Amor Prohibido II - Zeus

Zeus aparece en el Pío XII. ¿Empezará bien con Aarón? Presentación del protagonista principal de la historia. "Sin duda alguna me encanta su semen." - Dijo Zeus.

Capítulo II

[Narra Zeus]

¡Señor todopoderoso! El jet lag es algo horrible. Después de pasarme dos meses al otro lado del Pacífico, concluyo que mis vacaciones han sido una auténtica pasada a excepción de esta horrible presión de ocho horas menos. Lo ideal sería recuperarme en casa durmiendo como un pequeño osito de peluche en nuestro departamento en Madrid, pero no. Me mudaré a Valencia y estrenaré nuevo instituto, no es algo muy esperanzador ni algo que realmente me motive, pero al ser menor de edad ¿qué queréis que haga? Si mi padre dice negro, es negro. La realidad es que tengo ganas de conocer gente nueva y la alegría de poder estar al lado de mi novio no se compara con nada, pero tengo sueño. ¡Ay el dormir! Ese bendito tiempo de remanso de paz, es inigualable.

Ya llevaba un día de retraso con respecto a mis compañeros, pero era necesario quedarme en el hotel mientras acaban de finalizar las obras en nuestra nueva casa. Sabía que mi nuevo destino escolar sería el Pío XII, un buen colegio. Es complicado integrarte en un nuevo grupo, sin tener amigos, ni nadie cercano a ti y realmente ese hecho me ponía muy nervioso. Además, tan bien es algo difícil incorporarte a un grupo con tu condición sexual asumida. Mi homosexualidad nunca ha sido ningún impedimento para mi buena relación con mis antiguos compañeros. Incluso podría tildarme de popular, es algo curioso ¿sabéis? Básicamente tengo una buena empatía con la mayoría de las féminas, me convierto fácilmente en su amigo y paso el mayor tiempo con ellas y son ellas mismas las que me facilitan el trabajo con los hombres, pues estos, muchas veces en su afán de conseguir citas con ellas recurren a mí como arma de persuasión, un mérito que me transforma en su “protegido” pues los ayudo a poder ligar.

El poder estar en el mismo colegio que Alejandro me hace tener un poquito más de seguridad. Llevamos cuatro meses de relación y la verdad es que lo echo mucho de menos porque estos dos últimos meses sin él han sido un caos. No puedo negar que es un excelente novio. Cada fin de semana viajaba hasta Madrid para poder pasar uno o dos días conmigo y después se tiraba cuatro horas en coche junto con su hermano para poder regresar a casa. Siendo sincero, nunca pensé que estaría dentro de una relación formal por mucho tiempo. El sexo ha sido algo muy natural en mí desde temprana edad y siempre he estado con quien he querido, aun así mi novio supo ganarse un poquito mi corazón en aquellas vacaciones de semana Santa en la que nos conocimos.

Esperad, ya os he contado demasiado y ni siquiera sabéis quien puñetas soy. Mi nombre es Zeus Vandelhoek, hace tres días cumplí dieciséis años y a continuación os voy a contar ciertos aspectos de mí, por lo menos así vamos entrando en confianza ¿no? Me describo como un adolescente homosexual andrógino, bueno a ver no sé si me explico; mis rasgos físicos no son muy masculinos, sin llegar a ser femeninos, es una especie de término medio. Soy hombre, tengo sexo y mi órgano sexual no me incomoda, pero tengo rasgos aniñados para mi edad. Mido metro sesenta y ocho, y mi color de ojos es azul claro como mi madre. Práctico porrismo y me gusta realizar deporte, eso sí, no en exceso. Y por lo general… ¿Qué más os puedo decir?

