia me dio fue ver que esa mujer estaba embarazada. Viendo cada dos por tres a Marco le tocaba la tripa y besaba con mucho amor.
Tuve la tentación de acercarme, pero decidí que ya le había hecho demasiado daño. Ahora me tocaba apechugar con las consecuencias de todas las decisiones egoístas que había tomado.
FIN.