Amor propio

Una historia sobre infidelidades

Amor propio

Me encontraba sentado en el mismo mirador donde le pedí que fuéramos novios. Esta vez el motivo era muy distinto, hecho la vista atrás y no puedo evitar sonreír y llorar a la vez.

Mi nombre es Marco Antonio, si ese político y general que salía en la película de Cleopatra. La verdad es que odiaba ese nombre, mis padres no pudieron tener peor idea.

Soy médico y trabajo en uno de los hospitales más importantes de la ciudad. Era cirujano en la especialidad de traumatología, me encontraba en mi enésima guardia seguida y entro una urgencia.

Una chica de unos veinticuatro años, había tenido un grabe accidente. Tenía las piernas con sendas fracturas abiertas, aparte de un traumatismo en la cabeza. Había sido atropellada por un conductor ebrio cuando ella se encontraba esperando el autobús para volver a casa.

La policía consiguió dar con el conductor ebrio. No era otro que el hijo de un importante político, seguramente solo le darían un tirón de orejas, entrando por una puerta del juzgado y saliendo por la otra.

La muchacha había salido para celebrar su veinticuatro cumpleaños, fue una verdadera tragedia lo ocurrido. La operación fue muy complicada, las heridas eran muy grabes y tenía dañadas las arterias muy importantes.

Hicimos lo que pudimos, pero la pobre murió a las cuatro horas de empezar la operación, yo decidí ir a la sala de descanso y tomarme una tila. Sabía que todos los días morían pacientes en un quirófano, pero este caso me afecto muchísimo.

Ese turno no me tocaba cubrirlo a mí. Estaba cubriéndoselo al sobrino del director del hospital, según parecía estaba haciendo algún curso de especialización en su rama médica.

El médico era Rodrigo, un integrante de la pandilla con la que solía salir yo cuando era joven. Él y yo nunca tuvimos mucho roce, él era el cachitas guaneras y yo el esmirriado empollón.

Por aquella época. Yo estaba coladísimo por Sonia, la mujer más hermosa de la pandilla. Todos los hombres estábamos detrás de ella, pero yo era al único que nunca hacia caso.

Lo intenté todo, flores, bombones, entradas para conciertos. Conciertos para los que las entradas llevaban agotadas más de un año. Cuando fui a invitarla se puso muy contenta, pero me dijo que iba a ir con una amiga suya y que no quedaban entradas para ella.

Como yo por entonces, era gilipollas de récord Guinness. Le creí y le di las dos entradas, nunca me imagine de lo que me enteraría días después. La amiga no era tal sino amigo y más bien Rodrigo.

Esa acción me hizo mucho daño. Tomando la decisión de dejar esa pandilla durante un tiempo, dedicarme a los estudios. Mis notas fueron estupendas, pero mi corazón seguía anhelando a aquella chica.

Una tarde que me encontraba en casa tocaron el timbre de la puerta. Al abrir me di cuenta de que era Sonia, al principio no quise saber nada de ella, pero con una sonrisa caí como un tonto. Tuvimos una conversación donde me pidió perdón y la verdad fue una tarde muy agradable.

El tiempo fue pasando, Ricardo seguía de flor en flor y eso parecía molestar a Sonia. Yo con la mosca tras la oreja le pregunté.

  • ¿Sonia te pasa algo?

  • No que va Marco, estoy bien.

  • ¿Está segura?

  • Si algo que me habrá sentado mal.

Yo estaba seguro de que había tenido algo con Rodrigo, pero sabía que a mí no iba a contármelo. Dejamos la conversación ahí, cada uno se fue a su casa. Mientras me iba a la mía recibí un mensaje de Sonia donde me invitaba a salir al cine al día siguiente.

Al llegar a casa mis padres se sorprendieron de lo contento que estaba. Subí a mi habitación y empecé a preparar la ropa que me pondría al día síguete, la camisa, los pantalones, los zapatos y la cazadora de cuero que me compre y todavía no había estrenado.

Esa noche casi no pegue ojo, era la primera cita con Sonia y no quería estropearla. Tal vez se había empezado a fijar en mí, pardillo récord Guinness otra vez. No era capaz de ver que lo único que quería Sonia era darle celos al cabrón de Rodrigo.