A lo largo de mi latente adolescencia he tenido que soportar en muchas ocasiones que la sociedad me mire en exceso. En muchas ocasiones la gente no sabe si soy un chico o una chica, y he de decir que me agrada. Me gusta ser capaz de confundir a la gente, pero me disgusta en exceso cuando me preguntan ¿pero quieres ser una chica? Es algo contraproducente pero, una cosa es que me guste ser delicado, aniñado, mimado y otra muy diferente es querer dar un paso adelante hacia una disforia de género. He de reconocer que en mi etapa de cambio hacia la adolescencia me lo planteé, incluso mis padres me preguntaron si quería ser una Débora o una Susana, pero asumí que ese no sería mi caso.

Me considero una buena persona, aun así dejarme matizar. Soy un adolescente que tiene claros sus objetivos en la vida, sé lo que quiero y sé que tengo que hacer para conseguirlo. También pienso que soy una persona relativamente amistosa, pero cuando alguien no es de mi agrado lo hago saber enseguida. Digamos que soy muy temperamental. Odio a la gente creída y a las persona pedantes en general. Directamente crean en mí una gran animadversión. En casa he podido gozar de una vida muy cómoda, pero tengo en cuenta que si mis padres no se hubieran matado a trabajar desde jóvenes no estaría donde estoy. Desde muy pequeños me enseñaron a ser selectivo y confiado en mismo, básicamente eso me ayudó a lo largo de mi aceptación como homosexual. Mis padres reconocen que desde muy pequeño mi amaneramiento por decirlo así, era evidente y de una u otra forma me fueron preparando para ser fuerte ante las constantes ofensivas contra mi orientación sexual, pues temían a que sufriera.

El matrimonio formado por Monic Saint-Denis y Joan Valdehoek fue el encargado de criar a su único hijo de una forma muy peculiar. Mi padre siempre ha sido mi héroe, es muy protector y me cela mucho con cualquier chico que se acerca a mí, muchas veces me ha explicado que no quiere que me hagan daño; más sin embargo soy yo quien la mayoría de las veces los utilizo por un simple polvo. Respecto a mi señora madre, ella sabe qué clase de demonio es su hijo. Ella se caracteriza por ser muy directa conmigo y aparte de ser un gran apoyo para mí, tiene una especie de sexto sentido o algo raro. Quizá es bruja y nos lo oculta, pero la mayoría de veces sabe las cosas que van ocurrir, por eso me advierte, me guía.

El caso de todo esto es que soy adolescente gay, con las hormonas un poco revolucionadas, que sabe lo que quiere y quién en estos momentos echa mucho de menos a su novio.

Bueno… lo de echarlo de menos se ve aumentado por la falta de contacto con su miembro viril, vamos que estoy que me auto-follo a mí mismo.

[…]

Alejandro Bebé: “¿Cmo has amanecido pequeñajo ;)?”

Tú: “Bieeen amor, hoy nos veremoos en el insttituto” – Respondo

Alejandro Bebé: “De acuerdo, te veo a la salida y te llevo a casa, tengo moto nueva!!!”

Tú: “Esta bieen, pero de momento me estoy quedando en el hotel, me mudaré este fin d semana”

Alejandro Bebé: “Si quieres puedes dormir esta noche en mi csaaa… Ya sabes :$”

Tú: “…”

Alejandro Bebé: “Que significan esos puntos?”

Tú: “Nada, cada vez me doy cuenta que no sabes disimular, conozco tus negras intenciones señor Mir… Ejem! Sí, definitivamente me quedaré en tu casa… A DORMIR!”

Alejandro Bebé: “Oye ¿sabes por algún casual como tengo las pelotas? De acuerdo, no te pondré una mano encima… TE PONDRÉ DOS! No t sentarás en una semana :P Son dos meses sin verte”

Tú: “JAJA, Te quiero, tonto”

Alejandro Bebé: “Yo también te quiero bebé”

[…]

[Narra Aarón]

Justo en ese momento me pregunté porque me llamó tanto la atención. Por aquella puerta entró un chico de estatura media, con un gran flequillo rizado que caía por el lado derecho de su rostro y el cual no era muy largo, así que sus rasgos faciales eran bastante visibles. Sus facciones eran… Joder, eran… ¡mierda! no sé cómo explicarme. Pero el color de sus ojos tenía un gran brillo y su sonrisa era cegadora, estaba feliz de entrar a clase a estudiar. ¿Este tío está loco? Si os soy sincero me apostaba mi moto a que era marica. Su semblante era delicado y al lado de los futbolistas podría hacerse pasar por una animadora. Patético. Creo que por unos segundos su vista conectó con la mía y se percató en como lo estaba detallando. No bajé la mirada y la mantuve, no soy de esos que se intimida fácilmente, soy yo más bien quien está acostumbrado a intimidar. El nuevo no bajó tampoco la mirada. Se limitó a rodar los ojos y dirigió su vista a otra parte.