La cita empezó bien, compramos las entradas del cine y entramos. La película era una de esas románticas, a mí me daban igual con tal de estar al lado de la mujer que amaba. Me fijé que no hacia más que mirar el móvil y escribir mensajes constantemente.

  • ¿Sonia va todo bien?, no te estás enterando de la película.

  • Sí, es para avisar a mi madre de que iré a casa más tarde porque cenaré contigo.

Esa contestación me subió hasta los cielos, pero algo dentro de mí me decía que la noche no acabaría como yo creía. Y así fue nada más salir del cine nos encontramos de bruces con Rodrigo que iba con una rubia despampanante cogida de la cintura. Sonia le miro con cara muy seria y me dijo.

  • Marco, no me encuentro bien. ¿Podrías llevarme a casa?

  • Blanco y en botella…

La llevé a casa y me fui a la mía con una sensación muy amarga en la boca del estómago. Sabiendo lo que sabía de lo que sentía por ella, ¿por qué me utilizaba de aquella manera?

Decidí centrarme en mis estudios y dejarme de sueños efímeros que no me llevaban a ninguna parte. Estaba en el último año de carrera y necesitaba notas altas, ese año apenas salí, pero conseguí aprobar todo.

La selectividad me fue muy bien. Sacando la media suficiente para optar a la carrera de medicina, esa misma noche Salí con la pandilla a celebrarlo. Cunado me encontré con todos pude escuchar a Rodrigo como le contaba a Marta (otra amiga) que estudiaría medicina en otra ciudad.

Yo pensé que Sonia se deprimiría y se marcharía. Cosa a la que tampoco estaba dispuesto a ponerle demasiada atención, yo había salido a pasármelo bien y en eso estaba. De repente unas manos se posaron en mi espalda y al girarme vi que eran las de Sonia.

  • ¿Te apetece bailar marco?

  • Claro Sonia.

Pusieron un par de canciones lentas y fue un momento muy especial para mí. Sonia no levantaba la cabeza de mi hombro, el olor de su perfume me tenía embriagado. Fue una noche estupenda y el comienzo de nuestra relación.

Unos días más tarde la lleve al mirador donde tantas horas me gustaban pasas. Allí le pregunté si quería ser mi novia y respondió que si, besándonos apasionadamente. Sonia sabia que no había nadie en esa casa, sus padres habían salido de viaje y estaría sola todo el fin de semana.

Cuando llegamos a su casa, yo iba nervioso perdido. Si llego a sudar un poco más me deshidrato en ese mismo momento, Sonia empezó a desnudarse poco a poco. Verla quitarse el vestido con esa mirada sugerente me intimido de sobremanera.

Yo era virgen y estaba a punto de perder mi virginidad con la mujer que más amaba en el mundo. Me empecé a desnudar y miré hacia abajo, mi polla por lo menos no me fallo y estaba dura como el hormigón. Sonia la miro y sonrió.

Cuando se agachó y se la metió en la boca, jamás había sentido semejantes descargas de placer recorrer mi cuerpo. No tarde nada en correrme, justo me dio tiempo a avisarla de que ya me venía.

La verdad que aguante bastante poco. Pensé que ese hecho arruinaría el momento, pero no fue así, Sonia saco un condón y me Ayudó a ponérmelo. Seguía tan nervioso que

Me lo puse al revés, Sonia se reía y después de abrir otro me lo puso ella.

Sonia se subió a la mesa de la cocina y abrió sus piernas para mí. Ver ese coño fue algo hermoso para mí, era la primera vez que veía uno en vivo y en directo. Estaba brillante y tenía un poco de bello. Cogí mi polla y la enfilé hacia su sexo, empecé a metérsela. Poco a poco le iba entrando.

  • Sí, sigue – Me decía Sonia con cara de placer, mientras empujaba también con sus caderas para facilitar la penetración.

Yo tenia miedo de hacerla daño, al ver que no reaccionaba mal empuje con un poco más de ímpetu y de repente mi polla había desaparecido dentro de su coño. Jamás se me olvidará lo que sentí en ese momento, casi me corro, pero aguante como un campeón.

Empecé un mete saca lento, no quería corredme muy pronto y quedar como un pringado. Pero lo inevitable ocurrió, estaba tan caliente que me corrí sin poder evitarlo.

  • Me corro, me corro – Esa fue la frase que grite, mientras me derramaba dentro del condón.

Sonia no dijo nada, su cara sin embargo lo decía todo. No podía disimular la gran decepción que sintió en ese momento, me pidió que por favor la dejara sola quería descansar.

Yo me fui para casa, la sensación de derrota no me la iba a quitar nadie. Podría haber sido el mejor fin de semana de mi vida, pero no fue así. Temía que ese sexo escaso que habíamos tenido, terminase con una relación que no había empezado a dar sus primeros pasos.

A la mañana siguiente era incapaz de mirar el móvil, tenía miedo a que me llamara. O algo, pero que me mandara un mensaje cortando conmigo, pensando que no merecía ni el esfuerzo de decírmelo a la cara. No fue así, al mediodía se presentó en mi casa y tuvimos una charla.

  • Marcos siento mi relación.

  • No te disculpes Sonia fue patético lo sé.

  • No lo fue, fuiste cariñoso y muy atento.

Terminamos besándonos, con mi madre detrás con una gran sonrisa de satisfacción. Cuando nos separamos vi algo en los ojos de Sonia, pero no supe apreciar lo que fue.

  • ¿Esta noche es la despedida de Rodrigo te apuntas?

  • No puedo, ya sabes que he entrado en el hospital. A los novatos nos toca pringar.

Sonia me sonrió y se despidió de mí, habían pasado dos semanas de aquella fiesta de despedida. Ciertos rumores llegaron a mis oídos, rumores que decían que Sonia y Rodrigo habían tenido algo.

Yo los ignoré, confiaba en mi novia. Que clase de relación tendríamos si a la primera de cambio desconfiaba de ella, pero la espinita de la desconfianza se clavó en mi corazón. No lo quería pero así fue.

A la mañana siguiente de escuchar los rumores. Decidí hablar con mi novia.

  • Sonia, me han llegado unos rumores bastante alarmantes

  • ¿Qué rumores Marco?

  • ¡Que entre Rodrigo y tu paso algo!

  • ¡No es verdad!, ¿me crees verdad Marco?

Yo asentí con la cabeza, decidí dar carpetazo al asunto. Rodrigo se iba esa misma noche y desaparecería de nuestras vidas (otro momentazo Récord Guinness).

De eso ya han pasado tres años, Sonia y yo vivimos juntos y la verdad que mi vida ha cambiado muchísimo. Llevo dando clases de defensa personal estos tres años, en el aparcamiento se empezaron a dar una serie de robos, decidí que toda precaución era poca. No soy cinturón negro, pero sé lo suficiente para salir airoso de una situación difícil.

Por las mañanas corro diez kilómetros antes de ir a trabajar, todo ese ejercicio han hecho que mi cuerpo no se parezca en nada al cuerpo escuálido que tenía hace tres años. Sonia también se apuntó a un gimnasio, su cuerpo también ha dado un cambio a mucho mejor.

Toda nuestra vida era perfecta hasta que una fatídica mañana entro él por la puerta del hospital. Ese hombre no era otro que Rodrigo, el director del hospital era su tío y le habían contratado como cirujano, tenía unas referencias asombrosas. Eran tan buenas que parecían inventadas, enseguida me conoció. Estrecho mi mano y me miro con la prepotencia de siempre, pero se fijó en mi cuerpo y se dio cuenta de que yo ya no era el enclenque de entonces.

  • Hola, Marco, ¿sigues saliendo con Sonia?

  • ¡Así, es!

Sonrió, y mirándome con esa mirada de prepotencia se despidió de mí. Al mediodía había quedado con Sonia para ir a comer, cuando entro a buscarme se encontró con Rodrigo que se encontraba pasando consulta en la misma planta que yo.

  • Hola, Sonia, estás más buena que entonces, para ti pasan los años pero para mejor.