  • Buenos días, mi nombre es Zeus – por unos segundos quise pensar que estaría nervioso, rápidamente detalle el timbre de su voz y no era precisamente varonil – Espero poder llevarme bien con todos – se interrumpió a sí mismo, noté como daba una rápida mirada a toda la clase y continuaba – O por lo menos llevarme bien con la mayoría.

  • Bueno señor Vandelhoek, puede tomar asiento al lado de la señorita Antonela – el Zacas le indicó su lugar y el nuevo tomó asiento – profesora Asunción hasta aquí llega la interrupción de su clase muchísimas gracias.

[…]

Por momentos lo observaba, pienso que me causaba curiosidad el saber cómo actuaba una persona que no conoce a absolutamente a nadie. De todas formas se veía como empezaba a charlar con varias chicas de clase y su sonrisa era casi siempre constante. También noté que hacía muy buenas migas con Antonela, por cierto ahora que la menciono os contaré algo curioso de ella. Ella probablemente era la chica más guapa de clase, un pivonazo, ojazos, pelazo, tipazo, todo lo que acabe en azo, ¿pero sabéis que? Era argentina. Nunca he podido con los argentinos. Me caen mal. Tú me puedes poner a un senegalés o a un colombiano de mejores amigos y los llevo a muerte conmigo, pero un argentino no. Quizás ese era el único motivo por el cual nunca miré a Antonela como una chica para follármela ni nada.

Vosotros estáis leyendo mis pensamientos en estos momentos, así que no os rayéis por lo que os voy a decir, pero el nuevo era… tierno. No, esa no es la palabra. A ver, no lo veo como un hombre, ¡joder!, no me estoy explicando bien. La cuestión es que lo veo frágil, me resulta complicado verlo como a Yusef o a Rodrigo, es confuso, de pronto es porque tiene una cara muy infantil. Olvidadlo. Y tampoco os empecéis a preguntar que porque lo observo tanto ni nada de esas mariconadas, es solo que no hay nada bueno por hacer. Empiezo a maldecir el puto momento en el que Sandra repitió curso, si estuviéramos juntos en clase por lo menos entre clase y clase le podría meter mano o liármela.

En el cambio de clases Borja se levantó y vi cómo se acercaba a él para presentarse. Mal hecho, amigo. Esta clase es mi territorio y en todo caso el que primero debería presentarse sería yo. Estaba dispuesto a levantarme pero Cynthia tomó mi brazo y me susurró no sé qué de Sandra y me interrumpió. ¿Os dije ya que me había follado también a Cynthia?

  • Me ha dicho Sandra que te diga que esta tarde te espera directamente en su casa, hoy tenía médico y no ha venido a clases y como no le contestas los mensajes ha supuesto que te has dejado el teléfono en casa – dibujé una sonrisa, conozco a mi novia, precisamente sus “ven a casa” acaban con mi polla dentro de su coño mientras no para de gemir y pedirme más.

Pues prepárate, nena.

[…]

Quedaban quince minutos para acabar las clases por hoy, pero me meaba encima. Salí hacia los baños, meé y lavé mis manos. Durante unas milésimas me miré frente a los espejos de aquel sitio. Sabía que era guapo, me guiñé un ojo y puse mi cara de pícaro. Lo sé, tengo mucho ego pero qué se le va a hacer. Me dirigí hacia la puerta y en menos de dos segundos estaba tirado en el suelo con un peso liviano encima de mío. Mierda, maldita imbécil pensé aún con los ojos cerrados por el dolor en mi costado derecho.