Sonia le sonrió y le miro de una forma que no presagiaba nada bueno. Me acerqué y cogiendo a mi novia de la cintura le dije.

  • ¡Cariño nos vamos que si no, no llegamos!

A partir de ese día las cosas cambiaron, a mí el director del hospital me hacía hacer más guardias. Muchas de ellas eran las de su sobrino, según él se estaba especializando en alguna rama nueva de su materia y pronto lo examinarían. También me dejo claro que esto era como las lentejas, o las coges o las dejas.

Volvemos a la fatídica noche, después de operar a la chica que no salió del quirófano el jefe de traumatología se sentó conmigo en la mesa de la sala de descanso. Me dijo que lo mejor seria que iría a casa a descansar que llevaba un turno de treinta y seis horas. Acepte, la verdad que me caía de cansancio.

Decidí coger un taxi, no me veía capacitado para conducir. El coche se quedaría en él parqueen del hospital y podría recogerlo mañana. Llame al taxi y lo espera en la entrada del hospital, no tardo mucho en llegar. Le di la dirección y cerré los ojos para descansar un poco.

No tardamos en llegar, pague y me fui directo al portal. Fuera vi un coche que me pareció muy familiar. Pero estaba tan cansado que no le quise dar más importancia. Subí en el ascensor y entre en casa sin encender la luz, no quería despertar a Sonia.

Al entrar tropecé con algo que casi me hace caer, encendí la luz y me di cuenta de que era un zapato de hombre. El zapato no era mío así que, mis alarmas se encendieron enseguida. Me dirigí directo hacia nuestro dormitorio, según me acercaba los sonidos eran característicos y difícil de confundir. Al abrir la puerta la escena que me encontré fue dantesca para mí.

Sonia se encontraba cabalgando la polla de un hombre, no podía ver su rostro al estar este tapado por el cuerpo de Sonia. Los gemidos de Sonia se clavaban en mi corazón como si fueran cuchillas muy afiladas, estaban tan centrados en follar que no se dieron cuenta de que entre en la habitación.

Entonces lo vi era Rodrigo, mientras él se follaba a mi novia yo le cubría las guardias en el hospital. Una ira empezó a crecer dentro de mí, cogí la puerta y la cerré con todas mis fuerzas. El estruendo fue tal que los dos amantes pararon y miraron hacia mí. Sonia se quedó blanca, pero Rodrigo empezó a sonreír como si fuera el gran triunfador.

Mientras intentaba levantarse de la cama intento decirme algo, seguro que sería algo humillante, pero no le dio tiempo. Le solté un puñetazo con todas mis fuerzas que termino estampándose contre el armario que se encontraba empotrado contra la pared.

De repente se empezó a erguir con una mirada llena de odio y decidió embestir como un toro embravecido, con tan mala suerte que resbalo con las bragas de Sonia que estaban en el suelo. Yo me aparté y Rodrigo termino estampándose de morros contra el espejo de cuerpo entero que coloco allí Sonia. El espejo terminó hecho añicos y Rodrigo termino con la cara bastante ensangrentada.

Yo miré a Sonia que no cedía nada, no le hizo falta mi mirada ya la dejaba claro lo que pensaba de ella y lo que iba a hacer. Recogí algo de ropa y me marché a casa de mis padres.

  • Sonia, estaré en casa de mis padres unos cuantos días, aprovecha para sacar todas tus cosas de aquí.

Sonia no dijo nada, la casa era mía, era yo quien estaba pagando la mayoría de la hipoteca, pasados esos días volví al piso. Mi intención era sacar todas mis pertenencias, rescindir el contrato y buscarme una casa nueva. Mientras metía mis pertenencias en cajas sonó el móvil. Era Sonia quería hablar conmigo para explicarse, le dije que quedaríamos en un par de días que tenia asuntos que resolver.

Cuando mi hermana se enteró por parte de mis padres lo que había pasado hablo conmigo.

  • Marco, el otro día hablé con Lourdes, ¿te acuerdas de ella?

  • Si me acuerdo, era tu mejor amiga.