[…]

[Narra Zeus]

Cuando quise abrir la puerta, parecía atascada así que decidí empujarla para poder entrar pero mis pies se hicieron un lío de tal forma que golpeé con la puerta al alumno que iba a salir y encima de eso caí sobre él. Me sentía avergonzado, incluso quería salir corriendo de allí. Ese ha sido uno de mis putos problemas toda la vida. Ser patoso. No, patoso no, lo siguiente. Tenía un poder especial para cagarla siempre o casi siempre y después me moría de la vergüenza y me ponía como un tomate ante cualquier situación. Me fijé en el chico que se encontraba debajo de mío y fue cuando los ojos de mi compañero de clase y los míos estuvieron observándose durante tres segundos sin pestañear.

Me puse nervioso y me levanté rápidamente. Sabía que había salido de clase, pero como tardaba supuse que habría ido a otro lugar. Su cara de malestar me preocupaba. No quería darle un mal golpe así que lo ayudé a levantarse, pero lo peor es que no decía nada. NADA. Me miraba como si fuera un bicho raro, no me miraba del todo mal, pero me miraba raro. Encima me sacaba una cabeza, mediría unos quince centímetros más que yo. Era igual o un poco más alto que Alejandro. Odiaba esa sensación. Odiaba sentirme como un ratón al lado de un puto león. De lejos escuché sonar el timbre de final de las clases, estupendo, las clases se acaban y nosotros fuera de nuestra aula.

  • Lo siento, estás bien – sus ojos grisáceos me miraban fijamente y yo que soy muy pero que muy dramático pensé que si seguía en ese silencio pronto se sacaría una navaja y haría de mi cuerpo sushi al estilo Pío XII. - ¿estás bien?

  • Sí, tranquilo. Pensé que habrías sido uno de los capullos de la otra clase. No te preocupes – Vi como se sobaba su costado y no pude evitar sentirme culpable – Por cierto antes en clase no nos hemos presentado, mi nombre es Aarón, Aarón Garrido – ese muchacho me sonrió y me sentí avergonzado aún sin saber por qué.

  • Mucho gusto, Aarón. Encantado. Repito, discúlpame por haberte lastimado no era mi intención, de verdad que no. – Su fija mirada me seguía incomodando, o a lo mejor era su mera presencia la que me hacía sentir desubicado.

  • Enserio, estoy bien, no soy de esos quejicas, adem-‘ – La puerta del baño se abrió y Aarón se vio interrumpido cuando vio como unos brazos me envolvieron fuertemente.

  • ¡Zeus! – En una sola palabra pude notar la alegría que había en su voz. Alejandro me sostenía con firmeza, por fin lo veía después de tanto tiempo. A mis espaldas solo escuché como Aarón lo llamaba por su nombre.

  • ¿Mir? – Incluso yo pude notar su tono despectivo y fue allí cuando me di cuenta como a mi novio tampoco le hacía mucha gracia encontrarse con Aarón en ese lugar.

[…]

[Narra Aarón]

¿Qué coño hacia Alejandro Mir abrazando de esa forma a Zeus? ¿Acaso se conocen?

  • Vaya, Garrido, no pensé verte – su chulería podría ponerse a la par que la mía, aun así su agarre hacia Zeus fue más visible – ¿se puede saber que haces aquí? – me disponía a responder cuando Zeus me interrumpió.

  • ¿Os conocéis? – El imbécil se limitó a asentir con la cabeza y me volvió a mirar desafiante – bueno en ese caso, Aarón es un compañero de clase, y hace unos minutos tuve un pequeño accidente con él.

  • Ya veo – se limitó a responder – Aarón te presentaré a Zeus, mi novio – mi cuerpo se vio invadido por un pequeño y fugaz escalofrío al escucharlo, mi cara se tensó y miré fijamente al ojiazul para saber si era cierto o no, pero su enrojecimiento me confirmaba que sí.

  • Vaya, Zeus, no sabía que tú y – no quise seguir con esa conversación – Vah, paso de este tema, solo te deseo suerte con este capullo, Zeus. – Me sentía molesto. Aún a día de hoy sigo sin explicarme bien el porqué. Me sacudí la ropa y salí rápidamente de aquel lugar.

Tenía una sensación extraña en el cuerpo. No soy homófobo, pero al estar en un ambiente tan varonil nunca he tratado con mucho respeto a los gays. Sin embargo Zeus me transmitía una simpatía natural, pero solo pensar que era el novio del capullo de Mir me hacia tener ganas de vomitar.

[…]

Aquella tarde tuve sexo con Sandra.

Aquella tarde también pensé momentáneamente en que habría sido en lo que se fijó Zeus para estar con un capullo como Alejandro.

[…]

[Narra Zeus]

A cuadros me había quedado. Completamente a cuadros. Solo por la forma en cómo habían acabado las cosas sabía que la tensión entre Alejandro y Aarón era más que evidente. El primero no le quiso dar más importancia al asunto y al salir del baño recogí mis cosas en clase y nos dirigimos a su casa. Mir encajaba a la perfección con mi prototipo de chico ideal, era alto, atlético, tenía unos ojos verdosos preciosos y era muy pero que muy sensual. Pero si os confieso algo, Aarón tampoco distaba mucho de aquellos ideales que me gustaban. Él es guapo, pero no, Aarón no es nadie ni tiene pinta de sentirse atraído por mí y realmente tampoco no me quiero interesarme en otra persona que no sea mi actual pareja.

De todas formas mis pensamientos en aquel momento se centraban en los besos que me estaba dando Alejandro alrededor de todo el cuello. Sus manos habían comenzado a desvestirme y nuestras prendas eran un sendero a lo largo de toda la habitación que nos trasladarían a su cama. Se había asegurado de echar pestillo al cuarto y la factura de estos dos meses en los cuales solo hemos tenido sex cam comienza a manifestarse. Una de las cualidades que más me agradan de él es el cuidado que ejerce sobre mí. Sus manos se desplazan lentamente sobre todo mi cuerpo para luego enfocarse sobre mis dos apretadas nalgas. Me gusta sentir como las estruja y como desliza sus manos por dentro de mis slips para poder guiar alguno de sus dedos a mi entrada.

Su lengua recorre mi cuello desde su inicio hacia el lóbulo de mi oreja izquierda, mientras yo comienzo a deshacerme de su camisa. Su pecho queda al descubierto y la sensación que me produce el contacto de su piel hace que tenga un nivel de excitación increíble. Empiezo a tensionar y des tensionar mi entrada, porque sé que pronto será su turno. El cuerpo de Alejandro se gira hacia el lado de la cama y soy yo quien toma el control absoluto de la situación una vez estoy encima de él. Me gusta acercarme y morder salvajemente su labio justo cuando él azota con su mano una de mis nalgas. Es placentero sentirme deseado y poder complacer a mi amante de todas las formas posibles. Muchos de los besos que tenían como destinatario su cuello comenzaron a descender por su trabajado abdomen hasta llegar a su más anhelado atributo.

Su pene es grande, grueso y no me quejo de ello. Son veinte o veintiún centímetros que muchos meses atrás ya han estado por completo dentro de mi culo o en la profundidad de mi garganta. Como siempre su rabo está eufórico de verme de nuevo y mi instinto me hace querer probar las pequeñas gotas de líquido preseminal que asoman por su orificio. Lo hago, pero no puedo frenar mis ganas de comenzar a succionar aquel pollón que no probaba desde tiempo atrás. Su cara de satisfacción mientras mi lengua hace su trabajo a lo largo y ancho de su extensión me hace suponer que ama que se la chupe.