  • Ha abierto una clínica y necesita médicos, no cobrarás como ahora, pero estarás más cerca de papa y mama y sobre todo de mí.

  • Pues la verdad que la oferta podría interesarme, dile que en un par de días me presento para enseñarle mi currículo.

Lo primero que hice esa mañana después de terminar de recoger todas mis cosas para que se las llevaran al garage de mis padres hasta que consiguiera una casa nueva, fue presentarme en el hospital. Toque la puerta del director de este y antes de que dijera nada le puse una carta sobre la mesa. Era mi dimisión que acepto encantado.

Rodrigo no quiso poner una denuncia, alego una mala caída. No quería contar que el tío más pringado según él le hubiera dejado así, a mí me daba igual pues no iba a verlo más. Por último iba a tener la conversación con Sonia, mi decisión estaba tomada, pero la dejaría explicarse.

Cuando llegue estaba sentada en una terraza de un bar con un café. Yo me senté y pedí otro, entonces empezó a relatarme.

  • Marco, tú siempre has sabido lo que sentía por Rodrigo, si empecé a salir contigo fue para darle celos. La noche que salimos del cine y le vi con otra me morí de celos y decidí irme a casa. Al llegar a ella me sentí mal por ti, siempre te portabas tan bien conmigo que como compensación aria que dejaras de ser virgen y fue un desabre.

  • ¡Algo sospechaba entonces, pero no lo quería ver estaba ciego!

  • En la fiesta de despedida de Rodrigo follé con él, los rumores eran ciertos. Me calentó tanto y sabiendo que se iba para siempre acepte y fue maravilloso, después decidí seguir contigo como premio de consolación, pero durante estos años algo cambio

  • ¿El que?

  • Siempre eras atento, cariñoso, nunca tenias una mala palabra y me concedías todos mis caprichos, no te voy a mentir jamás me enamoré de ti. Yo estaba enamorada de Rodrigo, pero te ganaste una parte de mi corazón.

  • ¡Ya veo lo que gane!

  • Cuando fui a buscarte y lo vi otra vez de vuelta todo se volvió a mover dentro de mí y no pude resistirme a sus halagos. Pero algo había cambiado, aunque me gustaba follar con él algo dentro de mí me gritaba que lo que hacia estaba mal.

  • ¡Ilústrame!

  • La noche que nos pillaste fue cuando me di cuenta de verdad que de la persona que me había enamorado era de ti.

  • Yo también me di cuenta de algo esa noche Sonia. ¡Que no quiero una persona como tú en mi vida, tú nunca me has querido y siempre te has aprovechado de lo que sentía por ti, eso se ha acabado!

Me levanté de la silla dejando un billete para pagar los dos cafés, Sonia lloraba amargamente, pero a mí esas lágrimas ya no me afectaban. Había decidido ser feliz y lo haría lejos de esa mujer.

Dos días después estaba en la clínica que había montado la mejor amiga de mi hermana, era una clínica pequeña pero acogedora. El sueldo no sería muy alto, pero en esos momentos no me importaba.

Me dirigí por un pasillo a preguntar en información por Lourdes cuando me choque con una mujer con el cabello de color del fuego, el rostro más hermoso que hubiera visto jamás. Cuando levanto la cabeza me fije y me di cuenta de que esa mujer era Lourdes, me ayudo a recoger la carpeta que se me había caído y me hizo la entrevista.

EPILOGO

Llevo ya trabajando en esa clínica un año, mi relación con Lourdes es estupenda, congeniamos desde el primer día. No sé que nos deparara el futuro, pero aquí estoy esperando a Lourdes en el mirador que tanto prometía y tanta decepción me trajo. Ahora tengo una segunda oportunidad esta vez me deparará la felicidad, el tiempo lo dirá.

Lo último que supe de Sonia fue que empezó a salir con Rodrigo y se quedó embarazada de él, Rodrigo seguía siendo un picaflor, pero su última conquista le salió rana pus les pillo el marido. Tengo entendido que le dio una paliza bastante fuerte que le llevo a un hospital.

La verdad que lo que les pase a esos dos ya no es asunto mío, yo miro al futuro con esperanzas renovadas.

FIN