Su mano se presiona sobre mí de tal forma que un estímulo de rechazo llega a mi cerebro, pero lo ignoro, pues amo la sensación de presión sobre mi cuello y boca. Su mano derecha se empieza a diluir por mi nalga hasta empezar a introducir uno de sus largos dedos ensalivados en mi culo. Adoro la sensación sobre mi esfínter. Lamo con delicadeza sus huevos a la par que siento como en vez de uno, son dos los dedos que empiezan a entrar con facilidad en mi ano. Decido tragarme por completo su pene, succionarlo hasta más no poder para poder sentir su gemido más seco y profundo.

  • Amo que me comas el rabo – se limita a decir.

Me quita de encima y bruscamente me pone bocabajo para situarse detrás de mí y poder pasar su lengua por mi ya dilatado culo. Sé que la follada que viene a continuación me dejará exhausto pero no dudo comenzar a masturbarme velozmente mientras siento como la punta de su falo invade mi cuerpo y me hace berrear de un dolor momentáneo. Durante los primeros minutos de acoplamiento mi instinto de depravación se acentúa y soy yo quién empuja mi trasero contra su erección para de una vez por todas sentirme pleno.

  • Aauugh! – Mi gemido empieza a ser suave y va en aumento.

Sus moviemientos pélvicos comienzan a ser acelerados y profundos. Su mano izquierda agarra mi cadera al mismo tiempo que su mano derecha se desliza por mi pelo ondulado y tira de él. Me hace sentir sucio, y es algo que me gusta. La pasión que desprende en cada moviemiento me hace querer revolverme completamente pero el chasquido de sus pelotas impactando contra mis nalgas me hace reaccionar. Sus besos se deslizan por mi espalda y por unos segundos me la clava hasta más no poder para luego frenar con sus acometidas. Sé que le gusta estar dentro de mí. Saca por completo su erección de mi ano y me levanta en sus brazos para poner encima de su escritorio.

Estamos de frente, nos miramos fijamente a los ojos y siento como mientras marcó su piel con un chupetón, él sentencia mi castigo con una acometida bestial. Pierdo la calma y mis gemidos comienzan a ser sonoros, incluso no le doy importancia a si los padres de Alejandro nos escuchan. ¡Joder llevo dos putos meses sin follar! ¡A la mierda todo! El rubio agarra mi pene entre sus manos y me comienza a masturbar a la par que me penetra en repetidas ocasiones, creo que incluso puedo sentir los espasmos que sus venas me trasmiten. Las embestidas ya sobrepasaban un límite inhumano y por momentos me dolían bastante, pero deseché esos pensamientos y me concentré en el placer.

  • No sabes cuantas pajas me he tenido que hacer, estaba que te follaba. – Su voz era jodidamente sexy, seca.

Su mano iba tan rápido sobre mi erección que de un grito pude desahogar mi orgasmo a la vez que me corría manchando mi abdomen y el suyo. Su cara de fascinación me hacía sentir de una forma increíble y cuando saco rápidamente su rabo de mis entrañas me hizo agacharme para poder saborear y esparcir toda su leche por mi cara. Los disparos de semen bañaron parte de mi rostro y la sensación de espesor y calidez me hicieron sentirme satisfecho. Dos, cuatro hasta siete trallazos de corrida dejaron ver hace cuanto no se corría. Sin duda alguna nos hacía falta desestresarnos de esta forma y que mejor que haciendo el amor.

  • Te amo, pequeño. – Me dijo en una voz totalmente rota por la agitación.

Sonreí, lo miré a los ojos y le respondí – Sabes que yo también te quiero, Alejandro, y sin duda alguna me encanta tu semen. – Me puse de pie, no sin antes lamer la última gota de semen que resbalaba por mi mejilla.

[En el próximo capítulo...]

  • ¿Zeus? ¿Qué haces en mi recinto urbano? - dijo Aarón con una expresión de asombro en su cara.

[...]

  • No deberías hablar con Aarón, me cae mal, fin de la historia. - Alejandro estaba molesto.

[...]

  • ¿Por qué me miras así, acaso te gusto? - Ambos se quedaron en silencio.

[...]

Safe Creative: 009827768721

Todos los derechos reservados.